Lazos de sangre [+18] [Privado]

por **Morgan Strauss** Lun Oct 13, 2014 5:43 pm

Había sido una carta muy simple, algo que cualquiera podía recibir pero que provocaba en la germana una felicidad como la que en pocas ocasiones llegaba a sentir. El autor de dicha carta era Ragnar Lothbrok y pese a que cualquiera pensaría que debía ser algún enamorado, amante o cualquier idiotez de esa naturaleza la realidad era muy diferente. El contenido de aquella sencilla pero significativa carta era nada más que una fecha, un lugar y una hora; todo demasiado secreto, como si fuera a tratarse un asunto de trabajo, cosa que era todo lo contrario pero los asesinos estaban acostumbrados a comunicarse de aquella manera tan carente de sentido para todos, mucho más cuando se trataba de asuntos de familia.

Ragnar era precisamente eso con la germana; familia. Hacía tanto que no se visitaban, sobre todo que alguno de sus hermanos no iba a verla que comenzaba a creer que se olvidaron de ella pero todas esas ideas se desvanecieron cuando la carta le indicaba que su hermano mayor estaría en la plaza tertre ese mismo día por la tarde. Alessa no podía sentirse más complacida del encuentro con su hermano, siempre había tenido un enorme afecto por él aunque eso fuera una parte de ella que solo demostrara ante él pues no creía tener la necesidad de hacer publico aquel afecto - que sin embargo se demostraba sin que ella tratara de hacerlo -, sobre todo considerando que ambos poseían apellidos diferentes, dando pie a malos entendidos. La germana nunca había hecho gran caso al punto de los apellidos diferente, todo había ocurrido de la mejor manera para su familia y la adoptiva de Ragnar por eso era que el apellido le parecía un simple detalle insignificante y minúsculo.

Después de repasar varias veces la pequeña carta se dispuso a salir de su casa. Llevaba un vestido de color esmeralda y los cabellos en un sencillo recogido que dejaba algunos sueltos. No se había esforzado mucho por verse bien, tenía más prisa por ver a su hermano que nada, así que salió con prisas de la mansión indicando al cochero el lugar al cual debería llevarle con la mayor prontitud de la que fuera capaz. De esa manera fue como lo hizo el joven que contrará recientemente para las salidas de día, todo después de haberse dado cuenta de que el hombre que le acompañaba a las misiones nocturnas no tenía una gran resistencia y comenzaba a notarse mal de salud. Alessa creía ademas que desde la visita a Keith Lanington y su experiencia cercana a la muerte también habían afectado al hombre. Igual se sentía complacida con la nueva contratación y que su cochero de siempre se dedicara a descansar por las mañanas y servirle debidamente por las noches.

Una vez que llegaron a un sitio cercano a la plaza, la germana descendido y se dirigió a pie hasta el lugar del encuentro. Había gente sentada y algunos otros que caminaban tranquilamente por ahí pero los ojos de Alessa se centraron en una figura que permanecía inmóvil en una banca y a la cual hubiera reconocido en cualquier sitio. Con andar elegante llego hasta ese banca donde el hombre permanecía inmóvil y con cuidado ella se sentó a su lado, demasiado cerca.
– Si sabes a la perfección donde esta mi hogar pudiste llegar directamente ahí – suspiro, dirigiendo su mirada al rostro masculino de su hermano – Tu cabello es un caos como siempre – sonrió con tranquilidad y trato de acomodarle algunos cabellos que se mantenían rebeldes – increíble que sigas siendo tan descuidado en algunas cosas pero bueno, si fueras diferente dejarías de ser tu – alejo la mirada de él para posarla al frente – ¿Cómo has estado Ragnar? ¿Has extrañado a tu hermana? – y dicho eso no pudo más que soltar una risa juguetona.

por **Ragnar Lothbrok** Dom Oct 19, 2014 4:52 pm

No más no encuentro modo de dispersar las mentes desesperadas de mis sirvientes que no hace poco tuvimos que defendernos de amenazas desconocidas. Desconocí de quien podría buscar mi muerte y la de mi gente que vivía conmigo en la mansión que poseía. No sabía qué hacer, más sabía que había alguien especial en quien podía contratar para poder buscarme al culpable de tal malévolo acto. Hubo varios heridos a los que les quite el sufrimiento con las garras de mis manos, simplemente fue rápido e indoloro. Sin más arranque el sufrimiento de la gente, sintiendo que estábamos a punto de descubrir algo peor pero no, no todo llego a más que un buen susto.

