AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las cartas eligen [Privado]
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Las cartas eligen [Privado]
La gente andaba enfrente de él divirtiéndose y disfrutando del momento, la función principal aun no comenzaba pero los niños no paraban de reír observando a su alrededor, todo olía adulces y rebosaba de vida como cualquier noche en el circo gitano antes de que todo se acabase, afuera de la carpa mujeres y hombres en zancos repartían publicidad del mismo modo que algunos traga fuegos daban demostraciones públicas de un poco de lo que se encontraría dentro.
Se podía ver entre la gente un montón de gente de diferentes clase sociales, que aun entremezcladas por la emoción del lugar se mantenían apartadas unas de otras marcando visiblemente los grupos que asistían, los pobres por un lado cargando a sus pequeños y aglomerándose en la entrada, los ricos intentando pasar desapercibidos, temiendo ser descubiertos y asaltados o alguna cosa peor, pero todos compartiendo el sentimiento de ansiedad.
En la entrada, había una pequeña carpa individual un poco separada de la principal pero lo suficientemente cerca como para dar la sensación de pertenecía que cada una de las carpas individuales daban, era de colores sombríos y parecía todo un poco más oscuro que lo normal, la gente se pasaba por enfrente de ella sin tomarla en cuenta pero con la sensación de ver que había dentro, todos lo sabían y aunque se sentían atraídos por la idea ninguno se atrevió a entrar.
La entrada se encontraba entreabierta y arrojaba hacia afuera la luz de color naranja y tembloroso que caracterizaba a las velas y sobre esta colgaba un ligero cartel de madera que en letras pintadas anunciaba “Lectura del tarot gratis”. De vez en cuando una que otra persona entraba ahí, saliendo completamente satisfecho con el conocimiento sobre el porvenir que se les otorgaba, sin embargo la gente seguía sin pasar, eso se debía a que en esa pequeña carpa las cartas llamaban al futuro, y el destino actuaba sobre aquel que debía pasar de modo que aunque una persona pasase no era por su voluntad, sino por la de las cartas del tarot.
Dentro de la carpa una sombra esperaba para darle paso a los clientes, la sombra se movía a través de las superficies planas esperando ansiosa por la diversión de la noche, vestida como un miembro de la nobleza, con abrigo y sombrero de copa, el barón samedi movía las cartas sobre la mesa desde lo lejos, dándoles la oportunidad de escoger al cliente de la noche, aquel que vería su acto principal, uno mucho más emocionante que el de la carpa grande.
Con una sonrisa en el rostro Juan de La Cruz observaba la mesa de adelante en donde las cartas jugaban buscando el hilo de un destino que probablemente no llegaría, siempre caprichosas las cartas a veces gustaban de jugar bromas a la gente, dándoles conocimiento incierto o confuso, dejando libre a la interpretación del usuario. Negó con la cabeza satisfecho con el hecho de simplemente poder echar un vistazo al porvenir y alargando la mano detuvo el movimiento de las cartas, el nuevo cliente estaba a punto de llegar.
Se podía ver entre la gente un montón de gente de diferentes clase sociales, que aun entremezcladas por la emoción del lugar se mantenían apartadas unas de otras marcando visiblemente los grupos que asistían, los pobres por un lado cargando a sus pequeños y aglomerándose en la entrada, los ricos intentando pasar desapercibidos, temiendo ser descubiertos y asaltados o alguna cosa peor, pero todos compartiendo el sentimiento de ansiedad.
En la entrada, había una pequeña carpa individual un poco separada de la principal pero lo suficientemente cerca como para dar la sensación de pertenecía que cada una de las carpas individuales daban, era de colores sombríos y parecía todo un poco más oscuro que lo normal, la gente se pasaba por enfrente de ella sin tomarla en cuenta pero con la sensación de ver que había dentro, todos lo sabían y aunque se sentían atraídos por la idea ninguno se atrevió a entrar.
La entrada se encontraba entreabierta y arrojaba hacia afuera la luz de color naranja y tembloroso que caracterizaba a las velas y sobre esta colgaba un ligero cartel de madera que en letras pintadas anunciaba “Lectura del tarot gratis”. De vez en cuando una que otra persona entraba ahí, saliendo completamente satisfecho con el conocimiento sobre el porvenir que se les otorgaba, sin embargo la gente seguía sin pasar, eso se debía a que en esa pequeña carpa las cartas llamaban al futuro, y el destino actuaba sobre aquel que debía pasar de modo que aunque una persona pasase no era por su voluntad, sino por la de las cartas del tarot.
Dentro de la carpa una sombra esperaba para darle paso a los clientes, la sombra se movía a través de las superficies planas esperando ansiosa por la diversión de la noche, vestida como un miembro de la nobleza, con abrigo y sombrero de copa, el barón samedi movía las cartas sobre la mesa desde lo lejos, dándoles la oportunidad de escoger al cliente de la noche, aquel que vería su acto principal, uno mucho más emocionante que el de la carpa grande.
Con una sonrisa en el rostro Juan de La Cruz observaba la mesa de adelante en donde las cartas jugaban buscando el hilo de un destino que probablemente no llegaría, siempre caprichosas las cartas a veces gustaban de jugar bromas a la gente, dándoles conocimiento incierto o confuso, dejando libre a la interpretación del usuario. Negó con la cabeza satisfecho con el hecho de simplemente poder echar un vistazo al porvenir y alargando la mano detuvo el movimiento de las cartas, el nuevo cliente estaba a punto de llegar.
