AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dark and full of terrors {Nefertari}
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Dark and full of terrors {Nefertari}
El aire. Le faltaba el aire. Jadeando, tropezó con un cubo de basura haciendo un estruendo que resonó fuerte en aquel cerrado callejón. Levantándose del suelo, corrió a refugiarse en el primer lugar seguro que vio, aún sabiendo que por su aspecto no debía ser precisamente seguro, pero al menos estaba oculto. Sacudiéndose la parte de las rodillas, se apoyó en un muro almohadillado, sin aliento. Se separó el pelo de la cara como pudo, ya que se le había adherido como la piel de una magdalena por el sudor. En momentos como aquel era cuando más deseaba tener el pelo corto o habérselo recogido, a sabiendas de que le resultaba molesto cada dos por tres. Innumerables veces se recordaba justo así, agotado después de huir de cualquier cosa. Jadeante, sudoroso y asustado. El temblor era opcional, dependiendo de lo que quiera que fuera que le acosara en aquella ocasión. Su paranoia y nerviosismo le hacían vivir casi en ese estado.
Esta vez toda la culpa la tenía su casero. Vamos, que encima de haber tenido que correr se había quedado sin casa. Su maleta tirada en el suelo era signo evidente de ello. Resulta que había empezado a quedarse en la casa de ese señor, adinerado pero no mucho, aceptando ser algo así como criado de bajo presupuesto. Ese señor y su señora tenían una hija joven, unos tres o cuatro años menor que Theo. Y sin querer había usado su poder de atraer a la gente con ella, y los dueños de la casa lo habían visto y le habían echado a patadas. Más que eso, él había huido delante del señor, que gritaba perdiendo absolutamente las formas y persiguiéndole con el bastón de su padre, el abuelo de la familia, que tenía la punta de marfil y mucha pinta de doler bastante si te acertaban en la cabeza. Al menos había podido largarse de allí a trompicones, saliendo por la escalera de la casa a la velocidad de la luz al tiempo que un peligroso bastón amenazaba con dejarle inconsciente en las calles de París. La luz le había guiado a aquel callejón, y al parecer había perdido de vista a su captor, por suerte.
Lo peor es que ahora estaba sin casa, era un brujo desamparado y perdido en mitad de la noche. Desde luego no iba a dormir, y mañana le esperaría un terrible día viendo dónde podía quedarse ahora. Maldijo por lo bajo, pues había perdido otro hogar. Ya eran varios en los que lo había intentado y había fracasado, empezando por su propia casa. Sus poderes se le escapaban de vez en cuando, y solían ser la fuente de sus problemas. Intentaba poco a poco dominar este descontrol, pero como su formación de brujo no estaba completa no eran del todo perfectas sus habilidades, por desgracia. Esperaba poder controlarlo con el tiempo.
Sintiendo unos pasos por la calle adoquinada que iluminaba un pequeño farol dando esquina, se refugió detrás del cubo de basura con el que había tropezado, situado justo en la esquina de aquel edificio, el cual daba lugar a aquel callejón encerrado entre otro edificio similar. Allí sólo habían cubos de basura, un par de puertas traseras y un pequeño muro de piedra, sorteable si hiciera falta. Se sentía un poco acorralado allí, así que su respiración se agitó y procuró hacer el mínimo ruido para que no advirtieran su presencia. Quienquiera que estuviera pasando, ojalá siguiera su camino y no reparara en su llamativo pelo rojizo iluminado a su vez levemente por el farol que daba una tenue luz al callejón. Un gato maulló, y él dio un pequeño bote por el sobresalto que hizo mover con el pie la tapa del cubo de basura metálico. Cerró los ojos con fuerza, odiándose por ser tan torpe. Sin duda aquella persona que pasaba por allí le encontraría. Como viera la sombra de un bastón en el suelo que miraba, se desmayaría sin duda.
Esta vez toda la culpa la tenía su casero. Vamos, que encima de haber tenido que correr se había quedado sin casa. Su maleta tirada en el suelo era signo evidente de ello. Resulta que había empezado a quedarse en la casa de ese señor, adinerado pero no mucho, aceptando ser algo así como criado de bajo presupuesto. Ese señor y su señora tenían una hija joven, unos tres o cuatro años menor que Theo. Y sin querer había usado su poder de atraer a la gente con ella, y los dueños de la casa lo habían visto y le habían echado a patadas. Más que eso, él había huido delante del señor, que gritaba perdiendo absolutamente las formas y persiguiéndole con el bastón de su padre, el abuelo de la familia, que tenía la punta de marfil y mucha pinta de doler bastante si te acertaban en la cabeza. Al menos había podido largarse de allí a trompicones, saliendo por la escalera de la casa a la velocidad de la luz al tiempo que un peligroso bastón amenazaba con dejarle inconsciente en las calles de París. La luz le había guiado a aquel callejón, y al parecer había perdido de vista a su captor, por suerte.
Lo peor es que ahora estaba sin casa, era un brujo desamparado y perdido en mitad de la noche. Desde luego no iba a dormir, y mañana le esperaría un terrible día viendo dónde podía quedarse ahora. Maldijo por lo bajo, pues había perdido otro hogar. Ya eran varios en los que lo había intentado y había fracasado, empezando por su propia casa. Sus poderes se le escapaban de vez en cuando, y solían ser la fuente de sus problemas. Intentaba poco a poco dominar este descontrol, pero como su formación de brujo no estaba completa no eran del todo perfectas sus habilidades, por desgracia. Esperaba poder controlarlo con el tiempo.
Sintiendo unos pasos por la calle adoquinada que iluminaba un pequeño farol dando esquina, se refugió detrás del cubo de basura con el que había tropezado, situado justo en la esquina de aquel edificio, el cual daba lugar a aquel callejón encerrado entre otro edificio similar. Allí sólo habían cubos de basura, un par de puertas traseras y un pequeño muro de piedra, sorteable si hiciera falta. Se sentía un poco acorralado allí, así que su respiración se agitó y procuró hacer el mínimo ruido para que no advirtieran su presencia. Quienquiera que estuviera pasando, ojalá siguiera su camino y no reparara en su llamativo pelo rojizo iluminado a su vez levemente por el farol que daba una tenue luz al callejón. Un gato maulló, y él dio un pequeño bote por el sobresalto que hizo mover con el pie la tapa del cubo de basura metálico. Cerró los ojos con fuerza, odiándose por ser tan torpe. Sin duda aquella persona que pasaba por allí le encontraría. Como viera la sombra de un bastón en el suelo que miraba, se desmayaría sin duda.
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/08/2012
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Todo el día en el estudio de mis padres... En casa, aquel día había sido uno normal, uno más de todos los que había y yo me había pasado el día leyendo, estudiando. No odiaba aquello, lo amaba, si fuera por mi: estaría toda mi vida leyendo un libro. Pero sabía que eso era imposible. En algún momento del día, por la tarde, quizás cerca de la noche, mis padres habían salido a dar un paseo por París. En aquel momento, me quedé sentada en aquel viejo sillón en el que estaba y pensé un momento. ¿Se enfadarían mis padres si me iba de paseo yo también? Bueno, no les pediría permiso, pero no creía que hiciera falta que lo hiciera, lo de pedirles permiso... Mientras estuviera en casa a una hora aceptable. Mis padres eran perfectos, los mejores que existen y bastante tolerantes.
Entonces, me vestí rápidamente, dejando mi cabello suelto que me llegaba cerca de la cintura. Me puse ropa muy discreta, se notaba de qué clase social era, pero seguía siendo extremadamente discreta si iba a caminar por París. Los zapatos, me los tapaba el vestido y la verdad es que no me gustaba llevar este tipo de zapatos… aunque era el único que tenía. Después de vestirme, me fui, salilendo por la puerta sin hacer ruido a pesar de no haber nadie en casa. Cerré la puerta con cuidado, silenciosamente. No me gustaba para nada hacer ruido.
Empecé a caminar sin ningún rumbo, solo quería poder tener un respiro de estar tan encerrada y hacer algo que hicieran las personas normales y corrientes. Aunque yo no era de esas personas a las que les gustara socializar, pasarse el día hablando con personas... importantes, o de su clase social. Realmente, no entendía a las mujeres que hablaban con alguien solo por su clase social, era desagradable ver gente tan falsa como para hacer eso.
Después de caminar durante bastante rato, llegué a unos callejones. Me daba bastante miedo pasear por ahí, pero no era ninguna niña pequeña... no debía tener miedo de esas ¿tonterías? Me mordí el labio inferior, algo nerviosa. Escuché cómo un gato maullaba, al principio eso me dio miedo, pero enseguida lo busqué con la mirada: los gatos eran mis animales favoritos. Escuché que algo metálico hacía ruido y guié mi mirada hacia allí. Entonces, pude ver un llamativo cabello rojo. Me acerqué hacia la basura que estaba delante de la persona que estaba ahí, algo asustada. Me quedé a más o menos medio metro de la basura. - ¿E-está usted bi-bien? -pregunté tartamudeando y rápidamente un leve rubor cubría mis mejillas. Solo esperaba que no fuera una persona... ¿mala? Que no fuera ningún ladrón o algo así, aunque por otra parte sabía que no lo era.
Entonces, me vestí rápidamente, dejando mi cabello suelto que me llegaba cerca de la cintura. Me puse ropa muy discreta, se notaba de qué clase social era, pero seguía siendo extremadamente discreta si iba a caminar por París. Los zapatos, me los tapaba el vestido y la verdad es que no me gustaba llevar este tipo de zapatos… aunque era el único que tenía. Después de vestirme, me fui, salilendo por la puerta sin hacer ruido a pesar de no haber nadie en casa. Cerré la puerta con cuidado, silenciosamente. No me gustaba para nada hacer ruido.
Empecé a caminar sin ningún rumbo, solo quería poder tener un respiro de estar tan encerrada y hacer algo que hicieran las personas normales y corrientes. Aunque yo no era de esas personas a las que les gustara socializar, pasarse el día hablando con personas... importantes, o de su clase social. Realmente, no entendía a las mujeres que hablaban con alguien solo por su clase social, era desagradable ver gente tan falsa como para hacer eso.
Después de caminar durante bastante rato, llegué a unos callejones. Me daba bastante miedo pasear por ahí, pero no era ninguna niña pequeña... no debía tener miedo de esas ¿tonterías? Me mordí el labio inferior, algo nerviosa. Escuché cómo un gato maullaba, al principio eso me dio miedo, pero enseguida lo busqué con la mirada: los gatos eran mis animales favoritos. Escuché que algo metálico hacía ruido y guié mi mirada hacia allí. Entonces, pude ver un llamativo cabello rojo. Me acerqué hacia la basura que estaba delante de la persona que estaba ahí, algo asustada. Me quedé a más o menos medio metro de la basura. - ¿E-está usted bi-bien? -pregunté tartamudeando y rápidamente un leve rubor cubría mis mejillas. Solo esperaba que no fuera una persona... ¿mala? Que no fuera ningún ladrón o algo así, aunque por otra parte sabía que no lo era.
Nefertari L. Jareau- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/08/2012
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Encogido en el suelo, apoyó una mano en los adoquines. Los notó húmedos, así que retiró rápido la mano, lo que le provocó otro desequilibrio y le hizo tambalearse sobre el suelo. Miró al gato, que se movía entre las sombras y le lanzó una mano de reproche, como culpándole de su situación. Estaba nervioso, pues imaginarse al dueño de la casa amenazándole no era nada tranquilizador. Bueno, ni eso ni muchísimas cosas lo eran para Theodore. De hecho, vivía en una intranquilidad constante por la más mínima cosa, causas tanto reales como irreales. Su paranoia era constante, todo le preocupaba y le parecía amenazador hasta el punto de impedirle sentirse cómodo en alguna situación. El mismo Theo consideraba que ser él era desesperante. Había llegado al punto de pensar que si se fugara de allí y viviera lejos como ermitaño viviría por fin feliz, aunque la idea no le convencía del todo. ¿A qué cosas tendría que enfrentarse por el camino? Tal vez a algunas mucho peores. No, no era buena idea.
De pronto, los pasos pararon cerca de allí y sus sospechas se confirmaron, le habían encontrado. Intentó hacer como que no estaba allí, pero cuando le habló parecía inevitable. Se puso en pie de un salto, con un ligero temblor y la mirada fija en el suelo tras echarle un ligero vistazo a quien la había encontrado. Si el señor de la casa había preguntado por ahí, ella podría delatarlo. Aunque desde luego era mejor que encontrárselo a él en persona, claro. Tras decidir que las posibilidades eran remotas se tranquilizó, no sin dejar de pensar que si asustaba a aquella dama o si a alguien le llamaba la atención que ella estuviera hablando con él en un lugar así podría darle pistas al señor si estaba por allí cerca y le encontraría. Lo mejor era escabullirse e ir lejos de ella cuanto antes.
Por su voz Theo pensó que era inofensiva, pero ojalá no fuera asustadiza y le diera por gritar. Estaba haciendo el gesto de acercarse a alguien que estaba tirado en la calle y preguntarle si estaba bien, así que no debía ser de clase alta. Theo levantó un poco la vista, tímido, aún con la cabeza algo gacha. Recogió los brazos contra su cuerpo y adelantó la espalda, casi parecía un gato asustadizo y dispuesto a salir huyendo al mínimo peligro. Decidió que mejor era responderle. -Sí, y-yo... me he caído y... ya... ya me iba...-intentó decir, tan poco satisfactoriamente como siempre. Su expresión oral dejaba muchísimo que desear. Carraspeando, dio una ligera cabezada y se marchó de allí, murmurando un débil "con su permiso" al pasar por el lado de ella. De lo que no se había dado cuenta el muchacho es que su maleta seguía allí, tirada en el callejón, y se la estaba olvidando. Casi se la había dejado en la propia casa, pero la había rescatado de la habitación antes de que el hombre le hubiera podido alcanzar. Se había dejado la mitad de sus escasas prendas, pero la otra mitad estaba allí.
