Una noche fuera de lo ordinario [Stéphane L.]

por **Stanislav Petrikov** Sáb Mayo 19, 2012 4:52 pm

Esto de ser una criatura de la noche se tornaba bastante monótono en ocasiones, en especial por la vuelta que tenía que darle al calendario, no niego que es bastante pesado seguir siempre la misma rutina: esperar a que anochezca, salir a dar una caminata por las calles de París, encontrar a alguien lo suficientemente distraído para alimentarme y regresar antes de que saliera el sol; resulta un poco pesado hacer lo mismo todas las noches, pero dejando de lado eso y a los inquisidores en serio disfrutaba ser un vampiro, tenía sus ventajas y sus desventajas como todo pero, si se aprendía a vivir con ambas esta vida resultaba de lo más cómoda

- te estabas tardando- le susurré a la luna apenas la vi asomarse por detrás de las montañas, estaba postrado en la ventana más alta de mi mansión esperando el momento oportuno para iniciar mi ronda, no estaba vestido de forma demasiado elegante pero tampoco harapienta, solo lo adecuado para dar un paseo nocturno; la luz plateada del astro me dio luz verde para empezar a caminar. Hacia una noche particularmente oscura, no se veían muchas estrellas brillando y no sé porque tenía el presentimiento que en un par de horas iba a llover, esperemos que esté equivocado, la verdad no me apetece la idea de regresar empapado

Dejé mi hogar y me adentré en el corazón de París, sabía perfectamente que allí era donde se concentraba la vida nocturna de la ciudad, hoy estaba especialmente deseoso de mezclarme con la multitud que acudía a las cantinas, burdeles y demás establecimientos pecaminosos; no lo sé, tal vez bebería una copa de vino antes de regresar a casa, y si alguien lo suficientemente aceptable se cruzaba en mi camino ¿Por qué no? Si sentía sed tenía que saciarla de inmediato, aunque eso dependía de quien fuera el ¿afortunado? En fin, la persona que se cruzara conmigo, no iba a morder a cualquiera, soy caprichoso a la hora de alimentarme

En mi camino crucé en frente de uno de esos burdeles de mala muerte y el olor a sexo llegó hasta mí, arrugué mi nariz y continué con mi camino, involucrarme carnalmente con alguien podía ser una buena opción para pasar la noche, pero no ahí, no me atraía ese lugar en especial. He visitado burdeles antes pero en muy contadas ocasiones, no todos cumplen con mis expectativas; suspiré mientras me aleaba del lugar, creo que como siempre esta será una noche ordinaria

Había perdido la cuenta de cuantas calles había recorrido sin rastro de algo que captara mi interés cuando, en una calle solitaria noté una esencia humana justo en una esquina, sonreí mientras me acercaba lentamente, no quería asustarlo. Era un chico de unos… creo que no pasaría de los veinte años, ciertamente joven. Creo saber sus razones para estar en un lugar como este, sin embargo no suelen verse a menudo jóvenes como él. Una brisa sopló por el callejón mientras continuaba acercándome, ese muchacho había despertado mi atención- spokoĭnoĭ nochi, mi joven amigo- hablé una vez estuve lo bastante cerca para no espantarlo; no pude evitar saludar en ruso, en toda mi existencia nunca lo he hecho- ¿Por qué tan solitario? hace frio, podría enfermarse por vagar a estas horas de la noche-

por **Stéphane Moreau** Dom Mayo 20, 2012 12:23 am

El reloj sonó a las cinco y entreabrí mis hinchados ojos, ¡Qué jaqueca! mi cabeza parecía quebrarse con la luz que se colaba fugitiva por entre los doseles del mirador de la habitación, que entintaban el ambiente de un azafranado color. Claro, era pasada la tarde y yo apenas me espabilaba de mis sueños… Una noche más en vano recorrí las inmundas callejas de la ciudad sin dar con rastro de él, Maldita suerte… Llegué junto al alba a la posada esa mañana, había pasado la mitad de la noche sin mucho que hacer, más que reunir una buena cantidad de soledad y resignación. ¡Es raro!, es raro que me haya ido a la cama sin la cándida presencia de otro hombre en mi almohada, es raro que me haya despertado sin su aliento en mi cuello.

