AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Quiero mostrarte la belleza que hay en ti [Privado]
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Quiero mostrarte la belleza que hay en ti [Privado]
Ella era hermosa, tan hermosa que podría decir que no encontraba ninguna flor que se pudiera comparar con su belleza. ¿Qué me sucedía? Todo lo que pensaba era en poder protegerla y tenerla sonriendo cerca de mí, parecía que aun no sabía que yo era aquel animal al que pareció tenerle mucho cariño, tampoco sabría como reaccionaria al saberlo. No estaba dispuesto a decírselo, tenerla cerca todos los días, era lo que me hacia feliz, no importaba si no comprendía mi pasado, sabía que con ella de alguna forma sentía que una parte de mi pasado estaba en el presente y todo porque sus hermosos rasgos le daban una cierta diferencia a aquellos rostros sin rostro que en ocasiones yo veía en mis sueños, comenzaban a verse menos borroso y eso de cierta forma me emocionaba, pero sabía que la causante de todo eso era ella.. Aquella dulce dama que parecía que sus ojos hubieran sido pintados por un fino pincel.
-Hola...- acerque los lirios blancos que había conseguido comprar a su rostro, los bajo un poco para que pudiera ver mi rostro, una sonrisa había en mis labios, mi cabello estaba un poco diferente a cuando nos habíamos conocido, había cambiado su estilo ¿le gustaría? –¿Has durado mucho esperándome?, estaba comprándote algo lindo… pero no podía encontrar algo que se comparara a tu belleza- dije con dulzura mientras entregaba las flores.
Acerque mi rostro a el suyo, parecía que estaba roja-¿están enferma?- mis acciones eran algo inocentes. Mi aspecto podría dar miedo o en ocasiones podría hacer que una mujer se derritiera, pero la verdad es que yo no entendía muy bien porque lo hacían, yo era como un pequeño cachorro que no entendía nada del mundo, además añadiendo de que había pasado muchos años comportándome como uno, aquello me dio una forma muy diferente de ver el mundo, aun así tenía un toque pícaro, sabía lo que tenia y como utilizarlo, por ejemplo, mi voz era uno de ellos, las personas decían que tenía una voz hermosa y con ellas las mujeres se volvían dóciles, mis rostros delicados siempre atraían a muchas personas aunque no sabía muy bien de donde había sacado aquellos dotes.
-Ven… quiero caminar contigo…- le sujete su mano para levantarla del asiento en que había estado esperando jalándola para así ponerla de pie –no sé muy bien lo que se hace en una cita- confesé sonriente –pero con tal de pasar un rato contigo te invitaría cenar en la luna-
-Hola...- acerque los lirios blancos que había conseguido comprar a su rostro, los bajo un poco para que pudiera ver mi rostro, una sonrisa había en mis labios, mi cabello estaba un poco diferente a cuando nos habíamos conocido, había cambiado su estilo ¿le gustaría? –¿Has durado mucho esperándome?, estaba comprándote algo lindo… pero no podía encontrar algo que se comparara a tu belleza- dije con dulzura mientras entregaba las flores.
Acerque mi rostro a el suyo, parecía que estaba roja-¿están enferma?- mis acciones eran algo inocentes. Mi aspecto podría dar miedo o en ocasiones podría hacer que una mujer se derritiera, pero la verdad es que yo no entendía muy bien porque lo hacían, yo era como un pequeño cachorro que no entendía nada del mundo, además añadiendo de que había pasado muchos años comportándome como uno, aquello me dio una forma muy diferente de ver el mundo, aun así tenía un toque pícaro, sabía lo que tenia y como utilizarlo, por ejemplo, mi voz era uno de ellos, las personas decían que tenía una voz hermosa y con ellas las mujeres se volvían dóciles, mis rostros delicados siempre atraían a muchas personas aunque no sabía muy bien de donde había sacado aquellos dotes.
