AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los pecados no se cofienzan [Shanon]
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Los pecados no se cofienzan [Shanon]
Como si quisieras entrar a la iglesia, mirar a la virgen y arrepentirte de todos tus pequeños e inocentes pecados, claro que no, quieres que la virgen sea afrodita y te diga en un maldito gemido: vaya en paz, pecador, disfrute de la vida, y todos happy, pero... soñar es lindo ¿Cierto?. Miro hacía la gran cruz que había en la entrada de la catedral, sonriente ante lo irónico que era mirarla fijamente sin retorcerse en suelo como el castigo infernal ¿Que merecen todos los draculinos? Oh sí, son unos mezquinos sin un ápice de conciencia ¿no es genial? Con las manos juntas tras la espalda él entro a la iglesia para buscar un asiento, y presenciar la misa. Observo a cada uno de los creyentes, o debería decir, a los hipócritas que se habían escabullido como ratas para "adorar" al señor. Gente de importancia, gente desesperada, gente interesada, mucho público, o tal vez la cena. Eran las 6:00 de la tarde y el sol había desaparecido, pero cristo bendiga al santoral del mes de julio, porque adoraba el olor en la sala, olía a... aristocracia. Optó por sentarse en los puestos del final, cerca de la salida, un perfecto punto de ataque, supuso. La misa había comenzado, solo falto la palabra mágica, pero no por mucho tiempo, "Oremos" dijo el sacerdote, y todas las mujeres de "fe", hasta la cortesana del putrefacto burdel de la esquina, sacaban su rosario de plata con detalles en oro blanco y dorado. Ahora todos estaban de pie, mirando al frente, sintiendo como el espíritu llena poco a poco sus inútiles cuerpos. A pesar de todo ese show, se sentía solito, acaso solo había mortales en esa reunión de tal importancia, que pena, ¿y ahora quién podrá salvarle? El aburrimiento era algo que nunca faltaba en la vida eterna, pero siempre se encuentra algo que hacer. Amén.
Miro una vez más a su alrededor percibiendo infinitos olores, se estaba quedando sin opciones, pronto estaría de mal humor. "Sentaos" dijo el sacerdote, y como militares el mundo le siguió. Por eso es que la vida esta como esta. El infierno, el cielo, los 7 pecados capitales, ¿Y que pasa con el requisito de vivir? Somos libres ¿no? Bueno, no en el universo paralelo del catolicismo. Ya, ya... la buena fe. A la mierda con la buena fe. Luke es todo un protestante: ¡Derrocad al rey! ¡Seáis libertinos! ¡Traed el licor!
Miro una vez más a su alrededor percibiendo infinitos olores, se estaba quedando sin opciones, pronto estaría de mal humor. "Sentaos" dijo el sacerdote, y como militares el mundo le siguió. Por eso es que la vida esta como esta. El infierno, el cielo, los 7 pecados capitales, ¿Y que pasa con el requisito de vivir? Somos libres ¿no? Bueno, no en el universo paralelo del catolicismo. Ya, ya... la buena fe. A la mierda con la buena fe. Luke es todo un protestante: ¡Derrocad al rey! ¡Seáis libertinos! ¡Traed el licor!
Luke C. Petersèn- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 03/07/2010
Re: Los pecados no se cofienzan [Shanon]
Eran las 6 de la tarde y con ello llegó la noche, nuestra aliada, nuestra arma más mortal. Con ella todos los malditos salíamos de nuestros hogares para empezar de nuevo nuestro día, algo irónico que fuera así pero era ahora cuando la ciudad de París estaba bajo nuestro dominio.
Como cada noche salí de mi castillo rumbo al corazón de la ciudad de París, donde las calles cómo no estaban bastante concurridas a esta hora y te podías permitir el lujo de hacer una buena selección de víctimas, pobres humanos que no saben la que se les avecina cuando te cruzas en su camino. Ellos piensan que es solo para conversar y en el caso de algunos varones que es su día de suerte, pero en realidad más bien lo es para mí ya que gracias a ellos mi existencia continuará a cambio de la suya.
Era una asesina despiadada, fría y letal, no tenía sentimiento alguno a la hora de la caza, era como una viuda negra, una dama de la noche, una pecadora...
