Vida Vs Existencia (Shanon)

por Invitado Sáb Ago 07, 2010 1:40 pm

Estaba cansada y aburrida de hacer día con día algo de compras así que solo decidí salir a caminar lentamente mientras que solo me encamine hacia las Zonas abandonadas, solo para distraerme un poco, lentamente pase un día espectacular en donde me sentía plenamente cómoda haciendo algo de lo que amaba hacer y desde niña no lograba, paseando a cada minuto mas y mas solo me puse a ver lo que había y encontraba casas, con cosas adentro y de pronto mi mente se sumergió en el recuerdo de mi familia y de mi, poco a poco recordaba cuando era pequeña, mi mama me abrazaba mientras veía a mi hermana menor a mi lado, mi padre estando frente a nosotros, mi hermano mayor me cargaba, y me sentía feliz de estar así, sobre sus hombros y pensando que era realmente feliz, en eso encontré una muñeca que la mitad estaba aun en perfectas condiciones, así que la admire un poco de rato mientras que me imaginaba como hubiese sido el hecho de que siguiera mi padre vivo, quizá nunca habría conocido nada de lo que conozco, desde una amistad permanente, hasta el placer más mortífero de todos, en eso mire con delicadeza mi antebrazo, ya que aun la mordida seguía con una costra, dado que hacía días que no veía a Arkadi por ningún lado, en eso solo me puse a pensar que debería decirle a el algo importante, ya que desde que hable la segunda noche con él, note que tenía un presentimiento extraño, no sabría decir que era pero estaba segura que no sería bueno, además de que tenía que buscar al conde Baker, el conde Van Garrett y al conde Algren, dado que todo lo que va en torno a la maldición de la familia Algren tiene que ver en especifico con lo que sería estos tres personajes, Antón que secuestro a August; Xavier porque su padre fue el que maldijo a los Algren y August que trataría de evitarlo de cualquier manera, solo me encamine mas a una casa que vi ahí, y solo observe que había ratas y otra clase de animales sueltos, mientras que pensaba como buscar a los tres condes cuando Baker solo salía de noche, August de ambos turnos y Antón igualmente de noche, cuando justamente esas horas eran las que ocupaba para descansar, en eso tropecé por culpa de un madero suelto, mirando a mi alrededor, mire que había un libro tirado en el suelo, un libro que abrí en el cual leí algo que me dio la pista que buscaba…. Y decía de esta forma:

18 de agosto de 1770…
Hoy conocí a una joven realmente bella, el nombre de esta dama hermosa es Myriam Alexandra Montalvo, hija de condes Españoles que vino a residir en Paris no hace mucho, es de belleza trigueña, alta, delgada, de cabello castaño oscuro, sus ojos son de color castaño claro, parecían chocolates, pero con un brillo como el de las estrellas, una verdadera belleza, única en verdad…

En eso solo pase unas cuantas páginas más adelante, para poder ver mas de la vida de esta persona, pero lo que leí a continuación, es algo que no soportaría nadie de haberlo leído anteriormente a mi…. Proseguía de esta forma

28 de Octubre de 1770
En verdad que mando al diablo a las mujeres, lo que ella me hizo no tiene nombre en verdad, ella se cree mejor que yo, lo cual no es justo para mi, simplemente la maldigo, los maldigo a ambos… hoy me entere que se comprometieron Myriam Alexandra Montalvo con el Conde Xavier Algren, simplemente algo que no puedo soportar ver…. Así que simplemente escribo esto para que se cumpla…. Maldigo a aquellos que desciendan de esta unión, aquellos que osan a nacer en esa familia, los maldigo haciendo que los seres de la noche les maten al cabo de sobre pasar los 20 años de edad, pero esta maldición debe surtir efecto en cuanto Myriam y Xavier mueran…. Y esta maldición tomara en primera instancia a la hija que se parezca a Myriam… yo Marcos Baker lo digo y así será cumplido….