Quizás no podía alejar mi mente de aquel misterioso amante a quien podía hallar tan solo en mi ensoñación, quizás por eso no puedo ver más allá de sí, quizás me construí una prisión de bridas y estribos que reprimían mi albedrío, no lo sé, pero era preciso cambiar mi actitud para con los demás, al fin y al cabo debía alimentarme aunque careciera de apetito en los últimos días.

Me quité las almidonadas mantas que envolvían mi desnuda figura y me dispuse a ducharme. Mientras el agua caía por mi cuerpo produciendo un monótono rumor pensaba en aquella noche que no pude olvidar. El vaho que embebía en mi fisionomía producía una reacción que lograba volver mi blanquecina tez, de un color carmesí, seguido por lo que tal vez sentía al recordar aquel cuerpo garrido encima del mío, sus labios dibujaban senderos húmedos que conducían todos al mismo destino; mi boca, y luego sentirlo dentro de mí… ¡Qué delicioso! Era recorrer mi excitado y ardiente cuerpo con mis manos pensando en él.

Resolví prepararme para esa noche, ¡ésta noche será diferente!... Entonces cogí mis habituales prendas azabaches encueradas y adornadas de piezas metálicas, y tracé un fino cerco de ébano en mis ojos. Mi cabello caía por mi rostro en guedejas oscuras de terciopelo y mis profundas y cerúleas pupilas lucían casi félidas en mi expresión.

El ocaso dio paso a la luna, la cual se alzaba sublime entre la negrísima noche a lo alto, las estrellas se apiñaban en derredor mientras su luz cubría de sábanas de plata las calles, y los grillos, iniciaron su canto cuando las farolas se encendieron. Así que me hice a mis andadas por las esquinas de la capital que solía frecuentar. Vagué algunas horas dando vueltas en círculos por las mismas callejuelas, algunas personas solo se dignaban a curiosear mi extravagante vestuario cuando cruzaban mi paso, otros quizás preferían mantenerse alejados y se limitaban a evitarme. Entonces detuve mi caminata para encender un cigarrillo, necesitaba un descanso, pero un poco antes de que pudiera deleitarme con el humazo del tabaco en mis pulmones recordé que no llevaba conmigo cerillas… Me maldije frustrado cuando escuché a mis espaldas un acento extranjero llegar a mis oídos - spokoĭnoĭ nochi, mi joven amigo - … ¿Me estaba hablando a mi?, esas primeras y extrañas palabras llamaron mi atención, parecía que manejaba algún tipo de lengua la cual desconocía, si, ciertamente se trataba de un forastero.

Me volteé y nuestras miradas se encontraron, su silueta se hallaba parcialmente iluminada por las farolas con un ademan noble y reposado a tan solo escasos metros de mí, propio de un caballero… Sus ojos parecían destellar un brillo fosfórico que contrastaba majestuosamente con la penumbra reinante; en su boca pareció dibujar una leve sonrisa que acompañó sus siguientes palabras - ¿Por qué tan solitario? hace frio, podría enfermarse por vagar a estas horas de la noche - tales afirmaciones me resultaron algo divertidas por lo que reí apenas con mis ojos. Supongo que sería un poco sarcástico lo que haya querido decirme con eso, no es coincidencia que esté vagando a estas horas de la noche por estas oscuras calles sin un destino aparente, y mucho menos con esta vestimenta.

- Estoy varado en este lugar y no se por dónde salir… - Le contesté irónicamente liberando una carcajada, como tratando de romper el hielo - En realidad estaba esperando a que alguien como tú me sacara de este aburrimiento - le dije sin moverme de mi sitio e intentando divisar con mayor claridad su rostro, que por sobre todo, lucía extremadamente llamativo ¡Vaya, hasta que al fin apareció alguien! Exclamé para mis adentros cuando señalé con la mano en la cual sujetaba mi cigarro al misterioso hombre que yacía allí parado - Por cierto, ¿no tendrás fuego por casualidad? - le pregunté arqueando una ceja e intentando atraerlo de alguna manera hacia mí.

