AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Descontrol [privado]
2 participantes
Página 1 de 1.
Descontrol [privado]
Caminaba por el sendero que tantas veces había recorrido en su infancia; con la sensación de vértigo que tenía, caminaba lo mejor que podía, el dolor en sus piernas parecía mas intenso que otros días y supo que poco tenia que ver con lo que había caminado. Sin embargo, la vista se hizo más agradable, la hierba a ambos lados ahora era mayor y exuberante, un marcado contraste con el matorral estéril que habido cuando todo aquello se había venido abajo. Los árboles se llenaban de sábanas moteadas con todos los matices de la verde naturaleza. Incluso la lluvia había desaparecido después de un amanecer mojado, aunque el cielo seguía gris melancólico y el viento azotaba sus miembros.
El aire olía a fresco, como si el agua hubiera lavado toda contaminación, alejándola, como si todo lo malo desapareciera, la vegetación mermaba, mientras el aroma de los pinos y el suelo húmedo era cada vez más fuerte en su nariz, la superficie irregular gradualmente facilitándose bajo sus pies.
Cuando estuvo frente a las ruinas que venia buscando pudo distinguir cada cosa los restos de un establo justo a un lado, medio oculto por los árboles. Por un segundo, vio que el techo se había derrumbado y la mayoría de las paredes estaban rotas. De la casa principal podían verse solo los simientes y algunas paredes, la vegetación se confundía con la que alguna vez había sido la mansión de la familia, antes de que el fuego se lo llevara todo.
Camino dentro del que había sido el salón principal y toco el enorme árbol que se había erguido en el centro, acaricio el tronco y suspiro descansando en una de sus enormes raíces, necesitaba pensar, necesitaba decidir que hacer. Su matrimonio estaba cerca, era una farsa por lo que nunca tendría que preocuparse de mostrar sus deformadas piernas en la habitación conyugal… pero Is era un cazador… que haría si alguna vez descubría esa extraña habilidad que tenia? Tapo su rostro con sus manos y se quedo hundida en sus pensamientos varios minutos, cuando se permitió ver su alrededor nuevamente las arañas le habían rodeado- oh dios lo eh hecho de nuevo…- si solo supiera como es que lo hacia podría controlarlo y esconderlo de Is, a la fecha no había sido problema ocultar su “habilidad” pero is no era un noble al que vería por contados momentos una vez al mes y preparada para mantenerse tranquila… el cazador estaría siempre alerta y si no tenia cuidado seguramente no tardaría en descubrirla.
Posiblemente podría ir ahí a practicar o algo así… después de todo, aquellas tierras parecían un bosque perdido pero seguían siendo tierras del ducado McLeod, ¿cuanta gente podría pasar por ahí?
El aire olía a fresco, como si el agua hubiera lavado toda contaminación, alejándola, como si todo lo malo desapareciera, la vegetación mermaba, mientras el aroma de los pinos y el suelo húmedo era cada vez más fuerte en su nariz, la superficie irregular gradualmente facilitándose bajo sus pies.
Cuando estuvo frente a las ruinas que venia buscando pudo distinguir cada cosa los restos de un establo justo a un lado, medio oculto por los árboles. Por un segundo, vio que el techo se había derrumbado y la mayoría de las paredes estaban rotas. De la casa principal podían verse solo los simientes y algunas paredes, la vegetación se confundía con la que alguna vez había sido la mansión de la familia, antes de que el fuego se lo llevara todo.
Camino dentro del que había sido el salón principal y toco el enorme árbol que se había erguido en el centro, acaricio el tronco y suspiro descansando en una de sus enormes raíces, necesitaba pensar, necesitaba decidir que hacer. Su matrimonio estaba cerca, era una farsa por lo que nunca tendría que preocuparse de mostrar sus deformadas piernas en la habitación conyugal… pero Is era un cazador… que haría si alguna vez descubría esa extraña habilidad que tenia? Tapo su rostro con sus manos y se quedo hundida en sus pensamientos varios minutos, cuando se permitió ver su alrededor nuevamente las arañas le habían rodeado- oh dios lo eh hecho de nuevo…- si solo supiera como es que lo hacia podría controlarlo y esconderlo de Is, a la fecha no había sido problema ocultar su “habilidad” pero is no era un noble al que vería por contados momentos una vez al mes y preparada para mantenerse tranquila… el cazador estaría siempre alerta y si no tenia cuidado seguramente no tardaría en descubrirla.
Posiblemente podría ir ahí a practicar o algo así… después de todo, aquellas tierras parecían un bosque perdido pero seguían siendo tierras del ducado McLeod, ¿cuanta gente podría pasar por ahí?
Klett W. McLeod- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 252
Fecha de inscripción : 28/03/2011
Localización : Ducado McLeod, Inglaterra.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Humedad, un cielo gris carente de sol y un viento furioso que azotaba todo a su paso: el clima era perfecto para deprimirse. Tristán había escapado de la gente como ya era su costumbre, y para lograrlo había iniciado una caminata que desde el principio había tenido como fin un rumbo desconocido. La razón por la cual estaba en Londres era su trabajo, no era ningún secreto que él formaba parte de un grupo de artistas que ofrecía funciones alrededor de todo el mundo; Tristán era una de las estrellas principales, los tickets se vendían como pan caliente en cualquier sitio en el que se encontraran, apenas la gente leía el seudónimo “Eisenberg” en la publicidad del espectáculo y ya todo el mundo hervía en deseos de formar parte de su público; todos querían tener el honor de presenciarlo en vivo, de comprobar con sus propios ojos la grandeza que se le atribuía al hombre de rostro deformado. El espectáculo de la noche anterior había sido un rotundo éxito, con un lleno total “Eisenberg” había logrado sorprender a todos sus admiradores y se había hecho de más en esa misma noche, pero eso no había logrado cambiar su estado de ánimo; estaba deprimido, temeroso sobretodo, esa noche la luna llena se alzaría en el cielo y reclamaría lo que es suyo y él sería nuevamente preso de esa bestia en la que se transformaba, ese animal sanguinario que asesinaba a sangre fría. Tenía miedo porque a pesar de que esa no sería su primera transformación sí sería la primera fuera de su lugar de origen y por más que quisiera hacerlo no podría reprimirla, jamás lo había logrado.
Caminó con la vista al frente pero sin prestar demasiada atención a su alrededor, a las altas hierbas que había empezado a esquivar para abrirse paso; reaccionó tan sólo cuando apareció justo al frente los restos de lo que había sido alguna vez una casona. Interesado rodeó las ruinas consumidas por el fuego y se adentró en ellas explorando el lugar, como si de verdad pretendiese encontrar algo en ese olvidado sitio. Sus pasos hicieron eco conforme avanzaba, Tristán se posó frente a los restos de un piano de cola en color negro, con sus dedos tocó las desgastadas y arruinadas teclas y del consumido instrumento emergió un sonido agudo y tétrico. Continúo su camino hacia la siguiente habitación sin el menor temor de que aquellas ruinas se le cayeran encima puesto que el techo estaba completamente derrumbado ya, y su rostro adoptó un gesto indescriptible cuando se encontró cara a cara con una mujer en aquel sitio.
— Oh, lo siento, yo no… Pensé que esto estaría solo. — Se disculpó pero supo que era en vano, ya no había marcha atrás, había logrado perturbar la aparente paz de la que parecía estar gozando la mujer allí presente o al menos eso fue lo que creyó hasta el momento en que resto importancia al rostro de la desconocida y visualizó su alrededor, sólo hasta entonces se percató de las muchas arañas que la rodeaban. — ¡Maldición! — Exclamó con los ojos muy abiertos, asustado mientras ella le devolvía una mirada que para nada demostraba que estuviese asustada. — ¡¿Está usted loca?! — No despegó la mirada del montón de bichos que la rodeaban, era realmente impactante ver como permanecían inmóviles, casi expectantes ante la mujer que yacía justo en medio de todas ellas.
Caminó con la vista al frente pero sin prestar demasiada atención a su alrededor, a las altas hierbas que había empezado a esquivar para abrirse paso; reaccionó tan sólo cuando apareció justo al frente los restos de lo que había sido alguna vez una casona. Interesado rodeó las ruinas consumidas por el fuego y se adentró en ellas explorando el lugar, como si de verdad pretendiese encontrar algo en ese olvidado sitio. Sus pasos hicieron eco conforme avanzaba, Tristán se posó frente a los restos de un piano de cola en color negro, con sus dedos tocó las desgastadas y arruinadas teclas y del consumido instrumento emergió un sonido agudo y tétrico. Continúo su camino hacia la siguiente habitación sin el menor temor de que aquellas ruinas se le cayeran encima puesto que el techo estaba completamente derrumbado ya, y su rostro adoptó un gesto indescriptible cuando se encontró cara a cara con una mujer en aquel sitio.
