Deja que las cartas te guien [Privado]

Arthur giró su rostro a su compañero. Por la forma de actuar de ella primero se habían limitado a quedarse observando pensando que ella ignoraría todo, pero al final se había puesto de pie y se había acercado, ahora estaba casi en el mismo sitio que ellos. Si fueran entes vivos no habrían podido ocupar el mismo espacio, pero no lo eran. 

Egyed se alejó un poco haciéndole una seña a Arthur que pareció renegarle y decir que solo pasaran del hecho. Pero verla ahí diciendo eso no lo hacía más fácil -Si no quereis asustarla, más de lo que podría asustarse, al menos dale una imagen diferente, dejad que las plantas de tus pies parezcan tocar el suelo- No iban a voverse corpóreos, pero si visibles.  El que alguna vez había sido un rey pareció como si diese un par de pasos atrás antes de hacer que ella pudiese verle a él  -Te preocupas por nimiedades, mi amigo - Amigos, eso no lo eran, no lo hubiesen podido ser en vida, pero más mal que bien estaban juntos en esto, en un mundo que ya no era el suyo -Somos fantasmas, no creo que le preocupe si flotamos más que si aparecemos de la nada - El gesto en el que era más bajo de los dos tuvo su efecto, debía decir que tenía sentido lo que le decía y parecía no querer admitirlo. 

A Egyed le divertía cuando era capaz de poner en el rostro joven un gesto como aquel. No tenía ni idea de cómo habría lucido aquel sujeto en su muerte, pero dudaba que como lo veía ahora, demasiado joven para las leyendas que se contaban. Pero como carecía de importancia tampoco lo pensaba demasiado. Y a pesar de todo, cuando sus formas dejaron de ser invisibles, había terminado por hacer un intento de no parecer un fantasma, aún cuando ella aún no podía tocarle, eso requeriría algo más y se iba a abstener de eso por ahora. 

Vio al rubio hacer una reverencia y él solo arqueó una ceja. Innecesario, no es que alguien como ella fuese razón para hacer algo así, pero él era así, qué más daba -No era nuestra intención interrumpirle -Egyed pensó que justamente la suya sí era, pero se mantuvo callado, cruzando los brazos sobre su pecho. La chica...  se concentró en ver la expresión en su rostro al verles y tras un momento soltó una risotada que inundó aquel lugar tranquilo en el que estaban.

Egyed no creía en el destino, pero Arthur solía decir que al menos en vida, habían sido llevados por una fuerza como esa. Había sido su destino ser un rey y morir como lo había hecho. Egyed creía que lo suyo no era de ese modo. Había decidido, incluso si creía en un Dios, el aburrimiento le había llevado por esos caminos. Pero siendo fantasmas, no había un destino ¿no era así? Aunque seguro el otro diría que tal vez sí lo había. Sólo que no lo conocían. Tal vez encontrarse con el brujo lo había sido una de esas cosas inevitables, habían sido traídos de regreso y tenían alguna especie de misión ahora, por eso no desaparecerían ni se volverían locos causando disturbios y asustando gente como algunos. Había que ver la ironía de haber sido invocados justo dos figuras opuestas. Estaba seguro que quien lo había hecho buscaba lo mejor para proteger lo que quería. Dos guerreros con puntos de vista probablemente demasiado diferentes.  Ironía y debía decir que también, no había sido tan mala idea, solo que los planes le habían fallado siendo que lo asesinaran rápidamente antes de que ellos pudiesen hacer algo en realidad.

