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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Papa Borgia Dom Abr 15, 2012 7:35 pm

Bendito sea Dios. El que nos conforta en toda prueba, para que también nosotros seamos capaces de confortar a los que están en cualquier dificultad.

2 Corintios 1,3-4


Flanqueando al enemigo (In Gladius Dei) {Privado} 9sqm4j

Las sombras iluminan con su manto el enorme edificio del Santo Oficio, el lugar sacro del mundo. Tras sus puertas los ángeles protegen al mundo de toda maldad e intervenciones que quieran dañar a la raza humana. Sí, hombres y mujeres, infantes y ancianos deberán ser custodiados para evitar que nada pueda tocarlos y el Infierno se desate en la tierra, el Apocalipsis detenido con manos y sangre, sudor y dolor. Son los Inquisidores quienes dan su vida y su sufrimiento en pos de un equilibrio que no debe alterarse. Los demonios en el infierno, en la tierra los hombres santos que ama el Señor.

La bóveda celeste está cubierta por espesas nubes señal de que pronto el cielo llorará. Algunos supersticiosos las observan con detenimiento y son conscientes de que ese celaje no es algo ordinario, algo raro sucederá en la noche y por ello mismo los ángeles en las alturas se entristecerán. Los brujos conscientes de los lamentos de los muertos de inmediato preparan su armamento por si es necesario ocuparlo. Tecnólogos se apresuran a tener todo en orden para reaccionar de forma expedita en caso de un ataque o de una refriega en algún lugar. Los Líderes no se encuentran en el inmueble, nadie sabe dónde están. Así que los Segundos al mando tendrán que responder al llamado en el peor de las situaciones.

Dichos Condenados, los señores de la magia son quienes presionan las guardias, todo debe ser perfecto, nada debe fallar. La preocupación se instala en sus gestos, rostros y es imposible que se deshagan de ella con facilidad. Los fantasmas a las órdenes de los nigromantes están en total tensión, vigilan pasillos, puertas. Los rituales que se han colocado de forma estratégica surten sus efectos dejando un aura bizarra que eriza los vellos de la piel a quien se acerque al menos cinco metros. Por eso la Inquisición es impenetrable, porque el propio Alejandro II se ha asegurado de tener lo mejor para evitar cualquier sorpresa. El que se atreva a llegar tan lejos como la explanada del patio exterior será de inmediato apresado en el mejor de los casos. En el peor, las flechas de sus mejores hombres horadarán su cuerpo dejándolo en el suelo, desangrándose.

La pregunta no es si llegarán, si no por dónde lo intentarán. La función de todo Soldado, Espía o Condenado es detenerlos lo más pronto posible. Por ello es que algunos brujos ordenan con celeridad que se coloquen en posición los arqueros en lugares estratégicos, diseñados por la Líder de la Tercera Facción para darle a los hombres un emplazamiento primordial, perfecto y una protección a sus cuerpos soberbia. Las menos bajas en su gente es la enmienda que deben respetar los Tecnólogos. Los Soldados se colocan en sus marcas, si salen de éstas será bajo su propio riesgo, pero no es necesario. Son asaetadores entrenados, con punterías perfectas, iluminadas por los ángeles para dar en el blanco con pocos tiros y en escaso tiempo.

Algunos bibliotecarios y tecnólogos son enviados para buscar a los Líderes de las Facciones. Los que regresan tienen malas noticias: No hay ninguno, ni siquiera Su Santidad se encuentra. ¿Dónde estarán? ¿Por qué cuando más se les necesita se encuentran fuera de la Santa Sede? Se buscan a los Segundos... debe haber algunos por ahí... pero sólo han visto a Oksana. ¿La bibliotecaria? ¿Ella puede dirigir las defensas? Muchos esperaban al menos a Haydée o a Traian, de perdida a Silver, pero... ¿Oksana? Muchos se santiguan al saberlo. Otros sonríen enigmáticos conociendo la verdadera personalidad de la bilbiotecaria. Los cielos llaman a la batalla entre tambores de rayos y truenos. La luz ilumina la Santa Sede... ¿Quiénes y cómo se atreven a penetrar las defensas? ¿Lograrán su cometido? ¿Qué locura les atrae al Vaticano? ¿Acaso son enfermos mentales? Pues justamente por eso es que los Inquisidores están inquietos. Porque sólo un enloquecido sobrenatural es capaz de una misión suicida y normalmente mata a tantos como puede...
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Mensaje por Oksana Derevya Mar Abr 17, 2012 1:37 am

Un estruendoso relámpago vaticinó un cambio radical en el ambiente, dos hombres vestidos con ropajes propios de la inquisición se abalanzaban sobre las puertas de la recepción del edificio en búsqueda de más información de cómo, cuando y dónde se mantendrían ahora las fuerzas que hacían guardia en las azoteas de la edificación, como si estos fueran a encontrar una respuesta a sus preocupaciones, los muros son iluminados por la luz que proyectan los rayos en sombras de diferentes formas y que también generan tras su caída un potente estruendo hueco que hace eco en la estructura, situación natural que promueve a una larga tormenta que está por iniciar.

Horas antes los hombres encargados por mantener la protección se ubican en su lugar habitual, sólo que en esta ocasión más alertas de lo normal, en sus lugares estratégicos muy bien definidos por la líder de la tercera facción, todos ellos letales y certeros, capaces de que con un solo golpe cualquiera que se atreviera a cruzar la línea de fuego, sean brutalmente asesinados sin ninguna piedad, ya que como se sabe, todos los fieles que han decidido servir a la Inquisición, por obra y gracia de dios reciben entrenamiento especial en combate físico así como en armas, las cuales conocen a la perfección; Los guerreros de dios, eran llamados, tocados por su propia mano, capaces de erradicar al “mal” que alberga en los corazones de supuestos seres que han decidido sumirse en la oscuridad, que fueron seducidos por los siete pecados capitales más castigados por las leyes del dios padre. Considerados monstruos por romper con la forma natural del curso de la vida, beneficiados con grandes poderes mentales y habilidades sobrehumanas.

“Es momento de tomar una decisión, ya no podemos perder más tiempo”

Estaba al tanto de mi deber en estas ocasiones, yo no temia, mi siguientes decisiones serian cruciales para la situación que afrontábamos.

Ello no me asustaba, a mi una de las tantas mujeres que se sumían en la oscuridad de la biblioteca, entre luces tenues de lamparillas de petróleo y pilas de libros antiguos derruidos por el tiempo, un acervo de información valiosa que tanto yo y nuestra líder Thorna Shapplin, nos hemos encargado de proteger, al igual que nuestros compañeros bibliotecarios; un trabajo bien estructurado y puesto bajo un minucioso control que tan sólo los encargados de esta sección podrían comprender y que tiempo atrás habían puesto bajo aviso de una posible rebelión o amenaza a su santidad el papa y la causa de la inquisición, además de ya estar perfectamente informada sobre la situación que ahora encaraba, una reveladora formación de seres antinaturales, con un deseo de venganza muy particular, una sed de sangre cautivada por el poder y la ambición “Continua el movimiento en el edificio, pero ¿dónde se encuentra señorita Thorna?, ¿A caso estará bien?” estos pensamientos eran los únicos que se fundían en mi mente, además de otros más importantes como lo eran entregar la orden que se seguiría en ausencia de otros líderes. Un sosiego empezó a alumbrarse en mi interior, dejando que de mis labios se colara un suspiro de preocupación e incertidumbre, no obstante eso no era miedo por mi o por lo que fuera a pasar, si no por lo que podría estar viviendo la líder de mi facción, una valiosa amiga, más que líder; mi mentora, la que me habría dotado de grandes conocimientos sobre como procede la iglesia, sus fines y objetivos. Si bien estaba por otro lado segura de que ella actuaria inteligentemente, puesto que era bien conocida por ser extremadamente calculadora: una perfeccionista nata.

Entonces me levanté de mi silla, alzando una de mis cejas, tomé entre mis manos una hoja limpia la cual mantenía las primeras ordenes afirmándome como líder sustituta ya que la ausencia de los demás y al ser yo la única con el rango para hacer valer mi voluntad y voz en nombre de dios – Señorita Derevya, que bueno que finalmente salió de su confinamiento – una voz se me unió, uno de los tantos guardas de la Inquisición, opte por mirarlo de reojo, la seriedad en mi rostro era inmutable, aunque en él se notaba la tensión en sus rasgos; sabía lo que yo hacía en esas situaciones, no me causaban temor alguno – Es importante que lleves esta orden de inmediato a todos los servidores de dios, que se distribuya ordenadamente pero con urgencia, no hay mucho tiempo debemos estar preparados, todos y cada uno deben de mantenerse en su lugar estrictamente asignado por la líder de la facción tercera- decreté serenamente, procurando de que con ello un poco de mi tranquilidad y frío temple fuera adoptado por el joven hombre en frente mío y que en breve tomó la orden apostillada con los sellos papales, que la hacían oficial ante cualquier institución y salió a pasos agigantados sin perder la compostura con destino ya establecido.

-Ahora deberemos esperar…-

Dicho esto un portentoso relámpago atestiguo mi decisión, iluminando mi rostro pálido y grandes ojos que se posaron en una de las ventanas de la recepción.
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Mensaje por Vanessa Flynn Boyle Mar Abr 17, 2012 7:24 pm

Un día mas en mi búsqueda incansable de localizar a la única familia que me queda, mi hermosa hermana, pero mas haya de mis sueños de encontrarla, algo cambio eso sueños trayéndome a la realidad, pues las noticias corren rápido, buenas, malas, a un peores, todo llega al escritorio de mi mansión, obligadamente estoy a revisar y contestar las cartas de personas que desean protección o favores, pero soy una persona que no concibe como las personas narran sus problemas y su único intento por resolverlos es pedir ayuda, para esas personas, la respuesta es obvia, con la pluma roja que esta a un costado escribo mi contundente no me importa.

Que día había sido este, pues lo que empezó con una típica mañana nublada en Londres se convirtió en una terrible tormenta adornada con los hermosos rayos que iluminan el andar de aquello de las sombras, pero a su veces, trajo consigo un sentimiento de ansiedad pues algo dentro de mi me decía que no estaba bien, mas a un extraño que una carta papal estuviera esperando ser contestada.

Mi presencia es requerida en la santa sede, desde el momento en el que fue concebida tengo la responsabilidad de servir al santo padre y a su majestad, mi vida no tiene más significado que el bienestar de Inglaterra y la seguridad del santo padre, tome mi decisión como se debe de tomar una carta así.

-Preparen mis cosas salgo hacia la santa sede de inmediato, y que dios nos proteja.

Un cuarto que había permanecido cerrado será abierto, pues en la esta todo aquello que me hace lo que soy, una cazadora antes que una mujer, pues fui entrenada para ser y morir como hombre, no hay gloria sin sacrificios; las doncellas entraron a la habitación sabiendo que una vez que la baronesa volviera a ser una cazadora es por algo grave, pues la baronesa había cambiado, al punto de demostrar que a un es femenina, pero solo algo grave puede hacer que “la ultima sombra regrese”.

