AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
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Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
Amaneceres incontables he visto a los largo de mi vida al aparecer el sol por los Cárpatos y desvanecerse en esa tierra libre por la que manché mis manos para tener un rincon mío sobre ésta tierra... Transilvanía, mi Rumania. Mía y de mis hermanos pero, apenas y recuerdo sus rostros y sus nombres... Muchísimos años. Tanto es el tiempo que ha pasado y en mí
se ha detenido por completo…
se ha detenido por completo…
Tras el viaje por mar un hombre de altura considerable y aparentemente desapercibido hace parada en el puerto escoses que le ha recibido sin gran fiesta pese a su cargo real, sin embargo; nadie sabe que el Rey de Rumania se encuentra entre esos pescadores. Portando un delicado y fino bastón baja del barco pasando entre los pescadores y comerciantes como si aquellos hombres no existieran, mismos que murmuran ante la elegancia del recién llegado cuyas facciones pálidas destacan en plena oscuridad pues a su llegada nocturna llama la atención por ese sombrero de copa alta delatando su alta estirpe.
- Perdone señor pero los turistas bajan en el otro muelle -
Pero fueron ignorados por él pues sólo les miró de reojo pasando de largo aunque de manera atenta y cortes decidió respondereles - Lo sé pero así no es como se conoce una ciudad - Los hombres lo miraron con atención y se limitaron a quitarse los sombreros modestos en muestra de respeto al bien vestido señor.
Mientras camina sin un rumbo definido su mente comienza a maquilar ciertas ideas que ha trazado con el tiempo pues le había llegado el rumor de que se ha ido extendiendo por aquellos lares algo que ya había visto hace tiempo atrás pero que tomaba mayor fuerza en ésta época… La magia y hechicería artes oscuras y prohibidas pero quien mejor que él para comprender que lo prohibido es demasiado exitante ya que el miedo resulta ser el producto de ésto. Así que por que no aprender de esas artes que no había tenido la oportunidad de comprender y que ahora le causaba gran curiosidad así que avanzando por la acera veía el flujo de gente sin poder evitar verles como pedazos de carne pero ahora su hambre ha sido satisfecha.
Se trataba de cuerpos que dejó en el barco, de gente que seguramente nadie extrañaría, de igual forma. Tampoco le importaba pues sólo lograba apreciar la humedad y gelidez del nuevo lugar pues no es como lo recordaba pero hacía tanto tiempo atrás que era natural al grado que las espoadas había perdido lugar en la artilleria por recientes modelos que utilizan la invensión china, la afamada y valiosa polvora. Espadas por mosquetes primitivos y unos no tanto.
Lo abrán encontrado para ésta hora...
Pensamiento efímero del gallardo monarca que deja brillar esa mirada esmeralda en medio de la noche puesto que ha llegado hasta la enorme puerta del palacio real la que toca con un ligero golpe pero que resuena de manera espectacular.
- Las audiciencias son mañana al medio día. No estamos dando limosnas así que ¡Retirate! aunque... - llama con la mano sin voltearle a ver - Quizá en la fosa hay algo que puedas comer - escucha decir de una voz tosca y agresiva que se mezcla con la risa burlona del guardia de la puerta.
- Mi nombre es Viktor... Viktor Vladislav Dracul - menciona estoico
- Las audiciencias son mañana al medio día. No estamos dando limosnas así que ¡Retirate! aunque... - llama con la mano sin voltearle a ver - Quizá en la fosa hay algo que puedas comer - escucha decir de una voz tosca y agresiva que se mezcla con la risa burlona del guardia de la puerta.
- Mi nombre es Viktor... Viktor Vladislav Dracul - menciona estoico
- No me interesa tu nombre, retírate o los soldaros te obligarán a hacerlo y no será nada bueno para un ser como tu…
¿Un ser como yo?
Medita ocultando su mirada bajo la sombra del elegante sombrero - Sólo dígale mi nombre y sabrá quien soy - recalca recargando el bastón sobre el suelo empedrado sintiendo la visión de los guardias que parecen entender su importancia pues para ese momento Vincent Cromwell habrá recibido su carta.
Béla Bucur- Vampiro/Realeza
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Re: Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
La luna de aquella noche resplandecía con encanto, sus rayos plateados no escatimaban en lucirse en la superficie del castillo de Edimburgo en Escocia, alumbrando sus jardines con frondosos arbustos y una incalculable belleza natural. Sobre una loma en dónde reverdecen pastos altos se alza imponente el hogar de los monarcas más importantes del país. Si pudiésemos definir en una palabra el hogar en dónde he nacido, me quedaría mudo, pues no existe frase alguna que pudiera definirlo o acercarse a lo que es.
Sin embargo, en aquella noche otra sorpresa más arribaría sin preámbulo a la familia real, días antes había llegado hasta mi persona la carta de un antiguo lazo familiar, al cual me adjudicaba sin que nos uniera en sí la sangre. Viktor Vladislav Dracul, era su nombre, un hombre respetable, oneroso, patriota y sobre todo leal a su país Rumania, durante el tiempo que pasábamos cada uno en sus respectivas obligaciones, la comunicación entre ambos no cesaba. Su majestad era extrañamente amante de la soledad al igual que yo, quizá se debía a su naturaleza sobrenatural de la que ambos gozábamos.
Meditando lo escrito en el pergamino permanecí entre las sombras y la luz de las velas que alumbraban la habitación en una estela cálida y confortante para la lectura a mi costado sentada con propiedad y la elegancia destacable en mi reina aguardaba que interrumpiera mi actividad -Pronto tendremos una visita importante mi lady -doble lentamente la hoja acomodándola en mi mesa de cama -El rey de Rumania nos visitara sin antelación, puede que lo recibamos sin esperarle un día cualquiera, suele ser bueno para las sorpresas.-
Con la mirada perdida en las flamas de las velas recordé vívidamente como en los días dónde mi juventud era parcialmente notoria y mis acciones descabelladas me llevaron hasta los Cárpatos en búsqueda de oportunidades, aventuras o desventuras -no lo sabía, no sabía lo que me deparaba el destino- una sorpresa sin igual el conocer al monarca del país más enigmático del mundo -al menos del mundo que yo conocía- la osadía en carne, la tragedia o incluso la soledad, nuestros mundos tan similares pero lejanos nos brindaban la confianza que necesitabas para introducirnos en sus misterios.
Manifestando la entrañable relación propia de dos hermanos o primos muy cercanos, confinamos a la confianza en el silencio, tanto él como yo sabíamos de nuestras verdaderas identidades e intensiones. Tanto él como yo, sabíamos que nos impulsaba a sostener la corona que por derecho nos pertenecía. Así volví a Escocia, él me enseñó a continuar pese a las reglas impuestas por la corte, yo accedí a mis responsabilidades, así como él accedió a sublevarse al mundo exterior y darse a conocer aceptando su realidad.
Eran tiempos diferentes, tiempos dónde buscábamos las respuestas a cuestionamientos a mi parecer entendibles, Yo con Escocia, él con Rumania, ambos juntos por un lazo más allá de la sangre.
