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AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
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Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
por Ryan Goodrich Sáb Jul 21, 2012 12:14 am
Las calles parisinas eran únicas, era increíble pasear por las tardes y presenciar un clima tranquilo, tranquilo en todos los sentidos. Los coches parecían circular poco, la gente que caminaba era escasa también, se podía pasear sin el ritmo estresante de los días de semana. No sabía perfectamente que lo había impulsado a salir de su casa aquel día perfecto para descansar pero no lo derrocharía en estar tirado en la sala o en la cama con las ventanas cerradas, no podía desaprovechar aquel tiempo soleado y lleno de tantas cosas para hacer. Por su mente se le pasó la idea de irse a tomar un buen café local y allí se encontraba, caminó a la cafetería que solía frecuentar. El camino le quedaba bastante largo por lo que se había dispuesto no pensar en aquello y disfrutar del paseo, el rato. Caminaba cabizbajo pero del lado soleado intentando no mostrar mucho el rostro que aún conservaba una expresión furiosa, estaba marcado a parecer un hombre fuerte, mal llevado y gruñón, pero en realidad solo fingía serlo para ganarse el respeto. Aunque a la hora de ser abierto lo era, y vaya que lo era. Cuando se sentía cómodo era una persona totalmente diferente. Se consideraba divertido, le gustaba hacer reir pero tamien podía llegar a ser egocéntrico, le gustaba alardear por simple diversión.
Él era un hombre de una estatura alta como lo había sido su padre, tambien conservaba unos cuantos rasgos de él como la mirada seria, caminaba de forma cautelosa y siempre llevaba consigo un puñal por cualquier cosa, él era de los que creían que siempre se debía estar preparado ante cualquier situación peligrosa. llevaba la mitad del camino y había evitado las zonas en las que pasaba gente, tal vez por eso había tomado una serie de atajos y curvas que parecían haberle alargado el camino mas de lo que era originalmente, pero no le importaba, despues de todo había salido para pasear un poco aquel día libre. La zona de negocios se alcanzaba a distinguir en la cima de esa empinada calle y sin dudas allí estaba abatido de gente, ya lo había previsto. Los negocios de aquel barrio siempre tendrían una gran cantidad de visitas, era uno de los mas populares. Alzó la mirada y a lo lejos, en una esquina, dividó el local que buscabaa, aquél elegido por él en varias ocaciones para sentarse, tomar un buen Capuccino como lo preparaban, no había otro sitio. Siempre buscaba allí la tranquilidad para ponerse pensativo y meditar sobre los últimos acontecimientos entorno a su vida. Ingresó inmediatamente casi a los tropezones con un hombre que salía del negocio al mismo tiempo.-..La próxima fijate!!-.la capucha dejó ver un brillo sobre uno de sus afilados colmillos.
Dentro el ambiente era cálido, estaba impregnado a un olor a un fuerte café con un toque de canela, a pesar de los años ese olor se conservaba..siempre que había ido lo recibía aquellos extravagantes olores. Buscó una mesa derca del rincón y colgando el abrigo con capucha en la silla, tomó asiente y espero ansioso que lo atendieran. Se giró en el asiento y observó todo el negoció, se había percatado que la mesa que había elegido era la única libre, pero sobraban lugares en ella ya que él era solo uno. La mesera se acercó y él se acomodó nuevamente frente a la mesa, miró a la mujer y le sonrió pícaramente.-Hola hermosa...un capuccino doble por favor-. La chica anotó y se retiró mientras él se quedaba allí jugando con una servilleta.
Él era un hombre de una estatura alta como lo había sido su padre, tambien conservaba unos cuantos rasgos de él como la mirada seria, caminaba de forma cautelosa y siempre llevaba consigo un puñal por cualquier cosa, él era de los que creían que siempre se debía estar preparado ante cualquier situación peligrosa. llevaba la mitad del camino y había evitado las zonas en las que pasaba gente, tal vez por eso había tomado una serie de atajos y curvas que parecían haberle alargado el camino mas de lo que era originalmente, pero no le importaba, despues de todo había salido para pasear un poco aquel día libre. La zona de negocios se alcanzaba a distinguir en la cima de esa empinada calle y sin dudas allí estaba abatido de gente, ya lo había previsto. Los negocios de aquel barrio siempre tendrían una gran cantidad de visitas, era uno de los mas populares. Alzó la mirada y a lo lejos, en una esquina, dividó el local que buscabaa, aquél elegido por él en varias ocaciones para sentarse, tomar un buen Capuccino como lo preparaban, no había otro sitio. Siempre buscaba allí la tranquilidad para ponerse pensativo y meditar sobre los últimos acontecimientos entorno a su vida. Ingresó inmediatamente casi a los tropezones con un hombre que salía del negocio al mismo tiempo.-..La próxima fijate!!-.la capucha dejó ver un brillo sobre uno de sus afilados colmillos.
Dentro el ambiente era cálido, estaba impregnado a un olor a un fuerte café con un toque de canela, a pesar de los años ese olor se conservaba..siempre que había ido lo recibía aquellos extravagantes olores. Buscó una mesa derca del rincón y colgando el abrigo con capucha en la silla, tomó asiente y espero ansioso que lo atendieran. Se giró en el asiento y observó todo el negoció, se había percatado que la mesa que había elegido era la única libre, pero sobraban lugares en ella ya que él era solo uno. La mesera se acercó y él se acomodó nuevamente frente a la mesa, miró a la mujer y le sonrió pícaramente.-Hola hermosa...un capuccino doble por favor-. La chica anotó y se retiró mientras él se quedaba allí jugando con una servilleta.
Última edición por Ryan Goodrich el Sáb Ago 04, 2012 9:06 am, editado 1 vez
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 21/11/2011
Re: Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
por Simonet de Kontrebia Sáb Jul 21, 2012 2:21 pm
Entregué los paquetes y las bolsas al cochero y caminé lo que restaba de la calle buscando una mesa sola en algún pequeño café, odiaba los lugares enormes y abarrotados, y mi intención no era conocer gente nueva, nunca había sido buena en eso. Y por supuesto tampoco quería esperar horas por una simple taza de café, soportando aburridos halagos de tipos que no tenían nada mejor que hacer que vanagloriarse de su fortuna.
Entré en la primera cafetería que encontré a mi paso, la verdad solo quería descansar de un día ajetreado lleno de vestidos, cintas, sombreros y zapatos. No hallaba mejor manera de huir de mi soledad, cuando ésta amenazaba con absorber la poca cordura que me quedaba, que refugiarme en tiendas o en algún buen libro.
