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Lazos rotos, unión de sangre. 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Deiran Chassier Miér Ene 22, 2014 1:06 am

Continuación del tema: Queen of Pain
***
Amo la traición, 
pero odio al traidor. 
Cayo Julio César
La noche estaba tan callada, silenciosa, olía a muerte. Cerré los ojos un instante, jamás pensé estar aquí parado. Después de todo de ella me sospeché algo así, algo tan negro como su existencia, tan oscuro como la noche, tan fuerte como el viento pero ya había resumido mis palabras noches atrás, ella las conocía ‘’Traición con muerte se paga’’. Me sentía un poco asqueado, la situación así como pintaba era desdeñosa, no sabía de qué manera iba a despellejar aquel cuerpo o mejor aún, cómo iba a comer ese corazón que palpitaba con cierta rapidez mandando descargas de adrenalina por todo su pequeño y delgado cuerpo. Mis manos frías, que le sostenían con tanta fuerza como si con ésta fuese a quebrar su piel apretaban con dureza su cuello, le restringían el aire, ahoga su respiración. Mis ojos que estaban encendidos con el fuego de la noche ardían, los sentía quemar, sentía como si llorara sangre de la rabia pero era sólo una suposición en realidad lo estaba disfrutando. Mi mente se hizo paso ante la suya, mil y un recuerdos desde su infancia de buena niña hasta lo que era ahora se revelaron a mis ojos, lo que me hizo sujetarle todavía más fuerte de lo que le hacía, no escatimaba mi fuerza la sentía como mi fiel enemigo.
Ella no necesitaba hablar, suficiente con su mente abriéndose a mi paso, era como si hubiera leído un libro con sus memorias. Mientras le ahorcaba impidiendo que el aire pasara choqué mi frente a la suya y reí casi de manera diabólica entendiendo el odio de ella por los vampiros. Mi cabeza negó contra la suya y se coló con el aire el olor a sangre, cerré mis ojos una vez más. Sus pensamientos me dirigieron a sucesos específicos, la muerte de sus padres, el encierro en sus colegios religiosos, el entrenamiento con otro cazador, uno que le había mostrado el camino que ahora ella misma recorría, su enfermo amor por él, dilucidé una que otra escena de pasión que me hizo enfermar. Su entrega pura a ese sentimiento y también la muerte ante aquel hombre. Mis garras se encajaron más a su cuello abriéndose paso a tocar su piel pero aun no quería romperle. Su odio irracional, me llenaba tanto, sentía que hervía dentro de mi cada vez que sus manos inútilmente intentaban zafarse de mi agarre, era casi divina la escena. Las muertes de otros de mi especie comenzaron a pasar por mis ojos, sus métodos ortodoxos de caza causaron cierto revuelto en mis entrañas, ella era muy sagaz. Minutos antes sus palabras sucumbieron como una frase cortando mi piel  ‘’¿Cómo es posible que ni el mismo infierno los acepte? La vida de ustedes es una completa basura y preferiría morir antes que ser una de ustedes’’ ella estaba en la razón. Por eso arrebatamos lo que no tenemos, destruimos, quemamos y no dejamos  nada vivo a nuestro paso, porque este es nuestro infierno, en la tierra misma, sin ser juzgados o pretendidos reputar por cazadores de esquinas como ella, conmigo sería diferente, le regalaría un pasaje de vuelta al Ades para que se reuniera con sus padres y su difunto novio.
Escuchaba como balbuceaba palabras yo solo estaba inmutado viéndole sin nada qué decirle partir de ahora mis palabras apedrearían su cuerpo como la vil escoria que era, hasta este momento su suerte había terminado. Mi agarré fue menos potente al del inicio pues no quería que muriera de esa forma tan santa, tan fácil, quería algo mejor para ella, digno de su calaña. Sonreí por sus pensamientos, me dejaba entrar tan sencillo creo que era difícil para ella centrar su energía en algo más que no fuese respirar. —Pobre conejillo- susurré para mí mismo y sonreí al sentir cómo golpeaba mi cuerpo la pared de frente y ella explotaba ante sus ahogadas respiraciones. Ladeé el rostro aun sin decirle nada que sus oídos pudieran escuchar y le miré de reojo, sus movimientos eran como un mapa conocido a mis oídos, daban detalle de cada uno de sus pasos. Corrió y yo acomodé mi cuello y ladeé el mismo para hacer crujir mis vertebras, estaba tan sediento de su odio. Comencé a arrastrar los pies en aquel edificio abandonado pero en realidad ni siquiera tocaba el suelo, era sólo mi percepción. Salí de ahí y escuché a un caballo cabalgar en las afueras de la ciudad. —Qué lista- alcé una ceja y miré a un hombre que discutía como loco porque alguien había tomado su caballo. Me tomó del hombro y desesperado musitó –¿La vio? Se llevó a mi único animal….¡ ¿Ahora qué haré?!- me gritó exasperado aquel viejo y con un ágil movimiento agarré su cuello y lo aventé a un lado haciéndole caer en medio del callejón donde había encontrado a Amelia rompiendo unos depósitos de basura.
Mis pues comenzaron a correr, era más un vuelo. El aire apenas y podía tocar mi cara, me detuve y estábamos en el bosque. Sentía espinas recorrerme las piernas y alfileres en las manos, era un dolor poco peculiar, estaba emocionado. Subí a uno de los árboles y miré la luna. Estaba tan oculta que parecía que nadie fuese a ser mi testigo de sangre esta noche vi como las nubes le acobijaban y el crujido de una hoja me sacó de su empecinada belleza. Sus ideas gritaban como si ella misma quisiese ser encontrada y le miré desde lo alto, estaba a espaldas mías. Esbocé una sonrisa silenciosa y con fuerza me dejé ir desde arriba hasta abajo sobre su delgado cuerpo de mujer —Leer, ¿no?- dije mientras me daba un encontronazo con sus brazos cargándole de éstos y levitando con ella al aire hasta chocar en el tronco de un enorme roble que agitó sus ramas por el golpe y se mecieron las aves saliendo despavoridas. Tomé su cabello obligándome a verme, sólo por si el golpe le había dejado inconsciente y así el dolor la despertaría —Pequeña rata mentirosa, ¿estás lista para morir?- besando una de sus mejillas expuse de manera más desinhibida mis colmillos y mis ojos se tornaron sangre de nuevo. —Te lo dije Kruspe- dije aquello con un tono de repudio —Con el diablo no se juega porque su manera de cobrar es la muerte- le tomé con más fuerza y sacudí su cuerpo una vez más estrellándolo contra el tronco que chirrió como si fuese a partirse y la estrechez de su respiración fue mi música. —Mami, Papi y John te esperan- alcé una ceja y me reí en su cara escupiendo mi fuego. Era mi conejillo y yo el predador asesino que no perdonaría su patética existencia.