Juan de la Cruz- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/05/2012
Re: Las cartas eligen [Privado]
Oppa *Juguetonamente se despedía de su cliente coreano, aquellos hombres asiáticos eran los que mejor pagaban a veces solo por ser su compañía por eso la cortesana sonreía pues no fue distinto aquella vez, una mujer acostumbrada al sexo era siempre selectiva con sus deseos a veces podía desearlo y otras aprovecharse de aquella necesidad para controlarse pues cierto era que le gustaba el sexo en menor o mayor grado pero sin duda parecía una droga que la elevaba al paraíso en cuestion de unas embestidas, habia aprendido varias formas de complacer a los hombres depende de sus miradas, de sus sonrisas, el cliente que la habia escogido aquella noche era coreano por lo que prefería las mujeres dulces, pero tambien las mujeres salvajes aunque optaban por aquellas que tenían cara de angel y sonrisa perfecta la cortesana sabía jugar sus cartas para que aquellos hombres en su mayoria pudiesen ir a ella.
El hombre marcho a una cita de negocios donde las mujeres no estaban permitidas por eso se quedó allí, iba vestida de manera elegante pero sensual con un vestido negro que acariciaba su silueta femenina casi obscenamente plegado a su cuerpo, alzaba sus caderas dando una forma más sensual a sus gluteos realzando sus exuberantes senos con aquel escote, aunque la palidez de su piel habría sugerido un color mucho más claro era de las mujeres que lo que menos le importaba era si el color era justo o no, sino que habia que saber llevarlo de que servía presumir de un vestido si no se sabía presumir de su cuerpo.
Los cabellos habían cambiado su particular maraña de rizos por un cabello largo y liso, recogido con una coleta pero dejando unos mechones rozar por su rostro* Uno por favor *Su voz fue parecida a un ronroneo mientras aquel hombre le devoraba con los ojos, sonrió tontamente ofreciendo una versión de ella inocente pero juguetona, consiguiendo un poco de comida gratis ya que aquel gitano se había quedado con las ganas de fijar un precio, cuando se volteó la mirada en sus caderas parecía no pasar desapercibida por mucho que se estuviera alejando.
Se acomodó en alguna que otra esquina viendo los espectáculos mientras bebía un poco de agua sirviéndose nuevamente de sus recursos femeninos para no tener que abonar nada más que una sonrisa, se relamió, no llevaba su habitual pinta-labios rojo sino uno de un tono más claro que suavizaba como realzaba la elegancia de sus rasgos, entonces fue cuando capto un cartel que ponia "lectura del tarot gratis" siempre le habia gustado aquello incluso estaba muy interesada se mostró con una sonrisa mientras vió a otro lado, ¿no habia nadie? le gustaba saber si en un futuro moriría joven o vieja, prefería morir habiendo vivido todo porque arrepentirse estando enfermo de no haber disfrutado era lo peor que podía suceder*
¿Se puede? *Sus mechones golpearon su rostro mientras entraba a aquel lugar, aunque tenía una fina barrera parecia haber entrado en otro sitio, eso al principio le tenso pero no evitó que continuase caminando escuchando el implacable sonido de tus tacones mientras se situó en frente de un hombre, con la diestra se apartó los mechones para que sus ojos claros pudiesen contemplar no solo al hombre sino todo en general* Espero no ser molestia *su voz fue bajando gradualmente hasta ser olvidada por una sonrisa curiosa en los labios, algo nuevo delante de ella era poco habitual. Se sentó tras comprobar varias veces que no había nadie posando sus ojos fijamente ante la mirada del hombre, era atractivo, pero ahora mismo habia cosas que más le importaban*
El hombre marcho a una cita de negocios donde las mujeres no estaban permitidas por eso se quedó allí, iba vestida de manera elegante pero sensual con un vestido negro que acariciaba su silueta femenina casi obscenamente plegado a su cuerpo, alzaba sus caderas dando una forma más sensual a sus gluteos realzando sus exuberantes senos con aquel escote, aunque la palidez de su piel habría sugerido un color mucho más claro era de las mujeres que lo que menos le importaba era si el color era justo o no, sino que habia que saber llevarlo de que servía presumir de un vestido si no se sabía presumir de su cuerpo.
Los cabellos habían cambiado su particular maraña de rizos por un cabello largo y liso, recogido con una coleta pero dejando unos mechones rozar por su rostro* Uno por favor *Su voz fue parecida a un ronroneo mientras aquel hombre le devoraba con los ojos, sonrió tontamente ofreciendo una versión de ella inocente pero juguetona, consiguiendo un poco de comida gratis ya que aquel gitano se había quedado con las ganas de fijar un precio, cuando se volteó la mirada en sus caderas parecía no pasar desapercibida por mucho que se estuviera alejando.
Se acomodó en alguna que otra esquina viendo los espectáculos mientras bebía un poco de agua sirviéndose nuevamente de sus recursos femeninos para no tener que abonar nada más que una sonrisa, se relamió, no llevaba su habitual pinta-labios rojo sino uno de un tono más claro que suavizaba como realzaba la elegancia de sus rasgos, entonces fue cuando capto un cartel que ponia "lectura del tarot gratis" siempre le habia gustado aquello incluso estaba muy interesada se mostró con una sonrisa mientras vió a otro lado, ¿no habia nadie? le gustaba saber si en un futuro moriría joven o vieja, prefería morir habiendo vivido todo porque arrepentirse estando enfermo de no haber disfrutado era lo peor que podía suceder*
¿Se puede? *Sus mechones golpearon su rostro mientras entraba a aquel lugar, aunque tenía una fina barrera parecia haber entrado en otro sitio, eso al principio le tenso pero no evitó que continuase caminando escuchando el implacable sonido de tus tacones mientras se situó en frente de un hombre, con la diestra se apartó los mechones para que sus ojos claros pudiesen contemplar no solo al hombre sino todo en general* Espero no ser molestia *su voz fue bajando gradualmente hasta ser olvidada por una sonrisa curiosa en los labios, algo nuevo delante de ella era poco habitual. Se sentó tras comprobar varias veces que no había nadie posando sus ojos fijamente ante la mirada del hombre, era atractivo, pero ahora mismo habia cosas que más le importaban*
Mar Santini- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/09/2011
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Re: Las cartas eligen [Privado]
La entrada de la carpa dejo entrar a una hermosamente despampánate mujer, de aquella que en la vida podían conocerlo y conseguirlo todo gracias a su cuerpo, orgullosa de su belleza tal vez y con motivos para respaldar cualquier acción que decidiese realiza, a Juan de La Cruz le agrado de inmediato pero no dujo nada aguardando a que llegase el tiempo de desempeñar su propio papel establecido en el circo gitano. Levantándose de su silla espero respetuosamente a que la muchacha se sentada frente a él.