Pecadora, eso me dio una idea que si tenía suerte podía romper con mi monotonía y aburrimiento. Hacía mucho tiempo que no entraba en una iglesia para observar el panorama que ahí había. Las iglesias eran el segundo gran teatro de la vida. Gentes que se han pasado su vida en burdeles, haciendo lo que han querido y más se creían que yendo una vez a la iglesia se expiaban de sus pecados ganándose así el cielo. Hipócrita, todo eso era una gran mentira, la gente que creía en eso era muy escasa y cada vez eran menos.
Llegué a la Catedral y entré sin más dilación, con paso elegante y una media sonrisa sarcástica, preparada o para encontrarme algo mínimamente interesante o realizar allí mismo una masacre, ya que andaba muy sedienta y mi humor no era el mejor en esos momentos. El olor a sangre humana inundaba todo a nuestro alrededor y eso hacía que mi sed se potenciara mucho más lo que garantizaba que alguno de estos pobres desdichados iba a terminar convirtiéndose en mi cena.
Lo que vi al entrar y observar el interior era de esperar, el cura había iniciado ya la misa, las mujeres estaban de pie orando con sus rosarios en leves cuchicheos que podía percibir claramente.
Fui a sentarme en los bancos de la última fila, el mejor sitio para controlar toda la sala. Mi sorpresa fue al encontrarme a mi lado a otro vampiro, al parecer con una idea parecida a la mía sobre ese lugar a juzgar por la expresión de su rostro y sus pensamientos. – Estos humanos nunca aprenderán que aquí solo pierden el tiempo, lo mejor es vivir la vida al máximo… - comenté en voz baja para no romper con el tenue silencio del lugar, pero sabía de sobra que él me había escuchado perfectamente. Giré mi rostro levemente para observarle después de mi comentario y le dediqué una media sonrisa a modo de saludo.
Mi ideología había sido siempre la de “veni vidi vici”, los placeres de la vida estaban para disfrutarlos y no para dejarlos pasar. La eternidad podía llegar a ser sumamente aburrida si no se encontraban los estímulos adecuados, y me había propuesto buscarlos hace poco, pero claro ¿dónde encontrarlos?, cierto que me había reencontrado con gente con la que podría salir un poco de la monotonía, entre los que se encontraba mi antigua compañera de fechorías, pero buscaba algo más... algo que me hiciera olvidar el hastío en el que me hallaba sumergida, que me volviera a hacerme sentir, no sé si viva, pero sentir algo al fin de cuentas. Aunque claro, no por ello iba a dejar de lado la diversión, eso siempre estaba presente en mí y no creía que fuera a cambiar nunca.
Como cada noche salí de mi castillo rumbo al corazón de la ciudad de París, donde las calles cómo no estaban bastante concurridas a esta hora y te podías permitir el lujo de hacer una buena selección de víctimas, pobres humanos que no saben la que se les avecina cuando te cruzas en su camino. Ellos piensan que es solo para conversar y en el caso de algunos varones que es su día de suerte, pero en realidad más bien lo es para mí ya que gracias a ellos mi existencia continuará a cambio de la suya.
Era una asesina despiadada, fría y letal, no tenía sentimiento alguno a la hora de la caza, era como una viuda negra, una dama de la noche, una pecadora...
Pecadora, eso me dio una idea que si tenía suerte podía romper con mi monotonía y aburrimiento. Hacía mucho tiempo que no entraba en una iglesia para observar el panorama que ahí había. Las iglesias eran el segundo gran teatro de la vida. Gentes que se han pasado su vida en burdeles, haciendo lo que han querido y más se creían que yendo una vez a la iglesia se expiaban de sus pecados ganándose así el cielo. Hipócrita, todo eso era una gran mentira, la gente que creía en eso era muy escasa y cada vez eran menos.
Llegué a la Catedral y entré sin más dilación, con paso elegante y una media sonrisa sarcástica, preparada o para encontrarme algo mínimamente interesante o realizar allí mismo una masacre, ya que andaba muy sedienta y mi humor no era el mejor en esos momentos. El olor a sangre humana inundaba todo a nuestro alrededor y eso hacía que mi sed se potenciara mucho más lo que garantizaba que alguno de estos pobres desdichados iba a terminar convirtiéndose en mi cena.