— Oh, lo siento, yo no… Pensé que esto estaría solo. — Se disculpó pero supo que era en vano, ya no había marcha atrás, había logrado perturbar la aparente paz de la que parecía estar gozando la mujer allí presente o al menos eso fue lo que creyó hasta el momento en que resto importancia al rostro de la desconocida y visualizó su alrededor, sólo hasta entonces se percató de las muchas arañas que la rodeaban. — ¡Maldición! — Exclamó con los ojos muy abiertos, asustado mientras ella le devolvía una mirada que para nada demostraba que estuviese asustada. — ¡¿Está usted loca?! — No despegó la mirada del montón de bichos que la rodeaban, era realmente impactante ver como permanecían inmóviles, casi expectantes ante la mujer que yacía justo en medio de todas ellas.
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 133
Fecha de inscripción : 19/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Observo a las arañas, esperando que se marcharan pero no parecían tener intención de hacerlo, suspiro encogiendo las piernas ignorando el familiar dolor que aquello provoco, en el suelo los pequeños insectos ni siquiera se movían, a diferencia de el resto de las damas a ella no le inspiraban temor, ni siquiera repulsión, movió una mano como alejando las que tenia cerca y noto que se dispersaban rápidamente, parecía que funcionaba.
La voz de un hombre la sobresalto y su mirada azul se levanto rápidamente observando al hombre al principio de la habitación, la imagen le dejo en silencio, podía ser llamada superficial pero siendo quien era nadie podía culparla, aunque el sujeto le estaba hablando no era demasiado lo que ella entendía, su atención se centro en su rostro, en la cicatriz que surcaba su mejilla mas arriba hasta perderse en el principio de los desordenados cabellos, parpadeo un par de veces y sus grandes ojos parecieron un poco mas impresionantes.
Ella poseía un rostro verdaderamente bello lo sabia, muy a pesar de que la gran mayoría de los halagos que recibia tenían mas intención de cazar a la heredera solitaria, conocía bien los alcances de su belleza, lo cual dicho sea de paso no le causaba alegría alguna, el conocimiento de su belleza no le hacia fácil ignorar la deformidad de sus piernas completamente quemadas y llenas de cicatrices. Pero el hombre frente a ella no podía esconderla… frunció el ceño enojada con la vida. ¿De cualquier forma para que hacerlo? Era un varón, la cicatriz lo hacia ver mas masculino y de alguna forma retorcida a ella le parecía atractivo, incluso fascinante, un rostro perfectamente proporcionado…atractivo, solo acentuado por el “defecto” los dedos le picaron un poco, quería tocar ese rostro, el sujeto era el hombre mas impresionante que había visto después de Isley.
Parpadeo un par de veces regresando en si, intentando darle sentido a lo que su improvisado acompañante le habia estado diciendo – Son inofensivas, de hecho creo que incluso nos tienen miedo- hablo recuperando lentamente la compostura, sacudiendo discretamente el vestido aumento a los animales como si tratase con algún felino, los insectos se dispersaron casi sospechosamente y klett rogo por que no desaparecieran de inmediato. Hablando de poder mantener el secreto- Que hace perdido por esta zona caballero? – hablo mientras se acercaba a el- Klett MacLeod a su servicio- se presento lo mas simple posible, no necesitaba las complicaciones extras que pudiesen tener su nombre o titulo, ya antes había tenido que lidiar con extorsionistas, secuestradores, bandidos… El hombre frente a ella le daba una sensación de seguridad, pero nunca se podía confiar en los hombres.
Se detuvo a solo un par de pasos de el sujeto, pensó en ser algo mas… dulce, pero seguro le saldría fatal, concentrada en pensando que actitud tomar hacia el extraño apenas se percato, de que no podía apartar la mirada de su rostro.
La voz de un hombre la sobresalto y su mirada azul se levanto rápidamente observando al hombre al principio de la habitación, la imagen le dejo en silencio, podía ser llamada superficial pero siendo quien era nadie podía culparla, aunque el sujeto le estaba hablando no era demasiado lo que ella entendía, su atención se centro en su rostro, en la cicatriz que surcaba su mejilla mas arriba hasta perderse en el principio de los desordenados cabellos, parpadeo un par de veces y sus grandes ojos parecieron un poco mas impresionantes.
Ella poseía un rostro verdaderamente bello lo sabia, muy a pesar de que la gran mayoría de los halagos que recibia tenían mas intención de cazar a la heredera solitaria, conocía bien los alcances de su belleza, lo cual dicho sea de paso no le causaba alegría alguna, el conocimiento de su belleza no le hacia fácil ignorar la deformidad de sus piernas completamente quemadas y llenas de cicatrices. Pero el hombre frente a ella no podía esconderla… frunció el ceño enojada con la vida. ¿De cualquier forma para que hacerlo? Era un varón, la cicatriz lo hacia ver mas masculino y de alguna forma retorcida a ella le parecía atractivo, incluso fascinante, un rostro perfectamente proporcionado…atractivo, solo acentuado por el “defecto” los dedos le picaron un poco, quería tocar ese rostro, el sujeto era el hombre mas impresionante que había visto después de Isley.
Parpadeo un par de veces regresando en si, intentando darle sentido a lo que su improvisado acompañante le habia estado diciendo – Son inofensivas, de hecho creo que incluso nos tienen miedo- hablo recuperando lentamente la compostura, sacudiendo discretamente el vestido aumento a los animales como si tratase con algún felino, los insectos se dispersaron casi sospechosamente y klett rogo por que no desaparecieran de inmediato. Hablando de poder mantener el secreto- Que hace perdido por esta zona caballero? – hablo mientras se acercaba a el- Klett MacLeod a su servicio- se presento lo mas simple posible, no necesitaba las complicaciones extras que pudiesen tener su nombre o titulo, ya antes había tenido que lidiar con extorsionistas, secuestradores, bandidos… El hombre frente a ella le daba una sensación de seguridad, pero nunca se podía confiar en los hombres.
Se detuvo a solo un par de pasos de el sujeto, pensó en ser algo mas… dulce, pero seguro le saldría fatal, concentrada en pensando que actitud tomar hacia el extraño apenas se percato, de que no podía apartar la mirada de su rostro.
Klett W. McLeod- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 252
Fecha de inscripción : 28/03/2011
Localización : Ducado McLeod, Inglaterra.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Dio dos pasos al frente y alargó su mano con la intención de acercarse a la mujer y sacarla de ese enjambre de arácnidos pero ella se lo impidió haciéndole saber que no le provocaban ningún miedo. Tristán alzó ambas cejas, incapaz de comprender como una dama de aquella apariencia tan elegante pudiera sentir simpatía por esos bichos que la gente a menudo consideraba asquerosos y repugnantes, incluso peligrosos. La observó ponerse de pie y provocar que los insectos se dispersaran alrededor suyo, algunas se fueron, otras permanecieron, al final los bichos fueron lo que menos le importó al ilusionista, sobretodo después de saber que ella estaba ahí por gusto y no por accidente o casualidad. Tristán se percató de la forma en que la mujer lo miraba desde su posición, con los ojos grandes y azules clavados en su rostro deformado por la cicatriz; por supuesto que no era la primera vez que esa herida lograba sorprender e impactar a quien la observase, de hecho le pasaba cada vez con más frecuencia pero pese a que ya debiera estar acostumbrado cada día le molestaba más la forma en que lo miraban, como si fuera una verdadera bestia o un fenómeno digno de un circo.
La mujer se puso de pie y se acercó a él para finalmente presentarse, le hizo saber su nombre y el apellido le sonó familiar, en algún lado lo había escuchado, estaba seguro de eso, tal vez en alguna función ya que también ofrecía shows privados a la gente de sociedad y de la realeza, aunque era poco creíble que una dama con algún importante título estuviera en esa casucha desgastada, sentada en el polvo y rodeada de bichos, imposible. Tristán lo dudo pero obedeció a esos principios que le avían inculcado desde siempre y alargó su mano para estrechar la de Klett que no dejaba de verlo fijamente.
