AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Let me in. - Privado [+18]
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Let me in. - Privado [+18]
La noche cayó sobre todo París, acompañada de un frío que hacía que deseases quedarte en casa a la luz de la lumbre hasta quedarte dormido. Me encontraba en mi despacho, revisando papeles que uno de mis contables me había pasado. Se trataba de los beneficios que estaba obteniendo la empresa tras que el comprador de la India hubiera abonado la cantidad que habíamos acordado por la seda y las perlas. Era una suma de mucho valor. Sonreí para mí. Todo estaba mejorando poco a poco. Acababa de comprarme una esclava Americana, estaba "acercándome" a Céline para intentar hacer que dejase a su prometido por alguien mucho mejor, Axel estaba estudiando en una campiña Francesa de prestigio... Y yo... Bueno, yo cada vez era y me sentía más poderoso en este mundo de riquezas. Marie estaría orgullosa de toda esta fortuna. Doblé la hoja por la mitad y la metí en el libro de cuentas. Mucho dinero que poder gastar en placeres, en invertirlo en otras cosas... Hoy tenía una inversión que esperaba resultase satisfactoria para mí.
Me levanté de la silla, apagué las luces de aceite que la iluminaban y cerré la puerta con llave, guardándola después en el bolsillo del pantalón. La casa estaba cálida y a penas se escuchaba ruidos en la planta baja. Mi servicio estaba próximo a acostarse y la esclava aún no había llegado. Llegaría mañana por la tarde, primero la había mandado al médico para una exploración exhaustiva de su cuerpo. No quería enfermedades en esta casa y menos que viniesen de alguien así. ¿Quién podía dejarse contagiar alguna enfermedad rara por su esclava? Sería toda una deshonra. Para celebrar todo esto, por la tarde había hablado con la Madamme de uno de los burdeles para que me enviase a una de sus chicas. Hoy no me apetecía recorrer las calles hasta llegar a uno. La experiencia con la señorita Nora me había gustado, pero necesitaba algo más. ¿Qué mejor que en mi propia casa? Esta noche, jugaba en casa.
En el salón, la chimenea estaba también encendida. En la mesa que había en el cetro, la que se utilizaba para tomar el té, había una botella de whisky y dos vasos. Me serví uno mientras esperaba a que llegase mi invitada. Desconocía la hora exacta de su llegada, pero ya había mandado a mi calesa a que fuese a por ella. Quería algo discreto, como siempre. Cèline se enfadaría aún más conmigo si se enteraba de que no solamente iba a los burdeles, si no que también, algunas veces, las traía a casa. Di un sorbo mientras esperaba relajado, aunque también estaba ansioso por conocer a la mujer que iba a poder disfrutar de una noche conmigo, pese a que solamente yo pudiera obtener placer de este encuentro.
Me levanté de la silla, apagué las luces de aceite que la iluminaban y cerré la puerta con llave, guardándola después en el bolsillo del pantalón. La casa estaba cálida y a penas se escuchaba ruidos en la planta baja. Mi servicio estaba próximo a acostarse y la esclava aún no había llegado. Llegaría mañana por la tarde, primero la había mandado al médico para una exploración exhaustiva de su cuerpo. No quería enfermedades en esta casa y menos que viniesen de alguien así. ¿Quién podía dejarse contagiar alguna enfermedad rara por su esclava? Sería toda una deshonra. Para celebrar todo esto, por la tarde había hablado con la Madamme de uno de los burdeles para que me enviase a una de sus chicas. Hoy no me apetecía recorrer las calles hasta llegar a uno. La experiencia con la señorita Nora me había gustado, pero necesitaba algo más. ¿Qué mejor que en mi propia casa? Esta noche, jugaba en casa.
En el salón, la chimenea estaba también encendida. En la mesa que había en el cetro, la que se utilizaba para tomar el té, había una botella de whisky y dos vasos. Me serví uno mientras esperaba a que llegase mi invitada. Desconocía la hora exacta de su llegada, pero ya había mandado a mi calesa a que fuese a por ella. Quería algo discreto, como siempre. Cèline se enfadaría aún más conmigo si se enteraba de que no solamente iba a los burdeles, si no que también, algunas veces, las traía a casa. Di un sorbo mientras esperaba relajado, aunque también estaba ansioso por conocer a la mujer que iba a poder disfrutar de una noche conmigo, pese a que solamente yo pudiera obtener placer de este encuentro.
Última edición por Rodolphe Dampierre el Vie Feb 10, 2017 5:54 am, editado 1 vez
Rodolphe Dampierre- Humano Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 21/10/2016
Re: Let me in. - Privado [+18]
Hacía ya un rato que la noche había llegado hasta París, las farolas iluminadas en las calles eran la prueba de ello en aquella fría noche de invierno. Mí mirada se posó por un instante ne la luna que se alzaba aquella noche, hermosa, etérea y resplandeciente en todo su esplendor. Era noche de luna llena, su luz bañaba la habitación en la que me encontraba pese a que ésta estaba iluminada por la luz de las velas, pero la luz nacarada de la luna consiguió filtrarse por la venta hasta dar en mí piel, confiriéndole un aspecto mucho más pálido de lo que en verdad solía ser. Lancé un suspiro y solté el pelo que llevaba recogido dejando que cayera por mí espalda cuan largo era, me envolví en la bata que llevaba y me dispuse a tomar una ducha, por fin había terminado y podría ir a casa. Me apetecía acurrucarme junto a Isis y leer un libro hasta que el sueño pudiera conmigo.
Fui a coger todas las cosas necesarias para el baño dejando que el agua primero se calentara un poco, así iría a casa con el cuerpo caliente del baño y no pasaría tanto frío. Ya tenía todo lo necesario para relajarme un rato antes de irme cuando unos golpes en la puerta me hicieron girar la cabeza hacia el lugar. Volví a ponerme la bata, que ya me había quitado, y me dirigí con paso lento hacia la puerta con la intriga de saber quién sería. Un cliente quedaba descartado puesto que yo ya había terminado, así que seguramente sería alguna de las chicas para pedirme cualquier cosa, o la misma Madam que habría subido para contarme alguno de sus chismes, que tanto le encantaban.
