Adiós y nueva vida (Libre)

Una noche anterior había vuelto a París, no quería que nadie la viera, al menos no alguien que la conociera, no iría a su burdel, no podría por el momento, traía los ojos hinchados, no había dormido por dos días y había estado llorando y bebiendo, su aspecto debía ser el peor, no podía dejar que nadie la viera de esa forma, llegó a un hotel como si no tuviera un sitio en cual estar, como si no existiera su cama para refugiarse en ella, pero la debilidad era algo que Devany no podía permitirse, ella había jurado nunca ser débil, había entrado al lugar donde pasaría una noche con un manto que cubría su cabello, con un vestido tan largo que parecía arrastrarse y casi no había separado un pañuelo blanco de sus labios mientras hablaba, ahora ya se encontraba segura.

Tomó asiento delante del tocador mientras que miraba su reflejo en el espejo, su cara estaba completamente lavada, los ojos estaban completamente rojos, su cabello lucía un poco enmarañado, nunca se había visto tan mal, al menos ella no lo recordaba -Te moriste para mí...- dijo con cierta frialdad al espejo y se puso de pie, terminó por quitarse la ropa en el camino y se metió a la tina el agua estaba tibia, dejó que esta le cubriera completa y se relajó hasta que se quedó dormida por unos momentos, el viento le despertó finalmente cortando su piel, se removió y se levantó cubriendo su cuerpo con una toalla para vestirse de nuevo.

Había quedado renovada en menos de media hora, la que estaba en el espejo ya no se reconocía, sus ojos estaban más reposados, sus labios y mejillas ahora tenían un ligero color carmín que le agradaba y avivaba su rostro, esa era ella, el cabello le caía en suaves ondas sobre sus hombros y el vestido aunque largo se le ceñía al cuerpo dejando las curvas perfectas. Salió del cuarto notando como las miradas se volteaban hacia ella y por supuesto que lo disfrutaba, a pesar de haber bebido tanto alcohol ahora tenía antojo de seguir haciéndolo, pero ya no de forma melancólica, sino divertida, había ido a parar a una de las tabernas donde en ocasiones iba a beber con sus clientes, el lugar no era de los típicos, tenía cierta clase y eso a ella le gustaba, dejó su bolso sobre la barra -Ya sabes que me gusta- le dijo al cantinero mientras le guiñaba el ojo y este sonreía mientras se giraba para darle lo que Deva le había solicitado.

Estando ahí muchos voltearon a verla, eso no le estaba importando demasiado en ese momento, no quería que nadie le dirigiera la palabra, era como si su apariencia sólo sirviera para ocultar lo que tenía en el alma, aún no sabía como era que había perdido lo que más amaba en aquél maldito mundo, pero así había pasado, la perfecta Devany había tenido un fallo y era ella misma quien no se permitía olvidarlo, era ella que servía como verdugo, la misma que se flagelaba como si un pecado hubiera cometido, perder nunca había sido opción para ella y justo ahora lo sabía, a pesar de todo sonreía, nunca se mostraría débil ante nadie, ya lo había hecho una vez y por eso ahora estaba ahí, como una idiota, con el corazón partido y el alma en el aire, si alguien supiera ver a través de sus ojos, se darían cuenta que no es una luz lo que se esconde, si no las lágrimas que no dejó salir a pesar de haber llorado tanto.

Tomó el trago que le entregó el tabernero y jugó con el vaso entre los dedos -Gracias- le guiñó el ojo mientras se giraba para ver todo lo que había en la taberna, no era nada nuevo para ella y eso le parecía una desgracia, en algún punto se arrepentía de ser una cortesana, quizá había sido el principio de sus desgracias, pero ¿Ahora qué importaba? No quería estar en las altas clases, no quería que la vieran como una muñeca de cristal, no... Un suspiro salió de sus labios en aquél momento, a veces si quería que alguien le cuidara y protegiera, no entendía porque carajos estaba tan idiota pero esperaba que aquello le pasara pronto, no quería sentirse tan vulnerable, no era lo que ella quería para su vida, la misma Devany se había llevado a la cama a los hombres que en el día acompañaban a una señorita del brazo y la pedían, mientras que en el lecho hacían cualquier tipo de barbaridad, ella no quería ser la que cargara con las infidelidades, pero ¿Quería ser la furcia particular de alguien? No, tampoco, realmente ella se encontraba completamente confundida.

Se había perdido en algún punto de la pared que tenía delante, sus ojos se habían quedado fijos en ese lugar hasta que un cuchicheo incesante comenzó cerca de ella, levantó una ceja, esperando que no fuera por ella y para su fortuna Devany no era el origen de aquellas molestas miradas y palabras, giró hacia su derecha y observó al hombre de arriba a abajo, no entendía qué tenía de malo, aunque las ropas estaban raídas... Ella en algún momento tuvo que vestir así -Vamos... ¿Sólo vas a tomar agua con tantas botellas o pretendes ponerte borracho hasta estar en el cuarto?- preguntó girando su cuerpo hacia el muchacho observándolo fijamente, ella tenía que alejarse o eso era lo que le decían las miradas de los demás sobre la cortesana, sólo que había un problema, su rebeldía era casi natural -¿Ya tienes con quien beber o apenas vas en busca?- acercó su vaso a sus labios sólo humedeciéndolos ligeramente con el alcohol y después cambió este por el de agua del joven -Anda bebe, pareces cansado, es vodka, ya viste que no tiene nada, puedes confiar, no pretendo matarte... Al menos no aquí- ella tenía un humor algo extraño, pero le divertía aquello en sobremanera, no podía negarlo.