La empezaron a desvestir el hermoso vestido callo al suelo con todo lo que la baronesa era hasta la fecha, pues con ella la mira amable se fue y esa mirada fría y calculadora regreso, el cuerpo desnudo de la baronesa fue lavado pues y perfumado, los pantalones de piel cubrieron sus piernas, un peto de acero forjado con la insignia de la familia, cubrió su hermoso pecho para luego cubrir al peto con la mas fina camisa de ceda, unas pesadas botas fueron traídas para cubrir los blancos y bien cuidados pies de la baronesa, las bellas doncellas hicieron una hermosa cola de caballo con el caballo dorado de la joven, un grande abrigo cubrió de arriba a bajo el cuerpo de la baronesa, por ultimo un sombrero de ala ancha cubría parte del rostro de la joven baronesa, un silencio abrumador era todo lo que había en esa ocasión en la mansión, hasta escuchar los paso de Vanessa que llegaron hasta donde estaban esas armas que hace mucho no usaba, pues no era bien visto que una bella joven tuviera al cinto unas grandes y poderosas pistolas, una espada y una daga, pero esta vez no podía salir sin ellas.

Tomo las nombradas gemelas esta vez, las coloco en su lugar, cercas de las costillas para sacarlas rápido si fuera necesario, pues ahora al cinto la gran espada y la daga de su abuelo estaría protegiéndola; no espero mucho cuando la voz de una joven doncella le anunciaba que su carruaje hacia al puerto estaba listo, como una sombra se movió en la oscuridad de la mansión pues antes de que la joven terminara su anuncio la Vanessa ya estaba en la puerta, con un pequeño movimiento de su sombrero se despidió.

Un camino largo la y callado pues la fría lluvia se había calmado, solo un resoplar del viento que hacia mecer los arboles acompañaba los pensamientos de la baronesa, que para esos momento ya esta mas que lista para matar a cualquiera que osara las timar a la iglesia, solo la foto de su hermana la traía a la realidad pues sabia que una vez que empezara a matar no se detendría hasta terminar con cada rastro de vida, a un que también el saber porque los lideres de las facciones no se hacia cargo de la situación, infinidad de preguntas se hacia, pues no era lógico la carta del santo padre, pues ella no es alguien que se llamaría en esta situación pues ella no depende de ninguna facción, pero intentaba no pensar en ello, pues cuando surgían mas y mas preguntas, su cochero le avisaba que el barco en el que zarparía hacia la santa sede estaba listo.

Vieja largo y cansado por las frías aguas del océano, un constante pensar en las palabras escritas por el santo padre, que pasaba realmente en la santa sede, pues Vanessa se mantenido al margen de cualquier situación, pues ella se considera total mente parcial, pues si bien es una cazadora no mata a menos que sea necesario, así que antes de tomar cartas en el asusto del santo padre tendría que platicar con el, y tomar una decisión, por lo mismo salió con urgencia, pues no va eso lo tiene bien claro en su mente, si va a al recito sagrado es por respuesta al llamado, ella solo intervendrá si su excelencia el santo padre se lo pide, en persona y no en una carta.

Día tras día el agónico viaje cada vez mas se hacia mas corto, las horas en su camarote leyendo y preparando sus armas, pasaban rápido, que el viaje de semanas parecía solo un viaje mas, de paseo, y así fue el día que abordo el barco había pasado ya, ahora el puerto la esperaba ya con un hermoso corcel justo como lo había pedido ella, pues cuando ella toco tierra una tormenta se acercaba, las nubes grises y el viento frio del norte hacia temblar los huesos de cualquiera, nada mas que frio fue lo que la recibió, apatía en la gente, miedo en algunos, y una gran tensión que se podía sentir y ver a simple vista, pues la gente estaba sensible, periódicos viejos en el suelo anunciaban una guerra contra la santa sede, que pasa en este país, quien ha alterado el orden, tenia que estar prepara pues este problema podría llegar a Inglaterra, tal vez tenga que intervenir, fue lo que pensó.

Absorta en su pensamiento monto su caballo y empezó su andar rápido hacia la santa sede, pasando por pequeños poblados llenos de miedo y de un temor como si algo grande fuera a pasar.

-Tanto tiempo ha pasado, que no se lo que pasa en el mundo, que esta pasando aquí.

Dos días pasaron de su andar rumbo a reunirse con el santo padre, de tuvo su andar junto a un pequeño lago pues había pasado tiempo sin tomar una ducha, así que quería estar presentable para su visita, tomo un descanso de sus pensamiento nada importa en esos minutos, hasta el comienzo de los rayo y relámpagos que la regresaron de nuevo a la realidad, entrenada para saber interpretar las mas oscuras situaciones, lo supo algo estaba por pasar, y tenia que ser parte de ello, pues su obligación con el santo padre, y la reina tenían prioridad, se alisto y llevando a su caballo al máximo tomo rumbo a las ultimas horas hacia la santa sede, pues la tormenta que se acerca es mas grande de lo que se pueda imaginar.

Pasaron algunas horas ya la tormenta estaba casi lista, pues los relámpagos era mas fuertes, los truenos retumbaban con fuerza cual tambores que anuncia la guerra preparando a los hombres para el combate, al fin estaba ahí, en lo que es considerado el lugar mas sagrado en el mundo humano, la santa sede, imponente a los ojos de los mortales, pues su grandeza es digna del enviado de dios y señor de la iglesia, siempre visitada por los fieles y protegida por aquellos grandes lideres que solo pocos conocen sus nombre, pero algo lucia diferente, se podía ver a simple vista, pues se podía ver como había hombres situados en las partes mas altas, ya listos para disparar a cualquiera que se acerque a la casa del santo padre, también hombre parecían hacer rondas, esperando solo a atacar, como entrar pensaba, pues ellos no preguntaran por como vigilan, empezó por desmontar su caballo y dejarlo libre, pues aquel hermoso animal no merece morir.

Pero no hay algo que pueda detenerla, y Vanessa lo sabe, pues su apodo la acompaña, la ultima sombra, entrenada para penetrar lo impenetrable, hacer todo aquello que una persona no puede hacer, empezó a moverse entre las sombras, esquivando muy bien a los guardias, pues a un que ellos vigilan, solo vigilan una zona en concreto, tanticas básicas pensaba mientras penetraba las fuerzas del vaticano, dejando algunos hombres inconscientes a su paso, pues nadie debe saber como se mueve y como maneja las mas difíciles situaciones, tardo treinta minutos para penetrar todas las fuerzas, pues se podía ver que aquel que dio las ordenes no era experto en estrategias militares, la iglesia tiene a los mas grandes protectores, pero también a los mas grandes y presumidos generales, pero ella también es buena en lo que hace, por algo es la ultima de su clan.

Entro por una venta de una cúpula, que daba hacia un enorme corredor, que estaba bien vigilado, pero las sombras son su refugio, la oscuridad su casa, se movió rápido hasta llegar a un salón solo, donde espero pacientemente, hasta escuchar un alboroto en los pasillos, dejo su abrigo y su sombrero sobre una silla de hace mas de cien años de antigüedad y salió, tranquila del gran salón para detener a un soldado por la fuerza, y decirle.

-Avisa que la baronesa ha llegado y espera por las órdenes del santo padre.
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Mensaje por Imara Z. Horváth Lun Mayo 14, 2012 9:11 pm

Contradictorio. Estar frente a un altar donde la divinidad se galardona con pestañas de oro, cáliz de plata y enormes adoquines con diamantes, creer que esa simple estatua podría escucharte o mejor aún, ayudarte… pero no es eso lo que Zainhé observaba con detenimiento desde la esquina en esa banca sentada. Su mirada llena de desprecio, sus murmullos con blasfemias, sus puños crispados; estaba colérica ante la temible idea de no poder concebir la existencia de ese Dios. Toda su vida se la pasó encerrada bajo tierra, entrenando para cumplir la voluntad del señor, pero fueron los hombres quienes la convirtieron en un arma mortífera, fue el hombre quien llenó su corazón de odio y venganza contra un enemigo que apenas si pueden ver, escuchar y sentir, había sido la humanidad quien desde un principio desató el caos… ahí la confusión embriagaba su rostro. Abatida, se puso de pie encaminándose hasta la puerta de acceso a los lugares más recónditos del Vaticano pero se detuvo apenas sintió la flagelante mirada de la imagen lacerando su cuerpo. Seguro Zaihné estaba dispuesta a recibir tremenda reprimenda, claro esto si fuese una mujer devota, pero esa hembra tenía más afán por entrar al infierno que pagar el indulto trabajando para los chicos buenos “Una muerte, siempre será una muerte” y, ¿acaso no dicen los mandamientos, no matarás? Así pues la religión le resulta un tanto hipócrita y convenenciera, si la santidad utilizaba a los hombres para matar, ella utilizaría la legión del vaticano y sus archivos para encontrar a ese vampiro… -¿Qué? ¿Me castigarás?- Inició un monologo sin perder de vista el altar –No soy yo quien tiene que pedir perdón, ese eres tú por permitir la maldad en el mundo, por dejar que Vladimir regresara a mi después de tanto tiempo, por burlarte del sufrimiento de tus hijos, por dejar que el hombre mate en tu nombre, pero sobre todo y lo más importante, por NO existir-

Zainhé jamás le perdonaría a dios el hecho de ser un maldito dogma imaginario. La mirada cristalina en el atrio pareció emitir un lamento cuando ella terminó de hablar. Su cabeza negó, otra vez sin respuesta, por más que se empeñara en hacer enojar a dios, él nunca le respondía y, la última vez que lo alabó agradeciendo su efímera felicidad, Traian –a quien ella conocía como Vladimir- le había abandonado al día siguiente. –Sólo dime, resuélveme ¿Quién es el titiritero de quién? ¿Nosotros de ti o tú al ser utilizado a nuestro beneficio?- Arqueó una de sus cejas, torció los labios en una desfigurada mueca convincente de maldad y esporádica locura. Bajó la vista de inmediato, frunció el ceño y especuló sobre sus actos. Aspiró profundamente el olor a incienso, algo tan fuerte pero que se sentía terriblemente bien. Le gustaba embriagarse con esa esencia, era como si el aire purificase su alma, una catarsis a través de la respiración. El vacío la bofeteo, el recuerdo de su hijo la llamaba desde un rincón aledaño en sus pensamientos. Pronto, pronto volvería a verlo, al menos la vieja Murielle lo mantenía junto a ella, haciéndole creer que es su madre y que la señora que los visitaba era una sobrina, una prima de Lorand. Cuando la calma regresó a su cuerpo, un estridente estallido resonó en su cabeza. El eco que dejó martillando frenéticamente sus sentidos, le aturdió obligándole a arrodillarse con las manos en su cien para masajearla. Apretó la mandíbula fuertemente y cuando pasó la confusión, asomó la cabeza por encima de los banquillos, algo ocurría afuera.