En ese momento cerré el libro porque entonces entendía el comienzo del asunto, en eso solo me pregunte que mas pasaría, así que voltee la pagina y leí algo del mismo día, suponía dado que había manchas de sangre en esa pagina

Pero qué maldición en este día que toparme a un conde que estaba loco, casi lograba acercarme a Myriam cuando de pronto llego ese conde… el conde Antón Van Garrett y evito a toda costa que me le acercara, no entendía que diablos pasaba, pero si quería poder comprender por qué motivo tenía que caer justo en cada oportunidad que planeaba hablar con ella, pero ahí comprendí que ella solo me había usado, para solo llegar a Algren… ya no sé si sentir odio o coraje, pero solo espero que su descendencia sufra por lo que ella me hizo, sufra la soledad y el olvido y el vivir por toda la eternidad atados a vidas humanas….

En ese momento solo escuche un ruido y note que ya había oscurecido, en eso solo dije –Quien está ahí?- pero no tuve respuesta alguna, aunque sabia alguien me veía pero ni eso podía cambiar el hecho de que sabia el motivo por el cual Myriam cayó presa fácil de la maldición de Xavier… y fue porque su padre la había maldecido antes, pero Xavier planeo matarla para llevarla a su verdadero amor, en eso solo me quede absorta en mi pensar sin darle importancia a quien estuviera cerca de mi y en eso vi a una vampira que mataría a August, pero el por salvar a una joven, en ese momento comprendí que no se cumplió del todo lo que el padre de Xavier dijo… ya que ambos casos si no es que los tres era por salvar a un tercero, así que solo pensando en eso no me percate de que tan cerca andaba aquello que provocara el ruido, pero lentamente salía de aquella casa con el diario en mis manos, sabía que debía leer completamente eso si quería entender el porqué de la maldición a los Algren, y que tanto sabia el conde Van Garrett de esto, de pronto al salir, solamente mi pensamiento iba a August pero el solo podía ver el futuro inmediato mas no esto de seguro, en eso escuche de nueva cuenta un ruido mas estrepitoso que el anterior así que dije –Sera mejor que aparezca, porque en verdad me estoy asustando- esto era algo diferente sentía como si la muerte deambulara cerca de mi y en eso recordé cuando mi hermana fue asesinada por su creador, como mi hermano desapareció cuando paso lo de la peste, cada momento de mi vida paso por mi mente, pero por alguna razón no sentía peligro, esto era algo diferente, algo anormal, entonces de la nada escuche pasos, pasos delicados, poco a poco acercándose a mí, pero yo en vez de corre me quede congelada en ese sitio solo aferrándome al diario de Marcos Baker, mientras mi respiración se acompasaba, y mi vista se detenía frente a mi, pero estaba tranquila, como si supiera no me pasaría nada anormal, y menos hoy, ya que algo me decía me salvaba el hecho de tener que hablar con los Algren de mi descubrimiento y de paso a Xavier Baker

por **Shanon Owen** Dom Ago 08, 2010 11:09 am

Acababa de despertar en mi Castillo, después de haberme pasado todo el día durmiendo finalmente el atardecer estaba muy próximo. Aún tumbada en la cómoda y amplia cama comencé a pensar en el encuentro que había ocurrido hacía tan solo un par de días en la laguna. Imágenes fugaces venían una y otra vez a mi, rememorando así su rostro, el brillo gélido de su mirada, sun tímida sonrisa, sus manos, su cuerpo... todo lo que creía recordar con total nitidez de cuando aquel hombre era todavía humano y que sin duda ahora poseería toda su belleza natural por toda la existencia. Al haber sido convertido en un inmortal más al servicio de la Reina, siendo parte de su guardia personal, Giàccomo contaba ahora con capacidades y aptitudes superiores que sin duda utilizaría provechosamente.

Azorada y un tanto alterada me incorporé en la cama, echando un vistazo a la habitación que se encontraba en penumbras ya que aquel astro que tan mortífero me resultaba seguía luciendo en el cielo, próxima estaba ya su retirada, pero todavía me quedaban un par de horas para ello, tiempo más que de sobra para arreglarme y pensar el sitio que más me apeteciera para salir de noche, una vez que todos los sirvientes se hubieran ido a dormir. Aún tenía que seguir ocultándome de ellos, levantando las mínimas sospechas con todos excepto con Anaís, ella era una pieza fundamental en mi vida sin la cual esta situación sería mucho peor de maneja, y lo sabía. Le debía mucho y por eso cuidaba de que nunca tuviera carencia de nada, y así seguía siendo por ahora.