— No estaba perdido, o tal vez sí pero me perdí por decisión propia. Tal vez sólo intentaba alejarme de la gente que me mira en la calle sorprendida por esto. — Señaló la cicatriz en su rostro, de una manera amable había logrado lanzarle la indirecta a la mujer y pedirle que dejara de verlo de aquella manera. — Tristán Rêveur. — Se limitó a mencionar su nombre si ningún preámbulo que hiciera énfasis en su carrera como ilusionista, en ocasiones le cansaba el que la gente lo viera con admiración y lo tratara de manera “especial” sólo por ser famoso, a veces solamente quería ser como cualquier otra persona, alguien común y corriente, pasar desapercibido.
— ¿Qué hacía usted aquí y rodeada de todas esas arañas? Me ha asustado, creí que estaban atacándola o…lo sé suena estúpido pero me ha sorprendido. — Intentó desviar la conversación para no abordar la de la cicatriz, en el fondo guardaba la esperanza de que Klett dejara de mirarlo de esa manera, tan atenta a su herida, con ojos tan deslumbrados y con un brillo particular que le decía a Tristán que se moría de ganas por verla aún más de cerca o saber qué había sido exactamente lo que se la había provocado. No funcionó. — Es repugnante, ¿no es así? — Su voz era débil y melancólica, por primera vez en la vida no intentó comportarse irónico o sarcástico, era sincero y no tenía idea del por qué justamente se sinceraba con ella, una completa extraña. — Imagine lo que es tener que levantarse todos los días y verme al espejo, saber que jamás se ira. — Desvío la mirada, a lo lejos pudo ver como las arañas empezaban a irse.
La mujer se puso de pie y se acercó a él para finalmente presentarse, le hizo saber su nombre y el apellido le sonó familiar, en algún lado lo había escuchado, estaba seguro de eso, tal vez en alguna función ya que también ofrecía shows privados a la gente de sociedad y de la realeza, aunque era poco creíble que una dama con algún importante título estuviera en esa casucha desgastada, sentada en el polvo y rodeada de bichos, imposible. Tristán lo dudo pero obedeció a esos principios que le avían inculcado desde siempre y alargó su mano para estrechar la de Klett que no dejaba de verlo fijamente.
— No estaba perdido, o tal vez sí pero me perdí por decisión propia. Tal vez sólo intentaba alejarme de la gente que me mira en la calle sorprendida por esto. — Señaló la cicatriz en su rostro, de una manera amable había logrado lanzarle la indirecta a la mujer y pedirle que dejara de verlo de aquella manera. — Tristán Rêveur. — Se limitó a mencionar su nombre si ningún preámbulo que hiciera énfasis en su carrera como ilusionista, en ocasiones le cansaba el que la gente lo viera con admiración y lo tratara de manera “especial” sólo por ser famoso, a veces solamente quería ser como cualquier otra persona, alguien común y corriente, pasar desapercibido.
— ¿Qué hacía usted aquí y rodeada de todas esas arañas? Me ha asustado, creí que estaban atacándola o…lo sé suena estúpido pero me ha sorprendido. — Intentó desviar la conversación para no abordar la de la cicatriz, en el fondo guardaba la esperanza de que Klett dejara de mirarlo de esa manera, tan atenta a su herida, con ojos tan deslumbrados y con un brillo particular que le decía a Tristán que se moría de ganas por verla aún más de cerca o saber qué había sido exactamente lo que se la había provocado. No funcionó. — Es repugnante, ¿no es así? — Su voz era débil y melancólica, por primera vez en la vida no intentó comportarse irónico o sarcástico, era sincero y no tenía idea del por qué justamente se sinceraba con ella, una completa extraña. — Imagine lo que es tener que levantarse todos los días y verme al espejo, saber que jamás se ira. — Desvío la mirada, a lo lejos pudo ver como las arañas empezaban a irse.
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 133
Fecha de inscripción : 19/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Ella parpadeo un par de veces, percatándose de que lo había estado viendo…bien parecía que a el le incomodaba que lo observasen.
-debo decir que no esperaba que le incomodara- cambiando la mirada de la cicatriz a sus ojos- dado que no la cubre, me preguntaba si no le molestaba- su mirada se movió por su rostro entero, observado todo, era difícil no notarlo con el tamaño de aquellos ojos- estas tierras son privadas pero a nadie le molestara que camine por aquí- le tendió la mano, esperando que la besara, con aquella ensayada actitud distante, completamente contrarrestante a la atención que mostraba su rostro. La sensación seguía ahí, quería tocar ese rostro, las puntas de los dedos le comían y dado lo que había dicho acerca de la incomodidad sobre la atención en ella no estaba segura de que el otro le causase gracia… pero desde cuando a ella le interesaba crear relaciones? Después de todo lo único cercano a un amigo era aquel vampiro errante e Isley, no había nadie mas en su vida, podía entender que ella misma se lo había buscado. No era algo que le importase mucho así que… para que la precaución?
Ladeo el rostro, busco las palabras… no quería malos entendidos, depende de la forma en que dijera las cosas podría evitar un embarazoso momento- Se que es usted un extraño… y que lo que voy a decir puede parecerle sumamente raro, molesto o incomodo, pero no acostumbro contenerme. Antes que nada debo decirle que estoy comprometida, seriamente comprometida por lo que no tiene que asustarse por lo que voy a decir… el asunto es, no puedo dejar de mirar su rostro, puede creerme o no pero lo encuentro extremadamente atractivo, me dejaría tocarle?- a ella le repugnaba su imagen, odiaba ver sus cicatrices dibujar telarañas en sus piernas, deformarlas hasta ser una masa desagradable, pero la cicatriz en la mejilla de aquel hombre le causaba contrariamente una fascinación completamente opuesta. Las suyas le repugnaban, las de el le fascinaban… esperaba que en cualquier momento la envidia la corroyera pero no sucedió.
Posiblemente podría cortar el rostro de isley mientras dormía… se vería perfecto con una cicatriz… un momento no! Su matrimonio era falso así que mejor ni encariñarse con su prometido, es decir no mas…
-debo decir que no esperaba que le incomodara- cambiando la mirada de la cicatriz a sus ojos- dado que no la cubre, me preguntaba si no le molestaba- su mirada se movió por su rostro entero, observado todo, era difícil no notarlo con el tamaño de aquellos ojos- estas tierras son privadas pero a nadie le molestara que camine por aquí- le tendió la mano, esperando que la besara, con aquella ensayada actitud distante, completamente contrarrestante a la atención que mostraba su rostro. La sensación seguía ahí, quería tocar ese rostro, las puntas de los dedos le comían y dado lo que había dicho acerca de la incomodidad sobre la atención en ella no estaba segura de que el otro le causase gracia… pero desde cuando a ella le interesaba crear relaciones? Después de todo lo único cercano a un amigo era aquel vampiro errante e Isley, no había nadie mas en su vida, podía entender que ella misma se lo había buscado. No era algo que le importase mucho así que… para que la precaución?
Ladeo el rostro, busco las palabras… no quería malos entendidos, depende de la forma en que dijera las cosas podría evitar un embarazoso momento- Se que es usted un extraño… y que lo que voy a decir puede parecerle sumamente raro, molesto o incomodo, pero no acostumbro contenerme. Antes que nada debo decirle que estoy comprometida, seriamente comprometida por lo que no tiene que asustarse por lo que voy a decir… el asunto es, no puedo dejar de mirar su rostro, puede creerme o no pero lo encuentro extremadamente atractivo, me dejaría tocarle?- a ella le repugnaba su imagen, odiaba ver sus cicatrices dibujar telarañas en sus piernas, deformarlas hasta ser una masa desagradable, pero la cicatriz en la mejilla de aquel hombre le causaba contrariamente una fascinación completamente opuesta. Las suyas le repugnaban, las de el le fascinaban… esperaba que en cualquier momento la envidia la corroyera pero no sucedió.