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Mensaje por Leer Kruspe Miér Ene 22, 2014 2:33 am

Solo aquellos que nada esperan del azar, son dueños del destino
Matthew Arnold
 
¿Cómo es posible que llegué hasta estas instancias? Yo Leer Kruspe a la que no era fácil burlar se había reunido, bebido y dejado tocar por este malnacido, pero esto no se iba a quedar así, su cabeza gritaba por ser enterrada en mi jardín, necesitaba llevarlo a la trampa, dejarlo que cayera en aquellas estacas impregnadas de ajo, ver como se retorcía por el olor, como perforaba cada centímetro de su asqueroso cuerpo, y después de esto iba a descuartizar cada parte de él dándosela de comer a los perros en mi mansión, algo hizo clic en mi cabeza ¡Oh sí! Deiran Chassier tu cabeza descansara en mi despacho en un frasco de cristal mientras flota en su misma inmunda sangre, una sonrisa perversa se dibujó en mi rostro, no recordaba la última vez que había sentido esto, tanto éxtasis y emoción por una caza, era mi pequeño premio y yo la dueña orgullosa que lo iba a reclamar, salí corriendo y cuando estuve fuera del edificio miré a ambos lados a los lejos miré a un viejo, estaba de pie y tenía un caballo a unos metros de él, se dirigía a una casa, aproveche y corrí hacia el animal, de inmediato me monte y jale las riendas con fuerza, el animal corría tan rápido y relinchaba yo soltaba quejidos donde lo azotaba con las riendas para que corriera más rápido, miraba atrás, estaba claro que iba a venir por mí, no me podía dejar viva, si lo hacía lo podía delatar y no querría quedar como la inmunda rata de alcantarilla que era, respiraba con furia, mis ojos llenos de malicia y con la sangre hirviéndome, finalmente llegue al bosque, me tire del caballo y le di una palmada en la nalga para que se marchara, corrí hacia la trampa y baje por ella, en un orificio en la tierra tenía una daga, rasgué una parte de mi vestido quedando mi pierna más expuesta y lo corté en una liga, la amarré a mi pierna contraria y metí la daga y la estaca en ella cubriendo con la tela su presencia, volví a subir y tire un toldo encima de la trampa que parecían ramas, hojas y tierra, rodeé la trampa y verifiqué que el anzuelo de la otra trampa estuviera anclado al terreno, era una trampa que consistía en un pedazo de madera lleno de estacas de plata, miré hacia arriba y esta se ocultaba muy bien por la rama de los árboles,  caminé un poco más lejos de mis sorpresas, estaba aquí, mi corazón y mi sentido de la desconfianza me lo advertían, pero ¿dónde rayos se había metido? Murmuré para mí misma –Vamos sal engendro, sal pedazo de carne podrida- respiraba agitado y me tocaba constantemente el paquete de objetos cortantes que llevaba en la pierna, mis dedos rozaban la áspera corteza de los árboles que me protegían o que quizás podrían ser mi perdición, miré hacia arriba pero no estaba, solo el cielo tan negro como el ébano, sombreado por las nubes que parecían espumas de veneno como anunciando la caída de su existencia, escuché su voz diciendo mi nombre y me sentí asqueada, no pude reaccionar a tiempo y sentí que me tomó  de los brazos y me jaló de los codos hacia atrás, miraba que estábamos a unos metros del suelo, el desgraciado estaba levitando, me retorcí y gritaba que me soltara –¡Déjame desgraciado!- cuando sentí que me empujo con fuerza contra el tronco de un roble, mi frente golpeo la corteza, mi visión se tornó borrosa y mi cabeza daba vueltas, solté un leve quejido y la tensión en mis brazos disminuyo un poco, parpadeé y de inmediato volví a la realidad, me jalo del cabello, ardía tanto que parecía que me iba a arrancar el cuero cabelludo, me obligo a verlo pero cerré los ojos mientras daba respiraciones furiosas con los dientes apretados, pero al escucharlo no pude evitar reír, pensaba en que no es bueno cantar victoria antes de tener el trofeo en las manos, me besó y quise darle un