por **Stanislav Petrikov** Mar Mayo 22, 2012 1:14 pm

No solían verse personas usando la vestimenta que llevaba el joven en ese momento, a menos que fueran algún artista de circo o algo similar, pero aquel chico parecía estar lejos de ser algún miembro de un espectáculo ambulante, sus motivos para vestir así estaban encaminados hacia otro rumbo, podía darlo por cierto; sin embargo una vez que te acostumbrabas su aspecto resultaba de lo más llamativo, hasta cautivante, le daba cierto toque nocturno y sensual, sencillamente perfecto. Sonreí cuando respondió a mis palabras, había funcionado mi intento de captar su atención- bien, he llegado justo a tiempo, entonces- di un paso al frente para poder apreciar mejor su rostro

En efecto no pasaba de los veinte años, a la luz de las farolas era difícil determinar el color exacto de sus ojos pero podía adivinárselos de un color claro, dicho sea de paso contrastaba muy bien con aquel delineador oscuro que llevaba- debo tener algún encendedor por aquí, déjame…- busqué entre los bolsillos de mi traje pero mala suerte, pero en su lugar encontré una pequeña caja de cerillos, debí haberlos olvidado después de encender mi pipa- no es precisamente un encendedor pero también es útil- comenté mientras le enseñaba la cajita y sacaba un cerillo para después
encenderlo- ten- acerqué el fuego para que pudiera encender su cigarrillo

- ¿Y qué tal la noche hasta ahora?- pregunté mientras el viento soplaba una vez más- ¿interesante o aburrida como la mía?- aquel cortesano tenía una forma muy particular de atraer a sus posibles clientes, muchos acudían a los burdeles donde se acumulaban las personas deseosas de sexo, sin embargo debo decir que me resultaba un poco más llamativa e interesante la forma sutil de mi acompañante para atraer a sus clientes; en cierto modo me recordó a la forma en la cual solía conocer a mis potenciales víctimas, y hablando de eso ¿debería morderlo? No, la verdad no, era un chico bastante interesante para dejarlo pasar, creo que tenía una idea mejor

- En fin, decías que querías salir de aquí ¿verdad?- pregunté mirándolo mientras me decidía entre dejar que la situación tomara su curso natural o intervenir con mis habilidades- yo puedo mostrarte el camino hacia otro lugar, ¿aceptas?- le dirigí una mirada cómplice y un poco lasciva mientras reducía la distancia entre ambos, solo quedando a algunos centímetros de el- esta calle no es precisamente en punto que yo escogería para un encuentro- apunté mi mano hacia donde terminaba la calle y empezaba otra- ¿vamos?

por **Stéphane Moreau** Mar Mayo 22, 2012 8:53 pm

La presentación de aquel misterioso hombre ante mí traía consigo cierto desasosiego a mi conciencia, era natural que extraños intentaran llamar mi atención con el fin de obtener lo que ofrezco, mi cuerpo. Pero nunca podré dejar de hacerme una y otra vez la misma pregunta, parece ridículo lo sé, pero no puedo evitarlo. - ¿Se tratará de él? Y si lo fuera ¿Me recordará? No lo sé, pero no puedo dejar pasar esta oportunidad que se me estaba dando, una oportunidad no solo para calmar mis pesares, sino también para continuar creyendo en el remoto deseo de poseerlo algún día. Intentaré atraerlo a mis redes y luego… y luego “devorarlo”, y si de él no se tratase maldita será mi suerte, pero lo cierto es que encuentro en éste hombre un gran atractivo, su mirada es como un embrujo en la negrura que atenta con encantar a quién se fije en ella. -

Lo seguí observando por unos segundos con mi mano alzada que atrapaba entre mis dedos mi vicio sin fuego en su vértice. Entonces me dirigió otras palabras, y tras hacerme mención de que había dado conmigo justo a tiempo, el sujeto dio un paso al frente y yo también, pude entrever con mayor exactitud su estampa, ciertamente aparentaba una juventud no mucho más que la mía, sus limites corporales trazaban un juego de curvas perfectamente masculinas que dibujaban un amplio torso y anchos hombros, y acoplaban armónicamente su rostro el cual aun no podía vislumbrar del todo.

