AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dolls have feelings too... (Thibault)
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Dolls have feelings too... (Thibault)
Era un idóneo ejemplo de muñeca de los pies a la cabeza, de pequeña estatura, figura esbelta y cincelada, y rostro de porcelana, con labios de corazón e ígnea cabellera... La muñeca perfecta, pues parecía una réplica a escala, incluso por el atuendo, consistente en un encorsetado vestido negro de encaje y corta falda cancán, que resaltaba sus curvas y palidez, contrastanto con el intenso rojo de sus labios y melena. Y, sin embargo, había algo que la hacía desencajar, que hacía que no fuese del todo esa muñeca perfecta que parecía ser, y ese algo era el hecho de que Violine, a diferencia de una de estas, sentía y padecía como cualquier otro ser pensante y racional.
Sí, Violine también sentía, y en los últimos días, especialmente era dolor lo que experimentaba por dentro y por fuera, en silenciosa procesión. Le dolía a cada paso que daba, un dolor tanto físico como emocional, cada uno por causas diferentes. Le dolía el cuerpo por haber estado apunto de morir hacía apenas una semana, víctima de una agonía cuyas secuelas perduraban, por lo debilitada que servirle de alimento al insaciable Jared le dejaba, más que a sus compañeras, que a cualquier muchacha cuya sangre no fuese ya de por sí débil y defectuosa... Irónico que fuese eso, el no ser una sangre sana, lo que le diera ese sabor tan peculiar que la hacía, a nivel material, tan valiosa como aquel que se hacía llamar su amo decía. Le dolía el alma, agitada y golpeada, por las humillaciones a las que él había sometido, por la confusión del cambio que había mostrado antes de eso, y por el temor de no ser capaz de seguir adelante con aquella promesa.
Sin embargo, dado que en ese lugar ella tenía que aparentar la perfección que una muñeca tendría, el dolor de Violine quedaba perfectamente oculto, enterrado bajo los adornos y el maquillaje, bajo la forzada sonrisa que sus carnosos labios se veían obligados a mantener puesta todo el tiempo, mientras sus pies descalzos, mostrando la marca de su tobillo que la delataba como lo que era, se paseaban danzarines por toda la segunda planta.
Cargaba una bandeja con copas, que fue a servir a una de las estancias acortinadas, intentando quedarse en esta el menor tiempo posible e ignorar las ávidas miradas de los vampiros que se encontraban allí de tertulia. Realmente era más pudor que otra cosa, ya que no tenía miedo de que pujasen por ella, puesto que sabía que ahora figuraba entre las muñecas restringidas por las que nadie accedería pagar... Pero, según le habían dicho, eso no quitaba que, dado que Jared en las últimas noches no la requería para alimentarse, tuviera que trabajar con las demás de camarera y adorno visual; por más que su deteriorado organismo, apenas recuperado de la agonía de la semana pasada, le pidiera a gritos aprovechar esas contadas ocasiones y darle un más que necesario descanso.
Enseguida regresó tras la barra, a por un nuevo pedido. Se ajustó el chal que cubría su espalda, ocultando las moradas cicatrices de los latigazos que aún escocían, y tomó la bandeja del encargo, este individual según parecía, pues solo era una copa... De nuevo se obligó a si misma a olvidarse de aquel líquido rojo que brillaba en el interior del caliz pertenecía era sangre servida para ser bebida, y, con un suspiro, volvió a poner una sonrisa impostada rumbo a la estancia indicada.
Sí, Violine también sentía, y en los últimos días, especialmente era dolor lo que experimentaba por dentro y por fuera, en silenciosa procesión. Le dolía a cada paso que daba, un dolor tanto físico como emocional, cada uno por causas diferentes. Le dolía el cuerpo por haber estado apunto de morir hacía apenas una semana, víctima de una agonía cuyas secuelas perduraban, por lo debilitada que servirle de alimento al insaciable Jared le dejaba, más que a sus compañeras, que a cualquier muchacha cuya sangre no fuese ya de por sí débil y defectuosa... Irónico que fuese eso, el no ser una sangre sana, lo que le diera ese sabor tan peculiar que la hacía, a nivel material, tan valiosa como aquel que se hacía llamar su amo decía. Le dolía el alma, agitada y golpeada, por las humillaciones a las que él había sometido, por la confusión del cambio que había mostrado antes de eso, y por el temor de no ser capaz de seguir adelante con aquella promesa.