puñetazo derrumbándole todos los dientes, los cual podría usar después para hacerme un bonito y exótico collar, decía tantas tonterías creía que este era mi fin, pues era muy ingenuo y cegado por el ego, no lo iba a dejar, ya no estaba peleando, estaba planeando mi próximo movimiento, aguardando el momento adecuado, esperando que cayera como la cucaracha que era –Oh Deiran, realmente estoy aterrorizada, por favor no me mates, te lo suplico- dije con un tono cínico y esboce una sonrisa perversa, me volvió a estrellar contra el roble y otra vez mi cabeza golpeó la corteza, me sentía aturdida, pero con muchas fuerzas pude mantenerme consciente, cuando escuché lo último mi furia despertó, como se atrevía a mencionarlo, su boca era tan sucia que no tenía el derecho de saborear esos nombres, fruncí el ceño y escuché su risa, tan cegado por la sed de beber mi sangre, con el tacón del zapato le di en la espinilla con tanta fuerza que escuché mi tacón quebrarse, me soltó y le di con el codo en el estómago, sacando la daga de mi pierna y ensartándosela en la espalda, la moví hasta abajo rasgando toda la carne, mi tacón se había quebrado y lo tenía incrustado en la espinilla, lo tomé del cabello y lo jalé hacia atrás tirándolo al suelo, me subí encima de él, ensartándole la daga en el cuello, saque la estaca de la liga y la apunte en su corazón, lo tomé del cuello y lo apreté contra el suelo con tanta fuerza que quería quebrárselo, su piel estaba fría y la sangre manchaba mi mano, saqué la daga con fuerza y aprisioné sus manos con mis piernas a su cuerpo, me acerqué a su oído y susurré –No te atrevas a decir sus nombres de nuevo desgraciado, y escucha mi consejo, acaso no te han dicho que no es bueno cantar victoria antes de tiempo…- presione la punta de la estaca en el pecho sin ensartarla, sonreí –nunca te comas la liebre antes de que esté atrapada por completo en los colmillos del lobo- reí, caí lejos y mi espalda golpeo el suelo ¿Por qué demonios me gustaba torturar antes de cumplir con mi objetivo? Debí matarlo cuando tuve la oportunidad ahora debía llevarlo a la trampa, me quité los zapatos, me levante casi gateando y corrí hacia el toldo y la trampa que colgaba de los árboles, las rodeé y esperé que llegara frente a mí, lo miré sus ropas manchadas de sangre pero sus heridas habían sanado, sonreí –Deiran Chassier, vejete vampiro ingenuo y obstinado- saboreé mi labio inferior debido a que tenía una herida y estaba sangrando –Asquerosa sed la tuya de beber sangre humana- jugaba con la estaca entre mis manos –Sabes por un momento en la noche te miré agradable- solté una risa sarcástica –Pero ya veo que era todo ese agrado que sentía, simplemente era mi cuerpo que me estaba avisando que serías mi trofeo- me mordí el labio –Hmm serás mi trofeo más preciado, tendrás un lugar especial en mi casa, no como las demás cabezas de tus parientes enterradas en mi jardín- me lleve la mano a la boca simulando callarme porque había hablado de más –Disculpa mi honestidad a flor de piel…- mi tono inocente apreté la daga en mi mano –Pero ya sabes soy algo parlanchina- sonreí de lado y lo miré directo a los ojos - ¿Qué esperas rata? ¿O me dejaras viva para que les cuente a toda Paris quien es el pulcro y elegante Deiran Chassier?- mordí mi sonrisa –Si tienes eso en mente, disculpa por no compartir tu tan honrosa nobleza y bondad con mi vida- me quité el abrigo y moví mi cuello haciéndolo crujir, me incliné un poco hacia adelante con la estaca apuntando hacia él –Ven pequeño, mami te espera- susurré con dulzura, esperaba más no estaba pensando, sabía que si lo hacía iba a leer mi mente, tenía que ser acuciosa, debía usar esas técnicas acerca de mentir que me había enseñado John, ansiaba que corriera hacia mí cortar con la daga el invisible y fino cordel que sostenía una trampa de estacas en las alturas y si eso no funcionaba tenía otra trampa esperándolo abajo.
 
