AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The night is dark and full of terrors // Privado - Beist
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The night is dark and full of terrors // Privado - Beist
Todo estaba a oscuras, en silencio. Pareciera la noche cerrada, sin luna, pero lo más extraño de todo era que tampoco había estrellas. No, sí que había, una, una estrella solitaria que dominaba el firmamento entero. Se encendieron las antorchas y en mitad de L’Enfer estaba ella, Nuit, la mujer más deseada e intocable de París. Intocable para quien no tuviera el estatus, el dinero suficiente y su visto bueno, por supuesto. Una mirada intensa, una sonrisa ladeada y un atuendo sugerente. Un batín negro de seda hasta el suelo, unas botas de caño alto y tacón semi-fino con cordeles hasta casi la rodilla. Por la abertura de la bata asomaba su pierna hasta medio muslo, perfectamente torneado y de piel tersa, aceitunada a pesar de su procedencia de la madre Rusia.
Del techo se descolgó una cuerda, o ese fue el efecto óptico para todos aquellos que veían por vez primera un espectáculo de aquella fémina. Levantó el brazo derecho, agarró el extremo y tiró con fuerza, liberando la soga que se convirtió en látigo, restallando en el aire con un ágil, pero contundente, movimiento de muñeca de Sombre. Las miradas de todos los presentes, hombres y mujeres, se centraban en aquella silueta que se recortaba por las llamas y la luz que éstas desprendían. Se desplazó por el entarimado, buscando como un auténtico depredador, como una pantera, con pasos ligeros pero firmes. Se detuvo en una de las esquinas y con un lanzamiento lateral, agarró la pata de un taburete.
–Acompáñame.
Tiró, haciendo vibrar el asiento bajo el trasero de una joven muchacha que observó a su alrededor, señalándose a sí misma con un gesto de mano al tocarse el pecho.
–Sí, tú. Ven aquí, gatita.
Se pasó la lengua por los labios, bordeando aquel oscuro carmín que le teñía los belfos y hacía que se vieran más voluminosos y apetecibles. Todo debía ser perfecto, porque para aquella dama, ese trabajo era su vida. Adoraba hacerlo. Disfrutaba con él. Gozaba del espectáculo. Se excitaba dominando.
La chica se levantó, acercándose con timidez al escenario, al que la propia Nuit le ayudó a subir, pues era un escalón un poco alto para una muchacha tan menuda como la que había atraído para que fuera su juguete aquella noche, su compañera de diversión.
Acarició el cuello ajeno con la yema de los dedos, subiendo desde poco más arriba del esternón hasta alcanzar el mentón, acercándose al mismo tiempo hasta que las bocas de ambas casi se rozaron. El aliento de la dom calcinó los labios de aquella pequeña conejita.
–Arrodíllate.
Ordenó, al tiempo en que la sujetaba, inesperadamente, de los mechones que nacían en la nuca y tiraba de ella hacia atrás, obligándola a arquear la espalda hasta que empezó a ceder, flexionando las piernas hasta que sus rodillas tocaron el suelo.
–Lámeme la bota.
Escupió a la cara de la rubia diminuta y ésta cerró los ojos, queriendo limpiarse los restos de saliva con el dorso de la mano, pero no llegó a hacerlo, porque la dama la abofeteó antes de que alcanzara a rozarse siquiera la mejilla.
Extendió el brazo hacia un lateral y movió dos dedos, reclamando a su ayudante que le lanzara un objeto. Pero antes de que eso ocurriera, las antorchas se apagaron de pronto y el gentío volvió a enmudecer, creyendo que aquello formaba parte de la función, sin embargo no era así y eso pocos lo sabían.
Aprovechando la oscuridad, una figura se movía con un único objetivo en mente, con sus rojizos orbes puestos en una silueta que ya no se vislumbraba para los ojos humanos. Nuit estaba desprotegida, sin poderes, sin sentidos aumentados. Pero tenía guardaespaldas, uno de los cuáles era muchas cosas, pero un simple mortal seguro que no era.