De pronto, los pasos pararon cerca de allí y sus sospechas se confirmaron, le habían encontrado. Intentó hacer como que no estaba allí, pero cuando le habló parecía inevitable. Se puso en pie de un salto, con un ligero temblor y la mirada fija en el suelo tras echarle un ligero vistazo a quien la había encontrado. Si el señor de la casa había preguntado por ahí, ella podría delatarlo. Aunque desde luego era mejor que encontrárselo a él en persona, claro. Tras decidir que las posibilidades eran remotas se tranquilizó, no sin dejar de pensar que si asustaba a aquella dama o si a alguien le llamaba la atención que ella estuviera hablando con él en un lugar así podría darle pistas al señor si estaba por allí cerca y le encontraría. Lo mejor era escabullirse e ir lejos de ella cuanto antes.
Por su voz Theo pensó que era inofensiva, pero ojalá no fuera asustadiza y le diera por gritar. Estaba haciendo el gesto de acercarse a alguien que estaba tirado en la calle y preguntarle si estaba bien, así que no debía ser de clase alta. Theo levantó un poco la vista, tímido, aún con la cabeza algo gacha. Recogió los brazos contra su cuerpo y adelantó la espalda, casi parecía un gato asustadizo y dispuesto a salir huyendo al mínimo peligro. Decidió que mejor era responderle. -Sí, y-yo... me he caído y... ya... ya me iba...-intentó decir, tan poco satisfactoriamente como siempre. Su expresión oral dejaba muchísimo que desear. Carraspeando, dio una ligera cabezada y se marchó de allí, murmurando un débil "con su permiso" al pasar por el lado de ella. De lo que no se había dado cuenta el muchacho es que su maleta seguía allí, tirada en el callejón, y se la estaba olvidando. Casi se la había dejado en la propia casa, pero la había rescatado de la habitación antes de que el hombre le hubiera podido alcanzar. Se había dejado la mitad de sus escasas prendas, pero la otra mitad estaba allí.
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/08/2012
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Realmente, había querido poder ver el gato. Vi cómo la persona a la que había hablado se ponía en pie, parecía que temblara levemente y miraba al suelo. Luego, cuando le pregunté si estaba bien me miró, parecía asustado. Me sentí algo mal, al pensar que quizás yo lo había asustado... No quería asustar a nadie. Escuché su respuesta, igual de tímido que su postura. Parecía un gato asustado por cómo estaba: con los brazos contra su cuerpo y adelantando su espalda. Dijo que ya se iba.
Pasando por mi lado, me dijo un "con su permiso" en un murmuro. Lo miré mientras se iba y luego volví mi mirada hacia donde él había estado. Pude ver entonces una maleta en el suelo. Me acerqué a la persona que había estado escondida, con cuidado de no asustarlo más de lo que parecía estar -E-espere... -dije con timidez- Cre-creo que... se ha olvidado su maleta... Si es suya... -dije. El rubor de mis mejillas se había hecho algo más notable, pero le sonreí dulcemente, casi como si le mostrara que podía confiar en mí y no tenerme miedo o no tener miedo a la situación... Yo misma trataba de convencerme de ello.
Al ver la maleta en el suelo, pensé que a lo mejor era extranjero, o quizás... no sé. - ¿Es usted de Francia? -le pregunté, por lo de la maleta. Si no era de Francia, esperaba que al menos tuviera un lugar donde quedarse. Nadie debería estar por la calle sin ningún lugar alque ir. Seguía sonriéndole levemente con dulzura y calidez. Esperaba parecer lo que era: inofensiva, y hacer que no me tuviera miedo... Yo misma tenía miedo y me lo estaba guardando para mi.
Pasando por mi lado, me dijo un "con su permiso" en un murmuro. Lo miré mientras se iba y luego volví mi mirada hacia donde él había estado. Pude ver entonces una maleta en el suelo. Me acerqué a la persona que había estado escondida, con cuidado de no asustarlo más de lo que parecía estar -E-espere... -dije con timidez- Cre-creo que... se ha olvidado su maleta... Si es suya... -dije. El rubor de mis mejillas se había hecho algo más notable, pero le sonreí dulcemente, casi como si le mostrara que podía confiar en mí y no tenerme miedo o no tener miedo a la situación... Yo misma trataba de convencerme de ello.
Al ver la maleta en el suelo, pensé que a lo mejor era extranjero, o quizás... no sé. - ¿Es usted de Francia? -le pregunté, por lo de la maleta. Si no era de Francia, esperaba que al menos tuviera un lugar donde quedarse. Nadie debería estar por la calle sin ningún lugar alque ir. Seguía sonriéndole levemente con dulzura y calidez. Esperaba parecer lo que era: inofensiva, y hacer que no me tuviera miedo... Yo misma tenía miedo y me lo estaba guardando para mi.
Off: lo siento, este post lo he hecho desde el móvil :/
Nefertari L. Jareau- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/08/2012
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Huir es algo fácil, algo que él había hecho muchas veces en su vida. Escabullirse de un aprieto, o simplemente marcharse caminando de cualquier situación normal que él por su carácter no podía soportar. Alguna que otra vez le habían tachado de cobarde, pero ciertamente lo era y lo admitía. Escapar de los problemas es su especialidad, no hay nada que caracterice más a Theodore que eso. Poca gente puede haber llegado a establecer contacto con él, pues apenas se deja, es reacio a permitir que pase. Su desconfianza y dificultades de expresión no permitían lo contrario, después de todo. ¿Cómo cambiar algo que nace de ti? Con mucho esfuerzo, y en la mayoría de las ocasiones sin resultados aparentes. Él había intentado cambiar, pero sus inseguridades aparecen tan rápido como desaparecen. Había aceptado que era así, simplemente, y que lo mejor era eso. Se vivía más fácil huyendo de los problemas que encarándolos, pues haciendo lo segundo no tenía posibilidades de salir exitoso.
La voy de la chica le paró a la mitad del camino, y tuvo que detenerse cuando ya había salido del callejón y se disponía a seguir calle abajo. Se volvió a poner bastante nervioso, pues ahora estaba justo delante del farol de aquella calle y se le veía perfectamente. Retrocedió, escuchando sus palabras. Se llevó una mano a la frente y se maldijo a si mismo de nuevo, reprochándose el ser tan despistado. Theo miró a la cara de aquella dama y le pareció que su rubor era adorable, como si a ella le costara tanto como a él tratar con la gente. En cualquier caso le había ayudado, impidiendo que se marchara de allí a toda prisa dejándose su maleta por detrás. Asintió levemente mirándola, notando cómo se sonrojaba él también por hacer el ridículo delante de ella al reconocer su gran despiste. Iba dejándose por ahí las cosas y encima escapaba como si fuera un vulgar ladrón. Seguro que estaba dándole una imagen terrible a aquella señorita.
Lentamente, se agachó a recoger su maleta al tiempo que la oía preguntarle por su procedencia. El chico intuyó que le extrañaría verle con la maleta por la calle, así que tal vez pensaría que estaba de viaje o algo parecido. Theo sujetó la maleta con una mano y se rascó la cabeza por detrás, pensativo y algo vergonzoso. No sabía bien qué decirle, lo mejor era una mentira para salir del paso. Si le decía la verdad tendría que contarle todo el asunto de que le habían echado de donde se quedaba y no sería buena idea en absoluto, aparte de que tardaría demasiado. Por otro lado le daba pena mentirle, pues se había portado bien con él y ya había sido lo bastante descortés al salir de allí corriendo. No tuvo mucho más tiempo para pensar, presionado por el rato que había estado sin decir nada.
-Sí... sí, soy de por aquí-le dijo él, intentando que no se le atravesaran las palabras-. Ahora mismo me dirigía al lugar donde me hospedo, p-pero casi llego allí sin ropa si no fuera por usted-dijo, intentando bromear y frotándose la frente con el dorso de la mano-. En fin... gracias por su amabilidad, de verdad-finalizó, mirándola brevemente a los ojos y luego volviendo a bajar la vista. Por su expresión, Theo supo que ella debía de ser buena gente. Y sin duda lo había confirmado tras haberle advertido de aquello, pues siendo un desconocido no tendría por qué haberlo hecho, teniendo además en cuenta que no sabía si la maleta era de él y aún así había considerado oportuno el avisarle. -Si no es indiscreción, ¿qué hace una señorita como usted a estas horas en la calle? Podría ser peligroso, ¿no cree?-insinuó el muchacho, esperando no ofenderla-. Tal vez quiera que... que la acompañe a algún lugar...-le ofreció, aunque arrepintiéndose de sus palabras. No podía andar por ahí al descubierto sabiendo que le estaban persiguiendo. Aunque tendría que arriesgarse, solo por devolverle el favor a ella. Al fin y al cabo tal vez el señor de la casa ya hubiera desistido en su empeño.
Off: No te preocupes, de verdad ^^La voy de la chica le paró a la mitad del camino, y tuvo que detenerse cuando ya había salido del callejón y se disponía a seguir calle abajo. Se volvió a poner bastante nervioso, pues ahora estaba justo delante del farol de aquella calle y se le veía perfectamente. Retrocedió, escuchando sus palabras. Se llevó una mano a la frente y se maldijo a si mismo de nuevo, reprochándose el ser tan despistado. Theo miró a la cara de aquella dama y le pareció que su rubor era adorable, como si a ella le costara tanto como a él tratar con la gente. En cualquier caso le había ayudado, impidiendo que se marchara de allí a toda prisa dejándose su maleta por detrás. Asintió levemente mirándola, notando cómo se sonrojaba él también por hacer el ridículo delante de ella al reconocer su gran despiste. Iba dejándose por ahí las cosas y encima escapaba como si fuera un vulgar ladrón. Seguro que estaba dándole una imagen terrible a aquella señorita.
Lentamente, se agachó a recoger su maleta al tiempo que la oía preguntarle por su procedencia. El chico intuyó que le extrañaría verle con la maleta por la calle, así que tal vez pensaría que estaba de viaje o algo parecido. Theo sujetó la maleta con una mano y se rascó la cabeza por detrás, pensativo y algo vergonzoso. No sabía bien qué decirle, lo mejor era una mentira para salir del paso. Si le decía la verdad tendría que contarle todo el asunto de que le habían echado de donde se quedaba y no sería buena idea en absoluto, aparte de que tardaría demasiado. Por otro lado le daba pena mentirle, pues se había portado bien con él y ya había sido lo bastante descortés al salir de allí corriendo. No tuvo mucho más tiempo para pensar, presionado por el rato que había estado sin decir nada.
-Sí... sí, soy de por aquí-le dijo él, intentando que no se le atravesaran las palabras-. Ahora mismo me dirigía al lugar donde me hospedo, p-pero casi llego allí sin ropa si no fuera por usted-dijo, intentando bromear y frotándose la frente con el dorso de la mano-. En fin... gracias por su amabilidad, de verdad-finalizó, mirándola brevemente a los ojos y luego volviendo a bajar la vista. Por su expresión, Theo supo que ella debía de ser buena gente. Y sin duda lo había confirmado tras haberle advertido de aquello, pues siendo un desconocido no tendría por qué haberlo hecho, teniendo además en cuenta que no sabía si la maleta era de él y aún así había considerado oportuno el avisarle. -Si no es indiscreción, ¿qué hace una señorita como usted a estas horas en la calle? Podría ser peligroso, ¿no cree?-insinuó el muchacho, esperando no ofenderla-. Tal vez quiera que... que la acompañe a algún lugar...-le ofreció, aunque arrepintiéndose de sus palabras. No podía andar por ahí al descubierto sabiendo que le estaban persiguiendo. Aunque tendría que arriesgarse, solo por devolverle el favor a ella. Al fin y al cabo tal vez el señor de la casa ya hubiera desistido en su empeño.
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
No me era muy fácil entablar conversaciones. Siempre me ayudaba de la presencia de mis padres para que ellos hablaran por mi y que yo no tuviera que hablar con nadie hasta que me preguntaran algo a mi directamente. Y en caso de que me hablaran aunque estuviera con mis padres y en un lugar... ¿seguro? Siempre me sonrojaba violentamente y respondía con frases cortas. Aunque claro, cuando no estaba con mis padres y que estaba hablando yo con alguien, solo por educación -y quizás para tratar de conocer a gente, por mucho que me costara- siempre hacía bastantes preguntas. No creía que fuera solo por eso. Realmente, conociendo a más personas podías conocer muchas cosas más, que solo personas. Porque en realidad, una sola persona podía cambiar bastantes cosas y nunca se sabía si tenías muchísimas cosas en común con ella.
Se paró cuando le pregunté si la maleta era suya. Estaba justo delante de la luz de un farol, por lo que pude ver su rostro. Tenía numerosas pecas en él. El color de su cabello fue lo que más me llamó la atención, aunque desde el principio sabía que con quien estaba hablando era pelirrojo. Seguía levemente sonrojada, solo esperaba no ponerme igual de roja que un tomate a medida de que pasaba el tiempo. Vi que él también se sonrojó un poco, después de llevarse la mano a la frente, cuando me miró y asintió. Yo seguía sonriéndole dulcemente, pero no pude evitar pensar que esto era bastante divertido. Quiero decir... lo había visto escondido detrás de una basura al principio y había intentado ¿huir? de aquel lugar, pero había estado a punto de olvidarse de su maleta hasta que le dije que se la estaba olvidando. En los pocos momentos en los que aquel caballero había posado sus ojos directamente en los mios, había podido ver que eran de color azules, claros.
Escuché su respuesta a mi pregunta sobre si era de por aquí. Seguía levemente sonrojada mientras pensaba en cómo hacer para dejar de estarlo... ¿por qué me pasaba esto? ¿A mi? Sinceramente... ojalá pudiera ser algo más extrovertida y menos... ¿sonrojable? Sonreí cuando intentó bromear sobre lo que acababa de pasar. - No es necesario que me lo agradezca -dije, con mi típica sonrisa, dulce, cálida, pero en cierto modo algo divertida por lo que había dicho anteriormente aquel caballero. Volvió a mirarme a los ojos, pero enseguida bajó la mirada de nuevo. Parecía incluso más tímido que yo misma. Bueno, suponía que mientras los dos pudiéramos estar algo más tranquilos, sería mejor... para su timidez y para la mía.