La mujer recorre a toda prisa la distancia para llegar hasta el umbral de las gigantescas puertas, sus ojos se abren de par en par al darse cuenta de la realidad, estaban siendo atacados. ¿No es algo imposible? La sede de la Inquisición siendo masacrada por algunos rebeldes. El rostro de Zainhé muta de sorpresa a ese odio irrefutable, cada expresión en el lo mostraba, su feroz entendimiento de muerte, la adrenalina por sentir el peligro amenazando su vida, la aceleración en las pulsaciones de su corazón buscando bombear más sangre a cada rincón de su cuerpo para mantener todos sus reflejos en un estado de alerta. La desgraciada, sonrió. Varios hombres se habían colocado en posición para ser la resistencia al ataque, era evidente que traspasar las murallas de aquel lugar suena a fantasía. Observó la situación durante unos segundos y contrajo su cuerpo al interior de la casa del señor, ella no combatiría allá afuera, si los malditos demonios eran lo suficientemente fuertes para penetrar las murallas y los centinelas que las resguardaban, entonces entraría en acción. Calmada, con el temple frío en su mirada, habiéndose arrancado el corazón al inicio del estallido, caminó segura por los pasillos, sus credenciales le permitirían la entrada a donde ella quisiera. Târsil era el líder de su facción y la mayoría de los Inquisidores debían estar al tanto de su inseparable y envidiable amistad así que cuestionar su aventura ahí esta de sobra.

Cruzó los centenares de habitaciones que forman parte de la construcción, así mismo logró esquivar los insidiosos laberintos y las trampas para cualquier aventurero fuera de la Inquisición. Ella conocía ese lugar, había estado ahí tiempo atrás, la última vez fue hace poco. Agudizó su sentido del oído para escuchar cualquier perturbación a la paz que se respiraba tras las murallas, todo parecía tan tranquilo que aseguraría no estar en guerra, pero nada es lo que parece. Pronto se dio cuenta que en todo su recorrido no había nadie más que ella ¿Dónde carajo estaban los demás? Sería una completa estupidez que todos estuviesen en la defensa, eso no pinta para nada a buena estrategia, sí lo sabrá ella que tan calculadora y metódica todo le resulta a la perfección. –La biblioteca- Susurró. Siempre, siempre sin importar lo que se suscite, hay gente dispuesta a custodiar la biblioteca y ¿cómo no si es ahí donde se guardan los más terribles secretos del Vaticano, la inquisición y la religión que profesan todos y cada uno de ellos? Zainhé dio media vuelta y tomó el pasillo que la conduciría a la biblioteca. Camino a ese lugar, los cristales de las ventanas estallaron en miles de fragmentos y ella se tiró al suelo para no ser alcanzada por su cortante estructura. Se arrastró por el pasillo pegada a la pared. Su puso de pie con un hábil brinco y abrió las puertas de la biblioteca con una patada, dentro se encontraba... ¿Quién demonios era ella? Ser un espía y trabajar fuera le deja una falta catastrófica en cuanto a los nombres de quienes se quedaban ahí dentro. -…¿Oksana?…- Dijo en tono de duda, pero detrás de ella un par de ojos refulgentes, se posaron en la ventana -¿Qué demonios es eso?- Enfocó su vista en la sombra quien amenazó a los presentes con una maniática sonrisa. De pronto, los relámpagos de una tormenta avecinándose alumbraron el exterior, no era uno, no eran dos… había toda una legión detrás.
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Mensaje por Nereza Lun Mayo 21, 2012 10:44 am

Un relámpago encendió su rostro, levanto la mirada del suelo, donde veía pasar un solitario grillo. El insecto, con prisa, paso los pies de Nereza y desapareció en camino hacia la santa sede ¿Incluso los pequeños insectos saben lo que se aproxima?
El viento, con olor a humedad, movía su camisa celeste, sus brazos se colocaron en posición de firmes, recargados en sus pantalones de negros de cuero. Acarició una espada delgada que llevaba a la cintura, un arma innecesaria para ella, pero útil para las apariencias.
Se sentía parte de algo grande, pues había sido confiada por su facción, aunque su piel ardía al estar en tierra santa, su sonrisa, algo macabra, no desaparecía

Los relámpagos seguían iluminando las terrazas, explanada y el santo edificio, cada vez con más constancia. Las sombras de los ángeles en las azoteas, creaban sombras amorfas, como si lo piro, al tocar la tierra, se convirtiera en algo monstruoso.

Pensó, sin dudarlo, que esa es era misión, ser un monstruo enviado por el cielo. Le gusto ese pensamiento y acaricio su espalda, cerca de su cintura, donde hace ya tantos años se marco ella misma una cruz, que nunca ha cicatrizado.

Si tuviera corazón, en aquel momento latería de emoción y entrega ante el conflicto que se aproximaba, pero hace tanto que lo había perdido que ya ni siquiera recordaba cómo se sentía su calor. Muy debajo de toda la locura que muestra día tras día, le dolía no poder sentir su alma una vez más. Le lastimaba peor que una estaca.

Entre el silencio y la expectativa, escucho claramente la ausencia de los líderes. Como fue entregada una nota para reconocer a una líder que defenderá el edificio, pero de ¿Quién? Ni siquiera su santidad se encontraba en el recinto. ¿A quién debía proteger entonces?
Se quedo quieta hasta que escucho el nombre de aquella que dirigiría esta noche.

-¿A Oksana?

Se dijo para si, en un tono que sus compañeros soldados, no podrían haber escuchado.
Nereza y ella ya tuvieron suficientes conflictos, ¿ahora debe salvarla? ¿A ella? La bibliotecaria se puede cuidar sola, ha hurgado en su mente, aun para el enojo de inquisidora, y sabe que es más de lo que aparenta, incluso la amenazó ¿Una simple humana amenazando a una condenada? Suena casi como una broma.

Con el sonido como temblor del siguiente trueno, abrió los ojos como platos y, de nuevo, deseó tener corazón para sentir su emoción acelerada. Sonrió ante la expectativa del combate, la sangre y la destrucción. Siempre había disfrutado tales placeres, más allá de servir a su santidad, el eliminar amenazas que no tienen una meta santa, no como la de ella.

Caminó hacia la explanada, encontrada varios pisos abajo y trató de mirar entre la oscuridad. El lugar podría ser casi invisible para sus compañeros soldados, pero ellos no saben que Nereza sirve a otra facción, una donde los demonios sirven a su santidad. La oscuridad que sirve a la luz.

Camino hacia atrás unos metros, su vista no se separaron de su objetivo, la lejanía, donde estaba segura, se encuentra la amenaza. Movió su cabeza hacia ambos lados, asegurándose que la preparación y los nervios distrajeran a sus compañeros lo suficiente para desaparecer. En silencio, saltó con gracia del gran balcón.

Dejo que el viento acariciara su rostro, que su cabello volara, que la brisa la congelara. Con una vuelta en el aire, sus botas negras tocaron el suelo de piedra, su mano acaricio su terreno de caída y se levantó.

Otros guardias la vieron, desde su perfectiva, salió de la nada. Mantuvieron silencio, concentrados en su misión de vigilia, hasta que, como ella, sus músculos se tensaron.

-Ya están aquí

Dijo dando unos pasos hacia el frente, su mano descansaba en su arma. La condenada podía ver los centenares de escudos mágicos que la sede tenía ahora y a lo lejos, podría sentir que alguien los a quebrado, con esa sensación llegó un aroma.

-Licantropo…

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Mensaje por Francoise Devoire Lun Jun 04, 2012 9:34 pm

Agharta: Salon Privado del Sanat Kumara
Días atras


Para Valerius el panorama se muestra cada vez más nebuloso, donde su visión de líder se pierde entre sus pesares y preocupaciones, abrumado por la innumerable lista de dificultades que caen sobre la ciudad subterránea. Apenas alcanzan a tomar las medidas adecuadas para resolver algunos y nuevas noticias llegan hasta él, noticias para anda gratas. Es desde las tierras del norte, desde el mismo territorio del enemigo que un golpe arremete contra Agharta. La desesperación es latente en el rostro del Sanat Kumura, pues es en soledad donde la realidad le golpea con la misma fuerza que los recuerdos de su desaparecida esposa y lo que ocurrió la noche del ritual de las arenas.

Pasa la mano por su rostro en un intento de despejar el panorama, decidir qué hacer y quienes serían los próximos minoicos e hiperboréanos a asumir es algo que le urge. Pero aun más conseguir que el Hiperboréano brujo sea rescatado con premura desde su ahora prisión, por eso solo hay una persona a la cual puede encargarle tal labor. Una dama que posee la curiosa capacidad de trabajar con los muertos de honrarlos hasta el último minuto antes de entregar los restos mortales a los dioses de la tierra. Una mujer que conoce al enemigo y que lo repudia del mismo modo que todo, es ella la indicada. Pero no hay tiempo de enviar un mensaje, no hay tiempo de alcanzarla y ponerla al tanto. El líder en tiempos de guerra conoce a sus enviados saber bien que la cautela de Argos será ala apropiada, que la que fuerza de Eerin será bien usada y que Antonio Velázquez moverá sus influencias cuando sea el momento.

Pero ella será el nexo para infiltrarse apropiadamente en la ciudad santa, en Vaticano, específicamente en la Santísima inquisición en sus calabozos. Es tiempo de invocar a los espíritus de su familia, quizás al más travieso de todos, pero por lo mismo el único capaz de llegar a todos lados en el momento preciso. El líder toma un amuleto y susurra unas cuantas palabras en un idioma ya extinto, llamando a esta criatura que poco tiene de inocente. Sentado al borde de las repisas de las altas bibliotecas que tapizan la habitación se presenta el pequeño. Jugando con una moneda le mira curioso, pero no dice nada, suele ser asi a veces un parlanchín y otras un mudo, pero más si el Sanat Kumara que se presenta.

- Supongo que no has conseguido novedades de mi Sirat- afirma seguro que esa es la razón de su silencio - No me sorprende, pero no es por eso que te he llamado- prosigue paseándose de un lugar a otro apoyado en su bastón - La Ciudad está en riesgo, en poco tiempo todo será revelado a menos que se tomen medidas urgentes y acallemos las voces que conocen el secreto - explica al espíritu, que a pesar de aparentar ser un niño ha crecido al tiempo que la ciudad lo hiciese - Amelhión Do Crucerois, se encuentra en manos de la inquisición. Tres hombres van camino a su rescate, dos minoicos y un Hiperboréano- explica el plan que hace ya un tiempo urdiese tras leer los telares del destino en compañía de mi Sirat - Intercéptalos antes, llevarlos con Salome e informarle a ella de su llegada- prosigue con pausa, ha confiado doblarle la mano al destino con su plan pero todo depende que las piezas sean bien movidas - Salome será quien les indique como entrar, quien los lidere em esta batalla. La primera de muchas, me temo-

No hubo tiempo de decir más el espíritu se esfumo tal cual se presento, ahora el Líder de Guerra eleva plegarias para que el orden de Agharta se recupere a la brevedad, para que la sangre derramada se a la necesaria y que el enemigo sea doblegado.

