Sweet Dreams [Privado]

El ser una niña sin experiencia cambiaba su mundo por completo, desde Londres, estando dentro de la iglesia sirviendo como lo que sería, le faltaba entrenamiento pero sin dudas la persona que se encargaba de sacar lo peor de Ivers estaba ahí, dándole el trabajo más duro, ayudarle al manejo de las armas, era mujer y debía endiablar como jugárselas con esos encantos, tenía presente a Dios al todo poderoso de su lado, aunque a veces parecía lo contrario, casi siempre su arrogancia provocaba que las cosas le salieran al, sin embargo el que le llevaran a otro lugar había sido provocado por esto mismo.

Marina era el nombre de su mentora, alguien que ya no podía controlarla, ella la quería, de verdad la había visto como una madre en todo ese tiempo, pronto tomaron riendas al viaje, viendo a través de esos paisajes, tenia que apañárselas sola, de ahora en adelante tenia que estar ahí, centrada, cegada a su ambición, esa era una de sus peores armas, el dinero antes que dios, beneficios propios antes que a ese ser que le debía la vida, era por eso que iba a esa ciudad, guiada por los rumores de que habitaban como plagas esas criaturas de la noche.

Principalmente ella se movía por los brujos, atrapar a esas malditas víboras era uno de sus objetivos, verlos sufrir, que los torturaran hasta que estos se retorcieran como gusanos, era uno de los máximos placeres de la vida y no solo eso, sabía que Dios se lo estaba agradeciendo, suspiro una vez más cuando bajo del ferrocarril, era la hora, guiada por un pequeño mapa mal dibujado.

El olor de la ciudad era diferente como embriagante juntándose con los sonidos, se quedo ahí, con el equipaje en manos, viendo a su alrededor, a la gente pasar, metió las manos a la gabardina color caqui que en esos momentos llevaba, era una pequeña arma de doble filo, porque aunque pareciera hermosa, refinada y demás tenia lo suyo, sabía manejar bien algunas armas y otras era un tanto torpe pero lo hacía con la mayor sutileza, camino casi sin que sus pasos fueran percibidos, buscando la catedral, no le costaría demasiado.

La gente parecía tan feliz, adornada y maravillada, sin embargo observo una variedad de personas, extranjeros, gitanos, paseándose como si nada, pero ¿El espectáculo estaría bueno cuando llegaba la noche?, había que comprobarlo, habría que ser valiente para meterse a la boca del lobo de buenas a primeras y finalmente después de que sus ojos examinaran con demasiado cuidado cada callejón, cada calle y negocio con el que se encontraba ahí estaba, magnifica, grande y la mejor estructura jamás antes contemplada por sus pupilas.

Camino por los pasillos, viendo aquel cristo en la cruz, aquel magnifico techo pintado con cuidado, esos ángeles elevados en la gloria y el peculiar olor a incienso que inundaba las celebraciones, el rostro de la dolorosa, agachado, con esa profunda tristeza por haber perdido a su hijo… Maravilloso, todo a sus ojos lo era y se quedo contemplando la magnificencia del templo, ‘al parecer’ apuntaba a que nadie estaba ahí.