Al abrir la puerta pude encontrarme con el rostro de la Madam que parecía algo contrariada, me miró repasándome de arriba abajo y me aparté un poco para que pudiera entrar. Cerré la puerta tras su entrada y la miré en el centro del lugar, se sentó sobre la cama y enarqué una ceja al verla de esa forma. Algo había pasado para que subiera ella misma a la habitación. ¿Quizás una pelea con su actual amante? Me mordí el labio y la miré esperando a que hablara.
-Ay querida, sé que estabas a punto de irte –miró hacia el baño, donde tenía la bañera preparada y luego volvió mí vista a mí- Pero debo de pedirte un favor de última hora –me acerqué hasta ella con los brazos cruzados sobre el pecho.
-Dime, ¿ocurre algo? –Ella negó con la cabeza enseguida, restándole importancia.
-¡Oh, no! Bueno, la verdad es que sí pero se puede solucionar… espero que tú lo soluciones, al menos –rió levemente y luego lanzó un suspiro- Me temo que debes de atender a un cliente, es una petición personal que me han notificado esta tarde y ya tenía a quién mandar pero… -hizo una leve pausa- Me he enterado de que es alguien muy importante, ya sabes, de alta clase –asentí con la cabeza, ya sabía por dónde iban a ir los tiros ante aquello- Y de la única que realmente me fio… es de ti –se levantó para quedar delante de mí- Podría ser beneficioso para nosotros si el encuentro sale bien, es un hombre que está adquiriendo poder y eso es bueno para nosotras. Deberás de atenderlo en su casa –alcé una ceja ante aquello, no solía hacer aquel tipo de servicios- Pronto enviará a alguien para buscarte, te dejo para que te prepares –acarició mí brazo y se dirigió a la puerta, me miró antes de salir- Sé que podrás con esto, por eso te lo pido como favor –asentí con la cabeza y salió por la puerta. Suspiré, mis planes de tener una noche tranquila se habían visto truncados. Aproveché la bañera que estaba lista y me di un baño rápido con esas sales que olían tan bien, salí y cogí uno de los vestidos que tenía allí para ponerme.
Este era rojo y negro con un corsé que se ceñía entorno a mi pecho, me preparé de forma rápida y dejé mí pelo suelto que caía en rizos por mí espalda. Cogí un abrigo y bajé bajo donde la Madam me indicaba que un carruaje había pasado para recogerme. Nada más verlo me di cuenta de que si, era de alguien que debía de tener riqueza por cómo estaba de cuidado y de decorado, el cochero me ayudó a subir y se montó delante para comenzar con el viaje. Me llevó a la zona donde estaban todas las mansiones de París y me mordí el labio, ¿cómo sería aquel hombre? Era lo que más rondaba mí cabeza, a los pocos minutos se adentró por uno de los caminos que conducía a una de las mansiones y paró el coche frente a la entrada. Me ayudó a bajar de nuevo y me indicó que entrara dentro. Nada más entrar el calor de la casa fue lo primero que noté, miré a mí alrededor por si alguien salía a recibirme o me indicaba hacia donde tenía que ir.
Seguí andando observando el lugar hasta que llegué a una de las puertas, que era el salón, y me quedé en la entrada mirando la chimenea que estaba encendida y que era la que propiciaba el calor a toda la casa. Mí vista se fijó entonces en el hombre que había en el centro de la sala, junto a una mesa que llevaba una botella de alcohol y dos vasos, y que seguramente sería el cliente. Era un hombre mayor que rondaría quizás los cuarenta años, llevaba una barba poblada con alguna que otra cana que no le desfavorecía, sino que le hacía aparentar bastante serio, y unos ojos que me observaban.
-Buenas noches, señor –hice una leve reverencia con mí cabeza y dudé entre entrar o quedarme donde estaba puesto que él no me había dicho nada. Opté por quitarme el abrigo que llevaba puesto y que me estaba dando calor y lo dejé en uno de los sillones que había donde él estaba acercándome al lugar- Por esta noche seré suya, le complaceré en todo aquello que me pida.
Fui a coger todas las cosas necesarias para el baño dejando que el agua primero se calentara un poco, así iría a casa con el cuerpo caliente del baño y no pasaría tanto frío. Ya tenía todo lo necesario para relajarme un rato antes de irme cuando unos golpes en la puerta me hicieron girar la cabeza hacia el lugar. Volví a ponerme la bata, que ya me había quitado, y me dirigí con paso lento hacia la puerta con la intriga de saber quién sería. Un cliente quedaba descartado puesto que yo ya había terminado, así que seguramente sería alguna de las chicas para pedirme cualquier cosa, o la misma Madam que habría subido para contarme alguno de sus chismes, que tanto le encantaban.
Al abrir la puerta pude encontrarme con el rostro de la Madam que parecía algo contrariada, me miró repasándome de arriba abajo y me aparté un poco para que pudiera entrar. Cerré la puerta tras su entrada y la miré en el centro del lugar, se sentó sobre la cama y enarqué una ceja al verla de esa forma. Algo había pasado para que subiera ella misma a la habitación. ¿Quizás una pelea con su actual amante? Me mordí el labio y la miré esperando a que hablara.
-Ay querida, sé que estabas a punto de irte –miró hacia el baño, donde tenía la bañera preparada y luego volvió mí vista a mí- Pero debo de pedirte un favor de última hora –me acerqué hasta ella con los brazos cruzados sobre el pecho.
-Dime, ¿ocurre algo? –Ella negó con la cabeza enseguida, restándole importancia.