La ira de mi interior era comprensible estos días. El que no estuviera en mis cabales y gustara hasta de violar hasta la más inocente flor del jardín virginal de mis doncellas. Mientras siguieran viviendo bajo el mismo techo en el que yo vivía, todos acatarían las ordenes les gustase o no. Una noche decapite a uno que intento asesinarme por haber violado a su hija. La gente no sabe qué hace cuando se enfurece pero yo llevo varios años ya siendo lo que soy y dueño de esta mansión. Me preguntaba si ella sabía lo que yo era en realidad. Quizás sí o no. Tenía dudas.

Le mandé una carta con anotaciones de una hora y un lugar. Situándonos a medianoche o al menos un poco antes de que saliera la luna en todo su esplendor. Situándonos en un recurrido lugar para más que nada despistar. No me acicale demasiado pues no quería parecer demasiado arreglado. Las ropas de cuero y una camisa bastante desgastada por las veces que la había usado y cosido, pero era cubierta por mi chaqueta de cuero, alzándose con hombreras de metal haciéndome de ellas un escudo para mis hombros, pantalones a juego y un par de botas negras y hebillas.

Simplemente no deseaba parecer que Satán me había vestido a su antojo, pero para pasar desapercibido, sabría que ella tampoco se vestiría demasiado chillona para que resaltásemos en la oscuridad de las sombras. Me preguntaba que llevaría puesto. Una última vez que me traslade al pasado tras recordar los momentos que no usaba el negro a excepto de cuando moría algún familiar debido a que éramos una familia un tanto peculiar. La supervivencia era un sino en nuestra familia. Más que nada, teníamos buena reputación también debido a que éramos amigos de una familia ancestral de cazadores que ahora no sabía de su existencia. Si no me equivoco, cierta familia ahora no andaba en Francia.

Amaría hacerme un hueco en las obligaciones de dicha familia, pero no gustaría competir con Gerard, un tipo demasiado perfeccionista que no gusta de querer tener algo relacionado con el intercambio de bienes entre los benefactores. Bien, no sería raro encontrar a dicha familia, unir alianzas que pudieran ser de mero orgullo a mi apellido y a los bienes que heredaría en un futuro próximo. No mucho se de otras familias, ahora tenía que concentrarme en la cita que tenía en estos instantes con mi estimada hermana que hacía ya tiempo que no la veía.

Omitía sentimiento alguno referente a las caricias que me otorgaba mi querida hermana. Omitía cada sentimiento que hubiera tenido anteriormente referente a cualquier otra misión. Me desquitaría del problema que era obviamente el estar ahí, pero ya era tarde cuando note a mi hermana bien cerca de mí. Deje que me tocara cuanto gustara, ya mismo debería de saber que no me gustaba que me tocasen el cabello, pero siempre lo hacía incluso tras haberla advertido con anterioridad - ¿Crees que estaría mal si estoy aquí? – Podría haber resultado algo brusco, pero así era. No atendía a cuidados ni a modales – Tu casa huele demasiado a clientes muertos por puro odio hacia ellos….-Bufe de mala gana sintiéndome algo nervioso en aquel momento sin tener un cigarro entre mis dedos – Se te ve mejor que antes Lessa, ¿Quién es él? – Era evidente que había notado un cambio en ella desde que llegó. No notaba la rectitud con la que Alessa siempre trataba a sus más allegados o clientes que tenía que destripar o matar.

