Respeto ante todo... [Kara Jakes, privado]

por **Lucius Keverich** Sáb Ago 04, 2012 1:22 am

Viernes 23 de Julio, 23:50 hrs.

Había finalizando lo que era una larga semana de fiestas, la bienvenida a la primavera, algo ir obviamente no me favorecía cuando mis ganas de salir de día salían de mi interior. Paris no era una ciudad de rituales, pero si de entusiasmo por parte de los ciudadanos de tal hermoso lugar, los colores se esparcían por todas las calles, tiendas, banderas y vestimentas, las frutas que salían en esta época, era exhibidas a los turistas, muchas imágenes de como pronto se vera París, amenazaban las calles, se esperaban muchos arboles con hojas rosadas.

Esa noche vestía bastante cómodo, mis típicas botas de caza, de un negro cuero,una camisa que lograba darme la libertad de moverme como se me plazca, las muñequeras estaban firmemente abotonadas, al igual que los pantalones, los cuales al final de ellos, estaba guardados en las botas. Esta noche correría sangre, mi sed invadía las ganas de poseer a cualquier humano de apariencia apetitosa.

Los menores se retiraban junto con sus padres, la mayoría de la gente que celebraba a estas horas, eran hombres y de clase media - baja, era una lastima, pero no terminaría mi búsqueda hasta encontrar a la persona indicada.
Era bastante exigente, siempre lo he sido, solo unos pocos humanos tienen ese encanto, algo que me hace llamar la atención, un factor en sus sangre me hace perder el control, tal como si fuera un vampiro de 30 años.

La miradas y pequeños comentario de los humanos que pasaban por mi lado, no eran simulados, pero no prestaba atención, mi mirada estaba centrada en mi camino, mis pasos que parecían zancadas, eran lentas y cuidadosas. Hasta que, un olor familiar me hizo girar mi rostro con lentitud... Allí estaba, una mujer, de gran vestido de un color azul marino, estaba dandome la espalda, su paradero estaba al cruzar la ancha calle llena de bolsas de sangre andantes. Me quede allí, esperando a ver cual era su siguiente movimiento. Al parecer no estaba sola.

Por fin, la mujer se giro, tenia un bonito rostro, sus mejillas bastante coloradas, su cuerpo parecía muy delicado, era bastante delgada. No pude evitar sonreír y querer acercarme a ella.

- Disculpe, no lo vi pasar... - fueron sus primeras palabras, era una voz aguda, como la de una niña de 17 años.
El primer contacto visual, logro que pudiera utilizar la persuasión y la telepatía como táctica para llamar su atención.

La joven me siguió, y yo la guié hasta lo mas al fondo, donde nadie se atrevería a molestar, en un callejón.

por **Kara Jakes** Sáb Ago 04, 2012 2:38 am

La llegada de la primavera era sinónimo de poder adentrarme al centro del país, también sinónimo de alejarme de mi cálido letargo. Tenía más bien casi seis meses sin pisar el centro de París, no por gusto, sino por necesidad. Debido a mi complicada condición, no me era conveniente salir en invierno. Pues era la temporada en que los cazadores les gustaba salir. Pero ya no era más invierno, era primavera y permitía a mis muertos (como a mi misma) salir y tomar un poco de sol. Dejar que mis mejillas se sonrojaran y la piel se calentara. Dejar por un lado los colores oscuros y coger los más claros.

Amaba la sensación que se da al sentir una suave brisa que alivia el ardor después de estar mucho tiempo bajo los rayos del rey solar. Los hermosos amaneceres con el cielo despejado entre las montañas que se veían desde el valle. Apostaba lo que fuera a que la mejor vista para ver un amanecer era en el valle de Lyon, tenía un par de años que no visitaba aquella zona del país. Quizás en esta temporada me daría un tiempo para visitar la ciudad natal y de paso llegar hasta Lyon.

Había visitado todas las calles donde se ofrecían los mejores puestos de la ciudad. Lugares atrayentes para los turistas y los no turistas. Los artistas callejeros no se habían hecho esperar y llenaban de música y vida las calles, inyectando más algarabía al ya emotivo ambiente. La mañana y tarde la pase de sitió en sitió disfrutando de las sorpresas que la ciudad me brindaba, y ya entrada trémula la noche, me indicaba que debía volver a casa antes de que los seres nocturnos atacasen.

Mis pasos eran ligeros y rápidos, no por temor. Sino porqué el ambiente se prestaba a una caminata expres, no obstante el ambiente era inusual. Había cierto aroma en el aire que solo alguien con mis capacidades era capaz de retener. Algo me decía que debía desviarme de mi camino.

- Ayudala... -suspiraba entre los murmullos del viento un espíritu que no se dejaba ver ante mí.

Los muertos sollozaban a mi alrededor, como si sufriesen recordando algo. Como si quisieran delatar a alguien que no podían señalar acusadores por temor a ser castigados. Mis muertos, mis esclavos, esos que habían firmado contrato conmigo aparecieron entonces. Jared, el más poderoso de mis dos fieles subordinados, se poso a mi lado en una sombra que solo yo podía percibir.