- Nadie molesta a las cartas madeimoselle, incluso mi propia persona se encuentra complacida ante su presencia-dijo con el rostro aun adornado por aquella sonrisa conocedora de aquel que puede darse una zambullida y saber lo que el porvenir depara a cada persona, aun cuando su propio destino era indescifrable para él lograba alcanzar un trozo del suyo propio en la mirada de cada persona, conocimiento que calmaba su espíritu en ocasiones y en otras le perturbaba hasta el punto de enloquecerlo temporalmente- Y dígame que desea obtener de este pobre pecador?-dijo haciendo una pequeña reverencia ante la clienta tan poco común que se asomaba aquel día entre las telas de la carpa.
La luz mortecina de las velas comenzó a bailar repentinamente siendo movida por una pequeña corriente de viento que cerro por completo la pequeña tienda, adentro no era como la típica tienda de los adivinadores y a la vez lo era, no había bola de cristal no objeto visible de adorno, nada de muebles aparte de las dos sillas colocadas una frente a otra o la mesa de centro en la que solamente se encontraba colocado un jarrón con un par de flores muertas que a pesar de encontrarse completamente secas no alcanzaban aun a perder sus propios pétalos.
- Puedo hacer lo que usted desee para complacerla, los vistazos al porvenir se pueden hacer de muchas formas-dijo repentinamente pasando una de sus manos por sobre la superficie de madera para dejar abandonado ahí un mazo de cartas del tarot boca abajo y acomodadas en una fila perfectamente alineada. Después repitió el movimiento sobre las cartas ya colocadas alternándolas boca arriba y dirigiendo su vista a la doncella- Cartas o bola de cristal las dos sirven para lo que usted supongo que desea no es cierto??-comento juntando las palmas de las manos, al separarlas lo que al principio pareció una pequeña canica se transformó en una bola de cristal
Aquello eran los trucos que aprendió al pasar del tiempo, simples pero agradables a la vista y simplemente tendía a encantar a los mirones que cada día se volvían más exigentes con sus jueguitos de mago charlatán, al final claro termino usando magia real aun cuando la gente decía que solo se trataba de trucos visuales propios de los espectáculos del circo, en realidad después de un tiempo aquello no le molestaba tanto, la inquisición se mantenía metiendo las narices en sus propios asuntos. Al final todos ganaban una cosa importante, anonimato y evitaban los problemas.
- Puede darme su mano y leeré las líneas de su vida se lo aseguro-dijo levantando las manos de la clienta con suavidad mientras sus ojos se clavaban dentro de los de ella ampliando la sonrisa que solía perseguirle cada vez que disfrutaba con algún trabajo- Puedo mirar en lo profundo de sus ojos y develar los secretos de su alma-hizo una pequeña pausa- Porque tiene un alma verdad Santini??? –aquella ultima frase la dijo casi en un susurro y no con su propio conocimiento, sino el de aquella cosa a la que el mismo le entrego su vida, el simplemente se encontró inconsciente de lo que decía.
- Nadie molesta a las cartas madeimoselle, incluso mi propia persona se encuentra complacida ante su presencia-dijo con el rostro aun adornado por aquella sonrisa conocedora de aquel que puede darse una zambullida y saber lo que el porvenir depara a cada persona, aun cuando su propio destino era indescifrable para él lograba alcanzar un trozo del suyo propio en la mirada de cada persona, conocimiento que calmaba su espíritu en ocasiones y en otras le perturbaba hasta el punto de enloquecerlo temporalmente- Y dígame que desea obtener de este pobre pecador?-dijo haciendo una pequeña reverencia ante la clienta tan poco común que se asomaba aquel día entre las telas de la carpa.
La luz mortecina de las velas comenzó a bailar repentinamente siendo movida por una pequeña corriente de viento que cerro por completo la pequeña tienda, adentro no era como la típica tienda de los adivinadores y a la vez lo era, no había bola de cristal no objeto visible de adorno, nada de muebles aparte de las dos sillas colocadas una frente a otra o la mesa de centro en la que solamente se encontraba colocado un jarrón con un par de flores muertas que a pesar de encontrarse completamente secas no alcanzaban aun a perder sus propios pétalos.
- Puedo hacer lo que usted desee para complacerla, los vistazos al porvenir se pueden hacer de muchas formas-dijo repentinamente pasando una de sus manos por sobre la superficie de madera para dejar abandonado ahí un mazo de cartas del tarot boca abajo y acomodadas en una fila perfectamente alineada. Después repitió el movimiento sobre las cartas ya colocadas alternándolas boca arriba y dirigiendo su vista a la doncella- Cartas o bola de cristal las dos sirven para lo que usted supongo que desea no es cierto??-comento juntando las palmas de las manos, al separarlas lo que al principio pareció una pequeña canica se transformó en una bola de cristal
Aquello eran los trucos que aprendió al pasar del tiempo, simples pero agradables a la vista y simplemente tendía a encantar a los mirones que cada día se volvían más exigentes con sus jueguitos de mago charlatán, al final claro termino usando magia real aun cuando la gente decía que solo se trataba de trucos visuales propios de los espectáculos del circo, en realidad después de un tiempo aquello no le molestaba tanto, la inquisición se mantenía metiendo las narices en sus propios asuntos. Al final todos ganaban una cosa importante, anonimato y evitaban los problemas.