El viento bufó vehemente haciendo a mis oscuros cabellos danzar acompasados como una música. Mientras él hurgaba en sus bolsillos tratando de cumplir con mi petición, por lo cual halló una caja de cerillas, que con un rápido movimiento consiguió encender una de ellas que intentó acercar a mi cigarro. Accedí a sus intenciones con un intercambio de miradas, me acerqué cautelosamente sujetando la colilla del cigarro con mis labios e inclinándome hacia el fuego que flotaba en sus dedos lo encendí sin quitarle mis ojos de encima. El brillo provocado por la combustión de la cerilla me dejó apenas denotar mejor su semblante, sus pupilas parecían nadar en un fluido albiceleste cercado por sus oscuras pestañas y sus labios se delineaban hermosamente.

Me preguntó cómo estaba la noche, me contuve de responder con sinceridad ¿Horrible? ¿Aburrida? ¿Qué estaba ahí no por placer sino porque debía alimentarme? Realmente anhelaba poder algún día largarme de esta ciudad, y éste hombre con su peculiar acento y su estilizado vestuario seguramente habría visto más mundo de lo que yo seré capaz de ver alguna vez. - Interesante una vez que apareciste - Le contesté exhalando el humeante placer del tabaco que rodeó mi rostro por unos segundos.

Luego continuó - yo puedo mostrarte el camino hacia otro lugar, ¿aceptas? - Qué paradójico, pareciese que me leyera la mente, como si adivinase lo que realmente quería, pero no, después de esta oración pintó en su expresión una pícara sonrisa que pude interpretar como lo que indudablemente pretendía aquel hombre, como lo que pretendían cada uno de los hombres que iban a buscarme a las calles, entonces señaló hacia otra dirección y accedí mostrándole un gesto risueño al tenerlo justo enfrente mío, mis ojos pareciese que involuntariamente se volvían a sus labios, por lo que decidí arriesgarme y con un acto voluntarioso me aproximé a su oído, su nuca desprendía un aroma exquisito que por un instante me hizo titubear si besarlo en el cuello, pero me reprimí y le susurré - De acuerdo, vamos - proferí estas palabras con delicadeza y me alejé para observar la cara que se le hubiera puesto - ésta clase de cosas me divierte - y luego terminé diciendo - Ah, gracias por el fuego - Agradecí con un guiño y comencé a caminar delante de él - ¿Vienes? -

Entre pitada y pitada le pregunté - ¿Y tú de dónde eres? - le dije a la par de su paso, él parecía observarme un poco por encima de su hombro, puesto que era un tanto más alto que yo - Me percaté que no pertenecías a París por tu particular acento - Añadí - Puedo imaginar que allí de dónde vienes, es un lugar infinitamente más hermoso - acabé diciéndole con una expresión melancólica e ilusa, y casi fuera de mi mismo parecí por un ápice de segundo flotar por las nubes; entonces recordé la compañía de ese caballero que caminaba a mi lado e intenté excusarme esbozando una vergonzosa mueca como si quisiera que no hubiera visto aquel absurdo gesto en mi rostro, no quería que se mofara de un chico miserable y plebeyo como yo.

- Por cierto, ¿a dónde nos dirigimos exactamente? - Indagué algo intrigado - Sabes, hace horas que estoy caminando por aquí, no me mataría descansar mis piernas un momento - Le dije cuando libré una risa con intenciones de que mi potencial cliente nocturno acotara a mi sugerencia de alguna manera, por lo cual detuve mi andar - ¡Bah! No puedo caminar más... - Exhorté exhausto pasando mi mano por mi frente cuando llegamos a la esquina de la siguiente cuadra.
Por supuesto que podía caminar, tan solo quería demostrar algo de lástima, quizás me llevara a su casa para reposar en su lecho junto a él envueltos entre sábanas, o quizás me invite a tomar algo, no me vendría mal la compañía del alcohol, o tal vez solo desea llevarme a algún rincón oscuro en dónde pueda hacerse con mi cuerpo desnudo; a algunos hombres les agrada la idea de poder llegar a ser pillados en lugares públicos, sea como fuere debía seducirlo de alguna manera, por lo que cambiaré de estrategia tantas veces sea necesario.

por **Stanislav Petrikov** Lun Mayo 28, 2012 7:28 pm

Su actitud me resultaba interesante, tal vez un poco aniñada, o jovial, no sé como describirlo, creo que tenían razón cuando decían que ya estoy anciano por dentro; hace muchos años que soy un anciano en el cuerpo de un joven. Claro que esto de aparentar una edad que no se tiene es beneficioso, como en la situación en curso; en efecto el chico tenía los ojos claros, lo vi apenas la tenue luz de la cerilla iluminó su rostro

