AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cuando las aves lloran (Abraxas)
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Cuando las aves lloran (Abraxas)
No es que me importe relacionarme con personas extrañas, al decir verdad, me encanta hacerlo, es como descubrir un nuevo mundo en cada una de ellas, unos en los cuales quisieras perderte, otros en los que hay guerras y es un caos total.
Era cada vez mas divertido para mi hablar con completos extraños, no se, no lo puedo evitar, siento que aveces corro peligro por lo mismo, pero de igual manera me encanta esa sensación.
Era un día bastante despejado, y yo al fin había despertado. Estaba solo como de costumbre, me levanta de aquella enorme cama y decidí mirar por el ventanal enorme de mi habitación que daba hacia el balcón. Decidí salir con lo que llevaba puesto, que era solo mi ropa interior para dormir, mire hacia el cielo y respire con tal profundidad mientras cerraba los ojos. Era mi manera de agradecer de haber podido despertar otro día.
Sonreí como solía hacerlo, y me cambie para poder salir al exterior como siempre. Los sirvientes estaban acostumbrados a que me escapara al bosque que estaba justo del otro lado de la barda, así que me daban un poco mas de libertades.
Había tenido mucha suerte al tener días tan azules como estos, pues era raro de ver en parís, había unas cuantas nubes cubriendo el cielo, pero no eran la gran cosa.
Era en plena época de primavera y pareciera como si el bosque me llamara para caminar descalzo una vez mas sobre sus tierras. ¿porque estaba tan solo?, ¿es que nunca encontraría a alguien que de verdad quisiera ser mi amigo?, ¿o sera que le caigo mal a las personas que me ven?, me hacia todas esas preguntas mientras me perdía mas y mas en las profundidades de aquel bosque.
Era tan verde y tan abundante, solo esperaba no encontrarme a algún animal salvaje o algo por el estilo. Estaba el mismo lago que me había encontrado hace ya tiempo atrás cuando por primera vez lo mire, esta vez estaba solo, había unos cuantos venados sedientos bebiendo de aquel lago, decidí no acercarme bruscamente hacia ellos pues eran tan hermosos y no quería que mi presencia los molestara y huyeran.
Me desvestí para nadar un rato, el agua era tan clara y perfecta, era como un pequeño paraíso en el bosque, y justo a unos cuantos kilómetros de casa.
Me sentía rodeado de vida, como si los animales, el bosque y yo hiciéramos un conjunto de universos donde nos estuviéramos con armonía, valla si había paz en ese lugar.
Sentía como si los animales se susurraran entre ellos preguntando que hacia este humano aquí. Di una ligera sonrisa mientras me quitaba el agua de mi rostro con mis dos manos, pero en que locuras pienso, es decir, son animales después de todo.
Preferiría esto todos los días, a tener fiestas de gente millonaria, que por lo general solo se reunian por intereses personales y egoistas que tiene que ver solo con dinero.
Era cada vez mas divertido para mi hablar con completos extraños, no se, no lo puedo evitar, siento que aveces corro peligro por lo mismo, pero de igual manera me encanta esa sensación.
Era un día bastante despejado, y yo al fin había despertado. Estaba solo como de costumbre, me levanta de aquella enorme cama y decidí mirar por el ventanal enorme de mi habitación que daba hacia el balcón. Decidí salir con lo que llevaba puesto, que era solo mi ropa interior para dormir, mire hacia el cielo y respire con tal profundidad mientras cerraba los ojos. Era mi manera de agradecer de haber podido despertar otro día.
Sonreí como solía hacerlo, y me cambie para poder salir al exterior como siempre. Los sirvientes estaban acostumbrados a que me escapara al bosque que estaba justo del otro lado de la barda, así que me daban un poco mas de libertades.
Había tenido mucha suerte al tener días tan azules como estos, pues era raro de ver en parís, había unas cuantas nubes cubriendo el cielo, pero no eran la gran cosa.
Era en plena época de primavera y pareciera como si el bosque me llamara para caminar descalzo una vez mas sobre sus tierras. ¿porque estaba tan solo?, ¿es que nunca encontraría a alguien que de verdad quisiera ser mi amigo?, ¿o sera que le caigo mal a las personas que me ven?, me hacia todas esas preguntas mientras me perdía mas y mas en las profundidades de aquel bosque.
Era tan verde y tan abundante, solo esperaba no encontrarme a algún animal salvaje o algo por el estilo. Estaba el mismo lago que me había encontrado hace ya tiempo atrás cuando por primera vez lo mire, esta vez estaba solo, había unos cuantos venados sedientos bebiendo de aquel lago, decidí no acercarme bruscamente hacia ellos pues eran tan hermosos y no quería que mi presencia los molestara y huyeran.
Me desvestí para nadar un rato, el agua era tan clara y perfecta, era como un pequeño paraíso en el bosque, y justo a unos cuantos kilómetros de casa.
Me sentía rodeado de vida, como si los animales, el bosque y yo hiciéramos un conjunto de universos donde nos estuviéramos con armonía, valla si había paz en ese lugar.
Sentía como si los animales se susurraran entre ellos preguntando que hacia este humano aquí. Di una ligera sonrisa mientras me quitaba el agua de mi rostro con mis dos manos, pero en que locuras pienso, es decir, son animales después de todo.
Preferiría esto todos los días, a tener fiestas de gente millonaria, que por lo general solo se reunian por intereses personales y egoistas que tiene que ver solo con dinero.
Antuan Belikov- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/03/2012
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Re: Cuando las aves lloran (Abraxas)
Llevaba ya dos días fuera de casa, recorriendo las calles de parís, comiendo de lo que podía pagar y durmiendo en cualquier rincón que era capaz de encontrar. No es que le supusiera mucho problema pues verdaderamente debajo de cualquier árbol él era capaz de dormir, o inclusive en la rama de alguno de ellos, así que por esa parte estaba más que tranquilo. Había tenido una pequeña bronca con su progenitora esos días atrás, de ahí que no hubiera regresado aun al bosque. Le frustraba enormemente las negativas de ella a decirle quienes eran su familia, de donde procedían, quienes eran sus abuelos. Sabía que debían ser gente importante, pues su madre siempre le había demostrado que era realmente culta y según lo que había podido ver en sus pequeñas aventuras por París, la gente de a pie difícilmente sabía leer o escribir. No es como que quisiera ir a pedirles nada, en el fondo les tenía algo de desconfianza por el hecho de haber dejado a su madre totalmente sola en los momentos más difíciles de su vida...pero la curiosidad era demasiado grande para él.
Mientras todos esos pensamientos vagaban sin descanso por su mente, sus orbes azules como el cielo estaban fijas en la laguna que se extendía ante él. A lo lejos podía ver algunos botes y también varias aves que descansaban, otras que pescaban. Sonrió levemente, hacía ya unos días que no se transformaba en alguna de sus queridas formas animales, en las cuales se sentía a veces inclusive más cómodo que si se quedaba tal cual. Tardó apenas un par de segundos en sacudir la cabeza y decidir que no tenía ganas de seguir pensando. Suspiró y se levantó, caminando hacia un lado en donde los restos de una carreta que parecía abandonada descansaban. Se agachó tras esta, desnudándose y haciendo un montoncito con las oscuras prendas encargadas de cubrir su piel, escondiéndolas debajo de la misma carreta, tras mirar alrededor y cerciorarse de que no había nadie por allí, adoptó su forma de cisne, un elegante cisne con el plumaje totalmente negro y los ojos del mismo azul intenso que en su forma humana.
Lo primero que hizo fue estirar su largo cuello hacia arriba y sacudir las alas, amaba tener alas, pero no las iba a usar en esa ocasión. Realmente cuando deseaba volar adoptaba otra forma, en ese momento lo que le apetecía era nadar. Así que con los torpes andares que un ave de ese estilo tiene, caminó hasta llegar al agua, introduciéndose y adentrándose aunque sin alejarse mucho de la orilla donde se encontraban sus telas escondidas. Sumergió la cabeza y al sacarla la sacudió, era también una buena forma de limpiarse. Así que con toda la elegancia que le confería esa forma, comenzó a acicalarse las plumas, dejando que el agua lo mantuviera a flote, relajándose totalmente en ese instante, al menos así dejaba de pensar un poco, ya seguiría preocupándose más tarde.
No podría decir cuánto tiempo pasó allí a la deriva, hasta casi podría haberse quedado dormido de no ser porque cada cierto tiempo se movía para no quedarse fuera de juego y quedar a merced de cualquier peligro. Sin embargo su calma no duró eternamente. Sus orbes se abrieron, claras como la luna, clavándose en una figura que había comenzado a desnudarse en la orilla. Dado que no era el único animal ni ave que había allí, pasaba desapercibido podría decirse, así que con sigilo se fue deslizando sobre el agua para rodear al intruso y poder pisar tierra en el momento que él hacia su inmersión en el agua. Volvió rápidamente a su forma humana par así emprender una corta carrera hacia detrás de la carreta, cubriéndose la parte inferior de su cuerpo con los pantalones, pero no preocupándose de nada más. Su curiosidad como siempre, era más grande.
Volvió a acercarse a la orilla del lago, quedándose de pie al lado de los ropajes ajenos antes de inclinarse y rozarlos con los dedos, agarrándolos entre sus manos. Sus ojos volvieron la vista a él una vez más cuándo salió a flote, parecía distraído mirando a todos lados. probablemente disfrutando del lugar. Dejó las prendas en su sitio y se sentó allí, mirando a aquel desconocido con curiosidad y dedicándole una sonrisa cuando al fin se fijó en él.
- Hola, soy Abraxas. ¿Quién sois vos? - quiso saber, ladeando un poco la cabeza. Aun tenía el pelo húmedo por el baño que se había dado en su otra forma, pero evidentemente no parecía importarle lo más mínimo.
Mientras todos esos pensamientos vagaban sin descanso por su mente, sus orbes azules como el cielo estaban fijas en la laguna que se extendía ante él. A lo lejos podía ver algunos botes y también varias aves que descansaban, otras que pescaban. Sonrió levemente, hacía ya unos días que no se transformaba en alguna de sus queridas formas animales, en las cuales se sentía a veces inclusive más cómodo que si se quedaba tal cual. Tardó apenas un par de segundos en sacudir la cabeza y decidir que no tenía ganas de seguir pensando. Suspiró y se levantó, caminando hacia un lado en donde los restos de una carreta que parecía abandonada descansaban. Se agachó tras esta, desnudándose y haciendo un montoncito con las oscuras prendas encargadas de cubrir su piel, escondiéndolas debajo de la misma carreta, tras mirar alrededor y cerciorarse de que no había nadie por allí, adoptó su forma de cisne, un elegante cisne con el plumaje totalmente negro y los ojos del mismo azul intenso que en su forma humana.
Lo primero que hizo fue estirar su largo cuello hacia arriba y sacudir las alas, amaba tener alas, pero no las iba a usar en esa ocasión. Realmente cuando deseaba volar adoptaba otra forma, en ese momento lo que le apetecía era nadar. Así que con los torpes andares que un ave de ese estilo tiene, caminó hasta llegar al agua, introduciéndose y adentrándose aunque sin alejarse mucho de la orilla donde se encontraban sus telas escondidas. Sumergió la cabeza y al sacarla la sacudió, era también una buena forma de limpiarse. Así que con toda la elegancia que le confería esa forma, comenzó a acicalarse las plumas, dejando que el agua lo mantuviera a flote, relajándose totalmente en ese instante, al menos así dejaba de pensar un poco, ya seguiría preocupándose más tarde.
No podría decir cuánto tiempo pasó allí a la deriva, hasta casi podría haberse quedado dormido de no ser porque cada cierto tiempo se movía para no quedarse fuera de juego y quedar a merced de cualquier peligro. Sin embargo su calma no duró eternamente. Sus orbes se abrieron, claras como la luna, clavándose en una figura que había comenzado a desnudarse en la orilla. Dado que no era el único animal ni ave que había allí, pasaba desapercibido podría decirse, así que con sigilo se fue deslizando sobre el agua para rodear al intruso y poder pisar tierra en el momento que él hacia su inmersión en el agua. Volvió rápidamente a su forma humana par así emprender una corta carrera hacia detrás de la carreta, cubriéndose la parte inferior de su cuerpo con los pantalones, pero no preocupándose de nada más. Su curiosidad como siempre, era más grande.
Volvió a acercarse a la orilla del lago, quedándose de pie al lado de los ropajes ajenos antes de inclinarse y rozarlos con los dedos, agarrándolos entre sus manos. Sus ojos volvieron la vista a él una vez más cuándo salió a flote, parecía distraído mirando a todos lados. probablemente disfrutando del lugar. Dejó las prendas en su sitio y se sentó allí, mirando a aquel desconocido con curiosidad y dedicándole una sonrisa cuando al fin se fijó en él.
- Hola, soy Abraxas. ¿Quién sois vos? - quiso saber, ladeando un poco la cabeza. Aun tenía el pelo húmedo por el baño que se había dado en su otra forma, pero evidentemente no parecía importarle lo más mínimo.
Abraxas*- Cambiante Clase Baja
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Re: Cuando las aves lloran (Abraxas)
Era como si la brisa de aquel día trajera consigo sorpresas, quizás estaba equivocado después de todo, y no todas las personas eran iguales.
Me había distraído demasiado en mis propios pensamientos, que no me di cuenta de lo que me rodeaba después de todo, pero solo eran unos cuantos animales, y el viento pasando ligeramente sobre mi rostro, ¿que podía pasar en un lugar tan alejado?, me hice esa pregunta ciegamente.
Fue cuando mire una figura un tanto peculiar, no podía distinguir bien a esa distancia, al acercarse pude notar que se trataba de una persona, ¿pero como llego tan rápido a mi?, la hubiera notado venir desde lejos, y por supuesto me habría marchado sin dudarlo de ese lugar.
Fue cuando pregunto quien era yo. Fue un tanto inesperado, así que decidí hundirme un poco en el agua, pues me avergonzaba estar desnudo frente a un extraño.
-s..soy Antuan- le dije tartamudeando, pues tenia un aspecto bastante curioso, y no podia evitar tener cierto temor al hablar con el. Trate de calmarme un poco pues el también se miraba mojado, quizás estaba nadando en el lago antes que yo y no pude darme cuenta, y en ese caso, yo seria el extraño en ese lugar. No pude evitar ver sus ojos, eran demasiado claros... nunca habia visto a una persona con ojos tan claros, me habia sonreido asi que parecia buena señal, supongo que me presentare formalmente con el.
Como pude agarre un monton de maleza que se encontraba sumergido en el lago, y decidi cubrirme con eso para asi salir de ese lugar y poder vestirme de nuevo. Las ropas se mojarian, pero ¿que mas da? ,estoy a unos cuantos kilometros de casa, secarme era lo de menos por ahora.
Decidi acercarme a el y esta vez saludarle apropiadamente. -Disculpa, me tomaste por sorpresa, soy Antuan de los Belikov, gusto en conocerte- le decía mientras trataba de darle mi sonrisa mas sincera, pues no quería que pensara mal de mi.
No sabia que mas decirle, aparte de presentarme, creí que lo mejor seria invitarlo a mi mansión a tomar algo, no estaba seguro si era lo correcto, pero supongo que así se hacen las amistades hoy en día, la verdad no tenia ni idea,pero ¿que podia perder?.-vivo no muy lejos de aqui,¿te gustaria ir a tomar algo?-. le pregunte de una manera tan directa, pues no tenia idea de como reaccionaria, no se miraba como una mala persona, o un asesino a sueldo asechando los alrededores por mas victimas.
Me había distraído demasiado en mis propios pensamientos, que no me di cuenta de lo que me rodeaba después de todo, pero solo eran unos cuantos animales, y el viento pasando ligeramente sobre mi rostro, ¿que podía pasar en un lugar tan alejado?, me hice esa pregunta ciegamente.
Fue cuando mire una figura un tanto peculiar, no podía distinguir bien a esa distancia, al acercarse pude notar que se trataba de una persona, ¿pero como llego tan rápido a mi?, la hubiera notado venir desde lejos, y por supuesto me habría marchado sin dudarlo de ese lugar.
Fue cuando pregunto quien era yo. Fue un tanto inesperado, así que decidí hundirme un poco en el agua, pues me avergonzaba estar desnudo frente a un extraño.
-s..soy Antuan- le dije tartamudeando, pues tenia un aspecto bastante curioso, y no podia evitar tener cierto temor al hablar con el. Trate de calmarme un poco pues el también se miraba mojado, quizás estaba nadando en el lago antes que yo y no pude darme cuenta, y en ese caso, yo seria el extraño en ese lugar. No pude evitar ver sus ojos, eran demasiado claros... nunca habia visto a una persona con ojos tan claros, me habia sonreido asi que parecia buena señal, supongo que me presentare formalmente con el.
Como pude agarre un monton de maleza que se encontraba sumergido en el lago, y decidi cubrirme con eso para asi salir de ese lugar y poder vestirme de nuevo. Las ropas se mojarian, pero ¿que mas da? ,estoy a unos cuantos kilometros de casa, secarme era lo de menos por ahora.
Decidi acercarme a el y esta vez saludarle apropiadamente. -Disculpa, me tomaste por sorpresa, soy Antuan de los Belikov, gusto en conocerte- le decía mientras trataba de darle mi sonrisa mas sincera, pues no quería que pensara mal de mi.
No sabia que mas decirle, aparte de presentarme, creí que lo mejor seria invitarlo a mi mansión a tomar algo, no estaba seguro si era lo correcto, pero supongo que así se hacen las amistades hoy en día, la verdad no tenia ni idea,pero ¿que podia perder?.-vivo no muy lejos de aqui,¿te gustaria ir a tomar algo?-. le pregunte de una manera tan directa, pues no tenia idea de como reaccionaria, no se miraba como una mala persona, o un asesino a sueldo asechando los alrededores por mas victimas.
Antuan Belikov- Humano Clase Alta
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Re: Cuando las aves lloran (Abraxas)
El muchacho en cierto modo había notado la vergüenza, el pudor en el contrario, especialmente cuando este se metió un poco más en el agua para que Abraxas no pudiera apreciar su desnudez. Esto y las ropas que tenía al lado, le hacían pensar que definitivamente era un chico de bien, uno lo suficientemente pudoroso como para querer ocultar sus partes nobles cuando se dispuso a salir del lago, algo que le causó una leve risita, con lo que se mordió el labio inferior para que no se le notara mucho.
- Antuan, es un bonito nombre. - dijo levantándose, dejándolo tomar sus ropas para que pudiera sentirse más cómodo, ya que parecía que aquello era necesario para la calma del muchacho desconocido y él no quería que estuviera incómodo. Inclusive se apartó un pequeño paso para dejarle más espacio de movimiento - ¿Me invitáis a vuestro hogar? - preguntó sorprendido y alzando una ceja.
Realmente no solía hacerlo nadie, él era un muchacho del bosque, alguien de quien no se fiaban por miedo a que pudiera ser un ladrón, a pesar de que de eso tenía más bien poco. En todo caso solo era un ladrón de historias, de palabras y de compañía. Al final le sonrió al chico y terminó por asentir, desperezándose con toda la confianza y revolviéndose un tanto el pelo, mirando hacia el lago mientras lo dejaba terminar de vestirse.
- Me agrada vuestra oferta y la acepto de buen gusto. Pero me resulta extraño...¿por qué os cubrís el cuerpo desnudo con tanta premura y sin embargo luego queréis invitarme a vuestra morada? - eran cosas que no tenían nada que ver, sin duda alguna, pero para él eran fáciles de relacionar. Si un hombre no sentía la suficiente confianza en otro como para dejarlo ver su cuerpo, ¿cómo la tenía para dejarlo entrar en su hogar?
Esperó tranquilo a que el muchacho se pusiera en marcha para seguirlo o lo que fuera, mientras al mismo tiempo aguardaba una respuesta que pudiera saciar su curiosidad. Él no era vergonzoso, no veía problemas en que los demás pudieran ver su cuerpo desnudo. Se lo cubría normalmente para no incomodar al resto.
- Antuan, es un bonito nombre. - dijo levantándose, dejándolo tomar sus ropas para que pudiera sentirse más cómodo, ya que parecía que aquello era necesario para la calma del muchacho desconocido y él no quería que estuviera incómodo. Inclusive se apartó un pequeño paso para dejarle más espacio de movimiento - ¿Me invitáis a vuestro hogar? - preguntó sorprendido y alzando una ceja.
Realmente no solía hacerlo nadie, él era un muchacho del bosque, alguien de quien no se fiaban por miedo a que pudiera ser un ladrón, a pesar de que de eso tenía más bien poco. En todo caso solo era un ladrón de historias, de palabras y de compañía. Al final le sonrió al chico y terminó por asentir, desperezándose con toda la confianza y revolviéndose un tanto el pelo, mirando hacia el lago mientras lo dejaba terminar de vestirse.
- Me agrada vuestra oferta y la acepto de buen gusto. Pero me resulta extraño...¿por qué os cubrís el cuerpo desnudo con tanta premura y sin embargo luego queréis invitarme a vuestra morada? - eran cosas que no tenían nada que ver, sin duda alguna, pero para él eran fáciles de relacionar. Si un hombre no sentía la suficiente confianza en otro como para dejarlo ver su cuerpo, ¿cómo la tenía para dejarlo entrar en su hogar?
Esperó tranquilo a que el muchacho se pusiera en marcha para seguirlo o lo que fuera, mientras al mismo tiempo aguardaba una respuesta que pudiera saciar su curiosidad. Él no era vergonzoso, no veía problemas en que los demás pudieran ver su cuerpo desnudo. Se lo cubría normalmente para no incomodar al resto.
Abraxas*- Cambiante Clase Baja
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Re: Cuando las aves lloran (Abraxas)
Me era cada vez mas facil comprender que habia personas en este mundo que te hacian ver la vida de un modo diferente, como si te enseñaran a volar y de algun modo ver desde otra perspectiva. Me encantaba ver a personas extrañas, y saber sus historias, es como aprender un poco de cada una de ellas, en realidad no sabes que tipo de historia sera, si de drama, comedia, misterio u horror.
El sol empezaba a bajar y el cielo se torno en un tono naranja, aunque esto hacia la tarde aun mas bella, pues algo que amo son las puestas de sol en un atardecer. -bueno, no desconfio de ti, es solo que....no se, crei que mostrarle mi cuerpo a alguien es algo mas intimo, ¿sabes?, como un pacto de confianza- le dije, un tanto apenado, pues no sabia como reaccionar a tal respuesta, y a la vez, no quería que pensara que desconfió de el. -ahh... no lo se en realidad- lo mire un tanto confundido mirando al los ojos de abraxas y a la vez mirando al vacio, pues no sabia porque le habia invitado asi sin mas. -supongo que es una manera en que la gente se conoce ¿no?, al menos eso he visto que hacen- le dije mientras caminábamos de regreso a la mansión.
El sol al fin se había metido, por suerte ya habíamos llegado por la parte trasera, donde se encontraba aquel laberinto jardín. Al fin estabamos dentro del comedor, en realidad no sabia como atender a un invitado, ya que era el primero que tenia, Decidi mandar a preparar una cena para ambos y asi poder conocer mas a aquel joven extraño. No lo miraba incomodo por estar en un lugar desconocido, eso me calmo aun mas.
-sabes... eres mi primer visita que no viene por negocios familiares-. Era una noche tranquila, y la luz de la luna llena entraba por el ventanal de aquel comedor.
Me intrigaba saber mas acerca de el, tenia un aspecto tan peculiar que despertaba mi curiosidad. Seria agradable tener a alguien mas viviendo aquí aparte de aquellos sirvientes con los cuales nunca hablo. Pero siendo sinceros, dudo que sea posible, quizás tenga cosas mas importantes que hacer y yo le estoy quitando tiempo, ojala y no sea el caso, pues me sentiría bastante apenado.
Mientras estaba sentado frente a el, no pude evitar ver fijamente a sus ojos, se que es descortés hacerlo, pero me intrigaban tanto, eran tan grandes y tan claros. Cubría mi boca con mi mano recargada sobre ella, mientras recargaba mi codo en la mesa, esto hizo que Abraxas lo notara. Reaccione con cierta torpeza regresando a mi postura correcta -L...lo siento-.
El sol empezaba a bajar y el cielo se torno en un tono naranja, aunque esto hacia la tarde aun mas bella, pues algo que amo son las puestas de sol en un atardecer. -bueno, no desconfio de ti, es solo que....no se, crei que mostrarle mi cuerpo a alguien es algo mas intimo, ¿sabes?, como un pacto de confianza- le dije, un tanto apenado, pues no sabia como reaccionar a tal respuesta, y a la vez, no quería que pensara que desconfió de el. -ahh... no lo se en realidad- lo mire un tanto confundido mirando al los ojos de abraxas y a la vez mirando al vacio, pues no sabia porque le habia invitado asi sin mas. -supongo que es una manera en que la gente se conoce ¿no?, al menos eso he visto que hacen- le dije mientras caminábamos de regreso a la mansión.
El sol al fin se había metido, por suerte ya habíamos llegado por la parte trasera, donde se encontraba aquel laberinto jardín. Al fin estabamos dentro del comedor, en realidad no sabia como atender a un invitado, ya que era el primero que tenia, Decidi mandar a preparar una cena para ambos y asi poder conocer mas a aquel joven extraño. No lo miraba incomodo por estar en un lugar desconocido, eso me calmo aun mas.
-sabes... eres mi primer visita que no viene por negocios familiares-. Era una noche tranquila, y la luz de la luna llena entraba por el ventanal de aquel comedor.
Me intrigaba saber mas acerca de el, tenia un aspecto tan peculiar que despertaba mi curiosidad. Seria agradable tener a alguien mas viviendo aquí aparte de aquellos sirvientes con los cuales nunca hablo. Pero siendo sinceros, dudo que sea posible, quizás tenga cosas mas importantes que hacer y yo le estoy quitando tiempo, ojala y no sea el caso, pues me sentiría bastante apenado.
Mientras estaba sentado frente a el, no pude evitar ver fijamente a sus ojos, se que es descortés hacerlo, pero me intrigaban tanto, eran tan grandes y tan claros. Cubría mi boca con mi mano recargada sobre ella, mientras recargaba mi codo en la mesa, esto hizo que Abraxas lo notara. Reaccione con cierta torpeza regresando a mi postura correcta -L...lo siento-.
Antuan Belikov- Humano Clase Alta
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Re: Cuando las aves lloran (Abraxas)
El cambiante no sabía como responder a sus palabras, ¿así se conocían las personas? Él era el menos indicado para comentarlo, a fin de cuentas su forma de relacionarse con los demás no era precisamente la más corriente ni por asomo, por no decir que era totalmente personal...y diferente a la norma. Como fuera, tampoco había mucho más que decir así que se dedicó a seguirlo para llegar a la casa del joven. Era bastante amplia, seguro que tenía dinero y estaba bien posicionado.
No es como que ese tipo de detalles sorprendieran mucho al pájaro, por no decir que nada de nada, para él era igual de interesante alguien que no tenía un solo franco en el bolsillo para una barra de pan como lo era el rey. Lo importante era la compañía y la conversación que le pudieran dar. Lo miró con curiosidad, alzando una ceja.
- ¿Es que no tenéis amigos ni nada? - igual metía la pata, hablando de un tema que podía incomodar al muchacho o hacerlo sentir mal, pero Abraxas no se paraba a pensar en ello, era una pregunta lógica tras el comentario que él había hecho y eso era todo lo que él notaba
Había tomado asiento en el comedor, mirando la mesa, los cubiertos y todas las cosas que había mandado a preparar. La verdad es que estaba bastante entretenido mirando todo eso como para darse cuenta de que lo observaban tan fijamente. Pero el cuerpo reacciona de forma inconsciente ante esas cosas, así que sintió como se le erizaba el cabello de la nuca y despacio giró los ojos hacia el contrario. Su cabeza se ladeó como lo haría la de un animal curioso y luego sonrió, de esa forma tierna tan propia de él. Se levantó de su asiento y se acercó al muchacho hasta casi pegar el rostro al suyo.
- ¿Qué queréis mirar? - le preguntó en un susurro pues tan cerca no era plan de gritar - ¿Son mis ojos? ¿Mi nariz o mi boca? - volvió a ladear un poquito el rostro y soltó una risita - Podéis hacerlo, no voy a molestarme por ello.- si el chico tenía curiosidad por algo...que mirase, ¿qué tenía de malo? Para Abraxas nada, sin duda.
No es como que ese tipo de detalles sorprendieran mucho al pájaro, por no decir que nada de nada, para él era igual de interesante alguien que no tenía un solo franco en el bolsillo para una barra de pan como lo era el rey. Lo importante era la compañía y la conversación que le pudieran dar. Lo miró con curiosidad, alzando una ceja.
- ¿Es que no tenéis amigos ni nada? - igual metía la pata, hablando de un tema que podía incomodar al muchacho o hacerlo sentir mal, pero Abraxas no se paraba a pensar en ello, era una pregunta lógica tras el comentario que él había hecho y eso era todo lo que él notaba
Había tomado asiento en el comedor, mirando la mesa, los cubiertos y todas las cosas que había mandado a preparar. La verdad es que estaba bastante entretenido mirando todo eso como para darse cuenta de que lo observaban tan fijamente. Pero el cuerpo reacciona de forma inconsciente ante esas cosas, así que sintió como se le erizaba el cabello de la nuca y despacio giró los ojos hacia el contrario. Su cabeza se ladeó como lo haría la de un animal curioso y luego sonrió, de esa forma tierna tan propia de él. Se levantó de su asiento y se acercó al muchacho hasta casi pegar el rostro al suyo.
- ¿Qué queréis mirar? - le preguntó en un susurro pues tan cerca no era plan de gritar - ¿Son mis ojos? ¿Mi nariz o mi boca? - volvió a ladear un poquito el rostro y soltó una risita - Podéis hacerlo, no voy a molestarme por ello.- si el chico tenía curiosidad por algo...que mirase, ¿qué tenía de malo? Para Abraxas nada, sin duda.
Abraxas*- Cambiante Clase Baja
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