- Puede darme su mano y leeré las líneas de su vida se lo aseguro-dijo levantando las manos de la clienta con suavidad mientras sus ojos se clavaban dentro de los de ella ampliando la sonrisa que solía perseguirle cada vez que disfrutaba con algún trabajo- Puedo mirar en lo profundo de sus ojos y develar los secretos de su alma-hizo una pequeña pausa- Porque tiene un alma verdad Santini??? –aquella ultima frase la dijo casi en un susurro y no con su propio conocimiento, sino el de aquella cosa a la que el mismo le entrego su vida, el simplemente se encontró inconsciente de lo que decía.
Juan de la Cruz- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/05/2012
Re: Las cartas eligen [Privado]
Todo un galán por lo que veo al igual que las cartas -Bromeó mientras sus ojos aún así estaban admirando el interior de la carpa, más que poder expresarlo con meras palabras eran los sentimientos dentro de ella los que habitaban las frases, estremecedor pero al mismo tiempo bastante interesante era tal que recordó una situación en la que una niña que tenía el rostro deformado entró al burdel, todas las mujeres lo miraban ni siquiera ella podía dejar de hacerlo aunque sabía que era una falta de respeto. Eso provocaba el interior de la carpa, la presencia del hombre le tranquilizaba era obvio que lo hacía pero por lo demás provocaba en ella una desazón interior parecido a un protagonista de aventura que debe de continuar, porque el guión asi lo esclarece o por que, por el contrario, es el propio protagonista que quiere seguir alli.
Mar no era una mujer que se contagiase de la cobardía, gustaba de parecer valiente incluso en aquellos momentos donde cualquiera bajaría el rostro, le gustaba morderse la lengua antes de reconocer que tenía temor o que estaba incómoda en un sitio, asi se había forjado el caracter de la cortesana, fuerte pero tambien como mujer que era débil al mismo tiempo- Lo que deseo me temo que ya lo sabe de sobra -Reconoció indirectamente que habia sido vencida por la curiosidad como en la credibilidad que solía tener en aquellas cosas, era cierto que ella solía ser del tipo crédulo hasta el punto de creer que hasta su propia sombra tenía una doble vida lejos de la que ella podía ofrecerle.
Dejó que tomase su mano pero en el instante que escuchó su apellido sus orbes claros volvieron toda su atención {antes centrada en sus manos} hacia el hombre. Por unos minutos aunque sin llegar a exagerar ya que podría haber sido perfectamente solo un minuto, el tono de su respiración pareció detenerse hasta finalmente escucharse con lentitud, subiendo y bajando su pecho a un ritmo inconsciente, suave que hasta pareciese que estaba descanso mientras volvía a sonreír- ¿Que es lo más efectivo? -Preguntó mientras sus manos tocaron suavemente las ajenas, palpando la suavidad como la áspereza propia de las manos masculinas.
No se levantó ni se marchó, incluso escucho a algún curioso que movia las manos en la tela para entrar pero que despues lo pensaba mejor. Un mechón de pelo cruzó la frontera de su hombro para situarse delante, cerca de su seno escondiendo o al menos cegando el escote que bastante normal se presentaba para ella.- Puede llamarme por mi nombre siempre y cuando usted se desprenda del suyo -No es que quisiera parecer maleducada o pecar de ese infortunio del poco respeto pero el que alguien supiera su nombre mientras ella desconocía el de la persona con la que hablaba no le parecía por el momento, justo.
Ladeó el rostro cuando el rostro de un niño asomó por la carpa poco más de unos segundos porque después marchó corriendo. Colocó las manos en la mesa, no las iba a esconder sino todo lo contrario las mostraba incluso con las palmas ligeramente asomadas, su piel blanquecina parecía ser acariciada por el influjo de la oscuridad y la caricia de las velas mientras el tiempo las consumía sin más testigos que la pérdida aleatoria de su forma e figura. No obstante, ella sonrió de costado, aquel hombre ya sabría quien era y a que se dedicaba pero era bueno conocer un poco más- Del pasado no ha de preocuparse -Habló con un tono firme aunque femenino con un ligero acento español, que a veces se colaba ausente del idioma que ahora hablaba- Podría tener interés en el futuro o el presente ¿que cree usted que debería saber?
Mar no era una mujer que se contagiase de la cobardía, gustaba de parecer valiente incluso en aquellos momentos donde cualquiera bajaría el rostro, le gustaba morderse la lengua antes de reconocer que tenía temor o que estaba incómoda en un sitio, asi se había forjado el caracter de la cortesana, fuerte pero tambien como mujer que era débil al mismo tiempo- Lo que deseo me temo que ya lo sabe de sobra -Reconoció indirectamente que habia sido vencida por la curiosidad como en la credibilidad que solía tener en aquellas cosas, era cierto que ella solía ser del tipo crédulo hasta el punto de creer que hasta su propia sombra tenía una doble vida lejos de la que ella podía ofrecerle.