-¡Oh, no! Bueno, la verdad es que sí pero se puede solucionar… espero que tú lo soluciones, al menos –rió levemente y luego lanzó un suspiro- Me temo que debes de atender a un cliente, es una petición personal que me han notificado esta tarde y ya tenía a quién mandar pero… -hizo una leve pausa- Me he enterado de que es alguien muy importante, ya sabes, de alta clase –asentí con la cabeza, ya sabía por dónde iban a ir los tiros ante aquello- Y de la única que realmente me fio… es de ti –se levantó para quedar delante de mí- Podría ser beneficioso para nosotros si el encuentro sale bien, es un hombre que está adquiriendo poder y eso es bueno para nosotras. Deberás de atenderlo en su casa –alcé una ceja ante aquello, no solía hacer aquel tipo de servicios- Pronto enviará a alguien para buscarte, te dejo para que te prepares –acarició mí brazo y se dirigió a la puerta, me miró antes de salir- Sé que podrás con esto, por eso te lo pido como favor –asentí con la cabeza y salió por la puerta. Suspiré, mis planes de tener una noche tranquila se habían visto truncados. Aproveché la bañera que estaba lista y me di un baño rápido con esas sales que olían tan bien, salí y cogí uno de los vestidos que tenía allí para ponerme.
Este era rojo y negro con un corsé que se ceñía entorno a mi pecho, me preparé de forma rápida y dejé mí pelo suelto que caía en rizos por mí espalda. Cogí un abrigo y bajé bajo donde la Madam me indicaba que un carruaje había pasado para recogerme. Nada más verlo me di cuenta de que si, era de alguien que debía de tener riqueza por cómo estaba de cuidado y de decorado, el cochero me ayudó a subir y se montó delante para comenzar con el viaje. Me llevó a la zona donde estaban todas las mansiones de París y me mordí el labio, ¿cómo sería aquel hombre? Era lo que más rondaba mí cabeza, a los pocos minutos se adentró por uno de los caminos que conducía a una de las mansiones y paró el coche frente a la entrada. Me ayudó a bajar de nuevo y me indicó que entrara dentro. Nada más entrar el calor de la casa fue lo primero que noté, miré a mí alrededor por si alguien salía a recibirme o me indicaba hacia donde tenía que ir.
Seguí andando observando el lugar hasta que llegué a una de las puertas, que era el salón, y me quedé en la entrada mirando la chimenea que estaba encendida y que era la que propiciaba el calor a toda la casa. Mí vista se fijó entonces en el hombre que había en el centro de la sala, junto a una mesa que llevaba una botella de alcohol y dos vasos, y que seguramente sería el cliente. Era un hombre mayor que rondaría quizás los cuarenta años, llevaba una barba poblada con alguna que otra cana que no le desfavorecía, sino que le hacía aparentar bastante serio, y unos ojos que me observaban.
-Buenas noches, señor –hice una leve reverencia con mí cabeza y dudé entre entrar o quedarme donde estaba puesto que él no me había dicho nada. Opté por quitarme el abrigo que llevaba puesto y que me estaba dando calor y lo dejé en uno de los sillones que había donde él estaba acercándome al lugar- Por esta noche seré suya, le complaceré en todo aquello que me pida.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Let me in. - Privado [+18]
El vaso de whisky se me estaba empezando a terminar, aún quedaba solamente un dedo de contenido. Me lo estaba bebiendo despacio, con calma hasta que mi invitada llegase. Tenía curiosidad por ver que tipo de mujer me había enviado la Madamme. Esto era un caso excepcional y quería una mujer que llegase a la altura del caso. Me terminé lo poco que quedaba en el vaso y escuché unos pasos provenientes de la cocina, hasta que se pararon en el marco de la puerta de la entrada. Era Lourdes. -Señor. Me voy a acostar ya. Si necesita algo, puede despertarme.- Me limité a asentir. No iba a necesitar nada de ella esta noche. No era una mujer de mi interés. La vi desaparecer hasta la casa del servicio y continué esperando.
El relinchar de los caballos se escuchó hasta aquí dentro. Ya estaba aquí. Un sentimiento invadió mi cuerpo, era una curiosidad que hacía mucho que nadie despertaba en mí. ¿Cómo sería la muchacha? ¿Joven, madura? No le había dado muchas especificaciones, cualquier mujer me valía mientras no fuese de raza negra. Escuché sus pasos por el suelo de madera que cubría toda mi casa. Sonaba firme, segura de si misma. Llegó hasta entrar en el salón y pude verla. Morena, pelo largo, algo oscura de piel... Apreté la mandíbula. ¿Me había mandado a una inmigrante? Me lo iba a pasar muy bien, entonces. Por lo demás, tenía unas buenas curvas y unos buenos pechos. Me saludó con educación, como era de esperar y se quitó el abrigo. Aquí hacía mucho más calor que en la calle.
Una sonrisa pícara se posó en mi boca cuando dijo que esta noche iba a ser mía. Claro que iba a ser mía. Esta y todas las noches que pagase por ella. Me levanté del sofá y me acerqué a ella un poco. -Espero que así sea. En todo.- Remarqué claramente el todo para que se enterase que yo no era como aquellos clientes que quizás le preguntasen por lo que le gustaba a ella o lo que no. Me giré por si se había percatado de que había dejado abandonados los dos vasos con el whisky. -Había pensado en que bebieras un poco... Pero mejor no. Quiero que estés lúcida para que recuerdes todo de esta noche.- Volví a sonreirle pícaro.
-Sígueme... Por cierto, soy Rodolphe Dampierre.- Pasé por su lado sin si quiera rozarle y me encaminé hacía las escaleras que llevaban a la primera planta. No me aseguré de si la chica me seguía o no, esperaba que así fuese. Abrí la habitación en la que se iba a realizar el encuentro y la dejé pasar a ella primero. -Espero que esté preparada para lo que está por llegar.- Dije y cerré la puerta con la espalda.