Del techo se descolgó una cuerda, o ese fue el efecto óptico para todos aquellos que veían por vez primera un espectáculo de aquella fémina. Levantó el brazo derecho, agarró el extremo y tiró con fuerza, liberando la soga que se convirtió en látigo, restallando en el aire con un ágil, pero contundente, movimiento de muñeca de Sombre. Las miradas de todos los presentes, hombres y mujeres, se centraban en aquella silueta que se recortaba por las llamas y la luz que éstas desprendían. Se desplazó por el entarimado, buscando como un auténtico depredador, como una pantera, con pasos ligeros pero firmes. Se detuvo en una de las esquinas y con un lanzamiento lateral, agarró la pata de un taburete.
–Acompáñame.
Tiró, haciendo vibrar el asiento bajo el trasero de una joven muchacha que observó a su alrededor, señalándose a sí misma con un gesto de mano al tocarse el pecho.
–Sí, tú. Ven aquí, gatita.
Se pasó la lengua por los labios, bordeando aquel oscuro carmín que le teñía los belfos y hacía que se vieran más voluminosos y apetecibles. Todo debía ser perfecto, porque para aquella dama, ese trabajo era su vida. Adoraba hacerlo. Disfrutaba con él. Gozaba del espectáculo. Se excitaba dominando.
La chica se levantó, acercándose con timidez al escenario, al que la propia Nuit le ayudó a subir, pues era un escalón un poco alto para una muchacha tan menuda como la que había atraído para que fuera su juguete aquella noche, su compañera de diversión.
Acarició el cuello ajeno con la yema de los dedos, subiendo desde poco más arriba del esternón hasta alcanzar el mentón, acercándose al mismo tiempo hasta que las bocas de ambas casi se rozaron. El aliento de la dom calcinó los labios de aquella pequeña conejita.
–Arrodíllate.
Ordenó, al tiempo en que la sujetaba, inesperadamente, de los mechones que nacían en la nuca y tiraba de ella hacia atrás, obligándola a arquear la espalda hasta que empezó a ceder, flexionando las piernas hasta que sus rodillas tocaron el suelo.
–Lámeme la bota.
Escupió a la cara de la rubia diminuta y ésta cerró los ojos, queriendo limpiarse los restos de saliva con el dorso de la mano, pero no llegó a hacerlo, porque la dama la abofeteó antes de que alcanzara a rozarse siquiera la mejilla.
Extendió el brazo hacia un lateral y movió dos dedos, reclamando a su ayudante que le lanzara un objeto. Pero antes de que eso ocurriera, las antorchas se apagaron de pronto y el gentío volvió a enmudecer, creyendo que aquello formaba parte de la función, sin embargo no era así y eso pocos lo sabían.
Aprovechando la oscuridad, una figura se movía con un único objetivo en mente, con sus rojizos orbes puestos en una silueta que ya no se vislumbraba para los ojos humanos. Nuit estaba desprotegida, sin poderes, sin sentidos aumentados. Pero tenía guardaespaldas, uno de los cuáles era muchas cosas, pero un simple mortal seguro que no era.
Nuit Sombre- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 18/10/2018
Re: The night is dark and full of terrors // Privado - Beist
Mi hermano fue el primero en escuchar los pasos huecos bajando las escaleras de piedra gris que llevaban a las mazmorras, nuestro hogar, caímos en manos de Ferox Black siendo apenas unos niños, abandonados en las puertas de una iglesia jamas llegamos a los cálidos brazos de las monjas pues aquel monstruo vio en mi algo distinto, un poder para usar y ya que mi hermano andaba en la misma cesta nos tomó a ambos sin pensar.
Lejos de lo que todo aquel que lee puede pensar, fuimos educados de alguna manera, no aseguro que la correcta, se nos enseñó a obedecer, a agradecer y a hacer su voluntad sin preguntar, cuando eso no pasaba nos quebraba hasta casi llevarnos a la muerte, tal fue así, que una noche Ferox cansado un de la inutilidad de mi hermano lo lanzo a las fauces de un licano, fuera de todo pronostico este sobrevivió y ahora ambos eramos sus soldados.
Alcé la cabeza para mirar a mi señor, no tardó en liberar mi cuello del grillete, según él era hora de salir, tenía una misión para mi.