Dejó que tomase su mano pero en el instante que escuchó su apellido sus orbes claros volvieron toda su atención {antes centrada en sus manos} hacia el hombre. Por unos minutos aunque sin llegar a exagerar ya que podría haber sido perfectamente solo un minuto, el tono de su respiración pareció detenerse hasta finalmente escucharse con lentitud, subiendo y bajando su pecho a un ritmo inconsciente, suave que hasta pareciese que estaba descanso mientras volvía a sonreír- ¿Que es lo más efectivo? -Preguntó mientras sus manos tocaron suavemente las ajenas, palpando la suavidad como la áspereza propia de las manos masculinas.
No se levantó ni se marchó, incluso escucho a algún curioso que movia las manos en la tela para entrar pero que despues lo pensaba mejor. Un mechón de pelo cruzó la frontera de su hombro para situarse delante, cerca de su seno escondiendo o al menos cegando el escote que bastante normal se presentaba para ella.- Puede llamarme por mi nombre siempre y cuando usted se desprenda del suyo -No es que quisiera parecer maleducada o pecar de ese infortunio del poco respeto pero el que alguien supiera su nombre mientras ella desconocía el de la persona con la que hablaba no le parecía por el momento, justo.
Ladeó el rostro cuando el rostro de un niño asomó por la carpa poco más de unos segundos porque después marchó corriendo. Colocó las manos en la mesa, no las iba a esconder sino todo lo contrario las mostraba incluso con las palmas ligeramente asomadas, su piel blanquecina parecía ser acariciada por el influjo de la oscuridad y la caricia de las velas mientras el tiempo las consumía sin más testigos que la pérdida aleatoria de su forma e figura. No obstante, ella sonrió de costado, aquel hombre ya sabría quien era y a que se dedicaba pero era bueno conocer un poco más- Del pasado no ha de preocuparse -Habló con un tono firme aunque femenino con un ligero acento español, que a veces se colaba ausente del idioma que ahora hablaba- Podría tener interés en el futuro o el presente ¿que cree usted que debería saber?
Mar Santini- Humano Clase Alta
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Re: Las cartas eligen [Privado]
El lado izquierdo se sus labios se elevó de una manera leve pero divertida formando una media sonrisa, todos los encuentros marcados por el destino traían sin duda alguna algún fructífero trato para con él y sus acompañantes por lo cual la presencia de la mujer indicaba que tenía al menos una interesante cosa para lo venidero, la sola idea le causaba interés pues Mr. Destino calculaba en su tabla de vida cualquier cruce con otras personas, ningún movimiento resulto nulo dentro de sus planes aunque muchas veces si podía terminar siendo corto, Juan de La Cruz se alejó lo suficiente para mirarla detenidamente, su mano derecha aun sostenía ligeramente la de la dama e inclinándose educadamente beso la comisura de sus dedos, su piel era suave sin embargo pudo sentir recorriéndolo pequeños vestigios que el hombre sombra envió a su cerebro con el tacto.
- Oh las cartas todas tiene su encanto madeimoselle, el misticismo que ocultan solamente es descubierto por aquellos que tiene el poder o desean obtenerlo, no es difícil pues que nadie aprenda el arte si sabe buscar correctamente-su mirada se perdió detrás delo cuello de la joven, blanco y adornado por su extensa cabellera al parecer a cierto noble del mas allá le pareció interesante. La sombra del barón samedi miraba atento a la joven desde su espalda, como descubriendo los misterios de su pasado, presente y futuro, siempre interesado en las mujeres humanas la tentación de cambiar a Juan de La Cruz siempre surgía cuando alguna notable clienta cruzaba la carpa, hurgaba en su alma tratando de encontrar el potencial que encontró en Ave, su madre, cuando esta decidió venderle su alma, para él los usuarios no necesitaban precisamente el talento mágico sino como ya menciono el potencial suficiente en su alma, además de la ambición propia de los humanos para volverlo acreedor del trato
- Las líneas de la vida son las más explicitas cuando uno quiere saber acerca de su futuro o de su pasado-Comento Juan de La Cruz con un brillo divertido en sus ojos mientras pasaba los dedos por la palma de la mujer divisando en ellos los detalles de su vida presente pero sin aventurarse aun en lo que podría ser su futuro o su pasado, la sombra seguía acechando detrás de ella, esperando el momento preciso para saltar sobre su alma y bebérsela por completo cuando Juan de La Cruz se descuidase, sin embargo ellos había estado cohabitando desde hacía ya varios años por lo cual el brujo tenia claramente marcadas en su diario todas las tretas del espirito sabiendo perfectamente cómo mantenerlo a raya con lo que respectaba al contrato, las condiciones le habían quedado claras desde el principio, si el barón lo dejaba, se moría- Además es el método más divertido pues no todas las noches tengo el gusto de sostener la mano de una dama tan bella-Bromeo sabiendo que si no la soltaba el hombre sombra no la podría tocar
- Me llaman de muchos modos señorita, sin embargo por tratarse de una dama tan peculiar le diré que mi padre me nombro Juan, Juan de La Cruz-Su tono era cortés sin dejar de prestarle atención a la muchacha pero centrándose también en el demonio de atrás, el seria quien hablaría por el durante la predicción, al menos en eso podía confiar plenamente pues a pesar de sus engaños el futuro hablaba por si solo en los labios de los loas, en especial aquel que controlaba la vida y la muerte, el que escogía quien moría o quien se quedaba en el limbo esperando ser liberado- Depende de lo que a usted le interese saber, yo puedo decírselo todo madeimoselle, cosas muy interesantes de su presente y de su futuro, los problemas que ciertos clientes podrían acarrearle o los lazos de sangre que la unen a seres sobrenaturales, sin embargo todo depende de usted misma…-Para Juan de La Cruz hablar sobre las predicciones siempre le pareció interesante aun cuando un cierto misterio en el porvenir también lo tenia