En cuanto apague la cerilla me mantuve un instante en silencio mientras dejaba que él disfrutada del humo en sus pulmones, esa sensación de aspirar la nicotina es algo placentero aunque muchos digan lo contrario- oh, bien- respondí- insisto, llegué justo a tiempo- el humo rodeó su rostro levemente y pude sentir un rastro de su olor rozando mi nariz, esperaba que aceptara mi invitación de abandonar esta calle

- Perfecto- sonreí con complacencia cuando se acercó a mi cuello y susurró aquellas palabras de aceptación, mientras susurraba sentí ese cálido aliento derramarse sobre mi cuello, me gustaría haberlo sentido en otros lugares además de mi cuello pero para eso ya habría suficiente tiempo, para eso y otras cosas- y no me imagino cuanto, y si necesitas que encienda otra cosa más por ti, solo dilo- reí levemente mientras empezaba a caminar al lado del chico

- Yo vengo de muy lejos- le contesté mientras caminábamos por la calle, le sacaba algunos centímetros de estatura por lo que tenía que inclinar un poco la cabeza para hablarle- de las tierras donde gobierna el Zar- no me traía ningún recuerdo agradable recordar al Zar, aunque “ese Zar” en especial llevaba varios años bajo tierra, el sentimiento estaba intacto- bueno... Francia no puede compararse a Rusia en algunas cosas, entre ellas la elegancia de sus ciudades, aunque París tiene su encanto- di una mirada fugaz a mi acompañante- entraremos en calor- le respondí- conozco una taberna por aquí cerca, espero que te guste el vino

Noté que se detuvo un momento y mencionó que no se sentía muy bien, en cierto modo me causó gracia, se lo veía interesado en mi y, si eso quería le seguiría el juego con gusto- oh, pobre chico, debes estar agotado- acerqué mis dedos a su rostro para observarlo mejor- no tienes muy buen semblante, creo que la taberna tendrá que esperar, que lastima- me pasé una mano por mi cabello mientras fingía decepción- aunque… bueno, no estamos tan lejos de mi hogar, tal vez quisieras acompañarme por si… no, olvídalo, no quiero ponerte incomodo- mentira, estaríamos lejos de estar incómodos esta noche

avancé hacia él y con delicadeza cruzaba su brazo sobre mis hombros mientras lo sujetaba por la cintura- no creo que puedas caminar, vamos, yo te llevo- lentamente avanzamos lo que quedaba de la calle mientras sonreía con disimulo por la situación un poco bizarra peor interesante, sentir su cuerpo contra el mío aunque solo fuera mientras lo ayudaba a caminar era agradable, por encima podía adivinar su estructura masculina y sensual- un chico tan atractivo no debería sentirse mal, necesitarás recostarte un rato

por **Stéphane Moreau** Mar Mayo 29, 2012 2:39 am

Sin sacar mayores conjeturas, el misterioso hombre de orbes celestes reveló su procedencia ante mí luego de exponerle mi afán por lo lejano y lo remoto; aquellos inaccesibles sitios de los que habló, aquellos sitios que alguna vez yo pisaría, y quizás algún día en mi corta existencia pudiera liberarme de mi humilde destino, pero ¿cuándo? Un muchacho plebeyo y miserable como yo carecía de los medios para labrar otra clase de camino… El chico me comentó que era natural de Rusia, una vasta y alejada tierra al este de éste país.

Era la primera vez que me topaba con un hombre de esta estirpe, no pude evitar sacar conclusiones sobre el por qué se hallaba en París ¿Acaso huía de su tierra como yo lo anhelaba hacer?, cuáles serán sus motivos, cómo serán sus costumbres, cómo será su gente; probablemente incomparablemente más afectiva que aquí, aquí dónde me dejaron a morir en una cuneta cuándo llegué a éste mundo… Aquí dónde no conocí otra cosa en mi infancia que el mendigar para comer al acabar el día. Él consideraba que Francia tenía su magia, ¡qué ciego estará!... Por otra parte hizo mención de la galanura y distinción de su ciudad natal, la cual captó mi atención y encontré muchísimo más interesante.