Posiblemente podría cortar el rostro de isley mientras dormía… se vería perfecto con una cicatriz… un momento no! Su matrimonio era falso así que mejor ni encariñarse con su prometido, es decir no mas…
Klett W. McLeod- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 252
Fecha de inscripción : 28/03/2011
Localización : Ducado McLeod, Inglaterra.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Tristán tomó la mano de la mujer y la besó con delicadeza, como solían hacer todos aquellos que se hacían llamar caballeros en esos tiempos. El besar la mano de una mujer podía significar muchas cosas, pero no había duda de que para Tristán había sido tan sólo un acto de amabilidad y un signo de respeto hacia la que consideraba una dama, así, sin conocerla y saber que historia había detrás. Notó como las mejillas de la bella mujer se encendían cuando él le confesaba el diario pesar que aquella herida le provocaba, en el fondo, muy en el fondo no entendía porque había dicho eso. Quiso retractarse o en su defecto cambiar el tema a uno menos bochornoso que no dejara a simple vista su poca alegría por la vida, pero fue tarde, ella lo abordó con una petición fuera de lo común.
Si la intención de Klett había sido el sorprenderlo, lo había logrado y con creces. Lo había dejado perplejo en realidad, incapaz de moverse o hablar por algunos momentos. No sabía qué decir, no sabía si quedarse o salir corriendo, tan sólo podía sentir como su cuerpo se calentaba de puro bochorno. Por un momento se sintió ofendido como siempre hacía cada ve que alguien hacía algún comentario acerca de la ya famosa cicatriz, pero se relajó cuando mentalmente volvió a repetirse aquellas palabras. Entendió que por más extraño que fuera lo que ella le estaba pidiendo, no lo hacía con mala intención, se le notaba en la mirada; esa mujer que no era alguien a quien él debiera temer o ver como a una enemiga. Tal vez, con un poco de suerte, ella podría llegar a ser esa amiga que tanta falta le hacía. Y si quería que así fuera, era hora de empezar a mostrar confianza…aunque le costara un mundo.
Sin decir una sola palabra, alargó su mano y tomó la de Klett, la acercó lentamente hasta su rostro y la posó sobre el sitio exacto donde aquella bestia había hecho más daño. Tristán cerró los ojos de manera inconsciente, aún se sentía avergonzado, nunca antes había dejado que alguien se acercara tanto, nunca siendo una extraña. Guío la mano de Klett por encima de toda la piel dañada para asegurarse de que ella pudiera sentir la textura y la magnitud de aquello que tanto daño emocional le provocaba. Tristán bajó su mano y dejó que Klett lo tocara a su entero gusto.
No abrió los ojos.
No se atrevía.
No hasta que ella dijera algo.
Si la intención de Klett había sido el sorprenderlo, lo había logrado y con creces. Lo había dejado perplejo en realidad, incapaz de moverse o hablar por algunos momentos. No sabía qué decir, no sabía si quedarse o salir corriendo, tan sólo podía sentir como su cuerpo se calentaba de puro bochorno. Por un momento se sintió ofendido como siempre hacía cada ve que alguien hacía algún comentario acerca de la ya famosa cicatriz, pero se relajó cuando mentalmente volvió a repetirse aquellas palabras. Entendió que por más extraño que fuera lo que ella le estaba pidiendo, no lo hacía con mala intención, se le notaba en la mirada; esa mujer que no era alguien a quien él debiera temer o ver como a una enemiga. Tal vez, con un poco de suerte, ella podría llegar a ser esa amiga que tanta falta le hacía. Y si quería que así fuera, era hora de empezar a mostrar confianza…aunque le costara un mundo.
Sin decir una sola palabra, alargó su mano y tomó la de Klett, la acercó lentamente hasta su rostro y la posó sobre el sitio exacto donde aquella bestia había hecho más daño. Tristán cerró los ojos de manera inconsciente, aún se sentía avergonzado, nunca antes había dejado que alguien se acercara tanto, nunca siendo una extraña. Guío la mano de Klett por encima de toda la piel dañada para asegurarse de que ella pudiera sentir la textura y la magnitud de aquello que tanto daño emocional le provocaba. Tristán bajó su mano y dejó que Klett lo tocara a su entero gusto.
No abrió los ojos.
No se atrevía.
No hasta que ella dijera algo.
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 133
Fecha de inscripción : 19/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Un golpe de emoción le inundo el cuerpo cuando el hombre tomo sus manos acercándolas a la cicatriz en su rostro, paso los dedos y el encaje fino le permitió sentir la irregularidad en la piel, con cuidado se deshizo de sus guantes y pasó los dedos desnudos por el rostro perfecto solo delineado con aquella marca. Que era lo que aquel defecto representaba para el joven? Podía ver como sus ojos se mantenían cerrados y su expresión se sentía algo tensa, lo observo a placer, desde el nacimiento del cabello hasta el fin de la piel mancillada, acaricio despacio y aparto un poco los dedos, pero no retirándolos por completo.
-tengo la impresión de que debería sentir envidia, pero no la siento, supongo que en el fondo aun tengo algo en el pecho de eso que llaman corazón…- hablo, el se veía incomodo. Ella no solía hablar con las personas ni acercarse a ellas, en mas de una ocasión había visto gente acercarse con las mejores aparentes intenciones solo con el propósito de saber algo de ella, de obtener alguna clase de beneficio. Muchos creían que la dama solitaria solo necesitaba algo de cariño y comprensión para caer rendida a los pies del donante de afecto. Sin embargo jamás había caído en ninguno de sus intentos, cada que alguien se le acercaba podía ver las expresiones del hombre que había dicho amarla, podía ver la doble intención en sus ojos, incluso el mismo tipo de hipócrita sonrisa… nada de eso había en el hombre frente a ella, no estaba el brillo de reconocimiento en los ojos, ni la falsa actitud de desinterés, no había en el la hipocresía del interés ni el meloso y disimulado afecto o atracción- Odio las cicatrices- comento pasando los dedos por la mejilla dañada- me recuerdan a las que cubren todas mis piernas… me tiene fascinada lo mucho, que me gusta la suya. Me pregunto si por ser usted barón mi perspectiva de lo que hace en su piel y en la mía es diferente…
Aparto por fin los dedos del rostro ajeno y tomo aire soltándolo despacio, con la mirada en el rostro del otro- creo que no siento envidia por que por mucho que mi impresión sea diferente, eso no cambia lo que usted pueda sentir por ella- miro el suelo, buscando el par de guantes olvidados y se agacho despacio por ellos, con la acostumbrada expresión imperturbable y ligeramente incomoda, pararse, sentarse y agacharse siempre eran tareas incomodas pues las cicatrices que cubrían sus piernas se jalaban tensando sus músculos a veces de formas que causaban ligeros dolores.
-tengo la impresión de que debería sentir envidia, pero no la siento, supongo que en el fondo aun tengo algo en el pecho de eso que llaman corazón…- hablo, el se veía incomodo. Ella no solía hablar con las personas ni acercarse a ellas, en mas de una ocasión había visto gente acercarse con las mejores aparentes intenciones solo con el propósito de saber algo de ella, de obtener alguna clase de beneficio. Muchos creían que la dama solitaria solo necesitaba algo de cariño y comprensión para caer rendida a los pies del donante de afecto. Sin embargo jamás había caído en ninguno de sus intentos, cada que alguien se le acercaba podía ver las expresiones del hombre que había dicho amarla, podía ver la doble intención en sus ojos, incluso el mismo tipo de hipócrita sonrisa… nada de eso había en el hombre frente a ella, no estaba el brillo de reconocimiento en los ojos, ni la falsa actitud de desinterés, no había en el la hipocresía del interés ni el meloso y disimulado afecto o atracción- Odio las cicatrices- comento pasando los dedos por la mejilla dañada- me recuerdan a las que cubren todas mis piernas… me tiene fascinada lo mucho, que me gusta la suya. Me pregunto si por ser usted barón mi perspectiva de lo que hace en su piel y en la mía es diferente…
Aparto por fin los dedos del rostro ajeno y tomo aire soltándolo despacio, con la mirada en el rostro del otro- creo que no siento envidia por que por mucho que mi impresión sea diferente, eso no cambia lo que usted pueda sentir por ella- miro el suelo, buscando el par de guantes olvidados y se agacho despacio por ellos, con la acostumbrada expresión imperturbable y ligeramente incomoda, pararse, sentarse y agacharse siempre eran tareas incomodas pues las cicatrices que cubrían sus piernas se jalaban tensando sus músculos a veces de formas que causaban ligeros dolores.