Aghartianos! Avante!
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Mensaje por Antonio Velázquez Mar Jun 05, 2012 8:55 am

La tormenta se aproximaba, las nubes estaban llenas de agua y los rayos iluminaban ciertas secciones de la enorme construcción donde el Papa residía, donde sus inquisidores protegen como perros guardianes. Pero no era la única tormenta que azotaría la tierra esa noche. Un conflicto de sangre y destrucción se aproximaba, el primero de muchos en esta nueva guerra, de la que él no sabía nada hasta hace unas semanas, cuando vinieron a su hogar, su barco escondido en el muelle, y le dieron su tarea de líder. La luz de los relámpagos solía dejar ver las estatuas de la edificación de una forma tenebrosa, como si fuera la oscuridad la que vive en el lugar y no la luz.

Fue sencillo tomar el barco y llegar a las costas de Italia, de ahí se movieron por tierra a caballo y luego a pie en el último tramo. Entrar al Vaticano no fue sencillo, había guardias incluso kilómetros antes de llegar a la primera señal que marca el inicio de la frontera.

“El Papa es de luz, según él, su edificio sólo puede respirar sombras esta noche. Uno de los dos está en lo correcto anciano y me mandaron aquí a demostrarte que no eres tú, si no nosotros. Venimos a tocarte la puerta y a derribarla en tu rostro”

Pensó mientras seguía viendo el edificio, firme en su decisión de invadirlo y cumplir con su misión. Pero también su deseo de asesinar lo alimentaba esa noche, uno más profundo que el de defender una tierra que dejo hace años, ambos pensamientos lo representarían en ese momento.

Antonio, habiendo dejado atrás el nombre de Makoto, había deseado desde hace años este conflicto. Estaba arto de matar inquisidores y cazadores de bajo nivel, tal vez ahora tendría la oportunidad de matar algún elite del Papa, hacer la diferencia realmente y dar un paso hacia adelante en el fin de ese anciano vestido de blanco.

Sintió la brisa un momento, el aire que venía del edificio contenía tantos aromas, pero ninguno parecía el de un pontífice, ese olor a incienso, ostia y vino ¿Acaso no habría ninguna adentro?

-Quisiera que no nos estuvieran esperando, sería más sencillo, apareceríamos a cortar cabezas directamente. No a escabullirnos, se que nuestra misión no es un ataque directo. Espero que Francoise tenga algo preparado, un plan B si todos los nuestros salen mal.

Llamaba por su nombre a su líder, no por faltarle al respeto, si no porque lo ve como alguien que respeta. Los nombres fueron dados para sentirnos parte de algo, así Antonio se siente parte de Agharta de nuevo, aun con los años.

Miró hacia Eerin un momento. Recordó su estancia en Agharta, cuando escucho por primera vez de Francoise y su sueño de paraíso para los que son como ellos. También vio a Argos, que aunque no comparten la especie, si la misión, de la cual él es el encargado.

“Soy un Hiperboreano, pero no me siento uno aun. Mi antecesor, un viejo lobo con gran habilidad para mandar, un líder innato que llevo a la paz a sus hombres, que protegió su ciudad con sangre y lagrimas. Yo sólo he derramado sangre de humanos tontamente, es hora de pagar por mis errores”

Miró una última vez al edificio de frente, a la distancia y con el viento en contra, los condenados no podrían localizarlos. Sabía bien que su Minoico, Eerin, tiene la forma de acceso, por lo que esperó con paciencia su comentario.
Un aroma nuevo llego hasta su olfato, sonrió con gracia, como si fuera el mejor chiste que podrían haberle contado.

-Nereza…

Antonio sabe, que si ella lo encuentra, no se detendrá hasta matarlo, el momento perfecto para que su equipo avance.

Suspiró mientras baja de la pequeña loma donde no podría ser detectado otra vez. Sus sentidos se tensaron tanto, que debió creer que se quedaría hacer permanente.

-Adentro hay seres como nosotros, cuiden lo que piensan a partir de este punto.

Se detuvo un momento, como si esperara la llegada de alguien mas.
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Mensaje por Eerin Schiffer Lun Jun 11, 2012 4:30 pm

En el aire se sentía la estúpida tensión por parte de los inquisidores, bueno, en realidad debían estar más preocupados de lo que parecen, puesto que su enemigo estaba en casa, Eerin no podía creer lo fácil que fue entrar al vaticano, se les complico un poco al momento de pasar la frontera hasta ese lugar, pero gracias a la comodidad del barco de Antonio fue un viaje casi placentero, había descubierto su odio al mar, aun así se lo reservaba. Los caballos ya cansados por el viaje no habían daban para más y tuvieron que hacer un tramo ellos caminando, pero de resto, aquel pequeño retraso no les molestaría. Le gustaba los hombres que estaban junto a él, agiles, inteligentes y muy valientes, no le temía mucho a los resultados de aquella noche y aunque deseaba con toda su alma poder romperle la garganta al papa debía controlarse y quedarse con el plan, aunque sentía algo extraño en Antonio, tal vez pensaba lo mismo o aun peor, tal vez planeaba hacerlo, no era una persona muy autoritaria, pero se mantenía al margen en algunas cosas y mucho más cuando había ya tenido ordenes, eso era una forma de controlar su impulsividad, manteniéndose lleno de reglas que lo limitaban de cierta manera.

Debían buscar al líder de los brujos y salir de ahí, mas nada, eso era lo único que debían hacer, si su plan fallaba otro de los más importantes viejos moriría y ahora si quedarían destinados a la muerte-principalmente ellos que estarían dentro de la boca del lobo- solo esperaba que aquel viejo resistiera lo suficiente para rescatarlo. Entre sus aliados se encontraba alguien infiltrado, pero en esos momentos no le pediría ayuda, no deseaba que sus planes quedaran desechos por un pequeño rescate, aun así tenía la sensación de que todo saldría bien, de algún modo, el plan seria exitoso

El aire estaba muy quieto, ninguna de las hojas de aquel gran árbol en donde reposaba se movía, odiaba la tranquilidad, pero debía respirar profundo y hacerse la idea de que todo saldría bien, nada saldría mal, pero es que no podía oler nada con aquel aire tan quieto y eso le impacientaba, aun así trato de respirar cinco veces seguidas para tranquilizarse. Giro su rostro para ver a su nuevo líder, frunció el ceño al notar que el también estaba en las mismas. Lo que sabía era en donde estaba el líder gracias a la información que habían podido recolectar, también tenían un amplio conocimiento de la estructura, gracias a su memoria fotográfica y a un mapa adquirido del lugar, ahora solamente había que esperar unos segundos más.


-Ahg… muy bien… debemos buscar una forma de entrar- Eerin se levanto de la raíz en donde reposaba.-Sabemos que hay condenados en ese lugar, así que tratemos de hacer las cosas bien, solamente matemos a los que se nos interpongan en nuestro camino, sin hacer mucho revuelo, concentrémonos en lo principal: Rescatar al viejo y salir vivo de esto- rio bajo ante su ironía, era mejor olvidarse de matar-Mejor tratemos de no matar, solamente busquemos al viejo discretamente-

El viento hizo su primera aparición, Eerin suspiro aliviado, tendría más información de lo que habría adentro, muchas cosas les esperaban, pero con suerte saldrían bien, después de todo aunque eran tres contra casi un ejército completo, ellos eran más inteligentes. Eerin miro a los demás dándole una señal para que pusiera atención a aquella presencia que se aproximaba a una velocidad sobrehumana, llevaba un gran olor a pólvora e inciensos, eso le daba la información necesaria para saber que podía ser una persona peligrosa… ¿Quién sería?
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Mensaje por Salomé Ameris Vie Jun 29, 2012 7:05 am

Un cadáver en medio de aquella gran sala, la mujer de cabellos rubios conocida como Salome estaba sacando el ultimo órgano que necesitaba examinar. Con su bisturí en mano corto cada parte que retenía el corazón de aquel hombre de 30 años que había muerto de bronquitis, tenia suerte de ser una cambiaformas y de tener aquella inmunidad ante las enfermedades, podría disfrutar el sentir todos aquellos fluidos de los cadáveres con sus manos desnudas, aun así disfrutaba los guantes que tenía en sus manos llenas de aquel color carmesí. El corazón se había puesto en un frasco con formol, comenzaba a cerrar la parte del pectoral para así dar por terminado la limpieza de aquella parte.

-No me has dejado disfrutar mi hobby- se quejo por la presencia de aquel espíritu enviado por aquel hombre que había dejado de contactar hace muchos años. Dejo la aguja en el pecho para luego quitarse los guantes y la bata que tenía en su cuerpo, suspiro mientras se arreglaba su cabello y su vestido negro teñía todo su cuerpo. Giro para verle mejor. Solo con ver aquella mirada lo supo todo. -dejo Ahgarta por unos años y se vuelve un lio…- suspiro pesadamente. Llamo a uno de sus empleados para que se encargara del cuerpo, antes de llegar aquel espíritu había desaparecido… ¿Dónde comenzaría el juego?.

El vaticano.

Después de haber recibido aquella visita Salome acepto la misión que le proponían, busco salir de parís lo antes posible, para llegar a tiempo, sus informantes personales le habían advertido de que el barco de Antonio ya había zarpado hace unos días atrás antes de que ella llegara a subirse a un barco, pero eso no era problema, solo tenía que buscarlos y reunirse con ellos.

Fue más difícil de lo que creo, apenas supo de su paradero unos días antes del ataque y se pudo movilizar hacia donde estaban muy tarde, debía buscarlos el día que estaba todo planeado. Con un ágil caballo comenzó a cabalgar hasta encontrar aquellas dos figuras que estaban escondidas por unos arbustos, los dos eran licántropos y por sus sentidos pudieron notar que alguien más se acercara, a Salome no le sorprendió ni en lo mas mínimo, salto del caballo a unos metros, lo dejo en libertad, no lo necesitaría mas por el momento, todavía ellos estaban a unos metros, se podía ver apenas algunos rasgos de aquellos dos, pronto los pasos de salome comenzaron a llevarla hasta encontrarse frente a frente.

-Bueno niños… no son lo que yo esperaba, pero me conformo con ustedes- bufo mientras miraba a los alrededores-Soy Salome Ameris … tú debes ser Antonio el nuevo Lycan Hiperboreano y tu un licántropo mas- se quedo mirándolos por unos segundos para luego desviar su mirada y comenzar a alejarse.

Dio un salto a aquel gran árbol en donde reposaban los dos, se quedo en una rama mientras observaba detenidamente el lugar, busco una entrada segura, si estaba en lo correcto los guardias comenzarían a buscar en los lugares más importantes, reforzarían aquellos lugares de vital importancia… un lugar que no lo era según ellos era la cocina; Salome la conocía muy bien, ella y su hermana en muchas ocasiones se escondieron en el almacén para no hacer alguna tarea tediosa cuando tenían apenas unos años en la adolescencia. La cambiaformas bajo del árbol, sin decir una palabra les dio la señal de moverse.

El lugar estaba oscuro, gracias a dios que tenían buena vista, se habían deslizado por una de las paredes principales, luego de un salto casi limpio pudieron sobre pasar el primer obstáculo. De manera silenciosa comenzaron a andar hasta que Salome le dio la señal para que se quedaran quietos, miro hacia los lados y busco un vieja puerta de manera que daba a unas escaleras que subían, les indico que subieran mientras ella cerraba la puerta, luego de algunos escalones se encontraron con una gran sala de cocina (y pensar que esa solamente era una parte) la cocina también era un laberinto, pero Salome sabía muy bien cómo salir de el, nadie estaba cerca, ni el mas mínimo ruido se podía escuchar, apenas un distante sonido de algún ratoncito correr aterrado por aquellas tres presencias pero de resto todo era silencio.