Lo que vi al entrar y observar el interior era de esperar, el cura había iniciado ya la misa, las mujeres estaban de pie orando con sus rosarios en leves cuchicheos que podía percibir claramente.
Fui a sentarme en los bancos de la última fila, el mejor sitio para controlar toda la sala. Mi sorpresa fue al encontrarme a mi lado a otro vampiro, al parecer con una idea parecida a la mía sobre ese lugar a juzgar por la expresión de su rostro y sus pensamientos. – Estos humanos nunca aprenderán que aquí solo pierden el tiempo, lo mejor es vivir la vida al máximo… - comenté en voz baja para no romper con el tenue silencio del lugar, pero sabía de sobra que él me había escuchado perfectamente. Giré mi rostro levemente para observarle después de mi comentario y le dediqué una media sonrisa a modo de saludo.
Mi ideología había sido siempre la de “veni vidi vici”, los placeres de la vida estaban para disfrutarlos y no para dejarlos pasar. La eternidad podía llegar a ser sumamente aburrida si no se encontraban los estímulos adecuados, y me había propuesto buscarlos hace poco, pero claro ¿dónde encontrarlos?, cierto que me había reencontrado con gente con la que podría salir un poco de la monotonía, entre los que se encontraba mi antigua compañera de fechorías, pero buscaba algo más... algo que me hiciera olvidar el hastío en el que me hallaba sumergida, que me volviera a hacerme sentir, no sé si viva, pero sentir algo al fin de cuentas. Aunque claro, no por ello iba a dejar de lado la diversión, eso siempre estaba presente en mí y no creía que fuera a cambiar nunca.
Shanon Owen- Vampiro/Realeza
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Re: Los pecados no se cofienzan [Shanon]
La catedral contenía miles de detalles esparcidos en todos lados, que demostraban cual despreciable podía llegar hacer la raza humana en su infinita búsqueda de una razón para existir. El pensamiento de un alma libre obstaculizado por creencias inútiles. Lujuria, Soberbia, ya estaría colgado de los cojones si fuera por esos motivos. Al fin y al cabo, todos sufrimos de aquellas necesidades ¿Cuál es el problema?. Estupidez. Finalmente siempre llegaría a la misma conclusión, siendo un espectador más, el admirador número uno del arte de la vida misma, una pintura en movimiento que jamás se detenía para ti, -Jamás- por lo que detallarla completamente era cosa de años, décadas, y siglos. Injusta realidad para cualquier amante de las "casualidades".
Al parecer no se encontraba tan solo como lo había pensado, claramente una hermosa vampira había entrado en la Catedral, luciendo esa aura de falsa devoción ante la hipocresía de asistir a una misa. Pronto se descubrió leyendo los pensamientos de Luke, causándole aquella media sonrisa, un protocolo social que, a él le provocaba una sincera curiosidad. Observo cada fino movimiento de la vampira, hasta el leve abrir de labios para susurrar un comentario casi inescuchable. Un acto que no le producía ni el más mínimo problema, la había escuchado con plena perfección.- Falta de visión -Le dijo en un tono de absoluta suavidez, llevando consigo la indiferencia que sentía hacía el tema, pero siendo lo necesariamente discreto para que pasase inadvertido bajo el "Yo confieso" que se empezaba a recitar por todos en la iglesia.