Sin embargo, en aquella noche otra sorpresa más arribaría sin preámbulo a la familia real, días antes había llegado hasta mi persona la carta de un antiguo lazo familiar, al cual me adjudicaba sin que nos uniera en sí la sangre. Viktor Vladislav Dracul, era su nombre, un hombre respetable, oneroso, patriota y sobre todo leal a su país Rumania, durante el tiempo que pasábamos cada uno en sus respectivas obligaciones, la comunicación entre ambos no cesaba. Su majestad era extrañamente amante de la soledad al igual que yo, quizá se debía a su naturaleza sobrenatural de la que ambos gozábamos.
Meditando lo escrito en el pergamino permanecí entre las sombras y la luz de las velas que alumbraban la habitación en una estela cálida y confortante para la lectura a mi costado sentada con propiedad y la elegancia destacable en mi reina aguardaba que interrumpiera mi actividad -Pronto tendremos una visita importante mi lady -doble lentamente la hoja acomodándola en mi mesa de cama -El rey de Rumania nos visitara sin antelación, puede que lo recibamos sin esperarle un día cualquiera, suele ser bueno para las sorpresas.-
Con la mirada perdida en las flamas de las velas recordé vívidamente como en los días dónde mi juventud era parcialmente notoria y mis acciones descabelladas me llevaron hasta los Cárpatos en búsqueda de oportunidades, aventuras o desventuras -no lo sabía, no sabía lo que me deparaba el destino- una sorpresa sin igual el conocer al monarca del país más enigmático del mundo -al menos del mundo que yo conocía- la osadía en carne, la tragedia o incluso la soledad, nuestros mundos tan similares pero lejanos nos brindaban la confianza que necesitabas para introducirnos en sus misterios.
Manifestando la entrañable relación propia de dos hermanos o primos muy cercanos, confinamos a la confianza en el silencio, tanto él como yo sabíamos de nuestras verdaderas identidades e intensiones. Tanto él como yo, sabíamos que nos impulsaba a sostener la corona que por derecho nos pertenecía. Así volví a Escocia, él me enseñó a continuar pese a las reglas impuestas por la corte, yo accedí a mis responsabilidades, así como él accedió a sublevarse al mundo exterior y darse a conocer aceptando su realidad.
Eran tiempos diferentes, tiempos dónde buscábamos las respuestas a cuestionamientos a mi parecer entendibles, Yo con Escocia, él con Rumania, ambos juntos por un lazo más allá de la sangre.
Vincent Cromwell- Hechicero Clase Alta
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Re: Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
No gustaba de las sorpresas y todo el mundo era consciente de ello, más lo que no era revelado era ese peculiar sentimiento de profunda molestia que se generaba en su interior cuando se le informaba del próximo arribo de algún pariente o persona de confianza del Rey.
Victoria no tenía nada en contra con aquellos que compartían lazos de sangre y/o amistad con el monarca, siempre y cuando los mismos no se presentasen como piedras en su camino. Para su falta de dicha, hasta el momento todas las personas con las que le había tocado tratar obligatoriamente por pedido de Vincent habían reflejado la molestia de verle a ella como Reina de Escocia. Sin vergüenza alguna cuestionaban sus métodos, sus ideales y sobre todo, su falta de sangre real para ostentar el cargo con el que se hacía.
No existía necesidad de aclarar que si fuese por ella, todas esas cabezas obstaculizadoras y entrometidas ya estarían rodando por los suelos escoceses, pero dada las circunstancias la soberana no tenía más remedio que ir ahogando a sus rivales con su arma más letal; su retorica. Poco a poco se encargaría de mal posicionar frente a los ojos del Rey a sus propios familiares y con ello, sería el mismo Vincent el que dictase los castigos merecidos para aquellos que Victoria debía sacar del trayecto hacia el poderío absoluto.
Sus oídos se hicieron con la novedad de la futura visita. Una leve palmada en la espalda de su esposo y una sonrisa completamente falsa camuflaron el disgusto interno. Abandonó la posición que la mantenía junto a su consorte y observando su refinada y elegante figura frente a un inmenso espejo que ella misma había encargado para la recamara Real, sintió el leve y tímido golpeteo ajeno sobre el maderado y rígido portal de la habitación.
Posó por un instante sus ojos en el Rey, alzando una ceja en reflejo de la extrañeza despertada en su persona por aquella inesperada interrupción.
Se dirigió a la puerta de la recamara y abrió la misma, apenas para vislumbrar el apenado rostro de uno de sus tantos lacayos. Sinceramente no sabía el nombre de éste y mucho menos le interesaba hacerlo.
- Solo espero que este paréntesis por sobre mi descanso tenga mucha relevancia, sino le aconsejo que desde ya rece a Dios por su salvación - comentó con su fría voz, alzando su rostro y dejando a la vista su blanco y estilizado cuello, adoptante de una posición proyectante de soberbia y seriedad para con el siervo del palacio.
- Hay una visita que busca a nuestro estimado Rey, mi señora. El caballero se hace llamar Viktor Vladislav Dracul… Sepa disculpar mi pronunciación, pero jamás había escuchado ese apellido - profirió titubeante el lacayo, con la indecisión de si hacerse con la mirada de la Reina o no.
Los ojos de Victoria se envolvieron por un brillo particular. La sorpresa había arribado mucho antes de lo que la misma se imaginaba. Dibujó una leve sonrisa en su rostro para demostrar contento por la que se suponía, debía de ser una muy agradable noticia.
- Recíbanle con honores ahora mismo y despierta a la servidumbre, que se arme un banquete cuanto antes ¡Y no quiero errores sino todos irán a parar al Mar del Norte! - exhortó con firmeza, tan así que tras un gesto de asentimiento aquel hombre salió disparado por los pasillos reales con intención de cumplir cuanto antes todas las ordenes dictadas por la monarca.
Dejando el pórtico entreabierto, la dama volteó para hacerse con la galante humanidad de su esposo.
- Parece tuviera un sentido más allá de lo normal mi Rey. El soberano rumano acaba de arribar al palacio. Ya me he encargado de que su entrada sea con todos los honores posibles, así que le encomiendo alistarse cuanto antes para recibirle - sus palabras despojaban una serenidad particular, misma que solamente se denotaba en los vocablos de la Reina al dirigirse a su consorte.
Caminó nuevamente hasta el espejo de la habitación para constatar que su tocado y vestimenta estuviesen a la altura de la ocasión.
- Todo esta bajo control mi Lord, no tendrá de que preocuparse. Solo disfrute del encuentro con tal importante visita - adhirió en son de recordar el conveniente auxilio que ésta siempre solía representar para la corona cuando era necesario.
Sonrió nuevamente y en su mente no pudo dejar pasar por alto la idea de que aquella visita podría traer consigo algún beneficio a diferencia de otras. El monarca rumano poco interés tendría en las habladurías familiares en cuanto a ella, por lo que eso podría favorecerle, sobre todo a la hora de que Viktor hiciese una opinión personal en cuanto a la personalidad de la Reina.