Me alcé para mirarlo de frente, bajé la cabeza sumiso y esperé escuchar la información necesaria para llevar a cabo la misión, yo no erraba jamas y eso lo sabía mi señor Black.
Salí rumbo a Lenfern, la actuación estelar de la cortesana mas cara de París y posiblemente de Francia actuaba en el local, al parecer muchos eran sus enemigos, no solo humanos si no sobrenaturales que ansiaban poseer aquello que jamas tuvo dueño.
Raziel había conseguido que actuara en su local, hoy Lenfern estaba a reventar, por eso Ferox quería que yo me encargara de velar pro que nada le pasara pues de hacerlo el desprestigio correría como la pólvora y los Black podían despellejarse entre ellos, mas pobre de aquel que osara meterse con su sangre pues perdería la lengua y quizás también la cabeza.
La doncella bailaba pecaminosa, había tomado una joven ayudante temblorosa que seguía el ritmo de esa mujer a duras penas, yo no estaba allí para disfrutar del espectáculo, si no para asegurar que el mismo se producía sin ningún agravio, por eso había mandado a volar varios mosquitos por la estancia que pegados a paredes y prendas de ropa perpetraban todo aquel antro de chupa sangres.
No se como ni por que motivo las luces se apagaron de golpe, sabía que era un ataque, a través de los ojos de aquellos insectos era capaz de ver, mas por desgracia no la dama humana y eso seriá un problema.
Di una palmada, mis ojos adquirieron un tono ámbar y de pronto uno de los cristales de Lenfern se quebró en mil pedazos, cientos de luciérnagas se adentraron por le cristal iluminando aquel lugar, los vampiros aplaudieron pensando que aquello era parte del espectáculos, gritos, vítores y los rumores de lo brutal que era ese sitio.
Centré mi mirada en los verdes de la dama, yo me ocuparía que nadie se le acercara, mas el espectáculo continuaría una con las luces apagadas.
-Baila -susurré.
Lejos de lo que todo aquel que lee puede pensar, fuimos educados de alguna manera, no aseguro que la correcta, se nos enseñó a obedecer, a agradecer y a hacer su voluntad sin preguntar, cuando eso no pasaba nos quebraba hasta casi llevarnos a la muerte, tal fue así, que una noche Ferox cansado un de la inutilidad de mi hermano lo lanzo a las fauces de un licano, fuera de todo pronostico este sobrevivió y ahora ambos eramos sus soldados.
Alcé la cabeza para mirar a mi señor, no tardó en liberar mi cuello del grillete, según él era hora de salir, tenía una misión para mi.
Me alcé para mirarlo de frente, bajé la cabeza sumiso y esperé escuchar la información necesaria para llevar a cabo la misión, yo no erraba jamas y eso lo sabía mi señor Black.
Salí rumbo a Lenfern, la actuación estelar de la cortesana mas cara de París y posiblemente de Francia actuaba en el local, al parecer muchos eran sus enemigos, no solo humanos si no sobrenaturales que ansiaban poseer aquello que jamas tuvo dueño.
Raziel había conseguido que actuara en su local, hoy Lenfern estaba a reventar, por eso Ferox quería que yo me encargara de velar pro que nada le pasara pues de hacerlo el desprestigio correría como la pólvora y los Black podían despellejarse entre ellos, mas pobre de aquel que osara meterse con su sangre pues perdería la lengua y quizás también la cabeza.
La doncella bailaba pecaminosa, había tomado una joven ayudante temblorosa que seguía el ritmo de esa mujer a duras penas, yo no estaba allí para disfrutar del espectáculo, si no para asegurar que el mismo se producía sin ningún agravio, por eso había mandado a volar varios mosquitos por la estancia que pegados a paredes y prendas de ropa perpetraban todo aquel antro de chupa sangres.
No se como ni por que motivo las luces se apagaron de golpe, sabía que era un ataque, a través de los ojos de aquellos insectos era capaz de ver, mas por desgracia no la dama humana y eso seriá un problema.
