Nueva ciudad, misma vida... [Libre]

Todavía no se había acostumbrado en ir de ciudad en ciudad, incluso de país en país, con las carretas, los del circo y los gitanos o también sola, tenía una vida nómada desde temprana edad, pero no le gustaba éso, prefería quedarse en un sitio fijo, no permanentemente y para siempre pero sí permanecer en un mismo lugar más de cinco meses, lo máximo que duró en un mismo sitio fue cuando era pequeña, con esa pareja que la había acogido en su hogar después de encontrarla siendo un bebé de pocos meses dentro de una cestita dejada en una de las calles en Islandia, en cierta manera tuvo suerte, menos cuando empezaron a manifestarse sus dones sobrehumanos de bruja a los siete años, ahí vivió de nuevo un abandono.

La verdad es que Daenerys se había hecho más solitaria a raíz de los fracasos que tuvo con las personas, los abandonos y rechazos que recibió por parte de la gente, de su gente, pero éso no hizo más que hacerla más fuerte, endureciéndole el carácter, y desde hace dos años ya no estaba tan sola, tenía a su mejor compañero, su mascota Viserion, un halcón muy listo, adiestrado que le hacía bastante compañía e incluso a veces gracias a éste conseguía carne fresca sin pagar, cuando iba y cazaba alguna liebre o conejo salvaje.

Llegó hace poco a París, con la intención de instalarse para un tiempo indefinido, esperando que este lugar que sólo había visitado dos veces desde que estaba en Francia, fuera uno de los definitivos, en los que empezar una nueva y mejorada vida, y tal vez, incluso encontrara alguien distinto que no le temiera, no la echara de lado o la aceptara tal y como era ella, sin imponerle normas absurdas o matrimonios concertados como le pasó la última vez que vivió en "familia".

Lo primero que hizo al ya estar en la ciudad fue instalarse cerca de la comunidad gitana de París, donde se encontraba el circo, tenía un caballo de edad muy avanzada, al pobre le quedaba poco...y éste llevaba la carreta que era propiedad de Daenerys, era bastante vieja y estaba en mal estado, pero por ahora era lo único que se podía permitir, bueno, en realidad podría permitirse algo más, algo mejor aunque no otro caballo, pero además de que no le gustaban las ostentosidades porque jamás había gozado de ellas y supo apreciar lo poco que tenía, también era bastante humilde y poco materialista, acomodó las pocas pertenencias que tenía, algo de ropa, vestidos, algunos libros, hierbas y material típico de bruja, su grimoir y por supuesto, Viserion.
Por consiguiente fue al circo, a pedir trabajo y así seguir ganándose la vida, más tarde seguramente buscaría una casita más cómoda donde vivir, pero lo primero era que la aceptaran en el circo.

Se mostraron un tanto escépticos, la comunidad circense es bastante peculiar, familiar, y es complicado aceptar nuevos desconocidos a su pequeña familia, tienes que demostrarles realmente que tienes talento, no bastan únicamente las referencias, tienen que aceptarte, evaluar tus dones y habilidades y luego decidir si te dan un lugar en su comunidad, y éso no supuso ningún inconveniente para Daenerys, su aspecto angelical, su pelo de un rubio platino blanquecino y esos ojos violetas...a veces éso podía sumar puntos para ser aceptado, que fueras un "bicho raro", alguna anomalía o no fueras exactamente igual que el resto de los humanos y que éso supusiera muchas veces verte marginado por la sociedad hacía que sintieran algo de empatía y comprensión hacia ti.
Pero Daenerys no quería que se fijaran en ella por su aspecto, sino por sus habilidades y sus dones sobrenaturales, y cuando llegaban a conocerla así era en lo que se fijaban.

Solía siempre pedir un puesto como adivina, y la mayoría de las veces en las que participaba en algunas ferias es lo que hacía, predecirles algunos momentos futuros a sus clientes o bien alguna sesión de espiritismo, pero también participaba algunas veces en algún número aparte en el circo, haciendo algunos malabarismo, siendo ayudante, o impresionando a la multitud con su gran capacidad inhumana de soportar las altas temperaturas y el fuego.