Sin embargo, dado que en ese lugar ella tenía que aparentar la perfección que una muñeca tendría, el dolor de Violine quedaba perfectamente oculto, enterrado bajo los adornos y el maquillaje, bajo la forzada sonrisa que sus carnosos labios se veían obligados a mantener puesta todo el tiempo, mientras sus pies descalzos, mostrando la marca de su tobillo que la delataba como lo que era, se paseaban danzarines por toda la segunda planta.
Cargaba una bandeja con copas, que fue a servir a una de las estancias acortinadas, intentando quedarse en esta el menor tiempo posible e ignorar las ávidas miradas de los vampiros que se encontraban allí de tertulia. Realmente era más pudor que otra cosa, ya que no tenía miedo de que pujasen por ella, puesto que sabía que ahora figuraba entre las muñecas restringidas por las que nadie accedería pagar... Pero, según le habían dicho, eso no quitaba que, dado que Jared en las últimas noches no la requería para alimentarse, tuviera que trabajar con las demás de camarera y adorno visual; por más que su deteriorado organismo, apenas recuperado de la agonía de la semana pasada, le pidiera a gritos aprovechar esas contadas ocasiones y darle un más que necesario descanso.
Enseguida regresó tras la barra, a por un nuevo pedido. Se ajustó el chal que cubría su espalda, ocultando las moradas cicatrices de los latigazos que aún escocían, y tomó la bandeja del encargo, este individual según parecía, pues solo era una copa... De nuevo se obligó a si misma a olvidarse de aquel líquido rojo que brillaba en el interior del caliz pertenecía era sangre servida para ser bebida, y, con un suspiro, volvió a poner una sonrisa impostada rumbo a la estancia indicada.
Violine- Gitano
- Mensajes : 84
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Dolls have feelings too... (Thibault)
“Muñecas de Sangre” Que titulo mas irónico, tan obvio a los mortales, a los que se suponía debíamos mantenernos ocultos, discretos. Sin duda el dueño de aquel local debía ser todo un personaje, rumores sobre el susodicho rondaban la ciudad, sobre todo entre los de nuestra “raza”, algunos mencionaban que era por mucho uno de los hombres mas ricos de Paris, otros mas exageraban diciendo que era la mismísima encarnación de Satanás, bueno, quizás después de todo no exageraban, debía ser una especie de demonio para haber hecho tal lugar y yo un amante de sus artes oscuras para acudir a el. Lo detestaba, odiaba tener que prestarme a tan desagradable lugar, pero pagar por un poco de sangre era mucho mejor que atacar a algún humano en un callejón y correr el riesgo de no poder parar, acarreándole la muerte. No. No estaba dispuesto a sumar una culpa más a mi conciencia, suficiente tenia ya.
Me sentí verdaderamente extraño al pisar aquel lugar, estuve a punto de retroceder pero ya no había vuelta atrás, uno de los vampiros que parecían ser ayudantes del lugar me había interceptado, me había tratado de la manera mas amable jamás vista, invitándome a subir a la planta alta donde se presumía daban todavía un mejor trato. No pude evitar reprimir comparar aquel lugar con una especie de burdel y en realidad también lo era, según el “menú” también se satisfacían placeres carnales, esos por los que claramente yo no iba esa noche. Anduve a través de la habitación, mis movimientos eran tan gráciles que eran apenas notorios, ningún sonido podía captarse a mí alrededor, al menos no a oídos humanos.
Retire el sobrero de copa que cubría mi cabeza y lo coloque sobre una mesa de apariencia fina y extranjera, me senté en un lugar vacío, una especie de sofá bastante cómodo incluso a mi tacto marmoleo y espere a que alguien me diese indicaciones. No tenía idea de que debía hacer, por donde empezar, a quien preguntar, vaya ignorante. Las mujeres paseaban de una esquina a otra, con un semblante tan sereno que casi parecía que estaban allí por su propio gusto. ¿Era posible? ¿Qué hubiese mujeres que le gustara ser mordidas por vampiros? Vaya locura.
Me sentí verdaderamente extraño al pisar aquel lugar, estuve a punto de retroceder pero ya no había vuelta atrás, uno de los vampiros que parecían ser ayudantes del lugar me había interceptado, me había tratado de la manera mas amable jamás vista, invitándome a subir a la planta alta donde se presumía daban todavía un mejor trato. No pude evitar reprimir comparar aquel lugar con una especie de burdel y en realidad también lo era, según el “menú” también se satisfacían placeres carnales, esos por los que claramente yo no iba esa noche. Anduve a través de la habitación, mis movimientos eran tan gráciles que eran apenas notorios, ningún sonido podía captarse a mí alrededor, al menos no a oídos humanos.