Klett W. McLeod- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 252
Fecha de inscripción : 28/03/2011
Localización : Ducado McLeod, Inglaterra.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Abrió los ojos y, para su sorpresa, se encontró frente a una mujer que lo miraba de la manera más natural posible. En ningún momento el Ilusionista pudo distinguir un atisbo de asco o de sorpresa en esos ojos grandes y claros que le de devolvían la mirada. Tal cosa lo desarmó, lo tomó completamente desprevenido y, una vez más, se quedó sin habla. Tristán no estaba acostumbrado a que las personas vieran como algo fascinante la horrible huella que el lobo que lo había atacado años atrás le había dejado como parte de su maldición, tal cosa le resultaba inconcebible y, por causas lógicas, empezó a dudar de la salud mental que la mujer poseía. Se quedó mirándole en silencio, mientras intentaba comprenderla. Desvió la mirada y su boca se curvó en una especie de sonrisa, una llena de incomodidad por lo extraño que se había tornado el momento. Se acomodó el sobrero y dio un paso hacia un lado, un breve momento que aprovechó para despabilarse. Finalmente decidió confesarse.
— Esta cicatriz me destruyó la vida, mi señora. Es por eso que no puedo verla como algo más, excepto mi más grande desgracia. — Comenzó a decir, haciendo uso de su tono de voz más neutro y así fingir que había empezado a restar importancia a lo que decía, aunque sus palabras dejaran claro que los sucesos lo seguían aquejando. — Fui atacado por un animal enorme que falló en su objetivo y me dejó así. Desde entonces… — Hizo una pausa y por un momento sintió el impulso de revelarle su secreto. Le bastaron unos segundos para autoconvencerse en silencio de que nada serviría contarle esa parte, que ella jamás lo comprendería. — …desde entonces mi vida no volvió a ser la misma, si debo admitirlo. Me temo que esta que usted ve y ha sentido, es la menos dolorosa de todas mis cicatrices; las demás no están a la vista, pero oh, puedo asegurarle que nunca lograrán cerrar del todo. — En ese instante no fue consciente de la gran cantidad de información que estaba dando a una completa desconocida, pero tal cosa no lo hizo sentir mal. Hasta un hombre como él era merecedor de una amistad sincera, y qué mejor candidata para ello que una mujer que vivía en carne propia la desgracia de estar marcada de por vida. Sintió el deseo de conocer más sobre su vida, de sentirse todavía más comprendido.
— ¿Cómo es que adquirió las cicatrices en sus piernas?, de las que me ha hablado ¿Cuál es su historia? — Cuestionó sin pensárselo demasiado. Quizá en el fondo ya se sentía merecedor de tal confianza, por haberse atrevido a contarle sobre sus penas, cosa que, en realidad, no solía hablar con casi nadie. — Disculpe si soy indiscreto, pero de pronto me ha asaltado una curiosidad extrema. Por supuesto que si su historia es tan desafortunadaza como la mía, estaría en todo su derecho en no querer compartirla. — Comentó con un tono amable, pero únicamente por no parecer demasiado entrometido y por respeto, después de todo, ella no le había cuestionado su historia, se la había contado por decisión propia. — ¿Le parece bien, señorita McLeod, si andamos mientras lo decide? Necesito estirar las piernas y despejar la mente, y disfrutar de los paisajes que Londres ofrece me parece una buena opción para lograr ambas cosas. — Le ofreció el brazo para escoltarla y juntos comenzaron a andar como si realmente se tratara ya de dos íntimos amigos. Ver a Tristán Rêveur con un semblante tan relajado como el que estaba mostrando en compañía de Klett, era algo admirable y que, en definitiva, no ocurría a menudo.
— Esta cicatriz me destruyó la vida, mi señora. Es por eso que no puedo verla como algo más, excepto mi más grande desgracia. — Comenzó a decir, haciendo uso de su tono de voz más neutro y así fingir que había empezado a restar importancia a lo que decía, aunque sus palabras dejaran claro que los sucesos lo seguían aquejando. — Fui atacado por un animal enorme que falló en su objetivo y me dejó así. Desde entonces… — Hizo una pausa y por un momento sintió el impulso de revelarle su secreto. Le bastaron unos segundos para autoconvencerse en silencio de que nada serviría contarle esa parte, que ella jamás lo comprendería. — …desde entonces mi vida no volvió a ser la misma, si debo admitirlo. Me temo que esta que usted ve y ha sentido, es la menos dolorosa de todas mis cicatrices; las demás no están a la vista, pero oh, puedo asegurarle que nunca lograrán cerrar del todo. — En ese instante no fue consciente de la gran cantidad de información que estaba dando a una completa desconocida, pero tal cosa no lo hizo sentir mal. Hasta un hombre como él era merecedor de una amistad sincera, y qué mejor candidata para ello que una mujer que vivía en carne propia la desgracia de estar marcada de por vida. Sintió el deseo de conocer más sobre su vida, de sentirse todavía más comprendido.
— ¿Cómo es que adquirió las cicatrices en sus piernas?, de las que me ha hablado ¿Cuál es su historia? — Cuestionó sin pensárselo demasiado. Quizá en el fondo ya se sentía merecedor de tal confianza, por haberse atrevido a contarle sobre sus penas, cosa que, en realidad, no solía hablar con casi nadie. — Disculpe si soy indiscreto, pero de pronto me ha asaltado una curiosidad extrema. Por supuesto que si su historia es tan desafortunadaza como la mía, estaría en todo su derecho en no querer compartirla. — Comentó con un tono amable, pero únicamente por no parecer demasiado entrometido y por respeto, después de todo, ella no le había cuestionado su historia, se la había contado por decisión propia. — ¿Le parece bien, señorita McLeod, si andamos mientras lo decide? Necesito estirar las piernas y despejar la mente, y disfrutar de los paisajes que Londres ofrece me parece una buena opción para lograr ambas cosas. — Le ofreció el brazo para escoltarla y juntos comenzaron a andar como si realmente se tratara ya de dos íntimos amigos. Ver a Tristán Rêveur con un semblante tan relajado como el que estaba mostrando en compañía de Klett, era algo admirable y que, en definitiva, no ocurría a menudo.
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 133
Fecha de inscripción : 19/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Escucho en silencio sus palabras y el asomo de una sonrisa se dibujó en sus labios cuan atormentado podía estar aquel hombre? Escucharle no hacía que su pasado fuese menos doloroso pero de alguna forma le hacía sentir como una chiquilla malcriada, fue como si en un momento alguien dijese en su cara “deja de victimizarte pequeña cobarde” y bajo la mirada no con vergüenza más si con cierta conciencia como si pensare en el hecho. La sinceridad del hombre la abrumo y sus palabras la dejaron en silencio.
-no debería ser usted quien hablase de rarezas cuando he sido yo quien ha solicitado tocar su rostro hace apenas unos momentos- el tono de Klett era plano pero sin la usual frialdad ni el toque despectivo del que impregnaba cada vez a sus palabras, posiblemente porque había encontrado a aquel hombre en un momento vulnerable, quizás porque sentía que podía verse a través de el y quizás soñar con que el hombre que había inundado sus pensamientos pudiese si bien no sentir gusto por su cicatrices quizás algún día… poder verlas sin asco ni desprecio, el solo pensamiento ensombreció su corazón y tomo una bocanada de aire mientras enroscaba su brazo con el ajeno regalándole una sonrisa dolorosa pero cálida, posiblemente la más cálida que pudiese dibujar en su hermoso rostro porque venía directo de su corazón sangrante.
-yo casi me atrevo a decir que lo comprendo, pero es difícil cuando he tenido una vida tan buena- al decirlo sus ojos buscaron el cielo a través de las hojas de los árboles, buscando un punto que observar un punto tan lejos como para perderse en el- fui hija única de un buen matrimonio, tuve buenos y maravillosos padres que me criaron con afecto y buenos principios, tuve gente que me amo con infinito candor pero también había gente que no quería a mis padres o eso parece, nunca averiguaron quien pero alguien entro a nuestro hogar una noche y lo incendio todo, mis padres murieron en el incendio y a mi alguien logro sacarme pero para cuando lo hicieron toda mi piel desde las caderas hasta cerca de los tobillos estaba quemada deforme de una manera tan horrible que creyeron que no sobreviviría, inesperadamente lo hice pero…
Frunció el ceño sin saber que decir “pero las cicatrices son tan horribles que hubiese deseado morir” como podría decir algo tan frívolo frente a alguien que vivía con una marca surcando su rostro, sin oportunidad de esconderla, ella había sufrido un desengaño, un hombre había roto su corazón pero no era la primera a la que le pasaba ni sería la última, había perdido a sus padres pero su abuelo le había intentado dar todo el amor que estos le hubiesen dado de sobrevivir. Si había crecido sola había sido por su propio gusto y su propia amargura, nunca había abierto su vida a nadie con la excusa de los hipócritas y trepadores pero ella misma jamás había buscado al único al que había amado como un hermano, al joven que había arriesgado la vida para sacarla de aquella llamas, ella misma jamás se había preocupados siquiera por lograr decirle gracias.