Estaba diferente.

por **Morgan Strauss** Mar Nov 18, 2014 5:31 pm

Cierto era que su familia no era precisamente muy afectiva o al menos no lo demostraban directamente. Aún así, Alessa disfrutaba de molestar a otros con acercamientos que podían incomodar a sus familiares, sobre todo a Ragnar que era especial en demasía al momento de que alguien osara siquiera tocarlo. Ese sin embargo, no era un problema para Alessa que si bien acababa de llegar al lado de su hermano, comenzó a jugar con sus cabellos como si fuera una chiquilla que se divierte bastante con lo que esta haciendo. Una vez que sus manos abandonaron el cabello de su hermano, observo la relativa calma en que se encontraba el lugar donde se hallaban y suspiro. Tal parecía ser que como siempre, le tocaría aguardar porque Ragnar creyera conveniente hablar y para eso algunas ocasiones podía pasar demasiado tiempo, según el gusto de la asesina.

Se encontraba cómoda, así que bien podía esperar hasta que la mañana llegase con tal de escuchar que era lo que ahora se le pediría. A a familia nada se le podía negar y eso era algo que los Strauss tenían en claro. En el momento que uno de ellos hablaba con otro porque le necesitaba, se veían forzados a abandonar todo con tal de cumplir el cometido que llevara a alguno de los miembros a pedir el auxilio de otro; dicha situación apenas había ocurrido contadas ocasiones y Alessa sospechaba que en esos momentos se encontraba en una de ellas.

Se encogió de hombros cuando se hablo de la manera en que olía su casa. La verdad es que no era de extrañarse que el hogar de Alessa oliera a muerte, porque de hecho ese parecía ser el aroma general de la familia. Donde quiera que llegaba un Strauss, ese lugar terminaba con ese peculiar aroma así que no pudo evitar observar a su hermano de reojo.
– ¿A sí? Desde cuando te molesta que huela a muerto, te has vuelto demasiado refinado como para soportar un aroma tan natural – suspiro – que pena, te has arruinado la diversión al hablar de esa manera porque seguro que en mi casa podíamos encontrar muchas más cosas que hacer, no solo estar sentados sin nada que hacer – observo como una joven pareja se levantaba de la banca que ocupaban y comenzaban el recorrido hacía un carruaje que les esperaba.

La germana creía siempre verse bien y por eso no le resulto extraño las palabras de Ragnar, al menos no hasta que menciono la pregunta de quién era él. De manera automática y sin esperarse nada de eso, la imagen de Keith le cruzo la mente y una mueca de desagrado se formo en su rostro.
– Que tonterías estas diciendo, estoy como siempre. Eres tu el que no me ha visto en demasiado tiempo y ya comienzas a inventar cosas – negó firme, pensando que si no quería que Ragnar notara más cosas extrañas debía tranquilizarse – Si tan solo me has citado para hablar de mi, creo que lo mejor será que me retire – dijo en tono serio, observando en esos momentos a su hermano – ¿Y bien? ¿Tienes algo que decir?

por **Ragnar Lothbrok** Miér Nov 19, 2014 6:48 pm

Las preguntas de Alessa a veces eran extrañas. No le diría el motivo del porque la quería a ella para hacer el trabajo sucio pero eso sería en la próxima cita en la que quedara con ella. Quizás en la próxima vez quedare con ella en un hostal o quien sabe que me apetecerá o pensare por mi desquiciada cabeza. Solo suspire para poder tener en cuenta que tenía razón, estábamos en mitad de la nada, en una plaza en la que nosotros dos nos quedamos a solas – Fíjate en la pareja que acaba de subir al carruaje…seguro que el hombre la engaña –Reí sin venir a cuento pero es que era divertido.