Retire el sobrero de copa que cubría mi cabeza y lo coloque sobre una mesa de apariencia fina y extranjera, me senté en un lugar vacío, una especie de sofá bastante cómodo incluso a mi tacto marmoleo y espere a que alguien me diese indicaciones. No tenía idea de que debía hacer, por donde empezar, a quien preguntar, vaya ignorante. Las mujeres paseaban de una esquina a otra, con un semblante tan sereno que casi parecía que estaban allí por su propio gusto. ¿Era posible? ¿Qué hubiese mujeres que le gustara ser mordidas por vampiros? Vaya locura.
Thibault Colville- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/06/2010
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Re: Dolls have feelings too... (Thibault)
El dolor continuaba extendiéndose a cada paso que daba, con sus pies descalzos haciéndola moverse, pese a todo, con una gracilidad y elegancia implícitas... Sabía disimular bien. En aquellos años en los que fue Arabelle, aquellos antes de que llegara su condena y Violine naciera de los restos de la entonces adolescente, le habían enseñado que una dama debía de ocultar sus pasiones y malestares del mundo, porque no era adecuado ni decoroso que los manifestara en público. Por eso, a menos que alguien fuese un maestro del engaño y la interpretación, sería incapaz de adivinar que esa muchacha sonriente se sentía morir a cada paso que daba...
Alcanzó la estancia indicada, sujetando la bandeja con una mano y corriendo la vaporosa cortina con la otra. El cascabel que llevaba en su cuello, sujeto por una banda de fino terciopelo, a modo de gargantilla, tintineó anunciando su llegada. El "joven" que allí se encontraba (a saber cuantos años tendría en verdad) se le antojó apuesto, elegante y seguramente culto... Un vampiro más, como la mayoría de los que allí acudían, salvo por el detalle de que parecía tan perdido como ella cuando llegó allí. Suspiró, ensanchando su sonrisa de forma algo más sincera y carraspeando levemente:
-Buenas noches, caballero -Saludó, con una respetuosa inclinación de cabeza, pareciendo una vez más una perfecta muñeca a tamaño real- Para darle la bienvenida al círculo del Hada, la casa quiere obsequiarle con una copa gratuita de nuestro producto estrella, sangre alcoholizada... Esta, además, de alta categoría... -Lo soltó como una parrafada memorizada, pese a que intentase darle énfasis y mostrar el entusiasmo que le habían dicho que debía manifestar... No era mentira, aquella sangre si no recordaba mal era virginal, aunque ignoraba quien era su dueña, y también era cierto que era gratis por ser su primera vez... Claro que ahora venía el "pero"- ...Las siguientes tendrá que pagarlas, eso, o los servicios que requiera de cualquiera de las muñecad disponibles. -Sí, beber directamente de una, de cualquiera de las categorías, o las otras cosas que, a un precio más alto, sucedían allí arriba, y no siempre similares a las de un burdel teniendo en cuenta los gritos que había oído ella en algunas habitaciones.
Hecho el anuncio pertinente, dio unos pasos hacia él con la intención de depositar la copa en la mesa... Y entonces, todo sucedió muy rápido: El dolor y el cansancio terminaron por hacer media en ella y, uno de esos repentinos mareos que su enfermedad provocaba, apareció en el peor momento, nublando su visión y haciendo que su reflejo y equilibrio se tambalearan resentidos. La bandeja resbaló de sus delicadas manos y, al intentar agarrarla, la copa botó y, con el impulso, se precipitó irremediablemente... Salpicando al rostro del vampiro y terminando por caer sobre una de sus trajeadas piernas. Violine abrió mucho sus felinos ojos, visiblemente asustada, y la bandeja cayó al suelo, mirando al hombre ahora empapado en sangre con creciente preocupación:
-¡Oh, cielos! ¡Lo siento! ¡De verdad que lo siento! -Miró a todos lados, sin saber a que aferrarse y, repentinamente ella misma se lanzó al suelo, arrodillándose- Os lo súplico, mi señor, perdonadme por mi torpeza, enseguida buscaré algo con lo que limpiar todo esto... -Sus irises grisáceos se tornaron suplicantes- Pero por favor, no digáis nada, os lo ruego...