Abrí la puerta y el bullicio del local me hizo arrepentirme al momento, di media vuelta y salí nuevamente a la calle. Seguí mi camino, al fin y al cabo no quería regresar a casa aun, podía darme el lujo de un pequeño paseo.
Camine absorta en mis pensamientos y poco a poco se fue quedando atrás el ruido de la multitud. Me encontraba en una calle tranquila con algunos localitos dispersos, mire en busca de un restaurant o algún café donde pudiera sentarme y sumirme en una buena taza de té y la lectura del libro que traía conmigo. En la esquina siguiente se alcanzaba a ver lo que parecía ser la respuesta a lo que venía buscando.
Entré a ese lugar y el aroma a café y canela invadió mis sentidos, caminé hacía adentro esperando en la puerta a que el hostess viniera a recibirme y me diera mesa. Pero éste nunca llegó, un hombre entró despreocupado y camino a mi lado ocupando una de las mesas del rincón, al parecer la única vacía. “Genial” musité algo molesta dirigiendo mis pasos hacia la barra del lugar. Sentí las miradas de los clientes y me percate que la mayoría se trataba con familiaridad. El ambiente era bastante agradable, pero yo comenzaba a sentirme una extraña.
Obviamente no quería sentarme en la barra, eso no estaría bien visto para una señorita. Pero no había mesas disponibles y ningún hombre parecía recordar sus modales –Este parece ser el día perfecto para que se terminen los caballeros- susurre un tanto indignada y decidida a marcharme.
Cuando me disponía a ir hacia la puerta algo enfadada por tener que caminar de nuevo sin haber descansado, mire hacía el rincón y le vi; ahí estaba ese hombre coqueteando muy despreocupado con la mesera y disfrutando de MI mesa. Decidí reclamar mi derecho de antigüedad y me dirigí hacía aquel individuo que había entrado después que yo y había tomado el lugar que me correspondía. No pretendía quitarle la mesa, pero ahora tendría que soportar mi presencia y compartirla conmigo.
Mis pasos me acercaron a la mesa ya sin mucha convicción, el hombre mantenía la mirada fija en su servilleta mientras jugueteaba con ella, me plante justo frente a él –¿Eee..esta ocupada?- Mi voz salió con poca firmeza y sentí que mis mejillas se ruborizaban por el bochorno que sentía al interrumpirlo, total, él desconocía que ese era mi lugar, pero ya era demasiado tarde… había hecho contacto con aquel hombre.
Entré en la primera cafetería que encontré a mi paso, la verdad solo quería descansar de un día ajetreado lleno de vestidos, cintas, sombreros y zapatos. No hallaba mejor manera de huir de mi soledad, cuando ésta amenazaba con absorber la poca cordura que me quedaba, que refugiarme en tiendas o en algún buen libro.
Abrí la puerta y el bullicio del local me hizo arrepentirme al momento, di media vuelta y salí nuevamente a la calle. Seguí mi camino, al fin y al cabo no quería regresar a casa aun, podía darme el lujo de un pequeño paseo.
Camine absorta en mis pensamientos y poco a poco se fue quedando atrás el ruido de la multitud. Me encontraba en una calle tranquila con algunos localitos dispersos, mire en busca de un restaurant o algún café donde pudiera sentarme y sumirme en una buena taza de té y la lectura del libro que traía conmigo. En la esquina siguiente se alcanzaba a ver lo que parecía ser la respuesta a lo que venía buscando.
Entré a ese lugar y el aroma a café y canela invadió mis sentidos, caminé hacía adentro esperando en la puerta a que el hostess viniera a recibirme y me diera mesa. Pero éste nunca llegó, un hombre entró despreocupado y camino a mi lado ocupando una de las mesas del rincón, al parecer la única vacía. “Genial” musité algo molesta dirigiendo mis pasos hacia la barra del lugar. Sentí las miradas de los clientes y me percate que la mayoría se trataba con familiaridad. El ambiente era bastante agradable, pero yo comenzaba a sentirme una extraña.
Obviamente no quería sentarme en la barra, eso no estaría bien visto para una señorita. Pero no había mesas disponibles y ningún hombre parecía recordar sus modales –Este parece ser el día perfecto para que se terminen los caballeros- susurre un tanto indignada y decidida a marcharme.
Cuando me disponía a ir hacia la puerta algo enfadada por tener que caminar de nuevo sin haber descansado, mire hacía el rincón y le vi; ahí estaba ese hombre coqueteando muy despreocupado con la mesera y disfrutando de MI mesa. Decidí reclamar mi derecho de antigüedad y me dirigí hacía aquel individuo que había entrado después que yo y había tomado el lugar que me correspondía. No pretendía quitarle la mesa, pero ahora tendría que soportar mi presencia y compartirla conmigo.
Mis pasos me acercaron a la mesa ya sin mucha convicción, el hombre mantenía la mirada fija en su servilleta mientras jugueteaba con ella, me plante justo frente a él –¿Eee..esta ocupada?- Mi voz salió con poca firmeza y sentí que mis mejillas se ruborizaban por el bochorno que sentía al interrumpirlo, total, él desconocía que ese era mi lugar, pero ya era demasiado tarde… había hecho contacto con aquel hombre.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Re: Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
por Ryan Goodrich Lun Jul 23, 2012 7:07 pm
La mesera ya se había ido hacía unos cuantos minutos y él había suspirado y levantado la cabeza varias veces preguntandose porque se tardaba tanto, ni que hubiera tanta gente que atender, al parecer la mayoría ya estaba atendida y en medio de las charlas de café. Se acomodó mejor en el asiento y estiró sus piernas un poco, el camino lo había cansado un poco pero ya se encontraba sentado y en un rato estaría listo para dar otro paseo un tanto mas tranquilo y sereno. Miró por encima de la gente y notó a la pasada una joven de pie, al parecer no tenía donde sentarse, se contuvo una pequeña risa y volvió al frente a sumergirse en sus pensamientos.Cuanto hacía que visitaba ese lugar?..lo recordaba perfectamente, había sido una noche llena de sorpresas y estaba buscando un lugar desesperadamente, a esa hora le resultaba muy difícil pero había terminado de casualidad en aquel café...increíblemente aún abierto; pero era otro tiempo, un tiempo en el cual se podía estar atendiendo hasta tarde sin tener que estar pendiente que algún ladrónzuelo se escabullera y vaciara las vitrinas de forma casi imperceptible. Y despues llegaba la sorpresa, la mercadería había desaparecido y ni rastros del autor de tal maldad. Volviendo al recuerdo de aquella noche él se había refugiado en aquella cafetería, esa noche se había enterado las consecuencias de la extraña mordida en su costado izquierdo y había uído de la casa. En busca de explicaciones?..no, simplemente necesitaba pensar, saber que haría con aquella maldición, asimilarlo.
