Los fantasmas vuelven, de un modo u de otro [Privado]

-Su mirada vaciló de una vela a otra, no se tomó la delicadeza de tomarlas o cogerlas cuando el temblor había comenzado, los espíritus estaban pasando por inestables suposiciones alguna por que los fantasmas que no habian tenido su venganza la exigían 100% asi que la impaciencia en estos seres hacía presagiar cambios en ellos, la chica asesinada buscaba las armas que estaban a su alcance para no depender de los mortales sino matar ella a su asesino, los niños que han sido hallados con graves signos de golpes, buscaban a los representantes para darles caza, todo al final seguía el curso que el karma deseaba eso lo sabía. Pero debido a que él trabajaba como negocio en la muerte a menudo sentía esos cambios en forma de temblores, muy pocos los notaban pero cuando se caían las cosas de la nada sin que fueran testigos de los temblores se asustaban un poco.

Sus manos palparon una mancha de cera que al final se apegó a la tela como si fuese su unica salvación, no hizo nada por limpiarla, sino que se sentó cogiendo un libro de medicina para leerlo, mejor dicho, releerlo ya que no tenía nuevo material, el siempre que podia usaba el dinero para que los conocimientos sobre medicina o sobre brujeria fueran mas solidos, podia sentir como su poder era cada vez más fuerte e incluso había avanzado mucho más, como cuando al encontrarse con su primer fantasma sus poderes eran mucho más superiores que un hombre adulto, ahora parecía uno de aquellos sabios a los que todos pedían consejo por sus poderes, eran en sí mismo un quebradero de cabeza porque cuando más poderes tenías más espíritus que querían ayuda. Suspiró con calma pasando las hojas recordando los nombres con una débil sonrisa mientras se relamía mojando sus labios con la saliva.

"Lakme...Lakme...Lakme" algunas voces gritaban ese nombre, bueno no le prestó demasiada atención básicamente ya se arreglaría esa persona si es que podía verlos, lo que no le gusto es que las voces se fueran incrementando hasta sentirlas mucho más fuerte, elevó la mirada sin mover el rostro pareciendo aquella postura del rostro agachado pero con la mirada atenta a otra cosa, la puerta empezó nuevamente a temblar, el aroma parecía metálico como el hedor de la sangre, la calma habia pasado por un tiempo ahora quedaban sus restos olvidados centrándose en el bullicio exterior, se levantó con el sonido de la silla opacando el de sus zapatos al caminar abriendo de golpe la puerta- Silencio -No gritó, susurró haciendo que las voces primero callasen, unas voces que no tenian cuerpo solo deseo de venganza, se callaron pero despues continuaron, él alzó la mano diciendo lo mismo que había dicho consiguiendo al final que los espíritus se fuesen por el momento-

Había cálidas palabras de una voz que reconocía, sabía que era la de su padre pero su rostro… Aish, no lo conseguía ver.

… ¿Por qué la sujetaban, ella estaba quieta? No, pero el mundo se movía espasmódicamente, su mente no controlaba su cuerpo. Su voz le decía que pronto pasaría, los demonios la dejaría…
Nauseas, sensación de vértigos y sus voces… Las voces del viento del desierto… Estaban furiosas, ¿eran sus voces? ¿Quiénes eran?

Su rostro de piedra era hermoso, Jonsu era un dios hermoso, su trenza enredada sobre su hombro… Sus manos enlazadas sobre el callado, y la luz de esa luna… La luna de su tocado…

-Si hubiera sido alguien normal la presencia de aquella persona le habría aterrado, pero nunca pidió ser anormal era algo que sentía que tenía o llevaba en la sangre, allí parado situando su cuerpo en una posición casi estratégica adivinaba que aquella mujer erala que atraía a los espíritus. No le pidió explicaciones o empezó un discurso acerca de los humanos que debían de pagar por sus pecados al fin y al cabo todos éramos pecadores desde los más puritanos a los que convivían en las tinieblas incluso aquellos que negaban tener maldad alguna los niños eran a menudo los hijos del mismísimo diablo.

No estaba seguro de si ella los veía a todas esas sombras,esos espíritus de ojos rojos que cambiaban de orientación primero varones, mujeres, algún que otro anciano pero no muy frecuente incluso por la avivada llama de la venganza algunos espíritus que no tenían que ver con aquesto estaban alzándose como si la culpable de todos sus males fuera esa persona que no había visto lo cual era preocupante, cuantos más espíritus se uniesen más quebradero de cabeza sería mandarlos todos al sitio donde les pertenecía porque ni los mismos espiritus eran piadosos cuando se trataba de la venganza después de todo habían perdido lo más importante, la vida.-

Lakme -Repitió su nombre cruzando los brazo por encima del pecho con el rostro serio, no necesitaba ser demasiado duro con sus facciones siempre había sido alguien de facciones tranquilas pero sin excesivas sonrisas, cuando la gente te sabía leer como un libro abierto estabas perdido. Observó a la mujer, aquellos labios, los cabellos la tez pálida- es normal que te sigan -Aunque no había elevado el tono de su voz (algo incluso innecesario también) se escuchaba perfectamente como un eco en aquel lugar desolado, no pasaba mucha gente por eso lo había escogido, para que nadie le molestase porque el silencio era uno de los mayores placeres de los que gozaba hasta que venían a interrumpirle, si ella era un ser perteneciente a esa raza habría acabado con la vida de muchas personas, pero había un límite especialmente cuando una de esas almas era suficientemente fuerte como para levantarse pues las otras como si se tratasen de colillas o insectos que van a la luz se sentirías atraídas por la venganza.

Uno de sus espíritus guardianes apareció colocándose al lado del Brujo con una sonrisa socarrona, los muertos se sabían invencibles en cierto modo lo eran porque ningún ataque podía dañarlos a no ser que se tratase de otro espíritus o de un brujo con poderes suficientes como para hacerles daño. Se apoyó en el hombro derecho del brujo mientras miraba a la mujer Deberías tener cuidado, parece que tiene hambre Aetos solo negó, ya lo sabía era evidente el hambre que tenía, él solo se volteó dándole la espalda mientras su guardián vigilaba de cerca la retaguardia de la mujer Aetos habría la tienda- pasa si quieres -fue su bienvenida sentándose nuevamente donde antes había estado mientras la tranquilidad que parecía posarse irónicamente como una mujer de vestido largo empezaba impacientemente a mostrar sus garras-