Victoria no tenía nada en contra con aquellos que compartían lazos de sangre y/o amistad con el monarca, siempre y cuando los mismos no se presentasen como piedras en su camino. Para su falta de dicha, hasta el momento todas las personas con las que le había tocado tratar obligatoriamente por pedido de Vincent habían reflejado la molestia de verle a ella como Reina de Escocia. Sin vergüenza alguna cuestionaban sus métodos, sus ideales y sobre todo, su falta de sangre real para ostentar el cargo con el que se hacía.
No existía necesidad de aclarar que si fuese por ella, todas esas cabezas obstaculizadoras y entrometidas ya estarían rodando por los suelos escoceses, pero dada las circunstancias la soberana no tenía más remedio que ir ahogando a sus rivales con su arma más letal; su retorica. Poco a poco se encargaría de mal posicionar frente a los ojos del Rey a sus propios familiares y con ello, sería el mismo Vincent el que dictase los castigos merecidos para aquellos que Victoria debía sacar del trayecto hacia el poderío absoluto.
Sus oídos se hicieron con la novedad de la futura visita. Una leve palmada en la espalda de su esposo y una sonrisa completamente falsa camuflaron el disgusto interno. Abandonó la posición que la mantenía junto a su consorte y observando su refinada y elegante figura frente a un inmenso espejo que ella misma había encargado para la recamara Real, sintió el leve y tímido golpeteo ajeno sobre el maderado y rígido portal de la habitación.
Posó por un instante sus ojos en el Rey, alzando una ceja en reflejo de la extrañeza despertada en su persona por aquella inesperada interrupción.
Se dirigió a la puerta de la recamara y abrió la misma, apenas para vislumbrar el apenado rostro de uno de sus tantos lacayos. Sinceramente no sabía el nombre de éste y mucho menos le interesaba hacerlo.
- Solo espero que este paréntesis por sobre mi descanso tenga mucha relevancia, sino le aconsejo que desde ya rece a Dios por su salvación - comentó con su fría voz, alzando su rostro y dejando a la vista su blanco y estilizado cuello, adoptante de una posición proyectante de soberbia y seriedad para con el siervo del palacio.
- Hay una visita que busca a nuestro estimado Rey, mi señora. El caballero se hace llamar Viktor Vladislav Dracul… Sepa disculpar mi pronunciación, pero jamás había escuchado ese apellido - profirió titubeante el lacayo, con la indecisión de si hacerse con la mirada de la Reina o no.
Los ojos de Victoria se envolvieron por un brillo particular. La sorpresa había arribado mucho antes de lo que la misma se imaginaba. Dibujó una leve sonrisa en su rostro para demostrar contento por la que se suponía, debía de ser una muy agradable noticia.
- Recíbanle con honores ahora mismo y despierta a la servidumbre, que se arme un banquete cuanto antes ¡Y no quiero errores sino todos irán a parar al Mar del Norte! - exhortó con firmeza, tan así que tras un gesto de asentimiento aquel hombre salió disparado por los pasillos reales con intención de cumplir cuanto antes todas las ordenes dictadas por la monarca.
Dejando el pórtico entreabierto, la dama volteó para hacerse con la galante humanidad de su esposo.
- Parece tuviera un sentido más allá de lo normal mi Rey. El soberano rumano acaba de arribar al palacio. Ya me he encargado de que su entrada sea con todos los honores posibles, así que le encomiendo alistarse cuanto antes para recibirle - sus palabras despojaban una serenidad particular, misma que solamente se denotaba en los vocablos de la Reina al dirigirse a su consorte.
Caminó nuevamente hasta el espejo de la habitación para constatar que su tocado y vestimenta estuviesen a la altura de la ocasión.
- Todo esta bajo control mi Lord, no tendrá de que preocuparse. Solo disfrute del encuentro con tal importante visita - adhirió en son de recordar el conveniente auxilio que ésta siempre solía representar para la corona cuando era necesario.
Sonrió nuevamente y en su mente no pudo dejar pasar por alto la idea de que aquella visita podría traer consigo algún beneficio a diferencia de otras. El monarca rumano poco interés tendría en las habladurías familiares en cuanto a ella, por lo que eso podría favorecerle, sobre todo a la hora de que Viktor hiciese una opinión personal en cuanto a la personalidad de la Reina.
Victoria Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
Es tiempo de hacer frente y tomar la verdad de lo que se dice de este nido
familiar: Los Cromwell.
De pronto, la espera se hizo mínima pues inmediatamente varios sirvientes se acercaron a la puerta la cual abrieron de par en par extendiendo cuan larga y brillante alfombra carmesí que prontamente fue pisada por el Vampiro quien enfoco la mirada esmeralda en los hombres y mujeres que le rendían reverencia a quienes además ni siquiera les dirigió una sola palabra.familiar: Los Cromwell.
Viktor iba caminando con paso pausado sintiendo la mirada de los plebeyos y su mente comenzaba a hilar idea pues no es exactamente de esos hombres expresivos que delatan en la mirada sus emociones pues la mantiene fija y vacía como si en él no existirá alma y, en sí esa era la verdad dado que su naturaleza era el de un muerto andante cuyos mitos se remontaban a siglos de existencia pese a que él llevaba viviendo tres. No era de los que intentaban interactuar con los humanos salvo para adquirir lo único que ellos podían darle: Su Sangre, sin embargo; su visita al Castillo Cromwell desmentía todo aquello que se había dicho a lo largo de sus más de trescientos años de vida pues había encontrado en su igual a un hombre que le agradaba de sobremanera que le intrigó desde la primera vez que lo vio por lo que decidió acercársele.
No tenía muy claro que era lo que sucedía con la presencia de Vincent en él. Había cosas que no recordaba totalmente desde la primera vez que abrió los ojos y lo único que sentía era un hambre voraz pero algo iba aquejando su tranquilidad, no podía dejar de observarle y no es un gusto carnal sino que era algo más que no lograba controlar ni entender, algunos podrían llamarle sentimientos pero Viktor no es partidario de esa palabra que no figura dentro de su estilo de vida o diccionario. Verle tan joven y audaz pero con cierta malicia – o por lo menos eso es lo que él veía – hasta que un día en un sueño vio la silueta de alguien más y que le estaba haciendo recordar algo que él mismo había enterrado siglos atrás… ¡Vladislav!... Vincent era exactamente al recuerdo de su hermano.
La verdad es que ni él mismo sabía el porqué del recuerdo y ese dolor por la falta de su hermano menor cuando dos de ellos y una hermana habían muerto y no le causaban un conflicto tal como la ausencia de Vlad, que es como le llamaba; quizá el hecho de que era tan parecido a su madre a quien siempre le guardó un amor especial aunque ahora no supiera el significado de esa palabra, o el hecho de que su temperamento pese a su edad y circunstancia fuera tan decisivo y al mismo tiempo pareciera frágil para él que tenía como objetivo protegerle.Sí, eso era… ¡Tenía que protegerle!... Pero eso ya lo había entendido desde el momento en el que interactúo con él.
De pronto, el apuesto ex militar ha llegado hasta un enorme salón cuyas luces se encienden gracias a candelabros de cristalería fina y minerales preciosos tales como el oro y la plata, alumbrando así, cualquier rincor de esa enorme habitación que estaba decorada con las más finas telas y cuadros de importantes pintores. Sin duda alguna es una digna morada para el Rey de Escocia y su mujer.