-Ven… quiero caminar contigo…- le sujete su mano para levantarla del asiento en que había estado esperando jalándola para así ponerla de pie –no sé muy bien lo que se hace en una cita- confesé sonriente –pero con tal de pasar un rato contigo te invitaría cenar en la luna-
Matsumoto Takanori- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 16/12/2011
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Re: Quiero mostrarte la belleza que hay en ti [Privado]
Habría tenido un mal sueño pues se había despertado sudando y temblando demasiado. Había soñado algo extraño:
Ella estaba corriendo a través de un camino estrecho de arena, tierra y que tenía apenas musgo, al parecer alguien parecía seguirla y no pararía de correr hasta que la atrapara. Ella seguía corriendo, el ambiente era montañoso, el cielo estaba teñido de rojo, el aire gritaba en el eco del exterior, vestía de blanco, pero parecía estar roñoso el vestido y sin ninguna manera de poder arreglarse, pero delante suya, una persona que para ella era muy conocida. Matsumoto. Estaba de negro. Estaba quieto. No la ayudaba... ¿por qué?
-¡Ah!...-Los sudores resbalaban por su frente, por su cuello, por su piel desnuda bajo las sabanas de satén. Temblaba, estaba tumbada en la cama y enseguida comenzó a llorar y extrañamente el cuello le escocía horrores ¿Qué sería? Se toco con los dedos de la mano el cuello y noto algo, un bulto o dos, se estaba poniendo nerviosa, fue directa al espejo para ver su cuerpo normal y ahí había una marca de dos pequeños agujeros en su cuello. Lo único que hizo fue caer desnuda en el suelo, había dicho que si a Matsumoto de ir a aquella cita, pero ahora tenía que descansar.
¿Qué le había pasado?
************
Era de noche, la tarde había abandonado a Paris y ahora ella esperaba con un hermoso conjunto Victoriano de color crema y con algún estampado rosa pálido. No era ajustado, podía caminar normalmente, pero ahora esperaba sentada en un banco de madera, con la mente en otro mundo. Pensaba en aquel extraño sueño y después los dos orificios que estaban bien ocultos por el cuello del vestido. Se sentía algo mareada. Enseguida vio unos lirios delante de ella, iba a olerlos pero Matsumoto los movía demasiado, solo que cuando los cogió ella rio por lo que dijo-Oh...que peinado...te queda bien...-Dijo bastante suave, miro a Matsumoto, vio que acercaba su rostro, y ella lo alejo por el mero hecho de que veía doble, miro a los lirios y al menos el olor la hacía mantener el norte.
-¿Uh? No es que...-y su voz la tranquilizaba horrores, no podía estar más lejos de aquella voz tan suave, tan bella que hacía que se derritiera, como si fuera un bálsamo a sus problemas-¿eh?-Era algo corta de palabras, pero en cuanto la atrajo hacia él, se mareo, enseguida se sujeto en su camisa, se apoyo en su hombro, haciendo como si le abrazaba-aHg...-miraba al suelo, su frente sudaba de nuevo, intentaba mirar hacia Matsumoto, asentía y cuando dijo lo de la luna, le miro a los ojos-...Si...a..la.lu...na...-No pudo aguantar más, se dejo caer desplomada en los brazos de Matsumoto, su pequeño bolso se cayó al suelo pues las fuerzas le fallaron al instante.
Su vestido, parecía pegarse al de Matsumoto, el cuello de su vestido se deshizo del nudo del que estaba atado, aquellos dos agujeros fueron y son visibles para todos los presentes. Megumi ahora estaba como en un sueño de nuevo, con su cuerpo en peso estaba sobre el de Matsumoto.
Ella estaba corriendo a través de un camino estrecho de arena, tierra y que tenía apenas musgo, al parecer alguien parecía seguirla y no pararía de correr hasta que la atrapara. Ella seguía corriendo, el ambiente era montañoso, el cielo estaba teñido de rojo, el aire gritaba en el eco del exterior, vestía de blanco, pero parecía estar roñoso el vestido y sin ninguna manera de poder arreglarse, pero delante suya, una persona que para ella era muy conocida. Matsumoto. Estaba de negro. Estaba quieto. No la ayudaba... ¿por qué?
-¡Ah!...-Los sudores resbalaban por su frente, por su cuello, por su piel desnuda bajo las sabanas de satén. Temblaba, estaba tumbada en la cama y enseguida comenzó a llorar y extrañamente el cuello le escocía horrores ¿Qué sería? Se toco con los dedos de la mano el cuello y noto algo, un bulto o dos, se estaba poniendo nerviosa, fue directa al espejo para ver su cuerpo normal y ahí había una marca de dos pequeños agujeros en su cuello. Lo único que hizo fue caer desnuda en el suelo, había dicho que si a Matsumoto de ir a aquella cita, pero ahora tenía que descansar.
¿Qué le había pasado?
