Sólo una copa más [Santhiago Morel]

por **Louise Norghdam** Vie Abr 06, 2012 5:49 pm

La noche era joven, los amantes salían de sus escondites en busca de una felicidad considerada como irreal por muchos de los habitantes. Es una utopía el amor, algo que quizás, aún sabiéndolo, no se cansan de buscar los ingenuos enamorados.

Louise había salido aquella noche en busca de alguna distracción, algo que le hiciese confirmar el por qué de su estadía en aquel lugar. Se negaba ante el hecho de que estaba buscando cualquier excusa que la separase aún más del encuentro esperado con Dragos. Pronto avistó una pintoresca taberna, a la que ingresó sin ningún reparo.

-- Alteza --la exagerada reverencia de un pobre hombre, bastante ebrio debería recalcar, hizo que por un momento Norghdam se arrepintiese de haber llegado a tierras parisinas. Detestaba la lambisconería a voluntad, prefería con creces obligar a las personas a hacer las cosas a su antojo. ¿Qué diversión habría si todo lo hiciesen porque así lo quisieran?

Extrajo de su vestido un fino abanico, el cual abrió y ocultó su rostro tras él, fingiendo no ver a quien la había reverenciado. Siguió su camino hasta la barra, las miradas se posaban en su figura, quizás preguntándose qué es lo que haría una señorita de una familia real en aquel ambiente. Su respuesta sería siempre la misma: ¿A ustedes qué les importa? Aunque obviamente esas palabras sólo las pensaba, tenía que mantener el buen status de su querido hermano.

Su cabello recogido en un riguroso peinado, mostraba su cuello y gargantas desnudas, quizás algo provocativa. Pese a que no lo podían expresar en voz alta, a más de uno se le pudo haber pasado por la cabeza un pensamiento indecente; sonrió ante la perspectiva.

por **Santhiago Morel** Vie Abr 06, 2012 8:27 pm

Perspectivas diferentes a vidas extrañas, perspectivas ajenas y una vida de sangre y sed, que más se puede esperar de una vida donde todo lo que pides se te cumple o donde todo lo que desees se puede volver realidad ¡que agotamiento de vida! Pero vamos que a los seres como este hombre que se viste de traje negro, capa negra, con un bastón ocultando algo que puede acabar con ciertas personas, eso es algo que disfrutan, ver la tortura y el sufrimiento de los que le rodean y más si son el causante de dicha infelicidad.

La luna en lo alto, los caballos agitados, relinchando golpeando sus cascos contra el suelo; sienten la presencia de un ser oscuro, frío y calculador…un golpe en dentro del carruaje anuncia su andar directo a la ciudad, pero su recorrido solo muestra un siniestro plan, el de mantenerse con vida, tomar aquello de cualquier jovencita e incluso tomar la flor de una doncella.

El sendero de oscuridad le lleva a los lugares más sucios pero apetecidos por los seres de su casta, de su credo y de su legión, el letrero de una taberna ya familiar para él se luce más de entre todas las demás…aquello fue un llamado, una incitación al vampiro a pasar la noche en busca de acción pero ¿qué tipo de acción? Quizás un partida de cartas que terminé en un fatal encuentro para quien le rete, o quizás solo el típico juego de ajedrez donde las piezas sean los humanos del lugar… ¡Qué difícil decisión!...lo más sensato sería regresar a casa y jugar esa partida con su hermana, o tomar como ficha a su otra hermana, que dura la vida de un ser que solo busca saciar todos sus apetitos.

-Que va, veamos si la suerte nos acompaña-

Suerte o presagio, su bastón toca las calles empedradas, dejando detrás de él, el sonar de sus zapatos entrando al lugar…sentándose en la parte más oculta de la taberna, en aquella mesa tan conocida por él, dejando así que la oscuridad atrape su presencia, la mirada de todos y todas se cierne sobre aquel que entra sin mirarles, más su mirada se despierta segundos después de su llegada, una mujer, no, era esa mujer, otra vampira que llegaba al parecer de la realeza, pero bah eso son solo cargos aburridos y estúpidos que se pone la gente para ser mayor que otra. El sigilo que lo acompaña le hace pedir a uno de los mozos que le sirva a la joven una copa de vino a su nombre, pero sin que le digan quien le ha mandado.