El relinchar de los caballos se escuchó hasta aquí dentro. Ya estaba aquí. Un sentimiento invadió mi cuerpo, era una curiosidad que hacía mucho que nadie despertaba en mí. ¿Cómo sería la muchacha? ¿Joven, madura? No le había dado muchas especificaciones, cualquier mujer me valía mientras no fuese de raza negra. Escuché sus pasos por el suelo de madera que cubría toda mi casa. Sonaba firme, segura de si misma. Llegó hasta entrar en el salón y pude verla. Morena, pelo largo, algo oscura de piel... Apreté la mandíbula. ¿Me había mandado a una inmigrante? Me lo iba a pasar muy bien, entonces. Por lo demás, tenía unas buenas curvas y unos buenos pechos. Me saludó con educación, como era de esperar y se quitó el abrigo. Aquí hacía mucho más calor que en la calle.
Una sonrisa pícara se posó en mi boca cuando dijo que esta noche iba a ser mía. Claro que iba a ser mía. Esta y todas las noches que pagase por ella. Me levanté del sofá y me acerqué a ella un poco. -Espero que así sea. En todo.- Remarqué claramente el todo para que se enterase que yo no era como aquellos clientes que quizás le preguntasen por lo que le gustaba a ella o lo que no. Me giré por si se había percatado de que había dejado abandonados los dos vasos con el whisky. -Había pensado en que bebieras un poco... Pero mejor no. Quiero que estés lúcida para que recuerdes todo de esta noche.- Volví a sonreirle pícaro.
-Sígueme... Por cierto, soy Rodolphe Dampierre.- Pasé por su lado sin si quiera rozarle y me encaminé hacía las escaleras que llevaban a la primera planta. No me aseguré de si la chica me seguía o no, esperaba que así fuese. Abrí la habitación en la que se iba a realizar el encuentro y la dejé pasar a ella primero. -Espero que esté preparada para lo que está por llegar.- Dije y cerré la puerta con la espalda.
Rodolphe Dampierre- Humano Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 21/10/2016
Re: Let me in. - Privado [+18]
Me sentía extraña al estar en aquella enorme mansión, parada frente a aquel hombre que le había contratado los servicios a la Madam. Por norma general yo no solía hacer aquel tipo de servicios, de hecho, casi nadie de las chicas del burdel salía fuera de aquel lugar para complacer a los clientes. Habían excepciones, como en aquel caso, en el que si la Madam veía que era un negocio factible entonces mandara a alguien para que les atendiera donde vivieran. Normalmente eran hombres ricos, de alta clase o de la realeza incluso, quienes podían permitirse pedir aquello, mucho más caro que si iban al burdel, pero que si no querían que los vieran allí para que fuera todo mucho más discreto ese era el precio que tenían que pagar. Él ya habría pactado con la Madam y le habría pagado seguramente por el servicio, en esos casos, se aseguraba siempre de cobrar antes de mandar a ninguna de sus chicas.
Mí mirada estaba fija en aquel hombre y podía notar que él también lo hacía, quizás pudiera estar comprobando que lo que le había mandado la Madam era de su agrado, y no me extrañaría, los que más dinero tenían solían ser los que más exigentes eran. Seguía sentado en el sofá con el vaso de whisky en la mano, me di cuenta de que había otro con la misma bebida y esperé que no me ofreciera, no era dada de beber alcohol en el trabajo. Finalmente se levantó y me di cuenta de que era un poco más alto que yo, y que imponía bastante. La mirada que tenía, la forma de mirarme, me hacía pensar que aquel hombre era de ideas claras y firmes, que no le gustaba que le llevaran la contraria para nada. Se acercó un poco y aquella frase, en donde sentí claramente que remarcó el “todo” confirmó lo que pensaba.
-Le aseguro, señor, que no podrá reclamarle nada a la Madam por mí actitud –sonaba convencida porque, a aquellas alturas, no había ya nada con lo que no pudiera con ello. Estaba preparada para ver qué era lo que aquel hombre esperaba de mí y de aquel servicio, no me preocupaba en absoluto quedar o no a la altura de sus expectativas- Estaré a la altura de sus expectativas, señor –mis ojos lo miraron de forma fija y segura por mis palabras, no dudaba sobre ello y así se lo demostraría. Se giró lo justo para que los vasos entraran en mí campo de visión y los miré para luego mirarle a él tras sus palabras, traía una sonrisa de pícaro en el rostro que no sabía muy bien qué iba a depararme aquello. Su actitud me era familiar con la de otros hombres, y comenzaba a pensar, que eran del tipo que eran dominantes completamente. No le dije nada al respecto, para mí era mejor que hubiera declinado aquel pensamiento a que me hubiera obligado a beber de aquel vaso.
Le seguí en cuanto me lo dijo siguiendo sus pasos, parecía más bien como una orden que tuviera que acatar y lo seguí en silencio observando la decoración de aquella mansión. Había entrado en pocas mansiones y aquella, al igual que todas, estaban muy bien decoradas. Por un momento me pregunté cuánto les habría podido costar llegar a tener tales detalles, pero deseché aquel pensamiento. Mi vista se fijó en su espalda, sus andares eran firmes y rectos y me mordí el labio… todo apuntaba a que iba a tener razón respecto a él. No miró atrás en ningún momento como si supiera que lo estaba siguiendo sin necesidad de girarse, y finalmente llegamos a aquella habitación. Me abrió la puerta y entré observando lo amplia que era y la enorme cama que había en ella.
Me giré de nuevo por sus palabras viéndolo apoyado contra la puerta, ¿aquello era como un desafío, a ver si era capaz de estar preparada? ¿Un reto? Sonreí de lado por ello, estaba más que preparada para todo lo que pidiera por aquella boca, fuera lo que fuera que se le ocurriera hacerme. Llevé mis manos a la cintura y lo contemplé durante un par de segundos, sin perder la sonrisa en mis labios. Si pensaba que quizás podría intimidarme no lo iba a conseguir, mí carácter era algo que no me permitía.