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Era de noche, la tarde había abandonado a Paris y ahora ella esperaba con un hermoso conjunto Victoriano de color crema y con algún estampado rosa pálido. No era ajustado, podía caminar normalmente, pero ahora esperaba sentada en un banco de madera, con la mente en otro mundo. Pensaba en aquel extraño sueño y después los dos orificios que estaban bien ocultos por el cuello del vestido. Se sentía algo mareada. Enseguida vio unos lirios delante de ella, iba a olerlos pero Matsumoto los movía demasiado, solo que cuando los cogió ella rio por lo que dijo-Oh...que peinado...te queda bien...-Dijo bastante suave, miro a Matsumoto, vio que acercaba su rostro, y ella lo alejo por el mero hecho de que veía doble, miro a los lirios y al menos el olor la hacía mantener el norte.
-¿Uh? No es que...-y su voz la tranquilizaba horrores, no podía estar más lejos de aquella voz tan suave, tan bella que hacía que se derritiera, como si fuera un bálsamo a sus problemas-¿eh?-Era algo corta de palabras, pero en cuanto la atrajo hacia él, se mareo, enseguida se sujeto en su camisa, se apoyo en su hombro, haciendo como si le abrazaba-aHg...-miraba al suelo, su frente sudaba de nuevo, intentaba mirar hacia Matsumoto, asentía y cuando dijo lo de la luna, le miro a los ojos-...Si...a..la.lu...na...-No pudo aguantar más, se dejo caer desplomada en los brazos de Matsumoto, su pequeño bolso se cayó al suelo pues las fuerzas le fallaron al instante.
Su vestido, parecía pegarse al de Matsumoto, el cuello de su vestido se deshizo del nudo del que estaba atado, aquellos dos agujeros fueron y son visibles para todos los presentes. Megumi ahora estaba como en un sueño de nuevo, con su cuerpo en peso estaba sobre el de Matsumoto.
Megumi Amane- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 11/12/2011
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Re: Quiero mostrarte la belleza que hay en ti [Privado]
El rostro pálido que mostraba Megumi comenzó a asustarme, no parecía estar en buenas condiciones, me le quede mirando por unos segundos mientras mi mano recorría su cintura como de forma preventiva
Habría tenido un mal sueño pues se había despertado sudando y temblando demasiado. Había soñado algo extraño, apenas note que el peso de Megumi cedía la sujete con más fuerza y su cuerpo fue llevado por mí al banco de madera en donde ella había estado esperando, me quede mudo por unos segundos hasta que acaricie su mejilla quitando unos cabellos de su cuello y note dos agujeros, termine que quitar la cinta de su cuello, como esperando que aquello fuera apenas una ilusión mía, pero no, no era así, mis dedos confirmaban que había dos agujeros hecho por aquellos seres que se alimentaban de sangre humana. Utilizaban la sangre para mantener sus cuerpos calientes y lo más vivos posibles, pero es realidad ellos estaban tan muertos los que en los ataúdes se veían.
Una gran furia entro en mí, no pude evitar dejar salir un grito ahogado mientras sujetaba fuertemente el cuerpo de Megumi, lo sujetaba con tal firmeza y fuerza que tuve que reaccionar, sentía que la podía lastimar –lo siento… no…- no, no quería hacerle daño, si no media mis fuerzas la lastimaría físicamente. Sujete su muslo recorriendo su muslo mientras la acomodaba en el banco. Su cabeza estaba apoyada en mi regazo, parecía dormir apaciblemente, pero los sudores de su frente y su palidez anormal comenzaban a preocuparme.
No me gustaba llevar a personas a mi casa, era una habitación algo mugrienta, una dulce chica como ella no debía estar en un lugar así, pero debía descansar… ¿si la llevaba a donde anteriormente nos habíamos despedido?. La mire limpiando con mi manga las gotas de sudor que caían de su frente –Megumi-chan te llevare a casa… no debiste salir así de débil- susurre aunque lo más probable era que no me respondiera. Quería saber quien rayos había sido el infeliz animal que había bebido el néctar de la vida de Megumi.
La sujete llevándola a mi espalda, era algo que se me había fácil gracias a mi fuerza, sujete su bolso que se había caído y comencé a caminar, la visita debía esperar, deseaba que Megumi recobrara toda su fuerzas y así poder conversar bien de quien había sido el que le provoco aquel malestar.
