Secuestrado [Yura]

por **Daniel de Barbarac** Jue Mar 01, 2012 8:38 pm

Caminando por el sendero sonrió viendo como poco a poco conforme avanzaba el paisaje era cada vez mas tétrico, acercándose a una construcción diviso el paisaje que comenzaba a ser conocido los restos de un establo justo a un lado, medio oculto por los árboles. El techo se había derrumbado y la mayoría de las paredes estaban rotas. No había ningún refugio allí para nadie ni siquiera los indigentes querían quedarse por ahí.

La vegetación mermaba, comenzaban a olerse los pinos y el suelo húmedo, cada vez más fuerte, la superficie irregular disminuía gradualmente facilitando el camino bajo sus pies. Luego, el camino se torció hacia la izquierda y dejó de ser un sendero rural, transformándose en un camino que conducía a una casa de campo grande.

Estaba a unos cien metros de distancia, y aunque el camino había cambiado de dirección, todo lo que había estado oculto por los árboles se veía ahora. Un muro de piedra en bruto corriendo alrededor de su perímetro, y una gran puerta de hierro, encajada en el ladrillo, justo en frente de ellos. La casa estaba construida de piedra oscura, con pilares estrechos en ambos lados de la puerta, enmarcando sus dos plantas. Las ventanas eran muchas, pero pequeñas, la puerta de entrada alta y gruesa. Era más imponente que atractiva, se acercó sin cautela alguna. Partes del edificio estaban envueltas en la sombra de los árboles cercanos, y sus ladrillos parecían irregulares y desiguales en muchos lugares, como si hubieran arrojado protestas desafiantes por la inclemencia del tiempo un par de veces en los últimos años. La casa era sorprendentemente majestuosa, una creación incongruente a encontrar ahí más allá de ese bosquecillo rebelde.

La habitación tenía un techo alto y abovedado, con rosas esculpidas en todo el perímetro, y las paredes estaban empapeladas con unas cubiertas que eran oscuras, gruesas y, presumiblemente, caras. Tapetes pesados cubrían el suelo, y las cortinas eran largas, tapando las ventanas, de modo que no podía ver nada afuera.

Lanzo su preciada carga sobre uno de los sillones rojos tapizados en terciopelo rojo, el lugar era… de hecho bastante gótico y un buen lugar para esconder a su presa mas reciente. Se había tomado el tiempo de hacer este trabajo por si mismo por mas que un par de razones, pero no era tiempo para pensar en eso, se agacho y acaricio suavemente los cabellos ajenos- despierta…hey…despierta- lo había secuestrado de entre el sueño de la noche, lo había drogado un poco para que no despertara en el camino, ya quería ver la expresión del joven cuando despertara.

por **Yura** Dom Abr 29, 2012 6:38 pm

Agotado de no hacer nada, dando vueltas en su habitación como si no se tratara más que de un animal enjaulado, tal vez menos que eso, una simple decoración en una cama. Estaba acostumbrándose de a poco al hecho de que su amo no lo usara ni lo prestara para su uso, pero seguía siendo frustrante para él no sentir el roce más de que de sus propias sábanas. Y es que la adicción de los brazos ajenos también dejaba un resabio de abstinencia, similar al del adicto al opio que ya no tenía dinero para alimentar el vicio, que le hacía sentirse frío e indefenso, pero nunca al extremo de llevarlo a darse placer a si mismo, no, las reglas eran claras respecto a eso, o al menos lo eran en el mundo en el que estaba acostumbrado a vivir.

Después de dar unas vueltas más por la habitación y lanzar un par de libros contra las paredes al darse cuenta de que no podía concentrarse en sus páginas decidió por su cuenta remediar aquel malestar con el mejor y más barato de los remedios. El sueño. Siempre lo había sido, el remedio a muchos de sus problemas, el dolor, el hambre, la jaqueca, la ira, la soledad, todo aquello y más se olvidaba cuando cerraba sus ojos al mundo real.