Escuché su pregunta. ¿Qué hacía por aquí a estas horas? - Simplemente salí a pasear, para descansar un poco de la monotonía, de la rutina -dije todavía sonriendo-. Sí, quizás sea algo peligroso... Pero siempre se pueden arreglar las cosas dialogando -dije, yo no creía en la maldad, nadie nacía siendo malo, por ende... nadie era verdaderamente malo, así que hablando lo más seguro era que solucionaría cualquier problema y estaría a salvo. Pero algo dentro de mi, la pequeña voz de la "Nefertari" todavía pequeña, infantil, me decía: pero siempre pueden haber monstruos, esos sí que existen. Como los fantasmas, los vampiros o los hombres lobo. Mis padres me habían dicho que debía ser diferente, debía olvidar eso en que creía cuando era una niña y que no me había dejado dormir a veces. Pero es que todo, las criaturas extrañas, la magia... era demasiado llamativo para mi, me encantaba. Y la mitología egipcia no ayudaba mucho a deshacerme de esos pensamientos, ahora adoraba a los gatos mucho más, y eso hacía que pensara directamente en las brujas. -Si usted no tiene prisa... podríamos caminar juntos durante algún rato -le dije sonriendo-. ¿Cómo es que usted estaba escondido detrás de la basura? -le pregunté llena de curiosidad- Pe-perdone, si no quiere contestar no es necesario que lo haga -añadí rápidamente.
Se paró cuando le pregunté si la maleta era suya. Estaba justo delante de la luz de un farol, por lo que pude ver su rostro. Tenía numerosas pecas en él. El color de su cabello fue lo que más me llamó la atención, aunque desde el principio sabía que con quien estaba hablando era pelirrojo. Seguía levemente sonrojada, solo esperaba no ponerme igual de roja que un tomate a medida de que pasaba el tiempo. Vi que él también se sonrojó un poco, después de llevarse la mano a la frente, cuando me miró y asintió. Yo seguía sonriéndole dulcemente, pero no pude evitar pensar que esto era bastante divertido. Quiero decir... lo había visto escondido detrás de una basura al principio y había intentado ¿huir? de aquel lugar, pero había estado a punto de olvidarse de su maleta hasta que le dije que se la estaba olvidando. En los pocos momentos en los que aquel caballero había posado sus ojos directamente en los mios, había podido ver que eran de color azules, claros.
Escuché su respuesta a mi pregunta sobre si era de por aquí. Seguía levemente sonrojada mientras pensaba en cómo hacer para dejar de estarlo... ¿por qué me pasaba esto? ¿A mi? Sinceramente... ojalá pudiera ser algo más extrovertida y menos... ¿sonrojable? Sonreí cuando intentó bromear sobre lo que acababa de pasar. - No es necesario que me lo agradezca -dije, con mi típica sonrisa, dulce, cálida, pero en cierto modo algo divertida por lo que había dicho anteriormente aquel caballero. Volvió a mirarme a los ojos, pero enseguida bajó la mirada de nuevo. Parecía incluso más tímido que yo misma. Bueno, suponía que mientras los dos pudiéramos estar algo más tranquilos, sería mejor... para su timidez y para la mía.
Escuché su pregunta. ¿Qué hacía por aquí a estas horas? - Simplemente salí a pasear, para descansar un poco de la monotonía, de la rutina -dije todavía sonriendo-. Sí, quizás sea algo peligroso... Pero siempre se pueden arreglar las cosas dialogando -dije, yo no creía en la maldad, nadie nacía siendo malo, por ende... nadie era verdaderamente malo, así que hablando lo más seguro era que solucionaría cualquier problema y estaría a salvo. Pero algo dentro de mi, la pequeña voz de la "Nefertari" todavía pequeña, infantil, me decía: pero siempre pueden haber monstruos, esos sí que existen. Como los fantasmas, los vampiros o los hombres lobo. Mis padres me habían dicho que debía ser diferente, debía olvidar eso en que creía cuando era una niña y que no me había dejado dormir a veces. Pero es que todo, las criaturas extrañas, la magia... era demasiado llamativo para mi, me encantaba. Y la mitología egipcia no ayudaba mucho a deshacerme de esos pensamientos, ahora adoraba a los gatos mucho más, y eso hacía que pensara directamente en las brujas. -Si usted no tiene prisa... podríamos caminar juntos durante algún rato -le dije sonriendo-. ¿Cómo es que usted estaba escondido detrás de la basura? -le pregunté llena de curiosidad- Pe-perdone, si no quiere contestar no es necesario que lo haga -añadí rápidamente.
Nefertari L. Jareau- Humano Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Theo no conocía a muchas personas aparte de su familia. Tenía muy claro que la persona que más conocía y que por consecuente también le conocía más a él era su propia madre, y nadie más. Nadie había logrado intimar con él lo suficiente, o quizá él intimar con los demás, como para conocer los entresijos de su personalidad. Es un chico tan cerrado que su propia personalidad quizá ni siquiera estuviera formada aún, quizá simplemente fuera así. Tal vez no había nada debajo de la inseguridad, simplemente Theodore estaba hecho para ser siempre inseguro. Se sentía muy raro cuando se derrumbaba alguna barrera que le impedía establecer algo que fuera más allá, algo que pasara de conocer a alguien de vista o intercambiar un par de palabras. Lo máximo que había podido hacer enterrando todo eso era mostrarse amable, algo raro en él visto lo poco que confiaba en la gente en general, y lo que repudiaba el contacto social por lo imprevisible de las personas. Como brujo, encima tenía que extremar las precauciones. Definitivamente, no es que el joven fuera alguien demasiado social, sino todo lo contrario.
Ella parecía desenvolverse un poco mejor, pese a la teoría inicial de que ella era igual de recatado que él. Seguramente al vivir con sus padres la habrían enseñado a ser cortés y a relacionarse, sobre todo a moverse en sociedad y a tratar a la gente. Su padre había intentado enseñarle a eso cuando aún era joven, pero luego había perdido ese privilegio de aprender. Y para colmo el rechazo de su padre le había creado el sentimiento de que podía ser rechazado por cualquiera, y que de hecho lo harían por lo inepto que es al desenvolverse en el trato con las personas. Así, había crecido sintiéndose apartado e inseguro, prefiriendo estar solo a tener que pasarlo mal en aquel tipo de situaciones.
Le dijo que no hacía falta que le diera las gracias, y luego contestó amablemente a su pregunta. Cuando mencionó que cualquier problema podía solucionarse dialogando, el chico levantó el rostro para mirarla fijamente, como examinándola. Debía ser muy inocente para pensar algo así. Sin duda no conocía los peligros de París, porque si no no se atrevería a afirmar tal cosa. Theodore había sido instruido con esas típicas leyendas como verdades, e incluso había comprobado con sus propios ojos hasta qué punto la ficción y la literatura se hacían realidad. ¿Cómo no creer en los seres sobrehumanos si uno los veía personalmente? Siendo brujo, la mente se te abre un poco más y aceptas lo anormal en cierto modo de mejor manera. Aunque claro, no dejas de ser humano, y siempre impresiona ver algo que escapa a tu propia condición de ser vivo. Imaginó cómo le afectaría a aquella chica darse cuenta de todo aquello, saber lo que ya muchos sabían pero que seguía oculto a la vista de todos aquellos inocentes como ella que creían que hasta el mayor y más violento y sangriento problema podía solucionarse con palabras. Era un sueño, no algo de verdad. Pero Theo apreciaba que quedara gente que pensara como ella.
Seguidamente le propuso que caminaran un rato juntos. Era un paseo que no podía rechazar, pues en cierto modo él mismo se lo había propuesto y lo había permitido quedándose allí. Frunció los labios, algo frustrado, pero luego alzó la vista y asintió varias veces, aceptando la propuesta e intentando dibujar una tímida sonrisa ante el ofrecimiento. No le molestó que le preguntara aquello para iniciar conversación, pero tuvo que pensar otra mentira que decirle, pues ya era tarde para encubrir la primera. Empezó a caminar indicándole con una mano que la acompañara, y mientras tanto caviló su respuesta. ¿Qué podía decirle? Antes le había dicho que había tropezado, y ella debió descartar aquella respuesta pues había dado por hecho que no había estado allí tirado por haberse tropezado, sino que estaba escondido. -Digamos que caminar solo por la noche sí que me da un poco de miedo, supongo-mintió, aunque no era del todo mentira. Sonrió avergonzado y agitó las manos nerviosamente tratando de explicarse. -Oí un ruidos y gritos detrás de mí y decidí esconderme ahí, aunque tropecé en el intento e hice un poco de ruido-tampoco era del todo incierto, claro. Paró un momento, dándose cuenta de algo. Jugueteó con sus dedos, nervioso. -Me llamo Theodore. ¿Tendré el placer de saber el nombre de quién acompaño esta noche?-le preguntó seguidamente, adquiriendo de nuevo cierto rubor. Ya estaba superando con creces el contacto social que solía tener.
Ella parecía desenvolverse un poco mejor, pese a la teoría inicial de que ella era igual de recatado que él. Seguramente al vivir con sus padres la habrían enseñado a ser cortés y a relacionarse, sobre todo a moverse en sociedad y a tratar a la gente. Su padre había intentado enseñarle a eso cuando aún era joven, pero luego había perdido ese privilegio de aprender. Y para colmo el rechazo de su padre le había creado el sentimiento de que podía ser rechazado por cualquiera, y que de hecho lo harían por lo inepto que es al desenvolverse en el trato con las personas. Así, había crecido sintiéndose apartado e inseguro, prefiriendo estar solo a tener que pasarlo mal en aquel tipo de situaciones.
Le dijo que no hacía falta que le diera las gracias, y luego contestó amablemente a su pregunta. Cuando mencionó que cualquier problema podía solucionarse dialogando, el chico levantó el rostro para mirarla fijamente, como examinándola. Debía ser muy inocente para pensar algo así. Sin duda no conocía los peligros de París, porque si no no se atrevería a afirmar tal cosa. Theodore había sido instruido con esas típicas leyendas como verdades, e incluso había comprobado con sus propios ojos hasta qué punto la ficción y la literatura se hacían realidad. ¿Cómo no creer en los seres sobrehumanos si uno los veía personalmente? Siendo brujo, la mente se te abre un poco más y aceptas lo anormal en cierto modo de mejor manera. Aunque claro, no dejas de ser humano, y siempre impresiona ver algo que escapa a tu propia condición de ser vivo. Imaginó cómo le afectaría a aquella chica darse cuenta de todo aquello, saber lo que ya muchos sabían pero que seguía oculto a la vista de todos aquellos inocentes como ella que creían que hasta el mayor y más violento y sangriento problema podía solucionarse con palabras. Era un sueño, no algo de verdad. Pero Theo apreciaba que quedara gente que pensara como ella.
Seguidamente le propuso que caminaran un rato juntos. Era un paseo que no podía rechazar, pues en cierto modo él mismo se lo había propuesto y lo había permitido quedándose allí. Frunció los labios, algo frustrado, pero luego alzó la vista y asintió varias veces, aceptando la propuesta e intentando dibujar una tímida sonrisa ante el ofrecimiento. No le molestó que le preguntara aquello para iniciar conversación, pero tuvo que pensar otra mentira que decirle, pues ya era tarde para encubrir la primera. Empezó a caminar indicándole con una mano que la acompañara, y mientras tanto caviló su respuesta. ¿Qué podía decirle? Antes le había dicho que había tropezado, y ella debió descartar aquella respuesta pues había dado por hecho que no había estado allí tirado por haberse tropezado, sino que estaba escondido. -Digamos que caminar solo por la noche sí que me da un poco de miedo, supongo-mintió, aunque no era del todo mentira. Sonrió avergonzado y agitó las manos nerviosamente tratando de explicarse. -Oí un ruidos y gritos detrás de mí y decidí esconderme ahí, aunque tropecé en el intento e hice un poco de ruido-tampoco era del todo incierto, claro. Paró un momento, dándose cuenta de algo. Jugueteó con sus dedos, nervioso. -Me llamo Theodore. ¿Tendré el placer de saber el nombre de quién acompaño esta noche?-le preguntó seguidamente, adquiriendo de nuevo cierto rubor. Ya estaba superando con creces el contacto social que solía tener.
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Cuando hablaba con personas, siempre les cogía cariño muy fácilmente. Todos eran distintos, pero todos tenían un no sé qué que hacía que a mi me gustaran todos, tal y como eran. O a lo mejor ese no sé qué lo tenía yo, que sentía como si todas las personas fueran buenas y no existiera ninguna mala. Y es que eso era lo que mis padres me habían dicho que no existía desde que era pequeña. Pero los ojos de una niña no ven la maldad, son tan inocentes... Y yo me había quedado así, pensando todavía como la pequeña Nefertari que todo lo que veía era bueno y bonito. Eso era algo malo, según lo que veían los adultos, que tenían la mente nublada, corrompida, por cosas como el dinero, el poder... o la necesidad de esas dos cosas. Y eso era algo que yo no entendía, nada de eso te hacía ser feliz, y por lo que tenía entendido... todo el mundo quería ser feliz, ¿no?
En aquel momento, me gustaba estar con mis padres. Gracias a ellos había aprendido a ser algo más sociable que algunas personas. Quizás que todavía no hubiera encontrado marido ni hubiera abandonado la casa de mis padres, era algo bueno pues todavía gozaba de la protección paternal y del cariño de mi madre. Aunque eso fuera casi como de niña muy mimada, nunca había sido una de ellas. Simplemente, tenía la protección de mis padres para todas y cada una de mis inseguridades. Sí, con diecinueve años y con inseguridades muy tontas.
Me llevé una mano al collar que llevaba puesto cuando aquel caballero me miró fijamente, como si me examinara. Bajé la mirada cuando él me miró, intentando hacer que mi sonrojo no fuera tan notable. A veces pensaba: si existen las leyendas, significa que algo como eso debía existir, o debería haber existido. Porque sino, ¿cómo pueden las personas imaginar algo como eso? No, algo de realidad tendrían que tener todas esas leyendas. Nefertari, mejor olvida esos pensamientos: no son los que tiene una adulta normal, me dije en cuanto me puse a pensar sobre que algo de realidad debían de tener las leyendas.