Unos momentos más tarde me dijo que me invitaría a un trago, ¡perfecto! En una noche como ésta y con una compañía así la presencia del alcohol sería muy bienvenida. Él conocía una taberna, y yo conocía todas las tabernas a la redonda ¡Je! No podía jactarme de pasar las noches en vela sin una gota de delicioso elixir alcohólico en mi sangre, sí, lo reconozco, suelo derrochar gran parte del dinero que gano en botellas en lugar de un plato caliente. Sin embargo me dejaría llevar por el juego del ruso, debía parecer algo ingenuo, infantil tal vez… Presiento que eso le gusta, sus gestos no me engañan. Así fue que todo mi cuerpo conspiraba al unísono armoniosamente, como intentando atrapar toda la curiosidad de aquel joven, con el simple objeto de emplear todos mis encantos para despertar al amanecer en su cama.

Se dirigió a mi cuando me quejé por la exhaustiva andanza, mis piernas flaquearon por un momento provocando que mis rodillas se flexionaran levemente, pero lo que contuve mi peso apoyándome sobre estas, fue entonces cuando mi compañía se acercó lo suficiente como para tomar mi rostro con una de sus vigorosas manos, y mimando la superficie de mi piel me dedicó algunas compasivas palabras. Se me asomó una pequeña sonrisa como pretendiendo mostrar debilidad y agradecimiento ante aquel piadoso acto. Luego se alejó apenas y sugirió que lo más acorde sería no ir a ningún establecimiento dada "mi condición". Esto hizo por un instante lamentar el tomar aquella postura tan patética ¡Mierda! Exclamé por dentro, ¿no podría embriagarme esa noche? El hombre continúo así - aunque… bueno, no estamos tan lejos de mi hogar, tal vez quisieras acompañarme por si… no, olvídalo, no quiero ponerte incomodo - ¡Ja! Había picado el anzuelo, no me equivocaba, aquellas oraciones indubitablemente eran expuestas con la clara intención de contratar mis servicios esta noche, por lo que le contesté - Me encantaría acompañarte a tu hogar, descuida, no me pones para nada incomodo, todo lo contrario, me halagas. - Quizás no solo me halle en una satisfactoria instancia, sino que a lo mejor ¡también podría emborracharme! Sea como fuere, no iba a negarme, ni tampoco estaba en posición de hacerlo.

Tras hacer alarde de mi deseo, el hombre solventó que no debía continuar andando, así que se acercó a mí, su semblante se asomó a tan solo pocos centímetros del mío, nuestras narices casi hicieron contacto; yo no podía quitarle la mirada de sus pupilas, sentía el ineludible apetito de morder sus carnosos y delicados labios, mas convenía contenerme, entonces me alzó en sus fuertes brazos para que no hiciera mella en mis adoloridas piernas, su habilidad al hacerlo me hizo pensar lo fornida que sería su humanidad; a ciencia cierta no había manera de saberlo, pero todo apuntaba a que esa velada lo descubriría. - ¡Gracias! - Le dije exhortando una nerviosa mueca seguida por una entrecortada y estridente risilla.

Éste acto caballeroso me tomó un poco inadvertido, ¡No era común que los hombres me cargaran por las callejuelas de París en sus regazos!, quizás la gente nos observe con desdén al marchar así, sin embargo el ser discreto no era mi fuerte, por lo tanto haría lo que fuera por complacerlo, y por sobre todo complacerme a mi mismo. - Por cierto, no me has dicho tu nombre - Murmuré cerca de su perfil, pudiendo alcanzar a sentir el perfume su magnífico aliento - Disculpa mis modales, a veces tan solo me dejo llevar por la situación je... yo me llamo Stéphane… Encantado - Le confesé liando mis brazos por su cuello y con un sentimiento ansioso por arribar ya a nuestro destino, ya quería sentir su cuerpo contra el mío, ya quería mojar mis labios en los suyos, ya quería tenerlo dentro de mí… - Entonces vamos a tu casa... ¿Qué me harás en allí, eh? - Le pregunté pícaramente delimitando juguetonamente el contorno de su boca con uno de mis dedos.