-Bueno… ya estamos aquí… díganme que buscan y les diré donde encontrarlo- dijo con una sonrisa de satisfacción… ¿Por qué no aprovechar y pasar a saludar a Borgia? Tal vez tuviera suerte y su cuello caería en sus garras para ser pulverizado como un saco de huesos viejos que era.
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Mensaje por Francoise Devoire Vie Jul 06, 2012 10:31 pm

Agharta, Salon Familiar
En ese mismo instante



El silencio reinaba en aquellos marmolados salones subterráneos en que el líder en tiempos de Guerra se resguarda, inquieto y expectante, sabe bien cuán difícil se ve el futuro, cuan complejo es el panorama y peor aún, que esta vez no podrá evitar el enfrentamiento directo. Ya cuatro de sus hombres se dirigen al centro mismo del conflicto, a la base de operaciones de su enemigo, la mismísima ciudad del Vaticano, pero nada augura que serán vencedores. Una misión suicida, que de ser fallida, de no recuperar al viejo testarudo del Hiperboréano mago, significara perder importante información. Maldito seas Amelhión Do Cruceroi, infortunado el momento en que decidiese enfrentar al malparido de Alejandro Borgia, entregándose a sus garras, un acto impetuoso carente de razón, sin medir consecuencias - Tozudo como él solo, brujo imprudente - recrimino mentalmente el hombre mientras su mirada se pierde en el fuego, la única luz en aquel cuarto.

Quien tuvo la fortuna de conocer los tiempos de gloria de esta ciudad, puede notar cuanto ha cambiado todo, las amplias habitaciones siempre abiertas y llenas de luz para que sus visitantes se deleitasen con la belleza de la sabiduría, en palabras de la Shamballah, hoy se encuentran en el abismo. Los grandes salones ahora siempre cerrados con llaves y sortilegios, la luz se esfumo con la portadora de la magia, la siempre radiante Astrea, y los visitantes, los pupilos ya no se asoman por el palacio, muchos se han marchado tras su Tutriz; solo regresan los hiperboréanos y sus minoicos, de vez en vez, prolongando siempre un poco más el tiempo entre visita y visita. El esplendor se ha perdido, tal cual como se perdiese al chispa de Sanat Kumara, el que antes fuese un hombre vigoroso y de mirada brillante, se desvanece tras el dolor de su luto.

El mutismo de aquella escena, apenas es interrumpido por el suave movimiento del metal que rasga el aire, dando una, dos, dos vueltas y media antes de caer en la palma de su portador, un pequeño que sentado desde el borde de un librero observa a quien fuese su ancestro. Una sonrisa macabra se dibuja en los labios del pequeño, antes de fijar su mirada en la pieza circular con que jugase. Una P con una X, el sello papal que tantos dolores ha causado a la ciudad, como si fuese un juego la deja caer en el regazo del vampiro de mirada cristalina - El fuego no saldrá como una bocanada para consumirte. Pierdes el tiempo si desde allí buscas la muerte - se burlo el niño, que ahora deja de ser tal para verse como un jovenzuelo de unos veinte años - Valerius, jamás se deja abatir así, menos ante un hombre tan repulsivo por Alejandro II - recrimino alzando uno de los velos que cubre un retrato milenario, uno familiar de Valeriu, Sirat y sus cuatro hijos - Hermosa familia, lástima que el retratista no me viese- se mofó con amargura.

El líder miro a uno de sus descendientes, el único que jamás pereciese, aunque para ello debiese alternar entre ambos mundos, el de los vivos y el de los muertos, abandonar un camino para quedarse en el limbo. - Valerius, sigue aquí, e ira tras la Inquisición - tomo entre sus dedos índice y pulgar la medalla, y con un mínimo de fuerza la pulverizo ante los ojos de su espectral compañero - Polvo será, aunque todo a su tiempo… “Tiempo al Tiempo” - recito las palabras que dijese su esposa en tantas ocasiones para darle consejo sus pupilos.

- Será todo cuando sepa cuánto pesa el puño de nuestro enemigo, pues solo ha demostrado ser un titiritero y no un líder- argumento sus planes, aunque no puede negar que el resultado de aquella primea tentativa puede ser nefasto. Si alguien pereciese o fuese capturado, Agharta sería expuesta como nunca antes, sería difícil disimular uno o dos ataques continuos a la Sagrada institución que representa la iglesia, más aun seguir protegiendo a los innumerables espías ya infiltrados en altos cargos. - Ahora, deja de jugar y dime que sabes, pues no has venido solo a regañarme -

El espectro ahora se balancea con su forma de niño, colgando de las cadenas de un candelabro tipo araña, como si no hubiese de que preocuparse. Ladea su cabeza y mira a su progenie, los mismos ojos, la misma morada desafiante, solo se diferencia en un sutil matiz, la del fantasma es aun más vivaz y carente de amarguras - El preferido de Astrea está en el Vaticano, buscando a la joven Louvier, futura de Castilla - explica con suma calma - ¿La recuerdas? - tanteo con sorna antes de esfumarse.

El líder comprendió aquellas palabras, pues si, conocía bien aquellos nombres y su significado, que Delbaeth se encontrase en tal ciudad podía ser beneficioso, pero si seguía la huella de los descendientes tan cerca de las garras del enemigo el Vitrol necesitaría refuerzos. Argos sería enviado a apoyar a minoico mago, mientras otro Aghartiano se uniría como refuerzo, uno con la habilidad de cambiar de identidad, la voluntad firme, pero por sobretodo la capacidad de infiltrarse en aquella fortaleza santa sin levantar sospechas. Quizás luego, si la situación lo ameritase el joven Formorians y el legendario Argos, se presentasen en misión de rescate, como plan de huida para que todos se trasladasen a la brevedad a Francia, al primer consejo de guerra de aquella era de tinieblas.

off: por interno se nos informo que Argos se retira, pero ya entrara un nuevo Aghartiano. El orden de rol, lo entregará a la brevedad Borgia.
Mientras sigan la línea que Argos se ausento a otra misión, el nuevo pj ya viene.sigue Oxun!! ..

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Mensaje por Oxun Lun Jul 16, 2012 2:32 am

(* Un grupo de mercenarios pagados por Rahman se encuentran ocultos muy cerca de donde los Hombres-Lobo y Salomé se preparan. Al frente de estos se encuentra una mujer condor.)

Desde que Oxun puso un pie en la pequeña ciudad sintió la presencia de otro cambiaformas - a parte de Salomé - otro de los Suyos en la llamada Santa Sede. Se apostaron camuflados por la penumbra y esperaron atentos esuchando como la primera avanzada penetraba en el Vaticano. La voz de Rahman irrumpió, audible solo para ella.

- Entrarás tras la primera avanzada, los mercenarios que he contratado serán la retaguardia que habrá de asegurar el escape de los Lobos y Salomé, la líder del rescate; sin embargo a ti, mi querida Oxun he de darte un encargo especial.

Oxun recordó un pergamino que su memoria sobrenatural le permitiese recordar al punto, un dossier con los detalles de cuantos inquisidores moraban en el vaticano, muchos de ellos reunidos ahí, por motivo de un concilio. Quiso preguntarle quien de esos nombres era el del cambiaformas pero prefirió esperar.

Aunque se encuentra bien resguardado, el recinto sagrado por soldados de menor rango, es muy probable que te topes con alguno de los altos Inquisidores. De entre todos los objetivos la de mas cuidado es Yrina Constance Stalevolova Ucren. Tiene aproximadamente 25 años. Ucraniana. Tiene conocimientos sobre varios tipos de armas, y posee armamento modificado especialmente para cazar sobrenaturales.

En su mente podia ver el albo rostro, contraido por el gesto de la concentración que le caracterizaba. Usó los dones de Gaia para guardar hasta el mas minimo detalle de su cara.

Se encuentra entre los inquisidores mas fieles aunque no por eso es menos agresiva. Tiene reputación de golpear con saña inclusive a sus compañeros. Lleva un record de amonestaciones al respecto. Se le describe como una mujer de corazón frío y negro. Lleva muchos años al servicio del vaticano. Aunque no parece ser devota de su fé es un rival a considerar.

Otras caras aparecieron en la mente de Oxun, como dibujados por la voz del maestro Kayyam que le habla telepáticamente desde Al-Uqsur.

Es probable que en camino se crucen tambien con Thorna Shapplin, le reconocerás por la cruz de plata que lleva al pecho. Inquisidora, Bibliotecaria. Su padre era el tercero de un linaje de inquisidores que entregaban por completo su alma, mente y puño para servirle a Dios. - Ella en cambio ha decidido darle la espalda. Ha brindado valiosa información para la causa y su rencor contra Borgia es grande. Asegúrate que nadie le toque a ella o a Oksana Derevya, su mano derecha. Ambas humanas son elementos valiosos a la causa que defendemos.

Otros rostros aparecieron en la mente de Oxun sin que el maestro Kayyam comentase nada al respecto, luego se detuvo sobre dos hombres, cuyas facciones reconocí: uno llamado Cobra y otro Sombra. La fama que les precede es que han sido rivales implacables, sin embargo esconden corazones negros detras de sus duros rostros.

Los hermanos Valborg trabajan para la inquisición, junto con Yrina, Thorna y Oksana conforman la elite de inquisidores. Ambos odian a la iglesia y no creen en Dios, si ninguno se cruza en vuestra misión dejadles con vida, su historia esconde un secreto de sangre que podemos explotar en algun momento. Te sorprendería saber que tan comun es que los enemigos de ayer se conviertan en los reclutas de mañana…

Finalmente el maestro le mostraba el rostro que tanto ansiaba ver, la cara del cambiaformas que estaba sentado a la diestra del Papa.

Tu principal objetivo sin embargo es una cambiaformas. Tamina Juliet Borgia: Nacida en Roma, Italia. Un éspiritu de Guepardo que se encuentra por ventura entre la corte del Papa.

- Maestro... ¿Cual es la misión?

Tomaremos una vida amada para Borgia en reparación por la sangre Agarthiana derramada. Mientras que los soldados que guardan el Vaticano se encuentren divididos entre defender a su “Santidad” y evitar la fuga del Brujo de Agartha tu te encargarás de eliminar a la guardia personal de Tamina y traer su cabeza ante mi.
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Mensaje por Papa Borgia Dom Jul 22, 2012 6:52 pm

En el "mundo nuevo" no habrá ya dolor, ni pena

Apoc 7, 17; 21, 4.

