El día no es más hermoso hasta que el atardecer llega {Privado}

Obsesivo tenia significado, la perfección rondaba en sus hábitos más habituales, el poder colocarse aquel traje con sumo cuidado era clara respuesta de que la noche pronto envolvería las calles. Hoy su agenda no estaba ocupada, así confirmo con su fiel sirviente eterno, el cual daba específicos detalles cada vez que nuestro Barón despertaba de su sueño. Un ligero asentimiento, un vistazo al gran reloj en la habitación y su sombrero adorno su cabeza; era momento de partir. Pudo denotar aquella calidez en el ambiente a pesar de que estuvo el invierno presente, los últimos restos del sol se apreciaban tras el candoroso horizonte, los cuales solo podían tocar las nubes y pintarlas con colores claros, desvanecidos en oscuros lentamente. Paris no había cambiado en nada, y a pesar de haber vivido eternas historias en el, la recordaba justo como cuando su corazón latía de emoción, ahora no mas que exasperación, tal vez nostalgia, su estado pasaba a ser confuso y terminaba simplemente por abortar cualquier pensamiento, dando pasos firme mientras su rostro se mantenía recto ante el trayecto.

Una cena en un restaurant le pareció curioso, incluso intentar recordar aquella sensación de satisfacción que le producía al devorar cualquier platillo hecho con exquisito gusto, aunque ahora solo un liquido seseaba su sed con infinita complacencia, poco era de importar, su antigua victima rondaba alrededor de veinte horas y su fina selección lo mantendría lleno de no abusar de su falsa dieta.

Una venal sonrisa fueron pie para su extraña curiosidad, aquel camarero abrió las puertas del local y tan rápido como dejo pasar el frívolo viento, una chica choco con su presencia, aunque claramente él no resultase afectado -Excus…- apenas pudo dictar cuando las disculpas de la joven emergieron de sus labios. ¿Terror tal vez? sus orbes lo acosaban, su blanquecino rostro se mantenía entre la línea del espanto y la elegancia ¿Quién resultaba? Poco importaba pues Lance ni siquiera fue capaz de articular palabra cuando la joven esquivo su presencia, perdiéndose entre la oscuridad de las calles con sumita prisa.

Cerro sus ojos suavemente al mismo tiempo que un suspiro lo acompañaba; ubico nuevamente su frente y se dio de cuenta, de la curiosa pertenencia de la chica que yacía en el suelo. Sus ojos azules dieron revisión a su alrededor para luego agacharse rápidamente y recoger lo que parecía ser una cartera. Una pieza color Beige adornada con preciosas piedras que no cualquiera podría poseer. Sin pensarlo, se dio de vuelta con la intención de devolver la pertenencia, aunque sabia que ella ya estaría a metros de aquel lugar. Su terquedad era característica, aunque la benevolencia lo acompañaba, al igual que los continuos pasos que ahora daba. La estela de la chica resultaba fácil de seguir, incluso su vestimenta la distinguía, alguien diferente entre tantos iguales a su alrededor.

-¡Perdone!- exclamo a lo lejos, lo suficiente para captar la atención de la chica que reposaba la mirada en su brazo, aun los pasos continuaban más a persecución parecía, el indulgente carácter de la chica no concordaba con sus ansias de escape… al menos claro, que supiese la verdad tras los claros ojos del hombre.