Habría tenido un mal sueño pues se había despertado sudando y temblando demasiado. Había soñado algo extraño, apenas note que el peso de Megumi cedía la sujete con más fuerza y su cuerpo fue llevado por mí al banco de madera en donde ella había estado esperando, me quede mudo por unos segundos hasta que acaricie su mejilla quitando unos cabellos de su cuello y note dos agujeros, termine que quitar la cinta de su cuello, como esperando que aquello fuera apenas una ilusión mía, pero no, no era así, mis dedos confirmaban que había dos agujeros hecho por aquellos seres que se alimentaban de sangre humana. Utilizaban la sangre para mantener sus cuerpos calientes y lo más vivos posibles, pero es realidad ellos estaban tan muertos los que en los ataúdes se veían.
Una gran furia entro en mí, no pude evitar dejar salir un grito ahogado mientras sujetaba fuertemente el cuerpo de Megumi, lo sujetaba con tal firmeza y fuerza que tuve que reaccionar, sentía que la podía lastimar –lo siento… no…- no, no quería hacerle daño, si no media mis fuerzas la lastimaría físicamente. Sujete su muslo recorriendo su muslo mientras la acomodaba en el banco. Su cabeza estaba apoyada en mi regazo, parecía dormir apaciblemente, pero los sudores de su frente y su palidez anormal comenzaban a preocuparme.
No me gustaba llevar a personas a mi casa, era una habitación algo mugrienta, una dulce chica como ella no debía estar en un lugar así, pero debía descansar… ¿si la llevaba a donde anteriormente nos habíamos despedido?. La mire limpiando con mi manga las gotas de sudor que caían de su frente –Megumi-chan te llevare a casa… no debiste salir así de débil- susurre aunque lo más probable era que no me respondiera. Quería saber quien rayos había sido el infeliz animal que había bebido el néctar de la vida de Megumi.
La sujete llevándola a mi espalda, era algo que se me había fácil gracias a mi fuerza, sujete su bolso que se había caído y comencé a caminar, la visita debía esperar, deseaba que Megumi recobrara toda su fuerzas y así poder conversar bien de quien había sido el que le provoco aquel malestar.
Matsumoto Takanori- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/12/2011
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Re: Quiero mostrarte la belleza que hay en ti [Privado]
Notaba como el peso de Matsumoto la sostenía para no caer al suelo-Estoy..Bien....déjame en el suelo...-dijo entre algún murmuro que no sabía completar, miro a los lados, se sujeto al cuello de Matsumoto con la fuerza que tenía en aquel momento-Matsumoto....-Murmuro lentamente sobre el oído ajeno-Ai..ai shiteru...io...-Dijo, estaría delirando para después morderse el labio inferior, notar como las gotas de sudor le recorrían la frente poco a poco y se deslizaban por la sien y se agarraba mas al cuello de Matsumoto.
Oh, que ilusa mujer que dejo por la noche su cáliz carmesí a los desamparados de la noche, tomarlo como si fuera de ellos, tomarlo como si pudieran jugar con ella y dejarla casi al límite de la muerte. Sin darse cuenta, era llevaba a las espaldas ajenas de alguien, ella lloraba empezando con leves gemidos, en silencio quizás podría estar aguantándose-¿Por qué eres bueno conmigo?-Dijo preocupándose de ser una carga-Soy una carga...-pero se aferro mucho mas al cuello de quien le hacía de transporte en ese mismo instante.
-No quiero meterte en problemas, no sé lo que paso por la noche...-Se sujeto a la camisa pues el cuello podría haberle hecho daño sin darse cuenta-La que lo siente soy yo, Mat...Matsumochi...-Susurro en su oído, sonriendo por primera vez en esa “cita” en la que estaban juntos y que ella, se sentía culpable por haber estropeado. La luna entonces era su compañera en esta travesía, sonrió de lado para ver donde apoyaba su mejilla y finalmente el apoyo sobre la cabeza o la nuca de Matsumoto.
Esa noche, no sabía porque, Matsumoto le pareció que olía bien-..¿Crees que las rosas huelen bien hasta en una mujer?-Dijo quizás algo más animada-aagh...-Su agarre cedía, no podría aguantar más sobre él, su fuerza parecía irse a pique, necesitaba descansar, creyó que estaba bien, no supo describirlo, pero sentía bombear su cabeza, palpitar una y otra vez sin explicación alguna.