Ese era el plan cuando se escondió bajo sus sábanas, acurrucándose, pero ni así pudo encontrar el consuelo necesario. Se dio incontables vueltas, desordenando todo a su paso, lanzando las almohadas hasta donde se lo permitieran las paredes y la fuerza, aun así la frustración era demasiada.

Afortunadamente aquello no podría durar por mucho tiempo más, porque el cansancio acabó por encontrarlo tirado como un cachorro sobre la cama. Pero aquella bendición del sueño no vendría tal y como lo esperaba, ya que lo último que vio fue una silueta donde resaltaban unos aterradores ojos oscuros.

Desde ahí no supo ni sintió nada más. Ni siquiera cuando aquella figura extraña le había suministrado lo que al parecer eran drogas para mantenerlo en ese estado de inconsciencia. De haber estado despierto seguramente no habría dejado de preguntarse si no era más que otra de las tretas de su amo, que al parecer se desvelaba para encontrar formas para torturarlo, y claramente eso tenía pinta de tener sus huellas por todas partes.

Una pequeña sensación en su cabeza ¿Una caricia tal vez? Trató de abrir los ojos con ahínco, pero no consiguió más que dejar entrever una pequeña franja de sus orbes grises que no era suficiente para identificar aquella figura extraña, aunque tampoco era necesario para descartar a su amo como el titiritero que movía los hilos de la treta, porque aquella suave caricia era suficiente para saber que no era él. Se sentía estúpida e irracionalmente más seguro que en su propia casa, tal vez por efecto de los narcóticos.

- ¿Qué… dem…? – alcanzó a balbucear antes de casi desesperadamente comenzar a moverse, tratando de despertar en vano sus extremidades.

El efecto evidentemente aun no cesaba, por lo que terminó por caer sobre el sujeto, y lejos de encontrar un cuerpo cálido, solo sintió un marmolado y frío tacto. ¿No podía ser una especie de estatua verdad? “Las estatuas no hablan” pensó mientras ponía las manos sobre el pecho ajeno, tratando de separarse de él para tener una mejor vista de su captor. Entonces el miedo, sabía perfectamente que era una de esas criaturas nocturnas, había conocido a varias e incluso había oído sus sórdidas historias, pero nunca había sido mordido por uno ¿Sería esta la primera vez?

por **Daniel de Barbarac** Mar Mayo 01, 2012 12:59 am

-shhh…- intento calmado acariciando nuevamente sus cabellos- no te muevas, el efecto pasara pronto, al parecer te drogaron pero estas recuperando la conciencia poco a poco- hablo en voz ronca y baja, evitando sobresaltarlo, a diferencia de cierto vampiro que conocía no era su estilo aterrorizar a sus victimas…no…el prefería…conquistarla- te encuentras bien? Descuida no te hare daño.

Se sentó en el sillón junto al muchacho y sonrió viéndole- debes poder escucharme, creo que aun no puedes articular palabra…eres una cosa linda- acaricio su rostro, tenia una piel suave, no era solo agradable a la vista si no también al tacto, se preguntaba como seria su conversación. Entendía un poco cual era el interés de su actual comprador en el muchacho. Sin embargo el amo actual no habia querido venderlo… odiaba a los clientes caprichosos, el actual se habia empecinado con este muchacho, no hacia mas que decir vez tras vez que lo deseaba. El conocía esa clase de clientes. Tendría al muchacho un par de meses con el y se lo devolvería tiempo después diciendo que necesitaba algo nuevo… ahora mismo debía evaluar que tan conveniente era eso. Si el muchacho llegaba a caer en manos de aquel sujeto con seguridad terminaría roto y poco interesante para futuros clientes. Lo cual era un desperdicio con un esclavo tan joven…

El crepitar de las llamas en la chimenea era el único sonido en la habitación, las luces del fuego dibujaron sobras sobre el cuerpo joven y las lengüetas se movían sobre su piel, cual tigre blanco…cual tigre albino. Mercancía de primera…tendría que arreglárselas con su cliente, a menos que el muchacho fuese un imbécil con las palabras no creía que mereciere la pena arriesgar semejante mercancía con un sujeto asi… Sonrió para sus adentros, aunque el ser un imbécil con las palabras podía compensarse si sabia usar esa boquita divina para cosas mas interesantes.

