Memories & dreams. [Privado Darkyan]

Otro sueño más, llevaba ya varias semanas o meses soñando con lo mismo. En aquel sueño reinaba una oscuridad muy densa, y aquella luz mortecina parecía proceder de su piel. No podía ver el rostro del cual le acechaba en el sueño, sólo una parte de esa persona. Mientras se alejaba de su lado, dejándole sumida en la negrura. No lograba alcanzarlo por más que corriera; no se volvía por muy fuertemente que le llamara. Ahí estaban ella y aquella figura misteriosa que no lograba descifrar su identidad, poco a poco se acercaba a Judith y de un momento a otro pudo comprobar que se trataba de un antiguo amigo. ¿Cómo era posible? ¡Hacía tiempo que no lo veía! Y aún lo recordaba de pies a cabeza, tal y como era. Hasta había conseguido recordar su nombre, Darkyan o DK como ella lo llamaba la mayoría de veces.

Apenada, se despertó en medio de la noche y no pudo volver a conciliar el sueño. Estuvo en sus sueños casi todas las noches, pero nunca recordaba quien era, hasta ese momento. Se despertó sudorosa, todo el cuerpo le temblaba. Se levantó de la cama y abrió la ventana. Asomando por completo la cabeza para que le diera un poco el aire, la suave y fría brisa de la noche la calmaba por completo. Luego se metió a la ducha para darse una ducha bastante fría, aunque en su condición no sintiera el helor, como un humano sentiría. Se recreo varios minutos más de la cuenta, pero no le importaba, no tenía nada importante que hacer. Se vistió con ropas oscuras como acostumbraba a llevar desde que Thomas murió y salió a cazar algún puma o tigre que encontrara por los alrededores, llevaba dos días sin salir a cazar y aquello la estaba debilitando. Necesitaba hacerlo, alimentarse aunque la sangre animal no es que le diera la máxima fuerza pero al menos le daba las suficientes fuerzas para seguir día a día, y eso le bastaba.

Echo a andar, caminando despacio aunque a la vez ágil y rápida. No tenía una dirección concreta puesta pero le gustaba pasear y hacerlo a la luz de la luna, le daba una satisfacción inmensa. Pasó por el cementerio de Montmartre, por el bosque, luego por el puerto hasta por último llegar a la laguna. Cuando estuvo allí se descalzó y se sentó a la orilla de la laguna, metiéndo los pies en el agua, dejándo que aquella sensación le recorriera por todo el cuerpo. Le agradaba la tranquilidad, salir a la "hora blanca" como acostumbraba a llamarla y sobre todo, disfrutar de paseos como ese. Cerró los ojos y se dejó llevar por la suave brisa que corría por aquel lugar esa noche.

¿Morir? ¿Acaso tal fantasía falaz se puede convertir en realidad o peor aún en inmortalidad...?

Hace ya algún tiempo que mi alma deambula en este bosque escabroso de poca opacidad que entre noche y noche guarda tantos secretos que ningún mortal, ni siquiera yo en aquellos tiempos fui capaz de descubrir, y ahora entiendo que tal vez era lo mejor para una mente tan corta en reflexiones, una mente que se había dedicado solo a prepararse para un día que nunca llego, y olvido aquel presente que ahora aunque añore no podrá vivir, no lo haré... no más. Pensaba el fantasma mientra viajaba de alma en alma siguiendo un espectro de luz, que enceguecía al mismo sol que ahora no brillaba, y que me dirigía a mí, que me llevaba a mi destino. La penumbra en una orquesta de sonidos o más bien una cacofonía destemplaba a la suave brisa que poco a poco se tornaba más violenta y me recordaba como aquellas noches oleada tras oleada rompían en mi piel las gélidas ondas de vida que me recordaban cuan vivo estaba... y no, no trato de lamentarme si no más bien culparme por no valorar aquellos pequeños detalles, por no vivir aquellas ilusiones y aventuras- Un corto silencio rompió su monologo que fue acallado por un gemido de tristeza, una nota melancólica que acompañaba a la naturaleza en su tenebrosa sonata nocturna.