- No es luna llena... -mascullé, pues el comportamiento en los espíritus del lugar solo era de aquel modo cuando los hijos de la luna salían adorar a ésta.

- Una caminata por los callejones... ama... -me sugirió mi leal sirviente. Intercambiando miradas con aquellos ojos vacíos y sin vida... afirmé.

El vestido de gaza blanco que usaba y apenas me lograba salvar del frío que comenzaba a descender, lo cubrí con la caperuza negra que hasta el momento llevaba solo en mi brazo, mientras que echaba la capucha de la misma sobre mi cabeza. Las escarlatinas comenzaron andar a paso igualmente ligero pero precavido, hacía las estrechas y perdidas calles de la ciudad. Aquellas idóneas para una fechoría...

por **Lucius Keverich** Sáb Ago 04, 2012 4:45 pm

El vestido de la esbelta mujer se m al pompas de la brisa casi tibia de la noche, estaba pendiente de que el paso de sus pies fuese el mismo que el mío, de otra forma, no estaría funcionando mi táctica de persuasión.

Me adentre al callejón, no había nadie, ni un alma, ni si quiera una animal callejero, todo estaba perfecto, me adentre un poco más, donde la luz de las calles no tocaban dentro. Me gire y alli estaba, quita, obediente, fría, estire mi brazo para tomar su mano y así fue, la acerque a mi y quice que ella misma viera con quien estaba... - buenas noches madame...

La mujer quedo perpleja, pestañeo un montón de veces, hasta que de sus labios, salió esa voz aguda - ¿Que... Que, quien es usted?
- Puedes llamarme Lucius querida, esta noche, seré su mejor amigo - me atreví a acerca mi mano a sus cabellos oscuros, quienes molestaba el rostro de la joven, colocando detrás de su oreja de una forma tierna - es usted muy hermosa, ¿Se han dicho antes?

- si... mi esposo... - y allí estaba, sus mejillas se habían vuelto tan rojas como una cereza que un pequeño y delicado cosquilleo en mi espalda me pedía a gritos obtener su sangre por su yugular izquierda. - es un hombre afortunado - confesé con toda confianza.

La mujer se quiso soltar, mis brazos rápidamente rodearon su cintura - no, no, no... Querida - su voz, tranquila y relajada, lograba que la mujer no se pusiera tan tensa. - Shh... ¿Me quieres dejar solo? - su ceño se frunció como si parecía preocupado - no quiero, no quiero... No quiero pensar - se acerco lentamente a su cuello y cerro los ojos - ... Que seria de mi sin ti... - la mujer comenzaba a excitares, su piel se había erizado completamente, había experimentado esa lujuria que pronto pediría placer.

Mis colmillos salieron al aire, rozando esa cálida piel fresca y juvenil, mis manos experimentaban el cuerpo de la joven, sin olvidar ni un detalle, se escuchaba claramente como su corazón comenzaba a palpitar con mayor fuerza, esa... Era mi parte favorita.

por **Kara Jakes** Sáb Ago 04, 2012 8:49 pm

Mis pasos fueron guiados por instinto. Mi corazón se aceleraba ante lo que los silenciosos y dolientes espíritus de la alegre ciudad me querían mostrar. La suciedad que se ocultaba tras la amable y gentil fiesta. O es que algún secreto retorcido. ¿Un secreto más oscuro que aquel de los hijos de la luna? Mi respiración desapareció ante la excitación de algo peor. ¿Pero que podría ser aquello?.

Apreté mi mano entorno a la abertura de mi capa, mientras que robaba algunas miradas a mi paso ligero. El sol y cualquier otro rastro de vida humana y decente desapareció. Fui enviada entre uno de los callejones y apenas unos débiles rayos de luna me marcaban aquellos pequeños errores que me podrían hacer caer en el camino desconocido. Sentía a mi corazón oprimido, como si sufriera junto con las almas que seguían danzando en su muerte. Unos pasos más apresurados y giré mi cuerpo, pero solo eran unos mortales que huían, sabría Dios que cosa hubieran hecho.

- Señora... cuidado... -susurró cadencioso Jared a mi oído. Y mis pasos se hicieron más silenciosos. Como los de un gato. Doblé en otro callejón, pero no había nada. Empezaba a dudar sobre la credibilidad de aquellos que me habían indicado ir.

Sin embargo, el hedor de muerte volvía a mis narices, embriagando mis sentidos más oscuros. Un alma inocente que tambaleaba en un delgado hilo. No fui testigo cuando mis pasos se guiaron por si solo. Era como si fuera manejada por algún titiritero que desde arriba me señalase de forma más especifico el lugar. Una vuelta aquí, otra allá. Y me había vuelto parte de las sombras...

Dos siluetas... una sobre otra... Acariciaba, en trémulos toques y sensuales susurro. Los mortales labios arañaban la delicada vida. Mientras que la lujuriosa curiosidad, inmoral manchaba la conciencia de la mujer... era una hermosa mujer. Era como si la bruja misma caminara en un sueño. Como si todo fuera parte de un letargo.

