I Fought the Angels [Levana Maréchal]

por Invitado Miér Feb 29, 2012 6:54 pm

«I fought the angels here today,
hope my defeat will end this play,
I only have myself to blame,
everybody knows that
softly, softly wins the game.»
-The Delgados, “I Fought the Angels”

Había pasado el día y parte de la tarde recluido en su nuevo despacho, esa casa le parecía extraña, todo era nuevo pero debía acostumbrarse, Viena le traía demasiados recuerdos, ¿había huido?, no lo sabía pero si así fuera, ¿alguien podía culparlo?, agradecía el apoyo incondicional de su mujer, Anja lo respaldaba tanto como él a ella, trabajaban como unidad y ahí radicaba el éxito de su matrimonio de tantos años.

Al llegar a París temió que el vínculo con Lysander se perdiera, estaba lejos de Austria y mucho más lejos de Polonia, donde su hermano había muerto, así que en cuanto acondicionó una de las habitaciones como oficina personal se dedicó a investigar si aún podía comunicarse con su hermano, para su fortuna su invocación fue exitosa y se dedicó a preguntarle un par de cosas al espíritu de su gemelo, entre ellas, cómo les pintaría la vida en la capital francesa. No solía hacer preguntas tan superficiales, pero sólo quería comprobar que la comunicación seguía tan estable como recordaba.

No tenía idea de qué hacía su mujer, pero conociéndola como lo hacía, sabía que habría salido para conocer la ciudad, había estado haciendo eso durante los pocos días que llevaban ahí y a veces le insistía en que la acompañara, aunque su respuesta siempre era la misma. Anja tenía la capacidad de hacerlo ceder sabiendo que era un hombre tan terco, pero por ahora su mente estaba más ocupada en otras cosas, tal vez otro día la acompañara, aunque no entendía para qué.

Lo que sí tenía claro es que debía buscar a su jefe, Gregor Dvořák, pues después de todo, con ese pretexto se mudaron a Francia. A veces no entendía como alguien podía tener tanto desapego con la industria que le daba de comer, ese hombre corría con suerte de tenerlo a él, a Lorcan Plaschg a cargo de todo, de ser otro ya habría vaciado las arcas de la empresa y se hubiese largado, no suponía, porque no era tonto, que fuese algo que preocupara a su excéntrico superior.

De pronto, su hermano le dijo que su mujer estaba de regreso y desapareció. Cuando su invocación ya no quería hablar o consideraba que no había más que agregar, simplemente se esfumaba. Solía abrir aquel portal sólo cada determinado tiempo, procuraba no abusar de aquel poder, además de que los presagios de Lysander eran vagos, debían ser descifrados y siempre, siempre en forma de haiku.

Salió pues de aquella habitación, aquella mansión aún le parecía terreno desconocido así que se movió con cautela hasta llegar a la sala de estar donde esperaba encontrarse con Anja, en cambio, una joven estaba sentada ahí, la observó, ella le daba la espalda y no supo si sabría ya de su presencia, lo que sí notó de inmediato fue su magia, una magia algo… salvaje, a falta de una mejor palabra.

-¿La puedo ayudar en algo? –habló con esa voz grave y profunda mientras caminó hasta quedar en el campo visual de la joven.

por **Levana Maréchal** Jue Mar 15, 2012 9:50 pm

"En ocasiones, quisiera escapar incluso de mi cuerpo."

¿Se puede sentir más tristeza dentro de la tristeza? ¿Más miedo dentro del miedo? No sé que pasa dentro de mi, me doy cuenta que aun no estoy del todo hundida, pero estoy tomando ese camino, alguien me jala con fuerza hacía el fondo, alguien que desea verme mal, que desea mi destrucción. Tengo miedo, pero este miedo es tan intenso que lo siento recorrer mi piel, cada uno de mis vellos, y en ocasiones siento que cala mis huesos. Una semana atrás quizás podía empezar a ver la luz, dolía pues toda mi vida me la he pasado en las tinieblas, en un pantano, pero era hermosa no puedo negarlo, cegadora y hermosa, y quería aferrarme de ella, pero no pude, él me jaló de nuevo al fondo, pero ya no era mi tristeza, ni mi miedo, ahora también tenía que soportar los suyos, quería alejarme, quería matarla en ocasiones, pero no podía, algo en mi no me dejaba lastimarle, su rostro es igual al mío, temeroso… A veces siento que me grita que no me vaya, ¿Estoy loca? ¿De verdad me he vuelto loca? No lo entiendo… Quiero que se vaya, díganle a Callum que me deje en paz.

