Buscando la olla al final del arcoiris [Privado]

por **Kaine de Ronsard** Sáb Abr 14, 2012 12:08 pm

Sus pies se movían con la música que llevaba en su cabeza, tarareando una suave canción que salía mal entonada de sus labios pero que a los caninos que le perseguían cual sabuesos policías, o como un padre tratando de sacar a uno de sus feligreses del mal camino, parecía agradarles bastante más que sus dotes musicales con el violín o con el chelo, pensaba que yal vez se debía al hecho de que cada segundo del el cerca de algún instrumento que llevase como principal fuente de sonido las cuerdas era como darle un cuchillo a bebe con problemas de hiperactividad, cada tanto tiempo debía pagar los gastos médicos de sus sirvientes que terminaba con un ojo menos, uno de ellos era ciego ya, pero esos chicos eran cosas extrañas que gustaban de escucharlo tocar e incluso le incitaban a hacerlo lo más seguido posible, Kendal los llamaba masoquistas, el los llamaba conocedores de buen gusto, aun cuando cada que frotase las cuerdas tuviese que cambiar unas tantas porque se rompían él se sentía como todo un director de orquesta… más o menos.

Los cinco animalitos movían la cola siguendo con la nariz enterrada en el piso a Kaine quien zigzagueaba al andar haciendo que la trayectoria de él y sus acompañantes canino se asemejase al andar arrastrado de una víbora o a los dragones de las celebraciones chinas a las que por supuesto nunca había asistido en toda su larga y aburridamente acelerada vida ya. Sonrió sosteniendo un papel entre sus manos fuertemente ya que el viento amenazaba con llevárselo cada tanto, prueba de eso eran algunos girones que se hicieron en el papel en la zona donde los dedos depositaban toda su fuerza para sostenerles.

Andando si apartar la vista del papel y con la seguridad de alguien que mira hacia el frente dio un giro de 360° casi sobre su propio eje siendo perseguido por los cinco soldados-mejores amigos del Licano, cada uno siguiendo su turno para perseguir los pasos de su amo hasta donde este los estuviera guienado, si uno pudiese entrar en la cabeza de esos cinco fácilmente podría saberse que solamente le estaban siguiendo el juego y en realidad no creían poder encontrar algo, de hecho, sus cuadrúpedos parecían razonar más que el en ocasiones, excepto Seba, ese era tonto de nacimiento y acataba todas las ordenes de kaine por estúpidas que fuesen, el instinto de supervivencia no ganaba cuando de divertirse se trataba

- Deis pasos a la derecha!!!-gritaba interrumpiendo su canto con la orden del comandante, que con una sonrisa en el rostro levanto la vista hacia adelante encontrándose con un gran pilar que se levantada uno tres pies por encima de su cabeza, en el reposaba una de las esquinas del cartel más alegre del mundo, aquel que anunciaba la entrada al parque de diversiones “Luna park” que recientemente [al menos a su parecer] estaba tomando mucha popularidad entre los sobrenaturales, inclino el torso hacia un lado clavando los ojos en lo que haba más allá de una de las entradas al parque de diversiones siendo coreado por sus perro quienes también asomaron la cabeza sacando la lengua ante la vista que se les estaba mostrando, su amo no había salido en un buen tiempo y aunque las razones por las que estaba ahí eran en si entre ridículas y extrañas incluso los sirvientes de la casa le habían alentado a ir.

Comenzó de nuevo a andar persiguiendo el olor dulzón de los caramelos que los niños se llevaban a la boca tratando de que sus ojos no se lastimaran con las luces que brillaban todo a su alrededor, miro el papel en sus manos que le indicaba el lugar exacto donde debía estar, ya casi era la hora predicha por la bruja, si algo no pasaba la destriparía y le haría comerse sus viseras, el visito a la mujer para que leyese su mano, ella como buena charlatana comenzó contándole algunas cosas de su pasado que deberían ser secreto de estado, entonces al verle escéptico ella le dijo que se convenciera “Ten el este es el mapa del tesoro pequeño, sigue las instrucciones y encontraras una olla al final del arcoíris”