Conocía al tipo que vio mi hermana y el que se subió al carruaje. Estaba claro que era un tipo bastante adinerado pues parecía su pareja no enterarse. En fin, el hecho es que cuando miré a mi hermanita solo pude suspirar – Vale, no me digas quien es, al fin y al cabo acabaré adivinándolo – Me levante de aquel banco frio que estaba congelando mi trasero – Creo si gustas de ir a una taberna en donde nos sirvan algo caliente…Tengo el culo congelado…-Alcé la mano, le ofrecí la mano para levantarla de aquel asiento y terminar por rodearla con uno de mis brazos alrededor de sus hombros, apoyando mi frente en la sien de Alessa, sintiéndome su hermano una vez más.

Cuanto la había echado de menos.

Cuantas veces había estado solo y en la mansión Delay preparando mi venganza y por lo que le hizo a mi madre, pero aunque no fuera biológica, me crio cuando nadie más lo hizo y ahí estaba mi vínculo con ella. Era afortunado por ser el heredero de dos familias multimillonarias, una más que otra y la verdad, si lo quisiera, podría tener mi propio imperio, pero no será aquello hasta que no vea a Delay llorar como niña en el suelo de su casa – Vamos a un hotel ¿mejor? Tengo una habitación reservada desde hace unos días así que puede que necesite usar la reserva….-Lentamente conforme le proponía que hacer a mi hermana, deslizaba mi mano hasta rozar levemente una de sus nalgas sobre aquel oscuro vestido, besando lentamente por debajo de su oreja como algunas veces solía coquetear con ella - ¿Eh? –Terminando como siempre acabaría la cosa, quite la mano para ponerla de nueva alrededor de sus hombros, comenzando a caminar por allá por donde estuviera el dichoso hotel.

-Esto es tan diferente a Alemania –Bufé anhelando la hermosa belleza de Múnich – Bien podríamos ir algún tiempo, eh? Nosotros solos posiblemente me esté volviendo un anhelante empedernido pero que le puedo hacer…prácticamente es donde me siento más arraigado que en cualquier lugar que he podido estar…-Sonreí recordando los días en que era un zagal, un joven y hermoso niño introvertido al que nadie hacia caso. Ni siquiera Desari. Keith se llevaba siempre la atención de todas las niñas que pasaban a su lado, todas querían escuchar sus mentiras. Sabía que Keith a los seis años era atractivo y yo llevaba anteojos, sabía que mis ojos se escondían tras estos y Keith tenía su magia para curarse la vista si hubiera sufrido de llevar anteojos. Le tenía una envidia enorme, pero cuando me lo encontré había cambiado y ya no era el niño que se las llevaba todas al huerto. Parecía que ahora el brujo era el que me tenía envidia y eso, me gustaba.

-Tengo un amigo, se llama Keith y me acuerdo cuando una vez me encontré con él en aquella cafetería, con mis padres adoptivos, los Lothbrok y los Lanington, todos juntos tomando café con pastas, pero recuerdo que en aquellos tiempos era un remilgado, siempre tras los libros pero Keith estaba siempre distraído….-Reí aun recordando, me las pagaría. El brujo era un bache a eliminar muy pronto – y siempre me quitaba las….-Reí- chicas por decirlo de algún modo…-Negué con una sonrisa hasta que por fin habíamos llegado al hotel - ¿Quieres adelantarte a la cafetería del hotel? Debo ir al aseo antes…-Sonreí para después posar un escueto beso en la frente de mi hermosa hermana y como en los viejos tiempos, pose un rápido beso sobre sus labios al mismo tiempo que la atraía contra mi cuerpo.

Me separe dejándola en sus labios el néctar de mi saliva tras haber saboreado sus labios con mi lengua. La deje ahí mientras yo me iba hacia los aseos de caballeros.