- Oh las cartas todas tiene su encanto madeimoselle, el misticismo que ocultan solamente es descubierto por aquellos que tiene el poder o desean obtenerlo, no es difícil pues que nadie aprenda el arte si sabe buscar correctamente-su mirada se perdió detrás delo cuello de la joven, blanco y adornado por su extensa cabellera al parecer a cierto noble del mas allá le pareció interesante. La sombra del barón samedi miraba atento a la joven desde su espalda, como descubriendo los misterios de su pasado, presente y futuro, siempre interesado en las mujeres humanas la tentación de cambiar a Juan de La Cruz siempre surgía cuando alguna notable clienta cruzaba la carpa, hurgaba en su alma tratando de encontrar el potencial que encontró en Ave, su madre, cuando esta decidió venderle su alma, para él los usuarios no necesitaban precisamente el talento mágico sino como ya menciono el potencial suficiente en su alma, además de la ambición propia de los humanos para volverlo acreedor del trato
- Las líneas de la vida son las más explicitas cuando uno quiere saber acerca de su futuro o de su pasado-Comento Juan de La Cruz con un brillo divertido en sus ojos mientras pasaba los dedos por la palma de la mujer divisando en ellos los detalles de su vida presente pero sin aventurarse aun en lo que podría ser su futuro o su pasado, la sombra seguía acechando detrás de ella, esperando el momento preciso para saltar sobre su alma y bebérsela por completo cuando Juan de La Cruz se descuidase, sin embargo ellos había estado cohabitando desde hacía ya varios años por lo cual el brujo tenia claramente marcadas en su diario todas las tretas del espirito sabiendo perfectamente cómo mantenerlo a raya con lo que respectaba al contrato, las condiciones le habían quedado claras desde el principio, si el barón lo dejaba, se moría- Además es el método más divertido pues no todas las noches tengo el gusto de sostener la mano de una dama tan bella-Bromeo sabiendo que si no la soltaba el hombre sombra no la podría tocar
- Me llaman de muchos modos señorita, sin embargo por tratarse de una dama tan peculiar le diré que mi padre me nombro Juan, Juan de La Cruz-Su tono era cortés sin dejar de prestarle atención a la muchacha pero centrándose también en el demonio de atrás, el seria quien hablaría por el durante la predicción, al menos en eso podía confiar plenamente pues a pesar de sus engaños el futuro hablaba por si solo en los labios de los loas, en especial aquel que controlaba la vida y la muerte, el que escogía quien moría o quien se quedaba en el limbo esperando ser liberado- Depende de lo que a usted le interese saber, yo puedo decírselo todo madeimoselle, cosas muy interesantes de su presente y de su futuro, los problemas que ciertos clientes podrían acarrearle o los lazos de sangre que la unen a seres sobrenaturales, sin embargo todo depende de usted misma…-Para Juan de La Cruz hablar sobre las predicciones siempre le pareció interesante aun cuando un cierto misterio en el porvenir también lo tenia
Juan de la Cruz- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/05/2012
Re: Las cartas eligen [Privado]
-Era un hombre normal e incluso corriente pero ella no podía apartar la vista de ese hombre pues el aire incluso comparecía ante ellos como una mezcolanza de persuasión, dificil era conocer donde había empezado el arte de la intimidación al mero atractivo que ese hombre ya de por sí generaba. Las personas depende de como se comportasen parecían poseer sino al mundo a la gente a sus pies, si aquel hombre fuera un mero ladrón de mentiras se le notaría fácilmente por sus comportamientos, sin embargo, esta vez parecía que era todo real eso era lo que mantenía a la mujer no en tensión sino en completa curiosidad asimilando su papel de dócil dama que quiere saber sobre su futuro sonrió de costado. "La palabra dócil nunca fue una de mis características" pensó acertadamente mientras sonreía divertida cuando le besó la palma de sus dedos- sabe usted hacer sentir a cualquier dama como una princesa monsieur, solo por eso esta visita no ha sido en vano -su voz fue como un susurro, una brisa que ni entorpecía al murmullo de las velas mientras que le escuchaba, oh, claro que le escuchaba desde su cerebro, hasta todo su cuerpo.
Las cartas eran lo que más usaba la gente para leer el futuro de las personas, tan ambiguo que nunca se ponía en duda del poder de las cartas, más no obstante, siempre se sugestionaba el poder de las personas que la manejaban, automáticamente ladeó el rostro hacia su espalda- Hm -podía sentir la mirada de alguien sobre su cuerpo por lo que pensó que alguna otra mujer habría querido entrar esperando paciente e incluso con aquellos detalles de morbosa curiosidad los estaba mirando, pero no había nada a su espalda. Sus orbes claros centellearon orgullosos negándose o incluso prohibiéndose actuar de ese modo para que el hombre que tenía a su lado no se riese de ella, el ambiente no era tétrico de por sí pero como había mencionado, tenía un aroma extraño que embaucaba a quienes entraban a ese sitio. Aún así, como buena alumna escuchó todo lo que decía volviendo a mirarle a los ojos ignorando casi por completo el agarre entre ambas manos, solo lo notaba cuando él movía sus manos o ella se acomodaba en su asiento, sintiendo una vez más ese calor entre ambos- Lo que dije, sabeis hacer que una mujer tan simple como yo se sienta como una princesa.
-Ella sabía donde estaba su línea de la vida, a veces se sonreía con ironía porque la veía en algunas situaciones corta, en otras situaciones larga más ¿que tenía de utilidad esa línea? si alguien quiere matarse el que tenga la línea de la vida corta o larga no influía necesariamente sino en la fuerza que esa persona mostraba. Los cabellos de mar palparon su espalda y sus hombros mientras pasaba la lengua por los labios, estaban algo resecos no de sed precisamente sino que estaba tan dentro de aquella situación que se le olvidaba en algunos momentos incluso mover los labios, solo dedicándose a sonreírle mientras le miraba fijamente.