Di una palmada, mis ojos adquirieron un tono ámbar y de pronto uno de los cristales de Lenfern se quebró en mil pedazos, cientos de luciérnagas se adentraron por le cristal iluminando aquel lugar, los vampiros aplaudieron pensando que aquello era parte del espectáculos, gritos, vítores y los rumores de lo brutal que era ese sitio.
Centré mi mirada en los verdes de la dama, yo me ocuparía que nadie se le acercara, mas el espectáculo continuaría una con las luces apagadas.
-Baila -susurré.
Beist- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 10/07/2018
Re: The night is dark and full of terrors // Privado - Beist
Cuando se hizo la oscuridad, la dama posó una mano en el hombro de la chica a la que había hecho subir al escenario. La había escuchado gritar y ahora que estaba de rodillas tras su orden, notaba el temblor de todo su cuerpo, pues la tarima sobre la que ambas se hallaban parecía vibrar de manera incontrolable.
–Tranquila, esto es parte del número.
Mintió con total descaro y la mayor naturalidad del mundo. Nuit era una experta en todos los ámbitos que requería su profesión y saber actuar estaba lo primero de la lista de obligaciones para una prostituta de alta clase. La rubia se levantó, intentando tomar la mano de la artista, pero esta la rechazó de manera sutil.
–El espectáculo debe continuar, vuelve a arrodillarte.
No sabía lo que ocurría, pero tenía la impresión que, cerca del suelo, aquella inocente muchacha estaría más segura y relajada. Ella no tenía la menor intención de amilanarse, era una mujer fuerte y eso no era solamente un acto.
Una luz se hizo en el firmamento, una más amarillenta que la de la luna y, además, se movía, crecía. Junto a ella un zumbido. Todo eso atrajo la atención de la dómina que elevó el rostro hacia el techo acristalado del local, una burla a la realidad de sus ocupantes, unos que bajo los rayos del sol encontrarían una muerte prematura, una que, supuestamente, ellos esquivarían por los siglos de los siglos. El sonido del ventanal al romperse, los cristales cayendo hechos añicos como cortantes copos de nieve. La iluminación se dispersó por L'Enfer cuando las luciérnagas separaron caminos, distribuyéndose por toda la gran sala.
Entonces ocurrió, un susurró alcanzó su oído, uno que comprendió a la perfección, pero al que hizo caso omiso. La dama estaba completamente paralizada ante la idea de unos insectos volando cerca de su cabeza. Ya no importaba lo que fuera que acechaba, la causa del apagón había pasado al olvido en la mente de la morena. El infierno se había hecho realidad en un instante y ni todo el dinero del mundo o la profesionalidad más cuidada, podrían lograr que el espectáculo continuara ahora.
–Tranquila, esto es parte del número.
Mintió con total descaro y la mayor naturalidad del mundo. Nuit era una experta en todos los ámbitos que requería su profesión y saber actuar estaba lo primero de la lista de obligaciones para una prostituta de alta clase. La rubia se levantó, intentando tomar la mano de la artista, pero esta la rechazó de manera sutil.
–El espectáculo debe continuar, vuelve a arrodillarte.
No sabía lo que ocurría, pero tenía la impresión que, cerca del suelo, aquella inocente muchacha estaría más segura y relajada. Ella no tenía la menor intención de amilanarse, era una mujer fuerte y eso no era solamente un acto.
Una luz se hizo en el firmamento, una más amarillenta que la de la luna y, además, se movía, crecía. Junto a ella un zumbido. Todo eso atrajo la atención de la dómina que elevó el rostro hacia el techo acristalado del local, una burla a la realidad de sus ocupantes, unos que bajo los rayos del sol encontrarían una muerte prematura, una que, supuestamente, ellos esquivarían por los siglos de los siglos. El sonido del ventanal al romperse, los cristales cayendo hechos añicos como cortantes copos de nieve. La iluminación se dispersó por L'Enfer cuando las luciérnagas separaron caminos, distribuyéndose por toda la gran sala.
Entonces ocurrió, un susurró alcanzó su oído, uno que comprendió a la perfección, pero al que hizo caso omiso. La dama estaba completamente paralizada ante la idea de unos insectos volando cerca de su cabeza. Ya no importaba lo que fuera que acechaba, la causa del apagón había pasado al olvido en la mente de la morena. El infierno se había hecho realidad en un instante y ni todo el dinero del mundo o la profesionalidad más cuidada, podrían lograr que el espectáculo continuara ahora.
