The night is dark and full of terrors → Privado

La noche parecía el momento más adecuado para alguien como Yves. Era cuando más disfrutaba salir, cuando la mayoría de los ritos e invocaciones que le interesaban se llevaban a cabo. Era el reino de las sombras y él su monarca absoluto. Se movía por la ciudad como una sombra más, como un espectro terrible que a su paso provoca la muerte.

Hacía días que había conseguido información valiosa sobre el libro que necesitaba. Él mismo tenía una copia, pero era eso, sólo una copia y por alguna razón le faltaban páginas como todas las otras reproducciones a las que tuvo acceso. Le quedó claro que necesitaba un original. Había llegado a la conclusión de que dicho texto poseía un valor mayor que aquel que sus palabras dejaban entrever, había logrado investigar lo suficiente con sus conocimientos y habilidades de historiador, pero siempre llegaba al punto de convergencia donde el estudioso se traslapaba con el hechicero. Era una ventaja para él, al menos, que era lo suficientemente inteligente como para enlazar de forma útil ambos aspectos de su vida.

Como casi todo, esta era una situación digna de ser comunicada a Alix, su melliza, pero no aún, no hasta que pudiera ver a este sujeto, al que había citado en la taberna más anónima que encontró y pudiera conseguir algo más. Había una poderosa necesidad de complacer a su hermana que lo regía constantemente, pero ésta también le impedía presentarle proyectos a medias.

Dobló a la esquina con paso resuelto, la capa negra de viaje ondeando tras él como un manto sagrado, o sacrílego en este caso. Se plantó frente al lugar, mucho menos bullicioso que otros antros de esa índole en la ciudad. Había elegido bien.

El nombre de Bast Arkh, misterioso en sí mismo le parecía, había llegado a sus oídos mucho antes de saber que él era el portador de la información que necesitaba. Encontró grata la coincidencia, pues por fin se le haría conocerlo frente a frente.

Llegó tarde, porque odiaba que lo hicieran esperar, en cambio le gustaba hacer esperar a las personas. Era difícil identificar al susodicho, pues desconocía su rostro, pero supuso que entre los suyos sabrían identificarse. Y así fue, su mirada se dirigió a un punto en cuanto entró al ocal semi-vacío. Joven, o al menos así lucía, pero sabía bien que eso no indicio de nada. Ali x y él lo eran también y ya habían conseguido grandes cosas con su magia.

— ¿Bast Arkh? —Buscó la confirmación del hombre de cabello largo. Se plantó frente a él, con sólo una mesa de por medio. Apoyó ambas manos en la mesa, con los nudillos e inclinó el cuerpo hacia delante—. Espero no haberlo hecho esperar demasiado —dijo con esa arrogancia usual, pero también con una cortesía digna de la realeza. Lo había hecho esperar y lo había hecho apropósito, pero no había sido demasiado.