Al día siguiente de que le dieran el visto bueno para conseguir algún puesto como adivina, se presentó puntualmente, madrugando, para empezar de nuevo con lo mismo de siempre, con su mismo trabajo que llevaba haciendo desde los 9 años, pero por ahora no se planteaba hacer nada más o algo distinto.

Ya eran dos semanas desde que la rusa habia llegado a París.
Ludimila aun recordaba el miedo que habia pasado, nada más bajar del barco, la multitud de gente y la multitud de idiomas que se juntaban en la marabunta.

Con un francés pésimo y una terrible nostalgia en su corazón, Ludimila tuvo que hacer frente a las adversidades, hacerse respetar para no ser pisoteada ya que, el trabajo de bailarina y en general, el de artista no estaba bien visto por la sociedad. Encima, para más inri, su supuesto representante no hizo acto de presencia.

En su mente se rememoraba la mirada de desaprobación o tal vez, de pena, cuando esta se expresaba de manera ridícula.

Pero aquel era su sueño y París era el sitio más adecuado para llevarlo acabo. No obstante, en esas dos semanas también había tenido la oportunidad de conocer a gente maravillosa que a partir de ese encuentro paso a formar parte de su vida, como Aurelia, aquella elegante dama que ahora era su representante y protectora...y también Adso, un hombre frío pero en el fondo agradable, aquella persona en cuestión, había hecho mella en los pensamientos de la rusa.

Hoy, había decidido dar un paseo temprano, para alejarse cuanto antes de su horrible casera, que siempre fulminaba con la mirada a la joven...Ella no sabia los motivos de su desagrado hacia ella, tal vez porque era joven, o porque venia de otro país o tal vez por su profesión, el caso es que, la odiaba y, poco a poco el sentimiento se iba haciendo mutuo.

La joven dejo su mente en blanco y siguió de improvisto el fresco de la mañana, poco después Ludimila se vio inmersa en el bosque donde habia acampado el circo gitano.

la rusa sonrió levemente. ¡Cuanta actividad se veía en aquel lugar! Risas, conversaciones y diversas etnias se mezclaban entre la marabunta de gente. Se sentía como en casa, a pesar de no proceder de ninguna etnia gitana, ya que ella era completamente eslava, pero Rusia era tan grande y extensa que había tenido la oportunidad de conocer a innumerables etnias del gran país.

Además, ahí Ludimila no tenia que guardar formas, no es que fuera una maleducada, pero ahí todo transcurría de manera natural y nadie le miraría mal por su acento, a pesar de que, habia mejorado considerablemente en el idioma.

Ludimila estuvo observando algunos puestos ambulantes que llamaban la atención por su amplio colorido más, fijandose mejor, vio algo que si que le llamo la atención. Cerca de alli, se encontraba una joven de cabellos platinos y...¡ojos violetas! La rusa parpadeo dos veces para convencerse que aquello no era un espejismo...si, sus ojos eran violetas...¡como los suyos!

Ni corta ni perezosa la joven se acerco a la otra.

-¡Hola!-exclamo esta, henchida de emoción-¡nunca pensé que encontrar a alguien más con ese color de ojos!

Justo cuando iba a entrar en su tienda, en donde haría su trabajo, adivinar y comunicarse con los espíritus o hacer lo que le pidieran en relación a lo que le tocaba hacer, una mujer llamó su atención al acercarse a ella y saludarla prácticamente emocionada, Daenerys no se esperaba esa reacción en nadie, es más, lo poco que llevaba esta mañana aquí nadie se había dignado a acercarse a nada, incluso recibió alguna mirada hostil o de indiferencia entre algunos de sus compañeros circenses o de este mundillo.

La observó más de cerca, también le llamó la atención, sus ojos...eran violetas, era la primera persona, aparte de ella misma que veía con ojos violetas, y éso inevitablemente hizo que esbozara una sonrisa al momento.
Se quedó observándola un momento, no sabía qué decir. -Hola- sí, éso era lo apropiado por ahora, contestarle al saludo lo más amable posible, por lo general rehuía de las personas, de socializar e incluso a veces llegaba a ser un poco borde lo que se podría considerar una grosería, pero esa actitud era también una forma de escudarse, y éso tal vez lo notaran sus compañeros.

