AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Curiosa primera noche [abierto/libre]
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Curiosa primera noche [abierto/libre]
La noche nuevamente ha caído, dejando a su paso aquel velo oscuro quien le invitaba a recorrer aquel nuevo lugar dejando a merced de la noche a una muchacha de piel nívea quien aseguraba de cierta manera su existencia, teniendo además bastante presente en su mente que en aquel lugar, debería controlarse, esta vez no podía permitirse fallar y mucho menos realizar una masacre, como las que acostumbraba a ejecutar con anterioridad provocándose estas al momento de que aquella muchacha entrase en aquel estado casi de trance del cual dificultosamente salía sin haberse saciado antes, casi al punto de vomitar toda la sangre bebida puesto no discriminaba, ni animales ni humanos, para aquella muchacha en aquel estado lo único que por su mente se atravesaba era el deseo de asesinar obteniendo tu premio el cual le provocaba aquel placer indescriptible. Para aquellos momentos, la joven se desplazaba entre las calles de su nuevo hogar, más que recorriéndole buscando una presa, llevando como prendas aquel ropaje masculino consistiendo en aquel traje de etiqueta negro el cual usara con anterioridad en diferentes ocasiones, encontrándose bajo aquella chaqueta una camisa color sangre, quien originalmente era blanca, agregando además aquel sombrero quien por aquel moño el cual sujetaba completamente su cabello le hacían pasar como un muchacho refinado, un poco afeminado sin embargo, su belleza y su ser confundía a quien le viese haciéndole dudar, si se trataba de un Ángel o un ser quien no era de este planeta, teniendo bastante presente que aquella forma de vestir simplemente era cebo para sus presas, realizando aquel juego que tanto le gustaba el cual era consistía en ser “el gato y el ratón” siendo inicialmente el ratón aquella muchacha para luego convertirse en aquel felino despiadado.
Solo se interno por aquel callejón, sonriendo al sentir el aroma de un hombre, quien en esencia estaba cargada de lujuria, paseando por sobre sus labios su lengua al saber que lentamente aquel hombre producto de la figura de la muchacha había caído en su trampa, comenzando lentamente, paso a paso, a adentrarse en aquel callejo si salida, deteniéndose en seco cuando llegase hasta el final de este, metiendo con suavidad sus finas manos en lo que eran los bolsillos de aquel traje, comenzando así a articular primeramente en italiano aquellas palabras la cuales helaron por completo al sujeto quien se encontraba peligrosamente cerca de ella “Il tuo ordine” [Es tu fin], para luego con sutileza y suavidad girar completamente su cuerpo, escapándose un mechón de aquel sombrero, observando al sujeto quien se mantenía congelado ante aquellos ojos con sus orbes completamente en color carmín quienes le analizaban, utilizando aquella chica además uno de sus poderes favoritos, el más placentero para ella, el cuan consistía en meterse en la mente de sus presas provocándoles daño exteriormente.