… Aquel cumulo de deseo carnal logró por fin manifestarse cuando inclinándome sutilmente en su hombro pude percibir el cálido aroma de su piel, entorné mis ojos para apreciarlo con más énfasis y no pude impedir liberar un suspiro de placer, entretanto mi rostro hizo contacto con la tersa piel del suyo y entonces de una manera maquinal me arrojé perdidamente a su boca para plantarle un beso de nieve que acompañé por una, dos o tres corteses mordidas en sus carmesíes labios.

La negra noche pareció adquirir un nuevo marco pasadas las horas, nubarrones comenzaron a cubrir sus estelares facetas y su luz de plata; éstos se reproducían de manera prodigiosa sobre nuestras cabezas, la brisa tomó un nuevo sentido y recorrió con premura las calles acarreando consigo una vasta polvareda que por un momento se arremolinó en torno a nuestros cuerpos, y logró elevar nuestras cabelleras. Un flash de luz nos inundó por un ápice de segundo y reveló nuestras figuras ahuyentando cualquier vestigio de lúgubre oscuridad… La sombra reinó otra vez y la acompañó a un estruendoso tronar cuando el cielo empezó a desquebrajarse en lo alto. Poco a poco, una a una, cristalinas y diminutas partículas de agua se agolparon precipitándose desde las nubes e impactando sobre la tierra y sobre nosotros. Pero yo ignoré lo que estaba sucediendo ajeno a mí, mi atención no podía ser captada por otra cosa mas que por aquel hombre de hipnótico mirar.

por **Stanislav Petrikov** Mar Jun 05, 2012 7:25 pm

Continué caminando por un par de calles más llevando en brazos a mi acompañante, ignorando las miradas de indignación y desaprobación de las pocas personas que deambulaban por las calles, me sorprendía que algunas se fijaran en nosotros dado que la mayoría a estas horas están totalmente sumidas en los efectos del alcohol, o en su defecto son como mi acompañante: personas dedicadas a satisfacer a las personas de forma física, en cuyo caso no veo por qué estén indignadas, tal vez un poco envidiosas al no correr con la misma suerte del joven cortesano

Por la expresión de su rostro podía adivinar que le había gustado mi origen, digo, un extranjero siempre llama la atención independientemente de la ciudad. Me preguntaba en que estaría pensando, tal vez imaginando como sería mi ciudad y en todo lo que yo había visto mientras el seguramente jamás había salido de parís; no pude evitar sentirme un poco mal por él, a veces soy demasiado superficial como para notar cosas tan sencillas como que mi acompañante pudiera estar cohibido ante mi presencia. El era un simpe cortesano, yo era todo un Lord

Sonreí cuando aceptó acompañarme a mi hogar- no te vas a arrepentir, créeme- comenté mientras doblaba una esquina- una vez que hayas restaurado fuerzas la pasaras de maravilla, te lo aseguro- tenía un par de interesantes ideas sobre esta noche, este chico y yo la pasaríamos bastante bien- Stanislav, mi nombre es Stanislav, a tus servicios- reí mentalmente por la ironía de la frase, de hecho el estaba a mis servicios, pero en fin, no hay que fijarse en detalles como esos

- Hmmm, tengo algo en mente- dije- te prometí que te invitaría a un trago y lo cumpliré, tengo algunas botellas de vino que aun no he descorchado; luego... no se, tal vez necesitemos una cama- sentí su dedo jugando alrededor de mis labios y sonreí, poco a poco los deseos físicos y lujuriosos iban abriéndose campo, lo cual era fascinante, podía adivinar lo que vendría a continuación; lo más interesante de todo el asunto era que no había tenido que recurrir a mis habilidades, todo se había desarrollado de forma bastante natural, lo cual me alegraba; odiaba tener que conseguir placer influyendo a las personas con mis dones vampíricos, lo sentía bastante artificial

