AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Durmiendo con el enemigo (Privado)
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Durmiendo con el enemigo (Privado)
Desde mi encuentro con Assur habían pasado ya unas semanas, mi prometida parecía haberse perdido en su propio mundo, nos encontrábamos por los pasillos como fantasmas y empezaba a pensar que nuestra boda se tambaleaba.
Una parte de mi parecía dispuesta a darle la razón a Assur, mejor dejarse llevar por mujeres de una noche, no sentir, eso te permite no experimentar dolor.
Claro que por otro lado me mantenía firme en la idea de que no sentir era lo mas parecido a estar muerto y eso era algo para lo que no estaba dispuesto a mantenerme en pie.
Había logrado tras pasar encerrado una eternidad establecer nuevos contactos, es lo que tiene nuestro apellido, que siempre tienes a tu alrededor mosquitos rondando.
La utilidad de estos seres había logrado que llegara a mis oídos casi de forma instantánea que la cortesana de mi hermano había sido reclamada por el consejo.
Dudaba de que las intenciones de esos inmortales para con ella fuera simplemente conocerla, no eran de los que movían un dedo si no lograban obtener algo de dicho encuentro y pocos inmortales tenían el placer de encontrarse de frente con ellos.
Mandé una de mis esclavas de sangre a investigar al menos la entrada y salida de la joven Sun, sabia que no podría entrar dentro del ático donde se reunían, esa zona estaría mas que vigilada por la colección de soldados que cubrían sus espaldas o mejor dicho sus pechos de las estacas.
La doncella volvió a mi casa para susurrarme en el oído la verdad, que Sun había aceptado tener ese encuentro.
No dudé en acercarme al hotel donde mi hermano residía en París, una copa en el restaurante de la recepción y tras una banal conversación sobre como iban los preparativos de la boda y temas varios, atajé el real motivo de mi visita fraternal.
Sun había acudido ha hablar con el consejo, mis palabras caían sobre Assur como una jarra de agua bendita, pues al parecer desconocía que había sido llamada para tener una cita con ellos.
Trató de disimular, mas podía leer en su mirada como cuando eramos niños, la rabia recorrer cada poro de su piel.
Apuramos entre los dos una botella de whisky, la tensión había sido dispuesta en aquella mesa y conociendo a Assur y sus estallidos no tardaría en preguntar a la inmortal por aquello que acababa de averiguar.
No tenia intención de joderle la partida de ajedrez que se traía con esa mujer, pero tampoco quería que esa mujer acabara traicionándolo y por eso cayera su reinado a fin de cuentas ya aunque él no me hubiera ayudado, eramos hermanos.
Una parte de mi parecía dispuesta a darle la razón a Assur, mejor dejarse llevar por mujeres de una noche, no sentir, eso te permite no experimentar dolor.
Claro que por otro lado me mantenía firme en la idea de que no sentir era lo mas parecido a estar muerto y eso era algo para lo que no estaba dispuesto a mantenerme en pie.
Había logrado tras pasar encerrado una eternidad establecer nuevos contactos, es lo que tiene nuestro apellido, que siempre tienes a tu alrededor mosquitos rondando.
La utilidad de estos seres había logrado que llegara a mis oídos casi de forma instantánea que la cortesana de mi hermano había sido reclamada por el consejo.
Dudaba de que las intenciones de esos inmortales para con ella fuera simplemente conocerla, no eran de los que movían un dedo si no lograban obtener algo de dicho encuentro y pocos inmortales tenían el placer de encontrarse de frente con ellos.
Mandé una de mis esclavas de sangre a investigar al menos la entrada y salida de la joven Sun, sabia que no podría entrar dentro del ático donde se reunían, esa zona estaría mas que vigilada por la colección de soldados que cubrían sus espaldas o mejor dicho sus pechos de las estacas.
La doncella volvió a mi casa para susurrarme en el oído la verdad, que Sun había aceptado tener ese encuentro.
No dudé en acercarme al hotel donde mi hermano residía en París, una copa en el restaurante de la recepción y tras una banal conversación sobre como iban los preparativos de la boda y temas varios, atajé el real motivo de mi visita fraternal.
Sun había acudido ha hablar con el consejo, mis palabras caían sobre Assur como una jarra de agua bendita, pues al parecer desconocía que había sido llamada para tener una cita con ellos.
Trató de disimular, mas podía leer en su mirada como cuando eramos niños, la rabia recorrer cada poro de su piel.
Apuramos entre los dos una botella de whisky, la tensión había sido dispuesta en aquella mesa y conociendo a Assur y sus estallidos no tardaría en preguntar a la inmortal por aquello que acababa de averiguar.
No tenia intención de joderle la partida de ajedrez que se traía con esa mujer, pero tampoco quería que esa mujer acabara traicionándolo y por eso cayera su reinado a fin de cuentas ya aunque él no me hubiera ayudado, eramos hermanos.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Habían pasado ya varios días desde que había sido capturada por un hechicero cuyo único propósito había sido obtener mí sangre, más que mí sangre, obtener con ella la sangre de Assur. ¿Para qué extraños y locos experimentos? No quería ni pensarlo, la fábrica había sido destruida aunque sabíamos que no sería la única que hubiera que llevara a cabo tales experimentos, habrían muchas más de las cuales ni siquiera estuviéramos enterados. Tras esa noche y de lograr salir con vida había tenido la… ¿negociación? Bueno, él lo llamaba de esa forma aunque no sabía si debía de darle ese término o no, para mí había sido una conversación donde habíamos dejado unas bases sentadas de una ¿relación? Era extraño llamarlo de esa forma, pero de alguna forma es lo que era. Más que un negocio, o un contrato… salvo que para él todo era más fácil si lo llevábamos por esos términos. No había sido fácil y los dos tuvimos que ceder porque en el fondo éramos tan parecidos que hasta pedíamos y exigíamos las mismas cosas.
Había sido muy extraño y raro despertar por la noche abrazada a él, a veces no dormía sola y sabía que él nunca dormía solo, pero despertar y ver que aún seguía en esa cama de la habitación del hotel con él pegado a mí espalda, había sido desconcertante. No estaba acostumbrada y para ser sinceros nunca llegué a pensar que aquello pudiera pasar. No me acostumbraba, aún me costaba incluso cuando ya llevábamos unos días durmiendo juntos, y en los cuales por el momento los dos habíamos cumplido con lo que habíamos acordado. Lamí mí labio inferior limpiando la sangre que quedaba en ellos alejándome del callejón, sumergiéndome entre el gentío parisino dejando atrás un cadáver que pronto descubrirían. La noche volvía a caer sobre la ciudad y terminaba de alimentarme de un pobre humano que creyó ser lo que no era, y ahora yacía muerto. Sabía que él tenía esclavas de sangre, que incluso podría alimentarme de ellas pero a veces me gustaban los viejos hábitos y el tener que cazar a mí presa, aunque en el pasado hubiéramos disfrutado de compartir presa.
Mis dedos acariciaban ahora un mechón de mí pelo mientras de forma lenta y casi inocente andaba de vuelta al hotel, a pesar de que tenía un lugar donde quedarme parecía que ese se había quedado como lugar en el que quedarnos el tiempo que él permaneciera en París. No iba prestando demasiada atención cuando delante de mí apareció un vampiro, con largo abrigo negro y sus ojos fijos en los míos. No me dijo demasiado, apenas habló realmente y me entregó un sobre donde dentro venía una carta, que cuando cogí de sus manos al distinguir qué símbolo había en el sello de cera el vampiro desapareció igual que había aparecido. Abrí la carta curiosa donde escuetamente leí una “invitación” al consejo, más bien, me citaban para que acudiera en su presencia.
Como vampira había oído hablar del consejo pero nunca me había interesado en ellos y tampoco pensé que pudiera hacer algo para llamar su atención. Enarqué una ceja, ¿qué podría querer el consejo de mí? No hallaba una respuesta a esa pregunta, aunque la citación era para el día siguiente con una escueta dirección a la que debía de acudir, sola. Algo me decía que no iba a ser una simple coincidencia que me llamaran ante su presencia justo ahora, así que aunque bien podría haberle dicho a Assur la extraña petición de convocarme ante ellos… no lo hice. Tenía la ligera sospecha que él algo tendría que ver en ello, yo era una vampiro más que vagaba por el mundo que no llamaba la atención de lo que éramos allá por donde iba, por lo que era la única explicación que le veía sentido.
Al día siguiente tal y como habían pedido en la carta acudí a la hora citada y sola, una calle antes de llegar al lugar detrás de mí dos vampiros aparecieron a lo que los miré enarcando una ceja. Seguridad seguramente, no hacia mí, sino a los vampiros que habían ahí dentro y que querían comprobar si de verdad iba sola. Bufé por ello y me encaminé hacia el lugar donde otro vampiro paró mí avance en la puerta comprobando que no llevaba ningún arma escondida, a lo que le gruñí mientras lo hacía nada contenta con ello, pero me dejaron pasar hasta aquel ático donde al parecer residía el consejo. Me dejaron justo ante unas puertas cerradas, que abrieron haciéndome una seña con la cabeza para que entrara donde una sala enorme y circular se extendía ante mí vista.
Seis tronos dispuestos en un semicírculo ocupados todos a excepción de uno estaba vacío, cinco pares de ojos que me observaban acercarme mientras mí mirada pasaba curiosa de uno a otro, trono por trono. No sabía bien quienes eran cada uno pero sabía la relevancia del consejo así que estaba en presencia de vampiros viejos, y aunque debería de temer por lo que pudiera pasar, la curiosidad era lo que más dominaba. Mezcla con incertidumbre por ver cómo se iba a desarrollar el encuentro, pues no sabía qué esperar de él. Me quedé en el centro de la sala observándolos, parecía que ninguno iba a empezar a hablar y aguardé hasta que finalmente, la vampira con el pelo rojo habló la primera.
-Sunshine Denveraux, has sido convocada ante la presencia del consejo, entendemos pues que sabes de la relevancia de este -enarqué una ceja por ello- apreciamos que hayas decidido acudir a nuestra petición -podría sonar que lo decía de verdad, pero sabía que en el fondo era todo mentira y una fachada solamente para dar cierta reputación, como si realmente les importara que hubiera decidido acudir. ¿Acaso tenía otra opción? No, no la tenía y eso lo sabían de sobra. Me dieron ganas de contestarle, pero realmente sabía que no sería bueno para mí así que me mordí la lengua, quise responderle con un comentario mordaz igual que sus habían sido sus palabras aunque estuvieran maquilladas, pero eso sería ponerme en una mala situación y no era lo que quería.
-Me sorprendió recibir una… invitación -comenté intentando que la ironía no surcara mí voz- por parte del consejo, para una vampira como yo, cuya existencia ha pasado desapercibida durante todos estos siglos.
-Ninguna existencia pasa desapercibida, señorita Denveraux. No al menos para nosotros -habló uno de los hombres y no supe si lo decía para burlarse, o porque de verdad podrían tener alguna cuenta sobre ciertos vampiros aunque… ¿de todos? Imposible.
-¿Y puedo preguntar, qué es lo que el consejo necesita o requiere de mí? -Porque sino, ¿para qué me habían llamado? ¿Para decirme que ninguna existencia vampírica se les pasaba por alto? No, pero seguramente no querrían ir tan directos nada más me presentara ante ellos. Se miraron unos a otros hasta que finalmente, el hombre que ocupaba el tercer asiento cuyo aspecto recordaba a una Roma clásica habló.
-Hemos sido conscientes de la relación que estos últimos días mantienes con uno de los Black -lo miré de forma fija, intuyendo que podían haber ido por ahí el motivo de que me llamaran.
-No entiendo qué importancia puede tener eso para el consejo -y tampoco entendía qué querría el consejo de Assur, ya que él no me había dicho nada al respecto sobre ellos, o que siquiera los conociera pero era algo que intuía dado su larga existencia.
-Nosotros decidiremos qué es lo tiene importancia o no, señorita Denveraux -esta vez la que habló fue la otra mujer, de piel morena, quien me sonreía de forma ladina- queremos negociar contigo, podemos darte aquello que pidas a cambio de aceptar nuestra oferta.
-¿Qué es lo que queréis negociar? -Su risa llenó la estancia durante unos breves segundos, como si fuera algo obvio… y lo era.
-¿No es acaso obvio? Queremos que nos entregues a Assur -sus palabras no podían ser más claras y firmes- Os hemos estado observando y sabemos que, extrañamente, mantienes una… relación con él -fruncí el ceño por ello, observándola- Si alguien es capaz de entregarnos a Assur esa eres tú, sin duda alguna. La debilidad de cualquier hombre es una mujer, siempre es una mujer, aquella a la que considera suya y tú, Sunshine, ahora eres la que tiene el poder sobre él -era más que claro lo que querían. Me estaban utilizando para poder llegar hasta Assur y que se lo entregara. Pensaban que era su eslabón débil en una cadena y una muralla que había erigido durante milenios y ahora querían beneficiarse de ello, para derribarla y tenerlo en su poder.
Hacía más de media hora que había salido de aquel ático donde había tenido la reunión con el consejo, había sido toda una sorpresa el que me llamaran ante ellos y al salir del lugar había mirado hacia atrás una vez en la calle, teniendo la sensación de que sus vistas desde aquel ático protegido seguían en mi incluso después de haber abandonado la sala. Lancé un suspiro y me encaminé de vuelta al hotel donde me encontraría a Assur, aún quedaba bastante para la salida del sol pero ya me había alimentado y había conseguido lo que quería tras el encuentro con el consejo, no tenía mucho más que hacer. Nada más llegar al hotel y pasar por la recepción me encaminé hacia el bar que tenía notando no solo una presencia que era más que conocida, sino otra que también lo era aunque hubiera estado menos en su presencia. En una mesa sentados uno enfrente del otro se encontraban ambos hermanos con sendos vasos de whisky en la mano, al parecer su bebida favorita por lo que había podido comprobar. Me acerqué hacia ellos con elegancia y sin prestar atención a las miradas de los hombres del local, me paré tras Assur que era el que me daba la espalda y deslicé mis manos por su pecho, inclinándome para llegar a su oreja y dejar un mordisco como saludo tras un “hola”. Mis ojos subieron a su hermano al que sonreí antes de tomar asiento entre ambos. .
-¿Nos vuelves a honrar con tú presencia, Joe? -Pregunté con una sonrisa divertida pidiendo otra copa para mí sin hacer mucho caso al camarero que había llegado- ¿Ultimando detalles de la boda, planeando la última noche que pasarás como soltero? -No sabía muy bien si había interrumpido aunque parecía divertido por mis preguntas, mí vista se fijó en Assur dándome cuenta de lo tenso que estaba, casi parecía furioso por algo que desconocía pero esa expresión decía más de lo que quizás él quisiera expresar- ¿Ocurre algo? -Pregunté pasando mí vista de uno a otro sin saber muy bien qué es lo que ocurría.
Había sido muy extraño y raro despertar por la noche abrazada a él, a veces no dormía sola y sabía que él nunca dormía solo, pero despertar y ver que aún seguía en esa cama de la habitación del hotel con él pegado a mí espalda, había sido desconcertante. No estaba acostumbrada y para ser sinceros nunca llegué a pensar que aquello pudiera pasar. No me acostumbraba, aún me costaba incluso cuando ya llevábamos unos días durmiendo juntos, y en los cuales por el momento los dos habíamos cumplido con lo que habíamos acordado. Lamí mí labio inferior limpiando la sangre que quedaba en ellos alejándome del callejón, sumergiéndome entre el gentío parisino dejando atrás un cadáver que pronto descubrirían. La noche volvía a caer sobre la ciudad y terminaba de alimentarme de un pobre humano que creyó ser lo que no era, y ahora yacía muerto. Sabía que él tenía esclavas de sangre, que incluso podría alimentarme de ellas pero a veces me gustaban los viejos hábitos y el tener que cazar a mí presa, aunque en el pasado hubiéramos disfrutado de compartir presa.
Mis dedos acariciaban ahora un mechón de mí pelo mientras de forma lenta y casi inocente andaba de vuelta al hotel, a pesar de que tenía un lugar donde quedarme parecía que ese se había quedado como lugar en el que quedarnos el tiempo que él permaneciera en París. No iba prestando demasiada atención cuando delante de mí apareció un vampiro, con largo abrigo negro y sus ojos fijos en los míos. No me dijo demasiado, apenas habló realmente y me entregó un sobre donde dentro venía una carta, que cuando cogí de sus manos al distinguir qué símbolo había en el sello de cera el vampiro desapareció igual que había aparecido. Abrí la carta curiosa donde escuetamente leí una “invitación” al consejo, más bien, me citaban para que acudiera en su presencia.
Como vampira había oído hablar del consejo pero nunca me había interesado en ellos y tampoco pensé que pudiera hacer algo para llamar su atención. Enarqué una ceja, ¿qué podría querer el consejo de mí? No hallaba una respuesta a esa pregunta, aunque la citación era para el día siguiente con una escueta dirección a la que debía de acudir, sola. Algo me decía que no iba a ser una simple coincidencia que me llamaran ante su presencia justo ahora, así que aunque bien podría haberle dicho a Assur la extraña petición de convocarme ante ellos… no lo hice. Tenía la ligera sospecha que él algo tendría que ver en ello, yo era una vampiro más que vagaba por el mundo que no llamaba la atención de lo que éramos allá por donde iba, por lo que era la única explicación que le veía sentido.
Al día siguiente tal y como habían pedido en la carta acudí a la hora citada y sola, una calle antes de llegar al lugar detrás de mí dos vampiros aparecieron a lo que los miré enarcando una ceja. Seguridad seguramente, no hacia mí, sino a los vampiros que habían ahí dentro y que querían comprobar si de verdad iba sola. Bufé por ello y me encaminé hacia el lugar donde otro vampiro paró mí avance en la puerta comprobando que no llevaba ningún arma escondida, a lo que le gruñí mientras lo hacía nada contenta con ello, pero me dejaron pasar hasta aquel ático donde al parecer residía el consejo. Me dejaron justo ante unas puertas cerradas, que abrieron haciéndome una seña con la cabeza para que entrara donde una sala enorme y circular se extendía ante mí vista.
Seis tronos dispuestos en un semicírculo ocupados todos a excepción de uno estaba vacío, cinco pares de ojos que me observaban acercarme mientras mí mirada pasaba curiosa de uno a otro, trono por trono. No sabía bien quienes eran cada uno pero sabía la relevancia del consejo así que estaba en presencia de vampiros viejos, y aunque debería de temer por lo que pudiera pasar, la curiosidad era lo que más dominaba. Mezcla con incertidumbre por ver cómo se iba a desarrollar el encuentro, pues no sabía qué esperar de él. Me quedé en el centro de la sala observándolos, parecía que ninguno iba a empezar a hablar y aguardé hasta que finalmente, la vampira con el pelo rojo habló la primera.
-Sunshine Denveraux, has sido convocada ante la presencia del consejo, entendemos pues que sabes de la relevancia de este -enarqué una ceja por ello- apreciamos que hayas decidido acudir a nuestra petición -podría sonar que lo decía de verdad, pero sabía que en el fondo era todo mentira y una fachada solamente para dar cierta reputación, como si realmente les importara que hubiera decidido acudir. ¿Acaso tenía otra opción? No, no la tenía y eso lo sabían de sobra. Me dieron ganas de contestarle, pero realmente sabía que no sería bueno para mí así que me mordí la lengua, quise responderle con un comentario mordaz igual que sus habían sido sus palabras aunque estuvieran maquilladas, pero eso sería ponerme en una mala situación y no era lo que quería.
-Me sorprendió recibir una… invitación -comenté intentando que la ironía no surcara mí voz- por parte del consejo, para una vampira como yo, cuya existencia ha pasado desapercibida durante todos estos siglos.
-Ninguna existencia pasa desapercibida, señorita Denveraux. No al menos para nosotros -habló uno de los hombres y no supe si lo decía para burlarse, o porque de verdad podrían tener alguna cuenta sobre ciertos vampiros aunque… ¿de todos? Imposible.
-¿Y puedo preguntar, qué es lo que el consejo necesita o requiere de mí? -Porque sino, ¿para qué me habían llamado? ¿Para decirme que ninguna existencia vampírica se les pasaba por alto? No, pero seguramente no querrían ir tan directos nada más me presentara ante ellos. Se miraron unos a otros hasta que finalmente, el hombre que ocupaba el tercer asiento cuyo aspecto recordaba a una Roma clásica habló.
-Hemos sido conscientes de la relación que estos últimos días mantienes con uno de los Black -lo miré de forma fija, intuyendo que podían haber ido por ahí el motivo de que me llamaran.
-No entiendo qué importancia puede tener eso para el consejo -y tampoco entendía qué querría el consejo de Assur, ya que él no me había dicho nada al respecto sobre ellos, o que siquiera los conociera pero era algo que intuía dado su larga existencia.
-Nosotros decidiremos qué es lo tiene importancia o no, señorita Denveraux -esta vez la que habló fue la otra mujer, de piel morena, quien me sonreía de forma ladina- queremos negociar contigo, podemos darte aquello que pidas a cambio de aceptar nuestra oferta.
-¿Qué es lo que queréis negociar? -Su risa llenó la estancia durante unos breves segundos, como si fuera algo obvio… y lo era.
-¿No es acaso obvio? Queremos que nos entregues a Assur -sus palabras no podían ser más claras y firmes- Os hemos estado observando y sabemos que, extrañamente, mantienes una… relación con él -fruncí el ceño por ello, observándola- Si alguien es capaz de entregarnos a Assur esa eres tú, sin duda alguna. La debilidad de cualquier hombre es una mujer, siempre es una mujer, aquella a la que considera suya y tú, Sunshine, ahora eres la que tiene el poder sobre él -era más que claro lo que querían. Me estaban utilizando para poder llegar hasta Assur y que se lo entregara. Pensaban que era su eslabón débil en una cadena y una muralla que había erigido durante milenios y ahora querían beneficiarse de ello, para derribarla y tenerlo en su poder.
Hacía más de media hora que había salido de aquel ático donde había tenido la reunión con el consejo, había sido toda una sorpresa el que me llamaran ante ellos y al salir del lugar había mirado hacia atrás una vez en la calle, teniendo la sensación de que sus vistas desde aquel ático protegido seguían en mi incluso después de haber abandonado la sala. Lancé un suspiro y me encaminé de vuelta al hotel donde me encontraría a Assur, aún quedaba bastante para la salida del sol pero ya me había alimentado y había conseguido lo que quería tras el encuentro con el consejo, no tenía mucho más que hacer. Nada más llegar al hotel y pasar por la recepción me encaminé hacia el bar que tenía notando no solo una presencia que era más que conocida, sino otra que también lo era aunque hubiera estado menos en su presencia. En una mesa sentados uno enfrente del otro se encontraban ambos hermanos con sendos vasos de whisky en la mano, al parecer su bebida favorita por lo que había podido comprobar. Me acerqué hacia ellos con elegancia y sin prestar atención a las miradas de los hombres del local, me paré tras Assur que era el que me daba la espalda y deslicé mis manos por su pecho, inclinándome para llegar a su oreja y dejar un mordisco como saludo tras un “hola”. Mis ojos subieron a su hermano al que sonreí antes de tomar asiento entre ambos. .
-¿Nos vuelves a honrar con tú presencia, Joe? -Pregunté con una sonrisa divertida pidiendo otra copa para mí sin hacer mucho caso al camarero que había llegado- ¿Ultimando detalles de la boda, planeando la última noche que pasarás como soltero? -No sabía muy bien si había interrumpido aunque parecía divertido por mis preguntas, mí vista se fijó en Assur dándome cuenta de lo tenso que estaba, casi parecía furioso por algo que desconocía pero esa expresión decía más de lo que quizás él quisiera expresar- ¿Ocurre algo? -Pregunté pasando mí vista de uno a otro sin saber muy bien qué es lo que ocurría.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 374
Fecha de inscripción : 18/10/2015
Localización : París
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Sun apareció como siempre, con su arrebatadora presencia cruzando el umbral del hotel. Como yo la suya, ella también percibió mi presencia y en vez de aventurar sus pasos escaleras arriba para encontrarnos, los dirigió hacia el restaurante donde mi hermano y yo nos encontrábamos degustando un buen whisky irlandés.
Sus manos en mis ojos, dulce caricia y un mordisco que me decía un “hola” que nada hacia presagiar que había estado reunida en comité con la asamblea.
Mi mirada furtiva se perdió en los ojos de Joe que parecía bastante divertido con aquella situación de traiciones y engaños para el que habíamos sido educados.
Joe no dijo ni media palabra que hiciera presagiar que había venido a informarme de las buenas nuevas, creo que intuyo que prefería llevar esto a mi manera.
Se despidió de mi preciosa compañera alegando que su mujer lo esperaba para continuar con los preparativos de esa boda que se me estaba haciendo eterna.
Algo me decía que las cosas no iban bien en ese respecto, mas era cierto que ese no era le tema que acontecía en este momento.
Me despedí de mi hermano y tiré de la cintura de mi preciosa vampiresa para sentarla en mi regazo.
-¿que tal la noche? -pregunté haciendo gala de mi buen humor particular mientras mis labios entreabiertos buscaban los ajenos tentándola a besarme, a enredarse conmigo en un beso eterno.
Habíamos pasado ya unas cuantas noches compartiendo lecho, era extraño, pues aunque si bien era cierto yo tendía a dormir enredado en otros cuerpos nada tenia que ver con la sensación de amar y ser correspondido.
Mis ojos se perdieron en sus pardos buscando una verdad que no llegaba, parecía que solo pensaba contarme una parte de la noche esa en la que la vitae había inundado su cuerpo al ir de caza, mas olvidaba la mas importante, esa donde el consejo le pedía que me traicionara.
Mi gesto se tenso por un instante, mas traté de disimularlo llevando el vaso a mis labios.
Sun era lista, no tardo en percibir mi desasosiego, mas si de mentiras andaba el juego, también yo era capaz de mover los peones para enturbiar la jugada y poner al rey a salvo.