Liberi Fatali by 植松伸夫 on Grooveshark

Flanqueando al enemigo (In Gladius Dei) {Privado} 9sqm4j

Rayos son el preludio y los que indican el inicio de la contienda, pasos acelerados por los pasillos de la Inquisición. Un relámpago ilumina la oscuridad. El bien contra el mal confrontados, asediados, con la adrenalina a flor de piel, el corazón bombeando a toda velocidad. ¿Quién triunfará? Los dados del destino ruedan por la superficie del mundo, los ángeles de la muerte extienden sus alas avanzando hasta donde las almas serán recogidas. Arcángeles se elevan para combatir armas en mano, los seres humanos miran hacia donde las nubes se deciden de una vez y descargan su furia con un torrente que impide ver bien. Malas noticias para los arqueros. Hay pocos expertos en estas lides y muchos están fuera, en campo abierto cazando. ¿Casualidad? ¿Coincidencia? Los que se encuentran en las torres vigía maldicen su ausencia sintiendo el peso sobre sus hombros de la loza que es la responsabilidad porque nadie se les escabulla. El viento lleva las malas noticias con portadores de la misma muerte o que serán a su vez, asesinados... cuatro situaciones diferentes se vislumbran ¿Quién triunfará? Que los ángeles y los demonios apuestan por su favorito en este morboso enfrentamiento. Dios o el diablo, los bendigan.

Salomé dirige la avanzada, para su fortuna ningún líder está en el Vaticano. Thorna en una búsqueda de datos con Lorenzo y Juliet que los ha llevado a la bella ciudad de Venecia. Yrina en compañía de Adso, tras un objeto que podría ayudarles a vislumbrar mejor su mundo. Los Valborg en una cacería. Los Segundos al Mando están peor. Haydée persiguiendo a un sobrenatural. Minerva acompañando al Sumo Pontífice en una visita a Pisa y Silver persiguiendo a un vampiro a Francia. Quienes busquen a sus favoritos se encontrarán con un palmo de narices y sobre todo los Aghartianos agradecerán que tienen a ¿Dios? bendiciéndoles. Las figuras se deslizan por los pasillos guiados por una Hiperbóreana que conoce perfecto el lugar, pero pronto ve que al momento de que la alarma ha sido dada no es fácil avanzar.

- Yo les ayudaré, conseguí que unos amigos me pagaran unos favores que me debían, pero sólo serán minutos, luego de ello estarán solos - el mismo fantasma que se presentara ante Salomé ahora mismo les ofrecía ayuda. Y fuera del Vaticano, aparecen diecisiete figuras encapuchadas que avanzan sin temer cumpliendo la petición de aquél descendiente de Agharta. Su última ayuda a la ciudad que les dio mucho. Su oportunidad de retribuir. La alarma se enciende y los arqueros se preparan. Una legión tal cual Zainhé observa venir desde la biblioteca y a pesar de la lluvia que empaña los cristales. La primera oleada de flechas avanza con la orden de uno de los Inquisidores y cae sobre el grupo que resulta ser más ágil puesto que se separan con la finalidad de entrar por cualquiera de los recovecos de la edificación. ¿Suicidas? Sin duda alguna. Una estrategia que pocos pueden ver a la luz del día, pero que en la Inquisición es perfecta. La lucha comienza y aunque algunos Inquisidores caen, ninguno de los enemigos lo hace. ¿Acaso son invencibles?

Mientras, los Aghartianos informan a la Hiperboréana lo que necesitan, una figura los observa con intensidad desde un escondite. Escuchó los ruidos provenientes de la cocina y desde un lugar seguro fue a investigar. Al verlos se quedó sorprendido y durante unos minutos pensó en qué hacer, al final corre hacia donde Oksana, pero no cuenta con los oídos finos de los sobrenaturales. Sí, alguien les ha encontrado y ahora mismo ha salido espoleado para dar la alarma, pronto ese lugar se llenará de inquisidores. ¿Separarse y rogar porque al menos uno de ellos encuentre al Hiperboréano? ¿Era un buen precio que pagaran dos Hiperboréanos por rescatar a uno? Con uno solo que fuera apresado y torturado, Agharta estaría en problemas. ¿Valía la pena?

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Flanqueando al enemigo (In Gladius Dei) {Privado} Empty Re: Flanqueando al enemigo (In Gladius Dei) {Privado}

Mensaje por Eerin Schiffer Mar Jul 31, 2012 9:46 am

No eran demonios como los inquisitores pensaban, no eran bestias que el mismo satanas había creado, no eran malignos, eran seres superiores a los humanos que buscaban mantenerse lejos del alcance de todo peligro. El buscar un lugar para mantenerse seguro era lo mismo que hacían los devotos con las iglesias, de alguna forma ahgarta formaba una casa, un lugar para proteger a tantos desafortunados. Nadie podría entenderlo mejor que Eerin, un licántropo que odiaba su raza. Muchos años de vivencia le habían enseñado a odiar lo que era y nunca dejar de pensar que ellos (se inlcluia) eran una especie que merecía ser exterminada, pero el maldito cobarde nunca espero ser entregado a algún cazador, siempre seguía viviendo entre los humanos, ocultándose cuando su mas vil trasformación aparecía.

Defendería a su ciudad como fuera, aquella que le había enseñado a ser tolerante y a ver la vida con otra perspectivita, la correcta, si, estaba de acuerdo con todo lo que Agharta dijera, sentía que era lo apropiado, su corazón y su mente estaban ciegamente de acuerdo en que aquello era lo que debía ser. La iglesia apenas era una mafia llena de traiciones y locura. Se creían puros y perfectos, la máxima expresión de la persona singular que debe estar siempre en comunión con dios, pero la realidad era otra.

Había podido llegar tranquilamente a dentro, fue más fácil de lo que había pensado, la mujer extraña llamada Salome se podía ver que estaba muy familiarizada con todo aquello, veía su entorno como algo común, normal y cotidiano. Escucho atentamente lo que decía, con los brazos cruzados pero con sus sentidos alertas asintió levemente –debemos saber cómo encontrar al Hiperbóreano Brujo… esta en este lugar- explico con tranquilidad. El ruido de una suave respiración lo alerto. Todos en ese lugar habían sentido aquello, era suave, pero su corazón y su respiración comenzaban a acelerarse, el licántropo se giro hacia donde había estado aquel humano, estuvo a punto de salir a buscarlo antes de que encontrara a algún inquisidor mayor que él. Pero no era el momento, chasqueo su lengua mirando hacia los lados –debemos movernos… nos han descubierto…- dijo notando que ellos también lo habían sentido.

Comenzaron a correr entre los pasillos guiados por salome en aquel gran laberinto. Los pasos comenzaban a sentirse más cerca, se encontraban ya en el ala norte, por suerte su rapidez era superior, encontraron unas escaleras en donde salome comenzó a caminar hasta llegar al cuarto escalón. Eerin se detuvo mirando a Antonio –No debemos hacer escándalo…- sugirió notando que salome ya no estaba con ellos. ¿Dónde se había metido? Noto la puerta secreta abierta y su sombra entrando, con una seña le indico a Antonio que le siguiera, cerrando las puertas. Ahora estaban en un lugar pequeño, algunos olores le advirtieron que cerca había una mujer, miro a salome que parecía entretenida con el olor, siguió su mirada notando una puerta secreta abierta nuevamente. ¿Acaso era tipa se sabía una mas todas? Sonrió levemente, parecía que habían encontrado un acceso para poder llegar a su objetivo… pero ahora su tercer integrante no parecía interesado en saber lo que podría llegar a pasar con el brujo.


Última edición por Eerin Schiffer el Mar Jul 31, 2012 5:01 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Salomé Ameris Mar Jul 31, 2012 11:17 am

Podría jurar que comenzaba a ver el pasado, los tiempos de antaño cuando el antiguo papa aun vivía y ella era lo que denominarían las primeras condenadas. Todo estaba en su cabeza, en algún sitio de esta estaban los recuerdos de su amada hermana, la única que podría decirse que podría haber sido su debilidad por muchos años, pero ya no estaba, todo sentimiento débil y barato había desaparecido, en ocasiones parecía peor que un vampiro de hubiera vivido más de 5.000 mil años y eso que apenas tenía 60 años. Se había perdido levemente entre sus recuerdos mientras escuchaba atentamente lo que Eerin le decía. Debían buscar al brujo, eso estaba bien, pero ya alguien los había descubierto…-tks…- chaqueo la lengua mientras miraba por los lugares que debían ir –Síganme…- dijo sonriendo mientras salía hacia afuera entre unos pasillos.

El espíritu que los acompañaba le dio una muy buena idea. Su olfato le decía que había personas interesantes que debían ser visitadas, pero alguien en especial uno que reconocía muy bien. -mándame a dos de tus amigos… si son cambiaformas seria genial- le dijo al ente antes de que se fuera. Pronto llegaron al ala norte, gracias a su gran velocidad, pero los inquisidores comenzaban a buscarlos, debían darse deprisa. Las escaleras estaban cerca, les miro deteniéndose, subió unos tres escalones mientras los hombres hablaban entre ellos, miro el cuarto escalen en donde había una cruz… sonrió descaradamente –Hola lindura- susurro para pisarla con placer. Pronto se abrió a los oídos sordos de todos lo que buscaban estaban, mientras buscándolos otros se encontraban. Sin pensarlo dos veces entro siendo seguida pronto por sus dos compañeros.

La puerta se había cerrado… ¿Por qué limitarse al buscar un simple ratón?... ella no iría. Miro a los hombres y sonrió –hay cosas más interesantes que buscar a un viejo… así que os explicare, este pasillo los llevara a la prisión de sobrenaturales, búsquenlo y sáquenlo… yo estaré esperándolos con refuerzos – concluyo. Ya había reconocido aquel olor, debía ser una de sus minoicas enviadas para ser lo que ella había dicho, ella debía tener algo más interesante. Salió del lugar dejándolos solos, para luego cerrar la puerta y dejarlos con la misión a ellos solitos.

Dos animales habían aparecido al frente de ella, salome sonrió pícaramente sintiéndose satisfecha. –Bueno compañeros… busquemos diversión- les dijo para comenzar a correr a donde el olor le indicaba, uno de ellos era un hurón, pequeño pero rápido y ágil, mientras el otro era un agila que planeaba entre los amplios pasillos, mientras que salome. Los pasos de los inquisidores se hacían más sonoros, le dio una señal al hurón para que fuera a distraerlos y los alejara del ala norte, este desapareció de la nada para hacer su trabajo… pero tal vez era tarde, se detuvo en una división, podría ir hacia adelante o cruzar a la derecha, ya estaba lejos de los hombres, eso quería decir que su presencia se podría confundir fácilmente con los espíritus que andaban en una dirección diferente, pero había alguien que parecía andar en busca de lo escondido o de lo que trataban de ellos salvar. Miro al águila que estaba posada en su hombro, le acaricio tranquilamente mientras una desquiciada sonrisa se aproximaba a sus labios… -Dile a Oxun que la encontrare dentro de un rato, jurare por unos minutos con la mujercita que quiere encontrarnos- susurro mirando al lado opuesto.

