Una visita sin guía {LIBRE}

Nunca le habían gustado los cementerios. Demasiadas cruces de piedra, muy cerca de su cuerpo, no es que le disguste estar alejada de Dios, pero sólo le interesa tener una cruz marcada en su piel. Pues con toda su voluntad, se quemo a sí misma la espalda, justo en el centro de esta, una cruz de plata que a dejado una mancha en su forma, una señal permanente e imborrable de lo que es ahora: Un vampiresa al servicio de la luz del cielo.

Moviéndose entre las sombras, condenada a nunca tocar el sol o ir al paraíso, lo única que la motivaba esa noche y la motiva aun hoy, es conseguir el perdón. Por eso hizo lo inimaginable y cambio al bando del señor, sirve al papa con todo su corazón y, si es que la tuviera, su alma.

Se desplazaba entre las tumbas heladas de ese cementerio, tan distante de su hogar lujoso, ese hotel en alguna calle estrecha de la ciudad, de esos lujosos que no están acostumbrados a tener a sus clientes más de una noche, pero ella puede darse ese lujo. Mato a tantos hombres y robo tantas fortunas que nunca necesito de nadie que la mantuviera, tampoco de nadie que le impidiera realizar su venganza.

Se detuvo de golpe, como si la verdad la viera a los ojos y la realidad es que algo similar paso. Ahí estaba la lapida que ella misma arma, arreglada con el nombre de su esposo, ese que se asegura destrozo con sus propias manos y no dejo rastro de su cadáver.

En otras circunstancias habría sonreído, pero sabe que esa tumba no tiene por que existir, el que creyó haber asesinado sigue vivo en algún lugar de este ancho mundo y puede aparecer en cualquier momento, cuando su guardia este baja.

Acaricio los dobleces de su vestido verde esmeralda, con nerviosismo, una sensación que rara vez habría sentido, se recargó sobre la lapida y se dejo caer hasta sentarse sobre el cemento que cubre el ataúd vacio.

-Me llaman la locura roja, porque dicen que estoy loca, me llaman así por que vierto la sangre de todos aquellos que son como yo, que traicione a lo que soy-habló como si alguien la escuchara.

Una vampiresa lunática que desea el perdón de un Dios que ni siquiera sabe definir, así se podría explicar las actitudes de Nereza. Perdiendo la cordura un poco cada noche que pasaba, alejándose del mundo para crear su ilusión de espiritualidad inexistente en su ser, pues un vampiro nunca tendrá un alma.

Miró con un aire de ausencia hacia las tumbas, de seguro sabiendo que ahí afuera hay mas de uno como ella, visitando algún amante, teniendo sexo sobre los cadáveres o simplemente esperando para saciar su hambre de sangre. Sabía que no dudaría mucho su calma, su estatus de condenada la obliga, y eso le gusta, a acabar con todo ser como ella, vampiro, licano, brujo, cambiaformas, fantasma o cualquier otra cosa con más de un miembro y un rostro deforme.

Se levanto para buscar su objetivo, respirando con calma y buscando. Pensó, por un simple segundo, que su existencia sería más sencilla si no fuera vampira.

Ya había pasado un rato mientras movía la vista para encontrarse con, lo que ella llamaba, su objetivo. Sabía que en el cementerio, vampiros y licántropos solían andar. Muchos para alimentarse de humanos y otros simplemente para encontrar un alimento. Los licántropos podían comer la carne de un cadáver recién exhumado. No fue una sensación que le dio mucho placer, probar la sangre de una persona muerta no es placentero. Pensó en su noche de transformación de su cuerpo moribundo y como un vampiro cualquiera la hizo lo que es hoy. Segundos después de volverse fuerte, le arranco la cabeza al ser, sacándole su columna vertebral en el proceso.

Vio al a chica de cerca, al pasar pudo sentir su corazón prácticamente latiendo a mil por hora, como si tuviera un miedo horrible hacia ella. Pero para Nereza, sólo interesaba cazar a los que el Señor les exige asesinar, esta chica era una humana y para ella no tenía fin alguno matarla.

-Pensé que el cementerio estaría vacio, una noche tranquila para visitar a los que ya se han ido.

La miró con calma, como si estuviera viendo un pájaro herido. Para ella los humanos son el futuro del mundo y su responsabilidad protegerles hasta morir. Así se sentí con la muchacha, sin cuestionarse si quiera si fuera una humana mas allá de lo normal, simplemente encasillo su pensamiento a que su corazón late normal, no era una vampira o una licántropo.