Tomo aire y la sonrisa dolorosa volvió a dibujarse en su rostro- ahora mismo… me siento bastante tonta e infeliz a la vez, yo soy la que ha dicho que me fascinaba su rostro y lo atractivo que me parecía pero no puedo aceptar mis cicatrices propias y mucho menos imaginar que alguien más lo haga… lo deseo tanto… pero ni siquiera puedo creerlo.-La voz se le ahogo un poco pero carraspeo recuperando la compostura, siempre había pensado que las mujeres que lloraban frente a un hombre no buscaban más que compasión, lastima y buenos tratos ya estaba lo bastante mal consigo misma como para agregarse aquel reproche-creo que también tengo heridas en mí que no puedo cerrar pero en mi caso, temo que las hice yo misma.
-no debería ser usted quien hablase de rarezas cuando he sido yo quien ha solicitado tocar su rostro hace apenas unos momentos- el tono de Klett era plano pero sin la usual frialdad ni el toque despectivo del que impregnaba cada vez a sus palabras, posiblemente porque había encontrado a aquel hombre en un momento vulnerable, quizás porque sentía que podía verse a través de el y quizás soñar con que el hombre que había inundado sus pensamientos pudiese si bien no sentir gusto por su cicatrices quizás algún día… poder verlas sin asco ni desprecio, el solo pensamiento ensombreció su corazón y tomo una bocanada de aire mientras enroscaba su brazo con el ajeno regalándole una sonrisa dolorosa pero cálida, posiblemente la más cálida que pudiese dibujar en su hermoso rostro porque venía directo de su corazón sangrante.
-yo casi me atrevo a decir que lo comprendo, pero es difícil cuando he tenido una vida tan buena- al decirlo sus ojos buscaron el cielo a través de las hojas de los árboles, buscando un punto que observar un punto tan lejos como para perderse en el- fui hija única de un buen matrimonio, tuve buenos y maravillosos padres que me criaron con afecto y buenos principios, tuve gente que me amo con infinito candor pero también había gente que no quería a mis padres o eso parece, nunca averiguaron quien pero alguien entro a nuestro hogar una noche y lo incendio todo, mis padres murieron en el incendio y a mi alguien logro sacarme pero para cuando lo hicieron toda mi piel desde las caderas hasta cerca de los tobillos estaba quemada deforme de una manera tan horrible que creyeron que no sobreviviría, inesperadamente lo hice pero…
Frunció el ceño sin saber que decir “pero las cicatrices son tan horribles que hubiese deseado morir” como podría decir algo tan frívolo frente a alguien que vivía con una marca surcando su rostro, sin oportunidad de esconderla, ella había sufrido un desengaño, un hombre había roto su corazón pero no era la primera a la que le pasaba ni sería la última, había perdido a sus padres pero su abuelo le había intentado dar todo el amor que estos le hubiesen dado de sobrevivir. Si había crecido sola había sido por su propio gusto y su propia amargura, nunca había abierto su vida a nadie con la excusa de los hipócritas y trepadores pero ella misma jamás había buscado al único al que había amado como un hermano, al joven que había arriesgado la vida para sacarla de aquella llamas, ella misma jamás se había preocupados siquiera por lograr decirle gracias.
Tomo aire y la sonrisa dolorosa volvió a dibujarse en su rostro- ahora mismo… me siento bastante tonta e infeliz a la vez, yo soy la que ha dicho que me fascinaba su rostro y lo atractivo que me parecía pero no puedo aceptar mis cicatrices propias y mucho menos imaginar que alguien más lo haga… lo deseo tanto… pero ni siquiera puedo creerlo.-La voz se le ahogo un poco pero carraspeo recuperando la compostura, siempre había pensado que las mujeres que lloraban frente a un hombre no buscaban más que compasión, lastima y buenos tratos ya estaba lo bastante mal consigo misma como para agregarse aquel reproche-creo que también tengo heridas en mí que no puedo cerrar pero en mi caso, temo que las hice yo misma.
Klett W. McLeod- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 252
Fecha de inscripción : 28/03/2011
Localización : Ducado McLeod, Inglaterra.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Poco tiempo pasó hasta que la mujer decidió tomar el ejemplo del Ilusionista y decidió sincerarse. Confesó sus desgracias, o mejor dicho, la peor de ellas, la cual irónicamente se parecía bastante a la propia historia de Tristán. Ambos habían sufrido un accidente; ambos habían perdido a seres amados; ambos tenían que vivir el resto de sus vidas con marcas en su cuerpo que no eran más que un vivo recordatorio de los terribles días que habían vivido, que revivían, cada vez con más intensidad, la devastante tristeza que les habían acarreado dichos hechos y que posiblemente jamás olvidarían del todo.
Tristán aminoró su paso cuando escuchó la manera en la que había muerto la familia de su acompañante. Se imaginó, con horror, la angustia que todos ellos habían sentido al verse atrapados entre las llamas; la sorpresa que debió causarles despertarse en medio de un infierno. Sin conocerla, sintió rabia por el acontecimiento y en silencio maldijo a los causantes del siniestro; pensó en que se debía tener muy poco corazón y carecer completamente de un alma para tomar represalias de esa magnitud contra una persona, contra varias de ellas. Fue tanta su indignación que, inconcientemente, había cesado su paso, quedándose de pie, hundido en sus propios pensamientos. Pestañeó unas cuantas veces, hasta que al fin su mente disipó las horribles escenas que acababa de recrear en su cabeza.
Miró a Klett y decidió que ella era una mujer muy afortunada al haber sobrevivido en el accidente, pero que también tenía serias razones para sentirse la más desdichada del mundo porque era lógico que ella se sintiera culpable, aún sin serlo. Comprendió también por qué había encontrado a la mujer en medio de esa casa hecha ruinas; supo que esa debía ser la casa que había pertenecido a su familia, en la que habían perecido cada uno de ellos y que lo más probable era que Klett había acudido a ella en busca de consuelo, encontrándose, irónicamente, con todavía más tormento para su alma. Pero no dijo nada al respecto, le parecía demasiado horrible como para cuestionarla al respecto. Sintió la boca seca y las palabras tardaron en salir.
— Lamento mucho saber lo de su familia… es horrible, en verdad. No puedo ni siquiera llegar a imaginarme lo que habrá sido vivirlo. — Estuvo consciente de la cantidad de veces que ella debía haber escuchado esa trillada frase, pero el realmente lo sentía. — Sin duda es usted una mujer muy valiente y le agradezco su sinceridad, Klett. Sé que no es fácil hablar de cosas como estas, pero es probable que nuestra repentina franqueza nos lleve a hacer de este encuentro fortuito una buena amistad, me gustaría que así fuera. — Confesó mientras retomaba el paso, afianzando aún más su brazo al ajeno en un gesto de gratitud y comprensión. Cambiar el rumbo de la conversación para no adentrarse demasiado en desgracias le pareció una buena idea.
— Sé que es repentino que lo diga, pero me vendría bien una amistad como la suya. Los sucesos en mi vida me han vuelto un hombre... ermitaño que ha perdido a cada una de sus amistades, y ya saben, dicen que la soledad no trae nada bueno a nadie. — Ladeó la cabeza y sonrió con complicidad; algo le hacía sospechar que Madame McLeod tampoco era una mujer muy sociable, tal vez esa era la maldición de los que poseen marcas en el cuerpo. — ¿Reside usted aquí, en Inglaterra? Yo vivo en Francia, en París para ser preciso. Me dedico al ilusionismo, viajo alrededor del mundo bastante seguido porque mi profesión así me lo exige, por lo cual el vivir en distintos países no sería un inconveniente porque seguramente visitaría el suyo cuando menos lo espere. Me encantaría invitarle alguna vez a una de mis funciones. ¿Qué le parece? ¿Ha estado antes en una función de este tipo?