-¿Quiere que me desnude, señor Dampierre? –Pregunté dando un paso en su dirección- ¿Quiere desnudarme usted? –Di otro paso más- ¿O prefiere que lo desnude, señor? –me quedé a un par de pasos de distancia, mirándolo de forma fija, dejé una mano en su pecho- Tengo curiosidad por saber… a qué debo estar preparada
Mí mirada estaba fija en aquel hombre y podía notar que él también lo hacía, quizás pudiera estar comprobando que lo que le había mandado la Madam era de su agrado, y no me extrañaría, los que más dinero tenían solían ser los que más exigentes eran. Seguía sentado en el sofá con el vaso de whisky en la mano, me di cuenta de que había otro con la misma bebida y esperé que no me ofreciera, no era dada de beber alcohol en el trabajo. Finalmente se levantó y me di cuenta de que era un poco más alto que yo, y que imponía bastante. La mirada que tenía, la forma de mirarme, me hacía pensar que aquel hombre era de ideas claras y firmes, que no le gustaba que le llevaran la contraria para nada. Se acercó un poco y aquella frase, en donde sentí claramente que remarcó el “todo” confirmó lo que pensaba.
-Le aseguro, señor, que no podrá reclamarle nada a la Madam por mí actitud –sonaba convencida porque, a aquellas alturas, no había ya nada con lo que no pudiera con ello. Estaba preparada para ver qué era lo que aquel hombre esperaba de mí y de aquel servicio, no me preocupaba en absoluto quedar o no a la altura de sus expectativas- Estaré a la altura de sus expectativas, señor –mis ojos lo miraron de forma fija y segura por mis palabras, no dudaba sobre ello y así se lo demostraría. Se giró lo justo para que los vasos entraran en mí campo de visión y los miré para luego mirarle a él tras sus palabras, traía una sonrisa de pícaro en el rostro que no sabía muy bien qué iba a depararme aquello. Su actitud me era familiar con la de otros hombres, y comenzaba a pensar, que eran del tipo que eran dominantes completamente. No le dije nada al respecto, para mí era mejor que hubiera declinado aquel pensamiento a que me hubiera obligado a beber de aquel vaso.
Le seguí en cuanto me lo dijo siguiendo sus pasos, parecía más bien como una orden que tuviera que acatar y lo seguí en silencio observando la decoración de aquella mansión. Había entrado en pocas mansiones y aquella, al igual que todas, estaban muy bien decoradas. Por un momento me pregunté cuánto les habría podido costar llegar a tener tales detalles, pero deseché aquel pensamiento. Mi vista se fijó en su espalda, sus andares eran firmes y rectos y me mordí el labio… todo apuntaba a que iba a tener razón respecto a él. No miró atrás en ningún momento como si supiera que lo estaba siguiendo sin necesidad de girarse, y finalmente llegamos a aquella habitación. Me abrió la puerta y entré observando lo amplia que era y la enorme cama que había en ella.
Me giré de nuevo por sus palabras viéndolo apoyado contra la puerta, ¿aquello era como un desafío, a ver si era capaz de estar preparada? ¿Un reto? Sonreí de lado por ello, estaba más que preparada para todo lo que pidiera por aquella boca, fuera lo que fuera que se le ocurriera hacerme. Llevé mis manos a la cintura y lo contemplé durante un par de segundos, sin perder la sonrisa en mis labios. Si pensaba que quizás podría intimidarme no lo iba a conseguir, mí carácter era algo que no me permitía.
-¿Quiere que me desnude, señor Dampierre? –Pregunté dando un paso en su dirección- ¿Quiere desnudarme usted? –Di otro paso más- ¿O prefiere que lo desnude, señor? –me quedé a un par de pasos de distancia, mirándolo de forma fija, dejé una mano en su pecho- Tengo curiosidad por saber… a qué debo estar preparada
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: Let me in. - Privado [+18]
La prostituta que la Madam me había mandado estaba demasiado segura de sí misma, quizás demasiado. Quizás no tenía a nadie que le dijera lo buena que era y se lo decía ella misma o también podía ser que creyera mucho lo que le decían los clientes. Todavía estaba por ver si era o no como decía. Un reto muy tentador... ¿Estaría a la altura alguien de su piel? Nunca imaginé el que acabaría pagando por una inmigrante. -Las palabras se esfuman. Aquí lo que importa son los actos, así que, señorita... Menos hablar y más demostrar.- Dije manteniendo mi mirada en la suya, un reto tentador. Oh sí.
Subimos despacio las escaleras hasta la habitación, miles de ideas pasaban por mi mente mientras pensaba en lo que estaba por venir. ¿Le iba a dar duro o algo suave? A la señorita Nora le había dado suave, incluso había permitido que ella alcanzase el clímax casi a la par que el mío. ¿Tendría tanta suerte esta señorita? Ni siquiera me había dicho cual era su nombre.
Una vez en la habitación, la puerta quedó cerrada por el empujón que le había dado con la espalda. La señorita morena se giró para poder lanzarme unas cuantas preguntas mientras se iba aproximando poco a poco a mí. No me apetecía empezar con algo típico. Aún quería mantener mi ropa y la suya donde estaban. La inmi, (de inmigrante) se apróximo tanto que llegó a tocarme el pecho con una mano. ¿Tenía curiosidad por ver a qué debía estar preparada? Bien. Íbamos a matar su curiosidad ahora mismo. - De rodillas. No quiero que te quites la ropa y yo aún estoy cómodo con la mía.- Sentencié y esperé a que obedeciera mi orden. -Quiero ver cuánto te cabe. Espero que sea mucho.- Miré hacía abajo, donde ella se encontraba. Una sonrisa muy pícara se me había puesto en los labios. Desabroché mi cinturón, bajé un poco el pantalón y los calzoncillos, liberando mi miembro erecto delante de su cara. Cerré los ojos. Esperaba que no vomitase.
