Pride Or Help [Libre]

por **Isabella Di Visconti** Mar Jun 19, 2012 4:45 pm

De nuevo había tenido la misma pesadilla que se veía repitiendo hace varias semanas, y creo que de entender plenamente el significado del patetismo me habría encuadrado en ello, porque debí haber previsto lo que pasaría. Después de aquel altercado en la casa de bruja molesta no me había atrevido a posar mis patitas en aquellos solares llenos de casas enormes para humanos con dinero, no, no quería ganarme más peleas así, por lo que lo mejor sería volver como siempre a dormitar en uno de esos tantos callejones que me habían cobijado desde que tengo memoria.

Pero ni siquiera ello pude tener, porque a pesar de haber estado cómodamente acurrucada en un pequeño y desmembrado cojín, esa pesadilla me hizo despertar de un sobresalto. Lo que en todo caso no fue lo peor…

Desperté y lo primero que atiné a hacer fue a pasar una de mis patas delanteras por mis orejas, para tratar de autoconvencerme de todo estaría bien, que solo debía volver a dormirme. Pero no, ya no había pelaje anaranjado en ninguna parte. Me había transformado en eso. Eso odiaba casi tanto como odiaba a los humanos en sí, no entendía que cosa tan mala habría hecho como para merecer estar maldita de esta forma, convirtiéndome precisamente en el objeto de mi odio.

El resto ya no lo pude contener, un profundo y gutural grito que fue el precedente de lágrimas que corrieron por esa horrible y lisa piel, hasta caer en el pequeño cojín que ya no era suficiente para sostener a un cuerpo humano. Como pude me senté sobre él, abrazándome las rodillas y escondiendo el rostro, aunque sin poder aun contener el llanto. No era justo. ¿No había alguna manera de acabar con esta maldición? La que fuera…

Solo cuando froté mis brazos debido al frío fue que caí en cuenta de que no llevaba ropa alguna ¡Claro! El colmo de la obviedad, en mi forma animal, la verdadera no hacía falta, y tampoco es que tuviese un hogar donde guardar algo en caso de esto pasara. Solo cabría esperar hasta que esto pasara y pudiese volver a ser yo. Y esta vez al menos, tenía de mi parte que ya era lo suficientemente tarde como para que ningún alma anduviese por las calles. O eso creí.

por **Lelio de Vallencourt** Miér Jun 20, 2012 5:02 pm

Transitaba entre la oscuridad de los callejones, deleitándose con cada sombra que se proyectaba entre la hechizada umbría de la noche. Se deslizaba en busca de lo que le daría a ese momento, la obertura para que sea una elevada sinfonía de malsano éxtasis.
Oyó un grito que le puso alerta de inmediato: Un grito que luego vino acompañado de una presencia. No estaba muy alejado de su origen, y creyó que por fin había encontrado lo que buscaba. Sin embargo, la presencia venía enmascarada de cierta singularidad enigmática. Fue guiado hacia la fuente por la curiosidad, y la sed.
Se aseguro de ser imperceptible una vez que estuvo lo suficientemente cerca como para echar el primer vistazo. Y ahí la vio.
"Hermosa criatura" -Pensó "Decadencia... decadencia impúdica".
Una mujer de cabellos de fuego. La percibió alerta, e intentó leer sus pasiones. De este modo, supo enseguida la clase de ser que tenía enfrente. No había tratado con muchos de estos durante su larga vida.
Dio cuenta de que no poseía prenda alguna, así que, acercándose lo mas cuidadosamente posible, se quitó la capa de terciopelo.
-Ten, cúbrete... -Le dijo suavemente, al tiempo que le colocaba la capa de manera lenta, atendiendo a su posible reacción.
Se alejó unos pasos, y se quedó admirando su bello rostro. No tenía intención alguna de dañarle, no en ese momento.

por **Isabella Di Visconti** Sáb Jun 23, 2012 4:09 am

Mi cuerpo humano era algo que aun no acababa de comprender a cabalidad, pero había resabios del instinto animal que tantas veces me había prevenido y sacado de problemas, mismo instinto que me puso alerta al escuchar como el aire era cortado por una fina capa de ¿Tela? Solo pude observar, petrificada, como aquel ser de aroma extraño me cubría con esa cosa. Le ordené a mi cuerpo que se moviera, pero no me obedeció porque al sentir aquel suave tacto que al mismo tiempo raspaba un poco, me trajo un recuerdo que hubiese preferido no tener.