La luna llegaba a su cenit y aunque en aquel lugar ocurrían tantas empresas tal vez poco memorables y ciertamente sin honor alguno, el silencio reinaba en un profundo sentimiento de tristeza, la luna iluminaba la tierra con una tenue melancolía y el fantasma despertaba de su eterna maldición. Su forma, era puramente energía que se trasladaba a la mente de aquel ser que se interpusiera en su camino, y encontraba en aquel lugar tanto la razón y la locura, definiendo entre escombros la pasión y lógica de cada una de sus victimas, oculta en la mente de cada individuo y endeble durante sus sueños cuando muestra su cruel y terrible realidad; aquella que Darkyan explotaba hasta la infinidad de sus limites y terminaba al desbordar aquel equilibrio racional de aquellos seres destruyendo poco a poco su alma. Una sonrisa acompañaba profana su misión, menester que odiaba tanto como su propia quimera, hasta que una noche mientras escondido en la sombra de los arboles observo en la lejanía a una mujer, se acerco lentamente y frente a ella observándola y acariciando con una brisa ,que le presto el viento, su rostro y entonces volvió a sentir aquel ardor en su cuerpo, una llama que rompía aquel silencio de la noche y dejando aún lado su trabajo se dedico a sus nueva misión...

La siguió y tuvo que darse cuenta de que también ignoraba su propia verdad, Judith no era humana, sin embargo seguía siendo su amiga, o al menos era la única que no se sorprendería al verlo, su corazón intentando latir repartía en el lugar ondas de energía que jamás había sentido antes, era extraño y aunque reconocía que no era un fantasma lo suficientemente hábil o en otras palabras experimentado, sabía que aquello era algo diferente, algo especial... Y así en cada sueño acompañaba a Judith en una aventura más donde aquel experto en terrores nocturnos no lograba explicarle antes de su despertar aquella situación que pretendía ella entendiera y le aliviara. Hasta que una noche de pronto lo logró pero al despertar el trágico olvido perdono la verdad y todo fue en vano. Era hora de actuar, debería recurrir a su corporeidad y enfrentarla. Y así fue como la siguió una noche a la laguna, durante un largo rato camino como antaño por las sendas empedradas de la ciudad y bajo la luna observo curioso la figura de aquella dama hasta cuando cerro sus ojos. La laguna resplandecía con el reflejo de luna y el gélido liquido bañaba los pies de la dama mientras el fantasma adoptaba su forma y con una voz firme interrumpió aquel momento.

- Judith, ¿eres tú ? - pregunto fingiendo sorpresa mientras extendía su brazo para ayudarla a levantar, el joven fantasma no revelaría tan rápido su nueva naturaleza, al menos hasta no indagar sobre la verdadera naturaleza de su vieja amiga.

No le había venido bien haber cerrado los ojos, aquel pequeño gesto le había hecho volver a tener uno de los mismos sueños que llevaba teniendo todos estos meses atrás. ¿Acaso es que tenía visiones? Que ella supiera, no tenía aquella habilidad o poder, pero aún seguía sin entender el por qué le estaba pasando todo eso. No le daba una explicación al por qué soñaba constantemente con su amigo, aquel amigo al que no veía desde hacía mucho tiempo. Todo el tiempo desde que cambió su naturaleza, todo ese tiempo en el que estuvo encerrada después de saber en lo que se había convertido.

Si se volvieran a ver, ¿La aceptaría como era ahora?. A Judith le aterraba el hecho de que las personas que quería no la aceptaran por su nueva naturaleza, le daba miedo el hecho de quedarse sola, sin nadie a su lado que la apoyara y le diera un voto de confianza. Ya se había quedado sin sus padres, sin sus hermanos, como también se había quedado sin Thomas, no quería volver a perder a nadie más y menos a ninguna amistad. No se lo perdonaría y cargaría con aquel peso toda la eternidad, ella no quería padecer más de lo que estaba padeciendo.

- Judith, ¿eres tú ? -

Aquella voz le era familiar, demasiado familiar para ser verdad. El escucharlo y oir como la llamaba, le había pillado totalmente por sorpresa. No se esperaba oirle, ya que en sus sueños nunca le habia hablado, siempre soñaba con él pero sólo lo veía y contemplaba los gestos que le hacía. Abrió los ojos como platos y se giró hacia donde había oído que la llamaba.

- ¿Dk?.. Quiero decir, ¿Darkyan? - Le dijo mientras que miraba como le extendía el brazo para que se levantara.

Estaba igual, no había cambiado nada en todo el tiempo que no se habian visto. ¿Queria significar eso que era vampiro como ella? ¿O acaso era un licántropo?. No tenía otra explicación, la gente normal avanzaba en edad y se hacía más vieja, los únicos seres con el poder de la longevidad, eran los de su especie.

Cogió su mano y se levantó, quedándo frente a él. Lo miró aún seria, como si hubiera visto un fantasma, sin ninguna expresión ni sentimiento en su cara reflejada.