A Egyed aquello empezaba a pintarle de lo más divertido, por ahora dejo hablar a su compañero sin más, como si él no tuviese ningún interés en la situación, aunque claramente para quien le conocía, de no haber sido así, ya no estaría ahí mismo viendo lo que aquel par de tontos decían.
-No os preocupéis, no habéis interrumpido – No existía ningún vínculo con ese sitio probablemente para ninguno de los dos –Pareciese que lo dice como si nosotros estuviésemos atrapados en este jardín. Podéis creer con seguridad que no es así, sobre todo el aburrido de Arthur, que ni siquiera puede decir que sea francés – La sonrisa cínica de medio lado en el rostro áspero de Egyed a muchos les parecía amenazante. Una de sus manos pareció posarse en los cabellos rubios del hombre que mantenía fija su vista en la muchacha–Una espera momentánea, arribamos poco antes que vos – La poca gracia en los movimientos de la mujer no preocupaba a ninguno de los dos, a fin de cuentas ni siquiera estaban vivos ahora.

Arthur se inclinó en una reverencia, un movimiento natural y fluido, mientras quien estaba detrás suyo solo se mantenía erguido de aquella forma. También conocía los protocolos, pero innecesarios parecían en ese instante. Podría no haber sido un rey, pero a la realeza había pertenecido –Luna – Egyed parecía interesado en el nombre por alguna razón. Arthur se enderezó –Mi nombre es Arthur – Sonrió con amabilidad –Y el nombre de este caballero es Egyed – Y éste último estaba intrigado, ella se había sorprendido pero recuperado rápidamente -–¿Has visto seres como nosotros antes? – Ni siquiera lo pensó demasiado al dejar la pregunta correr. Ellla había preguntado quienes eran y por un momento pensó que decir sus nombres tal vez no fuese lo único que deseara saber. Podía distinguir el brillo de la curiosidad en sus ojos, y vaya que él conocía ese tipo de miradas bastante bien.

Desde que hubiesen sido traídos de vuelta a este mundo, con esa forma incorpórea, habían tenido que aprender muchas cosas, como el hecho de que no estaban ahí por no haber encontrado la paz. Sus almas habían sido forzadas a regresar y de ahí las decisiones los habían llevado hasta ese momento y lugar.

Ninguno de los dos se inmutó ante sus reacciones y la forma en la que estaba hablando y casi corrigiéndose a sí misma. Una sonrisa de comprensión y una de diversión se dibujaron en los semblantes del par de espectros. PArecía nerviosa, pero se lo había tomado mejor de lo que esperaban. Es decir. Un fantasma... la reacción común era asustarse. Normalmente no se quedaban a charlas contigo sin más. Pero siempre existen esas personas cuya curiosidad puede llevarles más lejos que a otros. Para bien o para mal.

Una risa espontánea por parte de Egyed -¿Quieres saberlo? - Su voz sonó a invitación y al mismo tiempo a una amenaza latente. Ella probablemente, como la mayoría, no sabría quién era él- No presentándose con ese nombre o de esa forma. Por ahora su identidad estaba aún más oculta que la de Arthur. Un poco de perspicacia o de atención y podría decirse quién había sido en vida -¿Qué deséais preguntar?- Interrumpió  Arthur como desviando la atención de su compañero -No os puedo decir qué se siente, no de forma que pudieses imaginarlo - ¿Cómo explicarle que se sentía no tener, para empezar, un cuerpo? -Es como cuando pierdes alguna parte de vuestro cuerpo - Egyed tenía una expresión al go siniestra en ese rostro suyo, a lo que el rubio pensó que probablemente quería molestarla de alguna manera -Tiene sus ventajas y sus desventajas- No estaban vivos, para empezar. Tampoco habían elegido aquello. El moreno decidió no seguir diciendo algo pues la mirada de su 'amigo' decía claramente que dejase el tema de desmembramientos fuera de eso. En realidad él disfrutaba haciendo eso, usar la comparativa había sido tan poco explicativo, dado que ella no parecía sufriese la falta de nada, ni de un dedo ni de otra parte de su cuerpo.

-Natural... - Dijo el británico. Estar así ahora se sentía como natural, como si así hubiese sido. Algunas cosas le hacían recordar que no era así, sentir el tacto de algo o alguien, muchas cosas probablemente eran más una evocación de sus recuerdos que algo real. Igualmente no podía asegurarlo.