Aquella muchacha en un solo movimiento, dejo a la vista de aquel hombre sus enormes colmillos de color marfil, esbozándose en todo momento aquella sonrisa la cual era por demás engreída, llevando al tiempo sus manos hacia los hombros de aquel sujeto simplemente para realizar una pequeña presión, la cual en un solo segundo fracturo sus clavículas, acto que le siguió con el grito desgarrador del dolor de aquel tipo, murmurándole al oído- Te gusta ir a por jóvenes no es así- Tras articular aquello simplemente le empujo hacia la pared, escuchando y casi disfrutando de los quejidos que este hombre realizaba, manteniéndose en silencio para adentrarse con sus ojos en su cuerpo, cortando primeramente las tres falanges de sus dedos, una a una, disfrutando al ver como aquel sujeto gritaba de dolor, como la sangre lentamente comenzaba a llamarle la atención, para luego sin dejar de utilizar aquel poder, fracturar sus muñecas, sus brazos, optando simplemente por acercarse, hasta su oído sabiendo que aquel hombre estaba inmóvil articulando en este mismo –Te hare morir lenta y dolorosamente- mordiendo aquel lóbulo, arrancándolo con su dentadura, escupiendo aquel pesado hacia el suelo, dejando aquella lamida sorbiendo la sangre que provoco el hecho de haber arrancado toda su oreja, bajando tras esto de forma lenta hasta su cuello, insertando lo que eran aquellas grandes armas y dentales, quienes le propinaban su alimentes, sin abandonar en ningún momento aquella tortura mental que provocaba los daños físicos al hombre, habiendo ya fracturado sus piernas, dedo por dedo, mutilándolos, cortándolos, rasgando en su interior el estomago, sus intestinos, provocándole lentamente aquella muerte que tanto le gustaba dar a sus víctimas, encontrándose además extasiada por aquel sabor metálico que la sangre de este sujeto le propinaba; Sin embargo algo le alerto, el aroma de aquel lugar cambio, al tiempo que también lo hizo la atmosfera, provocando en aquella muchacha que abandonase el cuerpo ya inerte de quien fuese su víctima para chistar su lengua un poco ofuscada, levantándose en consecuencia de esto para murmurar al inicio de aquel oscuro callejón importándole bastante poco que el cuerpo de esta persona quedase en aquel lugar- “Se que estas hay..¿Quien eres?"
Solo se interno por aquel callejón, sonriendo al sentir el aroma de un hombre, quien en esencia estaba cargada de lujuria, paseando por sobre sus labios su lengua al saber que lentamente aquel hombre producto de la figura de la muchacha había caído en su trampa, comenzando lentamente, paso a paso, a adentrarse en aquel callejo si salida, deteniéndose en seco cuando llegase hasta el final de este, metiendo con suavidad sus finas manos en lo que eran los bolsillos de aquel traje, comenzando así a articular primeramente en italiano aquellas palabras la cuales helaron por completo al sujeto quien se encontraba peligrosamente cerca de ella “Il tuo ordine” [Es tu fin], para luego con sutileza y suavidad girar completamente su cuerpo, escapándose un mechón de aquel sombrero, observando al sujeto quien se mantenía congelado ante aquellos ojos con sus orbes completamente en color carmín quienes le analizaban, utilizando aquella chica además uno de sus poderes favoritos, el más placentero para ella, el cuan consistía en meterse en la mente de sus presas provocándoles daño exteriormente.
Aquella muchacha en un solo movimiento, dejo a la vista de aquel hombre sus enormes colmillos de color marfil, esbozándose en todo momento aquella sonrisa la cual era por demás engreída, llevando al tiempo sus manos hacia los hombros de aquel sujeto simplemente para realizar una pequeña presión, la cual en un solo segundo fracturo sus clavículas, acto que le siguió con el grito desgarrador del dolor de aquel tipo, murmurándole al oído- Te gusta ir a por jóvenes no es así- Tras articular aquello simplemente le empujo hacia la pared, escuchando y casi disfrutando de los quejidos que este hombre realizaba, manteniéndose en silencio para adentrarse con sus ojos en su cuerpo, cortando primeramente las tres falanges de sus dedos, una a una, disfrutando al ver como aquel sujeto gritaba de dolor, como la sangre lentamente comenzaba a llamarle la atención, para luego sin dejar de utilizar aquel poder, fracturar sus muñecas, sus brazos, optando simplemente por acercarse, hasta su oído sabiendo que aquel hombre estaba inmóvil articulando en este mismo –Te hare morir lenta y dolorosamente- mordiendo aquel lóbulo, arrancándolo con su dentadura, escupiendo aquel pesado hacia el suelo, dejando aquella lamida sorbiendo la sangre que provoco el hecho de haber arrancado toda su oreja, bajando tras esto de forma lenta hasta su cuello, insertando lo que eran aquellas grandes armas y dentales, quienes le propinaban su alimentes, sin abandonar en ningún momento aquella tortura mental que provocaba los daños físicos al hombre, habiendo ya fracturado sus piernas, dedo por dedo, mutilándolos, cortándolos, rasgando en su interior el estomago, sus intestinos, provocándole lentamente aquella muerte que tanto le gustaba dar a sus víctimas, encontrándose además extasiada por aquel sabor metálico que la sangre de este sujeto le propinaba; Sin embargo algo le alerto, el aroma de aquel lugar cambio, al tiempo que también lo hizo la atmosfera, provocando en aquella muchacha que abandonase el cuerpo ya inerte de quien fuese su víctima para chistar su lengua un poco ofuscada, levantándose en consecuencia de esto para murmurar al inicio de aquel oscuro callejón importándole bastante poco que el cuerpo de esta persona quedase en aquel lugar- “Se que estas hay..¿Quien eres?"