De pronto, el apuesto ex militar ha llegado hasta un enorme salón cuyas luces se encienden gracias a candelabros de cristalería fina y minerales preciosos tales como el oro y la plata, alumbrando así, cualquier rincor de esa enorme habitación que estaba decorada con las más finas telas y cuadros de importantes pintores. Sin duda alguna es una digna morada para el Rey de Escocia y su mujer.
Béla Bucur- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 14/05/2012
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Re: Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
Los recuerdos de Vincent ante la llegada de su gran amigo el rey de Rumania, vinieron como bocanadas de aire, le daban no sólo el placer de traer a su mente imágenes destinadas a forjar una amistad más allá del tiempo. Reconocía el esfuerzo de Viktor al pisar tierras escocesas, pues el monarca carecía de sentido al abandonar una tierra natal como la suya, llena de emblemas y poderosos guerreros. Como una muestra de gratitud la bienvenida al ex militar reflejaba el agrado de los monarcas de las tierras altas su arribo, una visita festejada por el mismo rey.
La sala del trono fue develada entre luces brillantes de las velas y los candelabros que pendían de los techos a manera de brindarle un toque exquisito y elegante al Castillo de Edimburgo. La habitación había sido arreglada ante la orden inmediata de la reina Victoria, los mozos y sirvientes caminaban de un lado a otro ultimando los detalles finales de la habitación colocando los escudos abanderados de Rumania y Escocia.
Las paredes se llenaron de colores similares, uniformándose con elegancia y pomposidad, a un costado una mesa del banquete preparado se extendía con suculentos platillos elaborados a la brevedad posible. Con esto se veía la importancia de la visita hacia los reyes de Escocia, la espada y escudo como bien eran conocidos en aquellas tierras.
En aquel momento las puertas de la sala principal se abrieron de par en par anunciando a toque de trompetas al hombre más importante de Rumania, su soberano Viktor Vladislav Dracul y también un hermano de sangre aunque no existiera un lazo como tal de familia que les uniera pero más allá de eso les unía una singular lealtad entre ambos varones.
-Pero que tenemos aquí, un hermano de sangre, un lazo irrompible por la guerra o el tiempo, mi hermano más querido Viktor, Rey de Rumania – exclamé alzando los brazos y con una algarabía muy extraña en mis facciones serias y poco convencionales.
-Me tomas por sorpresa, nunca había pensado que te atreverías a dejar Rumania por un tiempo y visitar a tu viejo y gran amigo, que gusto que estés con nosotros –
Exclame con elocuencia y la vitalidad que me caracterizaban, mis ojos se posaron en él para revelar ante mi el paso de los años imposibles de transcurrir en su rostro emancipado por el dolor, la guerra y austeridad vividas en un pasado. Era sorprendente el transcurso detenido del tiempo en su persona debido a su extraña naturaleza a la cual yo me había sometido tras mi viaje a las lejanas y misteriosas tierras de Rumania.
La sala del trono fue develada entre luces brillantes de las velas y los candelabros que pendían de los techos a manera de brindarle un toque exquisito y elegante al Castillo de Edimburgo. La habitación había sido arreglada ante la orden inmediata de la reina Victoria, los mozos y sirvientes caminaban de un lado a otro ultimando los detalles finales de la habitación colocando los escudos abanderados de Rumania y Escocia.
Las paredes se llenaron de colores similares, uniformándose con elegancia y pomposidad, a un costado una mesa del banquete preparado se extendía con suculentos platillos elaborados a la brevedad posible. Con esto se veía la importancia de la visita hacia los reyes de Escocia, la espada y escudo como bien eran conocidos en aquellas tierras.
En aquel momento las puertas de la sala principal se abrieron de par en par anunciando a toque de trompetas al hombre más importante de Rumania, su soberano Viktor Vladislav Dracul y también un hermano de sangre aunque no existiera un lazo como tal de familia que les uniera pero más allá de eso les unía una singular lealtad entre ambos varones.
-Pero que tenemos aquí, un hermano de sangre, un lazo irrompible por la guerra o el tiempo, mi hermano más querido Viktor, Rey de Rumania – exclamé alzando los brazos y con una algarabía muy extraña en mis facciones serias y poco convencionales.
-Me tomas por sorpresa, nunca había pensado que te atreverías a dejar Rumania por un tiempo y visitar a tu viejo y gran amigo, que gusto que estés con nosotros –
Exclame con elocuencia y la vitalidad que me caracterizaban, mis ojos se posaron en él para revelar ante mi el paso de los años imposibles de transcurrir en su rostro emancipado por el dolor, la guerra y austeridad vividas en un pasado. Era sorprendente el transcurso detenido del tiempo en su persona debido a su extraña naturaleza a la cual yo me había sometido tras mi viaje a las lejanas y misteriosas tierras de Rumania.
Vincent Cromwell- Hechicero Clase Alta
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Re: Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
Aquella última mañana que vi fue el día antes de enterarme que habías muerto, estaba muy lejos de lo que ahora llamamos Rumania así que apenas y recuerdo los amaneceres ahí pero sé que no hay ninguna alborada que se le compare. Tenía años que no había ido a verlos además de que no tenía la menor idea de cómo era tu rostro pero no podía ser tan diferente a como los dejé para enlistarme y entregarles una tierra libre, por lo menos que no tuvieran la necesidad que pasamos antes de que ustedes... ¡Tú! Tuvieras conciencia. Parece tan lejano, y en realidad lo es pues es más de lo que juntos hubiéramos podido imaginar, incluso lo que yo hubiese podido explicar. Hoy, hoy sólo recuerdo tu nombre y que eras importante para mí... Vladislav.
Ante su llegada solitaria y el recibimiento, Viktor sabía que la forma en la que había interrumpido en el hogar de los Cromwell no era la mejor y que se tomaría como una clara falta de educación y respeto para con los monarcas, bueno en sí es lo que pensarían los sirvientes que se les notaba el agobio ante tan intempestiva visita pues la rapidez con la que se movían sin embargo; el Rey no podía acudir a horas mucho más adecuadas para la mayoría así que si la situación les molestaba a los criados era algo que no tenía ninguna relevancia para él así que, sin siquiera mirarles ingreso hasta la sala observando a detalle cada uno de los grabados y de los adornos perfectamente colocados, sin duda una decoración excelsa mostrando también el respeto por el escudo familiar y por la milicia que años atrás él representó con honor. No podía esperar menos de Vincent.
- ¡Vincent! – exclamó con una débil pero sincera sonrisa que ilumino su ya de por si rostro pálido. Dio un par de paso hacia adelante hasta donde se encontró con su hermano menor, así es como lo veía. Lo estrechó entre sus brazos frío y le dio un fuerte apretón – Me disculpo por mi intempestiva llegada pero los caballos corrieron más veloces que nunca – acota separándose del rey escoces.
Manteniendo la sonrisa en sus labio carmines retrocedió un paso y se quitó el sombrero de copa alta que descubrió esa mirada aceitunada y vacía pero con un brillo peculiar que hacía de su mirar dos perfectos globos cristalinos de esmeraldas que reflejan la perfecta anatomía de su igual.