Oh, que ilusa mujer que dejo por la noche su cáliz carmesí a los desamparados de la noche, tomarlo como si fuera de ellos, tomarlo como si pudieran jugar con ella y dejarla casi al límite de la muerte. Sin darse cuenta, era llevaba a las espaldas ajenas de alguien, ella lloraba empezando con leves gemidos, en silencio quizás podría estar aguantándose-¿Por qué eres bueno conmigo?-Dijo preocupándose de ser una carga-Soy una carga...-pero se aferro mucho mas al cuello de quien le hacía de transporte en ese mismo instante.
-No quiero meterte en problemas, no sé lo que paso por la noche...-Se sujeto a la camisa pues el cuello podría haberle hecho daño sin darse cuenta-La que lo siente soy yo, Mat...Matsumochi...-Susurro en su oído, sonriendo por primera vez en esa “cita” en la que estaban juntos y que ella, se sentía culpable por haber estropeado. La luna entonces era su compañera en esta travesía, sonrió de lado para ver donde apoyaba su mejilla y finalmente el apoyo sobre la cabeza o la nuca de Matsumoto.
Esa noche, no sabía porque, Matsumoto le pareció que olía bien-..¿Crees que las rosas huelen bien hasta en una mujer?-Dijo quizás algo más animada-aagh...-Su agarre cedía, no podría aguantar más sobre él, su fuerza parecía irse a pique, necesitaba descansar, creyó que estaba bien, no supo describirlo, pero sentía bombear su cabeza, palpitar una y otra vez sin explicación alguna.
Megumi Amane- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 11/12/2011
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Re: Quiero mostrarte la belleza que hay en ti [Privado]
Le escuchaba atentamente sin decir ni una sola palabra, solamente me disponía a caminar por donde mi memoria me decía, que por cierto no era muy buena así que teníamos un 70% de probabilidad de quedar perdidos en otra parte de parís. Apenas le sonreía, aunque no sabía si ella podría verlo, pero estaba feliz de poder tenerla cerca, bueno en mi espalda para ser mas especifico, pero el poder protegerla y cuidarla de alguna forma me hacía sentirme verdaderamente feliz… eso me recordaba que debía buscar al vampiro y matarlo con mis propias manos… aquello no quedaría así.
-Megumi… no debes disculparte… deja de hablar y descansa- le dije en un tono serio mientras miraba hacia al frente caminando sin ninguna dificultad-El que alguien te haya hecho daño me duele mucho- confesé. Estaba dolido de no servir para nada, ni siquiera de proteger a la persona que me gustaba. Bueno de cierta forma tenerla cerca de mi era algo lindo. –deja de esforzarte… de desmayaras… necesitadas comer y dormir- dije serio, prácticamente la regañaba –Si vuelves a hablar…- alce mi mirada para buscar alguna referencia…
-…- lo sabia… perdidos, gire para ver por dónde nos habíamos metido pero nada, no había referencia alguna. ¿Dónde rayos estábamos? Parecía un lugar de plebeyos en los cuales se veía mucha pobreza. Las personas tiradas en el suelo buscando calor entre varias no me habían nada, la verdad no me traían ningún recuerdo, aquello debía verse a que nunca sufrí aquello. Suspire levemente, algo estaba ya descartado, nunca fui pobre ni desvalido en Japón. Alce la mirada para ver mi camino… una ilusión? Había una mujer hermosa frente a mí, su rostro era borroso por la oscuridad, pero era ella, un sudor frio comenzó a recorrer mi cuerpo, casi no podía moverme, mis parpados no querían cerrar por miedo a que aquello se desvaneciera, antes de poder decir algo, entrecerré mis ojos con pesadez para luego tragar saliva y abrirlos –Oye…- nada… no había nada, había sido apenas una ilusión. Suspire decepcionado mientras seguía caminando.
Un cartel grande apareció en mis narices, que suerte tenia, portaba algunos francos que servirían en ese lugar, no importaba, podría trabajar luego para recuperarlos, ahora Megumi debía recuperarse, alquile una habitación y acosté a ella en la cama para que descansara –Quédate quieta- le susurre mientras le arropaba con las sabanas limpias del lugar –buscare algo para que comas y agua también- mire el bolso en donde tenía los francos, no le podría dar un gran banquete pero al menos algo digno para comer y recuperar fuerzas, pero en lo único que en realidad pensaba en estos momentos era en que ella se recuperaba por completo.