Vi cómo fruncía los labios. Yo me mordí el labio ifnerior levemente. Lo seguí, caminando a su lado, cuando con un gesto, me indicó que lo acompañara pues él comenzó a caminar. Sonreí cuando dijo que le asustaba caminar solo por la noche, lo entendía: por la noche aquellas partes de París eran bastante tétricas, lúgubres. Cualquiera sentiría miedo en aquel lugar. Escuché su respuesta completa, cuando me dijo que se había tropezado después de esconderse. - Y... ¿está usted bien? Quiero decir, no se ha hecho daño, ¿no? -le pregunté, tímidamente, y algo preocupada por si se había hecho daño al tratar de esconderse o al tropezarse. Escuché su nombre y sonreí - Mi nombre es Nefertari Jareau -respondí, con mi nombre y mi apellido, mirándolo fijamente-. Es un placer conocerlo, monsieur Theodore -le dije, sonriéndole.
En aquel momento, me gustaba estar con mis padres. Gracias a ellos había aprendido a ser algo más sociable que algunas personas. Quizás que todavía no hubiera encontrado marido ni hubiera abandonado la casa de mis padres, era algo bueno pues todavía gozaba de la protección paternal y del cariño de mi madre. Aunque eso fuera casi como de niña muy mimada, nunca había sido una de ellas. Simplemente, tenía la protección de mis padres para todas y cada una de mis inseguridades. Sí, con diecinueve años y con inseguridades muy tontas.
Me llevé una mano al collar que llevaba puesto cuando aquel caballero me miró fijamente, como si me examinara. Bajé la mirada cuando él me miró, intentando hacer que mi sonrojo no fuera tan notable. A veces pensaba: si existen las leyendas, significa que algo como eso debía existir, o debería haber existido. Porque sino, ¿cómo pueden las personas imaginar algo como eso? No, algo de realidad tendrían que tener todas esas leyendas. Nefertari, mejor olvida esos pensamientos: no son los que tiene una adulta normal, me dije en cuanto me puse a pensar sobre que algo de realidad debían de tener las leyendas.
Vi cómo fruncía los labios. Yo me mordí el labio ifnerior levemente. Lo seguí, caminando a su lado, cuando con un gesto, me indicó que lo acompañara pues él comenzó a caminar. Sonreí cuando dijo que le asustaba caminar solo por la noche, lo entendía: por la noche aquellas partes de París eran bastante tétricas, lúgubres. Cualquiera sentiría miedo en aquel lugar. Escuché su respuesta completa, cuando me dijo que se había tropezado después de esconderse. - Y... ¿está usted bien? Quiero decir, no se ha hecho daño, ¿no? -le pregunté, tímidamente, y algo preocupada por si se había hecho daño al tratar de esconderse o al tropezarse. Escuché su nombre y sonreí - Mi nombre es Nefertari Jareau -respondí, con mi nombre y mi apellido, mirándolo fijamente-. Es un placer conocerlo, monsieur Theodore -le dije, sonriéndole.
Nefertari L. Jareau- Humano Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Presentaciones, algo formal y educado que según sabía Theodore demostraba unos modales y una capacidad de socialización considerable. Así, cuando se dio cuenta que ni siquiera le había dicho su apellido, comprobó una vez más lo inepto que era para esas cosas. Al menos lo había intentado, aunque no iba a obtener ningún reconocimiento por eso. Había sido educado más en la magia que en los modales, ya que los esfuerzos de su madre bruja por enseñarle habían sido mayores que los de su padre en lo referente a lo otro. Eran una familia de clase media, y ahora Theo no era más que un brujo de clase media, con todo lo que debía conllevar, incluidos los modales. Lo único que no tenía el chico de todo aquello era casa, no la había tenido desde que su padre le echó de la suya propia. Por suerte sí contaba con cierta cantidad de dinero que le daba su madre de vez en cuando, por no hablar de los francos que sacaba con sus trabajos esporádicos, así que aquella noche podría permitirse pagar un hostal sin problemas.
Mientras sujetaba la maleta con una mano, con la otra se revolvía en pelo con nerviosismo. Ahora que caía en la cuenta, se había dejado todos sus sombreros en la casa donde trabajaba. Ahora su rebelde melena pelirroja llamaba tanto la atención como un gran tigre en una triste y oscura jaula de zoológico. Estar llamando tanto la atención le impedía aún más estar tranquilo en aquel paseo, pues creía estar siendo perseguido y no lograba tranquilizarse ni centrarse en la charla formal que ahora debía mantener con aquella señorita. Si ya le hubiera resultado difícil en una situación normal, aquella ocasión era mucho peor.
-¡Oh! Oh, s-sí, desde luego, no se preocupe... es que soy un poco torpe-le dijo cuando le preguntó sobre su estado después de la caída. Se había caído tantas veces y mil veces más aparatosamente que aquella vez. Su nivel de torpeza aumentaba exponencialmente según lo nervioso que estuviera, y de lo que huyera en cada ocasión. Escuchó su nombre y asintió, comprobando cómo ella sí le había dicho su nombre completo. Aspirando aire, trató de ser lo más cortés posible. -El placer es mío, madame Jareau. Ti-tiene usted un nombre muy bonito, ¿sabe?-le dijo, mirándola brevemente a los ojos-. ¿Podría ser que su origen fuera egipcio? -preguntó, curioso. A Theo le gustaba mucho leer desde pequeño, aparte de que había ido en su infancia a la escuela, y eso le hacía tener cierta cultura. Podría decirse que el joven era mucho más por dentro que por fuera, pero eso poca gente lo llegaba a saber. Sin ir más lejos, la conversación con ella era la más larga que había tenido con un desconocido en mucho tiempo.
Se oyeron algunos ruidos a sus espaldas, lo que hizo que Theo se encogiera un poco en sí mismo y caminara un poco más pegado a la pared. Iba a ser un paseo bastante incómodo a menos que se metieran en alguna calle concurrida, algo que empezaba a ser difícil a aquellas horas. Se le fue un poco la mente pensando en su captor, y pensó que con la edad que tenía ya debía de haberse cansado. Después de todo, la ofensa no había sido tan grande, y si le hubiera permitido decir que a veces no tenía el control de sus poderes de brujo tal vez se hubiera solucionado. Pero él no tenía el don de la oratoria, y muy seguramente no le hubiera convencido. Esperaba que no se desataran sus poderes también con Nefertari. Tal vez ya estuvieran haciendo efecto, visto el interés que parecía sentir ella por él. Intentó relajarse, pensando que si pasaba algo inesperado, podría realizar una ilusión y alejarse de su nueva acompañante sin que pasara a mayores.
Mientras sujetaba la maleta con una mano, con la otra se revolvía en pelo con nerviosismo. Ahora que caía en la cuenta, se había dejado todos sus sombreros en la casa donde trabajaba. Ahora su rebelde melena pelirroja llamaba tanto la atención como un gran tigre en una triste y oscura jaula de zoológico. Estar llamando tanto la atención le impedía aún más estar tranquilo en aquel paseo, pues creía estar siendo perseguido y no lograba tranquilizarse ni centrarse en la charla formal que ahora debía mantener con aquella señorita. Si ya le hubiera resultado difícil en una situación normal, aquella ocasión era mucho peor.
-¡Oh! Oh, s-sí, desde luego, no se preocupe... es que soy un poco torpe-le dijo cuando le preguntó sobre su estado después de la caída. Se había caído tantas veces y mil veces más aparatosamente que aquella vez. Su nivel de torpeza aumentaba exponencialmente según lo nervioso que estuviera, y de lo que huyera en cada ocasión. Escuchó su nombre y asintió, comprobando cómo ella sí le había dicho su nombre completo. Aspirando aire, trató de ser lo más cortés posible. -El placer es mío, madame Jareau. Ti-tiene usted un nombre muy bonito, ¿sabe?-le dijo, mirándola brevemente a los ojos-. ¿Podría ser que su origen fuera egipcio? -preguntó, curioso. A Theo le gustaba mucho leer desde pequeño, aparte de que había ido en su infancia a la escuela, y eso le hacía tener cierta cultura. Podría decirse que el joven era mucho más por dentro que por fuera, pero eso poca gente lo llegaba a saber. Sin ir más lejos, la conversación con ella era la más larga que había tenido con un desconocido en mucho tiempo.
Se oyeron algunos ruidos a sus espaldas, lo que hizo que Theo se encogiera un poco en sí mismo y caminara un poco más pegado a la pared. Iba a ser un paseo bastante incómodo a menos que se metieran en alguna calle concurrida, algo que empezaba a ser difícil a aquellas horas. Se le fue un poco la mente pensando en su captor, y pensó que con la edad que tenía ya debía de haberse cansado. Después de todo, la ofensa no había sido tan grande, y si le hubiera permitido decir que a veces no tenía el control de sus poderes de brujo tal vez se hubiera solucionado. Pero él no tenía el don de la oratoria, y muy seguramente no le hubiera convencido. Esperaba que no se desataran sus poderes también con Nefertari. Tal vez ya estuvieran haciendo efecto, visto el interés que parecía sentir ella por él. Intentó relajarse, pensando que si pasaba algo inesperado, podría realizar una ilusión y alejarse de su nueva acompañante sin que pasara a mayores.
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Nunca se me habían dado bien las presentaciones, más bien porque casi nunca era yo la que se presentaba primero, sino que siempre eran mis padres los que me presentaban o la persona con la que hablaba quien se presentaba primero. Eso sí, siempre debía decir mi apellido también. Y no es que para mí fuera algún problema, lo de decir mi apellido, pero no me gustaba que me conocieran por “Madame o mademoiselle Jareau”. Que esa era otra, no entendía para qué me llamaban Madame, todavía no me había casado ni era una persona mayor… ¿Diecinueve años era ser mayor? Bueno, mejor dejaría de pensar en eso. Para mí los nombres eran algo que no tenían mucha importancia, y los apellidos menos, porque solo eran eso: nombres y apellidos, lo que contaba era la persona, lo de dentro. Me alegró que se presentara él primero, porque nunca sabía si decir: me llamo, soy… o lo que fuera que se decía en esos momentos que, para mí, resultaban bastante incómodos.
Lo miré mientras él se revolvía el pelo, parecía nervioso. Yo estaba reprimiendo las ganas de estar tocándome el pelo, haciendo como si me lo peinara: algo que hacía demasiado a menudo pues era una de las peores manías que tenía. Llamaba bastante la atención el color del pelo de Theodore, pero me parecía un color… precioso, aunque yo no fuera una gran amante del color rojo.
Cuando me respondió que no se había hecho daño, suspiré algo aliviada. La verdad es que ya teníamos algo en común: yo también era torpe, por cada cosa que hacía, algo me salía mal… El noventa por ciento de lo que hacía eran errores. Me sonrojé cuando dijo que tenía un nombre muy bonito, bueno… más sonrojada de lo que ya estaba, por supuesto. No me sentía muy… ¿identificada? ¿Bien? Con mi nombre, por su significado. Si no me equivocaba, mi nombre significaba “la más bella” y yo no era, ni por asomo, una persona ni siquiera mínimamente hermosa. – Gracias – respondí por lo que dijo de que tenía un nombre bonito.-. El nombre sí, era de la Gran Esposa Real de un faraón… yo simplemente soy francesa, padre y madre son arqueólogos –dije con una gran sonrisa. Estaba orgullosa del trabajo de mis padres, aunque no fueran muy reconocidos… habían ido bastantes veces a Egipto.-. A mí me gusta el suyo. Si no me equivoco, Theodore es un nombre de origen griego que significa “regalo de Dios” –dije sonriendo. Enseguida, bajé la cabeza, bastante avergonzada. Y es que siempre me pasaba lo mismo, en cuanto salía algún tema en el que podía demostrar mi supuesta inteligencia, no lo dejaba pasar de largo.
Desde pequeña me habían enseñado muchas cosas sobre Egipto. Había ido a la escuela, incluso había continuado mis estudios un poco más, lo suficiente, más o menos hasta que tuve diecisiete años. Luego, lo había dejado porque creía que era algo inútil tener que estudiar en algún lugar teniendo a padres arqueólogos, y bastantes contactos gracias a ellos. Y aunque pensara eso, nunca había dejado de lado los estudios, me gustaba, me sentía mucho más cómoda rodeada de libros que rodeada de personas.
Lo miré mientras él se revolvía el pelo, parecía nervioso. Yo estaba reprimiendo las ganas de estar tocándome el pelo, haciendo como si me lo peinara: algo que hacía demasiado a menudo pues era una de las peores manías que tenía. Llamaba bastante la atención el color del pelo de Theodore, pero me parecía un color… precioso, aunque yo no fuera una gran amante del color rojo.
Cuando me respondió que no se había hecho daño, suspiré algo aliviada. La verdad es que ya teníamos algo en común: yo también era torpe, por cada cosa que hacía, algo me salía mal… El noventa por ciento de lo que hacía eran errores. Me sonrojé cuando dijo que tenía un nombre muy bonito, bueno… más sonrojada de lo que ya estaba, por supuesto. No me sentía muy… ¿identificada? ¿Bien? Con mi nombre, por su significado. Si no me equivocaba, mi nombre significaba “la más bella” y yo no era, ni por asomo, una persona ni siquiera mínimamente hermosa. – Gracias – respondí por lo que dijo de que tenía un nombre bonito.-. El nombre sí, era de la Gran Esposa Real de un faraón… yo simplemente soy francesa, padre y madre son arqueólogos –dije con una gran sonrisa. Estaba orgullosa del trabajo de mis padres, aunque no fueran muy reconocidos… habían ido bastantes veces a Egipto.-. A mí me gusta el suyo. Si no me equivoco, Theodore es un nombre de origen griego que significa “regalo de Dios” –dije sonriendo. Enseguida, bajé la cabeza, bastante avergonzada. Y es que siempre me pasaba lo mismo, en cuanto salía algún tema en el que podía demostrar mi supuesta inteligencia, no lo dejaba pasar de largo.
Desde pequeña me habían enseñado muchas cosas sobre Egipto. Había ido a la escuela, incluso había continuado mis estudios un poco más, lo suficiente, más o menos hasta que tuve diecisiete años. Luego, lo había dejado porque creía que era algo inútil tener que estudiar en algún lugar teniendo a padres arqueólogos, y bastantes contactos gracias a ellos. Y aunque pensara eso, nunca había dejado de lado los estudios, me gustaba, me sentía mucho más cómoda rodeada de libros que rodeada de personas.