Estaba diferente.

por **Morgan Strauss** Sáb Dic 20, 2014 10:22 pm

– Bueno pero eso es lo más natural del mundo, los hombres siempre están buscando mujeres para meterse entre sus piernas – sonrió de manera burlona. Por eso era que no se ligaba a nadie, sería una molestia no tener la libertad que tenia para conseguir sus cometidos de maneras que no todas las mujeres estaban dispuestas a seguir; una relación solo daría por finalizados aquellos momentos en los que podía aprovechar la debilidad de los hombres – pero así son ustedes, no hay nada que hacerse – observo de reojo a su hermano. Ragnar seguía siendo el mismo de siempre, sin importar cuanto tiempo dejara de verlo. Cada ocasión que se encontraban era como si el tiempo no pasara por él.

La germana se rió de manera descarada de las palabras tan seguras de su hermano, esas que juraban que descubriría quien era aquel hombre que le hacía cambiar y quizás lo descubriera, pero la verdad era que ni siquiera ella estaba segura de que era lo que ocurría y el por qué de cada vez que deseaba ver a alguien, en su mente solo aparecía aquel brujo. Keith la estaba arruinando y eso no podía ser, una asesina que se distraía pensando en hombres no era lo mejor del mundo.
– Te diría si es que existiera alguien de quien hablar, pero no lo hay así que deja de actuar como si te estuviese ocultando las cosas, que sabes que no lo hago – una risa más relajada salió de los labios de Alessa y se levanto con la ayuda de su hermano de aquel banco donde se habían encontrado – Por mi no existe problema con el frío, bien sabes que Alemania es más fría que este sitio pero si quieres algo caliente, entonces vayamos – Esa cercanía que tenían los hermanos era algo realmente extraño. Ni Alessa ni Ragnar habían sido criados juntos del todo y en escasas ocasiones fue en la que pudieron encontrarse cuando aún eran jóvenes, sin embargo, entre ellos existía algo que siempre les mantenía unidos, más que con cualquiera de los otros miembros de la familia.

Habían comenzado a caminar y para quien los mirase seguramente parecerían una de esas parejas que están dispuestas a demostrarse afectos en cualquier lugar por el que anduvieran a oscuras, solo que para ellos todo era diferente, eran hermanos de sangre y aún así eso parecía no importar para nada en el mundo.
– Así que ya tenias planeado todo esto para antes de verme – hizo una mueca y se tomo la libertad de darle un golpecito en la mano cuando le toco de más – que grosero de tu parte Ragnar. Ves a tu hermana después de tanto tiempo y solo piensas en llevarla a un hotel – un escalofrío le recorrió el cuerpo ante el beso que le daba y termino por suspirar – Aunque realmente no sería una reunión si no es que honramos nuestro encuentro como usualmente – y girando el rostro apenas un poco mordió el mentón de su hermano mayor – Vamos entonces a ese hotel que dices, ahí seguro también te sirven algo que te quite el frío.

– Debe ser la edad la que te afecta tanto. Porque yo extraño Alemania, demasiado, pero no había pensando en ir a pasar algo de tiempo ahí – de una manera curiosa, amaba París y su gente. Existía tanto por hacer y tantas personas para las cuales trabajar que no había caído en cuenta de que realmente llevaba algo de tiempo sin ir a su tierra natal – pero no sería mala idea. Deberíamos ir un tiempo, ir a casa juntos y ver como esta la familia – Era una descarada. Hablar de la familia como si ella y Ragnar realmente se trataran únicamente como hermanos. El asunto era extraño pero entretenido y no veía nada de malo o algo que le alterara realmente en la manera en que ambos se llevaban. Alessa lo quería y siempre se sentía comoda al lado de él. Fueron las siguientes palabras, las que a pesar de su comodidad le alteraron ligeramente e hicieron que la sonrisa desapareciera de su rostro.

Keith. Ragnar lo conocía y no solo eso, sino que era su amigo por lo que su hermano decía. Trato de caminar sin que se notara la perturbación que conocer eso le había causado, pero se sentía débil y agradecía por eso mismo que Ragnar le sujetara de los hombros, pues de esa manera notaba la seguridad y estabilidad que le brindaba su hermano. No dijo nada ante los comentarios acerca del brujo, se mantuvo en silencio hasta que llegaron al hotel y las ultimas palabras de su hermano le obligaron a sonreír.
– Claro, te esperare en la cafetería. No tardes – estaba por separarse, necesitaba tiempo a solas para ocultar las preguntas y la preocupación que le invadía al saber a su hermano y al brujo como amigos; antes de que pudiera escapar, se vio siendo besada por Ragnar antes de que él se alejara de ella.