- Vampiro... -susurró el viento a oídos de ella. ¿O había sido ella? mientras lejana y evocada en el éxtasis, espiaba cada movimiento.

por **Lucius Keverich** Lun Ago 06, 2012 12:57 am

Sentía como cada golpe de su corazón empujaba con gran fuerza el chorro de sangre. Me la imaginaba de un rojo escarlata, una sola gota caminando por su piel suave y blanca, era la misma sensación que un niño mirara una vitrina llena de chocolates. Me sentía bastante goloso a decir verdad.

- Bien querida, no te muevas, lo haré, lo más rápido... - pero rápidamente guarde mis colmillos al sentir un susurro provenir a unos metros de distancia, no me moví ni un centímetro, tan solo movi mis ojos a la dirección en la que desconfiaba. Fruncí el ceño, me enderece, sin despegar mis manos de la cintura de la chica. Busque su rostro, ella tenia sus ojos cerrados - Madame... - le dije en voz baja - abre esos ojos... - cuando los abrió, le regale una leve sonrisa. Me acerque nuevamente a ella y le susurre unas cuantas palabras en el oído, mientras que mis ojos miraban la misma dirección en donde había escuchado algo. Mire por ultima vez los oscuros ojos de la chica, y la deje ir.

Caminaba con firmeza y a pasos decididos al fondo del callejón, como si nada hubiese pasado.
Me preocupe de que la misma persona que nos estaba espiando aun siguiera allí.

Gracias a mi sobrenatural velocidad, logre dar con la espalda de una joven - ¿no le han enseñado... De que espiar es algo muy descortés? Sobre todo si es una dama... - estaba claro de que ella ya no saldría con vida, ya he tenido suficiente con revelar lo que en verdad era a humanos con experiencias sobrenaturales, al parecer Francia, ya no era la misma, estaba infestada de vampiros.

- ...es usted muy hermosa... - se atrevió a decir estirando su brazo para tocar su mejilla - no es bueno que ande sola por estas calles... Su belleza podría traerle consecuencias como, atraer violadores. - di un paso para estar más cerca de ella.

por **Kara Jakes** Vie Ago 10, 2012 1:18 am

París. La hermosa y lúgubre París. Qué si tuviera que elegir un lugar del mundo para morir. Por más iluminada y llena de vida no escogería París. Ya que la ciudad capital era algo así como una viuda joven en busca de nuevo marido. No sabría explicar la analogía empleada en aquel instante... pero a eso se me antojo la escena a una seductora imagen pero al fin tan prohibida como la muerte. La luna se había encargado de alumbrar el perfecto perfil y los labios lascivos entre abiertos acariciando sensualmente la yugular de aquella que deseosa se entregaba sin rechistar a los brazos de la oscuridad de la que nunca iba a volver...

Un estremecimiento llegó a mí. Un suspiro ahogado hizo detener la escena, y para antes de que él posara sus ojos sobre mí, yo me había girado. Era un vampiro, otro condenado. Otro de los tantos que había... y yo había interrumpido su rictus alimenticio o mejor dicho su crimen.

Mis silenciosos pasos se apresuraron. Pero cuando quise buscar una salida, un puerto seguro... la sombra de la muerte me alcanzó.

- ¿no le han enseñado... De que espiar es algo muy descortés? Sobre todo si es una dama...-

Tragué saliva aparatosamente alejándome dos pasos de él. Pero era imponente. Su porte era el de aquel animal que te seduce silenciosamente. Su hedor natural era el de muerte y su aura era traidoramente tenebrosa.

- Por el contrario, mi señor... No le han dicho que es de mala costumbre arrastrar a damas a lugares tan oscuros y siniestros... -contradije con una débil sonrisa mientras que miraba de reojo una vía de escapé. No tenía intensiones de empezar una lucha enzarzada. Menos si se trataba de un vampiro.

- ...es usted muy hermosa... - no es bueno que ande sola por estas calles... Su belleza podría traerle consecuencias como, atraer violadores. -

- Por suerte me encuentro con un refinado caballero que seguro estará encantado de escoltarme hasta una calle, avenida o zona con más "vida" -reí entre dientes y aparté con suavidad su mano de mi rostro. Mis ojos color plata se clavaron en los del sujeto-. No me gustaría estar en sus zapatos si tratase de llevarme a un lugar con menos luz... ahí donde a los fantasmas les gusta aguardar la venganza...

Las cadenas de los muertos que éste hombre arrastraba sonaron con furia pidiendo venganza... ¿Cuantas vidas no había arrebatado el atractivo hombre frente a mí?

"Lucius... es Lucius..." me murmuró uno de los espíritus de las victimas del vampiro y ensanche mi sonrisa. La

-¿O tiene planeado hacer algo más... señor Lucius? -agotaría mis recursos antes que perder la vida... y más si se trataba de un vampiro... aunque si la oportunidad de escapar aparecía... la cogería sin dudar ni una pizca.

Me alejé otro paso de él.

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