Subimos despacio las escaleras hasta la habitación, miles de ideas pasaban por mi mente mientras pensaba en lo que estaba por venir. ¿Le iba a dar duro o algo suave? A la señorita Nora le había dado suave, incluso había permitido que ella alcanzase el clímax casi a la par que el mío. ¿Tendría tanta suerte esta señorita? Ni siquiera me había dicho cual era su nombre.
Una vez en la habitación, la puerta quedó cerrada por el empujón que le había dado con la espalda. La señorita morena se giró para poder lanzarme unas cuantas preguntas mientras se iba aproximando poco a poco a mí. No me apetecía empezar con algo típico. Aún quería mantener mi ropa y la suya donde estaban. La inmi, (de inmigrante) se apróximo tanto que llegó a tocarme el pecho con una mano. ¿Tenía curiosidad por ver a qué debía estar preparada? Bien. Íbamos a matar su curiosidad ahora mismo. - De rodillas. No quiero que te quites la ropa y yo aún estoy cómodo con la mía.- Sentencié y esperé a que obedeciera mi orden. -Quiero ver cuánto te cabe. Espero que sea mucho.- Miré hacía abajo, donde ella se encontraba. Una sonrisa muy pícara se me había puesto en los labios. Desabroché mi cinturón, bajé un poco el pantalón y los calzoncillos, liberando mi miembro erecto delante de su cara. Cerré los ojos. Esperaba que no vomitase.
Rodolphe Dampierre- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/10/2016
Re: Let me in. - Privado [+18]
Aquel hombre no hacía más que demostrar el poder que poseía debido a su estatus social y, por qué no, el que seguramente él mismo tendría y que me había demostrado en aquellos breves momentos que había estado con él. Conocía a los hombres que eran como él, les gusta mandar y que obedecieran sin rechistar en ningún momento y me pregunté hasta qué grado llegaría aquel hombre en cuanto a ese poder de domino que tenía y que exudaba por todas partes. Quizás a otras mujeres les pudiera llegar a intimidar lo que sus ojos decían, o la forma tan fría y dura en la que sus palabras eran pronunciadas… pero para mí no lo hacía, estaba más que acostumbrada a ese tipo de cosas y de ese trato, había sufrido uno mucho peor hacía muchos años, nada de lo que él pudiera hacerme llegaría a sobrepasar lo que una vez me hicieron sentir, o llegaron a hacerme.
-Zahir –dije cuando dejó un leve espacio para que dijera mí nombre, ni siquiera me había presentado por la sencilla razón de que él no lo había preguntado- Naitiri Zahir –dije antes de seguirle hacia la habitación de arriba, donde él cerró la puerta dejándonos a los dos solos. Él decía que las cosas se demostraban, y yo iba a demostrarle que estaba en lo correcto y que no iba a tener ninguna queja sobre el haberme contratado. Pese a las preguntas que le había hecho cuando la habitación se había quedado en silencio y ante mí acercamiento él solamente me miró pero no respondió a ningunas, así que como sabía y notaba esa dominación que tenía esperé a que empezara con la primera orden. Y no tardó en llegar.
Me arrodillé como él había dicho y levanté mí vista aunque sabía exactamente lo que venía a continuación, podía notar el bulto de su miembro erecto contra el pantalón que pedía ser liberado y atendido. Sus siguientes palabras llevaban un reto y un desafío detrás de ellas, como si con aquello me estuviera midiendo a ver qué era lo que realmente podía hacer y si podía satisfacerlo en todo. Fue él mismo quien se ocupó de quitarse los pantalones y la ropa interior quedando desnudo de cintura para arriba. Su miembro quedó libre sin ataduras delante de mí, duro y erecto, listo para que comenzara. Acerqué mis labios y lamí el tronco pasando mí lengua por su largura hasta llegar a la punta, volví a hacerlo una segunda vez, la mí la punta con la lengua y procedí a meterme su miembro en la boca ya que no quería hacerlo exasperarse, no parecía ser un hombre que tuviera mucha paciencia.
Poco a poco la fui devorando con mis labios hasta llegar a la base donde paré unos leves segundos, acostumbrándome a aquello antes de volver a subir por donde había bajado mientras mí lengua jugaba con el tronco. Al llegar a la punta mí lengua jugó con esta recorriéndola alrededor para luego volver a bajar de nuevo notando lo grande que era, pero no quería darle la satisfacción que estaba buscando y mí orgullo propio no me dejaba. Mí mano también recorrió el tronco mientras retiraba la boca acariciando la piel que quedaba al descubierto, y mí otra mano fue a su cadera para mantener un poco de apoyo. Seguí así comenzando a aumentar un poco el ritmo y subí mis ojos para verle, tenía los ojos cerrados y parecía que por el momento estaba cumpliendo con las expectativas, quedando a la espera de nuevas instrucciones.
-Zahir –dije cuando dejó un leve espacio para que dijera mí nombre, ni siquiera me había presentado por la sencilla razón de que él no lo había preguntado- Naitiri Zahir –dije antes de seguirle hacia la habitación de arriba, donde él cerró la puerta dejándonos a los dos solos. Él decía que las cosas se demostraban, y yo iba a demostrarle que estaba en lo correcto y que no iba a tener ninguna queja sobre el haberme contratado. Pese a las preguntas que le había hecho cuando la habitación se había quedado en silencio y ante mí acercamiento él solamente me miró pero no respondió a ningunas, así que como sabía y notaba esa dominación que tenía esperé a que empezara con la primera orden. Y no tardó en llegar.