El juego comienza y la captación también, quien será el jugador inicial esta por iniciar.

por **Louise Norghdam** Mar Abr 17, 2012 11:52 am

Quizás una mesa... quizás dos, ¿podría reservar el local entero en un minuto? Le molestaba la multitud, aunque debía admitir que en ciertos momentos le agradaba estar rodeada de tanta gente... Suspiró, nunca podría estar de acuerdo consigo misma en cuanto a sus intereses se refería, siempre habría algo por lo que discutir.

Estaba dispuesta a esperar, tal vez no fuese licor lo que bebiera. Ansiaba algo más... Su criada estaba fuera haciendo compras. Ajá, a esas horas del día. Le daría un buen correctivo cuando la tuviese frente a ella, y ahora, sólo le quedaba el aburrimiento; y cuando estaba aburrida podían pasar muchas cosas. Observó entonces, con gesto inexpresiva, el local en toda su plenitud.

Rostros extraños, miradas sugestivas, algunos acompañados, otros en soledad. Podría aprovecharse de los que disfrutaban de una bebida acompañados únicamente por su ego. No habían mujeres que estuviesen solas... ¡menuda frustración! Así que no tenía variedad...

Un mozo se le acercó, con una bandeja y una copa sobre ella. Vino, quizás podría aceptarlo, ¿qué podía perder? Absolutamente nada. Tomó la copa y le dio un sorbo al vino que contenía, se preguntó, mientras tanto, quién habría sido el personaje que tan valientemente le ofreció a beber. Lo buscó, con una mueca de evidente arrogancia y una media sonrisa que asomaba por las comisuras de sus labios en señal de victoria. Lo había encontrado...

-- Monsieur... ¿debería agradeceros el gesto que tan amablemente habéis tenido conmigo? ¿O existe una intención oculta tras ello y por eso he de guardarme el agradecimiento? --de pie frente a él. Ni siquiera sabía su nombre, pero podría averiguarlo...

por **Santhiago Morel** Dom Abr 22, 2012 10:38 pm

La mirada de la Dama buscaba por todo el bar al hombre que había tenido un detalle con la señorita solitaria en un lugar del diablo donde lo único que se ofrece son peleas por banalidades de la vida (negocios), por mujerzuelas que no valen ni un penique, por el estilo que llevaban, entraban a la taberna mujerzuelas de clase media y baja, tratando de buscase clientes ricos o alguno que otro vago por la calle.

Pero ahí estaba el taciturno vampiro, calculando los movimientos de su próximas víctimas, visualizando el juego de oveja y lobo, para terminar con el juego y la muerte piadosa de las almas inocentes, mientras que a uno que otro hombre darle la muerte más dolorosa por cómo le miraban e insinuaban pleitos seguros por aquellas mujeres baratas, más su visión se aclara cuando cruza su mirada con la joven dama que había enviado aquella copa, su sonrisa apareció, como siempre, cual galante gentleman, más la palabras de la joven le hicieron mostrar una actitud más relajada, ya que para él el incordio que la dama presentó, no le incordió al hombre dueño de incordios más incordiantes que esos.

Un gesto dulce, una mirada oculta, y un magistral gesto de caballerosidad con su diestra, notificando a la recién llegada del asiento junto a él, invitándola a ser parte de su velada enigmática, pero con secretos bajo la mesa, una mesa que ahora irían a compartir.

-Mademoiselle, acaso un caballero no puede tener un gesto con una dama?- en su mente un susurró, más que eso una acción milenaria que aprendió de los antiguos –BLOQUEO DE PENSAMIENTOS- donde su mente solo piensa en blanco, así nadie podría saber lo que piensa -Que mal Madame que usted crea eso, aunque quizás si, puede que tenga razón, ya que siempre que alguien invita a una dama como usted es con un fin sexual, en mi caso no amerita aquella opción, ya que a pesar de ser tan bella, no puedo verla como objeto se sexo, pero quizás la copa de vino nos lleve a conocernos mejor, y quien sabe a futuro lo que puede pasar- una sonrisa de lado, una sonrisa oculta, una copa en alza y una sonrisa en alba.