-Ya sabes pequeña, negocios, nada que tenga que empañar la noche que nos espera, me muero por colarme entre tus piernas -susurré frente a su boca dejando que mi aliento bañado en alcohol chocara contra sus labios rojo carmín.
Mi nariz acarició la ajena, buscaba darle una oportunidad, una que esperaba llegará en cualquier momento en el que el alcohol se escurría por nuestros labios y nuestros ojos se prometían mas que una noche, mas que un beso. Habíamos firmado un contrato, uno escrito a fuego sobre nuestra piel y hoy ella lo estaba mancillando con la traición.
Quizás lo merecía pues durante mucho tiempo fui yo el que jugo de los dos, mas nunca imaginé que Sun llegaría a este punto, fingir amarme, meterse no solo en mi lecho si no en mi muerto corazón, lograr que bajara los escudos y ahora asestarme la mayor traición, venderme al consejo por un fin mayor.
Hubiera puesto el mundo a sus pies, castillos, joyas, todo lo que poseía lo hubiera compartido con ella, solo con la condición de que me fuera fiel, lealtad, esa palabra que en estos tiempos cuesta encontrar.
Mis dedos se perdieron en su yugular, acariciando aquella vena por donde la sangre pasaba excitada, juro que por un momento me sentí tentado a apretar mi mano tanto que se quedara sin aire, para después romperle el cuello y devorar hasta la ultima gota de su sangre ¿como demonios osaba engañarme?
Sus manos en mis ojos, dulce caricia y un mordisco que me decía un “hola” que nada hacia presagiar que había estado reunida en comité con la asamblea.
Mi mirada furtiva se perdió en los ojos de Joe que parecía bastante divertido con aquella situación de traiciones y engaños para el que habíamos sido educados.
Joe no dijo ni media palabra que hiciera presagiar que había venido a informarme de las buenas nuevas, creo que intuyo que prefería llevar esto a mi manera.
Se despidió de mi preciosa compañera alegando que su mujer lo esperaba para continuar con los preparativos de esa boda que se me estaba haciendo eterna.
Algo me decía que las cosas no iban bien en ese respecto, mas era cierto que ese no era le tema que acontecía en este momento.
Me despedí de mi hermano y tiré de la cintura de mi preciosa vampiresa para sentarla en mi regazo.
-¿que tal la noche? -pregunté haciendo gala de mi buen humor particular mientras mis labios entreabiertos buscaban los ajenos tentándola a besarme, a enredarse conmigo en un beso eterno.
Habíamos pasado ya unas cuantas noches compartiendo lecho, era extraño, pues aunque si bien era cierto yo tendía a dormir enredado en otros cuerpos nada tenia que ver con la sensación de amar y ser correspondido.
Mis ojos se perdieron en sus pardos buscando una verdad que no llegaba, parecía que solo pensaba contarme una parte de la noche esa en la que la vitae había inundado su cuerpo al ir de caza, mas olvidaba la mas importante, esa donde el consejo le pedía que me traicionara.
Mi gesto se tenso por un instante, mas traté de disimularlo llevando el vaso a mis labios.
Sun era lista, no tardo en percibir mi desasosiego, mas si de mentiras andaba el juego, también yo era capaz de mover los peones para enturbiar la jugada y poner al rey a salvo.
-Ya sabes pequeña, negocios, nada que tenga que empañar la noche que nos espera, me muero por colarme entre tus piernas -susurré frente a su boca dejando que mi aliento bañado en alcohol chocara contra sus labios rojo carmín.
Mi nariz acarició la ajena, buscaba darle una oportunidad, una que esperaba llegará en cualquier momento en el que el alcohol se escurría por nuestros labios y nuestros ojos se prometían mas que una noche, mas que un beso. Habíamos firmado un contrato, uno escrito a fuego sobre nuestra piel y hoy ella lo estaba mancillando con la traición.
Quizás lo merecía pues durante mucho tiempo fui yo el que jugo de los dos, mas nunca imaginé que Sun llegaría a este punto, fingir amarme, meterse no solo en mi lecho si no en mi muerto corazón, lograr que bajara los escudos y ahora asestarme la mayor traición, venderme al consejo por un fin mayor.
Hubiera puesto el mundo a sus pies, castillos, joyas, todo lo que poseía lo hubiera compartido con ella, solo con la condición de que me fuera fiel, lealtad, esa palabra que en estos tiempos cuesta encontrar.
Mis dedos se perdieron en su yugular, acariciando aquella vena por donde la sangre pasaba excitada, juro que por un momento me sentí tentado a apretar mi mano tanto que se quedara sin aire, para después romperle el cuello y devorar hasta la ultima gota de su sangre ¿como demonios osaba engañarme?
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Mis ojos estaban fijos de nuevo en aquella mujer que había insinuado de forma tan obvia y descarada que lo que querían era que les entregara a Assur. Sabía que no lo estaba diciendo en broma, esa era la razón principal y mayoritaria por la que el consejo me había citado, y aunque supe que quizás sus motivos principales podrían ser Assur, no pensé que lo que quisieran fuera utilizarme para que lo entregara, como si decirlo o que lo dijeran ellos hiciera que aceptara sin pensarlo. Sí, era cierto que había odiado a ese vampiro durante muchos siglos, que le juré venganza cuando me vendió a la Inquisición aunque él jurara que siempre había estado a salvo, a pesar de que me confesó que lo había hecho solamente por alejarme de él. Pero los últimos acontecimientos habían cambiado las cosas, lo habían cambiado todo en realidad, y su propuesta no fue algo que me alegrara escuchar.
-¿Entregaros a Assur? -Enarqué una ceja mirando a la misma vampira que había citado qué era lo que querían de mí, mis brazos se cruzaron sobre el pecho aún sin creer que tuvieran la tamaña desfachatez de pedirme algo así. Quería saber sus motivos aunque no me los iban a decir, estaba más que claro, y aquella vampira parecía pensar que iba a aceptar la oferta- ¿Y qué ganaría yo con todo esto? ¿Por qué debería de hacerlo?
-¿Eso significa que lo harás? -Otro de los hombres que vestía igual que el que estaba sentado a su lado fue quien preguntó ahora, mí mirada se dirigió hacia él e hice una mueca.
-No he dicho tal cosa, sospeso si me conviene aceptar vuestra petición o no. Nadie hace nada gratis en esta vida, y todo tiene un precio. Assur es demasiado inteligente y podría averiguar cuales son mis planes, si lo hace no tengo duda de que me matará por la traición -porque sí, ya era algo que me había dejado en claro y además era algo que habíamos “negociado”. Aún me seguía sonando extraña esa palabra, pero así era.
-Decid pues cual es vuestro precio y será vuestro. -parecían que estaban bastante decididos a que aceptara entregarles a Assur, algo que me hacía sentir más curiosidad por saber por qué lo querían con tanto ahínco como para tener que recurrir a mí, en una jugada tan sucia como la que me presentaban.
-¿Sea cual sea, cualquier cosa que pida a cambio de la traición? -No hablaban en serio, dudaba que lo hicieran.
-Cualquier cosa, señorita Denveraux. Sabemos que Assur es peligroso y que por vuestra traición entendemos que puede peligrar vuestra vida, una a cambio de la otra, mas los riesgos corren de vuestra cuenta si accedeis a aceptar -claro, porque ellos no se iban a hacer responsables de lo que pudiera pasarme si aceptaba la oferta y les entregaba a Assur, cualquier cosa que este me hiciera a ellos no les iba a importar en absoluto.
-¿Incluso si pido ese trono? -Mí rostro se alzó con altivez observando el que estaba vacío, ellos se observaron por unos segundos y no supe que si se echarían a reír dado los convincentes que habían sonado mis palabras. ¿A cuánto les llevaría su deseo por tenerlo? Solo así llegaría a saberlo realmente. Parecieron dudar mientras yo me mantenía firme en mí posición frente a ellos, en el centro de aquella sala.
-¿Buscáis uniros al consejo? No es fácil entrar en el pero estamos dispuestos a concederos la oportunidad de ingresar si nos lo entregas. Entonces, ¿tenemos un trato señorita Denveraux? Assur por ocupar un sitio en el trono que queda libre del consejo -sonreí de lado por sus palabras sintiendo sus miradas puestas en mí de forma fija y la risa salió de mis labios, algo que los hizo mirarme sin comprender si era por su oferta o por qué era.
-¿De verdad llegasteis a pensar, que iba a aceptar vuestra oferta? -Los miré uno a uno viendo como ahora fruncían el ceño no esperando que les hiciera aquella pregunta, seguramente se esperaban que aceptara- No me creo ni por un instante que me dejéis ocupar ese trono si os lo entrego, pero, si conocéis un poco a Assur ¿qué os hace pensar que iba a entregaroslo? -Porque quizás si hubiera sido un par de siglos antes en el que el odio corría por cada fibra de mí ser y la venganza era lo que más quería hacerle a ese vampiro, hubiera aceptado la oferta, sin dudarlo y sin tan siquiera pensarlo. Habría sido una jugada maestra, él me entregó a la Inquisición y yo le hubiera entregado al Consejo. Una por otra como solían decir pero, ¿ahora mismo? No, ni siquiera se me cruzaba por la cabeza hacer aquello y mucho menos después de lo que había conseguido de aquel hombre, no iba a traicionarlo y nunca fue una opción plantearme la oferta, solo lo había hecho para saber hasta donde cederían- No tenéis nada a vuestro alcance para hacerme cambiar de parecer o que llegue a la traición, todo aquello cuanto quiero ya lo tengo -y era él, por supuesto. No iba a entregarles aquello que más quería, él también podría haberme dado poder, riquezas, joyas y yo había negado todo aquello.
-¡Cómo osáis! -Uno de los vampiros se levantó fulminándome con la mirada, furioso por mis palabras y por haberme negado a ello de esa manera.
-Me habéis propuesto un trato y yo no lo he aceptado, es así de simple. Jamás me utilizaréis para traicionarlo y que os lo entregue.
-Reconsidéralo, vampira. Nosotros no somos cualquiera -ah, ahí estaban los modales de la vampira pelirroja de nuevo, ahora sin disimular ni un ápice su tono para conmigo.
-Nunca tuve que reconsiderar nada, la decisión está tomada y nada me hará cambiar de idea. Buenas noches -no tenía mucho más que decirles así que me giré dándoles la espalda para marcharme de aquella sala en la que ya no pintaba nada en absoluto.
-Cometes un error, vampira. Él es un monstruo que no conoce los sentimientos y te hará sufrir. Sufrirás a su lado porque por mucho que lo ames él es incapaz de amar -me paré para girarme de lado observando a la vampira morena, la que me había dicho que lo traicionara- Vuestro destino está sellado y éste solo os depara dolor, sufrimiento… y muerte. Estáis condenados al fracaso, entréganoslo y te ahorraremos el sufrimiento que padecerás si te quedas a su lado. -la fulminé con la mirada por sus palabras, apreté mis manos cerrados en un puño y pasé mí vista por todo el consejo para luego acabar fija en la de la vampira.
-Eso es algo que debo asumir yo pues es mí decisión. Aceptaré todo lo que venga y lucharé contra ello, a su lado y no al vuestro. Siempre se resurge de las cenizas -y sin dejarles decir nada más abrí las puertas para dar al pasillo donde ya habían dos guardias que me acompañaron hasta la salida. Incluso así no dejé de sentir que los ojos del consejo ahora estaban fijos también sobre mí.
Mí mirada aún seguía pasando de un hermano a otro y aunque no quise preguntar demasiado puesto que podrían ser temas familiares de los cuales no debía inmiscuirme, supe que algo pasaba aunque no fueran a decirme nada. Joe parecía divertido con mis preguntas aunque no respondió a ninguna de ellas, se despidió dejándonos a solas y sentí que había interrumpido algo. Ni siquiera me dio tiempo a decirle algo a Assur cuando este ya me había cogido de la cintura y sentado sobre él, sin reparar en que estábamos en un sitio público rodeado por más personas que no podían evitar posar su vista sobre nosotros no acostumbrados a ver tal cosa, demasiado recatados para ello y para su moralidad. Su pregunta de cómo había ido mí noche me hizo mirarlo de forma fija dejando que sus labios me tentaran de la forma que solo él sabía provocar hasta que terminé por acortar la distancia y buscar sus labios con los míos, demandando un beso lento a modo de saludo. Uno de mis brazos rodeó su cuello enredando mis dedos en su pelo.
-Tranquila y aburrida... hasta ahora -hablé sobre sus labios tras el beso y los míos perfilaron su mandíbula, no pensaba decirle que el consejo me había llamado para hacer que lo traicionara, sabía del carácter que tenía el vampiro y si se lo decía seguramente quisiera actuar en consecuencia por intentar convencerme de traicionarlo, aunque yo nunca hubiera pensado hacerlo- Acabo de alimentarme de un pobre humano que creyó tener su noche de suerte -reí levemente y subí mis ojos a los suyos- pero no me ha tocado, no le he dado tiempo -sonreí sintiendo su mirada puesta en la mía- sé que no hace falta que cace para alimentarme, pero a veces me gusta dejar que la cazadora y depredadora que llevo dentro salga a la luz -comenté con algo de diversión para luego ver el gesto tenso que tenía, algo que me hizo mirarlo de forma fija durante unos segundos- ¿Ocurre algo, Assur? -Pregunté porque, si pasaba algo quería saberlo por si podía ayudar en algo, no sabía por qué, pero algo me decía que tenía que ver con la visita de Joe. Él alegó que eran cosas de negocios y no quise insistirle. Sonreí de lado cuando su aliento chocó contra mis labios y decía lo mucho que deseaba tomarme, mordí su labio inferior notando el sabor del alcohol en ellos- Suena tremendamente placentero -notaba los ojos fijos en nosotros todo el rato, nuestras narices se rozaron con la mirada puesta en el otro, diciendo todo sin necesidad de hablar. Su mano bajó por mí cuello recorriendo mí vena, esa que bajo su tacto latía casi con vida por haberme alimentado, mis labios se entreabieron dejando exahlar mí aliento por su roce que murió contra sus labios- Assur, nos está mirando todo el mundo. Deberíamos de irnos arriba y… bueno, te dejaré que mueras entre mis piernas -una proposición que sabía que él estaba esperando y deseando, allí me sentía observado y aunque no me molestaba prefería la intimidad de su habitación donde estaríamos más tranquilos lejos de todas las miradas. Sabía que había algo que le preocupaba y que surcaba su mente, algo de lo que no podía desprenderse, y era algo que no iba a decirme. Así que haría que se olvidara del todo y no dejaría que pudiera pensar más que en otra que en mí, y en mí cuerpo.
-¿Entregaros a Assur? -Enarqué una ceja mirando a la misma vampira que había citado qué era lo que querían de mí, mis brazos se cruzaron sobre el pecho aún sin creer que tuvieran la tamaña desfachatez de pedirme algo así. Quería saber sus motivos aunque no me los iban a decir, estaba más que claro, y aquella vampira parecía pensar que iba a aceptar la oferta- ¿Y qué ganaría yo con todo esto? ¿Por qué debería de hacerlo?
-¿Eso significa que lo harás? -Otro de los hombres que vestía igual que el que estaba sentado a su lado fue quien preguntó ahora, mí mirada se dirigió hacia él e hice una mueca.
-No he dicho tal cosa, sospeso si me conviene aceptar vuestra petición o no. Nadie hace nada gratis en esta vida, y todo tiene un precio. Assur es demasiado inteligente y podría averiguar cuales son mis planes, si lo hace no tengo duda de que me matará por la traición -porque sí, ya era algo que me había dejado en claro y además era algo que habíamos “negociado”. Aún me seguía sonando extraña esa palabra, pero así era.
-Decid pues cual es vuestro precio y será vuestro. -parecían que estaban bastante decididos a que aceptara entregarles a Assur, algo que me hacía sentir más curiosidad por saber por qué lo querían con tanto ahínco como para tener que recurrir a mí, en una jugada tan sucia como la que me presentaban.
-¿Sea cual sea, cualquier cosa que pida a cambio de la traición? -No hablaban en serio, dudaba que lo hicieran.
-Cualquier cosa, señorita Denveraux. Sabemos que Assur es peligroso y que por vuestra traición entendemos que puede peligrar vuestra vida, una a cambio de la otra, mas los riesgos corren de vuestra cuenta si accedeis a aceptar -claro, porque ellos no se iban a hacer responsables de lo que pudiera pasarme si aceptaba la oferta y les entregaba a Assur, cualquier cosa que este me hiciera a ellos no les iba a importar en absoluto.
-¿Incluso si pido ese trono? -Mí rostro se alzó con altivez observando el que estaba vacío, ellos se observaron por unos segundos y no supe que si se echarían a reír dado los convincentes que habían sonado mis palabras. ¿A cuánto les llevaría su deseo por tenerlo? Solo así llegaría a saberlo realmente. Parecieron dudar mientras yo me mantenía firme en mí posición frente a ellos, en el centro de aquella sala.
-¿Buscáis uniros al consejo? No es fácil entrar en el pero estamos dispuestos a concederos la oportunidad de ingresar si nos lo entregas. Entonces, ¿tenemos un trato señorita Denveraux? Assur por ocupar un sitio en el trono que queda libre del consejo -sonreí de lado por sus palabras sintiendo sus miradas puestas en mí de forma fija y la risa salió de mis labios, algo que los hizo mirarme sin comprender si era por su oferta o por qué era.
-¿De verdad llegasteis a pensar, que iba a aceptar vuestra oferta? -Los miré uno a uno viendo como ahora fruncían el ceño no esperando que les hiciera aquella pregunta, seguramente se esperaban que aceptara- No me creo ni por un instante que me dejéis ocupar ese trono si os lo entrego, pero, si conocéis un poco a Assur ¿qué os hace pensar que iba a entregaroslo? -Porque quizás si hubiera sido un par de siglos antes en el que el odio corría por cada fibra de mí ser y la venganza era lo que más quería hacerle a ese vampiro, hubiera aceptado la oferta, sin dudarlo y sin tan siquiera pensarlo. Habría sido una jugada maestra, él me entregó a la Inquisición y yo le hubiera entregado al Consejo. Una por otra como solían decir pero, ¿ahora mismo? No, ni siquiera se me cruzaba por la cabeza hacer aquello y mucho menos después de lo que había conseguido de aquel hombre, no iba a traicionarlo y nunca fue una opción plantearme la oferta, solo lo había hecho para saber hasta donde cederían- No tenéis nada a vuestro alcance para hacerme cambiar de parecer o que llegue a la traición, todo aquello cuanto quiero ya lo tengo -y era él, por supuesto. No iba a entregarles aquello que más quería, él también podría haberme dado poder, riquezas, joyas y yo había negado todo aquello.
-¡Cómo osáis! -Uno de los vampiros se levantó fulminándome con la mirada, furioso por mis palabras y por haberme negado a ello de esa manera.
-Me habéis propuesto un trato y yo no lo he aceptado, es así de simple. Jamás me utilizaréis para traicionarlo y que os lo entregue.
-Reconsidéralo, vampira. Nosotros no somos cualquiera -ah, ahí estaban los modales de la vampira pelirroja de nuevo, ahora sin disimular ni un ápice su tono para conmigo.
-Nunca tuve que reconsiderar nada, la decisión está tomada y nada me hará cambiar de idea. Buenas noches -no tenía mucho más que decirles así que me giré dándoles la espalda para marcharme de aquella sala en la que ya no pintaba nada en absoluto.
-Cometes un error, vampira. Él es un monstruo que no conoce los sentimientos y te hará sufrir. Sufrirás a su lado porque por mucho que lo ames él es incapaz de amar -me paré para girarme de lado observando a la vampira morena, la que me había dicho que lo traicionara- Vuestro destino está sellado y éste solo os depara dolor, sufrimiento… y muerte. Estáis condenados al fracaso, entréganoslo y te ahorraremos el sufrimiento que padecerás si te quedas a su lado. -la fulminé con la mirada por sus palabras, apreté mis manos cerrados en un puño y pasé mí vista por todo el consejo para luego acabar fija en la de la vampira.
-Eso es algo que debo asumir yo pues es mí decisión. Aceptaré todo lo que venga y lucharé contra ello, a su lado y no al vuestro. Siempre se resurge de las cenizas -y sin dejarles decir nada más abrí las puertas para dar al pasillo donde ya habían dos guardias que me acompañaron hasta la salida. Incluso así no dejé de sentir que los ojos del consejo ahora estaban fijos también sobre mí.
Mí mirada aún seguía pasando de un hermano a otro y aunque no quise preguntar demasiado puesto que podrían ser temas familiares de los cuales no debía inmiscuirme, supe que algo pasaba aunque no fueran a decirme nada. Joe parecía divertido con mis preguntas aunque no respondió a ninguna de ellas, se despidió dejándonos a solas y sentí que había interrumpido algo. Ni siquiera me dio tiempo a decirle algo a Assur cuando este ya me había cogido de la cintura y sentado sobre él, sin reparar en que estábamos en un sitio público rodeado por más personas que no podían evitar posar su vista sobre nosotros no acostumbrados a ver tal cosa, demasiado recatados para ello y para su moralidad. Su pregunta de cómo había ido mí noche me hizo mirarlo de forma fija dejando que sus labios me tentaran de la forma que solo él sabía provocar hasta que terminé por acortar la distancia y buscar sus labios con los míos, demandando un beso lento a modo de saludo. Uno de mis brazos rodeó su cuello enredando mis dedos en su pelo.
-Tranquila y aburrida... hasta ahora -hablé sobre sus labios tras el beso y los míos perfilaron su mandíbula, no pensaba decirle que el consejo me había llamado para hacer que lo traicionara, sabía del carácter que tenía el vampiro y si se lo decía seguramente quisiera actuar en consecuencia por intentar convencerme de traicionarlo, aunque yo nunca hubiera pensado hacerlo- Acabo de alimentarme de un pobre humano que creyó tener su noche de suerte -reí levemente y subí mis ojos a los suyos- pero no me ha tocado, no le he dado tiempo -sonreí sintiendo su mirada puesta en la mía- sé que no hace falta que cace para alimentarme, pero a veces me gusta dejar que la cazadora y depredadora que llevo dentro salga a la luz -comenté con algo de diversión para luego ver el gesto tenso que tenía, algo que me hizo mirarlo de forma fija durante unos segundos- ¿Ocurre algo, Assur? -Pregunté porque, si pasaba algo quería saberlo por si podía ayudar en algo, no sabía por qué, pero algo me decía que tenía que ver con la visita de Joe. Él alegó que eran cosas de negocios y no quise insistirle. Sonreí de lado cuando su aliento chocó contra mis labios y decía lo mucho que deseaba tomarme, mordí su labio inferior notando el sabor del alcohol en ellos- Suena tremendamente placentero -notaba los ojos fijos en nosotros todo el rato, nuestras narices se rozaron con la mirada puesta en el otro, diciendo todo sin necesidad de hablar. Su mano bajó por mí cuello recorriendo mí vena, esa que bajo su tacto latía casi con vida por haberme alimentado, mis labios se entreabieron dejando exahlar mí aliento por su roce que murió contra sus labios- Assur, nos está mirando todo el mundo. Deberíamos de irnos arriba y… bueno, te dejaré que mueras entre mis piernas -una proposición que sabía que él estaba esperando y deseando, allí me sentía observado y aunque no me molestaba prefería la intimidad de su habitación donde estaríamos más tranquilos lejos de todas las miradas. Sabía que había algo que le preocupaba y que surcaba su mente, algo de lo que no podía desprenderse, y era algo que no iba a decirme. Así que haría que se olvidara del todo y no dejaría que pudiera pensar más que en otra que en mí, y en mí cuerpo.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 374
Fecha de inscripción : 18/10/2015
Localización : París
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Sun buscaba la intimidad de nuestra cámara, mi cámara, pensé rabioso por como había sido tan tonto de confiar en ella, se lo hubiera dado todo.
Mi boca se perdió en la suya, quizás tratando de arrancarle una verdad que no llegaba, dulce final el que me prometía ahí arriba y mis labios cabalgaron como si fueran los mismos jinetes del apocalipsis sombre los ajenos.
Hambre, tenia mucha hambre de verdad, esa que sus labios callaban, la que no me revelaba. Traición que despertaba al jinete guerra, pues eso y no lo que esperaba era lo que en la habitación del hotel se desataría entre nosotros.
Mis ojos se tornaron fuego, su sonrisa parecía esperar de mi el fuego de una noche de pasión, el placer entre sus piernas y como no, que la montara hasta que saliera el sol, mas sobre el caballo bayo venia el jinete muerte y juraba ante Cain que ese seria su destino si la traición habia obnubilado su razón, pues yo era el rey, con mi corona sobre la cabeza me convertí en el jinete victoria y espada en mano daría sepultura a todo aquel que osara desafiar al hijo predilecto del creador de los cainitas.
Nuestros cuerpos encajaron, su risa se perdía por las escaleras mientras tiraba de mi mano. Frente a los ojos de cualquiera solo eramos eso, dos enamorados incapaces de permanecer separados. Nuestros labios se buscaban en cada escalón, miradas furtivas que delataban la pasión.
Nariz que se rozaba, palabras que devoraban al otro logrando que los alientos entrechocaran violentos y así, jugando el uno con el otro, entre caricias que todo lo significaban llegamos a la puerta de la cámara.
No tardé en abrirla, nuestros cuerpos enredados en uno, sus brazos por encima de mi cuello, mis caderas impulsándola hacia dentro y mi hombría sentenciando su vientre, incendiándolo.
Rogaba por dentro que me lo contara, que sin necesidad de preguntarlo la verdad llegara.
Ahora que estábamos solos, juntos, ahora que mi boca recorría la suya con violencia, era le momento de ser sinceros.
La puerta se cerró a mis espaldas, sus dedos me atraían por el pelo, no me daba tregua, como si la distancia de lo que llevábamos de noche separados hubiera sido eterna. Mis manos en su cintura, atrayendola hacia mi, desesperado me pedí en su piel, surqué su mandíbula, naufragué en su cuello y no encontré el faro.