No sé comò fui capaz de salir de esa casa sin que me viera, era mi casa, no la suya, ¿por qué tengo que huir? Ya no quiero mudarme de ciudad, menos de País, estoy cansada de eso. Las calles parisinas están coloridas, parece que habrá una fiesta y me cuestiono, como siempre si es correcto asistir o no. No, no era conveniente en este estado, y seguramente entre tantas luces se podían observar las marcas de mi cuello, quizás debía buscar un lugar tranquilo, uno donde nada mira al que esta alado por estar absorto en una buena lectura, quizás deba buscar la biblioteca. Y así lo hice, mis pasos me condujeron a ese lugar, tan carente de vida humana, tan lleno de conocimiento, sueños, historias y alegrías. A veces quisiera meterme a la historia de uno de esos cuentos, donde la trágica historia del protagonista se vuelve el mejor de los finales. Estaba segura de dos cosas, no tendría un final feliz, pero si estaba por tener un final.

Pasaron las horas, y me encontré con ese rostro ya de entrada edad pero no por ello menos hermoso. Sus ojos me recordaron a la bondad que mi hermano tenía, me sentí protegida de nuevo. ¿Cómo es posible eso con una desconocida? No lo sabía, pero quizás mis gritos de auxilio si los escuchaba alguien. ¿Dios? No lo sé, pero la esperanza estaba de nuevo apareciendo, mi pecho se inflaba con fuerza a causa de la respiración. ¿Estaba emocionada? No lo sé, sin embargo Anja me había hecho sonreír como hace semanas no lo hacía, y debía aferrarme a la luz que ella emanaba ante mis ojos, porque Anja quizás sería mi protectora, esa luz que había estado viendo, o quizás era una trampa, no lo sabía, y más valía arriesgar… ¿Perder? Ya no tenía que perder.

Ni siquiera me fijé en los detalles de aquella casa, ni siquiera me fije a donde se me dirigía, simplemente me senté, con la cabeza gacha, esperando nuevas indicaciones, pero el tiempo pasaba y nadie se acercaba. Mis manos se unieron, mis dedos estaban entrelazados, mi espalda encorvada ¿Quería llorar? Si, la ansiedad se estaba apoderando mi cuerpo, y de pronto cuando las lagrimas quería despegar de mi mejilla, escuché esa voz… No era ella. ¿Y si ella era amiga de ese gitano? Alcé con fuerza la mirada. Mi cuerpo se "tranquilizo" al notar ese presencia, que no era de nadie que hubiera lastimado su figura antes. - Estoy esperando a la señora Anja, me ha dicho que la esperara aquí - Susurré sin atreverme a ver sus ojos, y sobre todo sin dejar que él viera los míos. "camina hacía atrás pequeña" Nunca antes había escuchado en mi interior una voz así de dulce, asentí para ella aunque claro no había nadie frente a mi, aparte del caballero, que estuviera apremiando mi obediencia, simplemente lo hice por inercia y pegué mi cuerpo en la pared. - Me dijo que era su hogar, y que estaría segura aquí - No me atreví a preguntar acerca de él. ¿Quién era yo para hacer tal cosa? Guardé silencio para poder ver su reacción.

por Invitado Jue Mar 29, 2012 12:13 pm

Lorcan frunció el entrecejo al tan sólo ver a la joven de frente. Esquiva y con un dejo de vulnerabilidad, aunque algo en ella le decía que no era así, tal vez la magia que podía sentirse, palparse en el aire como si un gas denso hubiese invadido la habitación de pronto. Siguió caminando para rodearla y quedar de frente, donde finalmente se detuvo. Como militar, o ex militar mejor dicho, que era, estaba acostumbrado a mirar a la cara, en una sola mirada podía verse una mentira o una traición. No dijo nada, sólo alzó la barbilla preguntándose por qué aquella jovencita evitaba a toda costa ser vista a los ojos.

-Ya veo –musitó ante la mención de su esposa. Suspiró quedamente para sí mismo cerrando los ojos por un instante, definitivamente era algo que haría su esposa, llevar a una desconocida a su casa, aunque siempre tenía motivos, algunos no de su agrado pero eso ya era otra historia. Arqueó una ceja al ver las reacciones de la chica-, este es su hogar, y él mío, es mi esposa –aclaró, quizá aquello tranquilizaría a la muchacha. Tenía un aspecto duro y frío, y lo era, pero no era un desalmado que disfrutara con el sufrimiento ajeno.