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Theo sabía que no estaba muy bien visto ni dentro de los modales estarse toqueteando el pelo y el cuerpo, pero no lo podía evitar. Era algo inseparable de su persona, ese constante movimiento ya fuera de la cabeza o de sus brazos, que denotaba su alto nivel de intranquilidad y desconfianza. También le pasaba incluso a la hora de dormir, en la cama daba mil y una vueltas hasta poder dormirse. Por eso procuraba estar bien cansado cuando llegara ese momento, así daría menos vueltas y se dormiría más rápido. De cualquier forma, esa inquietud a todas horas ya era lo bastante agotadora de por sí, y casi siempre se complementa con una huida o con un día de trabajo. Así, toda esa hiperactividad tenía también sus momentos para el reposo, pero había pocos. Era incapaz de echarse siestas o de estar quieto en un lugar sin hacer nada mucho rato. Nunca había decidido si era un defecto o una virtud, pero muchas veces resultaba incómodo e indecoroso en público.
Hizo un esfuerzo por mantener las manos quietas, teniendo una en la maleta y otra frente al estómago, que notó rugir un poco momentos atrás. No había comido nada desde la mañana, pues se había saltado la comida aquel día. Intentó centrarse en lo que ella decía, despistado hasta que le dio las gracias y empezó a comentarle su origen y la profesión de sus padres. Theo no era muy bueno hablando, pero al menos sí podía escuchar decentemente. Lo único que le fallaba era lo de mirar a los ojos a la gente, eso ya se le daba un poco peor. Y todo porque sabía que mucha gente podía deducir de sus ojos muchas cosas, aunque pasaba igual al contrario. Que mantuviera la mirada fija en el suelo no era más que otro indicador de su desconfiado carácter y la poca confianza en si mismo que tenía. Le sorprendió ver que sabía el significado de su nombre, puesto que él mismo ya lo había olvidado, si es que alguna vez lo supo. Puso una mueca de disgusto mirando hacia otro lado, pues no le agradaba nada ese significado. Para su padre no debió ser ningún regalo, y Dios... bueno, había decidido que él no tenía nada que ver con el altísimo ni con sus representantes en la Tierra. Él era un brujo, y podría acabar en una pira de fuego fácilmente. No quemas un regalo a no ser que no te guste en absoluto, así que él no debía de gustarle a nadie. De hecho, parecía que así fuera.
Intentando obviar el apunte que había hecho ella sobre su nombre, decidió referirse a sus amplios conocimientos, halagándola. -Al parecer sabe usted mucho de nombres, es admirable-reconoció el muchacho volviéndole a mirar el rostro unos segundos para luego mirar el cielo nocturno. -Y la profesión de sus padres es sin duda magnífica, sin d... duda muy interesante-añadió. Ojalá su madre fuera también arqueóloga, y no bruja. Así, le habría enseñado a ser como Nefertari y no un brujo que tiene que ocultarse y huir por miedo a los demás, incluso a su propia familia. -Mi... mi padre era comerciante de perfumes-comentó, algo molesto por tener que hablar de él después de todos los recuerdos dolorosos que aún tenía-. Es inglés y se vino a vivir aquí, viajaba mucho-sabía que estaba diciendo cosas irrelevantes, pero suponía que así debían ser las conversaciones formales. Estaba tan poco acostumbrado que no tenía ni idea.
Mientras seguían paseando, se preguntó dónde pararía. Si veía una posada cerca podría decirle que se quedaba allí, pero le parecía algo descortés dejarla caminando sola. Llegaría hasta donde ella quisiera llegar, el tiempo que hiciera falta. Sería lo más correcto. Simplemente caminó con ella por la calle adoquinada, mirando nervioso de vez en cuando a los lados y atrás por si la sombra de un bastón amenazante se alzaba por encima de su cabeza, aunque cada vez creía menos probable que esa amenaza siguiera existiendo después de tanto rato.
Hizo un esfuerzo por mantener las manos quietas, teniendo una en la maleta y otra frente al estómago, que notó rugir un poco momentos atrás. No había comido nada desde la mañana, pues se había saltado la comida aquel día. Intentó centrarse en lo que ella decía, despistado hasta que le dio las gracias y empezó a comentarle su origen y la profesión de sus padres. Theo no era muy bueno hablando, pero al menos sí podía escuchar decentemente. Lo único que le fallaba era lo de mirar a los ojos a la gente, eso ya se le daba un poco peor. Y todo porque sabía que mucha gente podía deducir de sus ojos muchas cosas, aunque pasaba igual al contrario. Que mantuviera la mirada fija en el suelo no era más que otro indicador de su desconfiado carácter y la poca confianza en si mismo que tenía. Le sorprendió ver que sabía el significado de su nombre, puesto que él mismo ya lo había olvidado, si es que alguna vez lo supo. Puso una mueca de disgusto mirando hacia otro lado, pues no le agradaba nada ese significado. Para su padre no debió ser ningún regalo, y Dios... bueno, había decidido que él no tenía nada que ver con el altísimo ni con sus representantes en la Tierra. Él era un brujo, y podría acabar en una pira de fuego fácilmente. No quemas un regalo a no ser que no te guste en absoluto, así que él no debía de gustarle a nadie. De hecho, parecía que así fuera.
Intentando obviar el apunte que había hecho ella sobre su nombre, decidió referirse a sus amplios conocimientos, halagándola. -Al parecer sabe usted mucho de nombres, es admirable-reconoció el muchacho volviéndole a mirar el rostro unos segundos para luego mirar el cielo nocturno. -Y la profesión de sus padres es sin duda magnífica, sin d... duda muy interesante-añadió. Ojalá su madre fuera también arqueóloga, y no bruja. Así, le habría enseñado a ser como Nefertari y no un brujo que tiene que ocultarse y huir por miedo a los demás, incluso a su propia familia. -Mi... mi padre era comerciante de perfumes-comentó, algo molesto por tener que hablar de él después de todos los recuerdos dolorosos que aún tenía-. Es inglés y se vino a vivir aquí, viajaba mucho-sabía que estaba diciendo cosas irrelevantes, pero suponía que así debían ser las conversaciones formales. Estaba tan poco acostumbrado que no tenía ni idea.
Mientras seguían paseando, se preguntó dónde pararía. Si veía una posada cerca podría decirle que se quedaba allí, pero le parecía algo descortés dejarla caminando sola. Llegaría hasta donde ella quisiera llegar, el tiempo que hiciera falta. Sería lo más correcto. Simplemente caminó con ella por la calle adoquinada, mirando nervioso de vez en cuando a los lados y atrás por si la sombra de un bastón amenazante se alzaba por encima de su cabeza, aunque cada vez creía menos probable que esa amenaza siguiera existiendo después de tanto rato.
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
No pude reprimirme más. Me pasé la mano derecha por mi cabello, como si me lo estuviera alisando, o acariciando. Pero enseguida me llevé las manos al estómago. Estaba todavía bastante sonrojada por lo que dijo que tenía un nombre muy bonito, pero gracias a que mi pelo era largo casi por la cintura, si miraba al suelo, me tapaba las mejillas y no se me notaba tanto el sonrojo. Que yo recordara, casi nunca me recogía el pelo a pesar de que mi madre quería que lo hiciera. Por mi parte, yo pensaba que hacerlo era una tontería. Volví a dejar mis brazos por mis costados, en una postura normal y en cierto modo bastante relajada. Mientras tanto, todavía podía ver que Theodore seguía estando asustadizo, esperaba que al menos se relajara un poco durante el tiempo que estuviéramos caminando juntos.
No era una gran habladora, al menos no hasta que cogía el hilo de la conversación. Otra cosa que no me gustaba nada, era que siempre debía tratar a la gente de usted. Mi madre me había enseñado eso y yo seguía preguntándome el porqué de tener que hacerlo. Entonces, vi que miraba hacia otro lado y luego me halagó. Miré el suelo en cuanto él miró a los ojos, todavía más sonrojada. Sonreí levemente – No creo que sea admirable saber sobre nombres. Creo que es algo bastante irrelevante. Los nombres no… no significan nada, lo importante es la persona –dije, pensativa, mirando al suelo y luego lo miré a él, ladeando levemente la cabeza hacia la izquierda y sonriendo cálidamente.-. Aunque… gracias por el halago –añadí rápidamente.
Lo escuché atentamente, desde que dijo que la profesión de mis padres era magnífica, sonreí ampliamente al escuchar eso. Estaba realmente orgullosa de ellos, pero, para ser realistas, yo quería ser mucho mejor… Y eso a veces no me gustaba, porque tenía a mis padres casi como dioses, por lo que a veces me entristecía el pensar en que quería ser muchísimo mejor que ellos en ese trabajo. Sonreí cuando dijo que su padre era comerciante de perfumes, me encantaban los perfumes… Y el trabajo estaba muy bien. Escuché que dijo que su padre era inglés y viajaba mucho. Me extrañó que no hablara sobre su madre, y estuve casi dispuesta a preguntarle sobre ella. Pero me mordí el labio inferior con suavidad y deseché esa idea rápidamente. Porque no era quien para preguntar sobre su madre si no había hablado sobre ella en un principio. Pensé rápidamente, lo más rápido posible para mí en una situación a la que no estaba acostumbrada. – Personalmente, mi nombre no me gusta –dije sonriendo-. A pesar de ser solo un nombre, me habría gustado más que mis padres me pusieran uno que me describa mejor –dije sonriendo.
Vale, eso era mucho más banal que cualquier otra cosa que habría podido decir. Incluso podríamos decir que era realmente estúpido que hubiera dicho eso. Nefertari, muy bien… has vuelto a hacer que parezcas estúpida.
No era una gran habladora, al menos no hasta que cogía el hilo de la conversación. Otra cosa que no me gustaba nada, era que siempre debía tratar a la gente de usted. Mi madre me había enseñado eso y yo seguía preguntándome el porqué de tener que hacerlo. Entonces, vi que miraba hacia otro lado y luego me halagó. Miré el suelo en cuanto él miró a los ojos, todavía más sonrojada. Sonreí levemente – No creo que sea admirable saber sobre nombres. Creo que es algo bastante irrelevante. Los nombres no… no significan nada, lo importante es la persona –dije, pensativa, mirando al suelo y luego lo miré a él, ladeando levemente la cabeza hacia la izquierda y sonriendo cálidamente.-. Aunque… gracias por el halago –añadí rápidamente.
Lo escuché atentamente, desde que dijo que la profesión de mis padres era magnífica, sonreí ampliamente al escuchar eso. Estaba realmente orgullosa de ellos, pero, para ser realistas, yo quería ser mucho mejor… Y eso a veces no me gustaba, porque tenía a mis padres casi como dioses, por lo que a veces me entristecía el pensar en que quería ser muchísimo mejor que ellos en ese trabajo. Sonreí cuando dijo que su padre era comerciante de perfumes, me encantaban los perfumes… Y el trabajo estaba muy bien. Escuché que dijo que su padre era inglés y viajaba mucho. Me extrañó que no hablara sobre su madre, y estuve casi dispuesta a preguntarle sobre ella. Pero me mordí el labio inferior con suavidad y deseché esa idea rápidamente. Porque no era quien para preguntar sobre su madre si no había hablado sobre ella en un principio. Pensé rápidamente, lo más rápido posible para mí en una situación a la que no estaba acostumbrada. – Personalmente, mi nombre no me gusta –dije sonriendo-. A pesar de ser solo un nombre, me habría gustado más que mis padres me pusieran uno que me describa mejor –dije sonriendo.
Vale, eso era mucho más banal que cualquier otra cosa que habría podido decir. Incluso podríamos decir que era realmente estúpido que hubiera dicho eso. Nefertari, muy bien… has vuelto a hacer que parezcas estúpida.
Nefertari L. Jareau- Humano Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Como si supiera que a Theo no le había gustado nada el significado de su propio nombre, le restó totalmente importancia al significado del mismo y simplemente dijo que la persona en sí era lo importante. El joven pensó que ella tenía razón, después de todo. El nombre era solo un identificador, algo que Theodore había querido desechar en repetidas ocasiones pero no se había arriesgado. Después de todo, hacerlo podría meterlo en un lío por ir por ahí identificándose como alguien que no era. Si se le daba importancia al significado haciendo esto, usar otro nombre indicaría cambiarse también de personalidad, y eso no tenía mucho sentido. El muchacho pensó que todos hubieran nacido y crecido igual incluso con nombres que tuvieran significados totalmente opuestos. Sin embargo, algo en su interior respetó todo eso. Al fin y al cabo, cuando se es brujo empiezas a darle validez a lo sobrenatural como explicación de lo imposible. Parece imposible que un nombre conduzca tu vida y elabore tu forma de ser, pero eso no significa que no quepa la posibilidad.
Theo creyó estar haciendo bien con sus adulaciones, pues por su sonrisa y sus palabras de gratitud parecía bastante satisfecha. Eso le tranquilizó un poco, pero seguía resultándole tan raro el trato con alguien que no terminaba de relajarse. Quería dar un paso más, poder hacerlo todo bien, pero aún tenía que pensar cada frase y cada movimiento. Nada le salía natural en esas cosas, no sabía hacerlo y con esfuerzo fingía que así era. Envidiaba a aquellas personas tan espontáneas y con don de gentes que les salía todo con tanta naturalidad, tanto en palabras como en actos. Ese desparpajo nunca sería una cualidad de él, lo tenía claro.
La joven decidió cambiar repentinamente de tema hacia detrás, obviando la mención a sus padres y volviendo a lo de los nombres. Por lo que Theo había apreciado, aún teniendo tantas dificultades para juzgar a las personas, estaba orgullosa de sus padres pero había algo más que eso. Intentaba descifrar algo más de ella, pero las señoritas tienen bien aprendido cómo ocultar lo más personal y dejar salir lo más superficial. Lo último que dijo dejó un poco confuso al muchacho por la complejidad, pero asintió comprendiendo que lo que había querido decir es que hubiera preferido un nombre que se adaptara más a su personalidad. Theo asintió. -La verdad es que yo también preferiría tener otro, pero bueno...-dijo, encogiéndose de hombros. Ahora que sabía su significado, le gustaba un poco menos llamarse así. Para colmo tenía el apellido de su padre y el segundo nombre de su abuelo, todo de la parte de su familia que le repudiaba por ser brujo. Pensar en esto le puso algo triste, pero sacudió la cabeza y levantó la mirada. -¿Qué nombre le habría gustado tener?-se le ocurrió preguntar.