Mis ojos se tornaron burdeos, la idea de la traición me asolaba por dentro, me hundía en el mar y sin poder salir a flote me convertía en el monstruo que era cuando me sentía acorralado.
La giré, brusco, violento, la hice impactar contra la pared. Mis manos alzaron su falda, como si ahora hundirme en ella fuera lo único que me hacia falta, sus ojos me buscaron por encima del hombro, no tardó en descubrir que algo iba mal pues no había juegos, resquicios de amor en ese acto casi animal.
Bajé mi pantalón, lo necesario para sacar mi hombría por este, la empalé en silencio, mi mano en su cuello haciendo que permaneciera pegado a la pared, no quería besos y la oí quejarse por como la estaba tratando.
Perdido en su cuerpo seguí montandola con desprecio, el mismo que utilizaría con una fulana de burdel, no buscaba su placer, solo el propio, desfogarme dentro de la mujer que amaba y que me había vendido al consejo.
Mi boca se perdió en la suya, quizás tratando de arrancarle una verdad que no llegaba, dulce final el que me prometía ahí arriba y mis labios cabalgaron como si fueran los mismos jinetes del apocalipsis sombre los ajenos.
Hambre, tenia mucha hambre de verdad, esa que sus labios callaban, la que no me revelaba. Traición que despertaba al jinete guerra, pues eso y no lo que esperaba era lo que en la habitación del hotel se desataría entre nosotros.
Mis ojos se tornaron fuego, su sonrisa parecía esperar de mi el fuego de una noche de pasión, el placer entre sus piernas y como no, que la montara hasta que saliera el sol, mas sobre el caballo bayo venia el jinete muerte y juraba ante Cain que ese seria su destino si la traición habia obnubilado su razón, pues yo era el rey, con mi corona sobre la cabeza me convertí en el jinete victoria y espada en mano daría sepultura a todo aquel que osara desafiar al hijo predilecto del creador de los cainitas.
Nuestros cuerpos encajaron, su risa se perdía por las escaleras mientras tiraba de mi mano. Frente a los ojos de cualquiera solo eramos eso, dos enamorados incapaces de permanecer separados. Nuestros labios se buscaban en cada escalón, miradas furtivas que delataban la pasión.
Nariz que se rozaba, palabras que devoraban al otro logrando que los alientos entrechocaran violentos y así, jugando el uno con el otro, entre caricias que todo lo significaban llegamos a la puerta de la cámara.
No tardé en abrirla, nuestros cuerpos enredados en uno, sus brazos por encima de mi cuello, mis caderas impulsándola hacia dentro y mi hombría sentenciando su vientre, incendiándolo.
Rogaba por dentro que me lo contara, que sin necesidad de preguntarlo la verdad llegara.
Ahora que estábamos solos, juntos, ahora que mi boca recorría la suya con violencia, era le momento de ser sinceros.
La puerta se cerró a mis espaldas, sus dedos me atraían por el pelo, no me daba tregua, como si la distancia de lo que llevábamos de noche separados hubiera sido eterna. Mis manos en su cintura, atrayendola hacia mi, desesperado me pedí en su piel, surqué su mandíbula, naufragué en su cuello y no encontré el faro.
Mis ojos se tornaron burdeos, la idea de la traición me asolaba por dentro, me hundía en el mar y sin poder salir a flote me convertía en el monstruo que era cuando me sentía acorralado.
La giré, brusco, violento, la hice impactar contra la pared. Mis manos alzaron su falda, como si ahora hundirme en ella fuera lo único que me hacia falta, sus ojos me buscaron por encima del hombro, no tardó en descubrir que algo iba mal pues no había juegos, resquicios de amor en ese acto casi animal.
Bajé mi pantalón, lo necesario para sacar mi hombría por este, la empalé en silencio, mi mano en su cuello haciendo que permaneciera pegado a la pared, no quería besos y la oí quejarse por como la estaba tratando.
Perdido en su cuerpo seguí montandola con desprecio, el mismo que utilizaría con una fulana de burdel, no buscaba su placer, solo el propio, desfogarme dentro de la mujer que amaba y que me había vendido al consejo.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Por una vez me había hecho caso y ahora íbamos a subir arriba y a alejarnos de las miradas indiscretas que nos dirigían la gente que estaba allí sentada, no me importaba mucho pero seguramente les parecería raro ver a una mujer sentada sobre las piernas de un hombre en aquella actitud, nos miraban algo sorprendidos pero también podía notar otras miradas sobre nosotros. Me levanté para tirar de él y que me siguiera hacia arriba, hacia esa habitación que se había convertido en mí lugar de descanso, como si también fuera mío a pesar de que yo tenía una casa en París donde prodía descansar, y no sabía por qué no mejor nos trasladábamos allí y nos dejábamos de estar en aquel hotel, estaríamos bastante más cómodos y no tendríamos las miradas de todos los que residían en el puesta sobre nosotros.
El camino hasta la puerta fue plagado de caricias, de besos, de encuentros y provocaciones entre los dos como si no pudiéramos esperar un par de minutos para estar arriba y dejarnos llevar, como si hubieran vuelto a pasar siglos desde la última vez que nos habíamos visto cuando en verdad habían pasado unas horas en las que me había alimentado y había asistido ante el consejo. Aún me enervaba las últimas palabras de la vampira morena pero seguramente les hubiera molestado y fastidiado más el que no pensara ayudarlos para llevarles a Assur ante ellos… sin duda alguna, por alguna razón habían pensado que aceptaría su descabellada propuesta.
Para cuando quisimos llegar a la puerta de la habitación era ya difícil distinguir donde empezaba uno y donde terminaba el otro, nuestros cuerpos estaban pegados el uno al otro, mis brazos rodeaban su cuello y con mí rostro perdido en ese lugar dejando mordiscos le dejé que abriera la puerta de la habitación para pasar dentro. Sus caderas me impulsaron hacia dentro sintiendo ya su miembro listo y preparado que me hizo soltar una leve risa contra su piel, pasamos dentro y la puerta se cerró dejándonos solos, de nuevo allí. Mis dedos se enredaron en su pelo y lo atraje sintiendo sus manos en mí cintura que me pegaban, si eso era posible, más a su cuerpo. Sus labios surcaron un camino desde mí mandíbula que bajó por mí cuello y yo ladeé mí rostro para darle más espacio y dejarle hacer.
De pronto, de la nada, me vi contra la pared en un cambio de tornas que no había esperado en ningún momento, había pasado de recorrer mí cuello a estamparme contra la pared sin apenas decir nada. Mi respiración era rápida y como si estuviera viva mí pecho subía y bajaba con rapidez, como si necesitara respirar para seguir viviendo. Mí cuerpo ardía por las provocaciones que nos habíamos hecho de camino a la habitación y sonreí de lado pensando que, lo único que quería hacer, era seguir jugando. Pensé que se trataría de algún tipo de juego, sabía el carácter dominante que tenía el vampiro y no me extrañaba que esa vena saliera a relucir en cualquier momento, le gustaba demasiado dominar y no me sorprendía a esas alturas. Pero nada más lejos de la realidad…
En cuanto mí cuerpo chocó contra la pared de aquella forma tan brusca y tan violenta pude sentir sus manos que levantaban el vestido que llevaba, aquello fue el primer aviso de que algo no andaba como debía, de que se me estaba escapando algo. No estaba jugando conmigo, no me buscaba, no me seguía provocando como debería de estar haciendo… el cambio había sido tan brusco que ni lo había visto venir y había sido totalmente inesperado. Mis ojos lo miraron por encima de mí hombro, sus ojos estaba del mismo color que cuando habíamos estado en la celda de aquella fábrica, no había ningún rastro de expresión en ellos, fríos, vacíos… carente de todo, carente de algo que pudiera decirme qué pasaba. Ese fue el segundo aviso que corroboraban mis sospechas.
-¿Assur? -Pregunté para intentar saber qué pasaba por la cabeza de aquel vampiro, qué ocurría y por qué estaba actuando de esa forma conmigo. Quise girarme, quise moverme para ver qué pasaba pero no me dejó, su fuerza me aprisionó contra la pared sin dejar que me moviera por mucho que intenté moverme, parecía sumido en un trance en el que no escuchaba nada, oí el ruido de como se desabrochaba el pantalón y pensé que aquello debía de ser una broma, que no iba a ser capaz de hacerlo. La otra mano en mí cuello presionando mí rostro contra la pared, incapaz de moverme o de hacer nada, y tan rápido como me había aprisionado su miembro se deslizó en mí interior de forma brusca, salvaje, sin reparo alguno y él sin decir palabra alguna. Gruñí y no de placer exactamente cuando lo sentí completamente dentro en mí interior, había dolido y seguía doliendo ahora que no paraba y cesaba en sus embestidas- ¡Assur para! ¡Suéltame! -pero no parecía hacerme caso, mis manos libres intentaron pararlo, frenarlo y separarlo de mí pero con su otra mano las cogió ambos y las puso contra la pared apretando en su agarre, con una fuerza descomunal contra la que incluso siendo vampira no podía hacer nada para pararlo.
Aquello no era pasión, tampoco era amor ni lujuria… era un acto primitivo y carente de sentimientos, frío y vacío y más bien era como un castigo que me estaba imponiendo. No le estaba importando nada que me doliera, cómo me estuviera sintiendo y mucho menos que no disfrutara para nada… a esas alturas el que yo disfrutara no estaría en sus planes. ¿Por qué? Era todo lo que podía pensar mientras sin hacer nada porque parara, vencida contra su fuerza y su furia que se descargaba contra mí. Apreté mis puños sin poder hacer nada más que dejarme hacer… me sentía tan impotente, tan frustrada, despreciada con ese acto que carecía de cualquier tipo de sentimiento pero sobre todo... dolida.
Dolida no solo por cómo me estaba tratando, como si fuera una vulgar ramera que no era merecedora de ningún tipo de caricia, como si solamente mí propósito fuera el que se descargara contra mí cuerpo de la forma en la que la hacía. Me dolía el desprecio que notaba de él, como ni siquiera me tocaba salvo lo justo y necesario para seguir hundiéndose con furia desmedida en mí interior, salvaje, primitivo. No solo dolía lo que me estaba haciendo de forma física, sino que algo dentro de mí se quebró por un momento… esa parte en la que me había entregado a él en su totalidad, en “cuerpo y alma” aunque dudaba que tuviera una en esos momentos. Me dolió tanto… sobre todo cuando me había enfrentado al consejo por él. Era difícil explicar lo que sentí en ese momento, una mezcla de demasiadas emociones. Me mordí el labio tan fuerte, con tanta fuerza que me hice hasta sangre que goteó por mis labios y descendió por mí barbilla hasta gotear por esta y perderse hasta el suelo.
Aguanté de forma estoica aquella humillación de su parte notando la rabia y el odio, la quemazón que ahora recorría mí cuerpo y de la cual quería y buscaba una represalia por mí parte. No hice muestra alguna de lo que me dolía en todos los sentidos y solamente cuando noté que se había corrido en mí interior gruñí, quería que saliera, quería lanzarlo lejos de mí y hacer que pagara por aquello. Su tacto en mí cuello y en mis manos quemaba pero de una forma muy diferente a la que me habría gustado. Ahora que estaba algo más debilitado por haber llegado al orgasmo fue el momento que aproveché para separarlo de mí y lanzarlo lejos revolviéndome contra él. Por muy dolida que estuviera por dentro mí orgullo no iba a permitir que él lo viera, no caería ante su presencia. No lo dudé y aprovechando el momento mi mano, cerrada en un puño, se impactó con fuerza contra su rostro descargando la rabia, la ira y el odio que me recorría por entera y que buscaban una venganza por aquello y una explicación… no sabía muy bien en qué orden. Mis ojos lo fulminaron mientras mí dedo quitaba la sangre que había caído de mis labios, una herida ya cerrada, dejando un rastro de sangre que al intentar quitarla se extendió por el lugar como una mancha.
-Así que ese era el monstruo del que tanto hablabas -mis palabras eran afiladas, frías- ese es el monstruo que en realidad eres, ¿no es así? -Mí pecho subía y bajaba con rapidez, quería hacerle tantas cosas que no sabía por donde empezar- Por fin ha hecho acto de presencia -lo miré con todo el odio y el desprecio que había en mí interior, siguiendo estando dolida con lo que había hecho- ¿Qué mierda acabas de hacer? ¿Quién te crees que eres para tratarme así, de la nada, como te da la real gana? No soy ninguna de tus esclavas ni ninguna de tus rameras, que te quede bien claro -No quería estallar pero aunque mí tono era o intentaba ser uno calmado, la tormenta se estaba desatando en mí interior y al final acabaría estallando como un enorme tsunami que lo arrasaría todo a su paso. Quería respuestas, luego dejaría que el tsunami fuera contra él y lo arrasara. Se lo merecía- Eres un maldito hijo de puta, no sé cómo pude estar tan equivocada contigo.
El camino hasta la puerta fue plagado de caricias, de besos, de encuentros y provocaciones entre los dos como si no pudiéramos esperar un par de minutos para estar arriba y dejarnos llevar, como si hubieran vuelto a pasar siglos desde la última vez que nos habíamos visto cuando en verdad habían pasado unas horas en las que me había alimentado y había asistido ante el consejo. Aún me enervaba las últimas palabras de la vampira morena pero seguramente les hubiera molestado y fastidiado más el que no pensara ayudarlos para llevarles a Assur ante ellos… sin duda alguna, por alguna razón habían pensado que aceptaría su descabellada propuesta.
Para cuando quisimos llegar a la puerta de la habitación era ya difícil distinguir donde empezaba uno y donde terminaba el otro, nuestros cuerpos estaban pegados el uno al otro, mis brazos rodeaban su cuello y con mí rostro perdido en ese lugar dejando mordiscos le dejé que abriera la puerta de la habitación para pasar dentro. Sus caderas me impulsaron hacia dentro sintiendo ya su miembro listo y preparado que me hizo soltar una leve risa contra su piel, pasamos dentro y la puerta se cerró dejándonos solos, de nuevo allí. Mis dedos se enredaron en su pelo y lo atraje sintiendo sus manos en mí cintura que me pegaban, si eso era posible, más a su cuerpo. Sus labios surcaron un camino desde mí mandíbula que bajó por mí cuello y yo ladeé mí rostro para darle más espacio y dejarle hacer.
De pronto, de la nada, me vi contra la pared en un cambio de tornas que no había esperado en ningún momento, había pasado de recorrer mí cuello a estamparme contra la pared sin apenas decir nada. Mi respiración era rápida y como si estuviera viva mí pecho subía y bajaba con rapidez, como si necesitara respirar para seguir viviendo. Mí cuerpo ardía por las provocaciones que nos habíamos hecho de camino a la habitación y sonreí de lado pensando que, lo único que quería hacer, era seguir jugando. Pensé que se trataría de algún tipo de juego, sabía el carácter dominante que tenía el vampiro y no me extrañaba que esa vena saliera a relucir en cualquier momento, le gustaba demasiado dominar y no me sorprendía a esas alturas. Pero nada más lejos de la realidad…
En cuanto mí cuerpo chocó contra la pared de aquella forma tan brusca y tan violenta pude sentir sus manos que levantaban el vestido que llevaba, aquello fue el primer aviso de que algo no andaba como debía, de que se me estaba escapando algo. No estaba jugando conmigo, no me buscaba, no me seguía provocando como debería de estar haciendo… el cambio había sido tan brusco que ni lo había visto venir y había sido totalmente inesperado. Mis ojos lo miraron por encima de mí hombro, sus ojos estaba del mismo color que cuando habíamos estado en la celda de aquella fábrica, no había ningún rastro de expresión en ellos, fríos, vacíos… carente de todo, carente de algo que pudiera decirme qué pasaba. Ese fue el segundo aviso que corroboraban mis sospechas.
-¿Assur? -Pregunté para intentar saber qué pasaba por la cabeza de aquel vampiro, qué ocurría y por qué estaba actuando de esa forma conmigo. Quise girarme, quise moverme para ver qué pasaba pero no me dejó, su fuerza me aprisionó contra la pared sin dejar que me moviera por mucho que intenté moverme, parecía sumido en un trance en el que no escuchaba nada, oí el ruido de como se desabrochaba el pantalón y pensé que aquello debía de ser una broma, que no iba a ser capaz de hacerlo. La otra mano en mí cuello presionando mí rostro contra la pared, incapaz de moverme o de hacer nada, y tan rápido como me había aprisionado su miembro se deslizó en mí interior de forma brusca, salvaje, sin reparo alguno y él sin decir palabra alguna. Gruñí y no de placer exactamente cuando lo sentí completamente dentro en mí interior, había dolido y seguía doliendo ahora que no paraba y cesaba en sus embestidas- ¡Assur para! ¡Suéltame! -pero no parecía hacerme caso, mis manos libres intentaron pararlo, frenarlo y separarlo de mí pero con su otra mano las cogió ambos y las puso contra la pared apretando en su agarre, con una fuerza descomunal contra la que incluso siendo vampira no podía hacer nada para pararlo.
Aquello no era pasión, tampoco era amor ni lujuria… era un acto primitivo y carente de sentimientos, frío y vacío y más bien era como un castigo que me estaba imponiendo. No le estaba importando nada que me doliera, cómo me estuviera sintiendo y mucho menos que no disfrutara para nada… a esas alturas el que yo disfrutara no estaría en sus planes. ¿Por qué? Era todo lo que podía pensar mientras sin hacer nada porque parara, vencida contra su fuerza y su furia que se descargaba contra mí. Apreté mis puños sin poder hacer nada más que dejarme hacer… me sentía tan impotente, tan frustrada, despreciada con ese acto que carecía de cualquier tipo de sentimiento pero sobre todo... dolida.
Dolida no solo por cómo me estaba tratando, como si fuera una vulgar ramera que no era merecedora de ningún tipo de caricia, como si solamente mí propósito fuera el que se descargara contra mí cuerpo de la forma en la que la hacía. Me dolía el desprecio que notaba de él, como ni siquiera me tocaba salvo lo justo y necesario para seguir hundiéndose con furia desmedida en mí interior, salvaje, primitivo. No solo dolía lo que me estaba haciendo de forma física, sino que algo dentro de mí se quebró por un momento… esa parte en la que me había entregado a él en su totalidad, en “cuerpo y alma” aunque dudaba que tuviera una en esos momentos. Me dolió tanto… sobre todo cuando me había enfrentado al consejo por él. Era difícil explicar lo que sentí en ese momento, una mezcla de demasiadas emociones. Me mordí el labio tan fuerte, con tanta fuerza que me hice hasta sangre que goteó por mis labios y descendió por mí barbilla hasta gotear por esta y perderse hasta el suelo.
Aguanté de forma estoica aquella humillación de su parte notando la rabia y el odio, la quemazón que ahora recorría mí cuerpo y de la cual quería y buscaba una represalia por mí parte. No hice muestra alguna de lo que me dolía en todos los sentidos y solamente cuando noté que se había corrido en mí interior gruñí, quería que saliera, quería lanzarlo lejos de mí y hacer que pagara por aquello. Su tacto en mí cuello y en mis manos quemaba pero de una forma muy diferente a la que me habría gustado. Ahora que estaba algo más debilitado por haber llegado al orgasmo fue el momento que aproveché para separarlo de mí y lanzarlo lejos revolviéndome contra él. Por muy dolida que estuviera por dentro mí orgullo no iba a permitir que él lo viera, no caería ante su presencia. No lo dudé y aprovechando el momento mi mano, cerrada en un puño, se impactó con fuerza contra su rostro descargando la rabia, la ira y el odio que me recorría por entera y que buscaban una venganza por aquello y una explicación… no sabía muy bien en qué orden. Mis ojos lo fulminaron mientras mí dedo quitaba la sangre que había caído de mis labios, una herida ya cerrada, dejando un rastro de sangre que al intentar quitarla se extendió por el lugar como una mancha.
-Así que ese era el monstruo del que tanto hablabas -mis palabras eran afiladas, frías- ese es el monstruo que en realidad eres, ¿no es así? -Mí pecho subía y bajaba con rapidez, quería hacerle tantas cosas que no sabía por donde empezar- Por fin ha hecho acto de presencia -lo miré con todo el odio y el desprecio que había en mí interior, siguiendo estando dolida con lo que había hecho- ¿Qué mierda acabas de hacer? ¿Quién te crees que eres para tratarme así, de la nada, como te da la real gana? No soy ninguna de tus esclavas ni ninguna de tus rameras, que te quede bien claro -No quería estallar pero aunque mí tono era o intentaba ser uno calmado, la tormenta se estaba desatando en mí interior y al final acabaría estallando como un enorme tsunami que lo arrasaría todo a su paso. Quería respuestas, luego dejaría que el tsunami fuera contra él y lo arrasara. Se lo merecía- Eres un maldito hijo de puta, no sé cómo pude estar tan equivocada contigo.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/10/2015
Localización : París
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Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Mientras me sacudía en su interior con violencia notaba esa mirada de odio hecha fuego, había cedido ante mi fuerza, ante mi brutalidad y violencia, no se oponía a que la tomara de forma humillante ¿acaso podía?
Yo era un dios, hijo de Cain, su sangre fluía por mis venas hirviendo en mi interior como la bestia que era, ese monstruo que tanto temía, que emergiera de las profundidades de mi propio interior y que ahora había desgarrado mi alma saliendo fuera.
Mi mirada turbia estaba vacía, solo la sensación de irme dentro de ella logró que aflojara por un instante mi agarré, ese que ella aprovecho para separar nuestros cuerpos y lanzarme lo mas lejos que pudo de su piel.
Su pecho subía y bajaba mas del mismo modo el mio. Nos miramos fijamente en un duelo que ambos sabíamos que no acabaría bien, su mirada reflejaba repulsión, odio, el mas intenso que jamas había descifrado en una mujer.
Yo quería odiarla, quería matarla, pero no podía, ella se había convertido en mi debilidad y me odiaba a mi mimo por habérselo permitido ¿como pude estar tan ciego y no haberlo visto?
Me pedía explicaciones por mis actos, como si tuviera derecho alguno de reprocharme lo ocurrido.
Yo era un monstruo, nunca lo negué, no hubo engaño en mis palabras, mas ella me había traicionado del modo mas vil. Entrar en mi corazón, hacerse un hueco en el y arrancarlo después, jugada maestra, ya tenia el jaque al rey.
Ladeé la sonrisa alzando las murallas, esas que trataban de contener a la bestia para que no se lanzara a su yugular y la destrozara.
No repliqué a su acusación, ambos conocíamos la respuesta, ese era el monstruo, por eso la mantuve alejada de mi todo este tiempo, no solo para protegerla de todo aquel que me seguía si no de mi mismo.
No encontraría paz a mi lado, pues yo era muerte, era guerra, era hambre y era victoria, nunca tuve mas claro que el apocalipsis llegaría conmigo.
-Si, soy un maldito hijo de puta que te ama- gruñí rabioso, mi sangre abrasaba -y tu eres una zorra sin escrúpulos que has aprovechado mi debilidad para venderme al consejo.
Mis ojos centellearon llenos de fuego, hice un ademan de correr hacia ella, de empotrarla de nuevo y con mis colmillos poner fin a esa mujer que me había dañado en lo mas hondo de mi ser. No podía dejarla vivir, no lo merecía, no cuando se lo había dado todo, hasta mi ultimo aliento hubiera sido suyo si me lo hubiera pedido.
-Buena vendetta, admito que esta vez me has ganado la partida, no lo esperaba, es mas cuando mi hermano me lo contó no di crédito a sus palabras, pensé que me mentía, creí mas en ti que en mi propia sangre.
Al verte llegar juro que esperaba que tus labios se abrieran y me confesaran la verdad, mas no lo hicieron. Me besaste como si nada hubiera pasado, como si no olieras a ellos.
Todo el camino a la habitación rogué porque confesaras tu traición, te hubiera perdonado porque quería hacerlo, pero no...
Golpeé con furia el mueble bar con el puño cerrado y este se quebró bajo mi mano haciéndose añicos, los vidrios de las botellas cayeron despedazándose, tan rotas como lo estaba yo mismo.
Como un animal salvaje acorralado me moví por la habitación, quería matarla, y la calma no llegaba, quería destrozarla por haberme hecho creer que anida algún tipo de sentimiento en su frio corazón.
Por allí por donde pasaba lo destrocé todo, cama, muebles, todo a mi paso fue caos y devastación, no quería oírla, solo quería sangre, sexo y alcohol.
Me detuve cuando solo quedamos en esa cámara ella y yo, todo lo demás había quedado hecho cenizas, trizas, no existía como no existía yo.
Mi mirada rojo fuego se perdió en la suya.
-Vete, aquí ya no eres bienvenida -sentencié con la voz truncada por la rabia mientras trataba de mantener el tipo, no sabia lo que tardaría en derrumbarme y no seria frente a ella, al menos mantendría el poco orgullo que me quedaba.
Yo era un dios, hijo de Cain, su sangre fluía por mis venas hirviendo en mi interior como la bestia que era, ese monstruo que tanto temía, que emergiera de las profundidades de mi propio interior y que ahora había desgarrado mi alma saliendo fuera.
Mi mirada turbia estaba vacía, solo la sensación de irme dentro de ella logró que aflojara por un instante mi agarré, ese que ella aprovecho para separar nuestros cuerpos y lanzarme lo mas lejos que pudo de su piel.
Su pecho subía y bajaba mas del mismo modo el mio. Nos miramos fijamente en un duelo que ambos sabíamos que no acabaría bien, su mirada reflejaba repulsión, odio, el mas intenso que jamas había descifrado en una mujer.
Yo quería odiarla, quería matarla, pero no podía, ella se había convertido en mi debilidad y me odiaba a mi mimo por habérselo permitido ¿como pude estar tan ciego y no haberlo visto?
Me pedía explicaciones por mis actos, como si tuviera derecho alguno de reprocharme lo ocurrido.
Yo era un monstruo, nunca lo negué, no hubo engaño en mis palabras, mas ella me había traicionado del modo mas vil. Entrar en mi corazón, hacerse un hueco en el y arrancarlo después, jugada maestra, ya tenia el jaque al rey.