El agila fue a hacer su cometido, surcando con sus poderosas alas el lugar, dejando sola a Salome quien comenzaba a caminar tranquilamente a donde se encontraba el olor de la inquisidora. Encontró que el hurón ya había vuelto, desconcertando a los solados y enviándolos al otro extremo del lugar, Salome le acaricio la cabeza cuando este busco refugio en sus brazos…-ahh… ustedes… los amo- le dio un besito en su nariz mientras sonreía. –Ahora… ¿sabes lo que quiero?- le miro sonriendo… -atráela hacia mi- ordeno con una sonrisilla mientras lo dejaba saltar hábilmente mientras ella esperaba en ese lugar.
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Mensaje por Oksana Derevya Lun Ago 06, 2012 12:06 pm

Parecía que la tormenta no cedería…

El cuerpo de la inquisidora se tensó, empuñó sus manos con fuerza y las armas que sobre su espalda reposaban aguardaban para ser usadas, mientras tanto la voz de Nereza resonaba una y otra vez en su mente como advertencia, habíamos pactado como enfrentar las nuevas amenazas, sólo yo sabía que algo como esto pasaría tan pronto como en un abrir y cerrar de ojos. Pero no todo me daba la confianza que debía tener para hacer frente al ataque, una punzada en el estomago me advertía de tener el bastante cuidado. Ojos, nariz, boca, oídos, todos y cada unos se mantenían al asecho de lo que estaba por ocurrir, nada en lo absoluto pasaría desapercibido ante la ahora líder suplente.

Con dos señas de sus dedos ordenó silenciosamente a dos inquisidores dirigirse hasta ella, sus rostros parecían descolocados y pálidos pues nada de lo que estaba por suceder lo esperaban...-¡Maldita sea he dicho que nadie se mueva de su lugar! ¿A caso son imbéciles?, No tratamos con un enemigo común y corriente ¡Vuelvan a su lugar!- Exclamé casi entre dientes pues aunque estaba visiblemente molesta, no debía quebrarlos, no aún -¡Tú!, busca a Nereza, si algo quieren, buscaran la manera de no atacar de frente estoy segura, adviértele para que éste atenta -aunque posiblemente ya lo sabia- - ella se encargará de avisar a los demás – extrañamente confiaba en mi enemiga, nuestra platica unos días antes quizá había funcionado o simplemente cumplía la promesa hecha por mi persona– Si señorita Derevya, ¡En seguida!- el inquisidor salió dando zancadas grandes y veloces para encontrarse con su encomienda y cumplir la orden. Yo permanecí de pie alerta.

No existían dudas de su parte con respecto a sus compañeros, pero si con respecto a los que sus enemigos realizarían.

“No, esto no me gusta, ¿Quién podría quitar ese escudo mágico tan poderoso?, demonios si es así estaremos vulnerables, debo hacer algo no permitiré que saquen nada de aquí…Aunque los odie.” Enfoqué la mirada en los ventanales, las soluciones generalmente llegaban a mi cabeza cuando estaba totalmente acorralada, así era mi forma de afrontar los peligros frente hombres lobos, vampiros y cualquier sobrenatural que se me pusiera enfrente, pero en ese momento no estaba para ponerme al filo de la navaja, otras personas dependían de mis acciones y muchos de ellos peleaban por verdadera fe puesta en Dios y en el Papa ¿Qué debía hacer?...

Un relámpago cruzó el cielo iluminando los ventanales y el interior de la estructura, entonces una sombra sin forma alcanzó a llamar mi atención, se trataba de un pequeño animal, no se habia equivocado, sus suposiciones estaban en lo cierto, ellos buscarían la forma de entrar al edificio y Oksana estaba perfectamente familiarizada con los conductos secretos que existían en la Inquisición, aunque muchos de ellos prácticamente abandonados, jamás eran usados y muchos ya sellados eran imposibles de abrir por la fuerza humana…Aunque sí por la sobrenatural. Reaccioné casi de inmediato, elevé la barbilla para ampliar mi visión y de reojo observé como el hurón se perdía entre las sombras. Opté por dos cosas seguirlo y enfrentar lo que hubiera en ese camino o eliminar al hurón de un solo golpe cortando su cabeza, claro eso después de alcanzarlo lo que me costaría bastante tiempo y eso yo no lo tenía.

Avancé con cautela mirando hacia los rincones y seguí al animal hasta perder de vista las escaleras en dónde me encontraba, llevé mis manos hasta mi espalda tomando la espada doble y acomodé mi cinturón de dónde aguardaban varios cuchillos muy pequeños pero capaces de infringir el suficiente daño para debilitar a alguien, los prefería por sobre las espadas por supuesto, mi puntería era extraordinariamente letal, además de mi combate cuerpo a cuerpo, yo era una asesina y no dudaría en salvar mi vida o de quienes dependían de ella. Entonces nuevamente un estruendo azotó la tierra, un relámpago alumbró con sus luces y al final de pasillo se develó una silueta femenina. La sorpresa no embargó mi rostro por el contrario una sonrisa triunfadora se dibujó en mis labios, mi hipótesis se cumplia al pie de la letra, sea lo que fuese que estuviese dentro del edificio lo querían a toda costa y dependía de nosotros acceder o no, luchar o no, ¡Asesinar! O nos asesinarían.

-Tienes que ser muy loca o muy estúpida para entrar aquí sola…-expresé con sarcasmo al tiempo en que aquella sonrisa se ensanchó más adquiriendo una posición más alerta –Y yo estoy muy equivocada en creer que has venido sola…- culminé alzando la mirada buscando reconocerle.
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Mensaje por Antonio Velázquez Lun Ago 06, 2012 3:50 pm

No le agradaba la actitud de Salome, era creída, muy creída, tanto que hacía ver ridículo al peor de los vampiros. No le molesta seguir órdenes, de hecho, a veces lo prefería. Había combatido en tantas guerras que sabía de antemano que mientras se tenga un elemento que conozca el terreno, debe de seguirse. Pero esta mujer, parecía que tuviera el ego del tamaño de una ballena y era algo irritante.
Prefirió no hablarle y seguir con las indicaciones al pie de la letra, no tiene sentido enfrentarse a una aliada, en especial si sabía exactamente que caminos tomar.

Pero el hecho de seguir a la cambiaformas significaba poco contra la emoción que le invadía. Quería derrumbar el vaticano, bailar sobre los restos de cada inquisidor y , sobre todo, romper el cráneo del Papa, decir ,por fin, que su raza es libre de vivir con sus propias pesadillas. Esos malos sueños que los invadían cada que se transformaban en monstruos o acaso ¿Nunca dejan de serlo?

Al avanzar, seguía sintiendo todos los aromas de armas, sangre, magia y ropas santas. Hace algunos años había llegado a una iglesia, justo después de la visita del santo pontífice, en esos momentos la ira lo invadió por no poderle dar muerte, pero ahora el aroma, que aun recordaba, podría ser de utilidad.

Durante todo el camino, desde ser descubiertos hasta la desaparición de Salome, concentró su olfato en ese recuerdo de aroma lejano, a incienso y mirra, a telas de oro y arrogancia. No encontró nada, el Papa no estaba en el resiento y ahora lo sabía. ¿Sólo faltaría él?

-El Papa no está aquí

Dijo a Eerin, sin poder ocultar su rostro de molestia, quería acabar con el anciano, matarlo y encargarse de que el próximo también cayera en sus garras. Su furia desapareció cuando recordó que esto era una misión de rescate, no una masacre.

-Si el Papa está fuera de aquí, quiere decir que también varios de los suyos, no dejarían al anciano sólo. No encuentro su aroma, o al menos lo que recuerdo como su aroma. Podría estar equivocado, Eerin. Tal vez esto es una trampa desde el momento que tocamos este repugnante suelo “sagrado”

Las paredes, de un color blanco, comenzaron a moverse como si estuvieran a través del agua. De inmediato miró hacia su compañero, ambos sabían que era una ilusión ¿Estarían aun dentro del recinto?
Tomó su espada y trato de hacer cortes en el aire, hasta que a la mitad de la segunda estoqueada, su espada se quedo clavada en el aire. Abrió los ojos, sintiendo el peligro aproximándose y giró rápidamente alejándose del otro lobo, al voltear su rostro hacia la primera ubicación, aparecía una ventana en lugar de su compañero.

-¡Eerin! ¡Tú debes de estar más cerca del lugar! ¡Tal vez nunca estuvimos cerca, necesitamos encontrar a alguien que nos informe de la ubicación! ¡Tratare de dar la vuelta, seguir hacia el camino que nos dijo Salome, si puedes, márcalo y te veré ahí!

Habló en susurro a través de la pared sabiendo que su compañero de raza lo escucharía. Cerró los ojos mientras la uña de su dedo índice se alargaba, marcó la pared con ella y salió hacia el lado opuesto del lugar. Corrió hacia la ventana más cercana, rompiéndola con fuerza, la imagen del exterior lo detuvo un momento.

¿Qué diablos era eso? Un ejército de sombras guiados por una mujer se encontraban en la plaza. Su sentido del peligro dormía, al menos hacia esa dirección ¿Ella fue la que rompió la barrera? Por algo pudo sentir los aromas antes de entrar al edificio.

Miró hacia arriba, la inmensidad de los balcones y las ventanas serian una ventaja para escalar ¿Hacia dónde? Hacia la biblioteca, ahí debería de haber un mapa de la ubicación de cada lugar.
Cerró los ojos y busco ese olor a papel viejo, a las fundas, a la madera bien cuidada. Suspiro y de un salto comenzó a llegar de Balcón a Balcón. Pronto rompió el cristal de una ventana, ignorando si era el camino correcto, la ilusión podría seguir en pie.

Se detuvo al entrar, sus ojos se tornaron amarillo brillante, resplandeciendo con la poca luz y poso su mano sobre el mango de sus espada

Dio una media sonrisa, frente a él, los inquisidores vigilando el archivo.

“Y con esto comienza” pensó para sí mismo.

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Mensaje por Imara Z. Horváth Lun Ago 20, 2012 11:11 pm


Muerte. EL olor se escabullía por cada rincón del lugar, era como si una pequeña ola de pestilencia putrefacta cubriera la superficie de un mar lleno de calma. Un estallido entró hasta su cabeza, adormeciendo cada fibra de su cuerpo, haciéndole perder el sentido de la orientación, embaucándola con la sensación improvista de miedo, éxtasis y adrenalina; lo comprendió como si hubiese sido una fúnebre advertencia de su sistema nervioso, como si los impulsos de sus músculos estuviesen ordenando que hacer desde un principio. La bofetada en su rostro llegó después. El juego había iniciado y ella estaba en el lugar equivocado, en el momento erróneo. La cantata de la guerra resonó con cada cristal roto de las ventanas, la respiración y los gritos desenfrenados de la histeria pronto se hicieron presentes tras sus espaldas. Frases, miles de frases con contenido empírico, ajustándose a la terrible situación en la que se encontraban. Zainhé veía las cosas de una forma diferente, el lado positivo sería que, en dado caso de sobrevivir a aquel ataque, entonces Dios existía, pero si no…

El aire infiltrado acariciaba sus castaños cabellos, haciendo que las ondas bailaran por encima de su espalda. Y, mientras los guerrilleros tomaban el lugar como refugio propio, ella sólo podía pensar en una cosa. Su hijo. Sea como fuere tendría que salir de este infestado lugar, no importa si al final los asaltantes resultan victoriosos, ganar una guerra no lo era todo en la vida, menos cuando hay una razón más importante por la cual pelear. Ser un soldado no sólo es seguir órdenes estultas de un líder, también es atreverse a pensar la mejor opción de contrataque. Eso, más que ser un idealismo o una habilidad mental, era parte de lo que forja a la inquisidora. Hizo resoplar sus labios, desvió la mirada hasta la ventanilla, giró sobre sus talones y observó el interior de la biblioteca «Loreley, cuida a mi bebé». Pensó sonriendo autocomplaciente. Aquel sería un juego, una prueba de fe o quizá sólo una parte del entrenamiento. ¿Qué más da? A sus espaldas el estridente estallido de miles de fragmentos de cristal rompiéndose con gran lentitud –a causa del impacto, el asombro y la sorpresa- provocó en ella el abrirse paso hasta el pasillo para esperar a quien quiera que fuese aquel incauto. No era necesario sacar sus trucos baratos todavía. Así, en apariencia Zainhé no era nada más que una simple mujer parada ahí, en medio de la nada aguardando la muerte.