Lo siguiente pasó muy rápido. Un hombre canento y de mirada severa apareció por el final de la calle. Parecía preguntar a la gente por algo, y lo que es peor, iba acompañado de dos policías. Theodore reconoció el instrumento que llevaba entre las manos: un bastón. Miró asustado a Nefertari y luego intentó correr buscando un refugio. Lo encontró entre unos arbustos bajos de una barriada que había justo al lado. Alzando un tembloroso dedo índice hacia sus labios, le indicó a ella que guardara silencio. Seguramente le delatara, aún no tenían tanta confianza como para que le encubriera. Y para colmo, si lo hacía luego sabría que todo lo que le había contado era mentira, o tendría que mentir aún más. Tragó saliva viendo entre las hojas del seto en el que se había metido a trompicones cómo llegaba el hombre con los dos guardas y se acercaban a preguntarle a Nefertari. Los oyó claramente, el hombre le dio una descripción exacta del físico de Theodore y le preguntó si lo había visto por allí. Estaba perdido. Hizo una pequeña ilusión para que el seto no se viera dañado desde fuera.
Theo creyó estar haciendo bien con sus adulaciones, pues por su sonrisa y sus palabras de gratitud parecía bastante satisfecha. Eso le tranquilizó un poco, pero seguía resultándole tan raro el trato con alguien que no terminaba de relajarse. Quería dar un paso más, poder hacerlo todo bien, pero aún tenía que pensar cada frase y cada movimiento. Nada le salía natural en esas cosas, no sabía hacerlo y con esfuerzo fingía que así era. Envidiaba a aquellas personas tan espontáneas y con don de gentes que les salía todo con tanta naturalidad, tanto en palabras como en actos. Ese desparpajo nunca sería una cualidad de él, lo tenía claro.
La joven decidió cambiar repentinamente de tema hacia detrás, obviando la mención a sus padres y volviendo a lo de los nombres. Por lo que Theo había apreciado, aún teniendo tantas dificultades para juzgar a las personas, estaba orgullosa de sus padres pero había algo más que eso. Intentaba descifrar algo más de ella, pero las señoritas tienen bien aprendido cómo ocultar lo más personal y dejar salir lo más superficial. Lo último que dijo dejó un poco confuso al muchacho por la complejidad, pero asintió comprendiendo que lo que había querido decir es que hubiera preferido un nombre que se adaptara más a su personalidad. Theo asintió. -La verdad es que yo también preferiría tener otro, pero bueno...-dijo, encogiéndose de hombros. Ahora que sabía su significado, le gustaba un poco menos llamarse así. Para colmo tenía el apellido de su padre y el segundo nombre de su abuelo, todo de la parte de su familia que le repudiaba por ser brujo. Pensar en esto le puso algo triste, pero sacudió la cabeza y levantó la mirada. -¿Qué nombre le habría gustado tener?-se le ocurrió preguntar.
Lo siguiente pasó muy rápido. Un hombre canento y de mirada severa apareció por el final de la calle. Parecía preguntar a la gente por algo, y lo que es peor, iba acompañado de dos policías. Theodore reconoció el instrumento que llevaba entre las manos: un bastón. Miró asustado a Nefertari y luego intentó correr buscando un refugio. Lo encontró entre unos arbustos bajos de una barriada que había justo al lado. Alzando un tembloroso dedo índice hacia sus labios, le indicó a ella que guardara silencio. Seguramente le delatara, aún no tenían tanta confianza como para que le encubriera. Y para colmo, si lo hacía luego sabría que todo lo que le había contado era mentira, o tendría que mentir aún más. Tragó saliva viendo entre las hojas del seto en el que se había metido a trompicones cómo llegaba el hombre con los dos guardas y se acercaban a preguntarle a Nefertari. Los oyó claramente, el hombre le dio una descripción exacta del físico de Theodore y le preguntó si lo había visto por allí. Estaba perdido. Hizo una pequeña ilusión para que el seto no se viera dañado desde fuera.
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Lo que dijo sobre que el nombre no importaba era la verdad. Podías tener cualquier nombre pero ser completamente opuesto a él, y cada una de las personas eran interesantes quitando el nombre. Si conocía las personas, me gustaba conocerlas obviando el nombre, porque realmente, lo que me gustaba era la persona, nunca el nombre.
Los halagos era algo a lo que no estaba muy acostumbrada. Me ponía a veces de los nervios cuando escuchaba hablar bien de mí y, a veces, incluso me había encerrado en mis aposentos avergonzada, roja como un tomate maduro… Pero sorprendida en lo máximo. Pero por otra parte también me gustaba ser halagada, ¿a quién no? Sobre todo si era algo intelectual y no físico… A decir verdad, nunca me habían halado por el físico.
Por suerte, Theodore no me miraba todo el rato a los ojos, porque era como un libro abierto, podría saber prácticamente todo lo que estaba pensando con mirarme a los ojos. Escuché que dijo que él también habría preferido tener cualquier otro nombre. Vi que se encogía de hombros y luego, me preguntó qué nombre me habría gustado tener. Pensé un momento, nunca había pensado en eso… - Cualquiera que no tenga como significado algo referente a la belleza –dije, luego sonreí. - ¿Y usted? ¿Qué nombre le habría gustado tener? –le pregunté, mirándolo con curiosidad.
Entonces, un hombre con dos policías estaba al final de la calle, parecía estar preguntando a las personas por algo. Lo miré con cierta curiosidad y entonces Theodore se fue corriendo detrás de unos arbustos. Me había mirado asustado, volví a mirar al hombre, llevaba un bastón en la mano. Estaba algo sorprendida de la reacción de Theodore al ver al hombre y los policías. Lo miré, ya estaba escondido y me indicó que guardara silencio, llevándose el dedo índice hacia sus labios. Volví a mirar al hombre y los policías. Llegaron ante mí, dándome una descripción física de Theodore y preguntándome si lo había visto. Me quedé un pequeño momento en silencio, mirando a aquellas tres personas a los ojos, pensativa. – Sí, lo vi… -respondí, me mordí el labio inferior y señalé el lado contrario por el que había ido a esconderse Theodore y por el lado contrario al que habíamos ido caminando- Fue por allí –dije, terminando de hablar con una pequeña sonrisa. No sabía por qué les había mentido... Bueno, no creía que se fueran a dar cuenta. Pero en el fondo rezaba para que no se dieran cuenta de mi pequeña mentirijilla, cruzando los dedos, detrás de mi espalda.
Entonces, el hombre del bastón se fue, con los dos guardas en aquella dirección después de decirme “Gracias, señorita”. Los miré mientras se iban y cuando estuve segura de que ellos no me veían y que yo tampoco los veía, miré hacia los arbustos. Parecía que estuvieran intactos. Ladeé la cabeza levemente, mirando los arbustos con curiosidad… ¿no era allí donde se había escondido Theodore?
Los halagos era algo a lo que no estaba muy acostumbrada. Me ponía a veces de los nervios cuando escuchaba hablar bien de mí y, a veces, incluso me había encerrado en mis aposentos avergonzada, roja como un tomate maduro… Pero sorprendida en lo máximo. Pero por otra parte también me gustaba ser halagada, ¿a quién no? Sobre todo si era algo intelectual y no físico… A decir verdad, nunca me habían halado por el físico.
Por suerte, Theodore no me miraba todo el rato a los ojos, porque era como un libro abierto, podría saber prácticamente todo lo que estaba pensando con mirarme a los ojos. Escuché que dijo que él también habría preferido tener cualquier otro nombre. Vi que se encogía de hombros y luego, me preguntó qué nombre me habría gustado tener. Pensé un momento, nunca había pensado en eso… - Cualquiera que no tenga como significado algo referente a la belleza –dije, luego sonreí. - ¿Y usted? ¿Qué nombre le habría gustado tener? –le pregunté, mirándolo con curiosidad.
Entonces, un hombre con dos policías estaba al final de la calle, parecía estar preguntando a las personas por algo. Lo miré con cierta curiosidad y entonces Theodore se fue corriendo detrás de unos arbustos. Me había mirado asustado, volví a mirar al hombre, llevaba un bastón en la mano. Estaba algo sorprendida de la reacción de Theodore al ver al hombre y los policías. Lo miré, ya estaba escondido y me indicó que guardara silencio, llevándose el dedo índice hacia sus labios. Volví a mirar al hombre y los policías. Llegaron ante mí, dándome una descripción física de Theodore y preguntándome si lo había visto. Me quedé un pequeño momento en silencio, mirando a aquellas tres personas a los ojos, pensativa. – Sí, lo vi… -respondí, me mordí el labio inferior y señalé el lado contrario por el que había ido a esconderse Theodore y por el lado contrario al que habíamos ido caminando- Fue por allí –dije, terminando de hablar con una pequeña sonrisa. No sabía por qué les había mentido... Bueno, no creía que se fueran a dar cuenta. Pero en el fondo rezaba para que no se dieran cuenta de mi pequeña mentirijilla, cruzando los dedos, detrás de mi espalda.
Entonces, el hombre del bastón se fue, con los dos guardas en aquella dirección después de decirme “Gracias, señorita”. Los miré mientras se iban y cuando estuve segura de que ellos no me veían y que yo tampoco los veía, miré hacia los arbustos. Parecía que estuvieran intactos. Ladeé la cabeza levemente, mirando los arbustos con curiosidad… ¿no era allí donde se había escondido Theodore?
Nefertari L. Jareau- Humano Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Era increíble lo insufriblemente protectores que llegaban a ser algunos padres. Theo recordó lo que había pasado, y en realidad no le pareció tan grave. Su poder de atraer a la gente tanto física como mentalmente era muchas veces inconsciente, con solo mirar a los ojos a alguien ya notaba los efectos. Lo malo es que el joven brujo no lograba diferenciar cuándo era por su culpa y cuándo era algo natural, al no saber prácticamente nada de cómo actuaba la gente en esos casos. Aquella chica de la casa, toda una señorita, se había echado a sus brazos en el jardín mientras el chico podaba los setos, siendo su trabajo ayudante del mantenimiento del jardín, que era enorme. Por la ventana, los señores de la casa lo habían visto y se habían puesto hechos una furia. Dado que en la pequeña habitación que habían dispuesto para él estaba en el sótano, pudo llegar corriendo hasta ella para coger sus cosas y salir disparado de allí mientras el amenazante bastón le perseguía. Theo pensó que para hacer perder las formas de esa manera a un señor de cierta categoría debía de ser muy grave eso de abusar de su hija.
Desde luego Theo no tenía experiencia personal en el asunto, y por ello quizá le resultara más extraño. Su padre le había echado de casa y su madre no había dado la cada por él diciendo que ella también era bruja, así que no le había protegido en absoluto a pesar de tener él sólo 15 años. Desde eso había tenido que vivir fuera, desamparado, con la ayuda secreta de su madre. Su madre no se había enfrentado a su padre para que le dejara quedar, y mucho menos amenazándole con un bastón para obligarle. No, había tenido que irse sin opciones aparentes. No le habían tocado unos padres muy protectores que digamos, más bien todo lo contrario.
Enredado dentro del seto, las pequeñas ramitas le hacían daño en la cara y las notaba oprimiendo todo su cuerpo en un abrazo vegetal. Debía de salirle alguna extremidad por fuera, pero gracias a la ilusión que había realizado sólo se vería seto desde fuera. Apenas tenía que visualizarlo y proyectarlo hacia la zona para hacer algo así, era fácil. Hacer algo tangible sería más difícil, si alguien se acercara la ilusión se iría. Igualmente él no la veía, así que desde su punto de vista parecía que estuviera el seto aplastado como lo estaba verdaderamente. Desde allí veía hablar a Nefertari, y un sudor frío empezó a recorrerle la espalda. Quizá si empezara a huir ahora... buscó una salida, pero de pronto unas palabras que dijo ella le inmovilizaron. "Fue por ahí", dijo. Cerró los ojos con fuerza, aceptando lo inevitable. Venían a por él. Pasados unos segundos, abrió un ojo y comprobó que se habían ido por otro lado. Incrédulo pero aliviado, dejó escapar el aire y se pasó las manos por la cara. Se había librado de una buena.
Miró a su acompañante, que miraba hacia allí como si en verdad pudiera verle. No tenía escapatoria, el seto era frondoso y debía salir por donde mismo había entrado. Sabía perfectamente todo lo malo que eso suponía. Dejó desaparecer lentamente la ilusión e hizo como que surgía rápidamente de debajo del seto. Su camisa blanca de botones y su chaleco se mancharon de tierra, que se sacudió mientras suspiraba. Cogió su maleta, que había tirado al lado, y se acercó a ella con la cabeza gacha. Supuso que le haría muchas preguntas, pero no dijo nada esperando que se atreviera a formularlas. Si no lo hacía, se ahorraría respuestas que no quería dar. Eso sí, debía ser agradecido por lo que acababa de hacer por él. -Gracias por mentir por mí, mi señora. No sabe cuánto se lo agradezco-Theo alzó la mirada un rato más, tenía gesto de estar verdaderamente apenado y agradecido.
Desde luego Theo no tenía experiencia personal en el asunto, y por ello quizá le resultara más extraño. Su padre le había echado de casa y su madre no había dado la cada por él diciendo que ella también era bruja, así que no le había protegido en absoluto a pesar de tener él sólo 15 años. Desde eso había tenido que vivir fuera, desamparado, con la ayuda secreta de su madre. Su madre no se había enfrentado a su padre para que le dejara quedar, y mucho menos amenazándole con un bastón para obligarle. No, había tenido que irse sin opciones aparentes. No le habían tocado unos padres muy protectores que digamos, más bien todo lo contrario.