Alcanzó la estancia indicada, sujetando la bandeja con una mano y corriendo la vaporosa cortina con la otra. El cascabel que llevaba en su cuello, sujeto por una banda de fino terciopelo, a modo de gargantilla, tintineó anunciando su llegada. El "joven" que allí se encontraba (a saber cuantos años tendría en verdad) se le antojó apuesto, elegante y seguramente culto... Un vampiro más, como la mayoría de los que allí acudían, salvo por el detalle de que parecía tan perdido como ella cuando llegó allí. Suspiró, ensanchando su sonrisa de forma algo más sincera y carraspeando levemente:
-Buenas noches, caballero -Saludó, con una respetuosa inclinación de cabeza, pareciendo una vez más una perfecta muñeca a tamaño real- Para darle la bienvenida al círculo del Hada, la casa quiere obsequiarle con una copa gratuita de nuestro producto estrella, sangre alcoholizada... Esta, además, de alta categoría... -Lo soltó como una parrafada memorizada, pese a que intentase darle énfasis y mostrar el entusiasmo que le habían dicho que debía manifestar... No era mentira, aquella sangre si no recordaba mal era virginal, aunque ignoraba quien era su dueña, y también era cierto que era gratis por ser su primera vez... Claro que ahora venía el "pero"- ...Las siguientes tendrá que pagarlas, eso, o los servicios que requiera de cualquiera de las muñecad disponibles. -Sí, beber directamente de una, de cualquiera de las categorías, o las otras cosas que, a un precio más alto, sucedían allí arriba, y no siempre similares a las de un burdel teniendo en cuenta los gritos que había oído ella en algunas habitaciones.
Hecho el anuncio pertinente, dio unos pasos hacia él con la intención de depositar la copa en la mesa... Y entonces, todo sucedió muy rápido: El dolor y el cansancio terminaron por hacer media en ella y, uno de esos repentinos mareos que su enfermedad provocaba, apareció en el peor momento, nublando su visión y haciendo que su reflejo y equilibrio se tambalearan resentidos. La bandeja resbaló de sus delicadas manos y, al intentar agarrarla, la copa botó y, con el impulso, se precipitó irremediablemente... Salpicando al rostro del vampiro y terminando por caer sobre una de sus trajeadas piernas. Violine abrió mucho sus felinos ojos, visiblemente asustada, y la bandeja cayó al suelo, mirando al hombre ahora empapado en sangre con creciente preocupación:
-¡Oh, cielos! ¡Lo siento! ¡De verdad que lo siento! -Miró a todos lados, sin saber a que aferrarse y, repentinamente ella misma se lanzó al suelo, arrodillándose- Os lo súplico, mi señor, perdonadme por mi torpeza, enseguida buscaré algo con lo que limpiar todo esto... -Sus irises grisáceos se tornaron suplicantes- Pero por favor, no digáis nada, os lo ruego...
Violine- Gitano
- Mensajes : 84
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Dolls have feelings too... (Thibault)
No veía por donde empezar, nuevamente unas enormes ganas de abandonar el lugar me interceptaron con fuerza, definitivamente había sido una mala idea acudir a tan tétrico negocio, no era posible que yo estuviese prestándome a tan desagradable practica. No, no iba a negar que era un vampiro, de nada servia el intentar fingir poseer algo de humanidad en mi ser, puesto no lo tenia ya, el joven de veintitrés años había muerto hacia ya mas de dos décadas, no había marcha atrás. Un suspiro de escapo de mis labios de manera resignada, estaba seguro de que jamás podría ser como otros, como el mismo dueño de aquel lugar por ejemplo, jamás podría atacar a un humano y beber de su sangre sin sentir culpa alguna, sin temor a matarlo y si esto llegase a ocurrir, jamás podría tampoco el no añadir un cargo mas a mi perturbada y frágil conciencia. Era débil, sentimentalmente lo era, demasiado, tanto que hacia un notable contraste con mi físico el cual era prácticamente indestructible, duro, pero con un interior a la vez maltrecho.
