A Night Full of Memorys and Melancoly - Ørn Fridrikson-

por **Agnés de Charny** Lun Jun 13, 2016 4:33 pm

Y allí estaba otra vez en medio de otra noche frívola y llena de prejuicios y reglas aristocráticas, noches en que el champang era bien servido y parecía infinito y renuente a acabarse, donde las engalanadas damas que aun no poseían esposo no podían evitar colocarse las mayores joyas y prendas con tal de llamar la atención del sexo puesto y donde las cortesanas de el mas alto estrato estaban allí aparentando ser unas damas de alta alcurnia, los esposos y demás hombres como era natural en su especie fumaban tomaban y para el final de la noche estarian fornicando. Tomando un trago de su copa, Agnés se rodeo de aquella gente tratando de cumplir el tiempo estimado por las reglas que se debían seguir; Era obvio que a pesar de que ya un año de su perdida había ocurrido la gente seguía dándole sus condolencias, mientras que otros se ofendían al ver que la joven condesa no seguía guardando el luto debido nunca era suficiente para la alta sociedad y aristocracia victoriana lo que tu hicieras.

Acercandose por un momento a un espejo a arreglar su peinado Agnés no podia evitar recordar con cierto cariño que hace no mucho tiempo ella había estado en una noche igual con mujerzuelas y mujeres desesperadas con el champang inagotable y las mismas criticas idiotas y sin sentido, pero para la joven todo había sido diferente y era como si ese espejo de alguna manera le transportara al pasado. Podía verse así misma mas joven pero no por ello ingenua , entrando del brazo de Isidoro su esposo, eran aun unos recién casados y sin embargo aquel hombre de ojos verdes le veía con una devoción como si de la misma virgen Maria se tratara, Agnés por su parte con el dejaba un tanto de lado su frivolidad y carácter hostil y eso de alguna manera le hacia resplandecer, las viejas agrias como uvas pasas les felicitaban y les daban bendiciones de una vida larga y plena y llena de mucho hijos cosa que siempre hacia que la morena arrugara el entrecejo ¿ por que siempre esa desesperada fijación en seguir aplazando nuestra existencia sin siquiera haber comenzado a vivir?, nunca entendería ese comportamiento de la raza humana.

Nego para si misma, aquello era extraño que en un momento como aquel la melancolía del pasado le absorbiese, tomo una nueva copa de champang bebiéndola y degustando la, observando a las nuevas y viejas almas bailar en conjunto como si, era una visión esplendida porque en la misma se demostraba que tan pequeña y efímera podía ser la vida humana y como con cada paso con cada revés o vuelta uno a uno se acercaba mas al final de su vida.

por **Ørn Fridrikson** Miér Jul 20, 2016 9:38 am

· Dulce, fuerte, apasionada y madura como una peonía. ·

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Muchas eran las noches que simplemente hacía lo que su instinto le dictaba. Hacía y deshacía como si estuviese siguiendo el rastro de tan famoso hilo rojo del destino, caminando hacia dónde sus pues lo guiaban y haciendo cosas que probablemente luego se arrepintiese, aunque esa palabra estaba lejos de estar en su vocabulario. Se atavió con uno de sus trajes de gala, pulcro y sobrio, dándole un toque elegante a dicha jaula ya que a veces al vestir así se sentía como tal, como una bestia disfrazada para pasar desapercibido ante la sociedad. No era extraño recibir invitaciones a cualquier evento, a los cuales asistía a una gran minoría tan sólo por el hecho de "socializar". A él le caracterizaba el simple hecho de tornar una mala noche en buena, simplemente haciendo que una aburrida velada se convirtiese en una conversación amena o simplemente arrojando problemas que hicieran más divertida la situación, sin poner en peligro su estatus, uno que no le interesaba en absoluto y que tenía gracias a Amanda y al ser reconocido oficialmente como su consejero real.