-¿Qué sentís al estar viva? -Egyed parecía de lo más entretenido y al pareer no sería fácil que dejara de ver a la chica de aquella forma 'No es un juguete para que te diviertas' eso era lo que decía la mirada que le dirigían aquellos ojos claros enmarcados en un rostro juvenil, uno que no pertenecía al tiempo de su muerte.

-Se tiene la creencia de que los fantasmas se pasean por la tierra a causa de algún pendiente que tuviesen en vida ¿no es así, Luna? - Egyed empezó a hablarle con la confianza que había visto al brujo usar con la mayoría de la gente, eso le pareció curioso a su compañero, que misteriosamente le dejó proseguir mientras le veía acercarse y casi rodear a la muchacha mientras aparentaba caminar -Pero no somos la mayoría... por lo que si estás pensando en eso, ya te lo digo, estás equivocada...- Egyed se inclinó, agachándose para verle frente a su rostro -¿Quieres saberlo? ¿Cómo abandonamos la vida?- Su sonrisa era más de estar a gusto con aquello, como si le agradara el recuerdo. Arthur estaba tras él cuando se enderezó.

La expresión en el rubio fue más dubitativa y Egyed entendió por qué. Erthur era una leyenda, y ya habían visto de propia cuenta que la historia había tomado muchas versiones acerca de lo que había sucedido -Él ha muerto por una traición - Se había puesto detrás de Arthur poniendo sus manos de apariencia áspera sobre sus hombros -No queréis saber la vida de este hombre cuyas atrocidades han grabado su nombre... Ha perecido en una ejecución por esos pecados -Dijo con aquel tono que demarcaba su origen.

Egyed casi ríe pero solo el asomo de una sonrisa de satisfacción acompañó su penetrante mirada -Eres demasiado curiosa, pequeña. Tienes años por delante así que si tienes prisa por descubrir la muerte he de poder ayudarte - Levantó las manos como diciendo que no haría nada, pero solo fue porque Arthur había girado el rostro ligeramente hacia él. El aburrido chico que siempre le acompañaba era bastante predecible si decía cosas como esa, y eso le divertía. Su seriedad y esa nobleza que poseía, las entendía, tampoco es que él no comprendiese ciertas cosas, pero en cuanto a cómo habían llevado sus vidas, probablemente podían entenderse mutuamente un poco, solo que habían tomado caminos bastante diferentes -¿Preguntáis justo ahora? Sólo hemos salido a dar un paseo, si queréis verlo de ese modo- Sonrió esperando que la conversación se tornara más amena -Pero vos ¿qué hacéis aquí a estas horas? ¿No estáis arriesgando tu seguridad al venir a un sitio como este por la noche?

Las respuestas de la jovencita acerca de la razón por la que estuviese ahí hicieron que ambos se mirasen aún antes de contestarle. Arthur se adelantó dejándolos a un poco más de distancia -Eso creéis, que los espectros os mantenemos en la tierra por asuntos que hemos dejado pendientes. Pro no es la única forma que conocen -Los ojos claros de Arthur se clavaron en Luna.

Egyed sonrió al tenerla más cerca, casi sintiendo las ganas de acercar su mano, solo por ver la mera reacción en el rostro juvenil -Podrías decir que nuestras almas ya no estaban en este mundo. ¿Sabes como puede traerse de regreso a alguien que ha perecido centurias atrás? - No podía pensar en muchas, tal vez porque les había pasado a ellos.

Arthur, que había estado pensando en algo antes por fin se atrevió a decir -Fuimos guerreros, como muchos en nuestros tiempos. - Y justo la mirada de Egyed fue una combinación entre incredulidad y algo más que se filtraba en esos ojos oscuros que poseía. Ambos habían sido nobles, pero Arthur había pertenecido a un escalafón más alto. No mentía, solo que a veces le parecía  que ocultara quien era.  Aunque solían hacerlo con el brujo, así que tal vez solo era la precaución de no hacerlo.