Mi oído plenamente desarrollado capto el ligero sonido de lo que parecía ser una especie de cascabel, obligándome a girar mi rostro blanquecino y mortificado aunque no a la vista de los demás. La imagen de una joven mujer se vio reflejada en mis pupilas, una de las más bellas que había visto en mi eternidad sin duda. Cargaba una charola con una copa encima, la cual contenía un liquido color carmín que sabia bien que vino no era, su olor lo delataba, ese que había llegado casi instantáneamente a mi olfato, a mi sedienta garganta. Me mantuve en silencio cuando le vi dirigirse hacia mi, llamando mi atención el que fuese descalza, sus ropas eran bastante femeninas pero no parecían pertenecer del todo a ella, como si le hiciera honor a su titulo de muñeca, parecía como si alguien mas la hubiese vestido a su antojo.
Me sentí el peor de los miserables cuando me explico el procedimiento que se llevaba a cabo en dicho lugar, mi mente inmediatamente se pregunto si así como yo asistían muchos mas de mi especie, seguramente si, la cantidad de los nuestros parecía ir en incremento cada vez mas y todos debíamos alimentarnos, algo inevitable sin duda. Problema no tenia con pagar, el dinero no era un problema en realidad, nunca lo había sido, pero mi conciencia, mis principios si. Tal vez era mejor dejarlos de lado durante esa noche, era lo más sensato ya que yo mismo había sido quien había decidido acudir, nadie me había obligado, la sed si acaso.
Asentí levemente con mi cabeza ante su cortes saludo y alargue la mano para tomar la copa que me ofrecía de manera gratuita aun con algo de culpa, no le di mucha importancia al tipo de sangre que me había indicado era, exigente jamás había sido en ese aspecto. Mi mano jamás toco el fino cristal del objeto, en su lugar vi a la chica tambalearse y en segundos me vi bañado en sangre representando sin duda una de las escenas más tétricas jamás vistas. Me puse de pie de un brinco y mis sentidos se encendieron de manera inmediata, las pupilas debieron dilatarse visiblemente a causa del aroma que ahora me rondaba todo el cuerpo, tan sediento me vi que tuve que contenerme con todas mis fuerzas para no lanzarme sobre la chica en ese mismo instante. La respiración que no necesitaba pero que llevaba a cabo por mera apariencia se acelero de manera visible, di un paso atrás en un intento de tranquilizarme primero y mis ojos se abrieron todavía más al ver lo que la muchacha hacia. Me mantuve observándola durante apenas breves instantes, quería acercarme y decirle que no lo haría, que lo la delataría con su jefe inmediato, no era ese tipo de persona, pero temía el solo acercármele para ponerla de pie y evitar que siguiera humillándose ante mi de esa manera suplicante.
Negué con la cabeza en repetidas ocasiones mientras luchaba contra ese delicioso y excitante aroma que me consumía, y maldecía mentalmente y en múltiples veces el haber tenido que ir a ese lugar. – No… - Logre decir haciendo una larga pausa, aun sin atreverme a acercarme a ella. - …no voy a… - La quemazón en la garganta me impedía hablar con soltura, ¡ese olor!. Tuve que llevarme la mano izquierda hasta el rostro y taparme con ella nariz y boca, impidiendo de esa forma que el aroma a sangre me llegara de lleno haciéndome actuar como una bestia y no como una persona. – Por favor…aléjate. – Era yo quien rogaba ahora, aun sin estar arrodillado ante ella, le suplicaba que se alejara de mi antes de cometer una locura donde ella seria la victima sin duda.
Mi oído plenamente desarrollado capto el ligero sonido de lo que parecía ser una especie de cascabel, obligándome a girar mi rostro blanquecino y mortificado aunque no a la vista de los demás. La imagen de una joven mujer se vio reflejada en mis pupilas, una de las más bellas que había visto en mi eternidad sin duda. Cargaba una charola con una copa encima, la cual contenía un liquido color carmín que sabia bien que vino no era, su olor lo delataba, ese que había llegado casi instantáneamente a mi olfato, a mi sedienta garganta. Me mantuve en silencio cuando le vi dirigirse hacia mi, llamando mi atención el que fuese descalza, sus ropas eran bastante femeninas pero no parecían pertenecer del todo a ella, como si le hiciera honor a su titulo de muñeca, parecía como si alguien mas la hubiese vestido a su antojo.
Me sentí el peor de los miserables cuando me explico el procedimiento que se llevaba a cabo en dicho lugar, mi mente inmediatamente se pregunto si así como yo asistían muchos mas de mi especie, seguramente si, la cantidad de los nuestros parecía ir en incremento cada vez mas y todos debíamos alimentarnos, algo inevitable sin duda. Problema no tenia con pagar, el dinero no era un problema en realidad, nunca lo había sido, pero mi conciencia, mis principios si. Tal vez era mejor dejarlos de lado durante esa noche, era lo más sensato ya que yo mismo había sido quien había decidido acudir, nadie me había obligado, la sed si acaso.