Ladeé la sonrisa alzando las murallas, esas que trataban de contener a la bestia para que no se lanzara a su yugular y la destrozara.
No repliqué a su acusación, ambos conocíamos la respuesta, ese era el monstruo, por eso la mantuve alejada de mi todo este tiempo, no solo para protegerla de todo aquel que me seguía si no de mi mismo.
No encontraría paz a mi lado, pues yo era muerte, era guerra, era hambre y era victoria, nunca tuve mas claro que el apocalipsis llegaría conmigo.
-Si, soy un maldito hijo de puta que te ama- gruñí rabioso, mi sangre abrasaba -y tu eres una zorra sin escrúpulos que has aprovechado mi debilidad para venderme al consejo.
Mis ojos centellearon llenos de fuego, hice un ademan de correr hacia ella, de empotrarla de nuevo y con mis colmillos poner fin a esa mujer que me había dañado en lo mas hondo de mi ser. No podía dejarla vivir, no lo merecía, no cuando se lo había dado todo, hasta mi ultimo aliento hubiera sido suyo si me lo hubiera pedido.
-Buena vendetta, admito que esta vez me has ganado la partida, no lo esperaba, es mas cuando mi hermano me lo contó no di crédito a sus palabras, pensé que me mentía, creí mas en ti que en mi propia sangre.
Al verte llegar juro que esperaba que tus labios se abrieran y me confesaran la verdad, mas no lo hicieron. Me besaste como si nada hubiera pasado, como si no olieras a ellos.
Todo el camino a la habitación rogué porque confesaras tu traición, te hubiera perdonado porque quería hacerlo, pero no...
Golpeé con furia el mueble bar con el puño cerrado y este se quebró bajo mi mano haciéndose añicos, los vidrios de las botellas cayeron despedazándose, tan rotas como lo estaba yo mismo.
Como un animal salvaje acorralado me moví por la habitación, quería matarla, y la calma no llegaba, quería destrozarla por haberme hecho creer que anida algún tipo de sentimiento en su frio corazón.
Por allí por donde pasaba lo destrocé todo, cama, muebles, todo a mi paso fue caos y devastación, no quería oírla, solo quería sangre, sexo y alcohol.
Me detuve cuando solo quedamos en esa cámara ella y yo, todo lo demás había quedado hecho cenizas, trizas, no existía como no existía yo.
Mi mirada rojo fuego se perdió en la suya.
-Vete, aquí ya no eres bienvenida -sentencié con la voz truncada por la rabia mientras trataba de mantener el tipo, no sabia lo que tardaría en derrumbarme y no seria frente a ella, al menos mantendría el poco orgullo que me quedaba.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Quería matarlo, quería destrozarlo lentamente y hacerle pagar por lo que me había hecho hacía unos minutos, me había tratado como a cualquier ramera, una fulana que no era nada y de la cual no sentía nada hacia ella y me había dolido su desprecio. No lo iba a negar, me había dolido muchas cosas con aquel simple acto y no estaba dispuesta a dejárselo pasar por alto. Nadie, en toda mí existencia, me había tratado como lo había hecho con él y no merecía un castigo por ello. Expresaba una calma que en mí interior no sentía, sentía que hervía por dentro, calentándose toda mí rabia, mí ira, mí frustración, el desasosiego, el desprecio… todo, como si se cociera a fuego lento para finalmente terminar explotando. Es lo que pasaría, quería una explicación de por qué lo había hecho y después… después no habría nada que me parara.
No sabía cómo había podido ser tan necia y tan estúpida en lo referente a él, sabía que quizás lo que habíamos “firmado” no podría durar mucho pero… ¿tratarme así? ¿Despreciarme de ese modo? Y es que no me dolía el que hubiera utilizado mí cuerpo de esa forma, no… la decepción dolía mucha más que eso. Me sentía herida y traicionada por él, mis sentimientos me habían hecho ver algo que yo pensaba que era verdad y sin embargo… maldije en mí fuero interno cien e incluso mil veces en el mismo tiempo que nuestros ojos se miraban desafiantes, los míos expresaban odio, los suyos un vacío que se clavaron en mí pecho. Qué ciega había estado, qué estúpida pensar que podría haber cambiado algo aquellos días… habíamos estado bien, mejor que nunca, y ahora todo se había ido a la mierda. Necesitaba un motivo y una razón, y la necesitaba ya.
Lo miré con más odio si cabía aún cuando afirmó mis palabras diciéndome que sí, que era un hijo de puta pero que me amaba. ¿Amor? Amor no era aquello que me había hecho, tenía un mal concepto de lo que significaba entonces. Gruñí cuando dijo que yo era una zorra sin escrúpulos que lo había vendido… ¿vendido? Lo miré entonces sin comprender por un segundo por qué sabía que había estado frente al consejo, más que eso, cómo sabía lo que me habían pedido que hiciera y a lo que yo me había negado en rotundidad… seguramente me habrían apuntado en una “lista negra” junto al nombre de Assur, no tenía ninguna duda. Hasta que llegó la explicación que estaba necesitando oír.
Joe, al parecer él me había visto de alguna forma acudir al consejo y se lo había dicho a Assur, ahí entendí el por qué se habían reunido y la razón por la que él, cuando llegué, estaba de esa forma. Se lo había ido a contar, pero, ¿qué le había contado exactamente? ¿Qué había acudido ante el consejo porque me habían citado? ¿Qué lo traicionara? ¿Acaso Joe sabía lo que el consejo iba a pedirme? Ahora también quería matar al bastardo de Joe por haberle dicho aquello, por haberle insinuado que no solo había ido ante el consejo –cosa que era cierta- sino que había aceptado la propuesta que me habían hecho. Lo maldije en mí fuero interno por haber sido tan estúpido de decirle una cosa así a su hermano, si yo sabía cómo era el vampiro él también tendría que haberlo sabido.
Siguió hablando mientras lo escuchaba sin dar crédito a sus palabras, aquello era peor incluso que cualquier cosa que pudiera haberme dicho. Me sentí… decepcionada, mucho. No entendía cómo si él lo había sabido no me había preguntado, podría haber sabido la verdad de mis labios y sin embargo se había obcecado con lo que él intuía que había pasado y no me había dado opción siquiera a “defenderme”, a decirle la verdad. Mí verdad. En cambio había preferido tratarme de esa manera, mentirme es una estratagema en la que yo no pude saber qué era la que pretendía y que una vez estuvimos a solas ejecutó de manera perfecta. Siempre había sabido mover las fichas sobre el tablero, y una vez más me lo demostró.
Él había pensado que tan sólo había sido un plan urdido y elaborado para traicionarlo por la vez en la que me había vendido a la Inquisición, que todo lo tenía calculado incluso el haber hecho que de alguna forma se abriera a mí, solo con la intención de darle un jaque definitivo como él pensaba que así había sido. ¿De verdad me veía de esa forma? ¿No le había quedado claro lo que a mí realmente me importaba y quería? Que dudara de mí, que no me diera la opción a explicarme y defenderme me dolió, porque significaba que no confiaba en mí lo suficiente como para preguntarme directamente, que no creía en mis palabras.
Mientras yo cavilaba en mis pensamientos todo aquello él había hecho una destrucción de la habitación, todo se había convertido en muebles rotos y astillados, todo por donde él pasaba era caos y destrucción… nada se salvaba de la ira que expresaba y todo quedó reducido a la nada, todo cuando una vez hubo en aquel lugar ya no existía… tan solo quedábamos nosotros dos en mitad de un vacío, como si fuera un abismo, que nos separaba y nos engullía. Tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo. Su mirada subió a la mía y pude ver ese color burdeos tan característico y al que me estaba acostumbrando a ver en sus ojos, apreté mis puños con fuerza y me quedé clavada en el sitio pese a su insistencia porque me fuera. Él había hablado y ahora, le gustara o no, iba a tener que escuchar mis palabras y lo que tuviera que decirle.
-No –dije de forma firme, con la voz todavía fría intentando esconder lo dolida que me encontraba, mí orgullo no me perdonaría jamás que cediera ahora y me viera débil, como como la última vez, nunca más. Ya no sería bienvenida, pero él me escucharía. Podía notar sus ojos casi arder por la furia que lo invadía ahora ante mí negativa, podría matarme y era consciente de ello, que la misma destrucción que había hecho en la habitación podría proyectarla en mí… y sin embargo, como siempre, me mantuve firme frente a él, desafiándolo, dándole la razón que tanto le había dicho de que no le temía- no pienso irme sin antes decirte algo, luego me marcharé y no volverás a verme en toda tú existencia –lo fulminé con la mirada, decepcionada y llena de rabia y de ira- Eres el vampiro más cobarde que he conocido en toda mí existencia –y sí, lo dije como un insulto para que le hiciera daño, al menos un mínimo de todo el daño que me había hecho él- Pudiste haberme preguntado si lo sabías, pudiste haber sabido la verdad de mis labios… pero era más fácil suponer lo que tú querías, ¿No es así? Patético –escupí sin medir mis palabras, dejando que parte de lo que llevaba dentro saliera a la luz- estabas esperando la ocasión perfecta para terminar con esto… enhorabuena, porque lo has conseguido. ¿Contento ahora? ¿Feliz de volver a tus esclavas y a tus rameras? –Una risa corta e irónica escapó de mis labios- Ahora sé lo que realmente piensas de mí, la gran hija de puta que puedo llegar a ser para urdir un plan tan elaborado y perfecto como este solamente con la única idea de venganza… no pensé que podrías llegar a caer tan bajo –parecía que se había olvidado de que casi había muerto por él, si planeaba vengarme no hubiera dejado que eso pasara bajo ningún concepto- ¿Sabes lo peor? Que lo que más me ha dolido es que ni siquiera me hayas dado la oportunidad de explicarme y decirte qué ha pasado en verdad, como si no lo mereciera -lo miré, sabía que mis siguientes palabras podrían ser mí tumba, sin embargo no me callé- Estás convencido de que te he traicionado, dijiste que me matarías si lo hacía, así que… ¿a qué esperas? Nada te detiene a hacerlo… para cuando sepas la verdad será tarde, y mí muerte te perseguirá, te carcomerá y te atormentará durante el resto de tú existencia... Eso sería una venganza perfecta.
No sabía cómo había podido ser tan necia y tan estúpida en lo referente a él, sabía que quizás lo que habíamos “firmado” no podría durar mucho pero… ¿tratarme así? ¿Despreciarme de ese modo? Y es que no me dolía el que hubiera utilizado mí cuerpo de esa forma, no… la decepción dolía mucha más que eso. Me sentía herida y traicionada por él, mis sentimientos me habían hecho ver algo que yo pensaba que era verdad y sin embargo… maldije en mí fuero interno cien e incluso mil veces en el mismo tiempo que nuestros ojos se miraban desafiantes, los míos expresaban odio, los suyos un vacío que se clavaron en mí pecho. Qué ciega había estado, qué estúpida pensar que podría haber cambiado algo aquellos días… habíamos estado bien, mejor que nunca, y ahora todo se había ido a la mierda. Necesitaba un motivo y una razón, y la necesitaba ya.
Lo miré con más odio si cabía aún cuando afirmó mis palabras diciéndome que sí, que era un hijo de puta pero que me amaba. ¿Amor? Amor no era aquello que me había hecho, tenía un mal concepto de lo que significaba entonces. Gruñí cuando dijo que yo era una zorra sin escrúpulos que lo había vendido… ¿vendido? Lo miré entonces sin comprender por un segundo por qué sabía que había estado frente al consejo, más que eso, cómo sabía lo que me habían pedido que hiciera y a lo que yo me había negado en rotundidad… seguramente me habrían apuntado en una “lista negra” junto al nombre de Assur, no tenía ninguna duda. Hasta que llegó la explicación que estaba necesitando oír.
Joe, al parecer él me había visto de alguna forma acudir al consejo y se lo había dicho a Assur, ahí entendí el por qué se habían reunido y la razón por la que él, cuando llegué, estaba de esa forma. Se lo había ido a contar, pero, ¿qué le había contado exactamente? ¿Qué había acudido ante el consejo porque me habían citado? ¿Qué lo traicionara? ¿Acaso Joe sabía lo que el consejo iba a pedirme? Ahora también quería matar al bastardo de Joe por haberle dicho aquello, por haberle insinuado que no solo había ido ante el consejo –cosa que era cierta- sino que había aceptado la propuesta que me habían hecho. Lo maldije en mí fuero interno por haber sido tan estúpido de decirle una cosa así a su hermano, si yo sabía cómo era el vampiro él también tendría que haberlo sabido.
Siguió hablando mientras lo escuchaba sin dar crédito a sus palabras, aquello era peor incluso que cualquier cosa que pudiera haberme dicho. Me sentí… decepcionada, mucho. No entendía cómo si él lo había sabido no me había preguntado, podría haber sabido la verdad de mis labios y sin embargo se había obcecado con lo que él intuía que había pasado y no me había dado opción siquiera a “defenderme”, a decirle la verdad. Mí verdad. En cambio había preferido tratarme de esa manera, mentirme es una estratagema en la que yo no pude saber qué era la que pretendía y que una vez estuvimos a solas ejecutó de manera perfecta. Siempre había sabido mover las fichas sobre el tablero, y una vez más me lo demostró.
Él había pensado que tan sólo había sido un plan urdido y elaborado para traicionarlo por la vez en la que me había vendido a la Inquisición, que todo lo tenía calculado incluso el haber hecho que de alguna forma se abriera a mí, solo con la intención de darle un jaque definitivo como él pensaba que así había sido. ¿De verdad me veía de esa forma? ¿No le había quedado claro lo que a mí realmente me importaba y quería? Que dudara de mí, que no me diera la opción a explicarme y defenderme me dolió, porque significaba que no confiaba en mí lo suficiente como para preguntarme directamente, que no creía en mis palabras.
Mientras yo cavilaba en mis pensamientos todo aquello él había hecho una destrucción de la habitación, todo se había convertido en muebles rotos y astillados, todo por donde él pasaba era caos y destrucción… nada se salvaba de la ira que expresaba y todo quedó reducido a la nada, todo cuando una vez hubo en aquel lugar ya no existía… tan solo quedábamos nosotros dos en mitad de un vacío, como si fuera un abismo, que nos separaba y nos engullía. Tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo. Su mirada subió a la mía y pude ver ese color burdeos tan característico y al que me estaba acostumbrando a ver en sus ojos, apreté mis puños con fuerza y me quedé clavada en el sitio pese a su insistencia porque me fuera. Él había hablado y ahora, le gustara o no, iba a tener que escuchar mis palabras y lo que tuviera que decirle.
-No –dije de forma firme, con la voz todavía fría intentando esconder lo dolida que me encontraba, mí orgullo no me perdonaría jamás que cediera ahora y me viera débil, como como la última vez, nunca más. Ya no sería bienvenida, pero él me escucharía. Podía notar sus ojos casi arder por la furia que lo invadía ahora ante mí negativa, podría matarme y era consciente de ello, que la misma destrucción que había hecho en la habitación podría proyectarla en mí… y sin embargo, como siempre, me mantuve firme frente a él, desafiándolo, dándole la razón que tanto le había dicho de que no le temía- no pienso irme sin antes decirte algo, luego me marcharé y no volverás a verme en toda tú existencia –lo fulminé con la mirada, decepcionada y llena de rabia y de ira- Eres el vampiro más cobarde que he conocido en toda mí existencia –y sí, lo dije como un insulto para que le hiciera daño, al menos un mínimo de todo el daño que me había hecho él- Pudiste haberme preguntado si lo sabías, pudiste haber sabido la verdad de mis labios… pero era más fácil suponer lo que tú querías, ¿No es así? Patético –escupí sin medir mis palabras, dejando que parte de lo que llevaba dentro saliera a la luz- estabas esperando la ocasión perfecta para terminar con esto… enhorabuena, porque lo has conseguido. ¿Contento ahora? ¿Feliz de volver a tus esclavas y a tus rameras? –Una risa corta e irónica escapó de mis labios- Ahora sé lo que realmente piensas de mí, la gran hija de puta que puedo llegar a ser para urdir un plan tan elaborado y perfecto como este solamente con la única idea de venganza… no pensé que podrías llegar a caer tan bajo –parecía que se había olvidado de que casi había muerto por él, si planeaba vengarme no hubiera dejado que eso pasara bajo ningún concepto- ¿Sabes lo peor? Que lo que más me ha dolido es que ni siquiera me hayas dado la oportunidad de explicarme y decirte qué ha pasado en verdad, como si no lo mereciera -lo miré, sabía que mis siguientes palabras podrían ser mí tumba, sin embargo no me callé- Estás convencido de que te he traicionado, dijiste que me matarías si lo hacía, así que… ¿a qué esperas? Nada te detiene a hacerlo… para cuando sepas la verdad será tarde, y mí muerte te perseguirá, te carcomerá y te atormentará durante el resto de tú existencia... Eso sería una venganza perfecta.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Enarqué una ceja cuando dijo ese rotundo no, creo que había dejado mas que claro que quería que se largara.
Todo a nuestro alrededor era destrucción, yo había creado ese caos y solo nosotros quedábamos en pie.
¿No me temía? ¿no acababa de ver de lo que era capaz? Quería que se fuera y es por ello por lo que acorté la distancia que nos separaba gruñendole frente a sus ojos ahora rojo intenso.
Nuestro aliento entrechocó de forma salvaje, miradas que se fundieron en una, ella me retaba, allí, frente al monstruo que coronaba el infierno de la cámara se veía tan pequeña y tan grande al mismo tiempo.
Dijo que cuando acabará se largaría para siempre de mi vida y una punzada de dolor atravesó mi extinguido corazón. Durante todos estos siglos ella y yo habíamos tenido esta extraña relación de un sube y baja constante en el que nos perdíamos la pista durante años para después reencontrarnos, mas esta vez parecía la definitiva, el final de lo nuestro.
Mis ojos centellearon frente a los suyos, apreté el gesto pues no quería romperme, no allí, no frente a ella, pero estaba cerca.
De forma estoica aguanté sus palabras, impregnadas en verdad que camuflaban la mentira. ¿Cobarde? No era un cobarde, ella sabia que había arriesgado mucho permitiendole entrar en mi vida, si hubiera sido cobarde no hubiera pasado una semana enredado en su piel, creyendo que ser feliz era posible, convenciéndome de que quizás podía llegar a amar.
No era cobarde pues lo arriesgué todo por ella, pues puse mi mundo a sus pies y hubiera puesto mucho mas si ella me hubiera permitido mostrarle con el paso del tiempo que este monstruo estaba dispuesto a intentarlo de un modo desesperadamente necesitado.
¿Preguntar? No, esto no funciona así, la verdad se cuenta no se interroga, no era su torturador para sacar verdades a fuerza de látigo. Ella tenia que haberme confesado que el consejo me buscaba, que la muerte me acechaba y que habían intentado comprarla.
Ella tenia que haber acariciado mi piel, besado mis labios y haberme dicho que justos buscaríamos el modo de derrotarlos, a cambio había guardado silencio, si era cierto o no que se había negado a traicionarme solo ella lo sabia.
Mis ojos brillaban por la rabia y las lagrimas que en ellos se anegaban sin salir. Hundí las uñas en mi mano tratando de contener la rabia, vitae que corría cálida por mi palma.
-nadie me obligo a empezar una historia contigo, nunca dije que era un buen hombre, todo lo contrario ta hablé del monstruo que anidaba en mi, no me hagas el culpable de haberle dado fin a esto pues son tus silencios los que han devastado lo nuestro.
Me retó de nuevo, escupiendome mis propias palabras a la cara me recordó que había jurado que le daría sepultura si la traición se consumaba en nuestra relación, odiaba que me tocara así el orgullo, que me demostrara algo que yo ya sabia, que ella era mi maldita debilidad y que estaba perdido frente a sus ojos pardos pues no podía hacerle daño.
Había destrozado la habitación pero ni un solo pelo había tocado de su cabeza.
-No -sentencie dejando que mis dedos recorrieran con suavidad su yugular -vete. Ya has terminado todo lo que tenias que hacer en esta habitación de hotel.
Solo quería beber, matar y salir a tomar el sol, por primera vez mis seis mil años pesaban demasiado sobre mi cuerpo, demasiados juegos de tronos que ahora, sentenciado a muerte por una mujer se me antojaban absurdos y sin sentido.
-Vete -gruñí cerrando los ojos agotado, abatido mientras esperaba que sonara el portazo de la habitación.
Todo a nuestro alrededor era destrucción, yo había creado ese caos y solo nosotros quedábamos en pie.
¿No me temía? ¿no acababa de ver de lo que era capaz? Quería que se fuera y es por ello por lo que acorté la distancia que nos separaba gruñendole frente a sus ojos ahora rojo intenso.
Nuestro aliento entrechocó de forma salvaje, miradas que se fundieron en una, ella me retaba, allí, frente al monstruo que coronaba el infierno de la cámara se veía tan pequeña y tan grande al mismo tiempo.
Dijo que cuando acabará se largaría para siempre de mi vida y una punzada de dolor atravesó mi extinguido corazón. Durante todos estos siglos ella y yo habíamos tenido esta extraña relación de un sube y baja constante en el que nos perdíamos la pista durante años para después reencontrarnos, mas esta vez parecía la definitiva, el final de lo nuestro.
Mis ojos centellearon frente a los suyos, apreté el gesto pues no quería romperme, no allí, no frente a ella, pero estaba cerca.
De forma estoica aguanté sus palabras, impregnadas en verdad que camuflaban la mentira. ¿Cobarde? No era un cobarde, ella sabia que había arriesgado mucho permitiendole entrar en mi vida, si hubiera sido cobarde no hubiera pasado una semana enredado en su piel, creyendo que ser feliz era posible, convenciéndome de que quizás podía llegar a amar.
No era cobarde pues lo arriesgué todo por ella, pues puse mi mundo a sus pies y hubiera puesto mucho mas si ella me hubiera permitido mostrarle con el paso del tiempo que este monstruo estaba dispuesto a intentarlo de un modo desesperadamente necesitado.
¿Preguntar? No, esto no funciona así, la verdad se cuenta no se interroga, no era su torturador para sacar verdades a fuerza de látigo. Ella tenia que haberme confesado que el consejo me buscaba, que la muerte me acechaba y que habían intentado comprarla.
Ella tenia que haber acariciado mi piel, besado mis labios y haberme dicho que justos buscaríamos el modo de derrotarlos, a cambio había guardado silencio, si era cierto o no que se había negado a traicionarme solo ella lo sabia.
Mis ojos brillaban por la rabia y las lagrimas que en ellos se anegaban sin salir. Hundí las uñas en mi mano tratando de contener la rabia, vitae que corría cálida por mi palma.
-nadie me obligo a empezar una historia contigo, nunca dije que era un buen hombre, todo lo contrario ta hablé del monstruo que anidaba en mi, no me hagas el culpable de haberle dado fin a esto pues son tus silencios los que han devastado lo nuestro.
Me retó de nuevo, escupiendome mis propias palabras a la cara me recordó que había jurado que le daría sepultura si la traición se consumaba en nuestra relación, odiaba que me tocara así el orgullo, que me demostrara algo que yo ya sabia, que ella era mi maldita debilidad y que estaba perdido frente a sus ojos pardos pues no podía hacerle daño.
Había destrozado la habitación pero ni un solo pelo había tocado de su cabeza.
-No -sentencie dejando que mis dedos recorrieran con suavidad su yugular -vete. Ya has terminado todo lo que tenias que hacer en esta habitación de hotel.
Solo quería beber, matar y salir a tomar el sol, por primera vez mis seis mil años pesaban demasiado sobre mi cuerpo, demasiados juegos de tronos que ahora, sentenciado a muerte por una mujer se me antojaban absurdos y sin sentido.
-Vete -gruñí cerrando los ojos agotado, abatido mientras esperaba que sonara el portazo de la habitación.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
No estaba acostumbrada a sentirme de esa manera frente a Assur, no estaba acostumbrada a estar tan dolida y rota como estaba en aquel momento, a veces yo también sabía poner unos muros para que nadie pudiera notar cómo me sentía por dentro, lo dolida que estaba, lo rota y descompuesta en miles de pedazos que se iban desintegrando con cada segundo que pasaba en esa habitación. Sentía tantas cosas en mí interior en ese momento, una vorágine de sentimientos y sensaciones que me devoraban y me consumían parada frente aquella puerta en la que le daba la espalda, sin ser consciente pero siéndolo de algún modo de la devastación que ahora asolaba la habitación, esa en la que habíamos pasado unos días llenos de… amor. Al menos yo lo había sentido así, lleno de caricias, de interminable y descontrolada pasión, incluso hasta de sentimientos… algo que me había hecho ver una cara oculta de aquel vampiro, una que nunca mostraba.
Llegué a creer que podía ser posible, que podíamos llevar aquella relación que teníamos y sobreponernos a todo lo que se nos enfrentara, a las dudas, a los miedos…. porque sí, a veces tenía miedo que del mismo modo que había empezado pudiera terminar. No quería pensar el hecho de que un nuevo día me despertaría y todo se rompiera y acabara, justo como estaba pasando en ese preciso momento. Aún no me podía creer que hubiera pensado que podría ser capaz de traicionarlo de esa manera, cuando había sido yo quien le había hecho dar ese paso sacándolo de su zona de confort, de sus murallas seguras donde tras una barrera no dejaba traspasar nada, ni a nadie.
Era absurdo pensar que yo habría urdido todo aquel plan para asestarle un jaque mate en aquella partida que durante siglos habíamos jugado, en la que siempre uno perdía y otro salía vencedor… pero que siempre volvíamos a empezar con el paso del tiempo. Siempre había pensado que lo hacíamos de forma inconsciente, como si quisiéramos terminar de verdad la partida con el único propósito y pretexto de volver a empezarla, ya que era la única forma de estar “juntos” aunque fuera por un periodo breve de tiempo. Y ahora que tras siglos había conseguido dar ese paso, ahora que por fin había hecho que aquel vampiro mostrara algo de sus sentimientos y poder estar con él… me despachaba de aquella manera, me tratara como a una vulgar fulana y me rompía con su forma de ser y de actuar. Y todo porque no le había dicho que el consejo me había llamado.