Oh la Telepatía, un arma, un don, una tortura, de cualquier perspectiva que lo veas siempre será una ayuda extra. Era de esperarse que no fuera el único que tenía la garganta en llamas, que desease hacer de todos estos fieles creyentes, unos borreguitos, presas del lobo feroz. Caperucita roja estaría orgullosa. Sonrió ampliamente, ante el pensamiento que cursaba por su mente, imaginándose una masacre formidable, haciendo una limpieza total, con agua de rosas, bañando el piso con ese adorable aroma, desbordándose de su boca, bajando por su garganta... Una epifanía personal -El milagro- Excitado ante la posibilidad, se auto-respondió esa duda que lo rondaba, ¿Quién me salvará de este martirio que llamamos aburrimiento?- Me parece que tenemos un bien común, Signorina... Mmmm... -Se acerco hasta ella, sin tener que ir muy lejos- Deseas cada gota de vida en esta sala... -Su sonrisa se hizo llena de malicia- Toma lo que deseas... -Le dijo en el oído, incitándole lo que sabía muy bien, era una oferta irresistible- ¿Se atrevería usted o teme por su destino? -"El poder del anticipo es gloria del rey" Se dijo a si mismo. En una iglesia no es bien visto el contacto entre géneros opuestos, pero eso a Luke no le importó, parecía tan entretenido ante sus propias ideas que se olvido del lugar en donde estaba. Alzó la mano, llevándola con gracia hasta el mentón de la mujer, girándole el rostro para que ella observase con sus propios ojos, a cada uno de los residentes dentro del lugar.- Miradlos... tan inocentes, quietos, aguardando pacientemente.
Al parecer no se encontraba tan solo como lo había pensado, claramente una hermosa vampira había entrado en la Catedral, luciendo esa aura de falsa devoción ante la hipocresía de asistir a una misa. Pronto se descubrió leyendo los pensamientos de Luke, causándole aquella media sonrisa, un protocolo social que, a él le provocaba una sincera curiosidad. Observo cada fino movimiento de la vampira, hasta el leve abrir de labios para susurrar un comentario casi inescuchable. Un acto que no le producía ni el más mínimo problema, la había escuchado con plena perfección.- Falta de visión -Le dijo en un tono de absoluta suavidez, llevando consigo la indiferencia que sentía hacía el tema, pero siendo lo necesariamente discreto para que pasase inadvertido bajo el "Yo confieso" que se empezaba a recitar por todos en la iglesia.
Oh la Telepatía, un arma, un don, una tortura, de cualquier perspectiva que lo veas siempre será una ayuda extra. Era de esperarse que no fuera el único que tenía la garganta en llamas, que desease hacer de todos estos fieles creyentes, unos borreguitos, presas del lobo feroz. Caperucita roja estaría orgullosa. Sonrió ampliamente, ante el pensamiento que cursaba por su mente, imaginándose una masacre formidable, haciendo una limpieza total, con agua de rosas, bañando el piso con ese adorable aroma, desbordándose de su boca, bajando por su garganta... Una epifanía personal -El milagro- Excitado ante la posibilidad, se auto-respondió esa duda que lo rondaba, ¿Quién me salvará de este martirio que llamamos aburrimiento?- Me parece que tenemos un bien común, Signorina... Mmmm... -Se acerco hasta ella, sin tener que ir muy lejos- Deseas cada gota de vida en esta sala... -Su sonrisa se hizo llena de malicia- Toma lo que deseas... -Le dijo en el oído, incitándole lo que sabía muy bien, era una oferta irresistible- ¿Se atrevería usted o teme por su destino? -"El poder del anticipo es gloria del rey" Se dijo a si mismo. En una iglesia no es bien visto el contacto entre géneros opuestos, pero eso a Luke no le importó, parecía tan entretenido ante sus propias ideas que se olvido del lugar en donde estaba. Alzó la mano, llevándola con gracia hasta el mentón de la mujer, girándole el rostro para que ella observase con sus propios ojos, a cada uno de los residentes dentro del lugar.- Miradlos... tan inocentes, quietos, aguardando pacientemente.