Giang Sulli- Vampiro Clase Alta
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Re: Curiosa primera noche [abierto/libre]
Habían pasado más de veinte minutos desde que la luz de la última farola que había visto iluminó los ribetes azules de su vestido, no quedaba nada de las amplias e iluminadas calles de las grandes y hermosas avenidas de la ciudad, se internaba cada vez más en un laberinto de callejuelas sin salida, cuyos olores solo podían describirse como pestilentes, era un lado de la ciudad que aún no había conocido; el fuerte y sofocante aroma a orines se impregnaba en su ser a tal punto que amenazaba corromper el sabor a café que aún tenía en la boca, se apresuró a sacar un pañuelo perfumando con agua de lavanda y pacholí, lo acercó a su nariz e inspiró, buscando alivio, sin embargo no era el olor la causa de su angustia, eran sus torpes pasos que la alejaban cada vez más de su destino. No era la primera vez que se perdía, pero sí era la primera vez que se encontraba desorientada al punto de ser incapaz de reconocer la dirección por la había llegado, más de una vez le pareció estar caminando en círculos, sin embargo siempre había algún indicio mañero que la confundía. Oculta bajo la capucha de la capa, el repiqueteo de sus tacones impedía que pudiese agudizar su oído en busca del sonido de algún carro; seguía caminando pues el miedo a demostrar vacilación a los ojos que puedan estar ocultos en las sombras era mayor, a pesar de no haber encontrado ningún alma en su recorrido que a su vez pudiese servir de guía. El cielo encapotado cuya protagonista era una luna escurridiza, le impedía tratar de encontrar algún punto de referencia mediante la posición de las estrellas, no era muy diestra en este tipo de guía, sin embargo poseía alguna que otra noción básica.
Su respiración comenzó a agitarse, el pánico florecía en su interior calando en su columna, estremeciendo su interior, que comenzaba a rendirse ante la presión de la ansiedad y el temor, sus pupilas dilatas eran claro ejemplo de lo turbio de su interior, siguió su marcha sin vacilar ni mirar hacia atrás. Un grito a lo lejos hizo latir a su corazón con locura, lo sentía desbocado.. Los sonidos de una aparente tortura lejana continuaban formando una lúgubre canción y en contra de todo su juicio, que le pedía que diese vuelta, que volviese por donde había venido, avanzo hacia los sonidos como si estuviese hipnotizada, sus pasos eran pausados, cautelosos, calculados, a medida que avanza los sonidos se hacía más fuertes, más nítidos, sin duda se trataba de un hombre. Un ajuste de cuentas tal vez, al final París era una ciudad con muchos matices y la mafia era, claramente, uno de los matices más resaltantes. Se apretujó contra una pared, se dedicó a escuchar los dolorosos sonidos provenientes de la otra calle, intentó reconocer el timbre de las voces, sin duda eran dos, pero le era imposible, se dispuso a avanzar un poco más y cayó en la cuenta de lo que hacía, tan solo una par de minutos atrás estuvo a punto de correr despavorida presa del miedo a encontrarse perdida y ahora estaba dispuesta a entrar a la boca del lobo por sus pies, sin algún motivo coherente alguno. La única explicación que encontraba para esta descabellada actitud era la necesidad que tenía de sentirse viva, de arriesgarse, por más insólitas que fuesen sus acciones, su vida se encontraba reducida a una rutina tediosa que no avanzaba ni retrocedía, una vida estática, inerte.