Recordaba que aquel sitio lo había hecho sentir muy cómodo, le aseguraba la discreción que buscaba y sobre todo...tenían el mejor café que había probado jamás, aún era el mejor que había probado. Y aquellos olores que tan bien reconocía lo habían acompañado en sus tardes de soledad y en sus noches de vigilia. Sonrió por el solo hecho de aquel recuerdo que ahora parecía lejano pero aún así se conservava intacto.
Una voz lo había sacado de sus recuerdos, sin darse cuenta seguía jugando con la servilleta en sus dedos, le dejó a un lado y la cafetería volvió a su alrededor sólo que distinta, en sus pensamientos no había gente, ni sonidos, por los que al volver a la realidad pudo percatarse de lo llena que estaba realmente. Su mirada baja observaba la superficie aspera e irregula de la mesa de madera, en ésta se encontraba un periódico que tal vez había dejado el anterior cliente, aquel diario databa de aquel mismo día y había quedado doblado por lo cual solo se llegaba a distinguir la noticia de la muerte de una familia de campesino cerca de las granjas del sur, en la foto se podía distinguir a una pareja sonriendo ampliamente y detrás una granja y un amplio granero, no sabía de donde pero creía haber visto aquel granero. El epígrafe de la foto en blano y negro citaba: "Aquí Mr y Mrs Owen en su granja un par de años antes de su muerte". A unos centímetros se encontraba un cuenco con azúcar; en medio reposaba un candelabro de una sola vela, esta se encontraba apagada ya que aún era de día, la cera derretida había quedado solidificada en a lo largo y unas gotas sobre la mesa.
Subió mas la mirada y allí se encontro con el torso de una jóven, al parecer lucía un cómodo vestido y arriba un simple saco para que no fuera un atiendo de verano. subió mas la mirada recorriedno su figura, aún se encontraba serio y concentrado en otras cosas pero cuando su mirada se encontró con la de ella, su rostro se tensó y una débil mueca surgió de su boca sin hacer muy evidente su sonrisa. La miró a los ojos un momento y luego estudió sus facciones; era una mujer bastante jóven, de unos 18 o 19 años, aunque su apariendia dejaba pensar que era mucho mas joven, quizas por su mirada inocente y sus ojos tan atrapantes. Desvió la mirada rápidamente y volvió nuevamente la mirada al diario ahciendo que lo leía y exclamó.-No lo está....soy la vaga sombra del que la desocupó por última vez-.Dijo sarcásticamente y abrió el periódico para ver que mas había allí. luego levantó la mirada y la miró seriamente.-Que deseas?-.Preguntó mirando de reojo sus pechos notandose evidente y mostrando uno de sus dientes en una sonrisa macabra, el mismo brillo de antes pasó por uno de sus colmillos.
Fue allí cuando se percató donde estaba y porqué estaba en esa mesa, su café no había llegado nunca y esto lo enfureció, golpeó la mesa con el puño pasando la mirada rápidamente por la joven y dirigiendola hacia la barra.-Que sucedió con mi café!!-.Bramó sin importarle de gritar frente a todos, luego una cabeza se asomó asegurandole que ya msimo se lo traían. Como si nada hubiera sucedido regresó a su lugar y nuevamente sus ojos se encontraron con los de ella esperando oír alguna palabra procedente de su boca.
Recordaba que aquel sitio lo había hecho sentir muy cómodo, le aseguraba la discreción que buscaba y sobre todo...tenían el mejor café que había probado jamás, aún era el mejor que había probado. Y aquellos olores que tan bien reconocía lo habían acompañado en sus tardes de soledad y en sus noches de vigilia. Sonrió por el solo hecho de aquel recuerdo que ahora parecía lejano pero aún así se conservava intacto.
Una voz lo había sacado de sus recuerdos, sin darse cuenta seguía jugando con la servilleta en sus dedos, le dejó a un lado y la cafetería volvió a su alrededor sólo que distinta, en sus pensamientos no había gente, ni sonidos, por los que al volver a la realidad pudo percatarse de lo llena que estaba realmente. Su mirada baja observaba la superficie aspera e irregula de la mesa de madera, en ésta se encontraba un periódico que tal vez había dejado el anterior cliente, aquel diario databa de aquel mismo día y había quedado doblado por lo cual solo se llegaba a distinguir la noticia de la muerte de una familia de campesino cerca de las granjas del sur, en la foto se podía distinguir a una pareja sonriendo ampliamente y detrás una granja y un amplio granero, no sabía de donde pero creía haber visto aquel granero. El epígrafe de la foto en blano y negro citaba: "Aquí Mr y Mrs Owen en su granja un par de años antes de su muerte". A unos centímetros se encontraba un cuenco con azúcar; en medio reposaba un candelabro de una sola vela, esta se encontraba apagada ya que aún era de día, la cera derretida había quedado solidificada en a lo largo y unas gotas sobre la mesa.
Subió mas la mirada y allí se encontro con el torso de una jóven, al parecer lucía un cómodo vestido y arriba un simple saco para que no fuera un atiendo de verano. subió mas la mirada recorriedno su figura, aún se encontraba serio y concentrado en otras cosas pero cuando su mirada se encontró con la de ella, su rostro se tensó y una débil mueca surgió de su boca sin hacer muy evidente su sonrisa. La miró a los ojos un momento y luego estudió sus facciones; era una mujer bastante jóven, de unos 18 o 19 años, aunque su apariendia dejaba pensar que era mucho mas joven, quizas por su mirada inocente y sus ojos tan atrapantes. Desvió la mirada rápidamente y volvió nuevamente la mirada al diario ahciendo que lo leía y exclamó.-No lo está....soy la vaga sombra del que la desocupó por última vez-.Dijo sarcásticamente y abrió el periódico para ver que mas había allí. luego levantó la mirada y la miró seriamente.-Que deseas?-.Preguntó mirando de reojo sus pechos notandose evidente y mostrando uno de sus dientes en una sonrisa macabra, el mismo brillo de antes pasó por uno de sus colmillos.
