Ante el final de la vida [privado]

El sonido del piano sonaba silencioso en su cabeza, escuchando la dulce vos de su padre cantarle al oído se había quedado dormida aquel día, profundamente sumida en un placentero sueño del que seria interrumpida para entrar en una pesadilla, los recuerdos marcados frescos con sangre en su memoria le atormentaban durante la noche, no tenia mucho tiempo de haber abandonado aquella casa de los sustos, donde cada noche escuchaba los dedos de su madre pasarse por las teclas del piano creando aquella misma melodía que la relajaba dándole al menos unos minutos de consuelo, su padre también cantaba, cantaba regresándola a ese ultimo y placentero sueño que tuvo antes de que se desatara la tragedia, esa canción que si que lo supiese contaba la historia de una muerte violenta, cada día que pasaba el resto de los espectros aumentaban un instrumento al repertorio que tocaba incansablemente, una cuerda, dos cuerdas, tres cuerdas y cuatro cuerdas que se transformaban en violines manteniéndola soñando y soñando hasta que le costaba trabajo levantarse de la cama, sin importar cuanto tiempo durmiese parecía que el sueño jamás se terminaba, habían enviado nuevos sirviente pero estos comenzaron a irse nada mas llegaron, nadie quería trabajar para una niña que permanecía bajo un hechizo de sueño, la cual no se preocupaba por pagar o si la casa se caía en pedazos, cada sirviente que se marchaba se llevaba una cosa de la mansión, hasta que al final solo quedaban las paredes, cortinas rotas, una silla y la cama de Lena, extendiéndose el rumor de la casa embrujada.

Un mes entero y todo a su alrededor se desmoronaba antes de ser llevada por aquel amigo cercano de su padre, aquel hombre al que llamaba tío, y qué la llamaba a ella sobrina, un ser extraño con una fétida sombra asechándolo en su espalda que la guio por incontables caminos, de los cuales muchos nunca había imaginado que existiesen hasta traerla a ese sitio, el castillo mas grande que hubiese imaginado, casi perfecto, de no ser por una cosa, la oscuridad, esa a la tanto temía se extendía libre por los pasillos de la construcción, como si se tratase de un sirviente mas que esta acostumbrado a vigilar el palacio de cualquier extraño que se atreviese a entrar, entre ellos estaba la misma Lena, asustada y pequeña no deseaba cerrar los ojos para abrirlos encontrándose con las misma tragedia que le arrebato a su familia, era la primera noche que pasaba ahí, no había ya nadie levantado mas que ella que permanecía sentada encima de la alfombra con apenas una vela alumbrado su rosto, Rouge le había enseñado a encenderlas hacia tiempo, se sentaban juntas en la alfombra del estudio de su padre como lo hacia ella ahora.

Sus ojos azules se pintaron con el color naranja que la vela despedía, con la mirada fija en la flama el sueño se negaba a acompañarla, sus nervios estaban alterados sin que la niña se diese cuenta de ello, un gran almohadón servía para que recostase su cabeza sobre ella y estuviese mas cómoda colocando su rostro contra estas, ya casi daba la media noche pero ella aun no escuchaba el canto de su padre o la melodía de su madre, esa no era la mansión Thompson, ese no era un sitio en donde pudiese descansa, al menos no por ahora, suspiro tratando de cerrar los ojos pero los abrió enseguida temiendo que la luz se le escapara de entre las manos, traía puesto encima un camisón y el cabellos suelto, estaba lista para descansar pero no podía hacerlo, aun no, quizás jamás podría hacerlo, los sonidos de la noche la asustaban, las sombras que observaba de reojo en los pasillos le hacían querer correr a cerrar la puerta y las ventanas, sin embargo era imposible para ella moverse de lugar pues la idea de que una mano la jalara hacia aquel pasillo desprovisto de luz le causaba pavor, la casa tenia sus propios fantasmas y estos no parecían dispuestos a dejarla descansar sin importar lo que pasara.

Tenia los ojos sellados, con la cabeza recostada sobre sus brazos extendidos en el almohadón tratando de descansar, el viaje la había dejado completamente agotada pero por enésima vez en la noche sus sentidos se negaban a flaquear, aun así se dio a la tarea de tratar de traer al descanso en su pequeño lecho, no quería escucharlo que pasaba a su alrededor por miedo a que algún monstruo fuese a saltar sobre ella mientras descansaba y tenia el corazón acelerado debido a dicha sensación, a pesar de que no quería los había cerrado, sin embargo ya no deseaba abrirlos mas hasta que las primeras luces del alba pintasen el cielo, solo en ese momento se sentiría segura de dejarse vencer por el infame cansancio, respiro profundo aspirando el frio de la noche, los delicados sonidos de las suelas caras sobre el piso de piedra llamaron su atención casi haciéndola saltas de donde retozaba, pero se negó a hacerlo, se negó a moverse a menos que fuese expresamente necesario con la sensación de que si permanecía ahí, quieta, el oso pensaría que estaba muerta y se iría de largo, un pensamiento bastante tonto teniendo en cuenta que en semejante castillo nunca podría penetrar un animal de tal magnitud.

Abrió nuevamente los ojos cuando el ulular de una capa canto por los pasillos, la vela iluminaba su rostro mientras ella se concentraba en la vela, dejándose alumbrar nuevamente como esperando que el fuego le diese las respuestas para evitar el miedo o evadir al monstruo, entonces los pasos se acercaron, mas y cada vez mas hasta que fue inevitable que se encontrase de frente con el fantasma. Una sombra negra fue lo primero que vio sorprendiéndola al pudo de dar un pequeño salto sobre el suelo, un fantasma de capa negra entraba al estudio, no era un fantasma de verdad, pero tampoco parecía de este mundo, tenia un semblante amable adornándole la cara, no sonreía ni mucho menos usaba un tono jovial pero podía sentir la amabilidad emanando de él, ella no lo conocía, no lo había visto entre la servidumbre cuando llego pero tampoco vio a todo a la servidumbre, por otro lado tenia un porte inconfundible digno de la clase alta, parpadeo un par de veces haciendo que sus pestañas peinaran sus mejillas, si hacia memoria esa misma mañana la mujer que le ayudo a instalarse le había mencionado acerca de su primo, el príncipe liam.

- No puedo dormir…-contesto en un susurro, bajo la vista sintiendo la flama de la vela moverse nerviosa ante la presencia del extraño, sus ojos volvieron a centrarse en las pupilas avellanas del muchacho, era como ver un postre de chocolate bañado de miel, dulces y suaves. El expresión de Lena era dubitativa, como si quisiese decir algo mas pero no se atreviese a hacerlo, se preguntaba si realmente ese hombre de apacible y melancólica expresión seria el príncipe del que le había hablado la mujer, él no se parecía nada a los príncipes azules de los que se hablaba en los cuentos de hadas, la capa negra tampoco le convencía de que fuese un príncipe negro pues no parecía malvado, ella había visto la maldad en los hombres que destrozaron su familia y él no era como ellos, él no era vulgar ni mucho menos parecía violento, era mas como…-Un soldadito de plomo!-exclamo abriendo los ojos cuando la ventana se abrió por el viento cubriendo una de las piernas del príncipe con la capa antes de que la vela se apagase y la pequeña Lena comenzase a gritar sintiendose invadida por la oscuridad