Asentí levemente con mi cabeza ante su cortes saludo y alargue la mano para tomar la copa que me ofrecía de manera gratuita aun con algo de culpa, no le di mucha importancia al tipo de sangre que me había indicado era, exigente jamás había sido en ese aspecto. Mi mano jamás toco el fino cristal del objeto, en su lugar vi a la chica tambalearse y en segundos me vi bañado en sangre representando sin duda una de las escenas más tétricas jamás vistas. Me puse de pie de un brinco y mis sentidos se encendieron de manera inmediata, las pupilas debieron dilatarse visiblemente a causa del aroma que ahora me rondaba todo el cuerpo, tan sediento me vi que tuve que contenerme con todas mis fuerzas para no lanzarme sobre la chica en ese mismo instante. La respiración que no necesitaba pero que llevaba a cabo por mera apariencia se acelero de manera visible, di un paso atrás en un intento de tranquilizarme primero y mis ojos se abrieron todavía más al ver lo que la muchacha hacia. Me mantuve observándola durante apenas breves instantes, quería acercarme y decirle que no lo haría, que lo la delataría con su jefe inmediato, no era ese tipo de persona, pero temía el solo acercármele para ponerla de pie y evitar que siguiera humillándose ante mi de esa manera suplicante.
Negué con la cabeza en repetidas ocasiones mientras luchaba contra ese delicioso y excitante aroma que me consumía, y maldecía mentalmente y en múltiples veces el haber tenido que ir a ese lugar. – No… - Logre decir haciendo una larga pausa, aun sin atreverme a acercarme a ella. - …no voy a… - La quemazón en la garganta me impedía hablar con soltura, ¡ese olor!. Tuve que llevarme la mano izquierda hasta el rostro y taparme con ella nariz y boca, impidiendo de esa forma que el aroma a sangre me llegara de lleno haciéndome actuar como una bestia y no como una persona. – Por favor…aléjate. – Era yo quien rogaba ahora, aun sin estar arrodillado ante ella, le suplicaba que se alejara de mi antes de cometer una locura donde ella seria la victima sin duda.
Thibault Colville- Vampiro Clase Alta
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Re: Dolls have feelings too... (Thibault)
La copa terminó por caer al suelo, haciéndose añicos con ese característico sonido de cristales rompiéndose. Violie continuó arrodillada, con sus suplicantes ojos clavados en los apuesto vampiro, y ese tinte asustado y arrepentido aún presente en toda su expresión. Le observó levantarse, con cierto recelo al no saber qué era lo que iba hacer, hasta que escuchó sus posteriores palabras... Entendió por ellas que no iba a decir nada, y la gratitud y el alivio afloraron en su rostro, borrando cualquier rastro de temor.
Sin embargo, también escuchó su posterior advertencia y, actuando con inteligencia, decidió hacerle caso, levantándose y dando unos pasos hacia atrás, disipado ya su inoportuno mareo. No hacía falta ser muy perspicaz para darse cuenta de lo que le pasaba: era sed, la sed que verse empapado en sangre le había provocado irremediablemente. La culpabilidad que sentía ante la situación fue lo que logró que reaccionara rápido, asomándose por la cortina e interceptando a una de las otras camareras, en este caso una atractiva vampiresa, y quitándole una bandeja cargada con varias copas seguramente destinadas a alguna celebración grupal:
-Lo pagaré yo con mi sueldo, tú coge otra, por favor... -La mujer la miró con desconfianza y una evidente superioridad, como si Violine fuese una hormiga a la que pudiera aplastar de quererlo,y ella una especie de divinidad... Pero finalmente asintió, encogiéndose de hombros y marchándose. La joven se giró de nuevo hacia él, con cierta cautela, alzando la bandeja en su dirección- Tomad, por favor... -Ofreció, refiriéndose a todas y cada una de las copas.
Quizá era un comportamiento absurdo, porque realmente el ofrecerle esa sangre no tenía por que impedir que él siguiera a su instinto y se echase sobre ella, desgarrando su yugular y matándola en el acto... Pero sencillamente era incapaz de salir corriendo y dejarle así, desorientado, perdido, y sediento. No le parecía correcto, amén de que ella era la única responsable de lo ocurrido, y se sentía agradecida ante el hecho de que no pareciera tener intención alguna de delatarla...