Nuit Sombre- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 18/10/2018
Re: The night is dark and full of terrors // Privado - Beist
Por que se quedaba inmóvil, mis ojos se centraron en ella buscando el efecto de algún tipo de hechizo que controlara su voluntad y la hubiera dejado paralizada, mas no había vestigios de magia en su aura ¿entonces? No podía fallar, era consciente de lo que eso significaría al llegar ante mi señor, así que desesperado ascendí hasta el tablado donde la dama debía estar danzando de forma sinuosa y por contra aparentaba un conejo asustado.
-¿Que pasa mi señora? -pregunté fingiendo ser parte del espectáculo mientras me quitaba la camisa para el placer de las damas mientras los hombres seguían rugiendo para que la puta moviera sus caderas al ritmo de la música.
No tardé en comprender porque su zafiros quedaban presos del revoloteo de los insectos, les temía.
Con un gesto de manos las luciérnagas de abrieron alejándose del entarimado, dejándolo en clara penumbra pero dotando de luz el resto de la estancia.
Por suerte mi hermano había reducido al atacante y ahora junto a Raziel lo tenían acorralado en uno de los rincones del local, no saldría vivo de ese lugar.
-Ya no hay peligro, baila -pedí mientras entretenía al publico con la magia de las luces que sobre sus cabezas sobrevolaban -baila -ordené.
Las luces regresaron, todo se incendió en fuego, las velas cumplían su misión de nuevo y las luciérnagas a mi orden desfilaron raudas hacia el exterior como una marabunta.
-Baila
Tomé del suelo la camisa dispuesto a bajarme del escenario para fastidio de las damas que querían que siguiera desnudándome.
La cortesana volvía en si en ese momento volviendo a tomar el control de todo, los hombres rugían sin duda esa mujer valía su pedo en oro, por eso era mi misión cuidar de ella aun arriesgando mi propia vida.
-¿Que pasa mi señora? -pregunté fingiendo ser parte del espectáculo mientras me quitaba la camisa para el placer de las damas mientras los hombres seguían rugiendo para que la puta moviera sus caderas al ritmo de la música.
No tardé en comprender porque su zafiros quedaban presos del revoloteo de los insectos, les temía.
Con un gesto de manos las luciérnagas de abrieron alejándose del entarimado, dejándolo en clara penumbra pero dotando de luz el resto de la estancia.
Por suerte mi hermano había reducido al atacante y ahora junto a Raziel lo tenían acorralado en uno de los rincones del local, no saldría vivo de ese lugar.
-Ya no hay peligro, baila -pedí mientras entretenía al publico con la magia de las luces que sobre sus cabezas sobrevolaban -baila -ordené.
Las luces regresaron, todo se incendió en fuego, las velas cumplían su misión de nuevo y las luciérnagas a mi orden desfilaron raudas hacia el exterior como una marabunta.
-Baila
Tomé del suelo la camisa dispuesto a bajarme del escenario para fastidio de las damas que querían que siguiera desnudándome.
La cortesana volvía en si en ese momento volviendo a tomar el control de todo, los hombres rugían sin duda esa mujer valía su pedo en oro, por eso era mi misión cuidar de ella aun arriesgando mi propia vida.
Beist- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 10/07/2018
Re: The night is dark and full of terrors // Privado - Beist
La dama seguía paralizada, incapaz de parpadear siquiera. Lo único que se movía en ella era el cabello siendo ondeado por el frío viento que entraba por el ventanal que los insectos habían roto y su labio inferior, que temblaba ligeramente presa del pavor que aquellas minúsculas criaturas le provocaban.
Su mente estaba gritando, aunque de sus cuerdas vocales no salía sonido alguno. Deseaba salir corriendo, pero sus pies no respondían. Su cerebro estaba funcionando a marchas forzadas, en su cabeza tenía lugar una extenuante algarabía. Pero las neuronas eran incapaces de transmitir el mensaje y ninguna de sus extremidades se movía.