Luke C. Petersèn- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/07/2010
Re: Los pecados no se cofienzan [Shanon]
Aunque aparentemente se encontraba atendiendo a la misa, en verdad estaba prestando más atención a la compañía que se encontraba a su lado que al resto. Un suave murmullo recorría la sala, era el momento de las oraciones y los ingenuos humanos pensaban que ese era el acto con el que conseguir su preciada salvación. Creían que con unas simples palabras aquel Dios al que adoraban les concedería la redención de sus pecados. Asintió a la respuesta concedida ante su primer comentario. Aquel vampiro había tenido toda la razón, esta gente se encontraba con la vista nublaba. No querían ver el verdadero mundo que se encontraba detrás de las puertas de la iglesia, un mundo dominado por la avaricia, la codicia, el libertinaje, la lujuria... Uno no ve lo que no quiere ver... Eso se puede atribuir a todos los aquí presentes. Suspiró poniendo ahora su atención en las oraciones de la mujer que se encontraba más próxima a ella, un par de bancos más adelante. Una anciana que con voz temblorosa que pretendía ser firme oraba con plena devoción. En sus palabras se podía advertir la fe que profesaba, una fe que pronto se daría cuenta que no le iba a servir de nada. Toda vida tenía su final, por eso era tan valiosa y merecía ser vivida hasta el límite, sin dudas ni restricciones, pero todos los aquí presentes parecían no darse cuenta de ello... o casi todos. Al menos aquel apuesto vampiro parecía tener más sentido común que el resto. No cabía duda que se había percatado ya de uno de sus dones, la telepatía, pero en vez de molestarle como hubiera sido la reacción normal, reacción que la gran mayoría solía tener en un primer momento, pareció divertirle. Eso le hizo tener el presentimiento de que este encuentro podría resultar muy interesante.
Aquella hipótesis se vio confirmada cuando el desconocido inmortal se acercó hasta ella, susurrándole prometedoras propuestas, sosteniendo su mentón con una de sus fuertes manos para girarle el rostro de manera que su vista abarcara la amplitud de la sala. Una media sonrisa surcó su rostro, fugaz como el gélido brillo de la muerte que tiñó sis ojos unos instantes. Efímero para los humanos, pero más que evidente para el vampiro, un asesino como ella. Una risa sarcástica se escapó apenas por entre sus labios, resonando en su mente aquellas palabras que acababan de ser pronunciadas por él. Mi destino esta trazado desde hace mucho. No lo temo dado que ya estoy condenada, una condena perpetua, eterna, que no será alterada por unas pocas muertes más a mi mano. Un asesino no puede temer algo tan banal como el destino… cuando ya lo ha encarado y vencido con anterioridad, creando ahora él su propio destino, su propio camino, ¿no cree?. Le planteó mirándole de reojo mientras su mente, ágil y rápida, entrenada ya desde hace siglos en el arte de la muerte, empezó a trazar el plan de actuación. Las salidas estaban bloqueadas, la iglesia no estaba muy llena, solo 20 feligreses habían acudido ese día al acto, sin contar al cura y los dos monaguillos. Que aquella reunión acabara en masacre con la máxima discreción, sin levantar sospechas no iba a ser ningún problema, no tendrían tiempo ni de tratar de escapar. Por cierto, que descortesía no haberme presentado… soy Shanon Owen, un placer habernos encontrado hoy. Se separó lentamente del vampiro tras presentarse con una leve inclinación de cabeza, esbozando una sonrisa mezcla de afabilidad, amistad y malicia. Su mente no era ya la de una dama de clase alta, se había convertido ahora en la de una asesina a sangre fría, el ardor de su garganta iba en aumento, demandando cuanto antes ser apagada consumiendo la sangre de aquellas personas que prometía ser de un placer y una satisfacción plenas.
Posicionada ahora detrás de la anciana que había visto antes de rodillas rezando, le tapó rápidamente la boca, partiéndole el cuello en un movimiento tan rápido que nadie más a parte de nosotros se percató de lo que había sucedido. Sin más preámbulos sus incisivos traspasaron la fina piel que cubría el cuello, permitiendo la llegada a su boca de aquel delicioso elixir, que a pesar de no haber sido el mejor que hubiera probado, si que menguaba en parte la sed del momento. Una vez hubo acabado con ella la soltó, dejándola con maestría sentada en el banco, pareciendo simplemente una pobre y frágil anciana demasiado cansada como para proseguir con sus rezos de rodillas, teniendo que sentarse un rato. Giró su rostro arqueando una ceja con cinismo e ironía, haciéndole una muda pregunta con la mirada, invitándole a que se uniera a aquel banquete que les había sido servido en bandeja de plata. Los mejores placeres son los que se obtienen de improvisto… no se prive de ellos, es un pecado. Aquella era la palabra clave en ese ambiente, encajada en un marco con el que adquiría un tinte particular, era ese pecado el que convertía nuestras monótonas existencias en algo delicioso por lo que muchas veces merecía la pena seguir con aquella "vida" por así decirlo, aunque mejor era llamarla no-vida. Por ello, una carcajada asesina, cargada de maldad resonó en la iglesia, siendo el preámbulo y aviso de una masacre digna de recordar. Solo faltaba la actuación de mi acompañante de fechorías aquella noche para terminar de dar comienzo ahora a nuestros actos de “redención” o mejor dicho… de perdición.