La música resonaba magistralmente entre aquellas paredes, haciendo que lso camareros se confundiesen con los grandes señores y las mujeres fuesen sino otra joya más añadida a un traje bien lucido. Hasta a él le asqueaba ciertas actitudes, pero si algo habría aprendido dada su experiencia, era el hecho de que no había que juzgar algo por su apariencia, ya que de asistir a aquellos lugares, era más fácil encontrar algo que fuese distinto a todos y que brillase por su aura intensa. Y así fué.

- Madamme de Charny, no esperaba verla por aquí. - Se acercó y tomó el dorso de su mano para besarlo cortésmente, sin apartar la mirada de la de ella. Se la veía... Distinta, no sabía decir si para bien o para mal, aunque se veía especialmente hermosa. Su voz sonó a sorpresa y era así como realmente se sentía, aunque ya era extraño de por sí. Orn había conocido a la pareja hacía tiempo, cuando su esposo aún seguía con vida. Se podría decir que era uno de los pocos hombres que le caía en gracia al Vampiro. Pero la muejr no era de menos. Ella siempre había captado la atención de Orn desde un principio, siendo siempre una mujer que pasaba desapercibida para muchos, pero Orn realmente sabía apreciar lo que muchos no veían y para él, se podía decir que era extremadamente apetecible y no hablaba ni amorosa, ni como si fuese un trozo de carne. Ella era de las pocas mujeres que se podría mantener el lujo de no dañar, aunque en su fuero interno quisiese destrozarla de las mil y una formas posibles. El problema era, que al igual que el arte, algo hermoso debía ser guardado con recelo, cuidado y protegido, para que la mano del hombre no cambiase tan sólo un ápice de lo que ella era. No, no era amor, ambos sabían que aquellas palabras estaban desterradas de su vocabulario, dejando que todo fluyese como la sangre en sus venas, haciéndole sentir extasiado con tan sólo probar de ella. Como una droga, como algo a lo que tenía dependencia. No las llamaba esclavas, pues él un día lo fué y así quiso que ellas fueran libres de decidir y tan sólo la libre elección hacía de aquella pseudo relación algo demasiado atrayente y peligroso para ambos personajes. Ella, tan efímera podría morir en un chasquido de dedos ante la brutalidad de él y él, podía morir fruto de cualquier hechizo pronunciado en el momento justo. Equilibrio lo llamaban.

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por **Agnés de Charny** Miér Jul 20, 2016 6:58 pm

"En el bosque duerme el lobo y vuela el murciélago solo
mas un alma despierta no duerme aterrado por brujas y espectros ella sufre"

Si bien aquella era una noche de deja vu o eso parecía ser, no hacia mucho y en una situación no tan diferente a esta la bruja y el vampiro habían intercambiado miradas por primera vez y si, podía incluso llegar a sonrojarse con aquella aseveración pero cuando Orn se encontraba cerca de ella se podía aplicar la ley de Newton la cual dicta la atracción de un cuerpo hacia otro debido a la fuerza de atracción,mas como admitir una cosa aditiva otra dicha ley o era en el plan que poetas y soñadores suelen adornar con la palabra “amar”, no, aquello se debía a algo que no podía ser etiquetado bajo alguna palabra.

De alguna manera aquello era evocar memorias que ya pasaron, la primera vez que se vieron Agnés era una joven de 17 años recién prometida en matrimonio a Isidoro de Charny un Conde, era la tercera o cuarta vez que salían en sociedad como “pareja” y habían asistido a un evento real referente a las nuevas alianzas que tendría Francia con Los Países Bajos. Por supuesto al igual que en esta velada aquella constaba con la crema y nata de parís comprendidos por la alta burguesía y aristocracia de ambas cortes. La futura Condesa se paseaba del brazo del conde con una cara de pocos amigos, odia ser vista como un objeto del cual pueden enorgullecerse y en aquella noche era justamente eso. Fue entonces cuando les llego el turno de intercambiar algunas palabras con el consejero de la futura reina de los Países bajos, y al igual que en esta velada los ojos cafés se fijaron en las orbes verdes de Orn, hasta ese día Agnés jamas había visto un vampiro y menos había interactuado con uno el resultado de aquello fue un comentario Mordaz en respuesta una pregunta de su futuro esposo y aquello había marcado el inicio de una extraña relación entre ambos.