Resguarda en las sombras de un pequeño pórtico, observó la ilógica escena que se desarrollaba en el callejón, sus ojos no daban crédito a lo que veía, no era nada de lo que había imaginado, es más jamás en su vida concibió algo tan extraño... El hombre de mayor tamaño, tenía el rostro deformado por una mueca de dolor, si no estaba equivocada el hombre agonizaba, al parecer había sufrido mucho, pero no era esto lo que la sacada de su elemento, era... el otro hombre, pequeño, fino, que destilaba en su apariencia la extraña esencia de un predador, algo salvaje, incontenible, lo notable era que al parecer este último fue el autor del sufrimiento del otro; había algo en la escena que le hizo olvidar sus ansías de emociones y la obligó a retroceder pero en el momento justo en el que hubiera emprendido su retirada, un movimiento digno de un felino, interrumpió sus intenciones, observó oculta en las sombras como el cuerpo del desafortunado hombre, era desechado cual basura.. La había visto, a pesar de que ella jurara que era imposible percibir su presencia, jamás espero que la voz del hombre pequeño fuera la de una mujer, dulce y delicada, armonizaba con ese cuerpo pequeño, pero no con los movimientos y sin duda no con la crueldad que emanaban los espeluznantes ojos -¿Por qué finges ser un hombre? - sus palabras la sorprendieron, sonaron vacilantes, toscas incluso, pero una vez más su curiosidad le gano a su miedo, pero capaz lo que le impulsó a hablar era saber que huir no serviría de nada, dirigió una fugaz mirada al cuerpo inerte - ¿Qué eres?.
Su respiración comenzó a agitarse, el pánico florecía en su interior calando en su columna, estremeciendo su interior, que comenzaba a rendirse ante la presión de la ansiedad y el temor, sus pupilas dilatas eran claro ejemplo de lo turbio de su interior, siguió su marcha sin vacilar ni mirar hacia atrás. Un grito a lo lejos hizo latir a su corazón con locura, lo sentía desbocado.. Los sonidos de una aparente tortura lejana continuaban formando una lúgubre canción y en contra de todo su juicio, que le pedía que diese vuelta, que volviese por donde había venido, avanzo hacia los sonidos como si estuviese hipnotizada, sus pasos eran pausados, cautelosos, calculados, a medida que avanza los sonidos se hacía más fuertes, más nítidos, sin duda se trataba de un hombre. Un ajuste de cuentas tal vez, al final París era una ciudad con muchos matices y la mafia era, claramente, uno de los matices más resaltantes. Se apretujó contra una pared, se dedicó a escuchar los dolorosos sonidos provenientes de la otra calle, intentó reconocer el timbre de las voces, sin duda eran dos, pero le era imposible, se dispuso a avanzar un poco más y cayó en la cuenta de lo que hacía, tan solo una par de minutos atrás estuvo a punto de correr despavorida presa del miedo a encontrarse perdida y ahora estaba dispuesta a entrar a la boca del lobo por sus pies, sin algún motivo coherente alguno. La única explicación que encontraba para esta descabellada actitud era la necesidad que tenía de sentirse viva, de arriesgarse, por más insólitas que fuesen sus acciones, su vida se encontraba reducida a una rutina tediosa que no avanzaba ni retrocedía, una vida estática, inerte.