¿Y si no fuera humana? Nereza actuaría al instante y acabaría con su vida, haciendo así, desde su punto de vista, que San Pedro abriera un poco más las puertas del cielo para ella.

Su mente divago al escuchar la voz de la muchacha, recordó la última vez que estuvo en Rusia, cuando un elegante caballero le dijo exactamente lo mismo. Vivió con ese hombre durante un tiempo, era un duque, donde tiempo después lo asesino y se quedo con todo su dinero, de ahí mantuvo grandes riquezas hasta que se movió a su siguiente objetivo. Así vivió durante años, hasta que vio la luz de la inquisición y eligió unírsele. Ahora caza a todo aquel que va en contra de la iglesia, sin titubeos.

Volteo a ver a la chica, inclinando la cabeza como si fuera un carrito que tratase de entender el idioma humano.

-Buenas noches, también es algo tarde para ti, ¿No crees?

Le pregunto, pues si es tarde para una señorita, de seguro es tarde para otra, al menos que tenga algo mas importante que hacer.

-De seguro vienes a visitar a alguien que se fue, o puede haberse ido. Yo visito a alguien que se que no está muerto, pero no sé donde está. Su tumba esta vacía desde hace algún tiempo y ahora sólo escucho rumores de su existencia.

Habló de su ex esposo omitiendo la parte de que ella creyó asesinarlo y ahora lo caza. Por llevarla al dolor. ¿Qué diría la muchacha frente a Nereza si se enterara que mataría a un bruja sin pensarlo?

-Tal vez sea correcto hacernos compañía hasta que algo nos deje separarnos de nuevo

-Mi nombre es….-se detuvo a pensar por un momento, para los inquisidores es Nereza, pero hoy, quiere ser la mujer cuyo esposo creyó haber matado- Violeta

Se sintió tranquila al pensar en ella misma como otra persona y le gusto la sensación, por un segundo, de sentirse humana de nueva, aunque sabe bien que nunca lo volverá a ser.
Pensó en el amor, si es que esa enfermedad realmente existiera y le hubiera dado a ella. Creyó recordar cada sensación de su piel al momento de las caricias de su querido Rayner Andrews, pero no pudo evitar recordar el resto de la historia, donde por la culpa de ese brujo fue condenada a bajar por las noches, nunca volviendo a ver el bello sol de las mañanas.

-Si, lo ame, lo ame hasta que fue necesario amarlo. Cuando me di cuenta, ese amor sólo me llevo al sufrimiento.

Le dijo con un aire de tristeza, pero sus ojos parecían seguir ausentes complemente de la vida alrededor, incluso se podría dudar si realmente está hablando con la Janelle.

-El suficiente como volverte un monstruo, un verdugo o un maldito.

Fingió suspirar, pues sus pulmones muertos por siempre, no serian capaz de expirar aire. Los aromas entran por su nariz, pero el respirar es algo completamente ajeno a ella.

Las imágenes de Rayner a su lado la invadieron, los bailes, los besos y las noches de sexo pasional. Las ideas de un futuro, lleno de hijos y sonrisas. Pero Rayner fue un brujo, que nunca le confeso la verdad a su amada esposa y cuando la inquisición vino a cazarlos, al hombre no le importo dejar todo atrás y llevársela lejos de su hogar.

-Entonces una noche, simplemente la locura aprecio en mi, aunque, puede que los locos sean todos los demás.

Dijo, terminando los pensamientos, luchando por diferencia entre la voz de su cabeza y la que brota de sus labios.

Todo saldrá bien-pensó sonriendo, la muchacha a su lado parecía un alma buena, seguramente bendecida con el cariño de unos padres amorosos o de un amor sin igual.

-Si te refieres a que todo saldrá bien y podre asesinarlo esta vez, entonces si, todo estará bien

Se levantó mirando hacia la lapida de Rayner, la golpeo con tanta fuerza que un fragmento de la piedra salió disparado metros hacia el frente.

-Las cosas siempre se pueden ir al infierno si darnos cuenta, querida. A si paso con mi vida y lucho por que mi eternidad no sea así. Espero encontrarlo de nuevo, pues esta tumba esta vacía y tal vez pueda cumplir, tal vez así pueda destruir el dolor y el odio de una vez y para siempre

Aunque habló con malicia su rostro parecía estar contando algo bello, como un cuento de hadas o la historia del primer beso. Miro hacia la lapida mutilada por su fuerza y luego a su compañera.

-Que mal educada soy, ya he contado mi historia triste, pero no he preguntado por la tuya. Desgraciadamente, todos tenemos un relato oscuro para estar aquí, todo envuelve muerte, tristeza y algunas veces venganza, como es mi caso. Quisiera que fuera un encuentro mas feliz, mas cálido, como si pudiéramos encontrar alguna rosa en medio de esta estructura de concreto y tierra.