Aquella hipótesis se vio confirmada cuando el desconocido inmortal se acercó hasta ella, susurrándole prometedoras propuestas, sosteniendo su mentón con una de sus fuertes manos para girarle el rostro de manera que su vista abarcara la amplitud de la sala. Una media sonrisa surcó su rostro, fugaz como el gélido brillo de la muerte que tiñó sis ojos unos instantes. Efímero para los humanos, pero más que evidente para el vampiro, un asesino como ella. Una risa sarcástica se escapó apenas por entre sus labios, resonando en su mente aquellas palabras que acababan de ser pronunciadas por él. Mi destino esta trazado desde hace mucho. No lo temo dado que ya estoy condenada, una condena perpetua, eterna, que no será alterada por unas pocas muertes más a mi mano. Un asesino no puede temer algo tan banal como el destino… cuando ya lo ha encarado y vencido con anterioridad, creando ahora él su propio destino, su propio camino, ¿no cree?. Le planteó mirándole de reojo mientras su mente, ágil y rápida, entrenada ya desde hace siglos en el arte de la muerte, empezó a trazar el plan de actuación. Las salidas estaban bloqueadas, la iglesia no estaba muy llena, solo 20 feligreses habían acudido ese día al acto, sin contar al cura y los dos monaguillos. Que aquella reunión acabara en masacre con la máxima discreción, sin levantar sospechas no iba a ser ningún problema, no tendrían tiempo ni de tratar de escapar. Por cierto, que descortesía no haberme presentado… soy Shanon Owen, un placer habernos encontrado hoy. Se separó lentamente del vampiro tras presentarse con una leve inclinación de cabeza, esbozando una sonrisa mezcla de afabilidad, amistad y malicia. Su mente no era ya la de una dama de clase alta, se había convertido ahora en la de una asesina a sangre fría, el ardor de su garganta iba en aumento, demandando cuanto antes ser apagada consumiendo la sangre de aquellas personas que prometía ser de un placer y una satisfacción plenas.
Posicionada ahora detrás de la anciana que había visto antes de rodillas rezando, le tapó rápidamente la boca, partiéndole el cuello en un movimiento tan rápido que nadie más a parte de nosotros se percató de lo que había sucedido. Sin más preámbulos sus incisivos traspasaron la fina piel que cubría el cuello, permitiendo la llegada a su boca de aquel delicioso elixir, que a pesar de no haber sido el mejor que hubiera probado, si que menguaba en parte la sed del momento. Una vez hubo acabado con ella la soltó, dejándola con maestría sentada en el banco, pareciendo simplemente una pobre y frágil anciana demasiado cansada como para proseguir con sus rezos de rodillas, teniendo que sentarse un rato. Giró su rostro arqueando una ceja con cinismo e ironía, haciéndole una muda pregunta con la mirada, invitándole a que se uniera a aquel banquete que les había sido servido en bandeja de plata. Los mejores placeres son los que se obtienen de improvisto… no se prive de ellos, es un pecado. Aquella era la palabra clave en ese ambiente, encajada en un marco con el que adquiría un tinte particular, era ese pecado el que convertía nuestras monótonas existencias en algo delicioso por lo que muchas veces merecía la pena seguir con aquella "vida" por así decirlo, aunque mejor era llamarla no-vida. Por ello, una carcajada asesina, cargada de maldad resonó en la iglesia, siendo el preámbulo y aviso de una masacre digna de recordar. Solo faltaba la actuación de mi acompañante de fechorías aquella noche para terminar de dar comienzo ahora a nuestros actos de “redención” o mejor dicho… de perdición.
OFF: Perdón por la tardanza, pero últimamente he estado muy liada con el inicio de las clases y estoy todavía organizándome bien. XD
Shanon Owen- Vampiro/Realeza
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