Caminó hasta alejarse de ella, dándole la espalda adrede. Se dirigió hasta la chimenea, que se encontraba apagada y tomó ahí un vaso corto, sirvió whisky, sólo para él, no le pareció correcto de pronto que una joven de su edad bebiera alcohol. Cuando giró nuevamente para verla, entornó los ojos, adivinando que tenía alrededor de la edad que Reinhard, si este siguiera vivo, claro. Su corazón se hizo pequeño dentro de su pecho, pero su rostro, desde luego, no mostró signo de esto.

-¿Y bien? –dijo desde la distancia, agitando el vaso de whisky por el aire en movimientos medidos y mesurados. No había hecho otra cosa más que conjeturar desde que encontró a la chica en su sala, todo a base de sus reacciones, pues en realidad no sabía bajo qué condiciones Anja la había llevado hasta ahí-. ¿Cómo conociste a mi esposa? ¿Por qué te trajo? –Quizá eran demasiadas preguntas y se detuvo. Seguía adivinando los comportamientos de su, ahora, invitada, y supo, o adivinó, que si seguía cuestionando la abrumaría y no quería eso, de ser así no obtendría respuestas.

-Estarás bien aquí –aceptó asintiendo y dando un paso o dos en su dirección, aun manteniendo la distancia. Era su forma de decirle que no le haría daño. Su mirada se dirigió al pasillo, ¿dónde estaría su mujer? No debía tardar, ella lidiaba mejor con ese tipo de situaciones. Se removió incómodo en su sitio, imperceptible quizá, ahora si se iba y la dejaba sola ahí sería una falta de educación que un hombre como él no podía permitirse.

Spoiler:

por **Levana Maréchal** Jue Mar 29, 2012 5:19 pm

Aun me mantenía con el rostro bajo, y mi cuerpo aun estaba completamente pegado a la pared. La ansiedad estaba apoderándose poco a poco de mi cuerpo, pero tanto tiempo practicando poder no demostrar aquellas sensaciones, hacía que no quedará en evidencia. Mi panorama se reducía a las telas verdes de mi vestido, a los zapatos que tenía, en ocasiones al vestido y solo un poco el piso. Asentí cuando hizo aquella observación, pero podía notar en el aura de aquella persona que no era tan colorida como la de su mujer. Al igual que con Anja, sentí algo diferente al tenerlo cerca, no era un humano común y corriente, tenía una energía que lo delataba del resto, y que sólo entre nosotros podíamos identificar: También era un brujo. - No me dijo que estaría alguien más aquí - Susurré con la voz entre cortada, había sido un verdadero milagro que no tartamudeara.

Tomé una gran bocana de aire para relajar mi postura, no podía dejarle ver mis ojos, por lo que mi cuerpo se movió con rapidez hasta que pude sentarme por completo en el sillón. Sonreí recordando a su esposa, tanta calidez en un ser humano no era posible, o bueno no creía que eso fuera posible hasta que la tuve frente a mi. - Estaba en la biblioteca, tomamos el mismo libro al mismo tiempo, y cuando estuve a punto de mirarla… Bueno, sonrió y empezamos a hablar, es una persona muy buena, lo veo en sus ojos, y creo que también notó el miedo en los míos - Me encogí de hombros más para mi, que para él, ni siquiera estaba segura si el hombre me ponía atención o no.

Había dicho demasiadas palabras al mismo tiempo, hasta me sentía abrumada - No sólo se dio cuenta de mi miedo… tiene una habilidad grande, pude abrirme con ella, le conté una pequeña historia, que necesitaba un nuevo refugio, y no dudo en decirme que podía venir unos momentos a su casa, no pude negarme, no cuando necesito de alguien - Y entonces mi voz comenzó a cortarse. Quizás tenían hijos y por eso sabían tratar a personas como yo. Si tan solo mis padres me hubieran mostrado un poco de esa preocupación, seguramente sería otra.

Por primera vez me sentí completamente relajada, dejé caer mi espalda con cuidado en el respaldo del sillón, era bastante cómodo, seguramente cualquiera podría dormir en algo así. - Gracias… Sé que lo estaré, Anja no me mentiría - Aseguré como si hubiera conocido de hace mucho tiempo atrás a aquella mujer. Supongo que aquella teoría es cierta, había escuchado en ocasiones que no es necesario conocer a una persona de toda la vida para saber que valía la pena su compañía. Yo podía ver la luz y la oscuridad en los demás, la bondad y la maldad, por eso hoy sabía que no corría peligro, y aunque la voz de ese caballero me pusiera los pelos de punta, no había mejor lugar para poder refugiarme.

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