Fue allí cuando se percató donde estaba y porqué estaba en esa mesa, su café no había llegado nunca y esto lo enfureció, golpeó la mesa con el puño pasando la mirada rápidamente por la joven y dirigiendola hacia la barra.-Que sucedió con mi café!!-.Bramó sin importarle de gritar frente a todos, luego una cabeza se asomó asegurandole que ya msimo se lo traían. Como si nada hubiera sucedido regresó a su lugar y nuevamente sus ojos se encontraron con los de ella esperando oír alguna palabra procedente de su boca.
Última edición por Ryan Goodrich el Sáb Ago 04, 2012 9:08 am, editado 2 veces
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
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Re: Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
por Simonet de Kontrebia Mar Jul 24, 2012 6:19 pm
El hombre estaba ausente parecía sumido en sus pensamientos y su mirada no se centraba en un solo lugar. Me dio tiempo para estudiar un poco su fisonomía, parecía alguien que se mantenía todo el tiempo molesto, tenía unos ojos de mirada profunda y misteriosa que sus cejas enmarcaban de manera un tanto ruda pero sin duda seductora, los pómulos que lograban perfilar el contorno de su cara de forma prominente acentuaban su expresión seria y volvían a aquel rostro más impactante. Recorrí con la mirada cada punto de su cara, a pesar de ser joven me resultaba imposible adivinar una edad aproximada.
Cuando volví la vista a sus ojos, éstos me veían directamente, nuestras miradas se mantuvieron solo lo suficiente para que ese hombre volviera a su actitud ególatra, desviara la mirada e hiciera una broma de mal gusto, insinuando que no estaba ahí sentado y preguntando cortante qué quería.
-Me refería a está silla- musite contrariada y molesta por lo grosero de su tono, señalando la silla de la que me sostenía. Tomó un periódico que tenia cerca de él y lo abrió “¿Pero cómo se atrevía a ignorarme de esa manera luego de haberse hecho el gracioso e intentar agraviarme con ello?”. Pensé muy molesta.
Carraspeé un poco, tome aire y separé la silla de la mesa. –Aunque no importa, de cualquier manera me sentaré, usted tomó la única mesa disponible aun cuando llegó después de mi… me pregunto si aquí no les enseñan modales a los hombres- Continúe como hablando conmigo misma sin mirarlo siquiera. Me senté y mientras me quitaba los guantes dedo a dedo y abría la bolsita de mano que llevaba conmigo, dije con tono burlón y altivo respondiendo a su comentario sarcástico –Escuché que llegó un circo a la ciudad, seguro usted viene con ellos, ¡sus chistes deben ser todo un éxito! Aquí la gente suele tener un sentido del humor muy …..simple- Lo miré de arriba abajo durante un instante levantando un poco la ceja cuando llegue a sus ojos, para remarcar el tono irónico de mi voz.
Mis dedos que hurgaban mi bolso, dieron con la tapa de mi libro, desvíe la mirada hacía ahí, lo saqué, lo abrí y me acomode en el asiento, no podía darle la espalda pero me giré de perfil, haciéndole más notorio mi desagrado. Si pretendía hacerme sentir incomoda con su actitud, no lo lograría, ahora tendría que compartir la mesa lo quisiera o no.
El hombre gritó por su café. “Diooos, pero qué tipo más pedante!! soportarlo no será fácil, pero no puedo darle el gusto de irme” pensé entornando los ojos para volver a fingir que leía. La mesera se acercó con una charolita plateada donde venía la taza con el café que había pedido mi acompañante, le preguntó si quería que le agregaran mas pana. –Cianuro le vendría bien- Susurré sin apartar la mirada de mi libro y el atisbo de una sonrisa picara se formo en mi boca.
La mesera logró oírme, pero no descifrar lo que había dicho. Me miro con una sonrisa que parecía tatuada y obligada en su rostro, quizá algo celosa al pensar que el hombre aquel que hace momentos le coqueteaba venía acompañado y había perdido la oportunidad de conquistar a un rico esa noche, continuo parada en espera de mi decisión, la miré de reojo y le sonreí divertida por su cara de desilusión –Un té negro, por favor, con unas gotitas de limón, solo unas pocas. Y le agrega un poco de agua fría… sí, si, agua fría no me mire así, odio el té caliente. Ah! Y terrones de azúcar extra- Le indique esperando que no sé pasaran con el limón. –Siempre se pasan con el limón- Susurré bajito mientras se alejaba con mi orden, y me quedé recordando las antiguas cafeterías que había visitado, nunca lograba encontrar un té que tuviera el sabor perfecto como el que me hacía mi nana.
Cuando volví la vista a sus ojos, éstos me veían directamente, nuestras miradas se mantuvieron solo lo suficiente para que ese hombre volviera a su actitud ególatra, desviara la mirada e hiciera una broma de mal gusto, insinuando que no estaba ahí sentado y preguntando cortante qué quería.
-Me refería a está silla- musite contrariada y molesta por lo grosero de su tono, señalando la silla de la que me sostenía. Tomó un periódico que tenia cerca de él y lo abrió “¿Pero cómo se atrevía a ignorarme de esa manera luego de haberse hecho el gracioso e intentar agraviarme con ello?”. Pensé muy molesta.
Carraspeé un poco, tome aire y separé la silla de la mesa. –Aunque no importa, de cualquier manera me sentaré, usted tomó la única mesa disponible aun cuando llegó después de mi… me pregunto si aquí no les enseñan modales a los hombres- Continúe como hablando conmigo misma sin mirarlo siquiera. Me senté y mientras me quitaba los guantes dedo a dedo y abría la bolsita de mano que llevaba conmigo, dije con tono burlón y altivo respondiendo a su comentario sarcástico –Escuché que llegó un circo a la ciudad, seguro usted viene con ellos, ¡sus chistes deben ser todo un éxito! Aquí la gente suele tener un sentido del humor muy …..simple- Lo miré de arriba abajo durante un instante levantando un poco la ceja cuando llegue a sus ojos, para remarcar el tono irónico de mi voz.
Mis dedos que hurgaban mi bolso, dieron con la tapa de mi libro, desvíe la mirada hacía ahí, lo saqué, lo abrí y me acomode en el asiento, no podía darle la espalda pero me giré de perfil, haciéndole más notorio mi desagrado. Si pretendía hacerme sentir incomoda con su actitud, no lo lograría, ahora tendría que compartir la mesa lo quisiera o no.