-creo que comprendo un poco a quienes te desean tanto al punto de recurrir al secuestro- le hablo con una sonrisa tan cálida como sínica, sabia bien que el era el que lo había sacado de su habitación, pero el muchacho desde luego no tenia por que saberlo- en cuanto puedas moverte puedo llevarte de nuevo a tu hogar, por el momento solo concéntrate en recuperarte a tu ritmo, no te frustres.

por **Yura** Sáb Jun 23, 2012 4:37 am

¿Drogado? El muchacho hasta en sus propios pensamientos balbuceaba, ni siquiera sus ideas podía hilar de forma más o menos coherente, pero aquello de que no le haría daño acabó teniendo el efecto contrario ¿Acaso no sabía que aquella frase apenas y tenía credibilidad en un contexto así? El punto es que lo único que consiguió con ello fue hacerlo desesperar aun más, aunque no pudiese demostrarlo de forma externa.

Sus caricias, lejos de confortarlo, le producían escalofríos y por más que tratase de esquivar su mano no conseguía más que una mala imitación de un enfermo con convulsiones. Eso hasta que escuchó la palabra secuestro, entonces pudo sentir cada gota de sudor frío que emanaba de sus poros. ¿Secuestrado? ¿Con qué fin? Habían un par de preguntas, tal vez más, tantas que a pesar de sentir que sus cuerdas vocales de aflojaban no sabía por donde empezar.

- ¿Nuevo… hogar? – balbuceó en voz alta, mirándolo fijamente y con los ojos abiertos de sobremanera - ¿Quién? – dijo de forma casi incomprensible antes de caer bajo el letal yugo de esos oscuros ojos que vio antes de dormirse.

Fuera de toda lógica aquello lo calmó, haciendo que de a poco la respiración que otrora había sido agitada comenzara a regularizarse lentamente, incluso recuperando también la lucidez, que dio paso a que su ego mostrara sus narices en sus ideas.

Si alguien se había tomado tantas molestas, era porque lo deseaban, lo que aseguraba que no fuesen a hacerse demasiado daño hasta el punto de dejarlo medio muerto, porque él mismo conocía de primera fuente aquel negocio donde cada golpe o magulladura podría influir en el precio o en el fallo de la venta.

- ¿Podrías decirme… quien te encargó esto? – preguntó reincorporándose de a poco, principalmente para alejarse cuanto pudiese del cuerpo del sujeto, porque a pesar de su anterior razonamiento no podía estar seguro de encontrarse a salvo - ¿O a quien debo agradecerle el halago por tomarse tantas molestias? – agregó volviendo a actuar casi normalmente, ocultando a quien creía era el verdadero Yura para tomar así su papel seductor de siempre.

Torpemente llevó una de sus manos a su camisa, al primer botón de la misma, pero aun el entumecimiento no se iba del todo, impidiéndole desabotonarse, cosa que necesitaba debido a un pequeño bochorno, seguramente provocado por los narcóticos que le habían dado - ¿Me ayudas? – pidió con gesto infantil, esbozando una media sonrisa en la medida que sus músculos se lo permitían, tratando al mismo tiempo de jugar aquel juego que se le daba tan bien.

por **Daniel de Barbarac** Vie Jul 20, 2012 3:34 pm

El muchacho definitivamente aun estaba confundido con las drogas, no parecía entender lo que le estaba diciendo por completo así que le dejo estar unos segundos, intentando darle calma con un par de caricias tranquilizantes en sus cabellos. Necesitaba que el muchacho recuperara completamente la conciencia, la apariencia no lo era todo, era posible que influyera en gran medida el carácter y la disposición para futuros compradores…

Le vio quedarse en silencio unos segundos, seguramente procesando la información que tenia, quien era, donde estaba, lo que había ocurrido, y definitivamente no parecía que el muchacho fuese un tonto, su pregunta parecía bastante acertada, aunque el naturalmente frunció un poco el ceño ante la pregunta- lo haría si pudiese muchacho pero no tengo idea- hablo con un tono con apenas un deje de pena, desde de todo eran extraños, solo puedo decirte que estaba haciendo algunos negocios cuando por azares del destino llegaste a mi- no le importaba demasiado dar a entender que pudiese tener negocios sucios si no era una afirmación.