Es entonces que dos lacayos se le acercan pidiéndole el abrigo y sombrero de colores oscuros que inmediatamente entrega para posteriormente tomar asiento...
- Mi estimado y bienaventurado Vincent, que alegría verte de nuevo... Ha pasado ya un tiempo considerable desde aquel día ¿Lo recuerdas? – sentencia el vampiro quien cruza la pierna derecha sobre la izquierda al tiempo en el que se acomoda sobre ese acogedor sofá dejando notar que siente un gozo y placer sin igual de compartir de nuevo con él.
Viktor, no era de las personas que huían de los problemas sino todo lo contrario. Tomaba las decisiones correctas gran parte del tiempo aunque en ese momento le aquejaba algo más pues salir de su natal Rumania de esa manera no podía ser otra que ella... ¿En qué momento decidió desposarla? Aún no tenía claro la razón verdadera pero ahora le causaba un conflicto, era bueno tenerla deambulando cada vez que él lo desease pero en ese momento ya le era una molestia por lo que decidió salir de su hogar.
- Debo hacer hincapié en una sola petición – dice con seriedad endureciendo sus varonil y bien parecidas facciones – Pero no he conocido a la mujer que ha robado algo de ti y quien gobierna este país contigo – acota con cierta severidad pero dejando sentir que lo hace en un son de jugueteo terminando con una sonrisa – Sólo me hablas de ella y me causa curiosidad conocerle... ¡Eso sí! Con todo el respeto que me merece mi hermano. -
Hermano... tan lejana palabra y que repito cada vez que le veo. Ya había olvidado que existen lazos más allá de la sangre que me alimenta.
Béla Bucur- Vampiro/Realeza
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Re: Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
El encuentro entre ambos cambiaba en su totalidad el pesar del monarca, las noches en ausencias de cierta entidad femenina sobre su lecho le volvían poco tolerables, pero nada podía hacer ahora que pronto abandonaría Escocia. Los años nos habían congregado de nueva cuenta, un poco de pasado ameno que recordar luego de feroces batallas, Viktor por su parte lucia exactamente igual, aunque la vida parecía haberlo dejado marcado durante toda su existencia, sus ojos juzgaban sostener esa culpa sin necesidad de que algo o alguien se lo dijese.
Los mozos del castillo nos ofrecieron un banquete sin igual gracias a la encomienda de la Reina Victoria, pasé mis manos por uno de los hombros de Viktor para estrecharlo fraternalmente, logré sentir su piel dura como el mármol y la frialdad que ésta desprendía -Vamos, vamos querido hermano una buena copa de vino es lo que necesitáis en este momento- sonreí con ironía, dirigiéndole una mirada cómplice y bastante astuta, claramente seria lo único que beberíamos en ese momento, no podía probar bocado sobre el banquete que se nos ofrecía, para él la carne no tenia sabor, tampoco la fruta o los postres. La sangre era su único alimento pero en ese instante yo no podía ofrecerle una copa de sangre de ternero, tampoco de algún mozo, pues causaría terror e incluso Victoria saldría vuelta una loca. En un ademan con mi única mano restante pedí que se retirasen todos los bocadillos de exquisito sabor y sólo dejasen los recipientes que contenían el vino.
-Sé que poco es tu apetito, así que mejor beberemos vino en grandes y suficientes cantidades querido amigo ¡El mejor de las Tierras Altas!...- entonces antes de postrar mi cuerpo sobre la silla de descanso su voz me interrumpió en una extraña pero lógica petición.
– Pero no he conocido a la mujer que ha robado algo de ti y quien gobierna este país contigo. Sólo me hablas de ella y me causa curiosidad conocerle... ¡Eso sí! Con todo el respeto que me merece mi hermano–
Aquello me sorprendió gratamente, desde la elección que había tomado, todos inclusive la familia se tomaba el derecho de juzgarme duramente al igual que a Victoria, nadie excepto Kareck, el duque de Escocia sabía lo que consistía en respetar las leyes del Rey y su voluntad. Ya era tiempo de azotar con castigos rígidos a la corte, acallar las lenguas que no respetasen lo decidido, quebrar sus bríos y mantenerlos al margen. Pero yo no era un monarca que imponía más que al pueblo sobre todos nosotros, a ellos servíamos, yo servía y mi Reina lo hacía con verdadero honor.
Devolví la mirada hacia el trono dónde ella esperaba pacientemente a que yo concluyese con mi visita, estaba al pie de lo que necesitase en cualquier instante. Levanté las manos y asentí llamándola a mi lado dónde le correspondía estar -Querido amigo me honra presentarle a la mujer más importante de Escocia y la única Reina que ha sido coronada – hice una pausa tomando con delicadeza la mano de Victoria -La reina Victoria, de Escocia, querida él es Viktor Vladislav Dracul, Rey de Rumania y como un hermano para mí, espero sea tratado con verdaderamente e trata a un hermano del Rey…- dije pronunciando correctamente el apellido y nombre de la compañía que tenia, mi interlocutor resultaba ser tan importante como yo, un monarca, un Rey y uno no tan condescendiente como lo era yo.
Esperé a que la reunión se diera naturalmente, finalmente Viktor conocía a la mujer de la que tanto mencionaba en nuestras largas conversaciones por correspondencia. Mucho antes de desposarla él ya tenía conocimiento de mis decisiones y Victoria era parte de una de ellas.
Los mozos del castillo nos ofrecieron un banquete sin igual gracias a la encomienda de la Reina Victoria, pasé mis manos por uno de los hombros de Viktor para estrecharlo fraternalmente, logré sentir su piel dura como el mármol y la frialdad que ésta desprendía -Vamos, vamos querido hermano una buena copa de vino es lo que necesitáis en este momento- sonreí con ironía, dirigiéndole una mirada cómplice y bastante astuta, claramente seria lo único que beberíamos en ese momento, no podía probar bocado sobre el banquete que se nos ofrecía, para él la carne no tenia sabor, tampoco la fruta o los postres. La sangre era su único alimento pero en ese instante yo no podía ofrecerle una copa de sangre de ternero, tampoco de algún mozo, pues causaría terror e incluso Victoria saldría vuelta una loca. En un ademan con mi única mano restante pedí que se retirasen todos los bocadillos de exquisito sabor y sólo dejasen los recipientes que contenían el vino.
-Sé que poco es tu apetito, así que mejor beberemos vino en grandes y suficientes cantidades querido amigo ¡El mejor de las Tierras Altas!...- entonces antes de postrar mi cuerpo sobre la silla de descanso su voz me interrumpió en una extraña pero lógica petición.
– Pero no he conocido a la mujer que ha robado algo de ti y quien gobierna este país contigo. Sólo me hablas de ella y me causa curiosidad conocerle... ¡Eso sí! Con todo el respeto que me merece mi hermano–
Aquello me sorprendió gratamente, desde la elección que había tomado, todos inclusive la familia se tomaba el derecho de juzgarme duramente al igual que a Victoria, nadie excepto Kareck, el duque de Escocia sabía lo que consistía en respetar las leyes del Rey y su voluntad. Ya era tiempo de azotar con castigos rígidos a la corte, acallar las lenguas que no respetasen lo decidido, quebrar sus bríos y mantenerlos al margen. Pero yo no era un monarca que imponía más que al pueblo sobre todos nosotros, a ellos servíamos, yo servía y mi Reina lo hacía con verdadero honor.