El hombre gritó por su café. “Diooos, pero qué tipo más pedante!! soportarlo no será fácil, pero no puedo darle el gusto de irme” pensé entornando los ojos para volver a fingir que leía. La mesera se acercó con una charolita plateada donde venía la taza con el café que había pedido mi acompañante, le preguntó si quería que le agregaran mas pana. –Cianuro le vendría bien- Susurré sin apartar la mirada de mi libro y el atisbo de una sonrisa picara se formo en mi boca.
La mesera logró oírme, pero no descifrar lo que había dicho. Me miro con una sonrisa que parecía tatuada y obligada en su rostro, quizá algo celosa al pensar que el hombre aquel que hace momentos le coqueteaba venía acompañado y había perdido la oportunidad de conquistar a un rico esa noche, continuo parada en espera de mi decisión, la miré de reojo y le sonreí divertida por su cara de desilusión –Un té negro, por favor, con unas gotitas de limón, solo unas pocas. Y le agrega un poco de agua fría… sí, si, agua fría no me mire así, odio el té caliente. Ah! Y terrones de azúcar extra- Le indique esperando que no sé pasaran con el limón. –Siempre se pasan con el limón- Susurré bajito mientras se alejaba con mi orden, y me quedé recordando las antiguas cafeterías que había visitado, nunca lograba encontrar un té que tuviera el sabor perfecto como el que me hacía mi nana.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Re: Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
por Ryan Goodrich Jue Ago 02, 2012 9:20 pm
Las miradas se habían quedado clavadas en él tras aquel grito que sabía que no había sido necesario pero de todas formas se encontraba un poco molesto por aquella tardanza que nunca antes se había presentado. No le importó que lo miraran prejuiciosamente, además quien no había levantado la voz alguna vez fuera de sí en un momento de furia porque algo les molestó, y más despues de haber tenido un mal día. Poco a poco las miradas comenzaron a centrarse nuevamente en sus asuntos y él ya comenzaba a arrepentirse un poco de haberse excedido.
Allí seguía aquella joven esperando algo, aunque ahora aquella sonrisa, aquella expresión inocente había desaparecido para reemplazarse por una un tanto molesta, una mirada desaprobatoria, de odio. Podía ver aquel cambio tan rotundo en su rostro e inmediatamente dedujo que no debía confiarse en las apariencias, seguramente era una joven con un gran carácter..y esto le atraía.
Aquellas expresiones fueron acompañadas de una actitud que lo sorprendió, pero no lo hiso evidente; cuando señaló la silla y se sentó demostrando que aquel lugar le pertenecía se mantuvo serio, espectante. No reaccionó por todo eso, sino que la miró con una media sonrisa que se dejaba entrever, como divertido por haberla hecho reaccionar, enfurecer. Al verla sentarse frente a él le dio a entender que se quedaría allí sin importarle que su presencia le incomodara o afectara su humor. Como mejor sabía hacerlo se dedicó a estudiarla con mas detalle simulando ignorarla mientras se acomodaba quitandose aquellos guantes y dejando ver unos delicados dedos, con unas perfectas uñas, sus manos se veían muy suaves y frágiles, pero tal vez nunca lo comprobaría. Prestó sumo detalle a su actitud, aquella forma de demostrarle el poco interés en él lo hacía interesarse mas en aquella jóven, estaba despertando en él un interes al que no estaba acostumbrado.
Aquel comentario del circo lo despertó y olvidó por completo en lo que pensaba, la miró a los ojos y sonrió sacarcásticamente y mirandola le respondió.-..bueno, realmente no era una broma..sino la pura realidad..-. La miró algo apenado pero luego volvió a sonreirle.-..perdoneme por mi poco tacto, tel vez usted tenía problemas de vista y yo le he tomado el pelo-.Dijo exagerando su arrepentimiento.
Luego observó que seguia leyendo ignorandolo y se puso a jugar con los dedos sobre la mesa ancioso por su bebida, cuando la mesera regresó con la la taza humeando se acomodó en la silla alegre, pero al ofrecimiento de la mesera por mas pana y el susurro de la joven que no había sido demasiado discreto se giró hacia ella y la miró aún con la sonrisa en su rostro.-Cuidado con lo que dice..no sea cosa que se le cumpla y cargue con ello en su conciencia-. Luego se volteó hasta la mesera y negó con la cabeza y la mano.-Así esta bien gracias-. Le dijo y bebió un poco de su capuccino cerrando los ojos y dejando que el olorcito penetrara sus fosas nasales y el sabor le recorriera la garganta. De no ser por la compañía hubiera soltado un suspiro de satisfacción, pero al oir el pedido de la chica no pudo evitar abrir los ojos y mirarla de reojo. Cuando terminó de pedir lo suyo se atragantó un poco con el líquido, pero lo disimuló y dejó la taza con cuidado en la mesa y volviendo a abrir aquel periódico, no podía dejar de observar aquella noticia del doble asesinato, pero de todas formas se despaviló y lo dejó nuevamente en la mesa a un lado. Llevó toda su atención la la joven y luego lo soltó.-Sin ninguna duda usted es la mujer mas exquisita de todas..-. Rió bajito.-...un poquito de agua fría...terroncitos extra..sin pasarse de limón?...dios que tortura!-. Dijo imitando su tono de voz un tanto exagerado, luego riendo le da otro trago a su capuccino y se aclara la garganta volviendo la mirada hacia ella.-Falta tu nana por aquí al parecer-.Le dice bromeando y luego se queda en silencio disfrutando de su bebida y dejandola a ella en sus asuntos en espera de su té. Sin embargo no podía concentrarse en su bebida, la presencia de aquella inesperada compañía lo mantenía inquieto, sobre todo lo extraño que la atraía de una forma mas...intensa de lo normal en las damas. Cada tanto sus ojos se desviaban hacia ella que retomaba la lectura. No podría mantenerse mucho tiempo más distante sino no llegaría a nada y terminaría llendose y seguramente no la vería mas, y no quería eso porque sentía una atracción mas fuerte que la humana. Dejó su bebida por la mitad y se apoyó bien en el respaldo de la silla, cruzado de brazos y mirandola en silencio, ella aún no se había percatado que la observaba, pero no tardaría en darse cuenta.