-Yo tampoco soy de este lugar...- comentó, enseguida se percató que esa joven no era parisina, no sólo por su acento...aunque ella, acento no tenía ninguno, hablaba francés impecablemente.-¿De dónde provenís?- sin duda, había captado la atención de Daenerys, pues prácticamente nunca mostraba interés por nadie, pero la coincidencia de tener el mismo color de ojos...fue como si conectara con ella, qué absurdo podría pensarse, pero no era nada común encontrarse con esa anomalía.

En efecto, el que ambas poseyeran el mismo color de ojos hizo que esta se sintiera dichosa e incluso que notara cierto vinculo, por muy vano que fuese, con la otra joven.
En el pueblo donde nació ella, decían que seguramente, el color se debiese a su padre, más este los tenia de un color azul muy oscuro y su madre de color castaño. Incluso habían surgido comentarios maliciosos sobre una posible infidelidad, pero su padre confiaba plenamente en la lealtad de su esposa, y aquello era indudable.

-¡oh! Disculpa, no me he presentado- se excuso la rusa, llevándose una mano al pecho, como exagerando su gesto- Mi nombre es Ludimila y soy de Rusia-esta ensancho su sonrisa.

La rusa observo mejor a la muchacha que tenia delante de ella, le sorprendió ver que aquella poseía un cabello tan claro y tan bonito. No había conocido a muchos gitanos, pero los pocos que había visto eran morenos, aquello le genero una duda...pero el que la muchacha fuera gitana o no, carecía de importancia.

-Así que de otro lugar-inquirió esta curiosa-¿cual?

Hecho otro vistazo, esta vez a la tienda donde se disponía a entrar la rubia ¡En aquel lugar todo le llamaba la atención! ¡Y es que Ludimila era una joven tan curiosa y a la par cotilla!

Se arrimo fugazmente a la entrada, metiendo las narices para observar que había ahí, luego se retiro y volvió a fijarse en la muchacha.

-¡oh oh!-Ludimila abrió la boca excitada, luego la cerro y sonrió ampliamente-¿Eres adivina?

Aquel hallazgo no había hecho más que excitarla..¡le gustaban tanto esas cosas! La magia le resultaba un tema muy misterioso.

Más Ludimila ceso un poco en su emoción ya que pudo advertir que la otra muchacha estaba siendo abrumada con tantas preguntas y tanto movimiento. Adopto una pose más tranquila y relajada, cruzando sus brazos detrás de la espalda pero siempre con una amable sonrisa en el rostro....

Notaba el entusiasmo de aquélla mujer, se expresaba con tanta confianza y era tan abierta que éso le resultó muy extraño e incluso algo incómodo a Daenerys, aunque ella estaba acostumbrada a tratar con todo tipo de gente, por lo menos Ludimila, como le dijo que se llamaba, parecía muy simpática.


-De aquí, de allá, un poco de todas partes... le contestó con una dulce sonrisa cuando le preguntó de dónde provenía, y procuraba mantenerse callada, escuchando lo que le decía Ludimila, entusiasmada todavía, se notaba que era algo parlanchina...

-Sí, hoy acabo de empezar, al menos en este lugar ¿deseáis algún servicio mío? por cierto, soy Daenerys.


Off: Perdona por contestarte tan tarde, tenía asuntos personales que resolver, por éso no he podido antes, intentaré que no se vuelva a repetir ^^

A diferencia de Ludimila, Daenerys lucia más comedida y reservada, detalle que no se le paso a la rusa, por lo tanto solto un suspiro mientras intentaba tranquilizarse y de paso bajar su tono de voz.

-¡oh! eres una trotamundos-observo la morena con una sonrisa de oreja a oreja. Al contrario que sus compatriotas, Ludimila se diferenciaba de los demás por ser risueña y carismática.

Asi que era adivina, la curiosidad de la rusa ya empezaba a atenazar su cabeza, haciendose preguntas que seguro que la muchacha de cabellos claros podría resolverse, se rió suavemente de la alegría que comenzaba de nuevo a inundar su alma, a pesar de su edad, aquel gesto la hacia ver como una cría de 15 años.

-¡por favor!-contesto esta, quería saber tantas cosas, como por ejemplo, el futuro de su carrera artística, o el desenlace de la amistad con el apuesto bibliotecario que tan ensimismada le tenia.

p.d: Perdoname a mi tambien