Salí del lugar para encontrarme con la mujer y pedirle que me hiciera un estofado con mucha carne, le dio lo que me pedía y subí nuevamente a la habitación para encontrarse con ella en aquel cuarto oscuro, quede sentado cerca de la cama mientras un suspiro de alivio se apoderaba de mi cuerpo. Tenía mucho tiempo que no estaba en una habitación, normalmente dormía en las calles cuando me trasformaba en animal, que por cierto era muy seguido, por ahora me mantenía en mi forma humana, que era algo muy bueno, sabía que ella influenciaba mucho en eso, el deseo de poder estar en esta forma para hacerla feliz era lo que me mantenía aun humano, si ella no hubiera estado en mi mente tal vez yo me hubiera perdido en mi formas animales por otros largos años.
-Megumi… no debes disculparte… deja de hablar y descansa- le dije en un tono serio mientras miraba hacia al frente caminando sin ninguna dificultad-El que alguien te haya hecho daño me duele mucho- confesé. Estaba dolido de no servir para nada, ni siquiera de proteger a la persona que me gustaba. Bueno de cierta forma tenerla cerca de mi era algo lindo. –deja de esforzarte… de desmayaras… necesitadas comer y dormir- dije serio, prácticamente la regañaba –Si vuelves a hablar…- alce mi mirada para buscar alguna referencia…
-…- lo sabia… perdidos, gire para ver por dónde nos habíamos metido pero nada, no había referencia alguna. ¿Dónde rayos estábamos? Parecía un lugar de plebeyos en los cuales se veía mucha pobreza. Las personas tiradas en el suelo buscando calor entre varias no me habían nada, la verdad no me traían ningún recuerdo, aquello debía verse a que nunca sufrí aquello. Suspire levemente, algo estaba ya descartado, nunca fui pobre ni desvalido en Japón. Alce la mirada para ver mi camino… una ilusión? Había una mujer hermosa frente a mí, su rostro era borroso por la oscuridad, pero era ella, un sudor frio comenzó a recorrer mi cuerpo, casi no podía moverme, mis parpados no querían cerrar por miedo a que aquello se desvaneciera, antes de poder decir algo, entrecerré mis ojos con pesadez para luego tragar saliva y abrirlos –Oye…- nada… no había nada, había sido apenas una ilusión. Suspire decepcionado mientras seguía caminando.
“POSADA”
Un cartel grande apareció en mis narices, que suerte tenia, portaba algunos francos que servirían en ese lugar, no importaba, podría trabajar luego para recuperarlos, ahora Megumi debía recuperarse, alquile una habitación y acosté a ella en la cama para que descansara –Quédate quieta- le susurre mientras le arropaba con las sabanas limpias del lugar –buscare algo para que comas y agua también- mire el bolso en donde tenía los francos, no le podría dar un gran banquete pero al menos algo digno para comer y recuperar fuerzas, pero en lo único que en realidad pensaba en estos momentos era en que ella se recuperaba por completo.
Salí del lugar para encontrarme con la mujer y pedirle que me hiciera un estofado con mucha carne, le dio lo que me pedía y subí nuevamente a la habitación para encontrarse con ella en aquel cuarto oscuro, quede sentado cerca de la cama mientras un suspiro de alivio se apoderaba de mi cuerpo. Tenía mucho tiempo que no estaba en una habitación, normalmente dormía en las calles cuando me trasformaba en animal, que por cierto era muy seguido, por ahora me mantenía en mi forma humana, que era algo muy bueno, sabía que ella influenciaba mucho en eso, el deseo de poder estar en esta forma para hacerla feliz era lo que me mantenía aun humano, si ella no hubiera estado en mi mente tal vez yo me hubiera perdido en mi formas animales por otros largos años.
Matsumoto Takanori- Cambiante Clase Media
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Re: Quiero mostrarte la belleza que hay en ti [Privado]
-Levanto la cabeza-¿hum?-pero no pudo sostenerla más y simplemente la volvió a posar en su espalda, había recuperado un poco la consciencia, aun sentía temblores por todo su cuerpo, cada poro, cada vena verdosa de su cuerpo parecían resaltar tras su palidez, ella esperaba que la bajara, se sentía culpable de hacer de carga, tendría muchas cosas que contarle, tendría que pensar en cómo decirle que si comenzaban a compartir una casa juntos, solo con él, ella misma sabía que era una persona de confiar. Acabaron en una humilde posada, no con muchos retoques ni demasiada remodelación, ella acabo en una cama que a pesar del sitio, estaba habitable, miro a Matsumoto, vio que se iba y sin poder evitarlo, comenzó a llorar sin más en silencio, vio que se alejaba.