Estaba convencido de que le había traicionado y no solo eso, sino que también le había dolido que no le dijera nada pero, ¿acaso me había dejado opción y tiempo? Verdad era que ya había tomado la decisión de no decirle nada, sabía cómo era, su temperamento, su carácter y de decírselo habría ido contra el consejo sin pensarlo, de cabeza a por ellos… y no era lo que quería. Admitía que, quizás, me había equivocado en ello pero… ¿eso justificaba cómo se había comportado? ¿Cómo me había tratado? ¿El desprecio, la indiferencia? ¿Justificaba el daño recibido no solo físico, que era el que menos me importaba en ese momento, sino el emocional? Al parecer, para él sí, lo justificaba.
Se acercó nada más decirle que no iba a moverme de allí como me había pedido y pude sentir sus ojos, de ese color burdeos, puestos sobre los míos que serían de fuego. Su respiración agitada chocaba contra mis labios y me tuve que morder estos ante la cercanía de tenerlo y no poder besarle… dolía tanto tenerlo delante de mí y no poder hacer nada. Decir que me alejaría de él para siempre no había sido fácil, mí cabeza me decía que debía de callarme y que no iba a aguantar una eternidad sin estar a su lado ahora que sabía lo que era tenerlo para mí, pero el orgullo había hablado y no supe a quién de los dos le dolió más mis palabras, quizás a ambos y ninguno íbamos a reconocerlo. Como ya le había dicho algunas veces; éramos demasiado parecidos. Sus ojos brillaban por mis palabras, quizás de la misma forma que brillaban los míos sin querer dejar ver lo rota que estaba por dentro en ese momento.
-¿Qué mis silencios han devastado lo nuestro? -No podía creer lo que estaba escuchando salir de sus labios- ¿Acaso tú me has dejado la oportunidad de siquiera decirte algo? -No sabía lo que él estaría sintiendo, pero yo por momentos notaba cada vez más que lo estaba perdiendo, que un muro y un abismo nos separaban cada vez más y hacían más grande la distancia entre ambos… era demasiado triste. Era muy triste pensar que lo que podía haber sido no duró lo suficiente para comprobar cómo éramos juntos y lo que podíamos hacer, era triste pensar que al primer bache y problema que se nos presentaba lo tirábamos todo por la borda. Una parte de mí se negó a aceptarlo, aceptar que aquello se acabara de verdad y para siempre terminando con nuestra relación, pero esta vez poniendo y punto final. No lo quería, no quería perderlo y menos cuando había visto lo… feliz, sí, feliz que era a su lado.
Mis palabras tampoco ayudaron demasiado pero de alguna forma tenía que sacar todo lo que llevaba dentro que me carcomía por dentro, los dos éramos demasiado cabezotas como para dar nuestro brazo a torcer, y comprendí que si ninguno hacía nada por intentar salvar lo que había entre los dos… se acabaría para siempre. Negó de nuevo y sus dedos se deslizaron despacio como una caricia por mí cuello, había destrozado todo en aquella habitación y aun cuando me había jurado que me mataría si le llegaba a traicionar… era incapaz de hacerlo. De ser él, yo tampoco habría podido. Volvió a pedirme que me fuera y me marchara, cerró los ojos dejando caer sus dedos y… me mató verlo de esa forma. Tan abatido, tan devastado… ¿de verdad íbamos a dejar que aquello terminara con lo que teníamos? Mí espalda chocó contra la pared y me di cuenta de que no iba a ser capaz de abandonar aquella habitación, no de esa forma, no sabiendo que si la abandonaba… todo terminaría. Estaba tan cabreada en ese momento, no solo por la situación, sino porque por culpa del maldito consejo íbamos a separarnos, seguramente esa vampira se reiría de saberlo y estaba segura de que se enteraría.
-Assur -pronuncié su nombre notando que mis ojos brillaban e incluso me picaban, ¿un vampiro podría llorar? Nunca había estado en una situación parecida para comprobarlo, pero en ese momento me daba la sensación de que sí. Mí voz sonaba dolida, en un tono bajo- no puedo marcharme de esta habitación, no puedo alejarme de ti -terminé confesando porque, realmente, podía decir que me iría y me alejaría pero… en el fondo no iba a hacerlo, mí orgullo podría decir de boca hacia fuera, pero mí corazón, ese que llevaba muerto tantos siglos y que a veces sentía que volvía a la vida cuando estaba con él, decía todo lo contrario. Y mandaba sobre mí orgullo- ¿De verdad vamos a dejar que el primer bache que nos hemos topado en el camino nos venza, que ellos ganen? -Di un paso acercándome a él acortando de nuevo la distancia- Assur, no quiero pelear contigo, quiero pelear por ti… ¿entiendes la diferencia? -Pregunté esperando que, si yo cedía, él lograra escucharme y podamos arreglarlo- Admito mí error, debí decirte que el consejo mandó citarme esta noche ante su presencia, admito que no sabía por qué querrían hacerlo ni sus motivos, al igual que admito que no sabía que tú tuvieras trato con ellos… yo siempre he oído hablar que existe pero jamás he estado en su presencia, hasta esta noche -esperaba que viera la verdad es mís ojos y la escuchara en mis palabras- Si no te dije en un principio que lo habían hecho fue porque te conozco, sé de tú carácter y sé que habrías querido ir a vengarte por intentar ponerme en tú contra para venderte a ellos… no por mantenerte engañado en algún complot con ellos -hice una leve pausa en la que me mordí el labio- Te quiero -dije de forma firme y segura, algo que no le había dicho en ningún momento- mí amor por ti me impediría traicionarte como crees que he hecho, espero que lo entiendas. ¿Quieres saber qué pasó? -Deslicé mí mano para apartar el pelo de mí cuello, ofreciéndoselo. Si bebía de mí podría ver como si lo hiciera con mis propios ojos lo que pasó ante el consejo- Bebe -pedí mirándolo- ahonda en mis pensamientos y ve por ti mismo lo que pasó ante el consejo y cuál fue mí respuesta, sabes que es la forma de saber la verdad sin máscaras, sin mentiras -mis ojos estaban fijos en los suyos- Hazlo, no tengo nada que esconder.
Llegué a creer que podía ser posible, que podíamos llevar aquella relación que teníamos y sobreponernos a todo lo que se nos enfrentara, a las dudas, a los miedos…. porque sí, a veces tenía miedo que del mismo modo que había empezado pudiera terminar. No quería pensar el hecho de que un nuevo día me despertaría y todo se rompiera y acabara, justo como estaba pasando en ese preciso momento. Aún no me podía creer que hubiera pensado que podría ser capaz de traicionarlo de esa manera, cuando había sido yo quien le había hecho dar ese paso sacándolo de su zona de confort, de sus murallas seguras donde tras una barrera no dejaba traspasar nada, ni a nadie.
Era absurdo pensar que yo habría urdido todo aquel plan para asestarle un jaque mate en aquella partida que durante siglos habíamos jugado, en la que siempre uno perdía y otro salía vencedor… pero que siempre volvíamos a empezar con el paso del tiempo. Siempre había pensado que lo hacíamos de forma inconsciente, como si quisiéramos terminar de verdad la partida con el único propósito y pretexto de volver a empezarla, ya que era la única forma de estar “juntos” aunque fuera por un periodo breve de tiempo. Y ahora que tras siglos había conseguido dar ese paso, ahora que por fin había hecho que aquel vampiro mostrara algo de sus sentimientos y poder estar con él… me despachaba de aquella manera, me tratara como a una vulgar fulana y me rompía con su forma de ser y de actuar. Y todo porque no le había dicho que el consejo me había llamado.
Estaba convencido de que le había traicionado y no solo eso, sino que también le había dolido que no le dijera nada pero, ¿acaso me había dejado opción y tiempo? Verdad era que ya había tomado la decisión de no decirle nada, sabía cómo era, su temperamento, su carácter y de decírselo habría ido contra el consejo sin pensarlo, de cabeza a por ellos… y no era lo que quería. Admitía que, quizás, me había equivocado en ello pero… ¿eso justificaba cómo se había comportado? ¿Cómo me había tratado? ¿El desprecio, la indiferencia? ¿Justificaba el daño recibido no solo físico, que era el que menos me importaba en ese momento, sino el emocional? Al parecer, para él sí, lo justificaba.
Se acercó nada más decirle que no iba a moverme de allí como me había pedido y pude sentir sus ojos, de ese color burdeos, puestos sobre los míos que serían de fuego. Su respiración agitada chocaba contra mis labios y me tuve que morder estos ante la cercanía de tenerlo y no poder besarle… dolía tanto tenerlo delante de mí y no poder hacer nada. Decir que me alejaría de él para siempre no había sido fácil, mí cabeza me decía que debía de callarme y que no iba a aguantar una eternidad sin estar a su lado ahora que sabía lo que era tenerlo para mí, pero el orgullo había hablado y no supe a quién de los dos le dolió más mis palabras, quizás a ambos y ninguno íbamos a reconocerlo. Como ya le había dicho algunas veces; éramos demasiado parecidos. Sus ojos brillaban por mis palabras, quizás de la misma forma que brillaban los míos sin querer dejar ver lo rota que estaba por dentro en ese momento.
-¿Qué mis silencios han devastado lo nuestro? -No podía creer lo que estaba escuchando salir de sus labios- ¿Acaso tú me has dejado la oportunidad de siquiera decirte algo? -No sabía lo que él estaría sintiendo, pero yo por momentos notaba cada vez más que lo estaba perdiendo, que un muro y un abismo nos separaban cada vez más y hacían más grande la distancia entre ambos… era demasiado triste. Era muy triste pensar que lo que podía haber sido no duró lo suficiente para comprobar cómo éramos juntos y lo que podíamos hacer, era triste pensar que al primer bache y problema que se nos presentaba lo tirábamos todo por la borda. Una parte de mí se negó a aceptarlo, aceptar que aquello se acabara de verdad y para siempre terminando con nuestra relación, pero esta vez poniendo y punto final. No lo quería, no quería perderlo y menos cuando había visto lo… feliz, sí, feliz que era a su lado.
Mis palabras tampoco ayudaron demasiado pero de alguna forma tenía que sacar todo lo que llevaba dentro que me carcomía por dentro, los dos éramos demasiado cabezotas como para dar nuestro brazo a torcer, y comprendí que si ninguno hacía nada por intentar salvar lo que había entre los dos… se acabaría para siempre. Negó de nuevo y sus dedos se deslizaron despacio como una caricia por mí cuello, había destrozado todo en aquella habitación y aun cuando me había jurado que me mataría si le llegaba a traicionar… era incapaz de hacerlo. De ser él, yo tampoco habría podido. Volvió a pedirme que me fuera y me marchara, cerró los ojos dejando caer sus dedos y… me mató verlo de esa forma. Tan abatido, tan devastado… ¿de verdad íbamos a dejar que aquello terminara con lo que teníamos? Mí espalda chocó contra la pared y me di cuenta de que no iba a ser capaz de abandonar aquella habitación, no de esa forma, no sabiendo que si la abandonaba… todo terminaría. Estaba tan cabreada en ese momento, no solo por la situación, sino porque por culpa del maldito consejo íbamos a separarnos, seguramente esa vampira se reiría de saberlo y estaba segura de que se enteraría.
-Assur -pronuncié su nombre notando que mis ojos brillaban e incluso me picaban, ¿un vampiro podría llorar? Nunca había estado en una situación parecida para comprobarlo, pero en ese momento me daba la sensación de que sí. Mí voz sonaba dolida, en un tono bajo- no puedo marcharme de esta habitación, no puedo alejarme de ti -terminé confesando porque, realmente, podía decir que me iría y me alejaría pero… en el fondo no iba a hacerlo, mí orgullo podría decir de boca hacia fuera, pero mí corazón, ese que llevaba muerto tantos siglos y que a veces sentía que volvía a la vida cuando estaba con él, decía todo lo contrario. Y mandaba sobre mí orgullo- ¿De verdad vamos a dejar que el primer bache que nos hemos topado en el camino nos venza, que ellos ganen? -Di un paso acercándome a él acortando de nuevo la distancia- Assur, no quiero pelear contigo, quiero pelear por ti… ¿entiendes la diferencia? -Pregunté esperando que, si yo cedía, él lograra escucharme y podamos arreglarlo- Admito mí error, debí decirte que el consejo mandó citarme esta noche ante su presencia, admito que no sabía por qué querrían hacerlo ni sus motivos, al igual que admito que no sabía que tú tuvieras trato con ellos… yo siempre he oído hablar que existe pero jamás he estado en su presencia, hasta esta noche -esperaba que viera la verdad es mís ojos y la escuchara en mis palabras- Si no te dije en un principio que lo habían hecho fue porque te conozco, sé de tú carácter y sé que habrías querido ir a vengarte por intentar ponerme en tú contra para venderte a ellos… no por mantenerte engañado en algún complot con ellos -hice una leve pausa en la que me mordí el labio- Te quiero -dije de forma firme y segura, algo que no le había dicho en ningún momento- mí amor por ti me impediría traicionarte como crees que he hecho, espero que lo entiendas. ¿Quieres saber qué pasó? -Deslicé mí mano para apartar el pelo de mí cuello, ofreciéndoselo. Si bebía de mí podría ver como si lo hiciera con mis propios ojos lo que pasó ante el consejo- Bebe -pedí mirándolo- ahonda en mis pensamientos y ve por ti mismo lo que pasó ante el consejo y cuál fue mí respuesta, sabes que es la forma de saber la verdad sin máscaras, sin mentiras -mis ojos estaban fijos en los suyos- Hazlo, no tengo nada que esconder.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Con los ojos cerrados sentí como algo impactaba por la pared, abrí los ojos para encontrarme a Sun apoyada en ella.
En ese momento la devastada habitación no era nada comparado con lo destruidos que estábamos ambos, uno frente al otro, orgullosos, tratando de mantener el tipo. Me había equivocado, no necesité palabras pues sus ojos húmedos como los míos lo gritaban.
Dejé escapar el aire cuando con la voz trémula pronuncio mi nombre, mis labios se entreabrieron, quería ir, pero estaba anclado al suelo, no sabia como se hacían estas cosas.
¿Como se pide perdón tras haberla forzado?
Negué con la cabeza al decirme que no podía abandonar la habitación, pero eso la sentenciaba a una vida a mi lado, junto a un monstruo que jamas preguntaría si no que se limitaría a actuar de forma instintiva sacando de si lo peor, esa mujer a mi lado acabaría convirtiéndose en un ser infeliz, pues yo era oscuridad y ella se estaba convirtiendo en luz. La necesitaba, admito que así era, pero ¿era justo? Tener luz en mi caotica vida era mas de lo que merecía.
Como si leyera mis pensamientos me dijo que no podíamos dejarnos vencer por el primer bache del camino, mas en parte eso era lo que me preocupaba que había sido el primero mas no seria le ultimo. Solo los dioses sabían lo que seria capaz de hacerle en venideras ocasiones.
Necesitaba su tacto sobre mi piel y de nuevo eso me regalo, una caricia muda que me forzó a alzar los ojos del suelo para enfrentar su parda mirada.
Quería luchar, yo también, por ella, por mi, por nosotros, pero...
Asentí como un niño chico a su pregunta, perdido en mi mar de dudas consciente de que no era bueno ni para ella, ni para nadie, que por algo había decidido pasar los 6000 años solo, no era un capricho si no la forma de mantenerme preso.
Mis ojos se perdieron en sus labios,
Sus palabras acariciaban los miso, era cierto, no necesitaba alzar la mirada para saber que no mentía, no me había traicionado, solo había temido que mi reacción fuera la de la bestia que era, me conocía y temía que me plantara frente al consejo e hiciera una masacre por haber osado llevársela e intentar doblegarla poniéndola en mi contra.
Admito que tenia razón, que posiblemente esa hubiera sido mi reacción, una que hubiera traído consecuencias.
No estaba vendiéndome si no protegiéndome.
Se mordió el labio y mi boca se orilló a la suya en un acto reflejo, mas ese “Te quiero” me paralizo.
Mi pecho subía y bajaba de forma entrecortada, no me atrevía a moverme porque si sentía ese te quiero que no pronuncie, pero me daba miedo admitirlo, si era un cobarde, uno de los mas grandes.
Ella había dicho grandes verdes aquella noche y yo, solo me escondía tras los mil escudos para no aparentar vulnerable.
La avisé, para mi querer no era fácil, no sabia hacerlo, la prueba de todo ello era justo esto, ni una palabra pronunciada, solo silencio.
Acorté la distancia que separaba nuestros labios, tibio beso como si tras mi acto inhumano ahora pudiera romperla en mil pedazos.
Mis dedos se pasearon por su mejilla, acariciando su piel suavemente.
“Lo siento” pensé mas tampoco lo dije, solo la bese, deslizando mi lengua muy despacio por entre sus labios, enredándome en la suya, bebiendo de aquella paz que me producía el lento movimiento calmo de las olas, la tormenta había pasado.
-No beberé de ti, no ahora y no para eso -la alcé de las nalgas para fundirnos en un beso sentido, apasionado y necesitado mientras a nuestro alrededor el caos evidenciaba lo sentido -déjame hacerte el amor -alcé la mirada para fundirme en sus pardos, esto era lo mas cerca que había estado en mi vida de ese “te quiero” no pronunciado.
En ese momento la devastada habitación no era nada comparado con lo destruidos que estábamos ambos, uno frente al otro, orgullosos, tratando de mantener el tipo. Me había equivocado, no necesité palabras pues sus ojos húmedos como los míos lo gritaban.
Dejé escapar el aire cuando con la voz trémula pronuncio mi nombre, mis labios se entreabrieron, quería ir, pero estaba anclado al suelo, no sabia como se hacían estas cosas.
¿Como se pide perdón tras haberla forzado?
Negué con la cabeza al decirme que no podía abandonar la habitación, pero eso la sentenciaba a una vida a mi lado, junto a un monstruo que jamas preguntaría si no que se limitaría a actuar de forma instintiva sacando de si lo peor, esa mujer a mi lado acabaría convirtiéndose en un ser infeliz, pues yo era oscuridad y ella se estaba convirtiendo en luz. La necesitaba, admito que así era, pero ¿era justo? Tener luz en mi caotica vida era mas de lo que merecía.
Como si leyera mis pensamientos me dijo que no podíamos dejarnos vencer por el primer bache del camino, mas en parte eso era lo que me preocupaba que había sido el primero mas no seria le ultimo. Solo los dioses sabían lo que seria capaz de hacerle en venideras ocasiones.
Necesitaba su tacto sobre mi piel y de nuevo eso me regalo, una caricia muda que me forzó a alzar los ojos del suelo para enfrentar su parda mirada.
Quería luchar, yo también, por ella, por mi, por nosotros, pero...
Asentí como un niño chico a su pregunta, perdido en mi mar de dudas consciente de que no era bueno ni para ella, ni para nadie, que por algo había decidido pasar los 6000 años solo, no era un capricho si no la forma de mantenerme preso.
Mis ojos se perdieron en sus labios,
Sus palabras acariciaban los miso, era cierto, no necesitaba alzar la mirada para saber que no mentía, no me había traicionado, solo había temido que mi reacción fuera la de la bestia que era, me conocía y temía que me plantara frente al consejo e hiciera una masacre por haber osado llevársela e intentar doblegarla poniéndola en mi contra.
Admito que tenia razón, que posiblemente esa hubiera sido mi reacción, una que hubiera traído consecuencias.
No estaba vendiéndome si no protegiéndome.
Se mordió el labio y mi boca se orilló a la suya en un acto reflejo, mas ese “Te quiero” me paralizo.
Mi pecho subía y bajaba de forma entrecortada, no me atrevía a moverme porque si sentía ese te quiero que no pronuncie, pero me daba miedo admitirlo, si era un cobarde, uno de los mas grandes.
Ella había dicho grandes verdes aquella noche y yo, solo me escondía tras los mil escudos para no aparentar vulnerable.
La avisé, para mi querer no era fácil, no sabia hacerlo, la prueba de todo ello era justo esto, ni una palabra pronunciada, solo silencio.
Acorté la distancia que separaba nuestros labios, tibio beso como si tras mi acto inhumano ahora pudiera romperla en mil pedazos.
Mis dedos se pasearon por su mejilla, acariciando su piel suavemente.
“Lo siento” pensé mas tampoco lo dije, solo la bese, deslizando mi lengua muy despacio por entre sus labios, enredándome en la suya, bebiendo de aquella paz que me producía el lento movimiento calmo de las olas, la tormenta había pasado.
-No beberé de ti, no ahora y no para eso -la alcé de las nalgas para fundirnos en un beso sentido, apasionado y necesitado mientras a nuestro alrededor el caos evidenciaba lo sentido -déjame hacerte el amor -alcé la mirada para fundirme en sus pardos, esto era lo mas cerca que había estado en mi vida de ese “te quiero” no pronunciado.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Esperaba que después de mis palabras entendiera y pudiera ver la verdad en ellas, la razón por la que no quise contarle qué era lo que el consejo quería que hiciera, la razón por la que simplemente me negué a decirle que me habían citado. Sabía como era el vampiro, el carácter tan explosivo y devastador que tenía y sin duda alguna iría contra ellos como venganza por intentar que cambiara de bando y lo vendiera. Nada más había que ver como estaba la habitación para darse cuenta de lo que podría haber hecho frente al Consejo. No quería que se tomara venganza e incluso quizás ellos pensaran que él tomaría alguna represalia por ello y estuvieran preparados. No me perdonaría que algo le pasara por ese juego al que ellos quisieron jugar y al que yo les di jaque mate, dejándonos victoriosos de ello.
O eso fue lo que quería pensar hasta que la tormenta se desató y estalló, ahora pagábamos los dos las consecuencias y no lo quería. Podría irme y alejarme de él pero sabía que no era eso lo que en el fondo quería y, de alguna forma, tenía que hacerle entender que debíamos de seguir juntos disfrutando como lo estábamos haciendo de esa semana que llevábamos juntos. Tenía todo cuanto quería y si tenía que luchar por él, ante el consejo, los arrastraría al infierno si hacía falta. Mí mirada ahora estaba puesta en la suya y había acortado la distancia que nos separaba y que a mí me pesaba entre ambos, sus ojos estaban fijos en el suelo y no se atrevía a mirarme, quizás no podía tras lo que me había hecho contra la pared.
La alzo finalmente para mirarme cuando le dije que quería pelear por él y no contra él, asintió dándome a entender que lo había entendido. Debía de saber los motivos y entender que si me callé fue precisamente para protegerlo y no para traicionarlo, debía de saberlo. No supe por qué pero las palabras salieron sin pensarlo demasiado de mis labios, quizás porque quería que viera la verdad aunque no hiciera falta, era la primera vez en toda mí existencia inmortal que le decía a alguien que le quería, sentido, verdadero. Mis ojos lo miraron tras decir aquellas palabras, pude notar que se iba a inclinar hacia mí rostro pero que ahora se había quedado quieto, como si no esperara que le dijera esas palabras, y por la forma en la que se quedó a escasos centímetros de mis labios me pude dar cuenta de que así era.
Su pecho subía y bajaba y notaba su respiración entrecortada, pero no sabía si era por la devastación que había hecho o por mis palabras. Sus ojos puestos en los míos y su cuerpo quieto, no dijo nada, no hizo nada, ningún gesto, ningún ademán, ninguna sonrisa socarrona por mis palabras, ni frunció el ceño… estaba tan perdido con lo que le había dicho como lo estaba un niño pequeño. Pensé que nunca nadie le habría dicho algo así en toda su existencia, si se había negado a que alguien penetrara sus muros y murallas era bastante probable. Tampoco esperaba que me dijera un “yo también te quiero”, aunque no iba a negar que lo necesité. Sabía lo que le costaba expresarse y por ello en parte no me molestó su reacción, aunque me hubiera gustado que dijera algo.
Lo que sí hizo fue acortar la distancia y besarme de una forma que no la había hecho hasta ahora. Cuidadoso, casi con miedo de mí reacción por el beso. Pausado, lento, incluso podría decir que hasta tierno. Sus dedos acariciando de forma lenta y suave mí mejilla, sus labios en los míos, su lengua buscando la mía de forma lenta y sentida como si me quisiera dar a entender lo que con ese beso no podía decirme con palabras. A pesar de lo chocante que podía ser viniendo de aquel vampiro, fue en principio un beso bastante tierno y sentido del que disfruté, pude sentir su disculpa aunque también sonó tan clara en su pensamiento que la pude percibir. Mis ojos lo miraron cuando tras haberle ofrecido mí cuello para que viera la verdad se negó a hacerlo, de alguna forma necesitaba que lo hiciera y ya no por él, por mí.
-Necesito que lo hagas, quiero que lo veas Assur y quedarme tranquila, que veas lo que están dispuestos a hacer y a conceder solamente por tenerte –gruñí por ello contra sus labios, los odiaba y los hacía culpables directos de lo que había pasado. Mis manos aferraron su camisa entorno a sus costados- La única persona a la que perteneces es a mí, y sobre mí cadáver dejar que ellos te tengan. Si hay que arrastrarlos al infierno… que así sea –porque sabía que él no iba a dejar pasar impune aquel acto, y que el consejo no nos iba a dejar tranquilos y menos después de mí osadía para con ellos. Sus manos me alzaron y volvió a buscar mis labios de nuevo de una forma casi necesitada en mitad de aquel caos donde solamente permanecíamos en pie nosotros. Mí brazo rodeó su cuello sintiendo mí cuerpo contra el suyo, jadeé contra sus labios ante sus palabras y supe por qué las dijo. Quería resarcirse por lo que había hecho, como si de esa forma me pidiera perdón y pudiera demostrarme lo que sentía en ese acto. Yo lo necesitaba, como si de alguna forma aquello borrara lo que había pasado antes, quería sentirlo sobre mí piel, que me amara a su forma y manera, ¿cómo negarme cuando yo era lo que quería? Aquel acto demostraba más de lo que quizás ahora él pudiera decirme con palabras- Nadie nunca me ha hecho el amor –mis ojos en los suyos, ahora los dos algo más calmados, mis labios acariciando los suyos y mí dedo perdiéndose por su cuello- Hazlo… por favor –pedí porque lo necesitaba, que borrara la huella que había dejado en mí cuerpo llena de frustración, ira y rabia, que purgara de alguna forma cómo me había hecho sentir tal acto. Mis labios buscaron los suyos y lo besé sintiendo que lo necesitaba adueñándome de su boca de forma lenta y pausada, quería buscar mucho más en él, buscar algo más allá de la lujuria y de la pasión, algo que me hiciera sentir sin palabras lo que aquel vampiro podía sentir por mí y que no se atrevía a decirme o no podía hacerlo. Lo necesitaba como si necesitara el aire para respirar, antes había dicho que me amaba cargado por la rabia de la traición y ahora quería sentirlo. Subí a su oreja cuando me separé y dejé un beso en la parte de detrás de esta- Has roto la cama –comenté observando cómo todo estaba completamente destrozado, no había quedado nada en pie- al menos no has roto el colchón –mordí el lóbulo de su oreja con un deje divertido- Te necesito, Assur -volví a juntar nuestros labios sin la intención de separar mí cuerpo del suyo, no al menos todavía.