Allí permaneció mirandola en silencio, cuando el movimiento de su mano al dar vuelta la página le reveló un pequeño destello en la muñeca, no había estado seguro de que había sido pero al hacer otro movimientos de su muñeca se le reveló ams claramente, en ella suspendía una pulsera con muchos dijes, aquellos dijes tenían formas extrañas y no eran del color del metal o el acero, parecían hechos de otro material mas extraño. Se acercó un poco mas hacia ella queriendo verlo con mas lujo de detalle, y sin pensarselo estiró la mano hasta su mano y retiró su manga queriendolo ver mejor. No llegó a descubrirla por completo que un tirón de su brazo hizo que retirara la mano con brusquedad y llevandose por delante todo lo de la mesa menos su capuccino, el periódico y el azúcar cayeron al suelo, el candelabro se volteó sobre la mesa y él se quedó mirando a la chica incrédulo. Lo que había hecho había sido fuera de lugar pero tampoco como para que reaccionara de ese modó. Su mirada se clavó en la de ella y por un momento sintió intriga.-Lo...siento-.Apenas alcanzó a modular y volvió a poner el candelabro de pie. Luego se agachó para juntar lo que se había caído, en ese momento tuvo tiempo para dirigir la mirada hacia el lugar, nuevamentente era objeto de todas las miradas, pero esta vez no lo miraban sólo a él.
Allí seguía aquella joven esperando algo, aunque ahora aquella sonrisa, aquella expresión inocente había desaparecido para reemplazarse por una un tanto molesta, una mirada desaprobatoria, de odio. Podía ver aquel cambio tan rotundo en su rostro e inmediatamente dedujo que no debía confiarse en las apariencias, seguramente era una joven con un gran carácter..y esto le atraía.
Aquellas expresiones fueron acompañadas de una actitud que lo sorprendió, pero no lo hiso evidente; cuando señaló la silla y se sentó demostrando que aquel lugar le pertenecía se mantuvo serio, espectante. No reaccionó por todo eso, sino que la miró con una media sonrisa que se dejaba entrever, como divertido por haberla hecho reaccionar, enfurecer. Al verla sentarse frente a él le dio a entender que se quedaría allí sin importarle que su presencia le incomodara o afectara su humor. Como mejor sabía hacerlo se dedicó a estudiarla con mas detalle simulando ignorarla mientras se acomodaba quitandose aquellos guantes y dejando ver unos delicados dedos, con unas perfectas uñas, sus manos se veían muy suaves y frágiles, pero tal vez nunca lo comprobaría. Prestó sumo detalle a su actitud, aquella forma de demostrarle el poco interés en él lo hacía interesarse mas en aquella jóven, estaba despertando en él un interes al que no estaba acostumbrado.
Aquel comentario del circo lo despertó y olvidó por completo en lo que pensaba, la miró a los ojos y sonrió sacarcásticamente y mirandola le respondió.-..bueno, realmente no era una broma..sino la pura realidad..-. La miró algo apenado pero luego volvió a sonreirle.-..perdoneme por mi poco tacto, tel vez usted tenía problemas de vista y yo le he tomado el pelo-.Dijo exagerando su arrepentimiento.
Luego observó que seguia leyendo ignorandolo y se puso a jugar con los dedos sobre la mesa ancioso por su bebida, cuando la mesera regresó con la la taza humeando se acomodó en la silla alegre, pero al ofrecimiento de la mesera por mas pana y el susurro de la joven que no había sido demasiado discreto se giró hacia ella y la miró aún con la sonrisa en su rostro.-Cuidado con lo que dice..no sea cosa que se le cumpla y cargue con ello en su conciencia-. Luego se volteó hasta la mesera y negó con la cabeza y la mano.-Así esta bien gracias-. Le dijo y bebió un poco de su capuccino cerrando los ojos y dejando que el olorcito penetrara sus fosas nasales y el sabor le recorriera la garganta. De no ser por la compañía hubiera soltado un suspiro de satisfacción, pero al oir el pedido de la chica no pudo evitar abrir los ojos y mirarla de reojo. Cuando terminó de pedir lo suyo se atragantó un poco con el líquido, pero lo disimuló y dejó la taza con cuidado en la mesa y volviendo a abrir aquel periódico, no podía dejar de observar aquella noticia del doble asesinato, pero de todas formas se despaviló y lo dejó nuevamente en la mesa a un lado. Llevó toda su atención la la joven y luego lo soltó.-Sin ninguna duda usted es la mujer mas exquisita de todas..-. Rió bajito.-...un poquito de agua fría...terroncitos extra..sin pasarse de limón?...dios que tortura!-. Dijo imitando su tono de voz un tanto exagerado, luego riendo le da otro trago a su capuccino y se aclara la garganta volviendo la mirada hacia ella.-Falta tu nana por aquí al parecer-.Le dice bromeando y luego se queda en silencio disfrutando de su bebida y dejandola a ella en sus asuntos en espera de su té. Sin embargo no podía concentrarse en su bebida, la presencia de aquella inesperada compañía lo mantenía inquieto, sobre todo lo extraño que la atraía de una forma mas...intensa de lo normal en las damas. Cada tanto sus ojos se desviaban hacia ella que retomaba la lectura. No podría mantenerse mucho tiempo más distante sino no llegaría a nada y terminaría llendose y seguramente no la vería mas, y no quería eso porque sentía una atracción mas fuerte que la humana. Dejó su bebida por la mitad y se apoyó bien en el respaldo de la silla, cruzado de brazos y mirandola en silencio, ella aún no se había percatado que la observaba, pero no tardaría en darse cuenta.
Allí permaneció mirandola en silencio, cuando el movimiento de su mano al dar vuelta la página le reveló un pequeño destello en la muñeca, no había estado seguro de que había sido pero al hacer otro movimientos de su muñeca se le reveló ams claramente, en ella suspendía una pulsera con muchos dijes, aquellos dijes tenían formas extrañas y no eran del color del metal o el acero, parecían hechos de otro material mas extraño. Se acercó un poco mas hacia ella queriendo verlo con mas lujo de detalle, y sin pensarselo estiró la mano hasta su mano y retiró su manga queriendolo ver mejor. No llegó a descubrirla por completo que un tirón de su brazo hizo que retirara la mano con brusquedad y llevandose por delante todo lo de la mesa menos su capuccino, el periódico y el azúcar cayeron al suelo, el candelabro se volteó sobre la mesa y él se quedó mirando a la chica incrédulo. Lo que había hecho había sido fuera de lugar pero tampoco como para que reaccionara de ese modó. Su mirada se clavó en la de ella y por un momento sintió intriga.-Lo...siento-.Apenas alcanzó a modular y volvió a poner el candelabro de pie. Luego se agachó para juntar lo que se había caído, en ese momento tuvo tiempo para dirigir la mirada hacia el lugar, nuevamentente era objeto de todas las miradas, pero esta vez no lo miraban sólo a él.