Finalmente Egyed se encogió de hombros -Guerras las ha habido en todos los tiempos - Y así había sido. Sus vidas habían sido diferentes, pero ella había encontrado un punto en común en ellos, ambos habían luchado y ambos lo habían hecho pensando en lo que creían. Tal vez él había llevado ciertas cosas más lejos y no tenía esas características que parecían resaltar en Arthur incluso si no lo demostraba. Sonrió débilmente -Yo amaba la guerra, el poder de tener la vida de otros en mis manos y mi perdición fue justamente extrañar esos momentos una vez que hubiesen terminado -Por mucho que le gustara ver la expresión de espanto en otros, seguro que Arthur le discutiría si le contaba demasiado de lo que había hecho, y no tenía ánimos de estar escuchando su voz  todo el tiempo.

Esperaban ver si ella les daba la respuesta correcta a cómo habían llegado ahí, de cualquier forma pensaban en decirle a grandes rasgos cómo había sucedido.

Arthur no pudo evitar sonreír. Conocidos, no podía decir que ninguno de los dos no fuese recordado por una u otra causa. Sin embargo, la verdad estaba teñida por los años que habían transcurrido. Las leyendas se crean, pero muchas veces la realidad se pierde al querer realzar lo mejor de ellas.

ninguno había respondido, así que el británico pareció tomar aire -Pero podeís sentir, y muchos otros conoceís la forma de estar en contacto con lo que ya no deberíais percibir...- Demasiado tiempo  juntos, pensó Arthur al moverse rodeando a Egyed como un movimiento natural al notar que hablaría.
-Existe probablemente más de una forma, a través de quienes poseen esos dones de comunicar al mundo de los espíritus con el de los vivos - Egyed miraba a la chica, por un momento, la mirada que había estado dirigiéndole desapareció, cambiando a una algo más inescrutable, la sonrisa se borró apenas por un breve instante.

-Aquellos que llamáis brujos, magos o hechiceros - Él mismo había tenido cerca suyo a alguien con ese tipo de habilidades, alguien en quien confió y que le gui+ó durante muchos años.

Arthur sonrió como si ella se tratara de una niña pequeña, si bien en ese instante no había mucha diferencia en las apariencias, unligero gesto que denotaba una seguridad y un orgullo que estaba implícito en su mirada. Cada cual tiene sus motivos, incluso los que se dejan llevar por las guerras, los que solo lo hacen por motivos que parecen menos importantes que la trascendencia o la paz, incluso aquellos que solo lo hacían por la sed de sangre que no lograban controlar, pero todos tenían una propia justificación de sus actos, incluso si estos estaban mal. En su tiempo, había luchado por lo que creyó importante para él. Egyed, lo había hecho con motivos diferentes. Había seguido sus creencias y en algún punto sus historias se habían retorcido como las de cualquier otra persona. Pero hay personas que nacen para la grandeza, tal como a él se le había dicho.

-No solo guerreros -La voz de Egyed resonó tras un momento de silencio. El nombre de un rey que no se olvidaría y el de un hombre que  pasaría a la historia por lo que había cometido, más que la lucha encarnecida que había librado, la memoria de sus crímenes que le habían condenado. Nacido en la nobleza, su vida, sus actos y sus crímenes le harían ser recordado de una manera tan diferente al joven de cabellos rubios que permanecía de pie a su lado.

-Lo era -Una sonrisa ligera se dibujo en los rasgos de Arthur -Desconozco las leyes para hacer tales cosas, pero probablemente un precio ha de haber pagado - Sabía bien, gracias al jovencito que protegían que debía ser de ese modo -Pero era quien nos necesitaba, no nuestro deseo, por lo tanto no una deuda que nos pertenezca - Fuese cual fuese la causa, las formas que el brujo había usado nada tenía que ver con ellos. Nunca hubiese esperado verse de ese modo de nuevo en el mundo de los vivos pero él no tendrá que pagar por algo que él no había deseado.