Devolví la mirada hacia el trono dónde ella esperaba pacientemente a que yo concluyese con mi visita, estaba al pie de lo que necesitase en cualquier instante. Levanté las manos y asentí llamándola a mi lado dónde le correspondía estar -Querido amigo me honra presentarle a la mujer más importante de Escocia y la única Reina que ha sido coronada – hice una pausa tomando con delicadeza la mano de Victoria -La reina Victoria, de Escocia, querida él es Viktor Vladislav Dracul, Rey de Rumania y como un hermano para mí, espero sea tratado con verdaderamente e trata a un hermano del Rey…- dije pronunciando correctamente el apellido y nombre de la compañía que tenia, mi interlocutor resultaba ser tan importante como yo, un monarca, un Rey y uno no tan condescendiente como lo era yo.
Esperé a que la reunión se diera naturalmente, finalmente Viktor conocía a la mujer de la que tanto mencionaba en nuestras largas conversaciones por correspondencia. Mucho antes de desposarla él ya tenía conocimiento de mis decisiones y Victoria era parte de una de ellas.
Vincent Cromwell- Hechicero Clase Alta
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Re: Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
Tras haber contraído matrimonio con nada menos que el Rey de Escocia, los círculos sociales de Victoria habían cambiado drásticamente. Las tardes de té con amigas de la infancia entre chácharas sin sentido habían quedado muy atrás, siendo ahora la atención de la soberana ocuparse de todo asunto referente a su nación. Las amistades habían quedado en un segundo plano, sobre todo tras su coronación. Victoria velaba por lo beneficioso para su persona, volcando todo su tiempo en cada minuciosidad, en cada acción y contacto que la llevase más cerca de su objetivo, del sentir satisfecha su arrebatadora sed de poder.
Tratar con diferentes celebridades europeas era una de aquellas tareas que la nueva Reina sabia llevar como ninguna. Siempre de aspecto perfecto y semblante ameno para las personas ajenas a su tierra, no pasaba mucho tiempo para que Victoria se hiciese con aquellos que en algún momento podrían llegar a ser valiosos aliados. La escocesa era un arma fundamental para su esposo, mucho más allá de los beneficios que éste supo hacerse a nivel político y militar con su casamiento Vincent había captado ágilmente la exquisita capacidad de su consorte en envolver simpáticamente a sus invitados. Él la usaba estratégicamente como carnada a la hora de firmar acuerdos, generar alianzas y otras cosas más. Ella se prestaba con gran dedicación porque silentemente era consciente de que eso le beneficiaba también, hasta el punto de creerse respaldada por todas aquellas personas si en algún momento su propio Rey y esposo se rebelase ante ella.
Con pasos lentos se acercó a la reunión que a altas horas se llevaba a cabo en uno de los tantos salones del palacio real de Edimburgo. Sin cuestionamientos había esperado estática hasta que su consorte le invitase a unirse a lo que parecía una charla sumamente amena, llena de recuerdos y alegrías palpables para ambos caballeros. La reverencia mas respetable fue ofrecida por la monarca hacia el Rey extranjero, proyectándole a éste toda la cortesía que alguien en su posición había de merecer. Los ojos analíticos de Victoria se posaron en el semblante peculiar de aquel hombre, de aspecto pálido y casi rosando lo desahuciado pero que en sus esmeraldinos orbes reflejaba un sentimiento totalmente diferente a la vulnerabilidad de su físico pero que en aquellas instancias la Reina aun no era capaz de descifrar. Sabía que él y su esposo compartieron en el pasado numerosas anécdotas, es más, aunque anteriormente, hasta en la ceremonia de coronación de la soberana, ésta no tuvo mucho intercambio de palabras con el rumano, tenía muy presente su forma de ser y características por las historias que Vincent solía compartir con ella. Él estaba muy orgulloso de tener a alguien como Viktor en su vida y ella solamente deseaba descubrir el porqué.
Sintiendo la calidez propia de la mano de su esposo la escocesa no pudo sentirse más confiada, pues denotaba que su Rey deseaba que ésta conociese a su gran estimado. Sonrió levemente tanto porque el gesto le parecía dulce, así como ingenuo pues en ciertas ocasiones Vincent parecía no recordar que le era beneficioso o no. Tal vez sus ojos aun no captaban lo peligrosa que podía llegar a ser su esposa. La actuación estaba dando resultados y no hacia sospecha alguna, eso la tranquilizó sin siquiera esperarlo. Finalmente parecía que la familia Cromwell estaba perdiendo su poder ante la cabeza de Vincent.
- Me es un completo honor conocerle en una instancia más amena Rey Viktor. Tenga por seguro que será tratado con el respeto que solo un hermano de sangre de mi querido Rey Vincent pudiese merecer - otra reverencia no tardó en hacerse presente por parte de la atenta soberana de voz melodiosa y ojos brillantes que aún mantenía su mano sostenida por la de su emocionado consorte - Cualquiera sea su necesidad, cuenta ya con un grupo de sirvientes para atender sus solicitudes - adhirió para reflejar toda la consideración que el reino de Escocia tenia para alguien de su calibre.
Aún con su rostro terso, resplandeciente y atento pese a las horas en las que vivía y donde cotidianamente ya estaría descansando, la Reina parecía estar tan a gusto con la visita del monarca como su propio esposo - Sé que deben tener mucho de que hablar, así que si gustan os dejaré solos para que ambos puedan ponerse al día con sus asuntos - un gesto cortes para aquellos dos que por tanto tiempo no se veían las caras, seguramente tendrían variados temas en los que actualizarse el uno al otro y no faltaría sirviente que luego e esa charla pusiese a Victoria al tanto de todo lo que ellos hablaran, por lo que no le costaba mucho abandonar el salón, el as bajo su manga le aseguraba que el no estar presente seria igual o mejor que el si.
Guardo silencio esperando las indicaciones de su esposo, como era debido. Victoria no era una Reina sumisa en absoluto, pero en aquella ocasión había optado por no dejar mal parado a su esposo, menos aun frente a un allegado tan importante. Su mirada seguía algo incrédula por aquella extraña palidez en el soberano rumano, así también por el atractivo que pese a su peculiar estado éste irradiaba a la altura y comparación del mismo Vincent, ya conocido en la realeza europea por captar lujuriosamente las miradas de muchos y muchas.
Tratar con diferentes celebridades europeas era una de aquellas tareas que la nueva Reina sabia llevar como ninguna. Siempre de aspecto perfecto y semblante ameno para las personas ajenas a su tierra, no pasaba mucho tiempo para que Victoria se hiciese con aquellos que en algún momento podrían llegar a ser valiosos aliados. La escocesa era un arma fundamental para su esposo, mucho más allá de los beneficios que éste supo hacerse a nivel político y militar con su casamiento Vincent había captado ágilmente la exquisita capacidad de su consorte en envolver simpáticamente a sus invitados. Él la usaba estratégicamente como carnada a la hora de firmar acuerdos, generar alianzas y otras cosas más. Ella se prestaba con gran dedicación porque silentemente era consciente de que eso le beneficiaba también, hasta el punto de creerse respaldada por todas aquellas personas si en algún momento su propio Rey y esposo se rebelase ante ella.