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
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Re: Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
por Simonet de Kontrebia Jue Ago 09, 2012 10:25 am
El sonido de cucharitas golpeando la porcelana de las tazas, el titilar de los cristalitos de la lámpara que colgaba al centro del café, el ir y venir de pasos cercanos y las risas apagadas de los clientes me envolvieron en un remolino de sensaciones, pensamientos y observaciones.
Dejé de lado la lectura, miraba por encima del libro hacía las demás mesas y de pronto me hundí en aquel ambiente lleno de curiosos detalles. La vida de los demás despertaba en mí cierta curiosidad, no del tipo morboso, porque poco me importaba la suerte de todos aquellos, sino una curiosidad sana como yo decidía describirla, que me hacía preguntarme sobre los pasos de esos con los que por casualidad me topaba. Por ejemplo: qué sería lo ultimo que había hecho sonreír a aquel anciano que solitario tomaba el café y mantenía una mirada perdida sin mostrar interés por los pequeños empujones que le daban a su silla cuando alguien pasaba tras de él. O a dónde llegaría esa pareja que se sentaba justo al lado de aquel anciano; la joven veía a su novio atontada mientras entrelazaban sus manos sobre la mesa y él desviaba la mirada de manera irrespetuosa cada que una mujer pasaba frente a su mesa, mientras ella fingía no darse cuenta de eso. Me enojaba pensar que seguramente llegarían al altar y ella esperaría en casa embarazada mientras él viviría gastando su dinero de burdel en burdel. Odiaba la actitud zalamera que tenían ciertas mujeres.
Escuché una voz cerca de mí y no entendí del todo lo que había dicho, pero me saco de mi mente. Recordé al instante a quien tenia de compañía y una sensación agridulce me recorrió, al parecer no solo se había limitado a ignorarme, ahora intentaba establecer comunicación, pero “¿qué había dicho?”
Le mire de reojo disimuladamente, intentando estudiarlo mejor. Su actitud me parecía bastante pesada, el tipo era en egocéntrico rico que se creía con las ínfulas necesarias para maltratar a la gente que seguramente creía sus inferiores. No soportaba a aquellas personas que pensaban que la educación se compraba. Así que decidí que no me importaba lo que hubiera dicho y seguí ignorándolo.
La mesera se abrió paso entre las mesas y deposito su taza en la nuestra, creí que no me habría escuchado mi comentario sobre el cianuro pero comentó algo sobre llevar su muerte en mi conciencia y eso sin quererlo me divirtió mucho. –Podré cargar con ese peso, ya sabe, a veces las cargas suelen hacer los viajes más ligeros, irónicamente- le dedique una sonrisa forzada y volví a mis asuntos.
Volvió a interrumpir intentando molestarme con mi pedido. Pase por alto su absurdo intento de imitarme aunque me causo cierta gracia. –Si mi nana estuviera aquí, quizá le enseñaría un poco de modales…caballero.-. Lo recorrí de arriba abajo con desdén en la mirada y me gire un poco más para esperar mi té. “vaya que el servicio en ese lugar tardaba”.
El hombre se recargo con una mueca burlona en el respaldo de su silla observándome, eso me puso algo nerviosa y obligue a mis ojos a no mirarle. Seguí dando vuelta a las páginas dándome por vencida, no había sido capaz de terminar una página completa y entender una sola palabra de lo que pretendía leer.
Al momento me di cuenta que se acercaba mas a la mesa observando fijamente algo en mi, pero ¿qué? Justo iba a seguir la dirección de su mirada cuando estiro la mano y maleducadamente tomo la manga de mi vestido y la alzó intentando alcanzar mi pulsera, inconscientemente alejé la mano de forma violenta y eso solo provoco que nos sobresaltáramos los dos y que las cosas que había sobre la mesa salieran prácticamente volando gracias a que manoteé. Lleve una de mis manos a mi pulsera intentando protegerla, murmuro una disculpa y su cara solo mostraba desconcierto, eso ablando mi sorpresiva molestia y sonreí –no, discúlpeme usted, fue una reacción tonta de mi parte. Y es que llevo esta pulsera conmigo siempre, es una baratija supongo, pero tiene un valor sentimental muy alto para mi- dije mientras el hombre intentaba poner todo en orden con una actitud muy fuera de lo que hasta ese momento había mostrado.
Decidí que no era tan malo a modo de disculpa por el desorden que él ordenaba y yo había causado, dejarle ver mi pulsera. Cuando se enderezó, estire mi brazo hacía él a la altura de sus ojos. –Si quiere puede verla mejor, hubiera bastado con pedirlo y no seriamos ahora la atracción principal del café- Le dije mientras intentaba disimular mis sonrojadas mejillas y echaba una mirada al establecimiento lleno de ojos fijos en nosotros, no me gustaba ser el centro de atención.
Dejé de lado la lectura, miraba por encima del libro hacía las demás mesas y de pronto me hundí en aquel ambiente lleno de curiosos detalles. La vida de los demás despertaba en mí cierta curiosidad, no del tipo morboso, porque poco me importaba la suerte de todos aquellos, sino una curiosidad sana como yo decidía describirla, que me hacía preguntarme sobre los pasos de esos con los que por casualidad me topaba. Por ejemplo: qué sería lo ultimo que había hecho sonreír a aquel anciano que solitario tomaba el café y mantenía una mirada perdida sin mostrar interés por los pequeños empujones que le daban a su silla cuando alguien pasaba tras de él. O a dónde llegaría esa pareja que se sentaba justo al lado de aquel anciano; la joven veía a su novio atontada mientras entrelazaban sus manos sobre la mesa y él desviaba la mirada de manera irrespetuosa cada que una mujer pasaba frente a su mesa, mientras ella fingía no darse cuenta de eso. Me enojaba pensar que seguramente llegarían al altar y ella esperaría en casa embarazada mientras él viviría gastando su dinero de burdel en burdel. Odiaba la actitud zalamera que tenían ciertas mujeres.