Era lo más parecido que había sentido a la piel de mi madre… a aquel suave pelaje que me cobijaba durante el frío de la madrugada de Marsella, pero no era ella, era solo una sucia imitación que los humanos hacían para sobreponerse al hecho de que no podrían resistir al frío sin prenda alguna…

- … - Traté de hablar, hasta que recordé su lengua, así que busqué una palabra apropiada, pero ese tacto acogedor que agobiaba más de lo que ayudaba – No lo… no lo necesito – dije algo vacilante, porque hace bastante que no hablaba con nadie, incluso sorprendiéndome de mi propia voz.

Mi quité aquella prenda de encima y bruscamente se la lancé de vuelta. No necesitaba nada de un humano, tarde o temprano mi cuerpo volvería a la normalidad ¿Verdad? Además, tampoco es que me molestara estar en estas condiciones un rato, salvo por el frío, porque carecía de aquella vergüenza frente a la desnudez, tanto a la ajena como a la propia, ya que en mi mente las categorías del pudor y la belleza tenían un significado vacío.

Pero… ¿El sujeto era eso que las humanas llamaban… atractivo? Sus ojos, sobretodo, eran molestos, porque me costaba un poco quitar la vista de ellos…

Spoiler:

por **Lelio de Vallencourt** Sáb Jun 23, 2012 4:03 pm

Atrapó la prenda que le había sido devuelta como si fuese la única respuesta que podría haber esperado. Sonrió de costado y se le iluminó el rostro.
Rió por lo bajo, sin quitarle los ojos de encima. "Hermosa criatura"-Volvió a discurrir... y siguió pensando, hasta luego encontrarse diciendo, como en un éxtasis, las palabras que recorrían su mente...
-Decadencia, ¿Que haces aquí?, dime, ¿Cuales son tus causas y hacia donde vas?... Hermosa criatura...
Se acomodó enfrente de ella, a una prudente distancia, pero admirándola como si fuera una obra maestra digna del más riguroso análisis.
-Pero si tienes frío. Anda, deja ya de hacer tu existencia más desgraciada de lo que ya es. No os haré daño -Se expresó entre un torrente de ágiles palabras -¿Cual es tu nombre? -Preguntó finalmente, y de golpe se quedó serio e inmóvil, atento como si intentara escuchar un ruido muy lejano.
Una inusual sensación le invadía, como si tan solo el hecho de verle, le produjera un embelesamiento similar al que le había producido siempre el hecho de tener la sangre en sus labios.

por **Isabella Di Visconti** Sáb Jun 30, 2012 1:49 am

No pude más que fruncir la nariz ante la insistencia del sujeto en seguir en el callejón ¿Qué no tenía otras cosas mejores que hacer? Cualquier persona más o menos cuerda las tendría, y más uno de esos humanos con dinero… Así que no entendía ni sus motivaciones ni esas palabras tan raras que usaba, las entendía sí, casi todas, pero que tuviesen coherencia las palabras no significaba que el contenido también.

- Apenas entiendo lo que dices – dije volteando el rostro, y siendo también tontamente honesta – Me llamo Agatha – contesté sin pensar, porque en cualquier momento en que me encontrara en mis cabales ni siquiera le dirigiría la palabra a un ser como él, pero ya era tarde, y por alguna extraña razón no podía controlar mi lengua.

Suspiré resignada al ver que se había ubicado cómodamente al frente de mi… o de lo que era ahora, una clara señal de que no iba a poder librarme de él tan fácilmente. Aunque tampoco es que estuviese ansiosa por estar sola de nuevo, porque eso era bastante triste… ¿¡Pero qué estaba pensando!?

Me golpeé al unísono con ambas palmas de las manos las mejillas, eso como castigo por pensar siquiera en querer que no se fuera, porque sería traicionarme a mi misma al volver a confiar en esos seres de dos patas, los conocía, y sabía que nada bueno podía venir de ellos.

- Eres extraño – inquirí mirándolo fijamente al tiempo que volvía a cubrirme con los brazos - ¿Por qué me miras así? – volví a preguntar con un poco de agresividad, y por primera vez en mucho tiempo, quizás desde que tengo memoria, sentí vergüenza de mi misma y de mi estado.