El chiquillo era una verdadera joya, sabia de su buena apariencia y no parecía tener la menor duda en usarla a su favor, eso le gustaba, esa clase de jovencitos hacia muy felices a los clientes, sin contar que se mantenían mas tiempo en buenas condiciones, a menudo terminaban siendo mas “amo” que los compradores… seria así con su actual dueño… al parecer revenderlo en estos instantes con el sujeto que lo quería no seria una buena inversión.

Escucho el ultimo pedido del muchacho y acerco sus dedos a los botones ayudándole- te sientes mal? Puedo hacer que te traigan algo de agua- comento terminando con los botones- no se donde queda tu casa, asi que cuando te recuperes puedes indicarme a mi o a mi chofer a donde deseas que t lleve, debes tener a gente preocupada muchacho- hablo con un tono medio sermo medio preocupación, no necesitaba ser un hombre intimidante en aquellos momentos, solo estaba explorando el terreno. Ahora mismo no lo usaría, pero podía servirle en el futuro, especialmente cuando el dueño parecía cuidarlo tan bien.

N/A: corregido

por **Yura** Mar Ago 28, 2012 10:10 pm

Mecanismos. El del mercado negro lo conocía bastante bien, así que no le sorprendió que su captor le negara una respuesta. Reglas eran reglas, pero nada obstaba que pudiese convencerlo de romperlas, solo era cosa de buscar algún punto débil o característica contra la que avocar los esfuerzos de aquella mejor cualidad que parecía tener.

Pero al parecer aquello no sería tan sencillo como en otras ocasiones, porque incluso de su sola presencia parecía destilar una especie de aura impenetrable, tal vez algo parecida a la suya, que le impedía ver quien era de verdad el sujeto que ahora tenía frente a él. Por ello quiso entusiasmarse con el desafío, pero bien sabía que la apuesta era muy alta y podría estarse jugando la vida con impresiones que no podían ser más que una actuación. Porque de cierto modo, esa amabilidad que comenzaba a mostrarle no le parecía en absoluto natural, mucho menos para alguien que se movía en ese tipo de negocios.

- Ah – dijo en claro signo de decepción, pero una fingida, claro, durante la que frunció los labios – Eso pensé, no es que sea un experto, es mi primer secuestro, ¿Sabes? – dijo esta vez sonriéndole ampliamente mientras accedía a desabotonarle la camisa.

Sentir un poco más de aire rozando su piel fue un claro alivio, pero tampoco dudó en exagerarlo un poco dejando salir un profundo suspiro en el que sus labios no acabaron de cerrarse, tal vez porque no acababa de comprender la situación. ¿No había sido él? ¿Entonces cómo demonios…?

- Creo que en eso estas equivocado – dijo por mera inercia, porque su mente seguía ocupada tratando de atar los cabos que faltaban para ver el panorama completo – La gente no se preocuparía de ese modo por alguien como yo – dijo, para dependiendo de su respuesta averiguar si el sujeto sabía más de lo que decía – Salvo tú – dijo mirándolo fijamente a los ojos, tomando quizás una especie de semblante felino.

En momentos así era en que habían dos Yura, o tal vez uno que se desmembraba en el cuerpo que se movía por instinto, y la consciencia que bien podría estar vagando en elucubraciones completamente opuestas. Y así será. Mientras su cuerpo hacía suaves amagos por seducir, su mente seguía tratando de hacer encajar las piezas, pero había algo que no acababa por calzar, algo importante.

- Así que… ¿Podríamos decir que me salvaste? – preguntó, esta vez siendo más cauto en sus expresiones y más moderado en su intento por distraerlo – Debería agradecértelo, y lo haré con intereses si me cuentas la historia – dijo medio riendo. O al menos el cuerpo lo hacía, porque en su interior bien podía estar cayendo en la desesperación por la búsqueda de respuestas.

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