Resguarda en las sombras de un pequeño pórtico, observó la ilógica escena que se desarrollaba en el callejón, sus ojos no daban crédito a lo que veía, no era nada de lo que había imaginado, es más jamás en su vida concibió algo tan extraño... El hombre de mayor tamaño, tenía el rostro deformado por una mueca de dolor, si no estaba equivocada el hombre agonizaba, al parecer había sufrido mucho, pero no era esto lo que la sacada de su elemento, era... el otro hombre, pequeño, fino, que destilaba en su apariencia la extraña esencia de un predador, algo salvaje, incontenible, lo notable era que al parecer este último fue el autor del sufrimiento del otro; había algo en la escena que le hizo olvidar sus ansías de emociones y la obligó a retroceder pero en el momento justo en el que hubiera emprendido su retirada, un movimiento digno de un felino, interrumpió sus intenciones, observó oculta en las sombras como el cuerpo del desafortunado hombre, era desechado cual basura.. La había visto, a pesar de que ella jurara que era imposible percibir su presencia, jamás espero que la voz del hombre pequeño fuera la de una mujer, dulce y delicada, armonizaba con ese cuerpo pequeño, pero no con los movimientos y sin duda no con la crueldad que emanaban los espeluznantes ojos -¿Por qué finges ser un hombre? - sus palabras la sorprendieron, sonaron vacilantes, toscas incluso, pero una vez más su curiosidad le gano a su miedo, pero capaz lo que le impulsó a hablar era saber que huir no serviría de nada, dirigió una fugaz mirada al cuerpo inerte - ¿Qué eres?.
Última edición por Colette Bonhaure el Lun Jul 09, 2012 9:01 pm, editado 1 vez
Colette Bonhaure- Humano Clase Media
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Re: Curiosa primera noche [abierto/libre]
Todo se resumió, aquella muchacha de piel lechosa esta vez había sido descubierta, mostrándose en completo esplendor, dejando a la vista de aquel ser quien se encontraba escondido entre las sombras aquellas orbes completamente teñidas de aquel carmín rojo, sus colmillos prominentes y aquel rastro aun por sobre sus labios de lo que recientemente había realizado, tratándose esto de manchas de la sangre de aquel vagabundo, optando tras esto para girarse tras haber recibido en respuesta a sus preguntas, aquellas preguntas las cuales se le eran devueltas esbozando sobre su rostro aquella sonrisa quien solo se acoplaba con lo que ella era. Sé acerco, paso a paso, comenzando a sentir como el corazón de aquella muchacha con cada uno de estos latía cada vez con más fuerza, mostrándose este por demás asustados, comenzando así a divisar como el rostro de aquella figura femenina que lentamente se mostraba frente a ella, estaba cargado de pánico, miedo, pavor, sin embargo también en aquella mirada impactada había aquel rastro de valor, comenzando producto de aquello a preguntarse el hecho de que aquella muchacha que ahora estaba en sus planes de caza el por qué no había escapado apenas le vio
¿Qué ocurre no tienes miedo?- Aquella vampiro formulo con gran suavidad, notándose en su voz aquella ironía la cual estaba presente en aquellos momentos, puesto era cierto para una humana el ver aquella imagen, aquel acto el cual aquella fémina había realizado frente a la mujer debiera ser algo chocante, sin embargo aquella mujer seguía en aquel lugar, provocando tras esto que aquella muchacha de piel lechosa continuase acercándose a esta, notando como los rubios cabellos de la mujer hacían juego con sus ojos, como aquella piel humana contrastaba tan bien para ella, como aquel cuello descubierto le tentaba a pecar, notando además como aquel frágil cuerpo provocaba que en aquel ser sus instintos se colocasen a flor de piel, llevando en consecuencia de esto y casi al acto una de sus manos hasta su mejilla, sin haber en ningún momento dejado de observar fijamente a la mujer, teniendo bastante presente que está en cualquier momento caería hipnotizada, casi convirtiéndole en el verdugo a aquel ser. Tras permanecer algunos segundos en silencio observando y notando como lentamente la respiración de aquella fémina se aceleraba simplemente se acerco, acerco sus labios hasta su cuello, de aquella manera tan especial que acostumbraba, tratándose esta de un movimiento rápido cargado en elegancia, logrando tras esto posar por sobre aquella piel tibia sus labios fríos, embriagándose al acto con su aroma, teniendo la necesidad casi inconsciente de clavar sus colmillos en