Con pasos lentos se acercó a la reunión que a altas horas se llevaba a cabo en uno de los tantos salones del palacio real de Edimburgo. Sin cuestionamientos había esperado estática hasta que su consorte le invitase a unirse a lo que parecía una charla sumamente amena, llena de recuerdos y alegrías palpables para ambos caballeros. La reverencia mas respetable fue ofrecida por la monarca hacia el Rey extranjero, proyectándole a éste toda la cortesía que alguien en su posición había de merecer. Los ojos analíticos de Victoria se posaron en el semblante peculiar de aquel hombre, de aspecto pálido y casi rosando lo desahuciado pero que en sus esmeraldinos orbes reflejaba un sentimiento totalmente diferente a la vulnerabilidad de su físico pero que en aquellas instancias la Reina aun no era capaz de descifrar. Sabía que él y su esposo compartieron en el pasado numerosas anécdotas, es más, aunque anteriormente, hasta en la ceremonia de coronación de la soberana, ésta no tuvo mucho intercambio de palabras con el rumano, tenía muy presente su forma de ser y características por las historias que Vincent solía compartir con ella. Él estaba muy orgulloso de tener a alguien como Viktor en su vida y ella solamente deseaba descubrir el porqué.
Sintiendo la calidez propia de la mano de su esposo la escocesa no pudo sentirse más confiada, pues denotaba que su Rey deseaba que ésta conociese a su gran estimado. Sonrió levemente tanto porque el gesto le parecía dulce, así como ingenuo pues en ciertas ocasiones Vincent parecía no recordar que le era beneficioso o no. Tal vez sus ojos aun no captaban lo peligrosa que podía llegar a ser su esposa. La actuación estaba dando resultados y no hacia sospecha alguna, eso la tranquilizó sin siquiera esperarlo. Finalmente parecía que la familia Cromwell estaba perdiendo su poder ante la cabeza de Vincent.
- Me es un completo honor conocerle en una instancia más amena Rey Viktor. Tenga por seguro que será tratado con el respeto que solo un hermano de sangre de mi querido Rey Vincent pudiese merecer - otra reverencia no tardó en hacerse presente por parte de la atenta soberana de voz melodiosa y ojos brillantes que aún mantenía su mano sostenida por la de su emocionado consorte - Cualquiera sea su necesidad, cuenta ya con un grupo de sirvientes para atender sus solicitudes - adhirió para reflejar toda la consideración que el reino de Escocia tenia para alguien de su calibre.
Aún con su rostro terso, resplandeciente y atento pese a las horas en las que vivía y donde cotidianamente ya estaría descansando, la Reina parecía estar tan a gusto con la visita del monarca como su propio esposo - Sé que deben tener mucho de que hablar, así que si gustan os dejaré solos para que ambos puedan ponerse al día con sus asuntos - un gesto cortes para aquellos dos que por tanto tiempo no se veían las caras, seguramente tendrían variados temas en los que actualizarse el uno al otro y no faltaría sirviente que luego e esa charla pusiese a Victoria al tanto de todo lo que ellos hablaran, por lo que no le costaba mucho abandonar el salón, el as bajo su manga le aseguraba que el no estar presente seria igual o mejor que el si.
Guardo silencio esperando las indicaciones de su esposo, como era debido. Victoria no era una Reina sumisa en absoluto, pero en aquella ocasión había optado por no dejar mal parado a su esposo, menos aun frente a un allegado tan importante. Su mirada seguía algo incrédula por aquella extraña palidez en el soberano rumano, así también por el atractivo que pese a su peculiar estado éste irradiaba a la altura y comparación del mismo Vincent, ya conocido en la realeza europea por captar lujuriosamente las miradas de muchos y muchas.
Victoria Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Lazos de Sangre [Victoria y Vincent Cromwell]
Mirarte en esos ojos ajenos que se parecen tantos a los tuyos, a los de la mujer que te dio a luz y que no recuerdo salvo la voz susurrante que repetía mi nombre sin dejar de ocultarme entre sus brazos haciéndome prometerle que viviría para velarlos. Tus ojos, sus ojos y los de ella son iguales y tan distintos al vacío de los míos. Al buscarlos no los veo pero aún puedo escucharlos cuando el silencio gobierna y la soledad me ahoga...
Sentado ve el vaivén de la servidumbre que se mueve al unísono trayendo y dejando charolas y charolas de comida que desprende vapor y hedores que no es capaz de captar pero si de ver tratando de recordar lo que en su tiempo podía hacer cuando era un simple militar. En esos momentos se decía a sí mismo con una leve sonrisa torcida por los labios escarlatas “Cosas tan banales como la comida; sus olores y sabores parecen tan insignificantes cuando se tienen tan al alcance y son tan poco desapercibidas y aprovechadas” sus ojos esmeraldas y brillantes se limitan a observar cuando da un largo suspiro como si con ello buscara oler algo, algo por mínimo que sea tratando de olvidar la humedad de la tierra que lo sepulta cada día. – Delicioso... Un banquete sin comparación. – Acota con tal convencimiento que ante las miradas de los criados que se tornaban contentos por el halago de aquel hombre de alto rango no podían evitar sonreír con respeto ejecutando una reverencia cada vez que pasaban ya sea a su lado o frente a él – A quien debo agradecer tan buen recibimiento - comenta nuevamente entonando con autoridad esa voz grave que lo hacen verse aún más imponente resaltando en toda esa palidez esa mirada verde y penetrante que se conjuga con el rojo intenso de sus labios levemente carnosos que se abren nuevamente al tiempo en el que su pensamiento se explaya en todo y nada.
Pensamiento que se conjuga cuando Viktor toma con delicadeza la base de la copa meneando el liquido que se torna levemente turbio y cristalino apenas adhiriéndose al vidrio fino. Acerca el cáliz a su nariz intentado oler nada, sólo haciendo gala de su conocimiento. Sorbe un poco y lo deja sobre la mesa de enfrente mientras cruza la pierna – Exquisito – replica con cierta complicidad hacia su igual – No cabe duda que las tierras altas tiene más que este clima húmedo... Quizá algún día compre alguna finca y venga a vivir aquí. – exclama con convencimiento inclinando un poco el rostro que se pierde con la oscuridad de la sombra justo en el instante en el que su allegado invita a pasar a la ya mencionada consorte del Rey Escoses.