Enredado dentro del seto, las pequeñas ramitas le hacían daño en la cara y las notaba oprimiendo todo su cuerpo en un abrazo vegetal. Debía de salirle alguna extremidad por fuera, pero gracias a la ilusión que había realizado sólo se vería seto desde fuera. Apenas tenía que visualizarlo y proyectarlo hacia la zona para hacer algo así, era fácil. Hacer algo tangible sería más difícil, si alguien se acercara la ilusión se iría. Igualmente él no la veía, así que desde su punto de vista parecía que estuviera el seto aplastado como lo estaba verdaderamente. Desde allí veía hablar a Nefertari, y un sudor frío empezó a recorrerle la espalda. Quizá si empezara a huir ahora... buscó una salida, pero de pronto unas palabras que dijo ella le inmovilizaron. "Fue por ahí", dijo. Cerró los ojos con fuerza, aceptando lo inevitable. Venían a por él. Pasados unos segundos, abrió un ojo y comprobó que se habían ido por otro lado. Incrédulo pero aliviado, dejó escapar el aire y se pasó las manos por la cara. Se había librado de una buena.
Miró a su acompañante, que miraba hacia allí como si en verdad pudiera verle. No tenía escapatoria, el seto era frondoso y debía salir por donde mismo había entrado. Sabía perfectamente todo lo malo que eso suponía. Dejó desaparecer lentamente la ilusión e hizo como que surgía rápidamente de debajo del seto. Su camisa blanca de botones y su chaleco se mancharon de tierra, que se sacudió mientras suspiraba. Cogió su maleta, que había tirado al lado, y se acercó a ella con la cabeza gacha. Supuso que le haría muchas preguntas, pero no dijo nada esperando que se atreviera a formularlas. Si no lo hacía, se ahorraría respuestas que no quería dar. Eso sí, debía ser agradecido por lo que acababa de hacer por él. -Gracias por mentir por mí, mi señora. No sabe cuánto se lo agradezco-Theo alzó la mirada un rato más, tenía gesto de estar verdaderamente apenado y agradecido.
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Me había sorprendido de sobremanera que se hubiera ido corriendo a esconderse. Lo que más nerviosa me puso fueron los dos policías, pero intenté actuar con toda la normalidad que podía. Podía sentir mi corazón latiéndome a mil por hora. Respiré hondo cuando se fueron esas tres personas. El hombre del bastón me había puesto la piel de gallina con su mirada severa y el bastón.
Me preguntaba por qué lo estaban buscando. ¿Habría hecho algo malo? A mí no me parecía para nada una mala persona… Cuando miré los arbustos me quedé muy sorprendida de que no viera a Theodore. ¿Se habría ido? Entonces, fue cuando poco a poco vi que salía de entre los arbustos. Esperé, de pie en donde estaba, a que se acercara a mí.
Le sonreí cuando me agradeció lo que había hecho. – El hombre del bastón me daba miedo –dije sonriendo, de manera cómplice, como si esa fuera una explicación más que obvia a lo que había hecho. Lo miré a los ojos, no creía que él fuera alguien peligroso… no me lo parecía. - ¿Pu-puedo saber por qué ese hombre le perseguía, caballero? –le pregunté con educación. Dándole a entender que si no quería responder, no era necesario que lo hiciera, tampoco quería obligarle a hablar.
Pensé un momento, seguramente aquellas personas les habrían dicho la descripción física de Theodore, por lo que dije: - Creo que sería mejor que continuemos nuestro camino por otro lugar… Mientras no sea por el que han venido aquellos hombres, no creo que sea muy seguro para usted ir por ahí –le dije, sonriéndole levemente.
Off: enserio, lo siento por que sea tan corto
Me preguntaba por qué lo estaban buscando. ¿Habría hecho algo malo? A mí no me parecía para nada una mala persona… Cuando miré los arbustos me quedé muy sorprendida de que no viera a Theodore. ¿Se habría ido? Entonces, fue cuando poco a poco vi que salía de entre los arbustos. Esperé, de pie en donde estaba, a que se acercara a mí.
Le sonreí cuando me agradeció lo que había hecho. – El hombre del bastón me daba miedo –dije sonriendo, de manera cómplice, como si esa fuera una explicación más que obvia a lo que había hecho. Lo miré a los ojos, no creía que él fuera alguien peligroso… no me lo parecía. - ¿Pu-puedo saber por qué ese hombre le perseguía, caballero? –le pregunté con educación. Dándole a entender que si no quería responder, no era necesario que lo hiciera, tampoco quería obligarle a hablar.
Pensé un momento, seguramente aquellas personas les habrían dicho la descripción física de Theodore, por lo que dije: - Creo que sería mejor que continuemos nuestro camino por otro lugar… Mientras no sea por el que han venido aquellos hombres, no creo que sea muy seguro para usted ir por ahí –le dije, sonriéndole levemente.
Off: enserio, lo siento por que sea tan corto
Nefertari L. Jareau- Humano Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Vaya día. Theo los recordaba peores, mucho peores, pero aquel tampoco pintaba nada bien. Ya estaban involucrados hasta la policía, podría tener un problema si la búsqueda trascendía y dejaba de ser ese día para que le siguieran buscando días posteriores. Muy seguramente no lograrían atraparle, ya se encargaría él mismo de eso, pero su situación de peligro era mucho mayor. Lo que más le molestaba de todo es que no había sido culpa suya, todo fue un desafortunado accidente. Y de hecho, quien debía acusar de acoso a otra persona sería él, pues bien que se le había tirado aquella moza a los brazos sin preguntarle. Si hubieran tribunales o leyes especiales para brujos todo sería más fácil, pero bien sabía él que la práctica de la magia estaba tan prohibida y despreciada que era impensable que ocurriera algo así por las buenas, o por las malas. Theodore no se imaginaba participando en una guerra para poder legalizar el uso de sus poderes, o incluso para someter a los que tantos años los habían sometido a ellos. Por lo que sabía, el uso de la magia siempre había estado igual de restringido.
Nefertari no parecía muy asustada o afectada por lo que había sucedido, y lo más curioso es que había preferido confiar en un nervioso muchacho que no daba mucha confianza y que acababa de conocer a la ley misma. Era mucho decir de una dama, desde luego. Eso sí, Theo no esperaba que se contentara con no tener ninguna explicación, y así sucedió que le preguntó por qué le buscaban. El joven inspiró hondo, y miró hacia los lados nerviosamente. -E...ese señor... pues... trabajaba en su casa y tuve un problema con él, y me echó-le explicó, procurando no mentir más-. El caso es que también se dedica a perseguirme, ya ve. Por eso me encontró escondido antes, siento haberle mentido, pero era algo embarazoso. ¿Se lo imagina persiguiéndome con ese bastón en lo alto? Terrorífico-el chico soltó una risita nerviosa, intentando acompañar la ridícula broma que había hecho para encubrir que le había dicho mentiras anteriormente. No se le daba nada bien, pero nada de nada.
Asintió tímidamente cuando ella le propuso ir por otro camino para no estar por ahí llamando la atención. Iba a disponerse a caminar, pero se paró un segundo y meneó la cabeza. -Tampoco creo que sea seguro para usted acompañarme por ahí. No solo por lo peligroso del camino a estas horas, sino que no sería buena idea que la vieran conmigo. ¿Segur... seguro que quiere acompañarme? La puedo acompañar yo a su vivienda, si lo desea. Creo que es mejor idea. Podemos coger un atajo, co-conozco muy bien estas calles...-le propuso, no estando seguro de lo que le había dicho exactamente.
Empezaba a hacer frío, pues aun en primavera refrescaba bastante por las noches en París. Aún tenía que buscar su posada y demás, le quedaba todavía un largo día por delante. Hacía bastante que no se veía en un aprieto como ese, exceptuando la vez que se vio largado de su casa. Había tenido que dormir en la calle, cerca de allí, y casi no había dormido por el frío y la pena que le atenazaba el pecho. Estaba aterrorizado. Ahora estaba mucho más experimentado en la vida y todo había cambiado bastante, pero la similitud de las situaciones le renovaba horribles recuerdos. Miró unos segundos a los ojos de ella, para ver qué decidía. No quería verla metida en problemas por su culpa, ya que estar con él sólo podía traer problemas. Por no hablar de que le resultaba muy incómodo no saber exactamente cómo comportarse o qué decirle, claro. Dejó que decidiera ella qué hacer, visto que había sido descortés y le había mentido minutos atrás.
Nefertari no parecía muy asustada o afectada por lo que había sucedido, y lo más curioso es que había preferido confiar en un nervioso muchacho que no daba mucha confianza y que acababa de conocer a la ley misma. Era mucho decir de una dama, desde luego. Eso sí, Theo no esperaba que se contentara con no tener ninguna explicación, y así sucedió que le preguntó por qué le buscaban. El joven inspiró hondo, y miró hacia los lados nerviosamente. -E...ese señor... pues... trabajaba en su casa y tuve un problema con él, y me echó-le explicó, procurando no mentir más-. El caso es que también se dedica a perseguirme, ya ve. Por eso me encontró escondido antes, siento haberle mentido, pero era algo embarazoso. ¿Se lo imagina persiguiéndome con ese bastón en lo alto? Terrorífico-el chico soltó una risita nerviosa, intentando acompañar la ridícula broma que había hecho para encubrir que le había dicho mentiras anteriormente. No se le daba nada bien, pero nada de nada.
Asintió tímidamente cuando ella le propuso ir por otro camino para no estar por ahí llamando la atención. Iba a disponerse a caminar, pero se paró un segundo y meneó la cabeza. -Tampoco creo que sea seguro para usted acompañarme por ahí. No solo por lo peligroso del camino a estas horas, sino que no sería buena idea que la vieran conmigo. ¿Segur... seguro que quiere acompañarme? La puedo acompañar yo a su vivienda, si lo desea. Creo que es mejor idea. Podemos coger un atajo, co-conozco muy bien estas calles...-le propuso, no estando seguro de lo que le había dicho exactamente.
Empezaba a hacer frío, pues aun en primavera refrescaba bastante por las noches en París. Aún tenía que buscar su posada y demás, le quedaba todavía un largo día por delante. Hacía bastante que no se veía en un aprieto como ese, exceptuando la vez que se vio largado de su casa. Había tenido que dormir en la calle, cerca de allí, y casi no había dormido por el frío y la pena que le atenazaba el pecho. Estaba aterrorizado. Ahora estaba mucho más experimentado en la vida y todo había cambiado bastante, pero la similitud de las situaciones le renovaba horribles recuerdos. Miró unos segundos a los ojos de ella, para ver qué decidía. No quería verla metida en problemas por su culpa, ya que estar con él sólo podía traer problemas. Por no hablar de que le resultaba muy incómodo no saber exactamente cómo comportarse o qué decirle, claro. Dejó que decidiera ella qué hacer, visto que había sido descortés y le había mentido minutos atrás.
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Lo miré a los ojos mientras él me respondía. Había preferido confiar en aquel joven antes que en la ley porque la ley nunca era justa. Y, como antes había pensado, Theodore no me parecía una amenaza… al menos no una muy grande. Escuché su respuesta, me parecía muy injusto que no se hubiera contentado con echarlo, sino que también lo hubiera estado persiguiendo… ¿qué era tan grave como para llegar a esos extremos? Ni que hubiera asesinado a alguien… Me reí cuando me preguntó si me imaginaba a aquel hombre persiguiéndolo con el bastón en lo alto. –Estaría muerta de miedo – dije sonriendo. Tenía curiosidad por saber la razón por la que lo había echado y, además, por la que en esos momentos estaba buscándolo. Pero decidí que no preguntaría más sobre ese asunto, para no incomodarlo. Si quería contármelo, él mismo lo haría, sin necesidad de que yo le preguntara, ¿verdad? – No importa que me hubiera mentido, caballero, creo que yo también lo habría hecho si me hubiera pasado eso. Pero creo que el hombre del bastón exagera un poco… No creo que usted haya hecho algo tan malo como para estarlo persiguiendo y buscándolo con dos policías –solté lo que había pensado, sin pensar en su reacción ni en nada.
Escuché su propuesta. – Si usted quiere, sí, puede acompañarme hasta mi vivienda y podríamos coger algún atajo –le respondí sonriendo. –. Pero … ¿estará usted bien luego? Me refiero, a que cuando vaya solo a donde sea que se hospede… ¿no le seguirá buscando aquel hombre? –le pregunté algo preocupada.
Había algo que me carcomía la cabeza, y es que a pesar de saber exactamente dónde se había escondido Theodore, cuando volví a mirar que ya se habían ido aquellos tres hombres, no había visto nada que pudiera delatarlo, nada que indicara que él estaba ahí escondido. Me mordí el labio inferior, pensando en si preguntarle cómo lo había hecho o no. Siempre podía mentirme… Ojalá me dijera la verdad si se lo preguntaba - ¿Cómo lo ha hecho para que pareciera que no había nadie escondido detrás del arbusto? De verdad, parecía como si nadie lo hubiera tocado… Ni siquiera el viento, ¿cómo lo ha hecho? –pregunté llena de curiosidad por saber la respuesta. La curiosidad mató al gato, pensé, sí, pero yo no era ningún gato y dudaba mucho que muriera por preguntar eso. Además, no entendía aquella expresión. Hacía algo de frío en ese momento. Me estremecí levemente, odiaba el frío...
Escuché su propuesta. – Si usted quiere, sí, puede acompañarme hasta mi vivienda y podríamos coger algún atajo –le respondí sonriendo. –. Pero … ¿estará usted bien luego? Me refiero, a que cuando vaya solo a donde sea que se hospede… ¿no le seguirá buscando aquel hombre? –le pregunté algo preocupada.
Había algo que me carcomía la cabeza, y es que a pesar de saber exactamente dónde se había escondido Theodore, cuando volví a mirar que ya se habían ido aquellos tres hombres, no había visto nada que pudiera delatarlo, nada que indicara que él estaba ahí escondido. Me mordí el labio inferior, pensando en si preguntarle cómo lo había hecho o no. Siempre podía mentirme… Ojalá me dijera la verdad si se lo preguntaba - ¿Cómo lo ha hecho para que pareciera que no había nadie escondido detrás del arbusto? De verdad, parecía como si nadie lo hubiera tocado… Ni siquiera el viento, ¿cómo lo ha hecho? –pregunté llena de curiosidad por saber la respuesta. La curiosidad mató al gato, pensé, sí, pero yo no era ningún gato y dudaba mucho que muriera por preguntar eso. Además, no entendía aquella expresión. Hacía algo de frío en ese momento. Me estremecí levemente, odiaba el frío...