aquel área, sin embargo en aquellos momentos se controlaría, solo jugaría nuevamente con una de sus “presas”, por lo cual solo abrió la boca, posando sus manos en diferentes lugares, colocándose una posterior a su rostro y la otra por sobre su cintura, abriendo tras esto su boca quien estaba pegada en aquel lugar, simplemente para que esta sintiese la punta de sus colmillos, para luego y con rapidez abandonar aquella postura articulando de forma suave y casi sensual en su oído- ¿Quieres averiguar quién soy?... sabes en estos momentos eres el ratón al cual acabo de cazar- tras esto se alejo lentamente del rostro de aquella chica esbozando aquella mirada tan cargada de sadismo quien junto a su sonrisa cargada con aquel mismo sentimiento observaban a la mujer con el simple propósito de apreciar las facciones que aquella mujer estaba teniendo-
¿Qué ocurre no tienes miedo?- Aquella vampiro formulo con gran suavidad, notándose en su voz aquella ironía la cual estaba presente en aquellos momentos, puesto era cierto para una humana el ver aquella imagen, aquel acto el cual aquella fémina había realizado frente a la mujer debiera ser algo chocante, sin embargo aquella mujer seguía en aquel lugar, provocando tras esto que aquella muchacha de piel lechosa continuase acercándose a esta, notando como los rubios cabellos de la mujer hacían juego con sus ojos, como aquella piel humana contrastaba tan bien para ella, como aquel cuello descubierto le tentaba a pecar, notando además como aquel frágil cuerpo provocaba que en aquel ser sus instintos se colocasen a flor de piel, llevando en consecuencia de esto y casi al acto una de sus manos hasta su mejilla, sin haber en ningún momento dejado de observar fijamente a la mujer, teniendo bastante presente que está en cualquier momento caería hipnotizada, casi convirtiéndole en el verdugo a aquel ser. Tras permanecer algunos segundos en silencio observando y notando como lentamente la respiración de aquella fémina se aceleraba simplemente se acerco, acerco sus labios hasta su cuello, de aquella manera tan especial que acostumbraba, tratándose esta de un movimiento rápido cargado en elegancia, logrando tras esto posar por sobre aquella piel tibia sus labios fríos, embriagándose al acto con su aroma, teniendo la necesidad casi inconsciente de clavar sus colmillos en aquel área, sin embargo en aquellos momentos se controlaría, solo jugaría nuevamente con una de sus “presas”, por lo cual solo abrió la boca, posando sus manos en diferentes lugares, colocándose una posterior a su rostro y la otra por sobre su cintura, abriendo tras esto su boca quien estaba pegada en aquel lugar, simplemente para que esta sintiese la punta de sus colmillos, para luego y con rapidez abandonar aquella postura articulando de forma suave y casi sensual en su oído- ¿Quieres averiguar quién soy?... sabes en estos momentos eres el ratón al cual acabo de cazar- tras esto se alejo lentamente del rostro de aquella chica esbozando aquella mirada tan cargada de sadismo quien junto a su sonrisa cargada con aquel mismo sentimiento observaban a la mujer con el simple propósito de apreciar las facciones que aquella mujer estaba teniendo-
Giang Sulli- Vampiro Clase Alta
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Re: Curiosa primera noche [abierto/libre]
La sorpresa y la curiosidad dieron paso al temor, en un instante todo cambió, la joven no se había dado cuenta de la naturaleza real de aquel ser de piel de marfil, aún no había comprendido la magnitud del peligro al cual se enfrentaba, lo único que daba vueltas en su mente era la imperiosa necesidad de comprender la extraña situación presencia, pero todo dio un vuelco cuando se vio enfrentada a la criatura, un rayo de luz de luna la iluminaba, tres colores pintaban el mundo de Colette, el negro de la noche incierta, el blanco de la tez pálida de la muchacha y el rojo despiadado de la sangre que cubría el cuerpo delicado, contrastes y más contrastes, movimientos delicados contrarrestados por un aura de maligna presencia. Un grito desde lo profundo de su ser se vio ahogado cuando dos destellos hicieron que el tiempo y la razón se detuvieran, colmillos! feroces! La atención de la joven, se distribuía en los colmillos y en esos ojos malignos, no sentía, no era nada, apenas y razona, en su interior un torbellino de sensaciones solo se veía aplacado por el ritmo loco de su corazón, que parecía estar a punto de estallar en su pecho.