De repente el cuerpo de Megumi se tensaba, comenzaba a calentarse de una manera como si realizara algún acto sexual, pero no, no estaba con nadie, su pecho comenzaba a hiperventilar por sí solo, tuvo que separar las piernas a modo de comodidad para después llevar sus manos por la figura de su cuerpo, lentamente, deslizando las manos para producirse placer a sí misma-Agh...dame...-Trago saliva, echo la cabeza hacia atrás hincándola en el lecho, sus manos entonces comenzaron a tocar la madera de la posada, como si acariciase la piel de un extraño, entrecerró los ojos para ver una luz tenue que iluminaba la sala, seguía revolviéndose lentamente, entonces pudo ver una sombra aparecer con lo que parecía una bandeja de estofado, de carne y que tenía una pinta exquisita.
-Aaaagh!! –Dio varios golpes a la pared, después por poco tiraba la comida, pero la comida seguía en la mesa en la que había colocado Matsumoto, respiraba agitada, la comida estaba en la mesa, abrió los ojos desmesuradamente para lanzarse y comenzar a comer con las manos, mirando fijamente a Matsumoto-Agua....-Dijo entre bocado y bocado que cogía de la carne que Matsumoto había puesto sobre la mesa. Lo miro como un zombi controlado por el hambre, con el pelo en la cara, un ojo a la vista y con la comida en la boca y mano.
-¿Tienes miedo mocoso?-Dijo ladeando el cuello, el rostro comenzando a hacer un fruncimiento de ceño mientras no veía reacción en el muchacho-¿Y mi agua? Tráelo, rápido... ¿A qué esperas?-Dijo con tono altivo, casi mandatorio a lo que después tuvo que soltar la comida de sus manos manchadas de aceite, tirarse a la cama, revolverse, volviendo a respirar-Mat..matsumochi...!!-Dijo en un tono ahogado, casi como queriendo ser ella misma.
De repente el cuerpo de Megumi se tensaba, comenzaba a calentarse de una manera como si realizara algún acto sexual, pero no, no estaba con nadie, su pecho comenzaba a hiperventilar por sí solo, tuvo que separar las piernas a modo de comodidad para después llevar sus manos por la figura de su cuerpo, lentamente, deslizando las manos para producirse placer a sí misma-Agh...dame...-Trago saliva, echo la cabeza hacia atrás hincándola en el lecho, sus manos entonces comenzaron a tocar la madera de la posada, como si acariciase la piel de un extraño, entrecerró los ojos para ver una luz tenue que iluminaba la sala, seguía revolviéndose lentamente, entonces pudo ver una sombra aparecer con lo que parecía una bandeja de estofado, de carne y que tenía una pinta exquisita.
-Aaaagh!! –Dio varios golpes a la pared, después por poco tiraba la comida, pero la comida seguía en la mesa en la que había colocado Matsumoto, respiraba agitada, la comida estaba en la mesa, abrió los ojos desmesuradamente para lanzarse y comenzar a comer con las manos, mirando fijamente a Matsumoto-Agua....-Dijo entre bocado y bocado que cogía de la carne que Matsumoto había puesto sobre la mesa. Lo miro como un zombi controlado por el hambre, con el pelo en la cara, un ojo a la vista y con la comida en la boca y mano.
-¿Tienes miedo mocoso?-Dijo ladeando el cuello, el rostro comenzando a hacer un fruncimiento de ceño mientras no veía reacción en el muchacho-¿Y mi agua? Tráelo, rápido... ¿A qué esperas?-Dijo con tono altivo, casi mandatorio a lo que después tuvo que soltar la comida de sus manos manchadas de aceite, tirarse a la cama, revolverse, volviendo a respirar-Mat..matsumochi...!!-Dijo en un tono ahogado, casi como queriendo ser ella misma.