Me arrodillé como él había dicho y levanté mí vista aunque sabía exactamente lo que venía a continuación, podía notar el bulto de su miembro erecto contra el pantalón que pedía ser liberado y atendido. Sus siguientes palabras llevaban un reto y un desafío detrás de ellas, como si con aquello me estuviera midiendo a ver qué era lo que realmente podía hacer y si podía satisfacerlo en todo. Fue él mismo quien se ocupó de quitarse los pantalones y la ropa interior quedando desnudo de cintura para arriba. Su miembro quedó libre sin ataduras delante de mí, duro y erecto, listo para que comenzara. Acerqué mis labios y lamí el tronco pasando mí lengua por su largura hasta llegar a la punta, volví a hacerlo una segunda vez, la mí la punta con la lengua y procedí a meterme su miembro en la boca ya que no quería hacerlo exasperarse, no parecía ser un hombre que tuviera mucha paciencia.
Poco a poco la fui devorando con mis labios hasta llegar a la base donde paré unos leves segundos, acostumbrándome a aquello antes de volver a subir por donde había bajado mientras mí lengua jugaba con el tronco. Al llegar a la punta mí lengua jugó con esta recorriéndola alrededor para luego volver a bajar de nuevo notando lo grande que era, pero no quería darle la satisfacción que estaba buscando y mí orgullo propio no me dejaba. Mí mano también recorrió el tronco mientras retiraba la boca acariciando la piel que quedaba al descubierto, y mí otra mano fue a su cadera para mantener un poco de apoyo. Seguí así comenzando a aumentar un poco el ritmo y subí mis ojos para verle, tenía los ojos cerrados y parecía que por el momento estaba cumpliendo con las expectativas, quedando a la espera de nuevas instrucciones.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Let me in. - Privado [+18]
Antes de subir por las escaleras en dirección a la habitación, la prostituta me dijo su nombre y como no, tenía un nombre inmigrante. Hice una leve mueca para que ella no lo percibiese, otro día le diría a la madame que si me mandaba a una mujer no francesa o inglesa, que al menos viniera con un nombre inventado.
En la habitación, mi excitación aumentó y más cuando le dije lo que quería que me hiciese. Una felación de las buenas, donde se metían toda en la boca y me hacían temblar de pies a cabeza. Eso solo pasaba si la mujer era buena y a esta, le parecían ir bien los retos, por eso le había dicho aquello. Me ocupé yo mismo de soltar el pantalón y bajarme los calzoncillos, liberando así mi miembro erecto, el cual estaba igual de espectante que yo para ver lo que sucedía a continuación.
Acercó sus labios hasta el miembro y cerré los ojos un único segundo, hasta que la ola de placer que me recorrió entero, desapareció. Los volví a abrir y pude ver como se la metía en la boca, hasta que su nariz tocó mi vientre. Mis manos bajaron hasta enredarse en su largo y oscuro pelo. Mi cuerpo estaba empezando a estremecerse por lo que sus labios y su lengua estaban haciendo en mi sexo. Me daban ganas de metérsela ya, de follarle duro sin importarme que a ella le gustase o no. Pero debía de esperar... Tenía que aprender a ser algo paciente y aprovechar al máximo el tiempo que había pagado con ellas.
Zahir siguió chupando y lamiéndome con maestría, haciendo que mis ojos de nuevo, se quedasen cerrados para no terminar con esto enseguida. Mis manos seguían enredadas en su pelo, hasta que decidí que ya había tenido bastante. La primera prueba la había superado bien. La aparté la cabeza de mi miembro y le hice un gesto para que volviera a ponerse de pie. -Desnúdate... Y luego me vas a desnudar a mí.- Volví a colocarme los pantalones para que ella tuviera que volver a quitármelos después.
En la habitación, mi excitación aumentó y más cuando le dije lo que quería que me hiciese. Una felación de las buenas, donde se metían toda en la boca y me hacían temblar de pies a cabeza. Eso solo pasaba si la mujer era buena y a esta, le parecían ir bien los retos, por eso le había dicho aquello. Me ocupé yo mismo de soltar el pantalón y bajarme los calzoncillos, liberando así mi miembro erecto, el cual estaba igual de espectante que yo para ver lo que sucedía a continuación.
Acercó sus labios hasta el miembro y cerré los ojos un único segundo, hasta que la ola de placer que me recorrió entero, desapareció. Los volví a abrir y pude ver como se la metía en la boca, hasta que su nariz tocó mi vientre. Mis manos bajaron hasta enredarse en su largo y oscuro pelo. Mi cuerpo estaba empezando a estremecerse por lo que sus labios y su lengua estaban haciendo en mi sexo. Me daban ganas de metérsela ya, de follarle duro sin importarme que a ella le gustase o no. Pero debía de esperar... Tenía que aprender a ser algo paciente y aprovechar al máximo el tiempo que había pagado con ellas.
Zahir siguió chupando y lamiéndome con maestría, haciendo que mis ojos de nuevo, se quedasen cerrados para no terminar con esto enseguida. Mis manos seguían enredadas en su pelo, hasta que decidí que ya había tenido bastante. La primera prueba la había superado bien. La aparté la cabeza de mi miembro y le hice un gesto para que volviera a ponerse de pie. -Desnúdate... Y luego me vas a desnudar a mí.- Volví a colocarme los pantalones para que ella tuviera que volver a quitármelos después.
Rodolphe Dampierre- Humano Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 21/10/2016
Re: Let me in. - Privado [+18]
Aquel hombre solo hablaba para dar instrucciones, así que sabiendo cómo eran ese tipo de hombres y la forma de ser que tenían hice exactamente lo que me había pedido. Me arrodillé ante él y sin hacerle esperar demasiado mi boca pronto comenzó a atender su petición, mi lengua se paseaba por todo su miembro durante un rato antes de que mi boca finalmente acabara por introducirla, devorándola poco a poco. Una vez que estuve algo cómoda una de mis manos se apoyó en su cadera y la otra me ayudaba en su miembro abarcando lo que mi boca a veces no llegaba alcanzar y la piel que quedaba al descubierto.