Cuando supo su nombre, una estúpida sensación de alivio le rodeó porque al menos podía conocer su nombre, ella no era de las personas que decían "Ey, tu" adquiriendo ese tu la mayor parte de personas que le rodeaban pero solo se sabía ese mote, ella en cambio quería conocer todo lo que podía de las personas, después de todo cuando no estaba buscando a sus clientes se dedicaba a espiar a la gente por la que le ofrecían otra fuente de ingresos, a menudo, tenía que asesinar a pobres mujerzuelas o a simples borrachos regordetes, bien sabía que no había heroismo en lo que hacía, pero era el precio por sobrevivir día a día- Entonces no hay nada que pueda esconder de usted...-pareció tomarse un poco de tiempo en aquellas palabras, paladeando en sí mismo esa sensación de interés que ya había dejado a la viciosa curiosidad enredada en sus propias vacilaciones, ya había mostrado que no era simplemente un juego- Será interesante saber más del presente que del futuro, pero el futuro a veces se viste se "presente". -Habló más para sí misma, dejando sus ojos quietos en un aparte del cuerpo de Juan, precisamente, en su torso con una sonrisa en sus labios volviendo a elevar el rostro hacia él mirándole fijamente- Lo que quiero que me digas, es porqué estoy sintiendo que alguien nos está observando -era directa, muy directa cuando algo le molestaba- ¿O solo serán imaginaciones mías? - lo pronunció con tono que dejaba expuesto que era bastante poco probable ya que sus sentidos siempre estaban alerta-
Las cartas eran lo que más usaba la gente para leer el futuro de las personas, tan ambiguo que nunca se ponía en duda del poder de las cartas, más no obstante, siempre se sugestionaba el poder de las personas que la manejaban, automáticamente ladeó el rostro hacia su espalda- Hm -podía sentir la mirada de alguien sobre su cuerpo por lo que pensó que alguna otra mujer habría querido entrar esperando paciente e incluso con aquellos detalles de morbosa curiosidad los estaba mirando, pero no había nada a su espalda. Sus orbes claros centellearon orgullosos negándose o incluso prohibiéndose actuar de ese modo para que el hombre que tenía a su lado no se riese de ella, el ambiente no era tétrico de por sí pero como había mencionado, tenía un aroma extraño que embaucaba a quienes entraban a ese sitio. Aún así, como buena alumna escuchó todo lo que decía volviendo a mirarle a los ojos ignorando casi por completo el agarre entre ambas manos, solo lo notaba cuando él movía sus manos o ella se acomodaba en su asiento, sintiendo una vez más ese calor entre ambos- Lo que dije, sabeis hacer que una mujer tan simple como yo se sienta como una princesa.
-Ella sabía donde estaba su línea de la vida, a veces se sonreía con ironía porque la veía en algunas situaciones corta, en otras situaciones larga más ¿que tenía de utilidad esa línea? si alguien quiere matarse el que tenga la línea de la vida corta o larga no influía necesariamente sino en la fuerza que esa persona mostraba. Los cabellos de mar palparon su espalda y sus hombros mientras pasaba la lengua por los labios, estaban algo resecos no de sed precisamente sino que estaba tan dentro de aquella situación que se le olvidaba en algunos momentos incluso mover los labios, solo dedicándose a sonreírle mientras le miraba fijamente.
Cuando supo su nombre, una estúpida sensación de alivio le rodeó porque al menos podía conocer su nombre, ella no era de las personas que decían "Ey, tu" adquiriendo ese tu la mayor parte de personas que le rodeaban pero solo se sabía ese mote, ella en cambio quería conocer todo lo que podía de las personas, después de todo cuando no estaba buscando a sus clientes se dedicaba a espiar a la gente por la que le ofrecían otra fuente de ingresos, a menudo, tenía que asesinar a pobres mujerzuelas o a simples borrachos regordetes, bien sabía que no había heroismo en lo que hacía, pero era el precio por sobrevivir día a día- Entonces no hay nada que pueda esconder de usted...-pareció tomarse un poco de tiempo en aquellas palabras, paladeando en sí mismo esa sensación de interés que ya había dejado a la viciosa curiosidad enredada en sus propias vacilaciones, ya había mostrado que no era simplemente un juego- Será interesante saber más del presente que del futuro, pero el futuro a veces se viste se "presente". -Habló más para sí misma, dejando sus ojos quietos en un aparte del cuerpo de Juan, precisamente, en su torso con una sonrisa en sus labios volviendo a elevar el rostro hacia él mirándole fijamente- Lo que quiero que me digas, es porqué estoy sintiendo que alguien nos está observando -era directa, muy directa cuando algo le molestaba- ¿O solo serán imaginaciones mías? - lo pronunció con tono que dejaba expuesto que era bastante poco probable ya que sus sentidos siempre estaban alerta-
Mar Santini- Humano Clase Alta
- Mensajes : 224
Fecha de inscripción : 10/09/2011
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Re: Las cartas eligen [Privado]
Sus intuiciones casi siempre eran correctas, muchas veces se comparaba a sí mismo como un animal, un perro tal vez, de esos que pueden oler las emociones y sentir los rastros a kilómetros de distancia, no había ni una maldita cosa que su instinto le avisaba que le diesen ganas de ignorar pues cuando su rio interno comenzaba a correr como un caudal seguramente que trataba de decirla algo, de modo que las impresiones que recibía de la demás gente eran por demás importantes, la mujer delante de él tenía ese algo que le gritaba a en los oídos hasta destrozárselos que no era para nada fácil de tratar cuando alguien la subestimaba, el por supuesto si había algo a lo que jamás solía subestimar era a la mente de las mujeres, ellas siempre eran más listas de lo que los hombres pensaban aunque también estaba seguro que no eran tan listas como ellas creían que eran, Juan de La Cruz tenía claro que él no era un caballero de blanca armadura, era un hombre simple de carácter un poco ermitaño con la costumbre de hablar de forma halagadora con todo lo que le agradase, para él la amabilidad era una característica que tanto hombres como mujeres debería poseer, aunque también esta descubierta de bondad podía llegar a ser peligrosa.