El vampiro levanta el rostro y enfoca sus ojos meticulosos en la perfecta figura de la mujer que avanza a paso lento tomándose de la mano de su esposo. Viktor se levanta dando un par de pasos hacia adelante extendiéndole la mano para que ella pidiese abrirse paso en medio de aquel cotilleo; la tomo con fuerza pero al mismo tiempo con delicadeza plantando esa mirada verde en ella, buscando todo y nada en su mirada encontrándose únicamente con su belleza pues sus facciones suaves por la amabilidad eran tales que sólo podía ver eso en ella. Sus manos completamente heladas pero que se disimulaban un poco con el guante que logró ponerse antes de que Victoria lo tocara – Lo mismo digo – acota serio cuando ejerce una reverencia hacia la dama a quien ya había visto por más de una ocasión pero que no había tenido la oportunidad de verla más allá de las frivolidades que acostumbran aquellos de la realeza y que él sigue no por gusto sino más bien por obligación, uno de los tantos defectos de ser un hombre importante. Tras las muestras de respeto entre los monarcas Viktor la libera de su mano respondiéndole – Es un gusto enorme conocerle Reina Victoria, pero lo es aún más poder contar con su grata presencia a esta hora de la noche por lo que debo disculparme pero no tenía mucho tiempo para quedarme en Escocia y aproveche el día para haceros una visita. Reconozco mi impertinencia a tan bella dama. Reciba mis disculpas. –
Sintió la mirada de Victoria sobre él, después de todo tanto tiempo entre los vivos le había hecho ser más agudo en cuanto a emociones y dudas se refiere. Disimulo no verla pero ella le intrigaba dado sus antecedentes y la forma en la que Vincent hablaba de ella. Estudio su comportamiento y nada fuera de lugar, su delicada sonrisa y parecía no haber más, sus ojos y seguía sin encontrarle algo que indicara por qué el recelo de la familia Cromwell para con la Reina. En ese momento la mujer se levanta seguida por el vampiro como muestra de cortesía para despedirla – Me hubiese encantado tener una mayor comunicación con usted pero entiendo que este horario no es el adecuado. Agradezco su hospitalidad y espero poder verla en otro momento más oportuno – Sentencia con esa asperidad en su voz al paso que se inclina por un corto tiempo para levantarse de nuevo – Quizá algún día pudieran ir a Rumania y así corresponder a tan excelente recibimiento. –
La retirada de Victoria había sido oportuna, como bien había imaginado el monarca rumano que inquisitivo se hizo un análisis de ella dado que tanta perfección era sinónimo de un enorme error pero dad su juventud era obvio que no se había dado cuenta aunque según su percepción no faltaría mucho para que cambiase de táctica pues después de todo le parecía una mujer inteligente... Tan diferente y tan igual a ella.
Las horas había pasado tan rápido que el cantar de un gallo le hizo darse cuenta de la hora – Tal parece que mi tiempo se ha agotado Vincent – argumenta con un ligero dejo de nostalgia – En tu compañía las horas se desvanecen y mi condición me impide seguir... – acota poniéndose de pie – Espero que nuestro encuentro no sea tan prolongado como el de ahora dada la última vez... La verdad es que su majestad me ha intrigado pero no soy quien para hacerte comentario alguno sobre algo que no conozco – afirma estirando un poco los músculos...
Vino... Néctar de uva delicadamente exprimiendo por los pies de las aldeanas que reciben la pisca por parte de sus esposos, de sabor agridulce con ese ligero toque de alcohol que se impregna en el paladar pasando por la garganta dejando el aroma de la vid. Pero no soy capaz de sentir absolutamente nada.
Pensamiento que se conjuga cuando Viktor toma con delicadeza la base de la copa meneando el liquido que se torna levemente turbio y cristalino apenas adhiriéndose al vidrio fino. Acerca el cáliz a su nariz intentado oler nada, sólo haciendo gala de su conocimiento. Sorbe un poco y lo deja sobre la mesa de enfrente mientras cruza la pierna – Exquisito – replica con cierta complicidad hacia su igual – No cabe duda que las tierras altas tiene más que este clima húmedo... Quizá algún día compre alguna finca y venga a vivir aquí. – exclama con convencimiento inclinando un poco el rostro que se pierde con la oscuridad de la sombra justo en el instante en el que su allegado invita a pasar a la ya mencionada consorte del Rey Escoses.
El vampiro levanta el rostro y enfoca sus ojos meticulosos en la perfecta figura de la mujer que avanza a paso lento tomándose de la mano de su esposo. Viktor se levanta dando un par de pasos hacia adelante extendiéndole la mano para que ella pidiese abrirse paso en medio de aquel cotilleo; la tomo con fuerza pero al mismo tiempo con delicadeza plantando esa mirada verde en ella, buscando todo y nada en su mirada encontrándose únicamente con su belleza pues sus facciones suaves por la amabilidad eran tales que sólo podía ver eso en ella. Sus manos completamente heladas pero que se disimulaban un poco con el guante que logró ponerse antes de que Victoria lo tocara – Lo mismo digo – acota serio cuando ejerce una reverencia hacia la dama a quien ya había visto por más de una ocasión pero que no había tenido la oportunidad de verla más allá de las frivolidades que acostumbran aquellos de la realeza y que él sigue no por gusto sino más bien por obligación, uno de los tantos defectos de ser un hombre importante. Tras las muestras de respeto entre los monarcas Viktor la libera de su mano respondiéndole – Es un gusto enorme conocerle Reina Victoria, pero lo es aún más poder contar con su grata presencia a esta hora de la noche por lo que debo disculparme pero no tenía mucho tiempo para quedarme en Escocia y aproveche el día para haceros una visita. Reconozco mi impertinencia a tan bella dama. Reciba mis disculpas. –
Sintió la mirada de Victoria sobre él, después de todo tanto tiempo entre los vivos le había hecho ser más agudo en cuanto a emociones y dudas se refiere. Disimulo no verla pero ella le intrigaba dado sus antecedentes y la forma en la que Vincent hablaba de ella. Estudio su comportamiento y nada fuera de lugar, su delicada sonrisa y parecía no haber más, sus ojos y seguía sin encontrarle algo que indicara por qué el recelo de la familia Cromwell para con la Reina. En ese momento la mujer se levanta seguida por el vampiro como muestra de cortesía para despedirla – Me hubiese encantado tener una mayor comunicación con usted pero entiendo que este horario no es el adecuado. Agradezco su hospitalidad y espero poder verla en otro momento más oportuno – Sentencia con esa asperidad en su voz al paso que se inclina por un corto tiempo para levantarse de nuevo – Quizá algún día pudieran ir a Rumania y así corresponder a tan excelente recibimiento. –
La retirada de Victoria había sido oportuna, como bien había imaginado el monarca rumano que inquisitivo se hizo un análisis de ella dado que tanta perfección era sinónimo de un enorme error pero dad su juventud era obvio que no se había dado cuenta aunque según su percepción no faltaría mucho para que cambiase de táctica pues después de todo le parecía una mujer inteligente... Tan diferente y tan igual a ella.
Las horas había pasado tan rápido que el cantar de un gallo le hizo darse cuenta de la hora – Tal parece que mi tiempo se ha agotado Vincent – argumenta con un ligero dejo de nostalgia – En tu compañía las horas se desvanecen y mi condición me impide seguir... – acota poniéndose de pie – Espero que nuestro encuentro no sea tan prolongado como el de ahora dada la última vez... La verdad es que su majestad me ha intrigado pero no soy quien para hacerte comentario alguno sobre algo que no conozco – afirma estirando un poco los músculos...
Béla Bucur- Vampiro/Realeza
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