De todas formas, ¿qué más daba que pudiera morir por haberse quedado allí? Si no lo hacía esa noche, lo haría dentro de unos meses, cuando la poca vida que le quedaba se extinguiera del todo... A menos, claro, que su promesa diera frutos, y el destino que había creído leer en la mano de aquel que la había llevado a los límites del dolor y la cordura, se cumpliera... Sacudió la cabeza, no queriendo darle vueltas ahora aquello, aunque no pudo evitar suspirar con amargura.
Alzó entonces la vista de nuevo hacia el vampiro, cuyo nombre aún le era desconocido, y sonrió con nerviosismo. Entreabrió los labios, buscando algo que decir, pero lo absurdo de la tétrica situación le impidió encontrar nada adecuado... Permaneció en silencio, ante esa repentina falta de recursos, con la bandeja aún sostenida hacia él, y una mezcla de gratitud, vergüenza y culpa tiñendo la profundidad de su gris mirada.
Sin embargo, también escuchó su posterior advertencia y, actuando con inteligencia, decidió hacerle caso, levantándose y dando unos pasos hacia atrás, disipado ya su inoportuno mareo. No hacía falta ser muy perspicaz para darse cuenta de lo que le pasaba: era sed, la sed que verse empapado en sangre le había provocado irremediablemente. La culpabilidad que sentía ante la situación fue lo que logró que reaccionara rápido, asomándose por la cortina e interceptando a una de las otras camareras, en este caso una atractiva vampiresa, y quitándole una bandeja cargada con varias copas seguramente destinadas a alguna celebración grupal:
-Lo pagaré yo con mi sueldo, tú coge otra, por favor... -La mujer la miró con desconfianza y una evidente superioridad, como si Violine fuese una hormiga a la que pudiera aplastar de quererlo,y ella una especie de divinidad... Pero finalmente asintió, encogiéndose de hombros y marchándose. La joven se giró de nuevo hacia él, con cierta cautela, alzando la bandeja en su dirección- Tomad, por favor... -Ofreció, refiriéndose a todas y cada una de las copas.
Quizá era un comportamiento absurdo, porque realmente el ofrecerle esa sangre no tenía por que impedir que él siguiera a su instinto y se echase sobre ella, desgarrando su yugular y matándola en el acto... Pero sencillamente era incapaz de salir corriendo y dejarle así, desorientado, perdido, y sediento. No le parecía correcto, amén de que ella era la única responsable de lo ocurrido, y se sentía agradecida ante el hecho de que no pareciera tener intención alguna de delatarla...
De todas formas, ¿qué más daba que pudiera morir por haberse quedado allí? Si no lo hacía esa noche, lo haría dentro de unos meses, cuando la poca vida que le quedaba se extinguiera del todo... A menos, claro, que su promesa diera frutos, y el destino que había creído leer en la mano de aquel que la había llevado a los límites del dolor y la cordura, se cumpliera... Sacudió la cabeza, no queriendo darle vueltas ahora aquello, aunque no pudo evitar suspirar con amargura.
Alzó entonces la vista de nuevo hacia el vampiro, cuyo nombre aún le era desconocido, y sonrió con nerviosismo. Entreabrió los labios, buscando algo que decir, pero lo absurdo de la tétrica situación le impidió encontrar nada adecuado... Permaneció en silencio, ante esa repentina falta de recursos, con la bandeja aún sostenida hacia él, y una mezcla de gratitud, vergüenza y culpa tiñendo la profundidad de su gris mirada.
Violine- Gitano
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Dolls have feelings too... (Thibault)
¡Dios! ¿Por qué tenia que ser tan débil, tan vulnerable? ¿De que servia poseer tantas habilidades por encima de un simple mortal, si no podía controlarme a mi mismo, si no podía reprimir estos deseos perversos de actuar como una bestia? Agradecí como jamás lo había hecho el que hiciera caso a mis casi suplicantes palabras, no solo le rogaba que me librara de una culpa mas, también le rogaba que protegiera su vida, si es que realmente la apreciaba.