Tristán aminoró su paso cuando escuchó la manera en la que había muerto la familia de su acompañante. Se imaginó, con horror, la angustia que todos ellos habían sentido al verse atrapados entre las llamas; la sorpresa que debió causarles despertarse en medio de un infierno. Sin conocerla, sintió rabia por el acontecimiento y en silencio maldijo a los causantes del siniestro; pensó en que se debía tener muy poco corazón y carecer completamente de un alma para tomar represalias de esa magnitud contra una persona, contra varias de ellas. Fue tanta su indignación que, inconcientemente, había cesado su paso, quedándose de pie, hundido en sus propios pensamientos. Pestañeó unas cuantas veces, hasta que al fin su mente disipó las horribles escenas que acababa de recrear en su cabeza.
Miró a Klett y decidió que ella era una mujer muy afortunada al haber sobrevivido en el accidente, pero que también tenía serias razones para sentirse la más desdichada del mundo porque era lógico que ella se sintiera culpable, aún sin serlo. Comprendió también por qué había encontrado a la mujer en medio de esa casa hecha ruinas; supo que esa debía ser la casa que había pertenecido a su familia, en la que habían perecido cada uno de ellos y que lo más probable era que Klett había acudido a ella en busca de consuelo, encontrándose, irónicamente, con todavía más tormento para su alma. Pero no dijo nada al respecto, le parecía demasiado horrible como para cuestionarla al respecto. Sintió la boca seca y las palabras tardaron en salir.
— Lamento mucho saber lo de su familia… es horrible, en verdad. No puedo ni siquiera llegar a imaginarme lo que habrá sido vivirlo. — Estuvo consciente de la cantidad de veces que ella debía haber escuchado esa trillada frase, pero el realmente lo sentía. — Sin duda es usted una mujer muy valiente y le agradezco su sinceridad, Klett. Sé que no es fácil hablar de cosas como estas, pero es probable que nuestra repentina franqueza nos lleve a hacer de este encuentro fortuito una buena amistad, me gustaría que así fuera. — Confesó mientras retomaba el paso, afianzando aún más su brazo al ajeno en un gesto de gratitud y comprensión. Cambiar el rumbo de la conversación para no adentrarse demasiado en desgracias le pareció una buena idea.
— Sé que es repentino que lo diga, pero me vendría bien una amistad como la suya. Los sucesos en mi vida me han vuelto un hombre... ermitaño que ha perdido a cada una de sus amistades, y ya saben, dicen que la soledad no trae nada bueno a nadie. — Ladeó la cabeza y sonrió con complicidad; algo le hacía sospechar que Madame McLeod tampoco era una mujer muy sociable, tal vez esa era la maldición de los que poseen marcas en el cuerpo. — ¿Reside usted aquí, en Inglaterra? Yo vivo en Francia, en París para ser preciso. Me dedico al ilusionismo, viajo alrededor del mundo bastante seguido porque mi profesión así me lo exige, por lo cual el vivir en distintos países no sería un inconveniente porque seguramente visitaría el suyo cuando menos lo espere. Me encantaría invitarle alguna vez a una de mis funciones. ¿Qué le parece? ¿Ha estado antes en una función de este tipo?
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 133
Fecha de inscripción : 19/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
Mantenía la mirada baja mientras le escuchaba, viendo el suelo que sus pies prontamente pisarían como un mero acto de rutina que en realidad no lo era, ella siempre caminaba con la frente en alto y la vista jamás en el suelo. Solo la repentina comodidad con el extraño le hacían mantenerse distraída y confiada. Ciertamente después del suceso que había tenido con su ultimo pretendiente hacía ya tantos años no había podido dar verdadera confianza a nadie ni siquiera a desconocidos a pesar de que el anonimato a veces daba cobijo a incitaba a desinhibirse, ella no había caído jamás en la tentación, debían ser las cicatrices en el rostro del joven las que le hacían bajar la guardia de aquella manera, tal vez el lugar en el que se habían encontrado como si el cielo le hubiese mandado un acompañante que aminorara su angustia. Quizás era simplemente el efecto de los sentimientos confusos e intensos por Is que la tenían completamente desubicada.
-tampoco soy buena socializando en mi caso puedo decir que me lo he ganado- Se quedó callada y observo a Tristan varios segundos, como preguntándose si realmente podía hablarle con tanta franqueza, preguntándose como en tantas otras ocasiones si no sería el alguien esperando el momento justo para traicionarla. La desconfianza era algo difícil de superar después de tantos años permitiendo que la acompañara. El rostro de Is apareció en su mente y se dijo que debía comenzar a arriesgarse, a vivir- no mucho después de que mis padres murieran conocía a alguien que me traiciono, era yo muy joven y supongo que no pude superarlo adecuadamente, comencé a creer que todo el mundo sentía lastima por mi, veía la pena en cada rostro y esperaba una traición de cada persona que conocía, comencé a tratar fríamente a todo aquel que me rodeaba hasta que logre que realmente nadie deseare acercarse a mi por gusto. Al menos así sabía que quien se me acercaba era por mera conveniencia. Resido en Inglaterra, de la misma forma en que lo hicieron mis padre y antes de ellos mis abuelos y los abuelos de estos- ya que estaban sincerándose entonces era mejor hablar con la verdad y sin temores, debía recordar “no es malo confiar, solo debe tenerse cuidado en quien se confía dos veces”- Soy la Duquesa McLeod, señora del ducado McLeod y única heredera de la familia, solo tengo a mi abuelo con vida y si conservo mi título y mi posición aun a pesar de ser mujer es por mi abuelo, no podría usted contar la cantidad de hombres que soportan mis malas maneras y alaban mi inigualable belleza con la mira puesta en mi “dote” – se dio cuenta que en pos de explicarle su origen se había extendido y se sonrió avergonzada, pero al mismo tiempo gozosa de notar que nuevamente las emociones acudían a ella con naturalidad-perdone me he perdido en mis propias líneas. Si usted me ofrece su amistad estaría encantada de poder esperar su pase por Inglaterra para su encuentro, en cuanto a la función… creo que he visto algo en algunas fiestas privadas pero la mayoría de las veces intento no prestar atención, temo que la fascinación o la diversión pudiesen dar entrada al acercamiento de cualquier trepador…- su tono se fue apagando- He sido muy cínica- negó para si misma y nuevamente sus ojos buscaron los de su acompañante, con una media sonrisa mostrado la propia lástima que sentía por si misma al evaluarse en retrospectiva- por lo que si, me encantaría poder presenciar una de sus funciones, un amigo tal vez sea lo que más necesito ahora en mi vida.
Una ráfaga de viento se coló entre las hojas de los aires, con fuerza apagada en su choque con el bosque y klett cerró los ojos unos segundos esperando un polvo que nunca llegaría, al abrirlos vio el bosque y frunció un poco el ceño al darse cuenta que le parecía mas verde que antes, el paisaje era más atrayente ahora y los arboles parecían más vivos. Intrigada por el cambio observo su alrededor soltándose del brazo de Tristán y de repente comenzó a sonreír, una sonrisa que se volvió una risilla fresca y nuevamente una simple sonrisa. El bosque no había cambiado en lo absoluto, solo que justo ahora recién le prestaba la debida atención- creo que había olvidado…lo que es sentirse feliz y tranquila- Mirando a Tristán se dio cuenta que se sentía tranquila, no desconfiaba del extraño a pesar de su entrañable actitud hacia los hombres, el no se parecía a Is por lo que no podía ser la comparación con el, pero no necesitaba tener un parecido físico para que pudiese sentir la misma honestidad y más que eso el mismo dolor que veía en el espejo cada día. Antes mientras le hablaba lo había sentido tensarse y verdaderamente sentir lo que le había contado, el había dicho “lamento mucho lo de su familia” y había podido sentir que realmente lo lamentaba porque conocía ese tipo de dolor- ere usted una buena persona creo que incluso yo lo se- aseguro de la nada.