A decir Verdad yo tampoco pensaba encontrarlo en un lugar como este- Admitió aquella sonrisa que podía ser interpretada a simple vista como un gesto coqueto y de flirtear pero que en el caso de Agnés era empleada mas de una manera de sarcasmo y cinismo y en la relación mutua de amistad entre otros menesteres que ambos compartían el sabia interpretarla, si sin duda alguna aquello era una de las cosas que mas la hacían “gravitar” al rededor de la Orbita que desprendía Orn y era el hecho de que aquel hombre no le trataba como solían hacerlo el resto de sexo masculino donde le elogiaban por su belleza o como otros tantos suelen hacer al tratar de cortejarla tratando de una forma en la cual según ellos Agnés podía ser afrodita ejemplificada en un ser humano. No aquel caballero se había fijado en los pequeños detalles que todos pasaban por alto y el resultado de esto fue que Agnés compartiera de su esencia vital tan vital para ella como para aquel ser- Pero he de admitir que su presencia, es mas que suficiente para poder decir de verdad que esta velada podría ser buena

por **Ørn Fridrikson** Dom Nov 20, 2016 4:10 pm

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Quizás era una idea muy descabellada el que un vampiro tan cercano a su parte animal, quisiera ver cuánto podría aguantar en presencia de la muchacha de ojos negros, pero la tan sóla idea de compartir un segundo más en su presencia, se le antojaba, de todas, algo realmente excitante.

- Estamos en las mismas entonces. Sabe que me encanta éste tipo de eventos, por el simple hecho de poder desaparecer entre el gentío con buena compañía y una copa. - Se acercó más a su lado, rozando con los dedos su mejilla, apartando el cabello tras la oreja de la morena, para así culminar su frase en un susurro que bien podría sentirse como intenso. - Sé que desea alejarse de la gente que no le interesa en absoluto, si lo prefiere, disculpe, pero la tutearé, podríamos dar un paseo por los jardines. Al menos la intimidad será mayor y podré oir su voz con claridad y no con la molesta y aguda voz de las otras mujeres.

Bien en su voz podría notarse a la perfección que lo decía de buen agrado, por el simple hecho de tener que aguantar tanta hipocresía junta, aunque tanto su voz como sus rasgos le hicieran difícil la tan sola idea de crear un ambiente armónico. ¿Por qué estaba allí? Bien era sabido que él prefería un salón vacío, ruinoso, lleno de ecos, para así sentirse cómodo con sus propios demonios sin temor al qué dirán o por el simple hecho de no tener que soportar a nadie más que no fuese él mismo así como prefería el simple bullicio de una taberna, en la que cualquiera que hubiese allí dentro actuaría tal y como le viniese en gana, como si aquel lugar fuese un santuario para las almas perdidas de aquellos que no encajan en la sociedad parisina.

Siendo quién era, no era mundialmente conocido, pero su trabajo consistía en aconsejar a la reina de los países bajos y por lo tanto, debía mantener ciertas relaciones puntuales con gente que creía divertido invitarle a una mísera obra de teatro. Pese a su innegable y brutal sinceridad, él era tachado de ser un hombre tosco y no era más que un error el pensar que a un hombre de su calaña, no pudiesen gustarle las más hermosas muestras de arte, que bien no se limitaban a las que la mayoría de la gente solía conocer.

Sin otra cosa más que hacer, se irguió a su lado, flexionando el brazo para que ella bien aceptase o declinase la invitación de salir de aquel tedioso lugar.

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