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Mensaje por Deiran Chassier Vie Ene 24, 2014 5:36 am

Todo principio tiene su final pero algunos finales tienes sus inicios.
El viento era tan ligero, mecía aquellos árboles con pasión al ser tocados por sus heladas ondas o quizás era yo amordazando el cuerpo de esa cazadora contra su centro, quebrando el gran tallo de los robles de ese silencioso bosque. Miré hacia la luna, no estaba, estaba solo con esa pequeña rata mentirosa infringiéndole un poco de dolor antes de dar paso a un sinnúmero de cosas que se me venían en mente para hacerle, Estaba indeciso cuál sería la mejor acción para hacerle escarmentar que conmigo jamás debió meterse, ni siquiera tratar de hablarme porque era una doble cara, una hipócrita, era una escoria que merecía morir para acabar con su sufrimiento, se me ocurría tanto y a la vez nada, era muy complejo, mis manos sólo querían destrozarla pero algo de mí me decía que tenía que esperar que esto valdría más de lo que yo creía y realmente me sentía ansioso por ello era casi indescriptible. Mis ojos se devolvieron hacia ella y veía cómo me ignoraba, cómo se atrevía, alguien debía enseñarle modales. Sostuve ambas muñecas con una mano, su peso era nada para mí, ¿estaba ella consciente de mi condición?, ¿de mi fuerza? No lo sabía  pero al parecer estaba tan cegada por su ira de quererme asesinar que no miraba luz. Tomé con la mano abierta ambas mejillas y las apreté con fuerza para hacerle hacer una cara media graciosa y sonreí por eso —Aún no, arpía - le respondí cuando suplicaba porque le soltara, estaba tanto disfrutando esto, era casi excitante, moría de emoción cuando me rogaban por piedad algo que aún no conocía y es que para los humanos cuando siente el peligro de muerte primero está su orgullo, después de esto viene una fase de aceptación y por último la resignación pero una pizca de luz aparece en ellos cuando comienzan a rogar como si esto último les fuese a devolver el tiempo para redimir sus errores del pasado haciéndoles más felices, eso no existe, no en nuestro mundo, no en mi cabeza, no en mis entrañas o mis colmillos llenos de sed de sangre; la esperanza. No hay redención para un demonio porque estamos condenados a llevar el infierno bajo nuestros hombros.
Se soltó de mi agarre e hizo unos movimientos para inmovilizarme, de momento funcionaron, dejaría que la pequeña potra salvaje se defendiera después de todo era aburrido sin quisiera aniquilar su dolor de una manera tan sencilla, era un fondo profundo infinito que no podía siquiera toca. La sangre en mi ingle comenzó a escurrirse miré hacia abajo y la sangre corría como ríos vivos hasta el suelo, sonreí. Mis manos frías estaban pesadas y giré mi cabeza nuevamente al aire, estábamos sin luz. Mi cuello abierto de lado a lado despotricaba linfa a diestra y siniestra, llegarían al océano si se unían con la de mis piernas. Pasé una mano hasta mi garganta y una leve colada de aire me llenó de frío, me había perforado, mi sonrisa fue aún más sádica que la anterior, ella estaba lanzando sus cartas y yo ni siquiera había comenzado a jugar con las mías. ‘’Oh conejillo asustadizo, que se cree más listo que su cazador, no ves tus patas, ya fueron cortadas’’  pensé. —No seas hipócrita cazadora de quinta- le dije mientras rogaba tan vanidosamente, yo era inmortal, no tenía qué perder. —¿Tienes hambre de mis entrañas guerrera de papel?- le dije mientras su cuerpo hacía apenas rasguños al mío, eran como cosquillas —Jamás doy por hecho mi gane si no fuese así, ilusa- la punta de aquella estaca se había sentido tan bien por un minuto sentí como si vibrara mi pecho rogando por ser atravesado pero ella cobardemente no había cumplido su deseo. ‘’Perversa liebre, el gato no perdona’’ murmuré. La miré arrastrase por los suelos como la rata que era y leí sus pensamientos que eran libres como el aire que daba en mi cara y después fije la vista contra un pedazo de tela que estaba en el suelo perfectamente cubierto por unas ramas, torcí mi cabeza y sonreí encajando mi mirada  contra la de ella y me fui hasta su cabeza desde aquella lejanía donde la oía llamarme. Centré mi atención en sus pensamientos y comencé a jugar con sus recuerdos, colocando en ella una ilusión sobre su novio el difunto, tirado cerca de aquel toldo con su cuerpo desnudo perforado por los colmillos de aquellos vampiros que le arrebataron su vida, después sus padres a un lado de ella, gimiendo de dolor porque había muerto desangrados sin que nadie les pudiese ayudar. Era muy tarde para intentar bloquearme, la información que quería ya había sido extraída, sus palabras fueron solo susurros para mí, una mano señaló a sus difuntos parientes formados de su propia ilusión—Eres tan patéticamente inútil- dije con una voz recia —Puedes tener habilidad para pelear, cazar , incluso seducir pero no eres más que una débil de alma, una insulsa que no sabe de límites y se paga con intereses Leer, mira cómo agonizan ellos y mira cómo agonizarás tú ahora…- me fui hasta ella como si me llamara de nuevo con los labios y le clavé las garras en la cintura, rasgando su vestido —Linda trampa- musité en su oído y fracturé sin esperar la mano con la que sostenía aquella estaca de manera que tenía grabado mi nombre descubriendo con el pie la fosa con las estacas de metal, le diré y la sostuve fuertemente inclinándome con ella en aquel agujero —No sabía que habías cavado tu tumba- ella claramente no estaba consciente de mi superioridad en fuerza, destreza e incluso habilidades, metí mi nariz dentro de sus cabellos y me lancé con ella hasta el agujero.
Las estacas de metal comenzaron a clavarse es su fino y delgado cuerpo, traspasaron el mío sin rozarme el corazón y sonreí contra su cuello a espaldas de ella —Se siente tan bien bañarme con tu sangre- asentí abrazando su cuerpo un poco más para clavarme con ella de manera más compacta contra aquellos fierros de metal y solté un gemido de dolor cuando uno se incrustó en mi muslo y brazo. Sentía su sangre unirse con la mía y su cuerpo helado ¿estaba muriendo? Asentí con una sonrisa y para cuando le abracé nuevamente ella estaba de pie. Yo había quebrado su brazo pero era evidente se había perdido en otra ilusión más, ni si quiera había sido capaz de descubrir en qué momento había engañado su mente. Le miré y parecía confundida y entonces lo supe, ella sería algo más que una muerte en mi lista de asesinatos —¿Me odias Leer?- tiré de su cara para obligarla a verme e incrusté mis garras en la mano que quedaba con fuerza para ella entonces dejándola inútil de ambas extremidades —¡¿ME ODIAS?!- exigí de nuevo por su respuesta y besé sus labios sin esperar alguna respuesta hundiendo más mis garras a su cintura sin quererla soltar —Te regalaré lo que siempre has odiado ser, para lo que naciste - subí su cuerpo más al mío enterrando más mis cuchillas —una asesina, serás un demonio sin necesidad de ocultarte- sonreí separándome de su boca rápidamente para ver sus ojos y después la luna que estaba tan seductora sobre nuestras cabezas, volví a sonreírle mientras mis dedos tocaban sus huesos abriéndole lateralmente y yo sabía que su lazo con este mundo estaba por terminar.