-tampoco soy buena socializando en mi caso puedo decir que me lo he ganado- Se quedó callada y observo a Tristan varios segundos, como preguntándose si realmente podía hablarle con tanta franqueza, preguntándose como en tantas otras ocasiones si no sería el alguien esperando el momento justo para traicionarla. La desconfianza era algo difícil de superar después de tantos años permitiendo que la acompañara. El rostro de Is apareció en su mente y se dijo que debía comenzar a arriesgarse, a vivir- no mucho después de que mis padres murieran conocía a alguien que me traiciono, era yo muy joven y supongo que no pude superarlo adecuadamente, comencé a creer que todo el mundo sentía lastima por mi, veía la pena en cada rostro y esperaba una traición de cada persona que conocía, comencé a tratar fríamente a todo aquel que me rodeaba hasta que logre que realmente nadie deseare acercarse a mi por gusto. Al menos así sabía que quien se me acercaba era por mera conveniencia. Resido en Inglaterra, de la misma forma en que lo hicieron mis padre y antes de ellos mis abuelos y los abuelos de estos- ya que estaban sincerándose entonces era mejor hablar con la verdad y sin temores, debía recordar “no es malo confiar, solo debe tenerse cuidado en quien se confía dos veces”- Soy la Duquesa McLeod, señora del ducado McLeod y única heredera de la familia, solo tengo a mi abuelo con vida y si conservo mi título y mi posición aun a pesar de ser mujer es por mi abuelo, no podría usted contar la cantidad de hombres que soportan mis malas maneras y alaban mi inigualable belleza con la mira puesta en mi “dote” – se dio cuenta que en pos de explicarle su origen se había extendido y se sonrió avergonzada, pero al mismo tiempo gozosa de notar que nuevamente las emociones acudían a ella con naturalidad-perdone me he perdido en mis propias líneas. Si usted me ofrece su amistad estaría encantada de poder esperar su pase por Inglaterra para su encuentro, en cuanto a la función… creo que he visto algo en algunas fiestas privadas pero la mayoría de las veces intento no prestar atención, temo que la fascinación o la diversión pudiesen dar entrada al acercamiento de cualquier trepador…- su tono se fue apagando- He sido muy cínica- negó para si misma y nuevamente sus ojos buscaron los de su acompañante, con una media sonrisa mostrado la propia lástima que sentía por si misma al evaluarse en retrospectiva- por lo que si, me encantaría poder presenciar una de sus funciones, un amigo tal vez sea lo que más necesito ahora en mi vida.
Una ráfaga de viento se coló entre las hojas de los aires, con fuerza apagada en su choque con el bosque y klett cerró los ojos unos segundos esperando un polvo que nunca llegaría, al abrirlos vio el bosque y frunció un poco el ceño al darse cuenta que le parecía mas verde que antes, el paisaje era más atrayente ahora y los arboles parecían más vivos. Intrigada por el cambio observo su alrededor soltándose del brazo de Tristán y de repente comenzó a sonreír, una sonrisa que se volvió una risilla fresca y nuevamente una simple sonrisa. El bosque no había cambiado en lo absoluto, solo que justo ahora recién le prestaba la debida atención- creo que había olvidado…lo que es sentirse feliz y tranquila- Mirando a Tristán se dio cuenta que se sentía tranquila, no desconfiaba del extraño a pesar de su entrañable actitud hacia los hombres, el no se parecía a Is por lo que no podía ser la comparación con el, pero no necesitaba tener un parecido físico para que pudiese sentir la misma honestidad y más que eso el mismo dolor que veía en el espejo cada día. Antes mientras le hablaba lo había sentido tensarse y verdaderamente sentir lo que le había contado, el había dicho “lamento mucho lo de su familia” y había podido sentir que realmente lo lamentaba porque conocía ese tipo de dolor- ere usted una buena persona creo que incluso yo lo se- aseguro de la nada.
Klett W. McLeod- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 252
Fecha de inscripción : 28/03/2011
Localización : Ducado McLeod, Inglaterra.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Descontrol [privado]
—La historia me resulta tremendamente familiar… —comentó una vez que ella hubo terminado de relatar su triste vida.
Sí, era triste, tan triste como la suya, con diferentes matices, pero igual de inolvidables para cada uno. Él no podía imaginar el dolor que ella había sentido al haber perdido a su familia y al haber sido traicionada, eso era cierto, pero ella tampoco tenía idea de lo que significaba perder al ser amado, a la mujer con la que él había soñado pasar el resto de sus ideas, mucho menos sabía lo que era despertar cada mañana y ver que la cicatriz en su rostro seguía allí, recordándole el día en que había sido maldito. Estaba seguro que si el le contaba sobre la maldición que había obtenido esa noche, durante el ataque de Rianne, su amiga, que también era una licántropo, ella terminaría por horrorizarse, y que él saldría ganando, obteniendo el premio al más desafortunado de los dos. Pero esa no era una competencia, no servía de nada sacar a colación algo tan desagradable. Prefirió gozar de la compañía de la Duquesa y se permitió vivir con ella esa tarde en la que ambos habían bajado un poco la guardia para permitirse conocerse.
—Yo también hago eso, suelo ser grosero con las personas. De algún modo pienso que si las ofendo o me muestro insolente, ellos creerán que no soy más que un desgraciado y desistirán de acercarse a mí. Y me ha dado resultado, debo decir. No tengo amigos, ni pareja. Estoy seguro de que mis propios padres se sienten aliviados de que haya dejado la casa porque hace bastante tiempo que no tenemos contacto —le confesó, y después sonrió como si nada de eso le afectara—. No puedo negar que esto me ha dado el alivio de no tener que lidiar con las personas, porque sí, lo confieso, ha sido tanto mi empecinamiento de mantenerme en soledad que ahora las personas me resultan molestas —añadió sin detenerse a pesar en que lo que acababa de decir podía ofenderla, hacerla sentir que ella también era indeseable—. Pero por su puesto que no lo digo por usted, usted es la persona más agradable que he conocido en mucho tiempo —le aseguró—. Justamente esta noche he de dar una función, me gustaría invitarla. Déme ese honor. Déjeme recompensar de ese modo un poco de la amabilidad y sinceridad que me ha brindado esta tarde —volvió a tomarle la mano y depositó en ella un beso amable y fraternal, como el caballero que era y que se empecinaba en esconder debajo de esa dura máscara de ser desagradable que mostraba a todo el mundo.
Sí, era triste, tan triste como la suya, con diferentes matices, pero igual de inolvidables para cada uno. Él no podía imaginar el dolor que ella había sentido al haber perdido a su familia y al haber sido traicionada, eso era cierto, pero ella tampoco tenía idea de lo que significaba perder al ser amado, a la mujer con la que él había soñado pasar el resto de sus ideas, mucho menos sabía lo que era despertar cada mañana y ver que la cicatriz en su rostro seguía allí, recordándole el día en que había sido maldito. Estaba seguro que si el le contaba sobre la maldición que había obtenido esa noche, durante el ataque de Rianne, su amiga, que también era una licántropo, ella terminaría por horrorizarse, y que él saldría ganando, obteniendo el premio al más desafortunado de los dos. Pero esa no era una competencia, no servía de nada sacar a colación algo tan desagradable. Prefirió gozar de la compañía de la Duquesa y se permitió vivir con ella esa tarde en la que ambos habían bajado un poco la guardia para permitirse conocerse.
—Yo también hago eso, suelo ser grosero con las personas. De algún modo pienso que si las ofendo o me muestro insolente, ellos creerán que no soy más que un desgraciado y desistirán de acercarse a mí. Y me ha dado resultado, debo decir. No tengo amigos, ni pareja. Estoy seguro de que mis propios padres se sienten aliviados de que haya dejado la casa porque hace bastante tiempo que no tenemos contacto —le confesó, y después sonrió como si nada de eso le afectara—. No puedo negar que esto me ha dado el alivio de no tener que lidiar con las personas, porque sí, lo confieso, ha sido tanto mi empecinamiento de mantenerme en soledad que ahora las personas me resultan molestas —añadió sin detenerse a pesar en que lo que acababa de decir podía ofenderla, hacerla sentir que ella también era indeseable—. Pero por su puesto que no lo digo por usted, usted es la persona más agradable que he conocido en mucho tiempo —le aseguró—. Justamente esta noche he de dar una función, me gustaría invitarla. Déme ese honor. Déjeme recompensar de ese modo un poco de la amabilidad y sinceridad que me ha brindado esta tarde —volvió a tomarle la mano y depositó en ella un beso amable y fraternal, como el caballero que era y que se empecinaba en esconder debajo de esa dura máscara de ser desagradable que mostraba a todo el mundo.
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 133
Fecha de inscripción : 19/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Where you go I go | Privado
» Descontrol [Keiji D'Albère]
» I could lie [Privado]
» Let me in. - Privado [+18]
» Too much, but never enough | Privado
» Descontrol [Keiji D'Albère]
» I could lie [Privado]
» Let me in. - Privado [+18]
» Too much, but never enough | Privado
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour