Aquí empezó la historia de amor (privado)

Que nostalgia ver pasar a la gente corriendo gritando felizmente por las calles, mientras mis ojos se llenan de envidia al mirar por la venta de mi castillo, pero todo tiene un precio, y el precio por mi existir son aquellos hermosos rayos que dan vida, pero como dar vida a lo muerto, que pecado tan grande he cometido, pero que satisfacción mas grande el haber dominado la noche, divino resplandor plateado de aquella perla que ilumina mi andar. Pues aun espero como niño poder salir, pues me paso las horas mirando el reloj y esperando mi hora para salir, pues la vida nocturna es lo mejor de estar muerto.

Esa noche era especial, pues a las nueve de la noche daba comienzo un gran baile en el gran palacio royal, donde se reúne toda la más grande alcurnia de Francia, y donde los grandes invitados son los gobernantes de los países circunvecinos, las grandes potencias se reúne para presumir sus grandes carruajes, sus hermosos vestidos y ropas elegantes, que son adornadas con grandes joyas que solo dejan ver la gran opulencia de los invitados, ya hace más de un mes que había llegado la invitación al gran duque de Inglaterra, que es ser de la realeza y no asistir a tan distinguidos bailes, pensaba le gran duque, pues también casi un mes había confirmado su asistencia, pues la reputación del duque lo distinguía por su presencia en cada fiesta, pes mujeriego y conquistador eran algunas de las cosas que se le conocía.

Desde muy temprano el viernes empezó prepararse, pues seguro seria de los últimos en irse y de los últimos en llegar, había escogido ya sus vestimentas, las cuales mando hacer una semana antes pues el vestirse bien era algo que le encantaba, y así fue, desde las seis de la tarde comenzó su preparación, pues el castillo solo se dedicó a él, las doncellas corren de un salón a otro con las vestiduras del duque, mientras que el gran baño tomaba su muy acostumbrada relajación, que consistía en darse un baño de dos horas, con varias doncellas atendiéndolo, pues se es mujeriego cuando no se conoce el verdadero amor.

A las ocho el duque esta vestido y en su carruaje dirigiéndose al gran palacio, los caminos oscuros de terracería veían pasar al duque, que emocionado paraba en cada lugar para tomar lo que él llamaba un tentempié, que no era otra cosa que beber la sangre de los desafortunados que estuvieran cerca, pues ya la dicha de probar los grandes manjares del palacio sería más que imposible.

La entrada era espectacular del imponente palacio, pues iluminado majestuosamente dejaba ver hasta el último rincón del glorioso palacio, recibido en la entrada como duque de Inglaterra daban la bienvenida y daban paso a que entrara el duque al imponente recibidor donde daba comienzo la fiesta, con el típico anunciador que marcaba la llegada de los invitados, gritando con voz fuerte dijo el nombre del duque.

-Duque de Inglaterra Jonathan Rhys Meyers.

Hacía varias semanas que le había llegado una invitación a un baile de la alta sociedad en el Palacio Royal, al que como no debía de asistir sin más remedio. No tenía otra alternativa ya que el pertenecer a la clase alta son las condiciones que tenía. Confirmó su asistencia y no tuvo otra opción que ponerse a buscar el vestido adecuado para la ocasión. Llamó a una de sus doncellas y le encargó la tarea de que fuera en busca del mejor vestido que sus ojos pudieran ver, ya que aún no era de noche y ella no podía estar en contacto con los rayos del sol.

Mientras que la doncella salió en busca del vestido, Judith se limitó a sentarse al lado de la chimenea frotando sus manos como si tratara de entrar en calor, aunque aquello no le hacía falta por su condición. Levantó la mirada hacía el reloj antiguo que habitaba en el salón de la casa y una sonrisa se le dibujó en la cara. "Es la hora perfecta.", pensó para sí misma. Se dirigió hacia el baño donde ya estaba preparado su habitual baño de siempre y se desvistió mientras que una de las doncellas le preparaba las toallas y la ropa para cuando saliera de la bañera. Se sumergió en el agua, relajándose y dejándose llevar por aquella sensación, echaba de menos el sentir aquel calentor que desprendía el agua.

No tardó mucho en salir, ¿una hora o incluso dos?. Que más le daba el tiempo que se podía tirar metida en la bañera, hasta que no trajeran su vestido no podía hacer mucho. Cuando salió se encontró a la doncella que había mandado a hacer el recado detrás de la puerta, le sonreía y asentía con la cabeza haciéndole ver que ya lo había encontrado. Se dirigió hasta la habitación y con ayuda de sus doncellas, se vistió con cuidado. Metiendo con delicadeza cada parte de su marmóleo cuerpo en el vestido. Después se puso las joyas más lujosas que tenía guardadas y una de sus doncellas, la que Judith decía tener las mejores manos de toda la casa, le cepilló el pelo y se lo arregló haciéndole un peinado acorde con la época.

Se miró al espejo, estaba perfecta. Aunque sólo le faltaba el detalle de la máscara, la que segundos después la tenía en sus manos. Ya estaba lista, bajó hasta la afuera de la casa donde la esperaba uno de los carruajes más bonitos que había adquirido. Se subió en dirección al palacio royal. Varios minutos después el carruaje se detuvo en la puerta principal y uno de los sirvientes le abrió la puerta para dejarle paso. Antes de bajarse, se puso la máscara y con la ayuda del susodicho bajó del transporte.

Judith no quería destacar entre la demás gente, ya que aunque era de la alta sociedad, tampoco era nadie importante como cualquier duque o condesa.. Le dió la invitación al que estaba en la puerta recogiéndolas. Uno de los sirvientes de Saint 'jdor le dijo al anunciador que pasara de largo sin anunciar el nombre de ella, ya que quería pasar desapercibida. Caminó a paso lento hasta el recibidor donde comenzaba la fiesta y se limitó a pasear por aquel lugar, deteniéndose a mirar a cada uno de los presentes en aquel festín. Se había alimentado lo suficiente antes de llegar, así que no necesitaría engatusar a nadie por el momento.