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Mensaje por Leer Kruspe Vie Ene 24, 2014 7:34 am

Tendremos el destino que no hayamos merecido.
Albert Einstein
Mi furia crecía como la temperatura y la presión dentro de un volcán, no lo dejaría vivo eso estaba claro, tenía una imagen de mi misma mientras sonreía con satisfacción por verlo morir en su propia trampa, por verlo retorcerse de dolor, por verlo clavado como si fuera un condenado a la cruz, por ver escurrir su sangre, por ver que sus ojos perdían el rojo que los caracterizaba, simplemente por verlo morir, de pronto me sentí aturdida, es como si no estuviera dentro de mi cuerpo, como si él tuviera su propio control, sentía mis pies a metros de la tierra  y miré a John sin ninguna ropa que cubriera su imponente cuerpo, estaba lleno de mordidas, las lágrimas escurrían de mis ojos me sentía impotente sollocé -¡John!- él solo yacía ahí inmóvil, tan pálido, tan calmo, corrí hacia él y me agaché, le tomé del rostro colocando su cabeza en mis piernas y acaricié su mejilla –Mi amor, mi amor, esto es mi culpa, es mi maldita culpa- grandes lágrimas caían en su rostro –Siempre te voy a amar siempre- apoyé mi frente contra la suya, escuché gemidos de dolor volteé hacia mi lado derecho y miré a mi mamá y papá, agonizando, la sangre bañaba sus ropas, sus cuerpos, sus ojos vacíos, sus voces al borde desaparecer, me levanté y trataba de ayudarlos pero no podía, me lleva las manos a los oídos y presioné fuertemente, solté un grito desgarrador y caí de rodillas, llorando desconsoladamente, sollozaba –Mamá, papá perdónenme, yo soy la única responsable de sus muertes, ustedes dieron la vida por mí y ahora soy una persona perversa, mala en todos los sentidos, los amo tanto, los amo tanto ¡Los amo tanto!- incliné mi frente contra el suelo, mis mejillas estaban empapadas, sorbía por la nariz, los sollozos me ahogaban que no podía seguir hablando, mi estómago se contraía como nunca, de repente parpadeé y estaba de pie, esto había sido una ilusión, esta alimaña estaba jugando con mi mente, cerré los ojos fuertemente y apreté la estaca en mi mano, sentí sus garras en mi cintura y desgarraron mi vestido, me quise dar la vuelta y encajarle la estaca en el ojo pero me tomó de la mano y la fracturó, escuché el crujir del hueso y un dolor insoportable recorrió todo mi brazo como espinas muy delgadas incrustándose en mis articulaciones, grité de dolor y apreté mi muñeca con mi otra mano, el desgraciado caminó hacia la trampa abrazándome fuertemente para que no me soltara – ¿Cómo te atreves a jugar con mis recuerdos alimaña? eres despreciable, eres el peor engendro que el demonio le pudo regalar a la vida ¡Eres de lo peor!- me retorcía con todas mis fuerzas  y se fue conmigo dentro de la trampa, el alma se me fue del cuerpo y cerré los ojos mientras gritaba por el dolor que me venía, esto no podía estar pasando, no podía terminar así, no quería morir en sus brazos, pero no podía hacer nada, el destino cobraría sus cuentas y caería en las garras de otro cazador o inquisidor, recordé la cara de mi mamá sonriente como siempre con sus ojos verdes tan llenos de vida, mi papá con su actitud inquebrantable, sin ninguna pizca de malicia, un hombre recto y por último John, el amor de mi vida, sus ojos miel, su cabello castaño corto, sus labios rosas, sus rasgos tan masculinos, las estacas se comenzaron a enterrar en mi cuerpo, en mi estómago, en mi pecho, en mis piernas, en mi cuello en mis brazos, abrí mis ojos y mi boca, trataba de respirar pero no le llegaba aire a mis pulmones, solté un quejido ahogado y sentía mi cuerpo escurrir, como si este fuera un grifo y estuviera abierto completamente, tensé la mandíbula y tragué fuertemente mi corazón disminuía en su palpitar, escuchaba su voz en un segundo plano pero no pude prestar atención a sus palabras el dolor ocupaba todos mis sentidos, sus manos estaban alrededor de mi cuerpo y me sentí asqueada, momentos sobre mi vida pasaban frente a mis ojos, eran rápidos