Megumi Amane- Mensajes : 48
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Re: Quiero mostrarte la belleza que hay en ti [Privado]
No podía ocultar lo sorprendido que estaba con aquel cambio repentino de comportamiento, yo era una persona paciente, por suerte para ella claro está, simplemente sonreí levemente mientras ella comía con aquella desesperación que la hacía ver totalmente diferente a la Megumi a la que estaba acostumbrado. –Te caerá mal la comida- musite mientras le daba un poco de agua en un vaso. No pude evitar reírme cuando se refirió a mí como un “Mocoso”. Yo no era un joven, aunque exactamente no sabía mi edad tenía la impresión de que no era muy joven de lo que me veía.
Pronto aquel lindo susurro pareció traer nuevamente a mi querida Megumi, no me iba a molestar con ella por aquel comportamiento tan irracional. Las rosas tienen espinas, debía uno que aceptarlas con todo, así que no importaba como estaría, siempre estaría a su lado sonriéndole aun cuando ella se comportara de la forma que se comportara, ya que en el fondo sabia que la chica que me gustaba estaba en aquel lugar.
–Bueno espero que no te molestas el cambio de lugar de nuestra cita- dije tranquilamente mientras buscaba limpiarle su boquita que estaba toda llena de comida, le sonreí mostrando que no me estaba molestando en nada lo que hacía. Por suerte ella pareció entenderlo, aunque estaba seguro que se sentía mal por su comportamiento anterior.
La luna estaba en lo alto, la brisa entraba por la ventana, parecía hacer danzar a las cortinas blancas que colgaban en el lugar para poder ocultar lo que sucediera en ese cuarto de miradas curiosas y furtivas, el lugar estaba cálido aunque siempre amenazaba de entrar el frio al cuarto, con aquel soplo de viento que hacia estremecer levemente nuestras pieles. Mis cabellos se movieron un poco, lo note porque un mechón quedo en mi frente molestando mi visión, con cuidado lo retire para luego seguir mirando a la joven que estaba a mi lado. –Oye… ¿Cómo es posible que un vampiro te atacara?- quería saberlo, necesitaba saberlo, tal vez me mostrara insistente, pero tenía una gran preocupación, habían muchas creaturas malas por todos lados, tal vez yo era considerada como una de ellas, pero si a ella le habían malogrado era algo que verdaderamente me hacía sentir furioso aunque en mi rostro no se viera aquel malestar que en mi corazón-No entiendo… porque aquel vampiro te dejo con vida- susurre algo confundido, normalmente mataban instantáneamente, no dejaban a sus víctimas vivas… ¿Por qué lo haría este?
Pronto aquel lindo susurro pareció traer nuevamente a mi querida Megumi, no me iba a molestar con ella por aquel comportamiento tan irracional. Las rosas tienen espinas, debía uno que aceptarlas con todo, así que no importaba como estaría, siempre estaría a su lado sonriéndole aun cuando ella se comportara de la forma que se comportara, ya que en el fondo sabia que la chica que me gustaba estaba en aquel lugar.
–Bueno espero que no te molestas el cambio de lugar de nuestra cita- dije tranquilamente mientras buscaba limpiarle su boquita que estaba toda llena de comida, le sonreí mostrando que no me estaba molestando en nada lo que hacía. Por suerte ella pareció entenderlo, aunque estaba seguro que se sentía mal por su comportamiento anterior.
La luna estaba en lo alto, la brisa entraba por la ventana, parecía hacer danzar a las cortinas blancas que colgaban en el lugar para poder ocultar lo que sucediera en ese cuarto de miradas curiosas y furtivas, el lugar estaba cálido aunque siempre amenazaba de entrar el frio al cuarto, con aquel soplo de viento que hacia estremecer levemente nuestras pieles. Mis cabellos se movieron un poco, lo note porque un mechón quedo en mi frente molestando mi visión, con cuidado lo retire para luego seguir mirando a la joven que estaba a mi lado. –Oye… ¿Cómo es posible que un vampiro te atacara?- quería saberlo, necesitaba saberlo, tal vez me mostrara insistente, pero tenía una gran preocupación, habían muchas creaturas malas por todos lados, tal vez yo era considerada como una de ellas, pero si a ella le habían malogrado era algo que verdaderamente me hacía sentir furioso aunque en mi rostro no se viera aquel malestar que en mi corazón-No entiendo… porque aquel vampiro te dejo con vida- susurre algo confundido, normalmente mataban instantáneamente, no dejaban a sus víctimas vivas… ¿Por qué lo haría este?
Matsumoto Takanori- Cambiante Clase Media
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