Retire mi mano de mi rostro y opte por dejar de respirar, de todas formas mis pulmones ya no funcionaban y frente a ella no tenia por que aparentar, estaba claro que estaba al tanto de la existencia de bestias como yo, estaba mas que claro que trataba con gente de mi calaña, quizás por eso mismo es que conocía el peligro que corría y había hecho caso a mi petición. El olor a sangre permaneció, baje mi vista hacia mis propias ropas en cuanto me vi un momento a solas, dándome cuenta de que estaba completamente empapado de esta, debía hacer algo al respecto si es que quería dejar de sentirme tan propenso como lo estaba haciendo.
Cuando alce la vista volví a ver a la joven con apariencia de muñeca, moviéndose con nerviosismo, pero con una sensualidad marcada con cada paso que daba hacia mí, nuevamente traía consigo una charola en la cual figuraban esta vez varias copas idénticas a la que había echado sobre mi minutos antes y me las ofrecía…pero yo no hacia mas que fijar mi vista en las venas visiblemente exquisitas que salian a relucir en su total y apetecible cuello, las mismas que parecían resaltar mas conforme ella hacia alguna leve gesticulación, con cada respiro lleno de nervios por la situación.
Mi interior profirió un grito ensordecedor por ese liquido, pero mis entrañas no deseaban beber la sangre de una copa, mi naturaleza me exigía hacerlo como era debido, cazando a una presa, rompiendo la piel de la victima con mis caninos que se escondían bajo la fina piel de mis labios, clamando por un poco de acción. Avance hacia ella con un par de movimientos que debieron ser apenas visibles a sus mortales ojos y mis manos rodearon su rostro, ignorando por completo las copas sobre la charola que sostenía. Mis ojos cristalinos y seguramente dilatados se fundieron con el gris de su mirada, mi boca se abrió dejando a la vista los colmillos que continuamente luchaba por mantener ocultos y mi voz adopto un timbre casi desconocido para mi mismo.
- Llévame a un lugar… - Pronuncie luchando contra mis propios instintos, sintiendo como mis manos seguramente lastimaban la fina piel de su rostro exquisito. - …llévame a otro lugar, uno solo, hazlo por favor. - ¡¿Cuándo terminaría esta maldita tortura?!
Retire mi mano de mi rostro y opte por dejar de respirar, de todas formas mis pulmones ya no funcionaban y frente a ella no tenia por que aparentar, estaba claro que estaba al tanto de la existencia de bestias como yo, estaba mas que claro que trataba con gente de mi calaña, quizás por eso mismo es que conocía el peligro que corría y había hecho caso a mi petición. El olor a sangre permaneció, baje mi vista hacia mis propias ropas en cuanto me vi un momento a solas, dándome cuenta de que estaba completamente empapado de esta, debía hacer algo al respecto si es que quería dejar de sentirme tan propenso como lo estaba haciendo.
Cuando alce la vista volví a ver a la joven con apariencia de muñeca, moviéndose con nerviosismo, pero con una sensualidad marcada con cada paso que daba hacia mí, nuevamente traía consigo una charola en la cual figuraban esta vez varias copas idénticas a la que había echado sobre mi minutos antes y me las ofrecía…pero yo no hacia mas que fijar mi vista en las venas visiblemente exquisitas que salian a relucir en su total y apetecible cuello, las mismas que parecían resaltar mas conforme ella hacia alguna leve gesticulación, con cada respiro lleno de nervios por la situación.
Mi interior profirió un grito ensordecedor por ese liquido, pero mis entrañas no deseaban beber la sangre de una copa, mi naturaleza me exigía hacerlo como era debido, cazando a una presa, rompiendo la piel de la victima con mis caninos que se escondían bajo la fina piel de mis labios, clamando por un poco de acción. Avance hacia ella con un par de movimientos que debieron ser apenas visibles a sus mortales ojos y mis manos rodearon su rostro, ignorando por completo las copas sobre la charola que sostenía. Mis ojos cristalinos y seguramente dilatados se fundieron con el gris de su mirada, mi boca se abrió dejando a la vista los colmillos que continuamente luchaba por mantener ocultos y mi voz adopto un timbre casi desconocido para mi mismo.
- Llévame a un lugar… - Pronuncie luchando contra mis propios instintos, sintiendo como mis manos seguramente lastimaban la fina piel de su rostro exquisito. - …llévame a otro lugar, uno solo, hazlo por favor. - ¡¿Cuándo terminaría esta maldita tortura?!
OFF: Lamento otra vez la demora -_-
Thibault Colville- Vampiro Clase Alta
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