- Es un don…-contesto sonriendo mientras hacia una pequeña reverencia con la cabeza, lo había dicho en tono de broma dejando que el sentimiento se reflejase opacamente en su rostro, su sentido del humor constaba en una mezcolanza de personas a las que frecuentaba cuando era pequeño, la mayoría de las personas con las que trato de chico eran hombres mayores que habían conocido a su madre, las mujeres se habían encargado de volverlo alguien respetuoso con el sexo femenino mientras que los hombres a hacerlas sentir halagadas, claro que con la brecha generacional que los separaba Juan de La Cruz prefería usar sus conocimientos para divertirlas en vez de conquistarlas, este probablemente sería el caso de la bella… Como era?? Sonrió un poco cuando el viento le envió la respuesta desde lejos, la sombra se divertía con la compañía así que probablemente le tendría de buen humor un buen tiempo.
“Mar” susurro riendo tan fuerte como un mimo, todas las respuestas se las daba la sombra, mucha gente nacía con talentos únicos e inimaginables, no sabía cuántos diferentes había en el mundo pero estaba seguro que muchos de ellos podían llegar a ser inútiles en dueños que no podían utilizarlos correctamente, Juan de La Cruz tenía un montón de esos pero el que más apreciaba sin duda era el que le permitía hacer las cosas sin mover un dedo, comúnmente era creído que para obtener algo el esfuerzo y determinación eran piezas importantes e indispensables, cosa que no descartaba como cierta sin embargo después de una dosis de estas dos cosas [Las cuales no dudaba haber utilizado hacía ya mucho tiempo] todos los deseos de uno comenzaban a caer en sus posiciones rápidamente, ya no se necesitaba más trabajo duro.
- Madeimoselle me sorprende su perspicacia-comento bastante divertido, al notar como las miradas de la dama le decía que había notado realmente todo lo que coexistía con ellos en la habitación, la mayoría de la gente simplemente daba por hecho que las malas sensaciones que el lugar daba se debían a que era la choza de un gitano, su color de piel le ayudaba a pasar desapercibido entre las personas de dicha raza- Probablemente se deba al ambiente de la carpa que le hace imaginar cosas-Dijo quitándole importancia, pero después volvió reír de manera relajada- Podría haber dicho eso pero en realidad no creo que esa respuesta le haga justicia a mi estimada clienta-Paso uno de sus dedos por la palma de la mujer- Por ellos le diré que probablemente los ojos que siente en sus espaldas en realidad si están ahí, y parecen muy interesados en usted…-esto último lo dijo con la misma mueca en el rostro pero con un tono un poco mas serio.
- Es un don…-contesto sonriendo mientras hacia una pequeña reverencia con la cabeza, lo había dicho en tono de broma dejando que el sentimiento se reflejase opacamente en su rostro, su sentido del humor constaba en una mezcolanza de personas a las que frecuentaba cuando era pequeño, la mayoría de las personas con las que trato de chico eran hombres mayores que habían conocido a su madre, las mujeres se habían encargado de volverlo alguien respetuoso con el sexo femenino mientras que los hombres a hacerlas sentir halagadas, claro que con la brecha generacional que los separaba Juan de La Cruz prefería usar sus conocimientos para divertirlas en vez de conquistarlas, este probablemente sería el caso de la bella… Como era?? Sonrió un poco cuando el viento le envió la respuesta desde lejos, la sombra se divertía con la compañía así que probablemente le tendría de buen humor un buen tiempo.
“Mar” susurro riendo tan fuerte como un mimo, todas las respuestas se las daba la sombra, mucha gente nacía con talentos únicos e inimaginables, no sabía cuántos diferentes había en el mundo pero estaba seguro que muchos de ellos podían llegar a ser inútiles en dueños que no podían utilizarlos correctamente, Juan de La Cruz tenía un montón de esos pero el que más apreciaba sin duda era el que le permitía hacer las cosas sin mover un dedo, comúnmente era creído que para obtener algo el esfuerzo y determinación eran piezas importantes e indispensables, cosa que no descartaba como cierta sin embargo después de una dosis de estas dos cosas [Las cuales no dudaba haber utilizado hacía ya mucho tiempo] todos los deseos de uno comenzaban a caer en sus posiciones rápidamente, ya no se necesitaba más trabajo duro.
- Madeimoselle me sorprende su perspicacia-comento bastante divertido, al notar como las miradas de la dama le decía que había notado realmente todo lo que coexistía con ellos en la habitación, la mayoría de la gente simplemente daba por hecho que las malas sensaciones que el lugar daba se debían a que era la choza de un gitano, su color de piel le ayudaba a pasar desapercibido entre las personas de dicha raza- Probablemente se deba al ambiente de la carpa que le hace imaginar cosas-Dijo quitándole importancia, pero después volvió reír de manera relajada- Podría haber dicho eso pero en realidad no creo que esa respuesta le haga justicia a mi estimada clienta-Paso uno de sus dedos por la palma de la mujer- Por ellos le diré que probablemente los ojos que siente en sus espaldas en realidad si están ahí, y parecen muy interesados en usted…-esto último lo dijo con la misma mueca en el rostro pero con un tono un poco mas serio.
Juan de la Cruz- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 22/05/2012
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