Mientras los segundos pasaban, ya había pensado algunos disparates. Cosas que decir como «Bienvenidos a su cripta, tenemos grandes espacios y múltiples oraciones para enviarlos directo al infierno» pero después se rindió. Creyó que hacer una conversación con el enemigo resultaba una total pérdida de tiempo. Además, ¿A quién le importaba amenazar mientras el cuerpo se esmera en defenderse, atacar y esquivar los golpes del némesis? Existen demasiadas cosas llenas de ironía en esta vida, pero esa no sería una de las que formaran parte en el historial de Zainhé, al menos por ahora. El sujeto cayó frente a ella, de pie, con su gran porte de predador. No asustaba. Sin embargo, el subestimar a los demás es algo que tampoco se le da. Arqueó una ceja y con un pedazo de cinta, amarró su cabello para que no le estorbase. Aquel que haya dicho que pelear con la melena suelta para que esta pudiese ejecutar un vals con el viento en medio de la batalla, era fácil, no tenía ni la jodida idea del combate cuerpo a cuerpo. Sus ojos analizaron cada detalle de ese sujeto, desde su imponente mirada hasta el estilo salvaje de sus movimientos. No fue difícil reconocer su raza, había tratado con ellos en más de una ocasión así que uno, no sería la diferencia o ¿Sí? Lo saludó con ambas cejas arqueadas, una sonrisa sardónica y el jugueteo de sus pies impacientes. Llevó sus manos hasta su espalda baja donde dormían sus espadas gemelas atadas al cinturón y por debajo del abrigo que llevaba. No las sacó. -¿Quieres bailar, niño bonito?- Preguntó con tono de burla. Clavó su mirada en él y avanzó dos zancadas hasta él. A esa distancia, supo que aquel estúpido abrigo sólo resultaba ser un estorbo. Así que levantó la mano frente a ella indicando que le esperase un momento. «¡Que caballeroso!» Se deshizo del portentoso pedazo de tela y se colocó en posición. Estiró la palma y la flexionó varias veces incitando a su extraño agresor a la pelea.

Afuera, los gritos se encontraban cada vez más cerca, la tensión convertía a todos en sus presas. No importa lo autosuficiente que fuesen o el poder para controlar las emociones por muy estoica que resulte ser la gárgola, siempre se sacude ante el temblor de la tierra.
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Mensaje por Nereza Miér Ago 22, 2012 1:02 pm

Ya había sido suficiente con detectar la presencia de un licántropo, pero nunca pensó que se atreverían a un ataque

Se cuestionó para sí misma mientras sentía como el aroma a húmedo se acercaba más y mas, pronto la lluvia iba a caer y la sangre se arrastraría como ríos a través de la gran plaza.
Volteo su mirada hacia sus compañeros, que asombrados la miraban con algo de terror.

-Vayan con los jefes de guardia de cada ala, deben de estar enterados que un grupo se infiltró y otro atacara de frente. Necesito que un ejército completo se ponga en las puertas, los que vienen aquí no son humanos y seguramente tampoco el que los dirige.

Los dos hombres la miraban, seguramente porque no podían seguir la orden de una simple soldado, justa como ellos. No tenían idea de las habilidades de Nereza, y ella no tenia que expresárselas, no aun.

-¿Quieren que se los de alguien con mayor rango? ¡No hay nadie con mayor rango ahora!

Los sujetos corrieron dándole la espalda a la vampiresa. Ella continúo mirando al frente. Seguramente pensando en cómo enfrentar a todo un ejército ella sola. No está suficientemente loca como para enfrentarse a ellos. No tenía idea que buscaban, por su estatus, técnicamente bajo, el vaticano siempre le a ocultado secretos, ella siempre lo ha sabido y cuando habló con Oksana, se dio cuenta que esos secretos seguirían ahí, a menos que se enfrentara a todas las tinieblas que se aproximaran, tal vez así el Papa por fin la consideraría una guerrera santa.

Acercó su mano a sus caderas y suavemente desfundo su espada, miró hacia atrás, la enorme campana más cercana al balcón del Papa relucía ante los relámpagos que se habían intensificado.
Corrió hacia la pared y rápidamente sus fuertes piernas le dieron el soporte para sostenerse de ella, lo suficiente para arrojar su arma hacia el enorme blanco, el sonido ensordecedor de la campana hizo que la plaza y el edificio entero escucharan. Funcionando como una alarma, los gritos y desesperación se dejaron escuchar, otras alarmas sonaron rápidamente. En algún lado del edificio Oksana a de estar maldiciendo a la vampira, seguramente quería una alarma más discreta.

Su espada regresó al suelo y la tomó con fuerza, miró de nuevo al frente, hacia esa legión envuelta en oscuridad, a una distancia suficiente para no ser detectados por humanos, pero si por ella, o tal vez está equivocada y ya los han visto ¿Entonces que esperaban para matar?

Su ojos se quedan paralizados, cuando detecta ese único olor que la hecho maldecir, de una de las ventanas, una figura se movía en la oscuridad, escalando de balcón en balcón hacia la biblioteca. Entró por la ventana sin importarle el ruido que causó, seguramente los gritos en el interior ¿Oksana estará ahí dentro?

Un par de soldados corrieron hacia ella. Informándole de la segura infiltración de los aghartianos y de un posible ataque, ella sólo apuntó hacia el centro de la plaza. Seguida de las miradas decisivas de los nuevos hombres que salían de las puertas, para enfrentar la invasión. ¿Serian suficientes para repeler una invasión de frente?

-¡No sé si me estas escuchando, la verdad no me importa. Prometí defender este terreno hasta el fin de los tiempos!

Gritó con la esperanza de ser escuchada por la legión, que seguía sin avanzar, oculta a plena vista de todos. No podía dejar de pensar en la figura de la biblioteca, si no protegía a Oksana, faltaría a su promesa. Detesta a esa mujer, pero la debe de considerar su hermana, protegerla hasta que el cielo caiga y luego, entonces, matarla ella misma.

Sus dudas no la dejarían pelear en paz, sabía que alguien había entrado en el edificio, pero no podía abandonar su puesto, no podría. Le entregaron un fusil y varios cuchillos, que acomodó en su cinturón. Se quedó de pie, esperando respuesta del ejército. Si no habría lugar para ella ahí, debería de estar buscando al intruso que si logro pasar la trampa.

-Hay un licántropo que se dirige al subterráneo del edificio.

Dijo con la esperanza de que alguien la escuchara, aunque sólo ella podría encontrarle.


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Mensaje por Bernard Liusse Sáb Sep 01, 2012 10:07 am

Cuando recibió la nota del Santo Padre en Villa Staggia, en su casa de la Toscana, no se sorprendió. Hacia tiempo que estaba en tratativas para dar sus servicios a su Excelentísima y en verdad la esperaba. Hacía una temporada que no entraba a una contienda de verdad. Lo único que le sorprendió fue que el llamado no estuviera firmado por su Santidad sino por una mujer. Creía recordar haber escuchado ese nombre en algún lugar, pero sus pensamientos eran caprichosos y en cuestión de hembras por ahora solo un nombre resonaba en su mente. Arto de no hacer nada, más que cuidar sus negocios y fortuna; de salir esporádicamente con damas o cortesana y que en definitiva no lograba olvidar aquellos brazos que le habían dado un hogar para volver, decidió emprender su viaje lo antes posible.
En pocos minutos ya había metido en su morral unas cuantas cosas y ordenando que su equipaje llegara al Vaticano lo antes posible. Tomo el camino a Roma, no pensaba en llegar velozmente porque él no era siervo de nadie y por momentos pensaba que tampoco del Papa – ¿Donde estuvo el Pontífice cuando lo necesitó mi familia? – Pensó – ¿donde estaba yo cuando me necesitaron? – le respondió la voz de su conciencia. Ese era su mayor sufrimiento, que cuando sus hermanos y madre lo necesitaron él no hubiera aparecido. Encolerizado con su propia persona, espoleó sin piedad a su montura y acortó la distancia que lo separaba de la presencia del Santo Padre.


Al llegar lo condujeron por el amplio edificio entre escaleras de mármol, pasillos como laberintos hasta llegar a un sector que por su opulencia en riqueza y decorado se notaba que no era para la soldadesca. El sirviente que le abrió la puerta, le indicó donde se encontraba el dormitorio y las demás dependencias. Todo el lugar estaba cubierto del mejor damasquino, con lámparas de cristal de roca y molduras doradas a la hoja de oro en paredes y techo. Miró todo aquello con el casi desprecio de alguien que ha tenido todo lo material que se le puede antojar. Volvió a sacar del bolsillo de su sobretodo la misiva recibida - Así que el Santo Padre no se encuentra en casa – se dijo mientras le daba un mordisco a un manzana que estaba en una fuente sobre una mesa. – Cuando esto se pondrá divertido – resoplo hastiado – odio no hacer nada – pensó.


Se acercó hacia uno de los ventanales y pudo observar como el cielo casi de un segundo a otro se encapotaba, los truenos comenzaron a ser cada vez mas importantes y los rayos quebraban el cielo plomizo como si fuera un vidrio. Los soldados que caminaban agitados por las almenas del edificio contiguo le dieron la seguridad que había llegado en el momento preciso. No estaba cansado, ya que muchas veces había tenido que luchar por horas y hasta días apenas llegar a un lugar. Enseguida se dio cuenta que se enfrentaría a esos enemigos tan conocidos y “queridos”. Soltó una carcajada cristalina que inundo todo el recinto - es hora de cortar cabezas, ojalá pueda encontrarme con algún maldito chupasangre – Se encaminó al lugar donde había puesto sus armas preferidas. Su espada, sus dagas, unas cuantas estacas y otros instrumentos propios de su condición – Es hora – se dijo. En ese momento sintió unas campanadas como si se tratasen de una alarma o llamado a reunión. Dio media vuelta y se encaminó a la puerta. Al sumergirse en el pasillo, notó demasiada calma, todo estaba desierto y en penumbras – Los malditos ya están aquí – masculló.


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Bernard Liusse
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