El hombre se quitó la camisa y las mujeres se animaron más de lo que ya estaban, aunque los hombres se quejaron porque la prostituta de lujo no hacía lo que debía. Pero el pánico le impedía hacer aquello que dominaba a la perfección.
Al parecer el guardaespaldas se percató de lo que afectaba a la joven y de algún modo que la aturullada mente de Nuit no fue capaz de comprender en su estado, logró espantar a las luciérnagas. Pasados unos segundos y con la seguridad de que ya no había ninguna cerca, la musculatura de la dom se relajó de golpe y tuvo que sujetarse al que tenía delante para no caerse al suelo del flojeo de rodillas que le había dado.
El hombre acababa de levantarse de recoger su camisa y el gesto de ella le encontró desprevenido. La dama sacudió la cabeza tras cerrar los ojos tres segundos y como la profesional que era, retomó el espectáculo. Mas aprovechó que tenía allí al descamisado para añadirle cierta chispa al escenario y, a su vez, contentar a las féminas del público que no querían que este se bajara de la tarima.
–Baila conmigo.
Ordenó Nuit, antes de darle un bofetón al brujo que le dejó claramente sorprendido, tanto porque le hiciera partícipe del show como porque le había golpeado, aparentemente, sin motivo.
La morena sonrió de manera ladina y giró el rostro, buscando a la rubia que antes había estado con ella. Le extendió la mano, aquella misma con la que había enrojecido la mejilla del varón, instándola a acercarse de nuevo y entrar en el juego.
Con la libre rozó la zona más caliente, usando el dorso en una caricia. Ladeó la cabeza y paseó la punta de la nariz por el contorno de la mandíbula del joven, antes de sacar la lengua y pasar por la nuez con ésta, notando la zona ligeramente áspera en la que comenzaba a crecerle la barba al ascender hacia la barbilla.
Su mente estaba gritando, aunque de sus cuerdas vocales no salía sonido alguno. Deseaba salir corriendo, pero sus pies no respondían. Su cerebro estaba funcionando a marchas forzadas, en su cabeza tenía lugar una extenuante algarabía. Pero las neuronas eran incapaces de transmitir el mensaje y ninguna de sus extremidades se movía.
El hombre se quitó la camisa y las mujeres se animaron más de lo que ya estaban, aunque los hombres se quejaron porque la prostituta de lujo no hacía lo que debía. Pero el pánico le impedía hacer aquello que dominaba a la perfección.
Al parecer el guardaespaldas se percató de lo que afectaba a la joven y de algún modo que la aturullada mente de Nuit no fue capaz de comprender en su estado, logró espantar a las luciérnagas. Pasados unos segundos y con la seguridad de que ya no había ninguna cerca, la musculatura de la dom se relajó de golpe y tuvo que sujetarse al que tenía delante para no caerse al suelo del flojeo de rodillas que le había dado.
El hombre acababa de levantarse de recoger su camisa y el gesto de ella le encontró desprevenido. La dama sacudió la cabeza tras cerrar los ojos tres segundos y como la profesional que era, retomó el espectáculo. Mas aprovechó que tenía allí al descamisado para añadirle cierta chispa al escenario y, a su vez, contentar a las féminas del público que no querían que este se bajara de la tarima.
–Baila conmigo.
Ordenó Nuit, antes de darle un bofetón al brujo que le dejó claramente sorprendido, tanto porque le hiciera partícipe del show como porque le había golpeado, aparentemente, sin motivo.
La morena sonrió de manera ladina y giró el rostro, buscando a la rubia que antes había estado con ella. Le extendió la mano, aquella misma con la que había enrojecido la mejilla del varón, instándola a acercarse de nuevo y entrar en el juego.
Con la libre rozó la zona más caliente, usando el dorso en una caricia. Ladeó la cabeza y paseó la punta de la nariz por el contorno de la mandíbula del joven, antes de sacar la lengua y pasar por la nuez con ésta, notando la zona ligeramente áspera en la que comenzaba a crecerle la barba al ascender hacia la barbilla.
Nuit Sombre- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 18/10/2018
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