Tal como lo pensaba, aquel chico, Stephane, no pudo resistir mucho; sus labios sobre los míos producían una sensación sencillamente exquisita, placentera y cálida; sentía como mordía levemente mis labios y eso me hizo contener un gemido de placer; apreté un poco más el abrazo en que lo tenía para acercarlo más a mí, quería sentirlo cerca, su cuerpo contra el mío. Llevé una de mis manos hacia su rostro para acariciar su suave y aterciopelada mejilla mientras el cielo rugía y se iluminaba por momentos- Chert vozʹmi! justo tenía que llover- maldije por lo bajo mientras la llovizna cobraba intensidad- oh, al diablo, un par de gotas no nos detendrán ¿verdad? En mi hogar nos espera un buen fuego para calentarnos- le dirigí una mirada a Stephane mientras su cabello goteaba, curiosamente me pareció más atractivo así, aparté su cabello de la frente y regresé de nuevo a sus labios mientras empezaba a caminar de nuevo

por **Stéphane Moreau** Miér Jun 06, 2012 4:56 am

Tronaba la noche y el viento hablaba con un rumor perpetuo, un rumor que había escuchado alguna vez, y en su murmurar me pareció oír a la par de su soplido su nombre… Nombre cual yo no conocía ¡Ah! Como deseaba escucharlo otra vez… Su voz había sido melodía grave en mi oído, melodía de amores; amor mío. Recobré entonces mi razón cuando garua cubrió mi rostro, y a intervalos, pude ver de nuevo a aquel caballero con centellas reflejadas en sus angulosas facciones, y sus labios que aprisionaban los míos, y sus parpados que estaban cerrados, y sus brazos que me hundían en enérgico abrazo. ¡Claro! Ahora lo recuerdo, por un segundo me sumí inconscientemente en mi imaginación, y lo vi, vi a mi enamorado ¿Cuándo volveré a encontrarlo?... Alguna parte de mi corazón quisiera tener libre de sentimiento.

Cierto era que hoy mismo no sería, mas el hombre que me paseaba de gracia no carecía. Contarle idealicé en un santiamén: Quién soy yo quiero decirte, de mis misterios quiero informarte, la causa de mi prisión quiero que sepas, que me liberes quiero pedirte, si por bien lo tuvieses. Pero desventurado sería mi encuentro si así lo hiciera, maldita sea la vez que apareciste. Maldije y maldije, una y otra vez aquí, en mi cabeza, a aquel hombre que no podía de ella quitar… No, hoy no, hoy no está aquí, esta noche estoy con otro, que aunque mero dinero representase al remontar el día, su cuerpo gozaría, porque me gustaba; su exótica voz, su destellante mirada, y su cuerpo garrido… Éste último sobretodo, era con el cual maquinaba mi mente, recreándolo en su lecho y despojado ya de ropas, conmigo a su lado o bajo sus brazos; fantástico espejismo que hacía arder mi fisionomía.

Mi negro cabello se agolpó a mis mejillas por donde circulaban vaporosas sus manos, acariciándome, mimándome, deseándome, tomándome… Abrí mis ojos para observarlo, quería deleitarme con su expresión, traje mi mano de su cuello y la llevé a su pecho en un intento forzado por delimitar su musculatura, o quizás en un intento de elevar deliberadamente su lascivia. Estuve así algún rato, mano izquierda en su nuca y derecha en su torso, y todo sin parar de morder sus hermosos labios, e ignorando completamente el entorno, la gente, los perros, las calles, la húmeda noche… me encontraba allí en una burbuja que había construido solo para nosotros dos.

Cuando dobló la esquina una serie de residencias comenzaron a desfilar a ambos lados de la calle suspendiendo mi atención por un momento, no eran menos dignos de estudio, cada cual, con sus tejados rasgados de chimeneas, y cobertizos, sus balcones achatados o estrechos, sus grandes miradores con tiestos de flores, y sus desproporcionados jardines afarolados. Me aparté de la respiración de su boca por un segundo y fingí sentirme mejor, le dije - ¿Es aquí por dónde vives? - Y dibujé a continuación un pequeño camino de besos en su cuello - Ya puedes bajarme, creo que mis piernas ya volvieron a reaccionar - añadí a mi comentario soltando una ligera sonrisa cuando me deslicé lentamente para poner airoso pies en tierra nuevamente. - ¿Cuál es tu casa? Dijiste que estábamos cerca, ¡no puedo esperar a probar ese vino que tanto me prometiste! - Exclamé bromeando de manera frenética. - ¿Es esa… o esa? Quizás aquella… ¡Esa! Esa debe ser, ¿o no? - Señalé arbitrariamente todas las casas que se presentaron a mi vista. La verdad era que sí buscaba embriagarme, pero sobretodo, buscaba el placer.

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