- Pero donde diablos encuentro un arcoíris en esta parte de la ciudad??-le dijo a sus animales los cuales solo hicieron un sonidito de entendimiento, parado en medio del parque los niños corrían a su alrededor tratando de tocar a sus animales, apurado intento alejarlos con las manos pero las pequeñas cosas aprecian como hormigas por todos lados y solamente fueron parados por el ensordecedor ruido de una explosión a su alrededor, extendió las manos frente a como tratando de atrapar algo mientras sus ojos se abrían enormemente- Un arcoíris!!!!!!-exclamo cuando reacciono ante el montón de papelitos de colores que caían del cielo acompañados de la algarabía de la gente

por **Bea Blanco** Dom Abr 29, 2012 11:03 pm

-Basta!!!!! – despertó gritando sobresaltada. Con un mohín de enfado en su carita de ángel se sentó sobre la cama, flexiono las rodillas, se cruzo de brazos apoyándolas sobre las rodillas y por último pego su mentón sobre sus manos. -¿Qué ha sido eso?- se pregunto frunciendo el ceño. Sacudió levemente la cabeza –si solo ha sido un sueño- se respondía a ella misma soltando una carcajada por la sarta de tonterías que pasaron por su cabeza mientras dormía.

Era domingo, día de acudir a su visita habitual a su padre y llevarle flores. Había decidido que iría muy temprano apenas se levantará y así lo haría. No calentó más la cama. De un brinco se puso en pie, se sacudió la maraña en que se había convertido su cabello y corrió a la ducha. -¿Y qué haré el resto del día? - se pregunto repentinamente mientras el agua corría por su cuerpo volviéndola a la vida. Dejo de preocuparse y se apresuro a vestirse. No tardo ni media hora cuando ella ya caminaba por la calle con su ramo de rosas rojas rumbo al cementerio. Su rutina había sido la de siempre, su recorrido, la habitual charla dominical con el anciano a la entrada principal del cementerio así como la charla con su padre contándole todo lo que le sucedió durante la semana y por último la despedida de su amigo el anciano.

Camino de regreso a su casa ella tarareaba una canción. Avanzaba dando un pequeño salto a cada paso que daba cual niña pequeña divirtiéndose a cada que avanzaba y la falda de su vestido amenazaba con enredarse entre sus piernas, de hecho en más de una ocasión si se enredo y por milagro de Dios no termino saludando al suelo. Cada vez que por poco caía ella soltaba una fuerte carcajada poco le importaban las miradas curiosas que se clavaban sobre ella. De buenas a primeras recordó lo que el anciano Tomas le conto sobre su último paseo con sus nietos de lo mucho que los pequeños se habían divertido. Se paró en seco. Dio un giro de 360 grados y comenzó a caminar como soldadito, recto y firme. –Luna park allá voy- era más medio día. Ella estaba decidida a no pasar el resto del día encerrada en casa y aburrida y que mejor lugar que ese donde todo era mágico, donde hasta el más adulto que ahí asistiera lograba sentirse como un niño pequeño.

Sintió algo de nostalgia cuando llego a la taquilla y solo compro un boleto. Este era uno de esos lugares donde todo era mucho más divertido si vinieras acompañado pero ni hablar o era eso, entrar solo y divertirse o irse a casa y aburrirse. Apenas entro como las abejas a la miel Bea siguió a un grupo de adolescentes y algunos pequeños, se pego a ellos durante más dos horas había hecho exactamente lo mismo que ellos y ellos ni cuenta se dieron. Lo último que hizo junto a ellos fue entrar a la casa del terror donde lejos de asustarse ella había salido muerta de la risa solo de recordar como uno de los adolescentes hasta lloro del miedo. Estaba exhausta, se compro uno de esos algodones de azúcar que tanto gustan a los niños sentándose después a descansar en la primer banca que encontró vacía.

Gritos, risas, carreras por todos lados. Curiosamente llego un momento en que se sintió engentada. Cerró por unos segundos los ojos concentrándose en relajarse para luego buscar nuevas víctimas a las cuales seguir sus pasos a la diversión. Un estruendo la hizo abrir los ojos y pararse del asiento. Al parecer un espectáculo estaba por iniciar y este se anunciaba con una lluvia de papelitos de colores. Los niños corrían e intentaban cogerlos entre sus manos. Bea corrió y se unió al intento de los pequeños. Brincaba para intentar coger los papelitos aún en lo más alto. En uno de esos brincos el impulso había sido tan fuerte que al momento de caer se desbalanceo y cayó al suelo. Estaba por levantarse cuando unos perros que quien sabe de donde salieron la rodearon e incluso un par de ellos le lamian, uno le lamia en el brazo y otro de ellos le lamia la mejilla y uno más tiraba de su pierna de manera juguetona –ahhhhhh, no, no, no…..alejense!!!!!- gritaba e intentaba apartarlos para poderse levantar.

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