Los hombres miraban, las mujeres susurraban, los dos nocturnos se miraban, y ninguna su defensa bajaba, lo innato en su especie, desconfiar de quien invita un copa a beber…

por **Louise Norghdam** Miér Abr 25, 2012 1:44 pm

Sonrió. Tal vez únicamente por cortesía o educación, o quizás porque era aquel hombre, el que generosamente le invitó una copa, quien la incitaba a tales gestos. Se preguntó; y la idea cruzó como un fugaz pensamiento mientras se debatía entre aceptar la invitación de aquella, aunque no noble pero sí, majestuosa criatura; si sería posible poseer tanto poder físico y ejercerlo aún sobre ella. - La edad -, se respondió a sí misma y entonces comprendió el por qué de esa fuerte atracción.

Quizás Louise no fuese alguien que admirara o rindiese respetos por doquier, pero había algo que no podía controlar aún cuando si se lo propusiera. Los vampiros más antiguos podían inspirarle un deje de respeto que no ofrecería voluntariamente por nadie, a menos que el vampiro en cuestión actuase o dijese algo que no sea del agrado de Norghdam.

Se encogió de hombros, ya prestos a querer conocer al caballero, tal vez debería seguirle el juego, si es que lo era. Tomó asiento en donde él le indicó e inclinó su cuerpo ligeramente hacia adelante. Se acomodó de tal manera que apoyó un brazo en la mesa y la barbilla en la mano. ¿Quién sería?

-- Simple curiosidad la mía -- se disculpó, aunque sí que había tenido un pensamiento con doble sentido. -- No debe ofenderse por ser tan ávida de preguntas... de todos modos, no está mal que me asegure, ¿no? -- preguntó esbozando un amago de sonrisa. -- Preguntaría su nombre... pero no estoy segura de si eso le parezca bien tampoco... -- bromeó.

por **Santhiago Morel** Vie Mayo 18, 2012 11:18 pm

Las rosas empezaban a florecer, la primavera había llegado para ellas y la dama había dado el inicio del juego de ajedrez, en donde los que mueven sus hilos se enfrentarían con cada pieza a mover de este tablero macabro, sus palabras inspiraron cierta sonrisa al hombre que se reclino pegando su espalda al espaldar de la silla y abriendo el primer botón de su chaqueta, mostrando así confianza y comodidad ante la presencia femenina y ante la situación planteada.

-La curiosidad no es aquella que nos lleva por los caminos más oscuros y peligrosos para los nuestros, develando así misterios inimaginables para la mente humana y la mente inmortal-

Tomó un trago de su bourbon, si bien era cierto que las bebidas no se las toleraba y que solo debían alimentarse de sangre, los años le habían enseñado a tolerarla y disfrutar de un buen bourbon tanto como la sangre misma, por eso una sonrisa pasó por sus labios enmarcando el doble sentido de sus palabras ante el deseo y lo que se permite como “moralidad” su mano se extendió para jugar con ella dando vuelta como si tratará de demostrar algo con cada lado de su mano

-¿Ofenderme?, me ofendería si fuera una mujer común, pero no lo es, así que no me ha ofendido, además no es el hecho de los nuestros, su razón de ser cuando se topan con un similar querer saber cerciorarse del peligro que pueda correr?, ya que los antiguos pueden lastimar más que los mayores y jovencitos-

El eje de la lascivia había sido dejado en cada una de sus palabras, con el doble sentido donde era necesario y con las palabras perfectas para dar seguridad a la joven.

-Madame conmigo presente no se corte, no se prive, al contrario, haga lo que no puede hacer frente a la sociedad, que no soy de aquellos que juzgan a la melodía solo con verla, sino que prefiero a preciarla en todo su verdadero esplendor y lo que llega a connotar realmente y no lo que trata de crear en otros, para mí en esta vida todo está bien, solo está mal lo que las personas se frenan por su condiciones morales, éticas y sociales, ¿acaso usted las tiene y las sigue como alguien le ha dicho que las siga siendo así su juguete o las sigue según porque es juguete de sí misma-

Lo lógico es ilógico pero lo ilógico es lógico, cual juego de palabras había empezado, todo para analizar a la mujer que tenía enfrente, sus ojos se clavaron en los ajenos y su sonrisa afilada se dejó ver entre aquellos labios muertos y sin brillo, solo el brillo del disfrute de una vida de caos.

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