como una cinta que estaba siendo avanzada, en ellos miraba mis momentos de pequeña con mis papás, los cuentos que mi madre acostumbraba a contarme, los chistes de mi papá, mis escapadas al bosque que estaba detrás de mi mansión, mi pasión por la pintura, mi curiosidad desenfrenada, mis primas, mis abuelos, mis tíos todos ellos personas altaneras y sin ninguna chispa de generosidad, mis entrenamientos con John, nuestro primer beso, mi primer caza, cuando me regalo a Insenlum, su muerte, tragué fuertemente y sentía frío, un frío que abrazaba cada rincón de mi cuerpo, un frío que me mecía en el aire, me acunaba con intensidad, cerré los ojos y me dejé llenar por la muerte, pensé que esto era bueno, ya no podría seguir matando pero también sabía que no tenía un lugar reservado en el cielo, era una asesina y el infierno me esperaba ansioso, pero yo también lo estaba para volver a ver todas las caras de estos seres inmundos que había matado.
De inmediato sentí que me dejaron caer en la tierras, mis pies dolían mi cabeza daba vueltas es como si hubiera despertado de un sueño profundo, de una pesadilla, de mi perdición, quizás el infierno no me acepto y me regreso para vagar eternamente por la Tierra, parpadeé y estaba en el bosque, él estaba frente a mí, fruncí el ceño con confusión, sentía el dolor en mi muñeca, aún seguía aturdida, que fue lo que pasó, literalmente sentí morir, acaso esos juegos mentales también podían simular eso, no recordaba haber leído sobre eso, tragué amargo y escuche su voz pero no del todo, fruncí el ceño –¿Qué… qué rayos?- mi cerebro no despertaba del aturdimiento, necesitaba oxígeno, necesitaba respirar, me tomo del rostro y lo tiro hacia atrás, miré sus ojos rojo carmesí y recordé que estaba con él, la desesperación me invadió y la furia le siguió como su fiel acompañante, sentí que enterró sus garras en mi mano y grite de dolor, sentía que rasgaba en mi carne, que rompía tendones, que me dejaba una marca que no iba a desaparecer nunca, me sentía atada de pies y manos, él gritó y clavé mi vista con la suya, lo odiaba por haber jugado con mis recuerdos, no lo odiaba por ser vampiro, con él era diferente lo odiaba por haberme mentido, por estar jugando conmigo, por engañarme con mi propia mente, respiraba furiosa, quería despedazarlo, me trataba como su juguete, de repente sentí sus labios contra los míos, los apreté y cerré los ojos fuertemente, quise vomitar, quería darle un puñetazo por su atrevimiento, forcejeé como pude y movía mi cabeza, pero no se despegaba, no podía decir nada, no permitiría que me besara, no quería sentir su asquerosa saliva, solamente quería que dejara de jugar y terminara con lo que empezó, sus garras se incrustaron en la piel de mi cintura y ahogué el grito para no separar mis labios y dejar que entrara su veneno, sentí que me abrazo más fuerte y me levanto un poco del suelo, mis manos colgaban a mis costados, muertas, sin ninguna fuerza, me limpié la boca en el hombro y jadeé –¿Cómo te atreves a besarme alacrán? ¡Tu boca es sucia y ni un perro quisiera tocarla!- hice una mueca de asco, quería soltarme pero no había nada que hacer –¡Sólo mátame, deja de jugar conmigo, mátame!- dije con furia, cuando lo escuché y mi corazón se detuvo, no podía hacerlo, no lo iba a permitir –No te atrevas Dieran, deja de jugar con tu cena – mi voz baja y amenazante –¿Qué esperas? ¡MATAME COBARDE!- cerré los ojos y negué aún su rostro estaba cerca del mío –No seré como tú ¡JAMÁS! Prefiero que me corten los dedos uno a uno, me oíste ¡PREFIERO QUE COSERME LA BOCA Y LOS PÁRPADOS! ¡PREFIERO ARDER EN EL INFIERNO!- sentía sus dedos tocando mis heridas, deseaba cercenárselos, pataleaba y seguía forcejeando para zafarme, esperaba que las palabras dieran resultado, un hormigueo intenso invadía mis piernas, mis sentidos me decían que esto no era el fin sino el principio de mi pesadilla.
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Lazos rotos, unión de sangre. Empty Re: Lazos rotos, unión de sangre.