Sus ojos no se despegaron de la figura masculina hasta que desapareció y entonces se dirigió a donde le dijo que le esperaría. Alessa era consciente de que no debía dar señas de que existía algo mal, debía saber ocultar sus pensamientos y todo cuento le asaltaba en esos momentos.
– Estas con Ragnar, tranquilízate – se dijo a si misma mientras llegaba a sentarse en una mesilla de aquel hotel donde fue llevaba. Para ese punto, la germana sabía que no existiría nada en la cena que le hiciera olvidar lo que su hermano dijera, para poder dejar de lado lo que le intrigaba en esos momentos, debería llevarse a su hermano a otro sitio; un lugar más privado donde no le interesara nada más que su acompañante de esa noche.

Él tenía razón, ella tenía algo diferente.

por **Ragnar Lothbrok** Jue Feb 12, 2015 6:57 am

Cuando termino el trabajo sucio, me gusta mantener la pulcridad intacta. Cuando terminé el trabajo, me lavé las manos de sangre y desenrolle las mangas enrolladas para ponerme la chaqueta correspondiente y salí del baño feliz como una perdiz. Un camarero me llamó la atención, pero en cuanto me reconoció, sabía que hacer con el cuerpo de aquel que me tocaba matar y para cuando se fue a limpiar, me dirigí a la mesa mas alejada de la cafetería, allí, en una esquina a espaldas de todas las miradas curiosas y en donde había un biombo el cual estaba para cuando quería cenar tranquilo y con mis chicas –Hermanita ¿estas sudando? –Pregunte divertido al verla asi de agitada. En su interior pasaba algo, podía sentirlo que su pulso era demasiado acelerado. Me senté en la esquina del banco estando muy cerca de ella, pasando un brazo de nuevo por encima de sus hombros y atrayéndola hacia mi, acercando su rostro para poder propinarle un beso en la mejilla un tanto cerca de las comisuras de su labio.

-¿Qué van a tomar?
-Lo de siempre Edmund, lo de siempre, pero trae algo fuerte y agitado para aquí la dama.
-Vaya señor, si me permite decirlo, cada vez son más hermosas…. –A eso que dijo el acostumbrado mesero que servía solo a Ragnar solamente cuando este aparecía por el hotel
-Cállate mentecato y dame lo que me debes si no considérate muerto –Sonreí con sarcasmo mientras acariciaba uno de los rizos del cabello de mi hermana sin ni siquiera darme cuenta de ello. Observé que Edmund se largaba y al rato cuando intentaba contarle a mi hermana mis movidas sobre de como conozco a Edmund, el rey de roma apareció con el dinero de la recompensa, es decir, billetes bonitos y frescos con cierta información de mi venganza.

Aparte y lo puse a mi lado, ocultándolo de la vista de mi hermanita que seguramente me preguntaría, pero cuanto menos supiera de que iba a matar a Delay con mis propias manos por lo que le hizo primordialmente a mi madre aunque fuera adoptiva, ella fue quien me crio y le debía mi vida entera, y Delay me la arrebato tan solo con 13 años de edad. Aquella tarde había dicho a Keith que era un cretino por que miraba a Desari de forma irrespetuosa y que no la respetaba, volví a apretar por esa sensación de rabia esta vez el hombro de mi hermana. Lo solté, y después puse una mano en la rodilla de mi hermana – Lo siento, me volvieron recuerdos que no quería recordar –Reí lentamente pero no quite la mano de la rodilla de mi hermana, aquella que estaba por debajo de su falda y no, no se sentía nada mal la verdad con lo que indague un poco por el interior de la rodilla, yendo un poco hacia arriba, sin ni siquiera rozar los muslos.