Sus ojos me molestaban, porque era difícil apartar la mirada de ellos, era casi como si fueran llamas de una vela, pero que al contrario de estas desprendían una gélida sensación ¿Sería igual todo él? Mi curiosidad ganó, y tímidamente alcé una mano, tratando de llegar con mi dedo índice hasta su nariz, pero no había contando con la distancia a la que se había puesto, ni tampoco con que por la culpa de la poca resistencia de este cuerpo fuese a caerme sobre él. Entonces, lo único que sentí fue frío.

por **Lelio de Vallencourt** Vie Jul 06, 2012 1:15 am

En aquel momento en que la tuvo tan cerca, se vio cubierto de un aroma tan embriagador que de no haberla apartado enseguida, podría haberle conducido directamente a su cuello.
Colocó su capa sobre el cojín para que por lo menos tuviera el apoyo más amplio y suave del terciopelo. Luego la acunó suavemente hasta dejarla recostada. Se sorprendió de lo poco que pesaba su cuerpo. Y, nuevamente, de lo bello que era.
Leyó la causa de su aversión.
-No soy como los demás -Intentó tranquilizarle, con voz suave -Y te veo así, porque creo que eres hermosa.
Se incorporó y dio un largo suspiro.
-¿Por que no recobras aquella forma? ¿Acaso no lo controlas aún? -Preguntó -Yo podría ayudarte si lo deseas...

por **Isabella Di Visconti** Lun Jul 23, 2012 8:09 am

Paralizada. De nuevo mi cuerpo se empecinaba en desobedecer hasta la orden más simple. Nunca había dejado que nadie me tocara, ni siquiera para ayudarme, así que mucho menos contra mi voluntad, pero esas manos frías me obligaron a quedarme quieta y ser dócil mientras me reacomodaba sobre el pobre cojín. ¡Y sin usar la fuerza!

Era igual de extraño que uno de esos humanos que vivían en la cúspide de la sociedad descendiera al averno de las calles, y que además ayudase a alguien como yo. No se lo había pedido, no, pero por algún extraño motivo no podía negarme. Y no, no eran esas palabras a las que se le dicen halagos, era algo más.

¿Quién podría llamar hermoso a un cuerpo así? ¿Tan diferente era de los humanos? Quizás demasiado incluso como para intentar entender las categorías que tenían en sus cabezas para referirse a las cosas. Aunque eso tampoco es culpa de nadie, supongo.

Entonces el miedo acompañado de un fuerte escalofrío, hizo acto de presencia. ¿En qué momento le había dicho yo lo que era realmente? ¿Cómo demonios podría saberlo? – Tienes razón – dije mirándolo con los ojos entrecerrados – No eres como los demás – agregué, quizás con un poco menos de desconfianza, dándole el paso a la curiosidad - ¿Cómo sabes qué soy? –

Eso era lo que más me preocupaba, porque llevaba años intentando controlarlo, ¿Cómo iba a poder ayudarme un desconocido que ni siquiera era como yo? Lo único que sabía era que cuando estaba cansada en exceso o cuando hacía demasiado frío, mi cuerpo se volvía… esto.

por **Lelio de Vallencourt** Dom Sep 09, 2012 1:55 am

Se lo que eres, simplemente porque puedo verlo -Dijo con voz suave -. Como tu puedes ver mis ojos... -Se llevó unos dedos al rostro, señalándolos-. Tu y yo tenemos más en común de lo que crees, ambos hemos renegado de las condiciones a las que nos han confinado -Sonrió -, y cuando digo que eres hermosa, no me estoy refiriendo del todo a lo que pueda percibirse con estos ojos.
Permaneció un momento inclinado a su altura, en silencio.
-Escucha, solo un pequeño lazo separa la maldición de la gracia. No hay cuerpo que pueda intervenir realmente en lo que en verdad eres. Es que tienes dos formas de ver el mundo que te rodea... -Se detuvo súbitamente, la voz se le cortó.
De inmediato pensó en las enseñanzas de su maestro. Un elaborado brebaje que implicaba unas gotas de su propia sangre podría hacer más estable cualquiera de sus dos formas.
-Agatha, puedes venir con migo, y os daré asilo en mi guarida. Ofrezco más que un derruido cojín -Echó una mirada a la pieza del gastado almohadón-. Si por el contrario, deseas que me valla ahora mismo por mi propio camino, solo dímelo y me iré. Puedes quedarte con la capa, será mejor que nada.
Una gran parte de su ser deseaba quedarse con ella, pero faltaba poco para que el sol asomase por el horizonte con su nociva luz.

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