Mensaje por Deiran Chassier Sáb Ene 25, 2014 3:09 am

El destino baraja y nosotros jugamos.
Arthur Schopenhauer
Mis ojos estaban tan fijos a los de ella, mi cuerpo abrazando su frío.  Me sentía como si estuviera viviendo a través de su piel, gozaba ese momento aunque por dentro el dolor era tan fuerte como si me quebraran las costillas. Estaba jugando plácido con ella mentalmente, deleitándome con su rostro, las imágenes que incrustaba en su cabeza eran simplemente a lo que ella más le tenía miedo a lo que sus mismos sentimientos me habían mostrado. El acabose de la fortaleza es el amor por lo propio. Cuando dejó expuesta su debilidad ante mí pude sacar tantas conclusiones acerca de ella. Se me venía a la cabeza una y mil maneras de lastimarle y no serían con golpes, no con su sangre escurriendo en mis manos, derramándose en líneas gruesas a este paso colapsaría. Mis dedos que hurgaban sus costados se movían de manera maliciosa desgarrando sus músculos mientras le hacía ver su muerte, la sangre que bañaba su cuerpo y el mío en aquella ilusión no era más que la que se escurría en su cintura cuando seguía poseyéndole como un bastardo sediento de venganza, esto era más grande  que la sed de sangre, la quería, quería su ser para hacerlo sufrir y entonces todo se dispersó.
Una luz incandescente me quemó los ojos, mis manos seguían aferradas a ella podía sentir como su cuerpo temblaba pero yo seguía mentalmente conectado a ella, no entendía que pasaba. De nuevo comencé a caer, estaba en un abismo tan profundo que no era capaz de encontrarle inicio o quizás final, mi cuerpo era tan pesado, dolía cada articulación de mi ¿Cómo era posible? Desesperadamente sin mostrar alguna facción de desaliento miré al infinito fondo encima de mi cabeza, mi ropa rasgada y sucia estaba bañada en sangre pero mi piel estaba limpia, no podía mover mi cabeza, era como si alguien la tirase más y más hasta arrancarla entonces fruncí el ceño, no era capaz de dilucidar lo que estaba pasando. Con artilugio moví mis dedos y éstos respondieron, entonces como si tuviese una tonelada encima de mi cuerpo lo forcé a moverse tal cual mis órdenes lo exigían y todo iba cediendo. Me sentí tranquilo y cerré los ojos cuando escuché un quejido al lado mío, no estaba solo, no había sido capaz de sentir la otra presencia antes. Mis ojos se abrieron abruptamente y ladeé el rostro, era ella. Una sonrisa se dibujó en mi cara y tomé su mano, ella yacía dormida. Su pulso era inauscultable, su piel tan fría como la mía, había perdido su calor, me faltó el aliento y ella abrió sus ojos, rojos como el vino me miró y se dibujó una sonrisa llena de odio, tenía colmillos, era una vampiresa. Volví en sí, ella estaba luchando contra mi cuerpo y yo con ira le sostenía y entonces comprendí, esa noche el sueño anterior era el preludio que anunciaba su verdadera esencia una que yo le regalaría, que condenaría a vivir por la eternidad.  Sonreí de manera malvada a sus ojos. Era muy tarde, mis labios ya se habían juntado con los de ella en un beso aunque ella se contuvo yo quise arrancarle aquellos dos pedazos de carne y reí frenético —No soy el único sucio aquí, Amelia- negué con un dedo al verle deplorablemente imposibilitada de ambas manos —Matarte sería mucha cosa para ti, cazadora!- mis ojos casi salían de sus órbitas y tiré de su cuerpo para tenerle más cerca —Voy a hacer justicia por todos los que tus asquerosas manos han asesinado y será mejor aún serás una de esas ‘’inmundas sanguijuelas’’- susurré a su oído —¿Qué se  siente Kruspe?¿Qué se siente saber que vas a morir y vas a renacer como el diablo que siempre fuiste?- me tensé al agarrar más su brazo fracturado —¡JAMÁS TE HE VISTO COMO MI CENA, ILUSA! ERES MI JUGUETE- le grité en la cara siendo una bestia desatada sin conocimiento de la piedad. —No me ruegues por morir que te ves patética- exigí tomando su cuerpo y levitando con ella hasta lo más alto que pude.
La luna nos acobijó pero esto no era una escena romántica era la narración de cómo se convertiría en una vampiresa.  Una de mis manos le sujetaron de la cintura aferrándola a mí tanto como podía sin dejar si quiera su pecho respirar porque sabía que relincharía como lo salvaje que era y la otra rodeaba su cuerpo por la espalda hasta llegar a su cabeza tomando el lado contralateral de su mejilla dejándome su cuello perfectamente a la vista, sonreí y miré una última vez sus ojos —Disfruta tu último respiro después de esto no los necesitarás más- acoté en un murmullo y besé su cuello para después lamerlo en línea horizontal. La sujeté todavía más con fuerza y entonces el aire resopló. Mis colmillos entraron en su tersa piel de manera gentil. El sonido de su garganta ahogada me elevó con éxtasis a lo sublime y comencé a tomar de su sangre. Ésta se escurría por mi boca  llenándola por completo sin hacerme derramar ni una sola gota, era una delicia. Tragaba despacio saboreando su linfa con mucha avidez y gusto, su respiración se iba haciendo más lenta, su corazón apenas y era audible, palpitaba con tanta dificultad parecía una máquina que no tenía combustible para funcionar y trabajaba en seco. Su agarre contra mí se volvió débil así como su voz y yo resguardaba su cuerpo. A pocos minutos que su corazón se detuviera comencé a descender con ella sin poderle soltar simplemente apreciando aquel cuadro de terror. Coloqué con cautela su cuerpo sobre el pasto pendiente de que no fuese a entrar en shock mientras cavaba su tumba. Miré al agujero donde había planeado asesinarme y arranqué el armazón de metal desde sus cimientos clavados en la tierra y los aventé tan lejos como pude, su sangre me había llenado de fuerzas, revitalizado por completo.  El agujero estaba listo, subí por su cuerpo  y quité mi camisa, lo usé como colchón para colocarle ahí. Parecía tan tranquila, era la paz de todo demonio, estaba tan débil apenas y respiraba por vivir. Incrusté mis colmillos de nuevo a su cuello y succioné muy lentamente sentí un pequeño toque detenerse y entonces mordí y muñeca y comencé a beber con mucha rapidez tratando de no dejar que la herida se sanara, llevé mis labios a su boca y comencé a depositar el líquido rojo ámbar en ella cerciorándome que lo tragase. Una vez que mi sangre entrara en su cuerpo no sería más ella, sería una bestia movida por la sed de linfa a como dé lugar entonces cogí la estaca con la que me había antes desollado y abrí un amplio hueco en mi cuello. Se clavó de inmediato en mí y yo cerré mis ojos sosteniendo sus manos ya recuperadas en poco,  la conversión comenzaría y sería tan doloroso como si le estuvieran rasgando sus entrañas desde adentro y sacándolas hacia afuera sin permiso alguno. Me safé de su agarre y comencé a descombrar las orillas del agujero enterrando nuestros cuerpos. Al último puñado de tierra que pude lanzar sobre nuestras caras y cuerpos cubiertos por más de tres metros sobre tierra mi mano sostuvo la de ella con firmeza y fue entonces cuando comprendí que cuando ella despertara no sería más la humana que un día fue, ella era mi nueva responsabilidad, mi neófita, mi creación, mi vampiresa.