Le dio una mirada de paz, y alegría, y le sonrió.

-Entonces ¿Cuál es tu historia, Janelle?

Sin pensarlo dos veces, Nereza saco un pañuelo de entre sus mangas y se lo ofreció a la, ahora confesada, bruja.
La vampira se sintió algo triste, pues su trabajo es eliminar a todo ser como la bella mujer que se encuentra a su lado. Su misión no puede perdonar a nadie y debe de cumplir con cada uno de los dictámenes del Vaticano, cuyo fin es eliminar al mal de inmediato.
Aun cuando escuchó lo que es la muchacha, se mantuvo con calma, no es su estilo dejarlo sin hablar, al menos no cuando está en su estado calmado, pues la sangre y la idea de asesinar, comúnmente, son las causas de su locura prematura.

-Tienes una historia triste, creo que todos la tenemos. Lástima que no sea la felicidad la que nos moviliza día con día para ser mejores, para superar nuestras derrotas…o lo que somos

Miró su pálida mano mientras hablaba, una mano que antes era de un color más bronceado, cuya piel parecía respirar al expandirse y cerrar su puño. Ahora es tan pálida que podría mirar a través de ella y ver su esqueleto, cubierto con carne muerta desde hace algunos años.
Para la bruja, Nereza es sólo una vampiresa, una mujer que busca consumir la sangre de todo ser viviente. Revelarse como lo que en realidad es, siempre había sido sencillo. Ese día, ante la tumba vacía de su esposo, no estaba segura si hacerlo.
Trato de suspira, pero se canso de recordar que es inútil para ella.

-Nunca es fácil recordar las tragedias que nos mueves, a veces es mejor aferrarnos a las ideas buenas, que Dios nos ha mandado

Demostró su devoción por un dios que podría jamás reconocerla, aun así, espera que las puertas se le abran un día y pueda descansar de verdad.
Miro a su interlocutora y le sonrió, mientras mantenía su mano extendida para que tomara el pañuelo. Era no era nadie para dejar que las lagrimas corrieran por rostros ajenos, sólo los dueños de ellas son capaces de eliminarlas.

“Que no soy una mala persona” se quedo pensando en esa simple frase. Aunque esta de acuerdo con eso, desde el punto de vista de la ideología que sigue, Janelle si lo es, una bruja que en su misión santa es asesinarla y asegurarse de borrar de la faz de la tierra todo su existir. Aunque, por unos instantes, por su mente pasa la idea de una noche de tregua, de no pensar en asesinar aquellos que viven en el pecado.
Su mente entraba en un pesada guerra sobre hacer lo correcto o dejar en paz la tormenta de la sangre, sólo una noche, pensar en que podría sentirse acompañada frente a la tumba falsa que representaba Rayner Andrews, su primer y único amor, un brujo, como su interlocutora.

-El era brujo blanco, como tú. Pero un tonto, por su culpa perdí todo, mi cordura y mi vida. Lo justo es que le odia, lo odie hasta que mi corazón se vuelva cenizas. No soy tan buena, no pieneses así de mi, quisiera, pero el cielo me juzgo hace mucho y debo de cambiar esa idea de mi, si quiero que San Pedro me abra las puertas.

Dijo mirando hacia la lapida y acariciando la parte de la piedra que fue cortada con su puño. Parecía como si aun conservara un cariño hacia él, pero la realidad es que su tristeza la hacía estar deseosa de encontrarle, de desaparecerlo definitivamente del mundo, pero eso no había pasado. No sabía de él y tal parece que nunca lo sabría.

-Quisiera que fueras feliz, Janelle. Creo firmemente en que todos merecemos, pero yo no soy la que guía mi grupo.

La miró con un poco de tristeza.

-Tienes razón soy un vampira, pero no soy alguien marcada con la maldad. Hace tiempo me uni a la inquisición…y me acabas de decir que eres una bruja.
No se le acerco, mantuvo su distancia, continuo acariciando la lapida de su marido, esperando alguna palabra, una reacción de miedo. Algo que la hiciera reaccionar, pero la realidad, esperaba que se quedara. No quería estar sola, hoy no. Por un instante deseo ser humana, poder pensar en Rayner como su amante de nuevo, tener hijos con el y ser felices. Una lagrima rojiza paso por su mejilla, por un futuro que nunca aparecerá y no pudo evitar preguntarse, si es justo quitárselo a otro persona.

Pero todos necesitamos una noche de tregua