Aquella mueca no había pasado desapercibida para ninguno de los dos, pero habían decidido dejarlo pasar por un momento. -Evidentemente depende del fantasma con el que estés tratando -Egyed respondió de un modo juguetón -Volver... eso es otro asunto.. no es que no quisiesemos volver, pero sabrás... una vez que quien nos ha invocado muriese tuvimos tal oportunidad... nos ves ahora aquí porque así lo hemos decidido -Le costaría admitir que había tenido un momento en el que había sentido algo de frustración por aquello. Las razones eran simples, había visto al muchacho y había pensado en  quienes fuesen sus víctimas. Dos razones bastante contradictorias a eso le habian hecho permanecer ahí para cumplir lo que su padre había intentado al llamarles. Las razones del rubio probablemente habían sido mucho más nobles que las suyas.

Egyed observó a Arthur agacharse manteniendo la mirada en quien les escuchaba -Tras cualquier acontecimiento ha de existir una razón- Egyed rió y se encogió de hombros -Destino, tal vez- Sin duda, Arthur creía más en ello que él, pero no es que él no lo hubiese hecho antes.

No pudo evitarlo después de eso. Una mirada que cuestionaba sin palabras fue dirigida por el asesino a la joven frente a ellos -¿Alguna vez escuchaste historias en tu infancia? ¿Sobre reyes o sobre demonios de carne y hueso que han atormentado a quienes están en la tierra? -Probablemente se habían topado mas personas que pudiese saber la identidad del británico, lo cual era curioso tomando en cuenta que él pertenecía a la historia de ese mismo pais en el que se encontraban.

Esa pregunta, su situación había cambiado desde que llegaran, la razón por la cual habían decidido hacer un trato con un chiquillo era algo que o le habían contado a nadie, en parte porque nadie lo había preguntado.

Fue entonces cuando Arthur sonrió, se sentía un timador diciendo algo como aquello -Han sido nuestras palabras las que nos han atado a esta tierra que ya debiésemos haber abandonado -Se había inclinado hacia ella, como quien cuenta una confidencia, aún cuando no hubiese nadie más allí que pudiera escucharlos -El pacto nos obliga a permanecer a su lado hasta que lo decida- Sintió a Egyed detrás suyo y detuvo sus palabras como quien sabe que la otra persona agregaría algo.

-Nuestras razones difieren, pero quien nos ha invocado, lo ha hecho para proteger a las personas que quería, lamentablemente de ellos solo un niño ha sobrevivido...-  No le dirían los detalles, mientras que uno actuaba por un impulso que le indicaba que no podía abandonar a alguien de esa forma tras que la situación se diera, el otro lo había hecho por razones meramente egoístas. Y ya que ella preguntaba acerca de ellos, una ligera luz diferente a la de los ojos claros británicos brilló en las del moreno -Él me recordaba a quienes fuesen mis víctimas - sonrió como si hablase de algo que fuese tan común como respirar.

Se encogió de hombros -Tal vez quise redimirme, o tal vez solo pensé en que podría sentir lo mismo de nuevo- No era una broma, por un momento lo había pensado al ver al que ahora era un joven, años atrás, viéndole en esa escena, solo y tras haber visto la muerte de sus padre momentos atrás, pensó que aquel rostro le recordaba a quienes había arrebatado la vida, y esa chispa que sintió entonces, volvió a sentirla, pero ya había pasado por el arrepentimiento justo antes de morir y había intentado pensar de otra forma antes de decidir. Arthur había sido el primero en dar un paso hacia aquella criatura, por muy extraño que pareciese, al verle sintió algo que rápidamente fue desapareciendo conforme pasaba más tiempo con él.