Nefertari L. Jareau- Humano Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Theo empezaba a pensar que si estuviera solo no tendría problemas de ningún tipo. Vivir en una cueva, aislado del resto de la humanidad y de la sobre-humanidad. Es curioso darte cuenta que por ti mismo te puedes crear pocos problemas, pues hasta los conflictos internos involucran a otra persona. Normalmente los problemas que involucran a uno mismo no suelen ser muy importantes, como por ejemplo decidir qué comer un día cualquiera o qué camino tomar, o qué hacer una tarde. En principio solo te afectan a ti, y aunque tengas un dilema y no te decidas no llega a llegar a ser un problema. Los problemas, pensaba Theodore, surgen cuando terceras personas entran en conflicto contigo. Conflictos de intereses, mayormente. Si alguien quiere algo y tú estás en medio, ya hay un conflicto. Aquel señor con el bastón de su padre querría incluso meterlo entre rejas, la iglesia querría quemarle por brujo y ahora una señorita cualquiera le había conocido y pretendía desentrañar lo que Theo intentaba ocultar. Y el joven brujo estaba en medio, siendo el punto de conflicto y creándose problemas por los intereses de otros. Y pensar que a él no le interesaban los mas mínimo y que hasta se planteaba alejarse de todos ellos para no tener que pasar por lo mismo...
Ella siguió indagando sobre la verdad, y el chico lo entendió en cierto modo pero empezó a incomodarle. No podía decirle la verdad, hacía mucho que había decidido no hacer eso. Decirle toda la verdad supondría revelarle que era brujo, y eso era algo tabú para el joven Bellamy. No era algo que quisiera ir contando por ahí, y menos a gente que ya podrían describirle y decir su nombre. Le daba la impresión que nunca cogería tanta confianza con nadie como para decirles algo tan importante sobre su persona. La única que lo sabía hasta ahora era su madre, al igual que lo habían sabido sus abuelos maternos, ahora muertos. Nadie más. Y debía seguir así, por el bien del chico. Si ya vivía paranoico y asustado por su entorno estando casi fuera de peligro, no quería saber cómo sería vivir siendo blanco de miradas y persecuciones por su condición. No, eso no podía ser.
-Fue todo un lamentable malentendido-trató de explicarle Theo a Nefertari-, pero ese no es un caballero que atendiera a razones, como pudo comprobar. Solo le interesa... solo le interesaba juzgarme sin darme opción a justificarme. Y sin duda saldría perdiendo, sobre todo por su influencia. Era me...mejor escapar-le intentó explicar a trompicones, pero satisfecho con el resultado. Luego le indicó que la siguiera por una callejuela estrecha, quedando de esta manera más ocultos. -C... creo que sería lo mejor-asintió, confirmando que sería ideal acompañarla a su casa-. Y descuide, soy... bastante difícil de atrapar-dijo haciendo un amago de sonreír pero rascándose la barbilla con nerviosismo en su lugar, poniendo una mirada como de sentirse culpable pero divertido al mismo tiempo.
Estando a punto de preguntarle cómo se llegaría a su vivienda, ella se atrevió a formular algo que Theo pensó que olvidaría por ser un detalle tan mínimo y por no haberlo mencionado hasta entonces. Pero no, se había atrevido y la pregunta quedó en el aire. ¿Que cómo lo había hecho? Bueno, pues heredando una extraordinaria capacidad de sus ancestros que le permitía fabricar ilusiones como si de preparar una comida se tratase. Obviamente no hubiera sido tan fácil de explicar, pero Theodore no estaba buscando una explicación, porque no pensaba dársela. Sería una locura, y traicionarse a si mismo. Aunque Nefertari le caía bien y se había portado de forma tan excelente con él aún no podía confiar en ella como para decirle algo así. El chico negó con la cabeza e intentó poner cara de extrañado, aunque fingir no se le daba muy bien. -No sé de qué me habla, señorita. Si-simplemente me oculté detrás del seto, ya me vio. Su... supongo que la oscuridad me ayudó a encubrir mi jugada, debió confundirla la falta de luz. Al igual... al igual que a los guardas y al señor del bastón, por suerte-le dijo Theodore. Cambiando rápidamente de tema, se giró hacia delante y se rascó la nuca. -En fin, ¿me indica cómo llegaremos a su casa?
Ella siguió indagando sobre la verdad, y el chico lo entendió en cierto modo pero empezó a incomodarle. No podía decirle la verdad, hacía mucho que había decidido no hacer eso. Decirle toda la verdad supondría revelarle que era brujo, y eso era algo tabú para el joven Bellamy. No era algo que quisiera ir contando por ahí, y menos a gente que ya podrían describirle y decir su nombre. Le daba la impresión que nunca cogería tanta confianza con nadie como para decirles algo tan importante sobre su persona. La única que lo sabía hasta ahora era su madre, al igual que lo habían sabido sus abuelos maternos, ahora muertos. Nadie más. Y debía seguir así, por el bien del chico. Si ya vivía paranoico y asustado por su entorno estando casi fuera de peligro, no quería saber cómo sería vivir siendo blanco de miradas y persecuciones por su condición. No, eso no podía ser.
-Fue todo un lamentable malentendido-trató de explicarle Theo a Nefertari-, pero ese no es un caballero que atendiera a razones, como pudo comprobar. Solo le interesa... solo le interesaba juzgarme sin darme opción a justificarme. Y sin duda saldría perdiendo, sobre todo por su influencia. Era me...mejor escapar-le intentó explicar a trompicones, pero satisfecho con el resultado. Luego le indicó que la siguiera por una callejuela estrecha, quedando de esta manera más ocultos. -C... creo que sería lo mejor-asintió, confirmando que sería ideal acompañarla a su casa-. Y descuide, soy... bastante difícil de atrapar-dijo haciendo un amago de sonreír pero rascándose la barbilla con nerviosismo en su lugar, poniendo una mirada como de sentirse culpable pero divertido al mismo tiempo.
Estando a punto de preguntarle cómo se llegaría a su vivienda, ella se atrevió a formular algo que Theo pensó que olvidaría por ser un detalle tan mínimo y por no haberlo mencionado hasta entonces. Pero no, se había atrevido y la pregunta quedó en el aire. ¿Que cómo lo había hecho? Bueno, pues heredando una extraordinaria capacidad de sus ancestros que le permitía fabricar ilusiones como si de preparar una comida se tratase. Obviamente no hubiera sido tan fácil de explicar, pero Theodore no estaba buscando una explicación, porque no pensaba dársela. Sería una locura, y traicionarse a si mismo. Aunque Nefertari le caía bien y se había portado de forma tan excelente con él aún no podía confiar en ella como para decirle algo así. El chico negó con la cabeza e intentó poner cara de extrañado, aunque fingir no se le daba muy bien. -No sé de qué me habla, señorita. Si-simplemente me oculté detrás del seto, ya me vio. Su... supongo que la oscuridad me ayudó a encubrir mi jugada, debió confundirla la falta de luz. Al igual... al igual que a los guardas y al señor del bastón, por suerte-le dijo Theodore. Cambiando rápidamente de tema, se giró hacia delante y se rascó la nuca. -En fin, ¿me indica cómo llegaremos a su casa?
Última edición por Theodore J. Bellamy el Miér Ago 22, 2012 7:09 am, editado 1 vez
Theodore J. Bellamy- Hechicero Clase Media
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Re: Dark and full of terrors {Nefertari}
Aquella situación me parecía bastante extraña. Ahora mismo añoraba estar rodeada de libros, en alguna biblioteca. Pero ahí estaba, en la calle con el frío que me estaba entrando. Me mordí las uñas mientras escuchaba a Thedore. ¡Para, Nefertari! Me reprendí a mi misma. Entonces, puse mis manos en la espalda. Escuchaba la explicación de Theodore. Sonreí levemente - Creo que a ese hombre, lo de dialogar para solucionar los problemas se le debe dar mal -dije, después de que él dijera que el del bastón no era un hombre que atendiera a razones. Y era verdad, al menos por lo que haabía visto. Pensé, que era mejor no seguir preguntando sobre aquello. Así que pensé en otra cosa que decir mientras escuchaba a Theodore que seguía hablando, respondiendo a mis preguntas.
Asentí con la cabeza cuando dijo que creía que era lo mejor, lo de acompañarme hasta mi casa. Sí, quizás sería lo mejor. Solo esperaba que cuando llegara a casa mis padres no se pusieran a hacerme preguntas sobre dónde había estado y qué había hecho. ¿Qué iba a decirles? Estuve por las calles de París y llegué a un callejón donde conocí a alguien y a esa persona la ayudé a evadir un hombre con un bastónque parecía muy malo y dos guardas. Claro, ya me imaginaba la cra que pondrían mis padres si escucharan eso saliendo de mis labios, con mi sonrisa natural... Eso no era para nada serio ni creíble, seguro que pensarían que estaba bromeando.
Dijo que era bastaante difícil de atrapar. Por lo que había visto, el joven era bastante bueno escondiéndose. Aunque había algo que llamaba verdaderamente la atención. Sonreí -Espero que esté bien... Si tiene algún problema siempre puede decírmelo, intentaré ayudarlo en todo lo que pueda... Aunque solo sea para esconderse de ese hombre -le dije con una sonrisa, amablemente y siendo yo misma. Podía calificarme como filántropa, me gustaba ayudar a las personas... Sí, quizás ese término era algo que me describía completamente. Aunque siempre estaba el otro: confiada, y eso era algo bueno y malo a la vez, siempre me lo decían, a pesar de que yo ya lo sabía. Pero para eso, para ese pensamiento y caracterísitca de mi psicología, todavía seguía siendo una niña pequeña.
Y hablando de niñas pequeñas, mi parte infantil siempre permanecía conmigo. La "Nefertari adulta" siempre intentaba ocultarlo, pero es que yo era más como cuando era pequeña y nadie me podía cambiar. Era demasiado soñadora como para vivir en un mundo demasiado normal y en cuanto veía algo raro que no sabía explicarme pensaba ráapidamente en la magia... por muy estúpido que pudiera parecerle a algunos. Y eso, fue lo que me hizo decepcionarme un poco al oír la respuesta del joven Theodore a mi pregunta de cómo lo había hecho. Mi parte infantil casi deseaba poder estar segura de que la magia existía. Sí, era un pensamiento muy, muy tonto. - Sí, quizás sea eso... -dije, sonriendo pero en esa sonrisa se podía notar que estaba decepcionada... igual que en mis ojos.
Me mordí el labio inferior levemente y escuché su pregunta. - De momento, solo es cuestión de ir todo recto -dije, pensando en cómo me había memorizado el camino a casa aunque la mayor parte del tiempo estuviera dentro. Comencé a caminar y miré a Theodore, sonriéndole, como esperando a que me siguiera. Me sonrojé bastante por lo que iba a decir en aquel momento:- ¿Pu-pu-puedo dejar de tratarlo de us-usted? -pregunté tartamudeando. No me gustaba tratar de usted a las personas, al menos no a las que seguramente no me llevaban más de ¿dos años?
Asentí con la cabeza cuando dijo que creía que era lo mejor, lo de acompañarme hasta mi casa. Sí, quizás sería lo mejor. Solo esperaba que cuando llegara a casa mis padres no se pusieran a hacerme preguntas sobre dónde había estado y qué había hecho. ¿Qué iba a decirles? Estuve por las calles de París y llegué a un callejón donde conocí a alguien y a esa persona la ayudé a evadir un hombre con un bastónque parecía muy malo y dos guardas. Claro, ya me imaginaba la cra que pondrían mis padres si escucharan eso saliendo de mis labios, con mi sonrisa natural... Eso no era para nada serio ni creíble, seguro que pensarían que estaba bromeando.
Dijo que era bastaante difícil de atrapar. Por lo que había visto, el joven era bastante bueno escondiéndose. Aunque había algo que llamaba verdaderamente la atención. Sonreí -Espero que esté bien... Si tiene algún problema siempre puede decírmelo, intentaré ayudarlo en todo lo que pueda... Aunque solo sea para esconderse de ese hombre -le dije con una sonrisa, amablemente y siendo yo misma. Podía calificarme como filántropa, me gustaba ayudar a las personas... Sí, quizás ese término era algo que me describía completamente. Aunque siempre estaba el otro: confiada, y eso era algo bueno y malo a la vez, siempre me lo decían, a pesar de que yo ya lo sabía. Pero para eso, para ese pensamiento y caracterísitca de mi psicología, todavía seguía siendo una niña pequeña.
Y hablando de niñas pequeñas, mi parte infantil siempre permanecía conmigo. La "Nefertari adulta" siempre intentaba ocultarlo, pero es que yo era más como cuando era pequeña y nadie me podía cambiar. Era demasiado soñadora como para vivir en un mundo demasiado normal y en cuanto veía algo raro que no sabía explicarme pensaba ráapidamente en la magia... por muy estúpido que pudiera parecerle a algunos. Y eso, fue lo que me hizo decepcionarme un poco al oír la respuesta del joven Theodore a mi pregunta de cómo lo había hecho. Mi parte infantil casi deseaba poder estar segura de que la magia existía. Sí, era un pensamiento muy, muy tonto. - Sí, quizás sea eso... -dije, sonriendo pero en esa sonrisa se podía notar que estaba decepcionada... igual que en mis ojos.
Me mordí el labio inferior levemente y escuché su pregunta. - De momento, solo es cuestión de ir todo recto -dije, pensando en cómo me había memorizado el camino a casa aunque la mayor parte del tiempo estuviera dentro. Comencé a caminar y miré a Theodore, sonriéndole, como esperando a que me siguiera. Me sonrojé bastante por lo que iba a decir en aquel momento:- ¿Pu-pu-puedo dejar de tratarlo de us-usted? -pregunté tartamudeando. No me gustaba tratar de usted a las personas, al menos no a las que seguramente no me llevaban más de ¿dos años?
Nefertari L. Jareau- Humano Clase Media
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