Una nueva vida (LIBRE)

por **Itziar** Vie Feb 17, 2017 7:23 pm

Miraba el dedo anular de mi mano izquierda, en donde había descansado hace unos meses un anillo de compromiso. Tenía una vida a la que no podía volver.

Vestía con una capa oscura que cubría mi rostro y me precioso vestido escarlata. Había salido a dar una vuelta pues la fiesta en la que estaba, parecía estar agobiándome de manera excesiva, probablemente aun no estoy entrenada para poder beber algo de alcohol o champagne pero el aire exterior me estaba sintiendo de maravilla. Pude ver un banco y fui directa hasta él. No era aún medianoche y ya de por si la luna estaba bien brillante y expectante…pero no estaba completa. La luna tímida se escondía detrás de una cortina de oscuridad la cual le delineaba una insinuante transición de claros y oscuros. Me daba tristeza, parecía que miraba triste la luna hacia aquí.

¿Tal vez porque añore a su amado rey sol? No lo sé, la fiesta sin mi seguía su camino, pero ¿Qué camino debería de tomar? ¿el de seguir pasmada por la luna la cual ejercía una cierta hipnosis sobre mí? ¿Debería irme a algún lugar seguro? Era raro pues ya donde estaba, podría sentirme segura.

El silencio que recorría las calles, a cualquiera podría asustarle, pero en mi caso no era así. Yo misma hago que el miedo me tema a mí, un hombre que quiera sobrepasarse, aunque no me convierta en lo que mi naturaleza por la luna llena, recibe lo que se merece, un dolor desgarrador, dispuesto a proporcionarle sufrimiento por tratar a una mujer de tal manera. Yo no soy una dama de compañía y ahora mismo, comenzaba a hacer frio. Mi capa ya no era suficiente, por lo que comencé a andar por las calles de vuelta a la fiesta…pero algo cerca del puente llamo mi atención.

Eran unos sonidos que me intrigaban en demasía por lo que fui a ver que era y enseguida Salí corriendo hacia la fiesta hasta poder encontrarme a salvo, asustada huía de lo que había visto. ¡Rápido! ¡RAPIDO! Tenía que ponerme a salvo.

por **Jared Canaan** Jue Mar 09, 2017 4:27 pm

Sentí a lo lejos el hedor de un hombre, que parecía tener buen gusto en perfumes ropas y demás… No dudé en seguirlo toda la noche, era un hombre adinerado que había salido solo de una fiesta a fumarse un puro en la fealdad del puerto. Así es, nada me gustaba de esta ciudad todo para mí era detestable, los olores, la riqueza de otros adquirida a manos de la sangre, la cultura y lo peor… lo peor de todo, en que el mundo parece una plaga: los humanos. No me gustaba Francia, pero había llegado aquí solo por una razón enferma.

Sentí entonces una especie de adrenalina, algo que me pasaba cada vez que me daba hambre y vi al hombre fumando con estilo elegante y su humo era muy fuerte que incluso puedo llegar a saber que este desconocido ya tenía problemas al corazón por aquello. Me reí de eso, pobres humanos… -¿Pobres?... ¡Ja! Inútiles más bien. Morirán de igual forma. Todos ya estamos muertos. –pensé mientras una descarga eléctrica de rechazo envolvía mi conciencia.

Del otro extremo sentí otro aroma, algo que sacudió los efectos de mi idiosincrasia detestable. Una criatura peligrosa, que está a la altura de mis desprecios: Una Mujer Loba. La hallé sentada en una banca, mirando a la luna con penosa pasión. Sola, como una ¡perra! Valga la redundancia. Pero esto no me causó tanta gracia, porque esos bicharracos eran peligrosos. La contemplé a lo lejos entorno a la oscuridad de aquella noche, parecía aburrida y dejé de prestarle atención en cuanto oí la tos seca de mi víctima de aquella noche.

Salí de mi escondite era el momento preciso para hacer lo que había ido a hacer. Vestía esa noche con mi típico abrigo negro que me llegaba casi hasta la mitad de los pies, con mis manos en los bolsillos y con mi rostro demacrado, de oscuras ojeras, delgadez y blanca piel parecía yo un cadáver… -¿Pero qué estaba diciendo? Si estoy muerto, que ironía… -mencioné en voz alta aquella última palabra y fui escuchado por el hombre. Me observó algo sorprendido y me preguntó si necesitaba ayuda en algo… enseñé levemente la punta de mis colmillos y respondí: -Sí.- y en un rápido movimiento que rompió el silencio ataqué al hombre hasta beber de él lo que había ido a buscar esa noche.

Me sacié de la sangre con sabor a puro y minutos después me di cuenta que la loba que había divisado sentada sola en la banca había desaparecido. Seguramente después de haber alcanzado a escuchar la estruendosa muerte de aquel ser humano. Decidí largarme del lugar, en busca del rastro que la mujer había dejado y el cual hallé unos metros después cerca de la entrada de lo que parecía ser, una fiesta social… -¿Algo social?, ¿Otra vez?... Veamos donde te encuentras lobita- dije hablándome a mí mismo en voz alta, acción que hizo que algunas personas alrededor me miraran con extrañeza. Estúpidos seres, si es tan divertido hablar con uno mismo….

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