O eso fue lo que quería pensar hasta que la tormenta se desató y estalló, ahora pagábamos los dos las consecuencias y no lo quería. Podría irme y alejarme de él pero sabía que no era eso lo que en el fondo quería y, de alguna forma, tenía que hacerle entender que debíamos de seguir juntos disfrutando como lo estábamos haciendo de esa semana que llevábamos juntos. Tenía todo cuanto quería y si tenía que luchar por él, ante el consejo, los arrastraría al infierno si hacía falta. Mí mirada ahora estaba puesta en la suya y había acortado la distancia que nos separaba y que a mí me pesaba entre ambos, sus ojos estaban fijos en el suelo y no se atrevía a mirarme, quizás no podía tras lo que me había hecho contra la pared.
La alzo finalmente para mirarme cuando le dije que quería pelear por él y no contra él, asintió dándome a entender que lo había entendido. Debía de saber los motivos y entender que si me callé fue precisamente para protegerlo y no para traicionarlo, debía de saberlo. No supe por qué pero las palabras salieron sin pensarlo demasiado de mis labios, quizás porque quería que viera la verdad aunque no hiciera falta, era la primera vez en toda mí existencia inmortal que le decía a alguien que le quería, sentido, verdadero. Mis ojos lo miraron tras decir aquellas palabras, pude notar que se iba a inclinar hacia mí rostro pero que ahora se había quedado quieto, como si no esperara que le dijera esas palabras, y por la forma en la que se quedó a escasos centímetros de mis labios me pude dar cuenta de que así era.
Su pecho subía y bajaba y notaba su respiración entrecortada, pero no sabía si era por la devastación que había hecho o por mis palabras. Sus ojos puestos en los míos y su cuerpo quieto, no dijo nada, no hizo nada, ningún gesto, ningún ademán, ninguna sonrisa socarrona por mis palabras, ni frunció el ceño… estaba tan perdido con lo que le había dicho como lo estaba un niño pequeño. Pensé que nunca nadie le habría dicho algo así en toda su existencia, si se había negado a que alguien penetrara sus muros y murallas era bastante probable. Tampoco esperaba que me dijera un “yo también te quiero”, aunque no iba a negar que lo necesité. Sabía lo que le costaba expresarse y por ello en parte no me molestó su reacción, aunque me hubiera gustado que dijera algo.
Lo que sí hizo fue acortar la distancia y besarme de una forma que no la había hecho hasta ahora. Cuidadoso, casi con miedo de mí reacción por el beso. Pausado, lento, incluso podría decir que hasta tierno. Sus dedos acariciando de forma lenta y suave mí mejilla, sus labios en los míos, su lengua buscando la mía de forma lenta y sentida como si me quisiera dar a entender lo que con ese beso no podía decirme con palabras. A pesar de lo chocante que podía ser viniendo de aquel vampiro, fue en principio un beso bastante tierno y sentido del que disfruté, pude sentir su disculpa aunque también sonó tan clara en su pensamiento que la pude percibir. Mis ojos lo miraron cuando tras haberle ofrecido mí cuello para que viera la verdad se negó a hacerlo, de alguna forma necesitaba que lo hiciera y ya no por él, por mí.
-Necesito que lo hagas, quiero que lo veas Assur y quedarme tranquila, que veas lo que están dispuestos a hacer y a conceder solamente por tenerte –gruñí por ello contra sus labios, los odiaba y los hacía culpables directos de lo que había pasado. Mis manos aferraron su camisa entorno a sus costados- La única persona a la que perteneces es a mí, y sobre mí cadáver dejar que ellos te tengan. Si hay que arrastrarlos al infierno… que así sea –porque sabía que él no iba a dejar pasar impune aquel acto, y que el consejo no nos iba a dejar tranquilos y menos después de mí osadía para con ellos. Sus manos me alzaron y volvió a buscar mis labios de nuevo de una forma casi necesitada en mitad de aquel caos donde solamente permanecíamos en pie nosotros. Mí brazo rodeó su cuello sintiendo mí cuerpo contra el suyo, jadeé contra sus labios ante sus palabras y supe por qué las dijo. Quería resarcirse por lo que había hecho, como si de esa forma me pidiera perdón y pudiera demostrarme lo que sentía en ese acto. Yo lo necesitaba, como si de alguna forma aquello borrara lo que había pasado antes, quería sentirlo sobre mí piel, que me amara a su forma y manera, ¿cómo negarme cuando yo era lo que quería? Aquel acto demostraba más de lo que quizás ahora él pudiera decirme con palabras- Nadie nunca me ha hecho el amor –mis ojos en los suyos, ahora los dos algo más calmados, mis labios acariciando los suyos y mí dedo perdiéndose por su cuello- Hazlo… por favor –pedí porque lo necesitaba, que borrara la huella que había dejado en mí cuerpo llena de frustración, ira y rabia, que purgara de alguna forma cómo me había hecho sentir tal acto. Mis labios buscaron los suyos y lo besé sintiendo que lo necesitaba adueñándome de su boca de forma lenta y pausada, quería buscar mucho más en él, buscar algo más allá de la lujuria y de la pasión, algo que me hiciera sentir sin palabras lo que aquel vampiro podía sentir por mí y que no se atrevía a decirme o no podía hacerlo. Lo necesitaba como si necesitara el aire para respirar, antes había dicho que me amaba cargado por la rabia de la traición y ahora quería sentirlo. Subí a su oreja cuando me separé y dejé un beso en la parte de detrás de esta- Has roto la cama –comenté observando cómo todo estaba completamente destrozado, no había quedado nada en pie- al menos no has roto el colchón –mordí el lóbulo de su oreja con un deje divertido- Te necesito, Assur -volví a juntar nuestros labios sin la intención de separar mí cuerpo del suyo, no al menos todavía.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/10/2015
Localización : París
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Nuestros cuerpos pegados parecían necesitarse de un modo inconcebible, como si el perdón fuera implícito en ese beso lento, tierno, necesitado y que expresaba sin palabras todo aquello que yo por miedo o simplemente por desconocimiento no tenia la capacidad de expresar.
Esto para mi era muy difícil, podía matar, devastar un ejercito son tan siquiera ensuciarme la camisa, mas ahora, frente a ella, sujetándola por las nalgas y enredado en su boca temblaba sin saber como actuar.
Miré a mi alrededor y ladeé la sonrisa por sus palabras, tras ese gesto me sentía mas cómodo, mas seguro, agradecí que me la permitiera, que el ambiente en cierto modo se discerniera.
-¿el colchón? -bromeé buscando su mirada parda con mis azules -ya decía yo que me había dejado algo.
Mis labios volvieron a beber de los suyos, un beso cargado de extrañas sensaciones que recorrían cada nervio de mi cuerpo, corriente eléctrica extraña que cuanto mas sentía, mas necesitaba.
Ojos cerrados, paladeé aquel sabor a fuego que ella poseía, droga que pronto me invadió llevándome a un estado eufórico.
Me había pedido que bebiera de ella, para mi no era necesario, la creía, pensaba confiar en ella, no juraba que por siempre pues algo me decía que como estos encontronazos habría otros, yo no era un buen hombre, si no una bestia incapaz de mantenerse a raya.
Juntos, sin dejar de besarnos, lenguas de fuego que se encendieron como arduas llamas bailando frente a los maderos nos dejamos llevar ebrios de sentimientos.
La dejé con suavidad caer sobre el colchón, no tardé en cubrir su cuerpo con el mio, nuestra nariz se acaricio y nuestro aliento hizo lo propio retándose a continuar por este camino que para mi era desconocido.
-Sun, no se como se hace esto -reconocí buscando su mirada, esperando que me ayudara.
No es que no lo sintiera, es que simplemente me asustaba.
Dejé escapar el aire de forma muy lenta contra su boca mientras me adentraba en ese laberinto que se abría para mi, sus piernas se enredaron en mi cintura mientras ambos jadeábamos mirándonos a los ojos.
-paso uno, entrar y salir -bromeé moviéndome en su interior lentamente.
Me dio una palmada en el pecho y ambos empezamos a reírnos de forma cómplice contra nuestras bocas.
Su mano enredaba los dedos en mi pelo atrayendola contra si, las otras manos quedaban enlazadas, acariciándose con los dedos las palmas.
Volvimos a buscarnos, a encontrarnos y a besarnos como si esa fuera la ultima noche de nuestras vidas y pudiéramos disfrutarla de un modo calmo, como si el mañana no existiera y solo ese colchón frente a la devastación mas absoluta fuera nuestro salvavidas.
Lenguas acompasadas húmedas y jadeantes que se regalaban miradas cargadas de deseo y mucho mas. En su interior me movía despacio, casi esperando hacerla suplicar y fuera de lo que pensaba aquel ritmo torturador era deliciosamente placentero, sentirlo todo y no pasar el menor de los detalles desapercibidos.
El bombeo de su corazón, la sangre fluir por su cuello, su entrecortada respiración, el sabor de su piel cuando mi lengua la recorría con tesón.
Gruñí contra sus pechos, admito que aumente el ritmo de las embestidas, me perdía en el deseo, en la pasión, estaba muy excitado, ese era el efecto que ella tenia sobre mi, por mucho que lo intentara ella era mi perdición.
-Te deseó -susurré contra su piel.
Mi boca succionó sus pezones, lamiéndolos endureciéndolos al tiempo que su espalda se arqueaba y me daba aun mas acceso a su feminidad que parecía arder con cada una de mis embestidas.
Tiró de mi pelo para encontrarse con mis labios sedientos, gruñí por separarme de tan delicioso manjar, mas pronto colisioné contra el precipicio de estos adentrándome con rudeza en el.
Esto para mi era muy difícil, podía matar, devastar un ejercito son tan siquiera ensuciarme la camisa, mas ahora, frente a ella, sujetándola por las nalgas y enredado en su boca temblaba sin saber como actuar.
Miré a mi alrededor y ladeé la sonrisa por sus palabras, tras ese gesto me sentía mas cómodo, mas seguro, agradecí que me la permitiera, que el ambiente en cierto modo se discerniera.
-¿el colchón? -bromeé buscando su mirada parda con mis azules -ya decía yo que me había dejado algo.
Mis labios volvieron a beber de los suyos, un beso cargado de extrañas sensaciones que recorrían cada nervio de mi cuerpo, corriente eléctrica extraña que cuanto mas sentía, mas necesitaba.
Ojos cerrados, paladeé aquel sabor a fuego que ella poseía, droga que pronto me invadió llevándome a un estado eufórico.
Me había pedido que bebiera de ella, para mi no era necesario, la creía, pensaba confiar en ella, no juraba que por siempre pues algo me decía que como estos encontronazos habría otros, yo no era un buen hombre, si no una bestia incapaz de mantenerse a raya.
Juntos, sin dejar de besarnos, lenguas de fuego que se encendieron como arduas llamas bailando frente a los maderos nos dejamos llevar ebrios de sentimientos.
La dejé con suavidad caer sobre el colchón, no tardé en cubrir su cuerpo con el mio, nuestra nariz se acaricio y nuestro aliento hizo lo propio retándose a continuar por este camino que para mi era desconocido.
-Sun, no se como se hace esto -reconocí buscando su mirada, esperando que me ayudara.
No es que no lo sintiera, es que simplemente me asustaba.
Dejé escapar el aire de forma muy lenta contra su boca mientras me adentraba en ese laberinto que se abría para mi, sus piernas se enredaron en mi cintura mientras ambos jadeábamos mirándonos a los ojos.
-paso uno, entrar y salir -bromeé moviéndome en su interior lentamente.
Me dio una palmada en el pecho y ambos empezamos a reírnos de forma cómplice contra nuestras bocas.
Su mano enredaba los dedos en mi pelo atrayendola contra si, las otras manos quedaban enlazadas, acariciándose con los dedos las palmas.
Volvimos a buscarnos, a encontrarnos y a besarnos como si esa fuera la ultima noche de nuestras vidas y pudiéramos disfrutarla de un modo calmo, como si el mañana no existiera y solo ese colchón frente a la devastación mas absoluta fuera nuestro salvavidas.
Lenguas acompasadas húmedas y jadeantes que se regalaban miradas cargadas de deseo y mucho mas. En su interior me movía despacio, casi esperando hacerla suplicar y fuera de lo que pensaba aquel ritmo torturador era deliciosamente placentero, sentirlo todo y no pasar el menor de los detalles desapercibidos.
El bombeo de su corazón, la sangre fluir por su cuello, su entrecortada respiración, el sabor de su piel cuando mi lengua la recorría con tesón.
Gruñí contra sus pechos, admito que aumente el ritmo de las embestidas, me perdía en el deseo, en la pasión, estaba muy excitado, ese era el efecto que ella tenia sobre mi, por mucho que lo intentara ella era mi perdición.
-Te deseó -susurré contra su piel.
Mi boca succionó sus pezones, lamiéndolos endureciéndolos al tiempo que su espalda se arqueaba y me daba aun mas acceso a su feminidad que parecía arder con cada una de mis embestidas.
Tiró de mi pelo para encontrarse con mis labios sedientos, gruñí por separarme de tan delicioso manjar, mas pronto colisioné contra el precipicio de estos adentrándome con rudeza en el.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
No podía mentir en aquello que le había dicho, lo necesitaba como si necesitara el aire para respirar. De alguna forma quería borrar esa huella que había dejado hacia unos instantes al tomarme de esa forma, con tanta rudeza, salvaje, imperativa… como un castigo por lo que él había creído que le había traicionado… no había podido matarme de haber sido verdad, pero la muerte no habría sido tan dolorosa como el acto en sí, y mucho menos el haberme hecho sentir de esa manera. Pero siempre sabía reponerme, me había caído miles de veces y seguramente me caería otras mil veces… pero siempre me levantaba y seguía adelante. Abandonar la habitación habría sido la salida más fácil y, además, la más cobarde de todas… pero yo no huía, jamás lo había hecho y no iba a empezar a hacerlo ahora cuando había pasado los mejores días de mí existencia.
Sabía cómo era el vampiro y aunque una parte de mí sí que deseó escuchar un “lo siento” lo sentí cuando me besó de aquella manera, tan distinta a las otras, tan sentida a la vez que podía notar que de alguna forma era como si me pidiera perdón con el beso. Admito que también fue porque lo pude escuchar de sus pensamientos, no solía leer la mente de Assur a menudo porque además el vampiro tenía un bloqueo del que muchas veces no dejaba que nadie pudiera saber qué pensaba, pero esas dos palabras habían salido tan claras en su mente que fue como si las hubiera gritado para que las oyera. También sabía que no iba a responderme a la declaración que le había hecho, era tan poco común en mí expresar esa clase de sentimientos que me parecía algo… extraño.
Hacía siglos que no decía esas dos palabras, de hecho, en toda mi vida de inmortal no las había pronunciado nunca y ahora habían salido de forma firme de mis labios, sabía que él no me las iba a decir, demasiadas emociones había sacado ya de ese vampiro en tan poco tiempo como para escuchar que también me quería, sabía que no lo iba a decir cuando se había pasado toda su existencia negando cualquier tipo de emoción. No las esperaba y no las dije para que él, de una forma u otra, me las correspondiera… habían salido solas para demostrarle lo en serio que iba. Y aunque él no pronunció palabra alguna de sus labios, pude sentir su lucha ante mí confesión. No las había dicho pero las podía sentir en ese beso que ahora nos estábamos dando, mucho más sentido y más necesitado.
Sonreí al ver que mí pequeño comentario a broma había relajado el ambiente lo suficiente para que el humor típico que a veces sacaba volviera a salir a flote y me siguiera la broma, como si al hacer aquello el ambiente fuera mucho menos tenso y más distendido y ameno, nada que ver con el que había hacía unos minutos. Mis brazos rodeaban su cuello sin soltarme de su agarre, sintiendo un beso diferente dejándome llevar por el vampiro hasta que al final entre beso y beso acabamos de nuevo en el colchón, que era lo único que había quedado en aquella devastada habitación, al igual que nosotros. Desnudos otra vez su cuerpo subió sobre el mío con nuestras narices que se acariciaban y nuestros alientos se mezclaban, sin dejar de mirarse. Sonreí de lado al verlo confuso sin saber que hacer, casi como vulnerable ante lo desconocido… yo tampoco sabía muy bien cómo, así que suponía que dejarnos llevar una vez más sería más que suficiente. Mis manos cogieron su rostro y me incliné para dejar un beso lento y corto sobre sus labios, para luego mirarlo estando tan cerca.
-Ssssh, yo tampoco Assur –reconocí recorriendo sus labios con los míos- pero lo averiguaremos –mordí su labio inferior con una sonrisa- lento, muy lento… sentido. Despacio, sin ninguna prisa, calmado… -murmuré antes de apoyar la cabeza en el colchón para luego dejar escapar todo el aire y cerrar los ojos al notar como se hundía en mí interior por completo, rodeé su cintura con mis piernas y reí abriendo los ojos ante su ocurrencia- qué idiota… -murmuré dejando un leve golpe en su pecho antes de que comenzara a moverse en mí interior de forma lenta arrancándome el primer jadeo. Mi mano se enredó en su pelo y lo acerqué a mí para volver a buscar sus labios, la otra mano sobre el colchón enlazada con la suya. Nos besamos de igual forma que él se movía en mí interior, de forma lenta, disfrutando de ese momento y de las sensaciones que a ambos nos provocaba, como si nos hubieran dicho que era nuestra última noche de nuestras vidas y solo nos quedara ese momento y quisiéramos grabarlo a fuego. Gemí contra sus labios notando aquella tortura tan placentera, era la primera vez que experimentaba de esa forma y lejos de lo que me habría pensado en un principio en el que no sería lo mismo, estaba totalmente equivocada. Más sentido y lento no era sinónimo de menos placer, al contrario, era todo mucho más ardiente, podía notar perfectamente cómo me abrasaba con cada movimiento que hacía en mí interior y que como consecuencia mí cadera se elevaba buscándolo acompañando el ritmo que llevaba.
Aquello nada tenía que ver con lo que había sentido cuando me había tomado antes, de esa forma tan fría e impersonal, como un animal en donde no había placer… ahora lo estaba sintiendo por el doble. Eché mí cabeza hacia atrás dejando que recorriera mí piel a su antojo sintiendo sus labios dejar un camino sobre esta en la que mí boca se abría y jadeaba, o bien lanzaba gemidos con cada embestida lenta y tortuosamente placentera que daba. Arqueé mí espalda hacia él notando que ahora mis pechos recibían la atención de sus labios y al notar el cambio de ritmo, no iba a quejarme por ello perdida entre sensaciones que no había experimentado de esa forma. Enardecida por todo lo que él englobaba tiré de su pelo para volver a juntar nuestros labios sintiendo que poco a poco nos abrasábamos con aquello, acercándonos a un orgasmo al que no tardaría en llegar de seguir él así.
-Assur –gemí contra sus labios separándome un momento de sus labios, presionando con mis piernas más hacia mí sintiendo que ardía por dentro entre tanto placer y cerré los ojos buscando de nuevo volver a enredarnos en un beso, mientras mí cadera iba a su encuentro y todo mí cuerpo se pegaba a él como si fuera más posible, dejándome llevar a la locura más placentera por aquel vampiro que, con creces, me había hecho olvidar la sensación en mí cuerpo de la vez anterior.
Sabía cómo era el vampiro y aunque una parte de mí sí que deseó escuchar un “lo siento” lo sentí cuando me besó de aquella manera, tan distinta a las otras, tan sentida a la vez que podía notar que de alguna forma era como si me pidiera perdón con el beso. Admito que también fue porque lo pude escuchar de sus pensamientos, no solía leer la mente de Assur a menudo porque además el vampiro tenía un bloqueo del que muchas veces no dejaba que nadie pudiera saber qué pensaba, pero esas dos palabras habían salido tan claras en su mente que fue como si las hubiera gritado para que las oyera. También sabía que no iba a responderme a la declaración que le había hecho, era tan poco común en mí expresar esa clase de sentimientos que me parecía algo… extraño.
Hacía siglos que no decía esas dos palabras, de hecho, en toda mi vida de inmortal no las había pronunciado nunca y ahora habían salido de forma firme de mis labios, sabía que él no me las iba a decir, demasiadas emociones había sacado ya de ese vampiro en tan poco tiempo como para escuchar que también me quería, sabía que no lo iba a decir cuando se había pasado toda su existencia negando cualquier tipo de emoción. No las esperaba y no las dije para que él, de una forma u otra, me las correspondiera… habían salido solas para demostrarle lo en serio que iba. Y aunque él no pronunció palabra alguna de sus labios, pude sentir su lucha ante mí confesión. No las había dicho pero las podía sentir en ese beso que ahora nos estábamos dando, mucho más sentido y más necesitado.
Sonreí al ver que mí pequeño comentario a broma había relajado el ambiente lo suficiente para que el humor típico que a veces sacaba volviera a salir a flote y me siguiera la broma, como si al hacer aquello el ambiente fuera mucho menos tenso y más distendido y ameno, nada que ver con el que había hacía unos minutos. Mis brazos rodeaban su cuello sin soltarme de su agarre, sintiendo un beso diferente dejándome llevar por el vampiro hasta que al final entre beso y beso acabamos de nuevo en el colchón, que era lo único que había quedado en aquella devastada habitación, al igual que nosotros. Desnudos otra vez su cuerpo subió sobre el mío con nuestras narices que se acariciaban y nuestros alientos se mezclaban, sin dejar de mirarse. Sonreí de lado al verlo confuso sin saber que hacer, casi como vulnerable ante lo desconocido… yo tampoco sabía muy bien cómo, así que suponía que dejarnos llevar una vez más sería más que suficiente. Mis manos cogieron su rostro y me incliné para dejar un beso lento y corto sobre sus labios, para luego mirarlo estando tan cerca.
-Ssssh, yo tampoco Assur –reconocí recorriendo sus labios con los míos- pero lo averiguaremos –mordí su labio inferior con una sonrisa- lento, muy lento… sentido. Despacio, sin ninguna prisa, calmado… -murmuré antes de apoyar la cabeza en el colchón para luego dejar escapar todo el aire y cerrar los ojos al notar como se hundía en mí interior por completo, rodeé su cintura con mis piernas y reí abriendo los ojos ante su ocurrencia- qué idiota… -murmuré dejando un leve golpe en su pecho antes de que comenzara a moverse en mí interior de forma lenta arrancándome el primer jadeo. Mi mano se enredó en su pelo y lo acerqué a mí para volver a buscar sus labios, la otra mano sobre el colchón enlazada con la suya. Nos besamos de igual forma que él se movía en mí interior, de forma lenta, disfrutando de ese momento y de las sensaciones que a ambos nos provocaba, como si nos hubieran dicho que era nuestra última noche de nuestras vidas y solo nos quedara ese momento y quisiéramos grabarlo a fuego. Gemí contra sus labios notando aquella tortura tan placentera, era la primera vez que experimentaba de esa forma y lejos de lo que me habría pensado en un principio en el que no sería lo mismo, estaba totalmente equivocada. Más sentido y lento no era sinónimo de menos placer, al contrario, era todo mucho más ardiente, podía notar perfectamente cómo me abrasaba con cada movimiento que hacía en mí interior y que como consecuencia mí cadera se elevaba buscándolo acompañando el ritmo que llevaba.
Aquello nada tenía que ver con lo que había sentido cuando me había tomado antes, de esa forma tan fría e impersonal, como un animal en donde no había placer… ahora lo estaba sintiendo por el doble. Eché mí cabeza hacia atrás dejando que recorriera mí piel a su antojo sintiendo sus labios dejar un camino sobre esta en la que mí boca se abría y jadeaba, o bien lanzaba gemidos con cada embestida lenta y tortuosamente placentera que daba. Arqueé mí espalda hacia él notando que ahora mis pechos recibían la atención de sus labios y al notar el cambio de ritmo, no iba a quejarme por ello perdida entre sensaciones que no había experimentado de esa forma. Enardecida por todo lo que él englobaba tiré de su pelo para volver a juntar nuestros labios sintiendo que poco a poco nos abrasábamos con aquello, acercándonos a un orgasmo al que no tardaría en llegar de seguir él así.
-Assur –gemí contra sus labios separándome un momento de sus labios, presionando con mis piernas más hacia mí sintiendo que ardía por dentro entre tanto placer y cerré los ojos buscando de nuevo volver a enredarnos en un beso, mientras mí cadera iba a su encuentro y todo mí cuerpo se pegaba a él como si fuera más posible, dejándome llevar a la locura más placentera por aquel vampiro que, con creces, me había hecho olvidar la sensación en mí cuerpo de la vez anterior.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Nunca imaginé que esto fuera posible, sentir cada caricia, cada beso marcado a fuego en mi piel, jadeaba con la tortura de su incinerante cuerpo contra el mio, piel con piel como un regalo de los dioses que hacia tiempo dejé de adorar y hoy parecían regalarme un corazón que de nuevo latía tras haber estado inerte todo este tiempo.