La muchacha se acercaba lentamente con esos movimientos suyos perfectos, tensos, listo para atacar, a medida que la distancia se acortaba, la joven se hundía más en esos dos hoyos de agua colorada que la miraban incesantes, de pronto, aquello que la había incitado avanzar volvió a traerla de vuelta, recuperó algo de cordura, el sonido de la voz de aquel ser era dulce, como una melodiosa cadencia que Colette no quería dejar de escuchar, pero entonces hubo silencio de nuevo, ni recordaba la pregunta, tampoco era capaz de formular sentencia alguna, simplemente seguía ahí, absorbiendo todo por los ojos, ya no había vestigios del aroma de las calles, lo único que percibía con la nariz era el consistente olor metálico de la sangre, como hierro, sin ser ácido, sin ser amargo.. la sangre, el elixir de la criatura, sería posible que aquellos cuentos folclóricos que había escuchado toda su vida se hayan materializado en esta noche perversa, no lo sabía y tal vez nunca lo sabría, estaba más que segura de que no vería otro amanecer.
Se sentía observada, analizada, se preguntó si así se sentía los especímenes que estudiaban en los colegios, se preguntó si todos tenían esa irrefrenable sensación de impotencia que no sucumbía ante las ansías de lucha que afloraban desde lo más profundo. La mirada cruel, hambrienta, se clavó en ella, no sabía si su respiración era agitada o era inexistente, de lo único que era consciente era de la cercanía que había entre ambas, el tiempo se detuvo cuando un roce gélido congeló todo lo que alguna vez conoció, fue rápido casi imperceptible y entonces, se perdió, los labios fríos de la otra mujer se posaron en su cuello, sabía que pronto dejaría de ser. Sin embargo fue solo un amago, un beso, tan simple como eso, los besos tenían muchos significados, cambiaban muchas cosas, y este beso no fue la excepción, el aire cambio, cargado de incertidumbre, de desesperanza, tenía un toque erótico, había algo en aquella muchacha, que despertaba aspectos ocultos de su ser, se sentía deseada pero era consciente de que no era el mismo deseo que sentía un hombre hacia una mujer, era un deseo más primitivo, más crudo, era hambre, simple y llanamente, una necesidad básica. Ahora estaba presa, sentía el contacto gélido de las pequeñas, delicadas y aún así fuertes manos de aquel ser, el roce de los colmillos rompió aquel espejismo, la devolvió a la realidad acompañados de las palabras que sentenciaban su destino, su cazadora se alejó, era una presa, se lo había dicho, mientras se alejaba.
Aquella muchacha era pura arrogancia, soberbia y lo era con razón, podía serlo pues tenía la certeza de ser la dueña de la vida de los demás, observó sus movimientos elegantes que parecían erróneos en aquel traje oscuro, en aquella apariencia desastrosa. Su voz seguía atorada, pero la saco como pudo - ¿Eres como uno de esos seres de los cuentos de terror? - dijo entrecortadamente, dándose cuenta de su respiración agitada, lentamente con cautela dio unos pasos hacía el costado, desde esa posición veía la calle lateral, espera que alguien pasase, tal vez sería en vano, pero tal vez los parisinos estaban acostumbrados a estas criaturas y solo los provincianos como ella, eran sorprendidos cruelmente - ¿Hay más como tú?- tenía que ganar tiempo, y el único medio era la curiosidad, se notaba que la muchacha era vanidosa, de seguro, le encantaría exponer su naturaleza, su superioridad - ¿Cuántos años tienes? - habían tantas preguntas esperando salir en un torrente de su boca, pero tendría que hacerlo con calma, con paciencia, mientras esperaba un milagro.