Para esa noche elegí un precioso vestido, no demasiado elegante ya que para donde tenía pensado ir no necesitaba ir con muchas galas. En mi mente había surgido la idea de esa noche ir a las zonas abandonadas de repente. No tenía nada mejor que hacer y ese iba a ser un buen lugar para poner mis ideas en orden, por lo que me vestí con aquel vestido de color azul marino, decorado con bordados plateados que le daban un aspecto juvenil, tal y como a mi me gustaba. Ya vestida, calzada con zapatos de tacón, perfumada y peinada con un suave medio recogido, dejando caer mi pelo con suaves bucles dándole un aspecto desenfadado e informal, pero bien cuidado, salí del castillo sigilosamente, cosa que me resultó de lo más fácil debido a las aptitudes innatas en mi esencia.

Una vez fuera preparé a mi caballo, ataviándolo con su montura y me subí a él para llegar más comodamente a la zona abandonada ya que por mucho que me apeteciera pasear desde mi hogar había una distancia más que considerable y allí ya tendía sitio suficiente para pasear cuanto me viniera en gana. Anteriormente ya me había alimentado tomando unas cuantas copas de sangre en el salón del castillo. Siempre tenía reservas más que de sobra, si tenía la oportunidad de cazar a algún humano...¡bienvenida sea!, pero como dudaba en encontrarme a alguno al lugar donde iba preferí ir sobre seguro y alimentarme antes, además estas noches eran noches de luna llena y yendo a un lugar apartado corría el riesgo de encontrarme con alguno de esos mugrosos lobos que para mi desgracia contaban con gran fuerza como había tenido oportunidad de comprobas hacía casi un mes, sabía como peleaban y estas noches era imprescindible estar lo más fuerte posible si se queria tener una oportunidad ante una lucha contra ellos.

Cuando llegué a los lindes de la zona abandonada me apeé de mi caballo, llevándolo hacia un poste de madera convenientemente clavado en un buen lugar y até ahí sus riendas, acariciándole las crines cariñosamente ya que aquel era uno de mis mejores y más fieles caballos. Alto, robusto, con fuertes patas, alcanzaba una muy buena velocidad al galope y la verdad era que me había encariñado mucho con él en estos años. Lo mejor era que todavía era muy jóven y le quedaban otros muchos años de servicio. Tras asegurarme de que estaba bien atado me adentré lentamente en esa parte de París que muy pocos se atrevían a visitar, ya fuera por miedo a los ladrones que por ahí se escondían o por las leyendas que corrían sobre los monstruos nocturnos que chupaban la sangre, o gente que parecía humana pero que por las noches se transformaban en unas temibles bestias, es decir lo comunmente conocido como vampiros y licántropos, los eternos rivales.

Paseaba distraida, intentando organizar mi mente, siguiendo recordando una y otra vez el encuentro con Giàccomo entremezclándolo con la conversación que días antes había mantenido con mi querida amiga Sabrina. Todo ello hacía que mi interior se excitara e inquierara al mismo tiempo. Por momentos casi podía volver a sentirme viva como hacía mucho que no sentía. Me fuí fijando en las casas que iba dejando atrás, con la vista fija al frente, no prestándoles mucha atención hasta que un ruido me sacó bruscamente de mis pensamientos. En una casa cercana podía escuchar los ruidos de alguien merodeando de su interior. En un momento de descuido, muy extraño en mi pero podía imaginarme la razón, pisé una rama que se partió en dos sonando como un seco quebrado que sonó más potente debido al intenso silencio que reinaba en aquel lugar, alertando a quien fuera que estuviera dentro de la casa de mi presencia por lo que rápidamente me escondí detrás de un árbol, jugando con la oscuridad para fundirme con ella, como desvaneciéndome del lugar para poder espiar a aquella persona sin que ella me viera a mi.