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Lazos rotos, unión de sangre. Empty Re: Lazos rotos, unión de sangre.

Mensaje por Leer Kruspe Sáb Ene 25, 2014 5:39 am

La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy.
Séneca
Rogaba al cielo y al infierno que detuvieran a este engendro, no quería terminar siendo un ser sediento de sangre, cegado por la muerte, una ególatra que gozaría de inmortalidad, eso no debía ser así, en qué punto de mi vida se habían dado vuelta las cartas, en que momento de mi vida se había incluido una que tenía una figura en la oscuridad con los ojos tan rojos como la sangre, yo no nací para esto ¡No debía serlo! Por primera vez en la noche le tenía miedo, pero no miedo a que me matara, miedo a que me enterrara sus colmillos y después hiciera que bebiera de su sangre, eso era repugnante, no lo quería así , podía dar toda mi fortuna al ser que estaba controlando esta escena tan grotesca y que el que tuviera enfrente fuera un licántropo, era mejor convertirme en un perro que en una rata voladora, aunque ambas opciones eran grotescas y solamente hubiera preferido ser devorada por el vampiro de la noche anterior, sin ninguna clase de sufrimiento, solamente hubiera dejado que me clavara los colmillos y hubiera succionado de mí como un bebé hambriento del pecho de su madre, tenía unas terribles ganas de estallar en llanto, me iba a convertir en ese ser deplorable que él era y después abandonarme a mi suerte, eso alivio un poco mi sentimiento, podía escaparme a la cabaña que tenía Dimitri a las afueras de París y dejar que el sol me consumiera antes de que asesinara a un inocente por alimentarme, sabía que lo odiaba y no me querría cerca y yo mucho menos, pero de nuevo el sentimiento volvió a mí con más intensidad como una avalancha al pie de un montaña rocosa cubierta hasta la punta por nieve, trataba de golpearlo con mis manos pero estaban débiles, una fracturada y otra desgarrada hasta el hueso, miraba como brotaba sangre de una, cayendo como una cascada venenosa sobre la tierra, desangrándome lentamente, quizás este era su plan desangrarme hasta morir y me decía esas cosas para que le rogara matarme, me gritó en el rostro y solamente cerré los ojos y apreté fuertemente los labios mientras mi garganta quería estallar por los gritos de auxilio, me sujeto un poco más a su cuerpo y levito hasta lo más alto casi parecía que podíamos tocar la luna, el aire estaba helado, mi cabello ondeaba y mi respiración se hacía más rápida y trabajosa por el hecho que estaba ahogándome en sollozos, pensé –Maldito, esto no quedara así, estoy más que segura que esto que estás haciendo lo pasaste tú y será cobrado con el doble de sufrimiento- la noche estaba tan oscura, era como si todas las bestias del infierno y todos los ángeles del cielo estuvieran en ambas direcciones, tierra y cielo, ansiosos por presenciar lo que estaba a punto de hacerme, lo que estaba a punto de convertirme, como si fuéramos dos actores en el teatro en una escena que anuncia muerte y tristeza, negué y sentí que me tomo con más firmeza de la cintura, acortando el invisible espacio entre nuestros cuerpos, pataleaba con tantas fuerzas que sentía mis piernas exhaustas, me retorcía, esto debía ser una maldita pesadilla, en que momento decidí hacerle caso a Clarke y visitarlo para pedirle ayuda, quería tener a ese abogado de quinta frente a mí y mostrarle a lo que me había lanzado, me había lanzado a la boca del león, pero luego me retracté, Liam no tenía conocimiento de la condición de este maldito, él también era una víctima del engaño que le mostraba esta rata a los demás, tomo mi mejilla y ladeo mi rostro exponiendo mi cuello, tragaba fuertemente, mi yugular rogaba por no ser penetrada, por no ser atravesada por sus cuchillas orales, me empecé a retorcer con más fuerza y gritaba para que me soltara, sentí sus labios en mi piel y mi estómago se revolvió, hice una mueca de repudio, su lengua lubricaba la zona y eso me hacía quererme arrancar los ojos y ponerlos dentro de un vaso con alcohol, cuando sentí que me perforó, abrí mis ojos como plato y mi respiración se detuvo, ardía y dolía, era una mezcla bizarra y repugnante, mi mano desgarrada por alguna clase de milagro se pudo levantar y lo tome del brazo presionando mis dedos en su chaqueta, me quejaba como si estuviera siendo ahogada, cerré los ojos fuertemente y el ardor llego hasta mis piernas, mi corazón disminuía en su palpitar, no sentía la punta de mis dedos, el aire era tan pesado que no entraba a mis pulmones, una lagrima rodo por mi mejilla, mis piernas estaban dormidas y mi agarre se suavizo, no tenía fuerzas, tenía demasiado frío y sueño, solté un suspiro lamentable y respiraba tan superficial que si una hoja de papel hubiera sido puesta en mi pecho no se habría notado el subir y bajar de mi tórax, mi voz ya no estaba es como si hubieran apagado mi interruptor parlanchín, prácticamente sentía que me arrebataban el rosa de mis mejillas y mis labios, dejé de luchar y sentí que caía, que caía sin ver el fondo, en un abismo infinito de sangre, sentí su tirón al separarse pero no lo suficiente fue como si me hubiera quitado una espina del dedo, ladeé mi rostro y apenas pude verle el rostro pálido y victorioso, esta era su victoria por ahora, sentí que me apoyó en la tierra con cuidado, era como si estuviera encerrada en mi propio cuerpo, podía mirar lo que estaba pasando afuera pero mis músculos no respondían, miraba sus manos en mi cuerpo y quería levantarme y empujarlo a la trampa, con lentitud giré mi cabeza para no mirarlo, lo iba a hacer y no podía hacer nada, me volvió a cargar y se dejó caer dentro de la trampa, acostó mi cuerpo sobre su camisa, quería llorar pero las lágrimas habían sido drenadas junto con mi sangre, era una simple presa débil y herida de muerte, se mordió la muñeca y succiono de ella, quería dar arcadas por el asco que me provocaba pero no había fuerza para hacerlo, y junto sus labios con los míos, quería desollarlo pero no podía no tenía control de mi cuerpo, sentí el sabor metálico, escurriéndose dentro de mí, golpeaba dentro de mi cuerpo por resistirme, sin embargo la respuesta era nula, lloriqueaba muy suavemente el líquido llego a mi garganta y pasó como si fuera dueño de cada rincón dentro de mí, la sangre que había tragado estaba reactivando cada célula que me componía pero a la vez destruyendo lo que quedaba de las antiguas, grité -¡NO!- pero no salió nada de mis labios, mis palabras estaban estancadas en mi cabeza, su sangre se abría paso entre mis tejidos como un rio bravo en una aldea abandonada e indefensa, mataba todo a su paso y sembraba su nuevo reinado, era feroz, era impulsivo, era más vivo y excitante, mis ojos ardían como si me encontrara frente a una gran llamarada y me quemara desde adentro, miré que se clavó la estaca en el cuello y me levanto para que tomara de él, mi cuerpo accedió complacido, lagrimas muy finas rodaban por mis mejillas, mientras yo estaba encerrada en la jaula dentro de mi cabeza retorciéndome de dolor, viendo como me transformaba en algo que jamás podría cambiar, en algo que me encadenaría a él de por vida, eternamente sin nada que pudiera hacer al respecto, las agujas se clavaban en mis extremidades, me azotaban con fuerza la espalda, era una tortura pero mi ser carnal la disfrutaba, lo miré que empezó a cubrirnos con tierra, me sentía adormecida más no débil, cada rincón dentro de mí estaba llenándose con una vitalidad dolorosa que empezaba con mi propia yo dentro de mi cabeza y todo se volvió oscuro sintiendo su agarre firme y extrañamente cálido.


Lo que el cielo tiene ordenado que suceda, no hay diligencia ni sabiduría humana que lo pueda prevenir.
 

Fin
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