La muchacha se acercaba lentamente con esos movimientos suyos perfectos, tensos, listo para atacar, a medida que la distancia se acortaba, la joven se hundía más en esos dos hoyos de agua colorada que la miraban incesantes, de pronto, aquello que la había incitado avanzar volvió a traerla de vuelta, recuperó algo de cordura, el sonido de la voz de aquel ser era dulce, como una melodiosa cadencia que Colette no quería dejar de escuchar, pero entonces hubo silencio de nuevo, ni recordaba la pregunta, tampoco era capaz de formular sentencia alguna, simplemente seguía ahí, absorbiendo todo por los ojos, ya no había vestigios del aroma de las calles, lo único que percibía con la nariz era el consistente olor metálico de la sangre, como hierro, sin ser ácido, sin ser amargo.. la sangre, el elixir de la criatura, sería posible que aquellos cuentos folclóricos que había escuchado toda su vida se hayan materializado en esta noche perversa, no lo sabía y tal vez nunca lo sabría, estaba más que segura de que no vería otro amanecer.
Se sentía observada, analizada, se preguntó si así se sentía los especímenes que estudiaban en los colegios, se preguntó si todos tenían esa irrefrenable sensación de impotencia que no sucumbía ante las ansías de lucha que afloraban desde lo más profundo. La mirada cruel, hambrienta, se clavó en ella, no sabía si su respiración era agitada o era inexistente, de lo único que era consciente era de la cercanía que había entre ambas, el tiempo se detuvo cuando un roce gélido congeló todo lo que alguna vez conoció, fue rápido casi imperceptible y entonces, se perdió, los labios fríos de la otra mujer se posaron en su cuello, sabía que pronto dejaría de ser. Sin embargo fue solo un amago, un beso, tan simple como eso, los besos tenían muchos significados, cambiaban muchas cosas, y este beso no fue la excepción, el aire cambio, cargado de incertidumbre, de desesperanza, tenía un toque erótico, había algo en aquella muchacha, que despertaba aspectos ocultos de su ser, se sentía deseada pero era consciente de que no era el mismo deseo que sentía un hombre hacia una mujer, era un deseo más primitivo, más crudo, era hambre, simple y llanamente, una necesidad básica. Ahora estaba presa, sentía el contacto gélido de las pequeñas, delicadas y aún así fuertes manos de aquel ser, el roce de los colmillos rompió aquel espejismo, la devolvió a la realidad acompañados de las palabras que sentenciaban su destino, su cazadora se alejó, era una presa, se lo había dicho, mientras se alejaba.
Aquella muchacha era pura arrogancia, soberbia y lo era con razón, podía serlo pues tenía la certeza de ser la dueña de la vida de los demás, observó sus movimientos elegantes que parecían erróneos en aquel traje oscuro, en aquella apariencia desastrosa. Su voz seguía atorada, pero la saco como pudo - ¿Eres como uno de esos seres de los cuentos de terror? - dijo entrecortadamente, dándose cuenta de su respiración agitada, lentamente con cautela dio unos pasos hacía el costado, desde esa posición veía la calle lateral, espera que alguien pasase, tal vez sería en vano, pero tal vez los parisinos estaban acostumbrados a estas criaturas y solo los provincianos como ella, eran sorprendidos cruelmente - ¿Hay más como tú?- tenía que ganar tiempo, y el único medio era la curiosidad, se notaba que la muchacha era vanidosa, de seguro, le encantaría exponer su naturaleza, su superioridad - ¿Cuántos años tienes? - habían tantas preguntas esperando salir en un torrente de su boca, pero tendría que hacerlo con calma, con paciencia, mientras esperaba un milagro.
Colette Bonhaure- Humano Clase Media
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