Así es como la vi salir de la casa, asustada con un libro debajo del brazo que evidentemente no era suyo por el modo en que lo sujetaba bajo su brazo y miraba a todas partes asustadas intentando ver a quien la había sorprendido, intentando verme a mi. Esbocé una media sonrisa examinando un poco más a la joven humana ya que había algo en ella que había captado irremediablemente mi atención... su aroma. Un dulce olor propio entremezclado con otro que reconocí al instante, el aroma de Myriam. ¿Acaso ella la conocería?, sí, tenía que ser de ese modo o sino no llevaría en ella aquel exquisito olor que en su día tuve oportunidad de retener en mi mente ya que ella había pasado a ser una de mis protegidas hasta que lo necesitara. Cuando habló por segunda vez pidiendo verme no pude contener una cantarina risa que retumbó por todo el paraje jovial, llena de vitalidad como antaño. Me sorprendí por esa tonalidad pero reaccioné enseguida, ya tenndría tiempo suficiente para pensar en ello, ahora lo único que iba a hacer era dejar de asustarla apareciendo ante su campo visual para que se relajara... aunque más le convenía seguir atenta conmigo que confiada por verme.

Salí calmadamente de detrás del árbol, acercándome a ella mientras la seguía examinando con la mirada, esbozando una media sonrisa encantadora para viera que no había más peligro allí que yo en ese momento, que no era poco. Estese tranquila Madame, no tiene de que temer. Solamente me encontraba allí escondida por si se trataba de algún ladrón o maleante el que se encontraba en la casa... Le mentí con gran convicción, tantos siglos me habían proporcionado una gran destreza en el campo de la mentira y el engaño. Me paré enfrente de ella, aspirando ahora mucho mejor su aroma que vino a mi acompañado de una refrescante brisa veraniega. Ahora claramente podía afirmar que ella conocía a Lady Agren o sino no podía oler así su vestimenta y su piel. Qué descortesía por mi parte haber aparecido de la nada sin presentarme. Me llamo Shanon Owen, un placer conocerla Madame. La miré con curiosidad, aún parecía asustada pero en su mirada había un brillo de profundo reconocimiento, como si... No, era imposible, ¿o si?, ¿podía ella saber qué era yo?, una humana que supiera el secreto... desde luego cada vez eran más humanos los que lo sabían y eso no podía ser nada bueno. Ladeé mi cabeza ligeramente, fijándome en la polvorienta y desgastada cubiera del libro que traía con ella, pero reconocía ese tipo de encuadernación, no era un simple libro sino un diario. Las memorias de alguien se encontraban escritas en aquel cuaderno. En un rápido movimiento que hizo con ese brazo al percatarse que miraba su cuaderno pude ver una marca en su muñeca que reconocería sin problemas de inmediato... una mordida de vampiro. Inmediatamente regresé la mirada a aquella chica, mirándola fijamente a los ojos inquisitiva, esperando una respuesta ante mi muda pregunta aunque ella sabía de sobra cual era..."¿cómo era que tenía aquella mordida?".

¿Quién sería ella?, ¿acaso Myriam la había mordido?. No, eso lo creía menos que probable. Si mis cálculos eran ciertos, y recordando la conversación con el Monsieur Van Garret, Myriam debía ser ya una inmortal más y dudaba de que si la hubiera mordido hubiera podido controlarse antes de matarla, era muy raro que una recién convertida tuviera semejante autocontrol, hacían falta unos años de práctica antes de lograrlo. Mientras esperaba mirándola fijamente pero en actitud relajada un ensodecedor aullido rompió de nuevo aquel silencio que se había instalado una vez más en la zona abandonada. Lobos... y no había sonado muy lejos. No sabía si la joven conocía algo de aquellas inestables criaturas pero sería mejor que andáramos con cautela y bien atentas si no queríamos tener un lamentable encuentro con alguno de ellos ya que saber el final de ellos era altamente impredecible, dependía del número y su habilidad para poder tener alguna oportunidad. ¿Lo peor?, que si eso sucedía solo era yo contra ellos... aunque dudaba que aquello llegara a producirse, antes la sacaría de allí que exponernos ambas a aquel peligro solo para demostrar un valor realmente poco productivo e irracional en ese momento.

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