Así comencé con lo que me había pedido y no tardé en sentir que su mano aferraba mi pelo enredando sus dedos en él, pensé que iba a hacer como cualquier otro hombre que me empujaba más contra su miembro, pero él sin embargo me dejó hacer para ver si podía cumplir o no con su petición. Su miembro se introducía por completo en mi boca y mi lengua recorría el tronco de esta ayudándome con la mano, poco a poco comencé a aumentar el ritmo con que hacía aquello y alcé mi vista para verlo con los ojos cerrados disfrutando del placer que le otorgaba.
Su cuerpo se movía por si solo y a veces su cadera se movía en mi dirección, haciendo que se adentrara más en mi boca, pero aúna sí no me aparté y seguí con aquello. Aquel hombre sabía que me estaba imponiendo un desafío y un reto, y no podía decepcionar a la Madam ni a él, porque perder era algo que odiaba. Notaba su cuerpo estremecerse por el placer hasta que finalmente con la mano que tenía en mi pelo tiró hacia atrás para separarme y alejarme de su miembro haciéndome un gesto para que me levantara. Lo hice y enseguida me dio la siguiente orden que tenía que cumplir mientras me reponía un poco de aquello. Desnudarme, y luego desnudarlo a él quien ya se había subido los pantalones.
Pronto comencé a desatar los lazos de aquel vestido que llevaba que se desataban por delante, hasta que este finalmente cedió y pude deslizarlo hacia abajo donde cayó en el suelo a mis pies, lo quité hacia un lado quedándome ahora solamente con el corsé y la ropa interior. Mis manos empezaron también a desatar el corsé sin apartar la mirada de aquel hombre y este terminó cediendo ya sin sujeción alguna dejando mis pechos libres y a su completa vista. Mis dedos bajaron por el costado de mi cuerpo hasta llegar a la ropa interior, que comencé a bajar de forma lenta hasta que terminé de quitármela dejándola junto al corsé y al vestido, completamente desnuda.
Me acerqué hacia donde él estaba y mis manos fueron primero a la camisa que llevaba, desabrochando cada botón de esta para luego colar las manos por los hombros y retirarla hasta que cayó al suelo. Mis manos bajaron por su pecho hasta llegar de nuevo al pantalón y me arrodillé otra vez para quitar el cinturón, desabrocharle el botón y bajarle la cremallera. Mis manos tiraron de este quitándoselo no sin antes descalzarlo también para que la prenda abandonara bien su cuerpo, mis manos se colaron por su ropa interior y la deslicé hacia abajo mientras mí mirada estaba fija en la suya, di una lamida a su miembro una vez desnudo y me levanté para quedar a su altura.
-¿Y ahora, señor Dampierre? –Pregunté porque algo me decía que no iba a ser un cliente normal y corriente, con sus aires de dominante y sus órdenes seguramente me pidiera cosas que hacía tiempo que no hacía.
Así comencé con lo que me había pedido y no tardé en sentir que su mano aferraba mi pelo enredando sus dedos en él, pensé que iba a hacer como cualquier otro hombre que me empujaba más contra su miembro, pero él sin embargo me dejó hacer para ver si podía cumplir o no con su petición. Su miembro se introducía por completo en mi boca y mi lengua recorría el tronco de esta ayudándome con la mano, poco a poco comencé a aumentar el ritmo con que hacía aquello y alcé mi vista para verlo con los ojos cerrados disfrutando del placer que le otorgaba.
Su cuerpo se movía por si solo y a veces su cadera se movía en mi dirección, haciendo que se adentrara más en mi boca, pero aúna sí no me aparté y seguí con aquello. Aquel hombre sabía que me estaba imponiendo un desafío y un reto, y no podía decepcionar a la Madam ni a él, porque perder era algo que odiaba. Notaba su cuerpo estremecerse por el placer hasta que finalmente con la mano que tenía en mi pelo tiró hacia atrás para separarme y alejarme de su miembro haciéndome un gesto para que me levantara. Lo hice y enseguida me dio la siguiente orden que tenía que cumplir mientras me reponía un poco de aquello. Desnudarme, y luego desnudarlo a él quien ya se había subido los pantalones.
Pronto comencé a desatar los lazos de aquel vestido que llevaba que se desataban por delante, hasta que este finalmente cedió y pude deslizarlo hacia abajo donde cayó en el suelo a mis pies, lo quité hacia un lado quedándome ahora solamente con el corsé y la ropa interior. Mis manos empezaron también a desatar el corsé sin apartar la mirada de aquel hombre y este terminó cediendo ya sin sujeción alguna dejando mis pechos libres y a su completa vista. Mis dedos bajaron por el costado de mi cuerpo hasta llegar a la ropa interior, que comencé a bajar de forma lenta hasta que terminé de quitármela dejándola junto al corsé y al vestido, completamente desnuda.
Me acerqué hacia donde él estaba y mis manos fueron primero a la camisa que llevaba, desabrochando cada botón de esta para luego colar las manos por los hombros y retirarla hasta que cayó al suelo. Mis manos bajaron por su pecho hasta llegar de nuevo al pantalón y me arrodillé otra vez para quitar el cinturón, desabrocharle el botón y bajarle la cremallera. Mis manos tiraron de este quitándoselo no sin antes descalzarlo también para que la prenda abandonara bien su cuerpo, mis manos se colaron por su ropa interior y la deslicé hacia abajo mientras mí mirada estaba fija en la suya, di una lamida a su miembro una vez desnudo y me levanté para quedar a su altura.
-¿Y ahora, señor Dampierre? –Pregunté porque algo me decía que no iba a ser un cliente normal y corriente, con sus aires de dominante y sus órdenes seguramente me pidiera cosas que hacía tiempo que no hacía.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
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