Ladeé mi sonrisa cuando tiro de mi pelo para que nuestros labios se encontraran, como un huracán arrasé su boca sediento de cada resquicio de esta, saqueé con todo a mi paso, lamiendo sus labios y su dulce sabor, dejándome embaucar por la suavidad de esos besos que me sabían bien diferente a los dados hasta e momento.
Milenios perdido y ahora me había encontrado en una mujer que ya conocía de hace tiempo mas que jamas me había permitido tratar mas de lo debido por miedo a que eso nos condenara a ambos.
Quizás esto fuera justo eso, el peor de los pecados, lo que nos llevaría a la destrucción, mas en este momento en el que mis dedos se engarzaban a los suyos y mis caderas chocaban con virulencia permitiendo que mi virilidad se abriera paso en su laberinto para quedar completamente cubierta por esas envolventes paredes que lo acariciaban de un modo distinto, supe que si esto era la perdición, no deseaba encontrarme, pues quizás nunca fui mas feliz que completamente perdido.
Ella me hacia débil, mas a su vez nunca me había sentido mas fuerte que cuando esos ojos rojos como el fuego y repletos de pasión se engarzaban en los míos como el brillante al anillo.
Ella era mía y puede que aun tuviéramos muchas cosas que lidiar, conmigo nada era fácil a decir verdad, mas en este instante, su boca convertía nuestro encuentro en un mágico momento.
Me sentía arrodillado en el atril, pidiéndole otro beso mas que robé con desesperación dejándome embargar por cada sensación, por cada aliento que entrecortado chocaba de forma salvaje con el del otro.
Atrás quedo el frio encuentro en el que la traté como a una vulgar ramera, pues ahora la estaba convirtiendo en mi reina, no hay trozo de su inmaculada piel que no bese, ni rincón de su anatomía que mi lengua no recorrió, que mis colmillos no acariciaron perdidos en su sabor.
Me había pedido que la mordiera, que viera con mis propios ojos lo que había sucedido en la asamblea y quizás no lo necesitara porque mi fe en ella era ciega, mas quería verlo, quería saber como la mujer que se ofrecía a mi en cuerpo y alma me protegió contra aquellos seres que pagarían por haberla puesto frente a ellos.
Gruñí embistiéndola contra el colchón, este se movía a nuestro son golpeando la pared, parecíamos dos animales dando rienda suelta a una desbordada pasión que se dibujaba en nuestros ojos carmesí.
Su boca por mi mandíbula, dientes que surcaron mi cuello, ladeé la cabeza dándole acceso mientras gemía sin poder cesar en el implacable repiqueteo de nuestras caderas.
Choques de aceros en una gesta sin fin, donde yunque y martillo forjaban nuestra alianza, esa que hoy sellábamos a fuego con cada roce de nuestros cuerpos.
Mi boca busco la suya desafiante, saje con mi colmillo su labio inferior dejando que la sangre nos invadiera, sabor férreo, delicioso que me volvía completamente loco enturbiando mi razón.
-Lo necesito, aseguré separando un instante mis labios de los suyos para buscar esa yugular que ella me ofreció con gusto, allí hinque mis colmillos, los hundí con fuerza, sajando esa inmaculada tez, pronto su corriente sanguineo paso a entremezclarse con el mio, claras las imágenes de lo sucedido, como le dijeron que junto a mi no encontraría paz, ni felicidad, que su única salida era vender al monstruo que era Assur Black, mas ella permaneció firme a su palabra, a nuestro trato y a mi.
Separé mi boca de su cuello, gotas carmesí escurrían por mi barbilla mientras mis ojos se perdían en ella y lo que ahora significaba para mi, vi su sonrisa y como su lengua limpio mis restos.
Gruñí posando mi frente en la ajena, sentía como su feminidad palpitaba regalándome olas de placer. Mi miembro se sacudió en su interior con violencia, salvaje la lleno de mi, ambos dejándonos llevar por esa corriente eléctrica que recorría nuestros cuerpos llevándonos al clímax.
Ladeé mi sonrisa cuando tiro de mi pelo para que nuestros labios se encontraran, como un huracán arrasé su boca sediento de cada resquicio de esta, saqueé con todo a mi paso, lamiendo sus labios y su dulce sabor, dejándome embaucar por la suavidad de esos besos que me sabían bien diferente a los dados hasta e momento.
Milenios perdido y ahora me había encontrado en una mujer que ya conocía de hace tiempo mas que jamas me había permitido tratar mas de lo debido por miedo a que eso nos condenara a ambos.
Quizás esto fuera justo eso, el peor de los pecados, lo que nos llevaría a la destrucción, mas en este momento en el que mis dedos se engarzaban a los suyos y mis caderas chocaban con virulencia permitiendo que mi virilidad se abriera paso en su laberinto para quedar completamente cubierta por esas envolventes paredes que lo acariciaban de un modo distinto, supe que si esto era la perdición, no deseaba encontrarme, pues quizás nunca fui mas feliz que completamente perdido.
Ella me hacia débil, mas a su vez nunca me había sentido mas fuerte que cuando esos ojos rojos como el fuego y repletos de pasión se engarzaban en los míos como el brillante al anillo.
Ella era mía y puede que aun tuviéramos muchas cosas que lidiar, conmigo nada era fácil a decir verdad, mas en este instante, su boca convertía nuestro encuentro en un mágico momento.
Me sentía arrodillado en el atril, pidiéndole otro beso mas que robé con desesperación dejándome embargar por cada sensación, por cada aliento que entrecortado chocaba de forma salvaje con el del otro.
Atrás quedo el frio encuentro en el que la traté como a una vulgar ramera, pues ahora la estaba convirtiendo en mi reina, no hay trozo de su inmaculada piel que no bese, ni rincón de su anatomía que mi lengua no recorrió, que mis colmillos no acariciaron perdidos en su sabor.
Me había pedido que la mordiera, que viera con mis propios ojos lo que había sucedido en la asamblea y quizás no lo necesitara porque mi fe en ella era ciega, mas quería verlo, quería saber como la mujer que se ofrecía a mi en cuerpo y alma me protegió contra aquellos seres que pagarían por haberla puesto frente a ellos.
Gruñí embistiéndola contra el colchón, este se movía a nuestro son golpeando la pared, parecíamos dos animales dando rienda suelta a una desbordada pasión que se dibujaba en nuestros ojos carmesí.
Su boca por mi mandíbula, dientes que surcaron mi cuello, ladeé la cabeza dándole acceso mientras gemía sin poder cesar en el implacable repiqueteo de nuestras caderas.
Choques de aceros en una gesta sin fin, donde yunque y martillo forjaban nuestra alianza, esa que hoy sellábamos a fuego con cada roce de nuestros cuerpos.
Mi boca busco la suya desafiante, saje con mi colmillo su labio inferior dejando que la sangre nos invadiera, sabor férreo, delicioso que me volvía completamente loco enturbiando mi razón.
-Lo necesito, aseguré separando un instante mis labios de los suyos para buscar esa yugular que ella me ofreció con gusto, allí hinque mis colmillos, los hundí con fuerza, sajando esa inmaculada tez, pronto su corriente sanguineo paso a entremezclarse con el mio, claras las imágenes de lo sucedido, como le dijeron que junto a mi no encontraría paz, ni felicidad, que su única salida era vender al monstruo que era Assur Black, mas ella permaneció firme a su palabra, a nuestro trato y a mi.
Separé mi boca de su cuello, gotas carmesí escurrían por mi barbilla mientras mis ojos se perdían en ella y lo que ahora significaba para mi, vi su sonrisa y como su lengua limpio mis restos.
Gruñí posando mi frente en la ajena, sentía como su feminidad palpitaba regalándome olas de placer. Mi miembro se sacudió en su interior con violencia, salvaje la lleno de mi, ambos dejándonos llevar por esa corriente eléctrica que recorría nuestros cuerpos llevándonos al clímax.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Nada de lo que había experimentado en toda mi vida se podía comparar con lo que estaba sintiendo en ese momento, para mí era la primera vez que algo más que pasión y lujuria llenaba tal acto y lo hacía de una forma más sentida, diciendo y demostrando lo que con palabras a veces nos costaba decir, pero el mensaje por parte de los dos estaba claro y no tuve ninguna duda. Él no me habría dicho nada cuando en un acto de valentía le había dicho que le quería, pero si su boca no se había atrevido su cuerpo por el contrario me estaba dando un mensaje más que claro, conciso y directo. Era todo cuanto necesitaba porque sabía que aquel vampiro, que se había negado a sentir algo en todos esos milenios, no iba de pronto a mostrarlos… a mí me costaba a veces y no había estado recluida, y mucho menos tanto, como lo había estado él.
Su boca buscó la mía y me dejé llevar por aquel mar de sensaciones que me recorrían por completo y que se mezclaban con el placer, haciendo todo mucho más diferente e intenso de lo que jamás habría pensado que pudiera llegar a ser. Mi mano libre recorrió su pecho de forma lenta dibujando formas por su piel disfrutando del momento, de cómo me hacía sentir, del placer, de los escalofríos que ahora recorrían mí cuerpo enredado en el suyo dejando que besara mí piel a su antojo, sus labios recorrieran el camino que quisieran y sus colmillos me produjeran leves cosquillas allá por donde los pasaba sin dejar de ir a su encuentro, con los jadeos y los gemidos que escapaban de mis labios sintiendo que el orgasmos estaba más que próximo.
Gemí cuando incrementó la velocidad haciendo que ahora el colchón, que era lo único que había quedado intacto tras su furia en aquel caos, chocara contra la pared. Mis piernas envolvían sus caderas con fuerzas y todo mi cuerpo se movía a su mismo son yendo a su encuentro en cada choque, en cada embestida que me volvía más y más loca, necesitada de más. Sus ojos rojos fijos en los míos, mordí su labio inferior y comencé a dejar un camino con mis labios por toda su mandíbula, mordí esta antes de deslizar mis labios y mi lengua justo por el centro de su garganta hasta que esta terminó en ese punto donde podía notar su sangre fluir bajo mis labios, dejé un beso en el lugar y pasé a morder su cuello notando que me daba acceso.
Mí colmillo hizo un corte pequeño en el lugar sin poder evitarlo para que su sangre fluyera por él y mi lengua se encargara de limpiarla, notando su sabor y la fuerza que esta tenía. Mis colmillos asomaron más de mis labios con ganas de hundirse en la piel de su cuello, pero no lo hice, solo dejé un jadeo ronco contra su piel y volví a lamer la herida donde unas últimas gotas de su sangre salían de esta antes de que se cerrara por completo. Cuando me separé su boca chocó con la mía y yo me dejé hacer ahora notando su colmillo que hacía un leve corte en mí labio y notaba como su lengua se encargaba de lamer la sangre, haciendo que en el beso yo misma sintiera el sabor de mí propia sangre. Mi mano libre subió por su costado en una caricia hasta que fue subiendo por su espalda dejándola justo entre sus omoplatos, sonreí de lado y jadeé contra su boca por aquellas dos palabras.
-Lo sé –murmuré entre jadeos sobre sus labios y sin decirle nada más ladeé mí rostro dándole acceso a mí cuello- hazlo… no aguanto más –tras aquellas palabras sentí sus colmillos atravesar mí piel, gemí por aquello y mentiría si dijera que aquello casi no me hizo llegar al orgasmo. Todo mi cuerpo se tensó por aquel mordisco que me pareció de lo más excitante, mi mano se clavó en su espalda y pude notar mientras notaba cada tirón que hacía al beber de mí sangre lo que estaba viendo, como si yo misma se lo mostrara. La asamblea, el consejo, sus palabras, su propuesta y petición, la recompensa y mí negativa así como el enfado de estos y cómo había abandonado el lugar dejándolos sin el jaque que pretendían buscar contra él. Quería que lo viera y supiera hasta qué punto estaban dispuestos a pagar para conseguirlo, pero sobre mí cadáver. Apreté el agarre de nuestras manos entrelazadas, lamí la sangre que había quedado de su mordisco limpiándolo de sus labios y su barbilla y cuando su frente se apoyó en la mía alcancé el orgasmo, gimiendo su nombre dejando que el placer recorriera mí cuerpo notando como él también llegaba a este en mí interior. Dejé mi mano en su nuca y acorté la distancia para besar sus labios sintiendo el sabor de mí sangre en estos, mi cuerpo quedó laxo sobre el colchón, dejé que se acomodara a mí lado y busqué su mirada con mis ojos ahora que había visto al morderme lo que había pasado con el consejo. Mi lengua se pasó por uno de mis colmillos y mis dedos recorrían su pecho antes de volver a hablar, había algo que quería preguntarle y puesto que ya sabía que me había reunido con el consejo, podía hacerlo- Assur… ¿por qué te quiere el consejo? –Mi rostro subió al suyo de nuevo y dejé que mí respiración chocara con la suya- Están desesperados por tenerte, tanto que cuando quise ver a qué nivel llegaba tal desesperación y pedí ese trono tuve la sensación de que me lo darían… aunque no soy tan ingenua para saber que no iban a dármelo –lo miré de forma fija- prométeme que no vas a ir tú solo en su contra por intentar convencerme de que te entregara. Promételo –conocía al vampiro y no tenía dudas de que se le había pasado por la cabeza- podemos con esto, juntos. Al parecer el consejo tiene el mismo punto débil que tengo yo; tú –sonreí de lado dejando un beso en sus labios- Quizás podamos aprovechar esa desesperación a nuestro favor.
Su boca buscó la mía y me dejé llevar por aquel mar de sensaciones que me recorrían por completo y que se mezclaban con el placer, haciendo todo mucho más diferente e intenso de lo que jamás habría pensado que pudiera llegar a ser. Mi mano libre recorrió su pecho de forma lenta dibujando formas por su piel disfrutando del momento, de cómo me hacía sentir, del placer, de los escalofríos que ahora recorrían mí cuerpo enredado en el suyo dejando que besara mí piel a su antojo, sus labios recorrieran el camino que quisieran y sus colmillos me produjeran leves cosquillas allá por donde los pasaba sin dejar de ir a su encuentro, con los jadeos y los gemidos que escapaban de mis labios sintiendo que el orgasmos estaba más que próximo.
Gemí cuando incrementó la velocidad haciendo que ahora el colchón, que era lo único que había quedado intacto tras su furia en aquel caos, chocara contra la pared. Mis piernas envolvían sus caderas con fuerzas y todo mi cuerpo se movía a su mismo son yendo a su encuentro en cada choque, en cada embestida que me volvía más y más loca, necesitada de más. Sus ojos rojos fijos en los míos, mordí su labio inferior y comencé a dejar un camino con mis labios por toda su mandíbula, mordí esta antes de deslizar mis labios y mi lengua justo por el centro de su garganta hasta que esta terminó en ese punto donde podía notar su sangre fluir bajo mis labios, dejé un beso en el lugar y pasé a morder su cuello notando que me daba acceso.
Mí colmillo hizo un corte pequeño en el lugar sin poder evitarlo para que su sangre fluyera por él y mi lengua se encargara de limpiarla, notando su sabor y la fuerza que esta tenía. Mis colmillos asomaron más de mis labios con ganas de hundirse en la piel de su cuello, pero no lo hice, solo dejé un jadeo ronco contra su piel y volví a lamer la herida donde unas últimas gotas de su sangre salían de esta antes de que se cerrara por completo. Cuando me separé su boca chocó con la mía y yo me dejé hacer ahora notando su colmillo que hacía un leve corte en mí labio y notaba como su lengua se encargaba de lamer la sangre, haciendo que en el beso yo misma sintiera el sabor de mí propia sangre. Mi mano libre subió por su costado en una caricia hasta que fue subiendo por su espalda dejándola justo entre sus omoplatos, sonreí de lado y jadeé contra su boca por aquellas dos palabras.
-Lo sé –murmuré entre jadeos sobre sus labios y sin decirle nada más ladeé mí rostro dándole acceso a mí cuello- hazlo… no aguanto más –tras aquellas palabras sentí sus colmillos atravesar mí piel, gemí por aquello y mentiría si dijera que aquello casi no me hizo llegar al orgasmo. Todo mi cuerpo se tensó por aquel mordisco que me pareció de lo más excitante, mi mano se clavó en su espalda y pude notar mientras notaba cada tirón que hacía al beber de mí sangre lo que estaba viendo, como si yo misma se lo mostrara. La asamblea, el consejo, sus palabras, su propuesta y petición, la recompensa y mí negativa así como el enfado de estos y cómo había abandonado el lugar dejándolos sin el jaque que pretendían buscar contra él. Quería que lo viera y supiera hasta qué punto estaban dispuestos a pagar para conseguirlo, pero sobre mí cadáver. Apreté el agarre de nuestras manos entrelazadas, lamí la sangre que había quedado de su mordisco limpiándolo de sus labios y su barbilla y cuando su frente se apoyó en la mía alcancé el orgasmo, gimiendo su nombre dejando que el placer recorriera mí cuerpo notando como él también llegaba a este en mí interior. Dejé mi mano en su nuca y acorté la distancia para besar sus labios sintiendo el sabor de mí sangre en estos, mi cuerpo quedó laxo sobre el colchón, dejé que se acomodara a mí lado y busqué su mirada con mis ojos ahora que había visto al morderme lo que había pasado con el consejo. Mi lengua se pasó por uno de mis colmillos y mis dedos recorrían su pecho antes de volver a hablar, había algo que quería preguntarle y puesto que ya sabía que me había reunido con el consejo, podía hacerlo- Assur… ¿por qué te quiere el consejo? –Mi rostro subió al suyo de nuevo y dejé que mí respiración chocara con la suya- Están desesperados por tenerte, tanto que cuando quise ver a qué nivel llegaba tal desesperación y pedí ese trono tuve la sensación de que me lo darían… aunque no soy tan ingenua para saber que no iban a dármelo –lo miré de forma fija- prométeme que no vas a ir tú solo en su contra por intentar convencerme de que te entregara. Promételo –conocía al vampiro y no tenía dudas de que se le había pasado por la cabeza- podemos con esto, juntos. Al parecer el consejo tiene el mismo punto débil que tengo yo; tú –sonreí de lado dejando un beso en sus labios- Quizás podamos aprovechar esa desesperación a nuestro favor.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Me dejé caer a su lado, mi respiración errática moría contra sus labios, ladeé la sonrisa, había sido distinto a todas mis veces y una parte de mi se guardo la pregunta que me corroía por dentro ¿había sido también distinto para ella?
Ambos habíamos disfrutado del sexo a lo largo de nuestra inmortal vida, para mi enredarme en el cuerpo de mis esclavas era una realidad de cada noche por no contar la infinidad de aventuras que había tenido con otras de mi especie y que habían acabado siempre en desencanto por parte de estas pues mi imposibilidad para comprometerme con nadie las había hecho rabien en ocasiones, traicionarme en otras o asumir que era así y tener algún que otro idilio prolongado en el tiempo y el espacio.
Nunca había sellado un pacto como este, uno en el que la fidelidad formara parte de mi vida y lejos de llevarlo mal, admito que perderme en sus piernas me resultaba lo suficientemente placentero como para no añorar las de otras.
Estaba tranquilo, dentro de lo que mi caótica vida me permitía, pues entre el consejo, los inquisidores y los cazadores, todos buscándome por distintos motivos aun me costaba entender como podía mantenerme en pie sobre la faz de esta tierra. Bueno, tampoco me costaba tanto entenderlo, yo era un dios y ellos no me llegaban ni juntos a la suela del zapato.
Ladeé la sonrisa perdiéndome en su boca, me relamí cuando esta me pregunto porque el consejo me buscaba ¿no era obvio?
-Poder pequeña, Soy un vampiro muy poderoso y esta gente teme que si finalmente cobijo tanto poder como para derrocarlos perderán sus tronos de hierro para convertirse en cenizas o en algo peor, parias de a sociedad vampirica.
El consejo siempre ha pensado que los hijos de Cain de primera generación deberiamos estar recluidos en un descanso, dormidos, no andando sobre la faz de la tierra.
Algunos de mis hermanos lo están, se han retirado a zonas tranquilas y bien protegidas y se dedican a mantenerse con vida, no desean mas problemas ni les importa la mundana vida de humanos o vástagos, están por encima del bien y del mal y solo salen de sus refugios bien custodiados por esclavos de sangre cuando su sangre los necesita.
Yo me he negado a retirarme a una vida de paz, supongo que me gusta demasiado la guerra para ello.
Tengo muchos aliados, también enemigos, el caso es que ellos quieren sacarme de la sociedad vampirica.
Sus pardos se hundían preocupados en los míos, acaricié su mano ara que se calmara, sabia que me conocía lo suficiente como para saber que no me quedaría quieto viendo como me acorralaban, era el momento de mover ficha, claro que ¿cuando y como? Eso tenia que meditarlo.
-Te hubieran dado esa silla -respondí con total sinceridad -te hubieran dado lo uqe quisieras y me hubieras perdido a mi y quizás también la vida pues mi ira no es siempre sosegada como bien sabes, soy un monstruo.
Ladeé la sonrisa al escucharla decir que yo era su debilidad, mi nariz acarició la suya, decirle que ella era la mía era absurdo ¿acaso no lo notaba? El consejo había acudido a ella justo por eso, porque ella podría lograr asestarme un buen golpe, uno que podría llegar a derrotarme.
Acaricie su ondulado pelo negro, enredándolo entre mis dedos, mi boca buscó la ajena aun con el sabor de la sangre de ambos fluyendo por esta.
Cerré los ojos complacido, sintiendo su respiración relajarse contra mi cuello, ladeé la sonrisa de nuevo.
-¿Te vas a quedar a dormir? Deberíamos buscar una casa, esta habitación empieza a quedarse pequeña ¿no crees?
Ambos habíamos disfrutado del sexo a lo largo de nuestra inmortal vida, para mi enredarme en el cuerpo de mis esclavas era una realidad de cada noche por no contar la infinidad de aventuras que había tenido con otras de mi especie y que habían acabado siempre en desencanto por parte de estas pues mi imposibilidad para comprometerme con nadie las había hecho rabien en ocasiones, traicionarme en otras o asumir que era así y tener algún que otro idilio prolongado en el tiempo y el espacio.
Nunca había sellado un pacto como este, uno en el que la fidelidad formara parte de mi vida y lejos de llevarlo mal, admito que perderme en sus piernas me resultaba lo suficientemente placentero como para no añorar las de otras.
Estaba tranquilo, dentro de lo que mi caótica vida me permitía, pues entre el consejo, los inquisidores y los cazadores, todos buscándome por distintos motivos aun me costaba entender como podía mantenerme en pie sobre la faz de esta tierra. Bueno, tampoco me costaba tanto entenderlo, yo era un dios y ellos no me llegaban ni juntos a la suela del zapato.
Ladeé la sonrisa perdiéndome en su boca, me relamí cuando esta me pregunto porque el consejo me buscaba ¿no era obvio?
-Poder pequeña, Soy un vampiro muy poderoso y esta gente teme que si finalmente cobijo tanto poder como para derrocarlos perderán sus tronos de hierro para convertirse en cenizas o en algo peor, parias de a sociedad vampirica.
El consejo siempre ha pensado que los hijos de Cain de primera generación deberiamos estar recluidos en un descanso, dormidos, no andando sobre la faz de la tierra.
Algunos de mis hermanos lo están, se han retirado a zonas tranquilas y bien protegidas y se dedican a mantenerse con vida, no desean mas problemas ni les importa la mundana vida de humanos o vástagos, están por encima del bien y del mal y solo salen de sus refugios bien custodiados por esclavos de sangre cuando su sangre los necesita.
Yo me he negado a retirarme a una vida de paz, supongo que me gusta demasiado la guerra para ello.
Tengo muchos aliados, también enemigos, el caso es que ellos quieren sacarme de la sociedad vampirica.
Sus pardos se hundían preocupados en los míos, acaricié su mano ara que se calmara, sabia que me conocía lo suficiente como para saber que no me quedaría quieto viendo como me acorralaban, era el momento de mover ficha, claro que ¿cuando y como? Eso tenia que meditarlo.
-Te hubieran dado esa silla -respondí con total sinceridad -te hubieran dado lo uqe quisieras y me hubieras perdido a mi y quizás también la vida pues mi ira no es siempre sosegada como bien sabes, soy un monstruo.
Ladeé la sonrisa al escucharla decir que yo era su debilidad, mi nariz acarició la suya, decirle que ella era la mía era absurdo ¿acaso no lo notaba? El consejo había acudido a ella justo por eso, porque ella podría lograr asestarme un buen golpe, uno que podría llegar a derrotarme.
Acaricie su ondulado pelo negro, enredándolo entre mis dedos, mi boca buscó la ajena aun con el sabor de la sangre de ambos fluyendo por esta.
Cerré los ojos complacido, sintiendo su respiración relajarse contra mi cuello, ladeé la sonrisa de nuevo.
-¿Te vas a quedar a dormir? Deberíamos buscar una casa, esta habitación empieza a quedarse pequeña ¿no crees?
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Mis dedos recorrieron su pecho ahora que estaba tumbado a mí lado, subiendo para pasar por su brazo y trazar un circuito aleatorio sin patrón alguno mientras lo miraba y esperaba que me contestara a la pregunta de por qué lo quería el consejo, no me había dicho nada de ellos ni que tuviera relación aunque claro, este último detalle era algo que yo debía de quizás haber sabido porque tenía seis milenios, ¿cómo no iba a tener relación con ellos? En algún momento de toda su existencia lo habría tenido, no era algo demasiado descabellado. Pero… ¿a tal punto para invitarme a reunirme con ellos y pedirme que lo entregara? Estaban desesperados y eso lo pude comprobar justamente cuando me di cuenta de que me darían todo cuanto pidiera por mí boca para que lo entregara, todo para que cumpliera una traición en beneficio de ellos.