- ¿Qué haces tú aquí? -

El frío se colaba entre los precipicios inhóspitos de la noche y su mirada, su mirada seguía igual que siempre, no podía negar que siempre me había enamorado esa parte de ella, pero... había algo raro en ella, ese frío que reflejaba contrastaba con quien ella era y probablemente podría suponer que era parte de su nueva naturaleza, suspire y por un momento mi mente se abstrajo de la realidad y, juro que pude recordar el dulce calor de sus manos al rozar las mías; pero ahora era diferente, ambos cuerpos eran tan fríos como la misma luna... sin embargo seguía sintiéndose tan familiar. La miraba profundamente a los ojos mientras nuestras manos se entrelazaban, no podía decir ninguna palabra, tampoco quería hacerlo, pues trataba de buscar, tan profundo en mi mente, aquellos recuerdos que teníamos juntos.

- Sí, soy yo Darkyan - dije al fin con una voz algo entre cortada y algo melosa- Por lo que veo el tiempo no ha tenido mucho efecto en ti- exclame mientras una sonrisa se dibujaba en mi rostro y mis manos se alejaban de las suyas en un roce delicado de piel.

Hacía mucho que no la veía, y en cierto modo me alegraba encontrarme con ella, me daba una tranquilidad que nunca antes había sentido con otra persona, aunque suene cursi, podría decir que era algo casi mágico que me colmaba de esperanza y me ayudaba a respirar de nuevo aunque ahora ya no respire... sus ojos perdían los míos cuando nos mirábamos, nunca podría a ver dicho si ella me gustaba como mujer, solo podía afirmar que era en quien pensaba cada vez que había luna llena y que esta noche la sentía tan mía, tan cerca, que mi corazón tal vez se estuviera confundiendo en la pantomima del amor. *Me acerque y tome su cintura entre mis manos mientras la miraba profundamente a los ojos - Sabes, después de tanto tiempo te extrañe bastante- exclame terminando la frase con un beso en su frente mientras mis ojos se cerraban y mis brazos la rodeaban, y entonces la abrace y me olvide del tiempo.

Y así fue como por un momento el tiempo se detuvo y una sonrisa se volvió a dibujar en mi rostro mientras una lagrima rodaba por mi mejilla; y entonces recordaba aquellos tiempos de antaño cuando salíamos al parque y jugábamos como niños, persiguiéndonos por aquellas empedradas calles mientras la multitud molesta gritaba, pero nosotros no hacíamos caso, solo reíamos. Me acorde en especial de aquella ocasión en esta misma laguna, cuando ella recostada en mi, soñaba con una y mil ilusiones que poco a poco se fueron desvaneciendo, mis dedos enredados en sus cabellos y nuestras miradas encontrándose de vez en cuando... mientras a lo lejos, el sol se ponía al ocaso precediendo la inevitable noche. No podía negar que extrañaba el ser un humano, pero a decir verdad en este momento la mortalidad era lo menos importante, Judith me había devuelto la vida, al menos por un par de minutos...

Se alegraba de volver a verle después de tanto tiempo y eso lo estaba agradeciendo con una amplía sonrisa de oreja a oreja. Al menos era una de las personas que quería ver después de su cambio, pero el no controlarse y el no saber que era de él, hizo que no se volvieran a encontrar. Aunque había pasado tiempo, todo parecía seguir igual, a penas nada había cambiado y eso le hacía sentise cómoda con la situación. Todo le era tan familiar que le parecía que fuese ayer cuando todo era tan normal como en antaño lo había sido.

Ambos se miraron cuando se cogieron de las manos y Judith le sonrió ampliamente para que viera que estaba cómoda y se sentía "como en casa".

- El tiempo ha sido generoso conmigo y no ha hecho que me salgan arrugas ni canas, ni siquiera me he deteriorado. Simplemente me cuido y me conservo bien. - Le dijo negando con la cabeza al mismo tiempo que le había estado hablando. - ¿Y para tí? Veo que tampoco has cambiado mucho, estás como siempre. - Estaba totalmente de acuerdo con que no le iba a contar para nada lo de su nueva naturaleza, al menos no por el momento. Ya que no quería asustarlo y que no la aceptara como ahora era, y si se lo tuviera que contar ya vería el cómo decírselo.

Se quedó un poco perpleja cuando él la tomó por la cintura cuando la miró a los ojos y le dijo que la extrañaba. - Yo también y mucho, debemos de recuperar el tiempo perdido. ¿No crees? - Le dijo mientras que él le besaba en la frente y la abrazaba. Judith no sabía que hacer, había pasado mucho tiempo y no sabía las reacciones que podía tomar si hacía una cosa o otra, así que se limitó a sonreirle y a acariciarle la cara de vez en cuando, sobre todo cuando vió que una lágrima le rodó por la mejilla. - ¿Qué te pasa? ¿No estás contento de verme? - Le preguntó preocupada.