Aparte la caricia cuando Edmund llego a nosotros con lo que pedí y me trajo nuevas informaciones sobre lo que yo ansiaba. Entonces de un pequeño bloc de notas sacado del interior de mi chaleco, tome apuntes con la pequeña pluma que siempre llevaba conmigo. Una pluma de madera caoba tallado con minuciosidad y al borde de la parte trasera, estaba tallado “Giselle” el nombre de la madre que le crio…cuando no tenía que entrenarse como el asesino a sueldo que era ahora.

por **Morgan Strauss** Jue Mar 05, 2015 10:05 pm

Ni siquiera la ausencia de la presencia de Ragnar lograba tranquilizarle del todo. Era completamente necesario que se comportase como lo hacía usualmente cuando ambos hermanos se encontraban, pero era algo complicado cuando en su mente aparecía sin aviso previo la imagen del brujo aquel que de alguna manera extraña, se le estaba metiendo en los sentidos. Sus respiraciones eran tranquilas, pero su corazón e interior estaba alterado; para aquellos que no supieran diferencias que algo ocurra, debía lucir como una mujer normal, pero para Ragnar debía lucir completamente diferente y su hermano se lo hizo saber en cuanto regresaba a su lado.
–No digas tonterías, estaba aguardando por ti así que no he hecho nada que me haga sudar – sonrió después del beso que le daba – al menos, no lo he hecho aún – dijo enarcando la ceja.

El hombre que atendía se acerco entonces a ellos y Alessa no pudo evitar reír una vez que se alejaba después de decir aquellas palabras que eran consideradas por ella un halago bastante interesante y divertido.
– ¿Qué diría él si supiera que no son una de tus compañeras habituales sino tu hermana? – le susurró a Ragnar antes de besarle el cuello – aunque seguramente parezco todo menos tu hermana menor, ¿no es así? – dejo que los dedos de Ragnar jugaran con su cabello, como si nada estuviera pasando. Entre ambos hermanos siempre existía esa hermandad de que se apoyarían en todo, pero también existía ese deseo carnal por el otro que muy pocas personas llegarían a entender. Su hermano estaba por hablar de ciertas cosas cuando sin que pasara desapercibido para la germana, recibió un pago. No se necesitaba ser un genio para saber que algo había hecho y que se lo estaba ocultando en esos momentos, sin embargo no dijo nada en el instante y desvío la mirada simulando que aquello no le interesaba en lo mínimo.

Su hombro fue apretado por la mano de Ragnar y entonces, le miro con curiosidad.
– ¿Vas a decirme que pasa o pensaras que soy idiota? – dijo de manera tajante – porque si piensas hacer como que soy idiota bien sabes que no puedes hacerlo. Ragnar, ¿Por qué te han pagado? ¿Qué información estas buscando aquí y para qué me necesitas? – le permitió explorar más allá de su rodilla una vez que puso la mano ahí. Para ella no era incomodo esas interacciones entre hermanos y mucho menos cuando se trataba de Ragnar.

Sus dudas quedaron al aire cuando volvió el hombre con las bebidas y comenzó a hablarle a Ragnar sobre ciertos asuntos que aún ella no entendía hasta esos momentos. Un suspiro salió de sus labios y permitió que su hermano hablara con aquel hombre, mientras tanto ella bebía de aquella bebida que le llevaron y no fue sino hasta que los hombres terminaron de hablar que se volvió a su hermano.
– No quiero que me mientas cuando me dices que me necesitas para una misión – volvió la mirada a él y llevo una de sus manos a los cabellos masculinos – ¿Qué esta pasando Ragnar? – se acerco más a él, mirando fijamente aquellos ojos – ¿No confías más en mi? – preguntó rozando sus labios contra los ajenos. Eran realmente como una pareja pero en el fondo sabia que siempre serían hermanos.

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