Poder, al final todo se reducía al poder y al miedo que el consejo pudiera tener de que él los derrocara. El poder para mí nunca había sido algo importante, quizás porque me había pasado toda mí existencia vagando por el mundo que nada me había obsesionado a tal punto de querer el poder a toda costa. Escuché sus palabras sobre lo que el consejo querían sobre todos ellos y como algunos se habían recluido tanto que no salían de sus fortalezas como él las llamaba. Sonreí de lado cuando dijo que él no se había retirado a una vida de paz y, hasta en cierta parte, me alegré de ello porque entonces jamás habríamos coincidido hacía ya tantos siglos atrás. Fruncí el ceño cuando dijo que querían sacarlo de la sociedad vampírica, notando ahora su mano que acariciaba la mía como si intentara calmarme.
-¿De verdad me habrían dado esa silla? –Enarqué una ceja porque desde el principio pensé que era una estratagema para que solamente les ayudara y les hiciera un favor, un enorme favor, al entregárselo- Sé que su desesperación era enorme pero… no creo que al final habrían cedido ante esa petición, no sonó del todo convincente y no los creí ni por un segundo. Tan sólo quise comprobar cuán desesperados estaban por tenerte –lo miré de forma fija ante sus palabras, sí, habría sido una enorme traición pero ni siquiera se me habría pasado por la cabeza el ayudarles. Fruncí levemente el ceño mirándolo, seguía empeñado en que era un monstruo- Para mí no lo eres aunque sigas empeñado en que sí, ya he visto ese “monstruo” dos veces y aquí sigo, ¿podría haberme ido? Claro, quizás cualquier otra se habría ido huyendo despavorida… pero ya sabes que eso no va conmigo –sonreí de lado y apoyé el codo en el colchón, recostando mí cabeza contra la mano- Ellos decían que podrían darme todo lo que quisiera, cualquier cosa que pidiera… pero sabía que mentían porque todo aquello que quiero lo tengo justo delante de mí, devolviéndome la mirada –unos mechones de mí pelo cayeron por mí hombro y me incliné para dejar un beso en sus labios- así que no tenían ninguna posibilidad de salir ganando. Quizás hace siglos cuando estaba con ganas de vengarme podría haber aceptado –me encogí de hombros, podría haber sido una posibilidad del decirles que si- habría sido una venganza perfecta y un jaque mate definitivo pero ahora… soy incapaz –por no hablar que pensaba que me habían añadido a su lista “negra” por mi osadía y la forma en que me había negado, además la última vampira, la que tenía la piel morena, no me caía para nada bien y era pensar en sus palabras y enervarme.
Vi su sonrisa en los labios y luego notar su nariz acariciar la mía sintiendo sus dedos enredarse entre las hondas de mí pelo, oscuro como la misma noche, para acortar la distancia entre nuestros labios y besarme de forma pausada, sin prisa alguna notando el sabor de nuestras sangres todavía. Me separé dejando un mordisco en su labio inferior y me acomodé contra él buscando su cuello con mi rostro, dejándome envolver por su olor lanzando un suspiro que murió en su piel pasando ahora mi mano por su espalda. Ante su pregunta sonreí de lado y alcé el rostro para mirarlo.
-¿No era ese parte del trato, Assur? –Enarqué una ceja por ello de forma divertida sin quitar mis ojos de los suyos y sin que se borrara la sonrisa ladeada de mis labios- He descubierto que me gusta dormir contigo, es relajante y placentero así que salvo que tengas otros planes… -mordí su labio inferior y antes de responderle a su pregunta caí en la cuenta de que a mí en cambio no me había hecho cierta promesa- pero antes, no me has prometido que no ibas a ir a por ellos –lo miré de forma fija- sé que no vas a quedarte quieto y no te estoy pidiendo eso tampoco, yo también quiero devolverles el golpe por lo que han hecho, solo quiero que no vayas tú solo sin un plan en mente. Quiero ir contigo, y no es negociable –me mordí el labio- sé que nos tienen de alguna forma vigilados y dudo que me tengan mucho aprecio tras como… me negué a su petición y me fui de allí dejándoles con la palabra en la boca –sonreí por ello- así que si tienes algún plan, cuenta conmigo –dejé un breve beso en sus labios- Sobre la habitación… -la recorrí con mí vista, estaba totalmente destrozada a excepción del colchón en donde estábamos- No me parece tan mala idea, ¿me estás invitando a irme a vivir contigo? –lo miré riéndome entre dientes durante unos breves segundos- Sé que si sigues aquí en París es por la boda de Joe que luego volverás a Rumanía, ¿no es así?, a mí me da igual un sitio que otro, no tengo nada que me ate.
Poder, al final todo se reducía al poder y al miedo que el consejo pudiera tener de que él los derrocara. El poder para mí nunca había sido algo importante, quizás porque me había pasado toda mí existencia vagando por el mundo que nada me había obsesionado a tal punto de querer el poder a toda costa. Escuché sus palabras sobre lo que el consejo querían sobre todos ellos y como algunos se habían recluido tanto que no salían de sus fortalezas como él las llamaba. Sonreí de lado cuando dijo que él no se había retirado a una vida de paz y, hasta en cierta parte, me alegré de ello porque entonces jamás habríamos coincidido hacía ya tantos siglos atrás. Fruncí el ceño cuando dijo que querían sacarlo de la sociedad vampírica, notando ahora su mano que acariciaba la mía como si intentara calmarme.
-¿De verdad me habrían dado esa silla? –Enarqué una ceja porque desde el principio pensé que era una estratagema para que solamente les ayudara y les hiciera un favor, un enorme favor, al entregárselo- Sé que su desesperación era enorme pero… no creo que al final habrían cedido ante esa petición, no sonó del todo convincente y no los creí ni por un segundo. Tan sólo quise comprobar cuán desesperados estaban por tenerte –lo miré de forma fija ante sus palabras, sí, habría sido una enorme traición pero ni siquiera se me habría pasado por la cabeza el ayudarles. Fruncí levemente el ceño mirándolo, seguía empeñado en que era un monstruo- Para mí no lo eres aunque sigas empeñado en que sí, ya he visto ese “monstruo” dos veces y aquí sigo, ¿podría haberme ido? Claro, quizás cualquier otra se habría ido huyendo despavorida… pero ya sabes que eso no va conmigo –sonreí de lado y apoyé el codo en el colchón, recostando mí cabeza contra la mano- Ellos decían que podrían darme todo lo que quisiera, cualquier cosa que pidiera… pero sabía que mentían porque todo aquello que quiero lo tengo justo delante de mí, devolviéndome la mirada –unos mechones de mí pelo cayeron por mí hombro y me incliné para dejar un beso en sus labios- así que no tenían ninguna posibilidad de salir ganando. Quizás hace siglos cuando estaba con ganas de vengarme podría haber aceptado –me encogí de hombros, podría haber sido una posibilidad del decirles que si- habría sido una venganza perfecta y un jaque mate definitivo pero ahora… soy incapaz –por no hablar que pensaba que me habían añadido a su lista “negra” por mi osadía y la forma en que me había negado, además la última vampira, la que tenía la piel morena, no me caía para nada bien y era pensar en sus palabras y enervarme.
Vi su sonrisa en los labios y luego notar su nariz acariciar la mía sintiendo sus dedos enredarse entre las hondas de mí pelo, oscuro como la misma noche, para acortar la distancia entre nuestros labios y besarme de forma pausada, sin prisa alguna notando el sabor de nuestras sangres todavía. Me separé dejando un mordisco en su labio inferior y me acomodé contra él buscando su cuello con mi rostro, dejándome envolver por su olor lanzando un suspiro que murió en su piel pasando ahora mi mano por su espalda. Ante su pregunta sonreí de lado y alcé el rostro para mirarlo.
-¿No era ese parte del trato, Assur? –Enarqué una ceja por ello de forma divertida sin quitar mis ojos de los suyos y sin que se borrara la sonrisa ladeada de mis labios- He descubierto que me gusta dormir contigo, es relajante y placentero así que salvo que tengas otros planes… -mordí su labio inferior y antes de responderle a su pregunta caí en la cuenta de que a mí en cambio no me había hecho cierta promesa- pero antes, no me has prometido que no ibas a ir a por ellos –lo miré de forma fija- sé que no vas a quedarte quieto y no te estoy pidiendo eso tampoco, yo también quiero devolverles el golpe por lo que han hecho, solo quiero que no vayas tú solo sin un plan en mente. Quiero ir contigo, y no es negociable –me mordí el labio- sé que nos tienen de alguna forma vigilados y dudo que me tengan mucho aprecio tras como… me negué a su petición y me fui de allí dejándoles con la palabra en la boca –sonreí por ello- así que si tienes algún plan, cuenta conmigo –dejé un breve beso en sus labios- Sobre la habitación… -la recorrí con mí vista, estaba totalmente destrozada a excepción del colchón en donde estábamos- No me parece tan mala idea, ¿me estás invitando a irme a vivir contigo? –lo miré riéndome entre dientes durante unos breves segundos- Sé que si sigues aquí en París es por la boda de Joe que luego volverás a Rumanía, ¿no es así?, a mí me da igual un sitio que otro, no tengo nada que me ate.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Ladeé la sonrisa cuando dijo que si esa no era parte del trato, en parte si, en parte no. no habíamos llegado a concretar tanto como para eso y aunque ella creía que lo tenia todo atado, yo por el contrario me sentía como si me hubiera lanzado al vació sin paracaídas.
Habíamos hablado de fidelidad, yo lo estaba cumpliendo, llevaba desde lo nuestro sin enredarme en otras piernas y usando a mis esclavas solo para alimentarme cuando no me apetecía salir de caza.
Las inmensa mayoría de las noches las pasábamos juntos, durmiendo en esa habitación compartida con mi chiquilla, pero yo sabia que esto no podía perdurar en el tiempo, tenia que buscar algo que nos diera mas espacio, intimidad, si lo nuestro funcionaba, si ella era capaz de aguantar al monstruo al que había quedado ligada ¿por que no comprar algo en París? Claro que eso no era lo mas importante, así solo pensaría un humano enamorado, mas yo era un vampiro.
Atajé la distancia que nos separaba sumergiéndome con pasión en sus labios, tras un húmedo beso que se alargo en el tiempo me relamí para dejar que mis palabras arrastradas impactaran contra su mojada boca.
-Si, te estoy pidiendo que vivas conmigo, a fin de cuentas, pasamos muchas noches aquí, juntos, no cambiaría nada que tuviéramos un lugar mas grande, mas reconfortable ¿no crees?
Tengo negocios en Rumanía, así como mi lugar de residencia fija, pero ahora, con el consejo tratando de derrocarme en París, tampoco puedo irme, hay que tener cerca a los enemigos para verlos venir y retirarme a mi castillo seria el peor de mis errores, eso les daría alas para pensar que les temo y yo soy un Black, no temo a nadie, es mas me temen a mi.
Los aniquilaré si es necesario uno a uno, pero he de pensar el modo y aunque admito que mi impulsividad me ruge desde lo mas hondo de mis entrañas que me vista y vaya a darles eterna sepultura, se que ese acto me traería problemas frente a la raza vampirica.
Si ven que aniquilo al consejo me verán como un depredador dispuesto a todo y pronto desde el resto de países se declarará una caza de sangre hacia mi persona. Llegaran inmortales, mercenarios de todas las razas para darme caza y aunque eso no me asusta se que ahora no puedo permitirme esa situación pues os perdería.
Tu y Hania sois mi debilidad , también mi felicidad y no puedo dar un paso en falso, no si quiero que sigáis en esta no vida.
Mordí su labio inferior tirando de este con suavidad, nuestras bocas volvieron a encontrarse despacio, nariz que acarició la ajena, fundiendo nuestras miradas en una.
No estaba muy acostumbrado a este tipo de momentos y admito que los estaba disfrutando. Mis dedos surcaron su piel desnuda, inmaculada, perfecta.
Que viviera en mi casa me ayudaría a mantenerla vigilada, eso era algo que no iba a decirle, pero no iba a correr riesgos, ella era mía y estaba en peligro, mis enemigos se habían convertido en los suyos y se que sus intenciones eran buenas, que eso que me decía sobre contar con ella en cualquier plan que se me pasara por la cabeza lo decía porque ...”¿me quería?”
De nuevo dude, o quizás sentí vértigo ante esas palabras, no sabia querer y quizás tampoco me creía que alguien pudiera albergar ese sentimiento por mi.
No iba a ponerla en peligro, había cosas que tenia que lidiarlas yo solo, a fin de cuentas no hablábamos de vampiros normales, eran el consejo y todos y cada uno de ellos eran muy poderosos, ancianos que podrían destrozarla en menos de un minuto si así se lo propusieran.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra sus labios cuanto mas lo pensaba mas claro lo tenia.
-¿vive conmigo Sun? Formalicemos esto, nos va bien ¿no? me... gusta pasar tiempo contigo...
donde quieras, la casa que quieras, con el servicio que quieras -le dije poniendo todas las facilidades posibles para que eso sucediera.
Alcé el bloqueo mental para que fuera incapaz de leer mis intenciones ocultas, la de poner vigilancia y convertir aquello en un bunker, era mi modo de tenerlo todo controlado y ella era parte de ese todo.
Habíamos hablado de fidelidad, yo lo estaba cumpliendo, llevaba desde lo nuestro sin enredarme en otras piernas y usando a mis esclavas solo para alimentarme cuando no me apetecía salir de caza.
Las inmensa mayoría de las noches las pasábamos juntos, durmiendo en esa habitación compartida con mi chiquilla, pero yo sabia que esto no podía perdurar en el tiempo, tenia que buscar algo que nos diera mas espacio, intimidad, si lo nuestro funcionaba, si ella era capaz de aguantar al monstruo al que había quedado ligada ¿por que no comprar algo en París? Claro que eso no era lo mas importante, así solo pensaría un humano enamorado, mas yo era un vampiro.
Atajé la distancia que nos separaba sumergiéndome con pasión en sus labios, tras un húmedo beso que se alargo en el tiempo me relamí para dejar que mis palabras arrastradas impactaran contra su mojada boca.
-Si, te estoy pidiendo que vivas conmigo, a fin de cuentas, pasamos muchas noches aquí, juntos, no cambiaría nada que tuviéramos un lugar mas grande, mas reconfortable ¿no crees?
Tengo negocios en Rumanía, así como mi lugar de residencia fija, pero ahora, con el consejo tratando de derrocarme en París, tampoco puedo irme, hay que tener cerca a los enemigos para verlos venir y retirarme a mi castillo seria el peor de mis errores, eso les daría alas para pensar que les temo y yo soy un Black, no temo a nadie, es mas me temen a mi.
Los aniquilaré si es necesario uno a uno, pero he de pensar el modo y aunque admito que mi impulsividad me ruge desde lo mas hondo de mis entrañas que me vista y vaya a darles eterna sepultura, se que ese acto me traería problemas frente a la raza vampirica.
Si ven que aniquilo al consejo me verán como un depredador dispuesto a todo y pronto desde el resto de países se declarará una caza de sangre hacia mi persona. Llegaran inmortales, mercenarios de todas las razas para darme caza y aunque eso no me asusta se que ahora no puedo permitirme esa situación pues os perdería.
Tu y Hania sois mi debilidad , también mi felicidad y no puedo dar un paso en falso, no si quiero que sigáis en esta no vida.
Mordí su labio inferior tirando de este con suavidad, nuestras bocas volvieron a encontrarse despacio, nariz que acarició la ajena, fundiendo nuestras miradas en una.
No estaba muy acostumbrado a este tipo de momentos y admito que los estaba disfrutando. Mis dedos surcaron su piel desnuda, inmaculada, perfecta.
Que viviera en mi casa me ayudaría a mantenerla vigilada, eso era algo que no iba a decirle, pero no iba a correr riesgos, ella era mía y estaba en peligro, mis enemigos se habían convertido en los suyos y se que sus intenciones eran buenas, que eso que me decía sobre contar con ella en cualquier plan que se me pasara por la cabeza lo decía porque ...”¿me quería?”
De nuevo dude, o quizás sentí vértigo ante esas palabras, no sabia querer y quizás tampoco me creía que alguien pudiera albergar ese sentimiento por mi.
No iba a ponerla en peligro, había cosas que tenia que lidiarlas yo solo, a fin de cuentas no hablábamos de vampiros normales, eran el consejo y todos y cada uno de ellos eran muy poderosos, ancianos que podrían destrozarla en menos de un minuto si así se lo propusieran.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra sus labios cuanto mas lo pensaba mas claro lo tenia.
-¿vive conmigo Sun? Formalicemos esto, nos va bien ¿no? me... gusta pasar tiempo contigo...
donde quieras, la casa que quieras, con el servicio que quieras -le dije poniendo todas las facilidades posibles para que eso sucediera.
Alcé el bloqueo mental para que fuera incapaz de leer mis intenciones ocultas, la de poner vigilancia y convertir aquello en un bunker, era mi modo de tenerlo todo controlado y ella era parte de ese todo.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Durmiendo con el enemigo (Privado)
Mis dedos que hasta ahora habían estado recorriendo su pecho y su brazo subieron por su cuello hasta quedarse en su nuca, recorriendo esta y su cuello de forma leve enredando mis dedos en su pelo mientras mis ojos lo miraban de forma fija esperando por sus palabras, sabía que él siempre había residido en Rumanía y que estaba en París por su hermano Joe y mayormente por la boda de este mismo, aunque ahora el consejo había aparecido y quizás lo retuviera más en la ciudad pero igualmente volvería a Rumanía, era algo que ya sabía y que en verdad a mí no me preocupaba. Como le había dicho no tenía nada ni a nadie que me atara a la ciudad, había pasado mayormente mí existencia recorriendo el mundo y aunque había conocido a vampiros nunca nada me había hecho quedarme en un lugar, si él se iba a Rumanía ¿qué hacía yo en París? Absolutamente nada, iría donde él tuviera que ir y era algo que ya le había dicho.
Su boca acortó la distancia con la mía buscando mis labios, sumergiéndonos en un beso lento y sentido que fue algo más largo, su respiración chocó contra mí boca y dejé un mordisco en su labio inferior y lo miré recorriendo su nuca con mis dedos, sonreí de lado cuando afirmó que me estaba invitando a vivir con él y que buscáramos un lugar más grande y más reconfortable. Yo tenía una casa en París que ya apenas utilizaba pero de la que no tenía mucho aprecio tampoco, solo porque tenía allí todas mis cosas así que… ya era hora de salir de aquella habitación de hotel y buscar algo más “formal”
-Bueno, no podemos quedarnos eternamente en esta habitación de hotel para siempre ¿no? –mis labios bajaron hasta llegar a su cuello y recorrer con mí nariz el lugar mientras le escuchaba hablar, yo sabía lo de Rumanía y no me pillaba de sorpresa para nada. No pude evitar sonreír de lado cuando dijo que él, como Black no temía a nada si no que le temían a él y negué levemente con la cabeza. Pero tenía razón, no podía irse ahora que el consejo estaba moviendo ficha y tampoco iba a dejar que fuera a por ellos sin tener un plan. Mi vista subió hacia él cuando dijo que ambas éramos su debilidad y su felicidad, sin proponérselo siquiera aquel vampiro que durante seis mil años e había negado tener ningún tipo de relación y había estado alzando unos muros para que nadie entrara ahora, de la nada, no sólo había dejado entrar a alguien sino que tenía a dos personas ligadas a él con los que podían hacerle daño.
Me molestaba que nos utilizaran para llegar hasta él y que le hicieran daño, no me gustaba que me utilizaran de esa cruel manera pero sabía que el consejo no se andaría con tonterías y nimiedades, que si nos tenía que utilizar para hacerle daño lo harían y tenía claro que habían varias formas de que ese pasara, sabían que el vampiro no se iba a quedar de brazos cruzados y ya me parecía casi un milagro que no haya ido tras ellos al saber la verdad cuando bebió de mí sangre… era demasiado pedir cuando sabía que por dentro estaría rabiando y deseando darles caza uno a uno. Sus labios volvieron a buscarme y mis dedos se enredaron en su pelo pegándome a su cuerpo, nuestras lenguas en una lenta danza en la que al separarnos su nariz acarició la mía sin dejar de mirarnos y su aliento impactó contra mis labios mojados por el beso. Le sonreí ahora acariciando sus labios con los míos sin llegar a besarle y lo miré a tan corta distancia.
-¿Sabes lo que significa que formalicemos esto, verdad? –Pregunté porque, por si acaso, quería que estuviera seguro de lo que decía- Nos va bien, siempre supe que al principio sería difícil pero… me gusta esto –sentí sus dedos acariciando mí piel y me dejé hacer- Me da igual el lugar, la casa o si tiene o no servicio… son cosas que no me importan, que lo único que me importa es que estés tú –mordí su labio inferior y lancé un suspiro- ¿Cómo hemos llegado hasta esto, Assur? –Lancé la pregunta aunque realmente no esperaba obtener una respuesta por su parte- ¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? Hace ya muchos siglos, no recuerdo exactamente cuántos pero… si recuerdo tú mirada sobre mí y cómo nos íbamos de cacería –mí aliento chocaba contra sus labios y mis dedos jugaban con su pelo enredados en ellos- y también recuerdo las veces que nos íbamos a cazar juntos. Teníamos por aquel entonces una forma bastante peculiar, y erótica, de terminar las noches de caza –sonreí de lado mordiendo su labio inferior- siempre me había parecido muy excitante verte beber de tú presa con tus ojos puestos en los míos, creo que por eso dejaba que bebieras de mí mientras te hundías en mí interior –mí lengua recorrió sus labios y lo miré a los ojos- ¿Cuánto hace que no dejas salir al depredador que llevas dentro y relevas a la facilidad de las esclavas? –Pregunté más por curiosidad que por otra cosa- Deberíamos de salir a cazar una noche para rememorar viejos tiempos, solo a cazar –lo remarqué porque habíamos hecho muchas más cosas que solo cazar a nuestras presas, incluso con estas mismas- No pensé que tras nuestros juegos del gato y del ratón pudiéramos acabar de esta forma.
Su boca acortó la distancia con la mía buscando mis labios, sumergiéndonos en un beso lento y sentido que fue algo más largo, su respiración chocó contra mí boca y dejé un mordisco en su labio inferior y lo miré recorriendo su nuca con mis dedos, sonreí de lado cuando afirmó que me estaba invitando a vivir con él y que buscáramos un lugar más grande y más reconfortable. Yo tenía una casa en París que ya apenas utilizaba pero de la que no tenía mucho aprecio tampoco, solo porque tenía allí todas mis cosas así que… ya era hora de salir de aquella habitación de hotel y buscar algo más “formal”
-Bueno, no podemos quedarnos eternamente en esta habitación de hotel para siempre ¿no? –mis labios bajaron hasta llegar a su cuello y recorrer con mí nariz el lugar mientras le escuchaba hablar, yo sabía lo de Rumanía y no me pillaba de sorpresa para nada. No pude evitar sonreír de lado cuando dijo que él, como Black no temía a nada si no que le temían a él y negué levemente con la cabeza. Pero tenía razón, no podía irse ahora que el consejo estaba moviendo ficha y tampoco iba a dejar que fuera a por ellos sin tener un plan. Mi vista subió hacia él cuando dijo que ambas éramos su debilidad y su felicidad, sin proponérselo siquiera aquel vampiro que durante seis mil años e había negado tener ningún tipo de relación y había estado alzando unos muros para que nadie entrara ahora, de la nada, no sólo había dejado entrar a alguien sino que tenía a dos personas ligadas a él con los que podían hacerle daño.
Me molestaba que nos utilizaran para llegar hasta él y que le hicieran daño, no me gustaba que me utilizaran de esa cruel manera pero sabía que el consejo no se andaría con tonterías y nimiedades, que si nos tenía que utilizar para hacerle daño lo harían y tenía claro que habían varias formas de que ese pasara, sabían que el vampiro no se iba a quedar de brazos cruzados y ya me parecía casi un milagro que no haya ido tras ellos al saber la verdad cuando bebió de mí sangre… era demasiado pedir cuando sabía que por dentro estaría rabiando y deseando darles caza uno a uno. Sus labios volvieron a buscarme y mis dedos se enredaron en su pelo pegándome a su cuerpo, nuestras lenguas en una lenta danza en la que al separarnos su nariz acarició la mía sin dejar de mirarnos y su aliento impactó contra mis labios mojados por el beso. Le sonreí ahora acariciando sus labios con los míos sin llegar a besarle y lo miré a tan corta distancia.
-¿Sabes lo que significa que formalicemos esto, verdad? –Pregunté porque, por si acaso, quería que estuviera seguro de lo que decía- Nos va bien, siempre supe que al principio sería difícil pero… me gusta esto –sentí sus dedos acariciando mí piel y me dejé hacer- Me da igual el lugar, la casa o si tiene o no servicio… son cosas que no me importan, que lo único que me importa es que estés tú –mordí su labio inferior y lancé un suspiro- ¿Cómo hemos llegado hasta esto, Assur? –Lancé la pregunta aunque realmente no esperaba obtener una respuesta por su parte- ¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? Hace ya muchos siglos, no recuerdo exactamente cuántos pero… si recuerdo tú mirada sobre mí y cómo nos íbamos de cacería –mí aliento chocaba contra sus labios y mis dedos jugaban con su pelo enredados en ellos- y también recuerdo las veces que nos íbamos a cazar juntos. Teníamos por aquel entonces una forma bastante peculiar, y erótica, de terminar las noches de caza –sonreí de lado mordiendo su labio inferior- siempre me había parecido muy excitante verte beber de tú presa con tus ojos puestos en los míos, creo que por eso dejaba que bebieras de mí mientras te hundías en mí interior –mí lengua recorrió sus labios y lo miré a los ojos- ¿Cuánto hace que no dejas salir al depredador que llevas dentro y relevas a la facilidad de las esclavas? –Pregunté más por curiosidad que por otra cosa- Deberíamos de salir a cazar una noche para rememorar viejos tiempos, solo a cazar –lo remarqué porque habíamos hecho muchas más cosas que solo cazar a nuestras presas, incluso con estas mismas- No pensé que tras nuestros juegos del gato y del ratón pudiéramos acabar de esta forma.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 374
Fecha de inscripción : 18/10/2015
Localización : París
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
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