Escuché una voz cerca de mí y no entendí del todo lo que había dicho, pero me saco de mi mente. Recordé al instante a quien tenia de compañía y una sensación agridulce me recorrió, al parecer no solo se había limitado a ignorarme, ahora intentaba establecer comunicación, pero “¿qué había dicho?”
Le mire de reojo disimuladamente, intentando estudiarlo mejor. Su actitud me parecía bastante pesada, el tipo era en egocéntrico rico que se creía con las ínfulas necesarias para maltratar a la gente que seguramente creía sus inferiores. No soportaba a aquellas personas que pensaban que la educación se compraba. Así que decidí que no me importaba lo que hubiera dicho y seguí ignorándolo.
La mesera se abrió paso entre las mesas y deposito su taza en la nuestra, creí que no me habría escuchado mi comentario sobre el cianuro pero comentó algo sobre llevar su muerte en mi conciencia y eso sin quererlo me divirtió mucho. –Podré cargar con ese peso, ya sabe, a veces las cargas suelen hacer los viajes más ligeros, irónicamente- le dedique una sonrisa forzada y volví a mis asuntos.
Volvió a interrumpir intentando molestarme con mi pedido. Pase por alto su absurdo intento de imitarme aunque me causo cierta gracia. –Si mi nana estuviera aquí, quizá le enseñaría un poco de modales…caballero.-. Lo recorrí de arriba abajo con desdén en la mirada y me gire un poco más para esperar mi té. “vaya que el servicio en ese lugar tardaba”.
El hombre se recargo con una mueca burlona en el respaldo de su silla observándome, eso me puso algo nerviosa y obligue a mis ojos a no mirarle. Seguí dando vuelta a las páginas dándome por vencida, no había sido capaz de terminar una página completa y entender una sola palabra de lo que pretendía leer.
Al momento me di cuenta que se acercaba mas a la mesa observando fijamente algo en mi, pero ¿qué? Justo iba a seguir la dirección de su mirada cuando estiro la mano y maleducadamente tomo la manga de mi vestido y la alzó intentando alcanzar mi pulsera, inconscientemente alejé la mano de forma violenta y eso solo provoco que nos sobresaltáramos los dos y que las cosas que había sobre la mesa salieran prácticamente volando gracias a que manoteé. Lleve una de mis manos a mi pulsera intentando protegerla, murmuro una disculpa y su cara solo mostraba desconcierto, eso ablando mi sorpresiva molestia y sonreí –no, discúlpeme usted, fue una reacción tonta de mi parte. Y es que llevo esta pulsera conmigo siempre, es una baratija supongo, pero tiene un valor sentimental muy alto para mi- dije mientras el hombre intentaba poner todo en orden con una actitud muy fuera de lo que hasta ese momento había mostrado.
Decidí que no era tan malo a modo de disculpa por el desorden que él ordenaba y yo había causado, dejarle ver mi pulsera. Cuando se enderezó, estire mi brazo hacía él a la altura de sus ojos. –Si quiere puede verla mejor, hubiera bastado con pedirlo y no seriamos ahora la atracción principal del café- Le dije mientras intentaba disimular mis sonrojadas mejillas y echaba una mirada al establecimiento lleno de ojos fijos en nosotros, no me gustaba ser el centro de atención.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Re: Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
por Ryan Goodrich Jue Sep 06, 2012 1:24 am
Siguió notando aquella forma de ignorarlo que no hacía mas que aumentar sus ganas de saber de ella, de conocerla. Aún no le había preguntado el nombre pero era algo que tal vez pronto averiguaría, siguió pendiente de lo que hacía, parecia seguir atenta a su libro aunque cada tanto levantaba la vista para observar el lugar, su mirada recorria todo menos a su acompañante, a él. Aquella actitud le pareció divertida y estresante a la vez, algo dentro suyo deseaba que lo mirara, que simplemente cruzaran sus miradas sin decir nada y ver si aquello provocaba algo...Parecía haberla sacado de un pesamiento pues daba la sensación que su atención había vuelto a la realidad, y logró notar un rápido movimiento de sus ojos hacia él. No sabía si lo estaría ayudando pero siguió con su postura irritable aunque fue midiendo un poco mas las palabras comenzando a olvidar esa actitud que sentía que aquella joven no merecía, él no quería tratarla así.
Cuando oyó lo de que las cargas mas pesadan hacen los viajes mas ligeros cambió de actitud y simplemente rió divertido por aquella respuesta tan acertada, se sentía ridiculizado pero no le importaba veía aquello como un comentario muy inteligente y aquello le encantaba. Tras la mención de su nana que le enseñaría mejores modales, la miró con una amplia sonrisa.-Puede ser...pero no me gustaría terminar como usted-.Le susurró y dio otro trago a su capuccino, colocó sus brazos cruzados sobre la mesa y cerró los ojos dejando que el humeante olor de su café lo embriagara, que entrara por su nariz y llegará a su cerebro, una agradable sonrisa apareció en su rostro, era como un fuerte afrodisíaco que lo drogaba y lo hacía alejarse de la realidad por momentos, pero luego recordaba a su acompañante y deseaba quedarse allí, y permitir que el aroma de ella lo llenara. Tapó la taza con su mano y disimuladamente buscó su olor. Luego de agudizar su olfato gracias a las cualidades que poseía allí lo encontró, si bien ahora llegaban a él miles de aromas distintos provenientes de todo el lugar pudo distinguir un peculiar aroma, lo siguió y lo llevó hasta ella; era una rara pero a la vez sorprendente mezcla de vainilla con un cierto aroma que distinguió como el de la naturaleza, quizas a pino. Aquella mezcla formaba un único aroma que lo maravillaba, intentó disimularlo rascandose la punta de su nariz y luego volvió a acomodarse en el asiento.
[...]Aquel desastre fue reparado inmediatamente y de a poco la gente volvió a sus asuntos como si nada hubiera pasado aunque otros se pusieron a cuchichear sobre el alboroto que habiamos ocacionado, seguramente era la gente que no tenía otro asunto del cual hablar y decidía meterse con aquello. De todas formas se arregló la ropa y se alegró de no haber tirado su capuccino, no estaba de humor para desperdiciarlo y menos de gastar en otro mas. Lo acomodó frente a él y una vez que sintió que todo habia vuelto a la normalidad regresó la vista a la hermosa joven, parecía luego de aquel malentendido que ambos habían bajado la guardia y ya no estaban tan a la ofensiva uno del otro, escuchó su comentario sobre la pulsera que podría llegar a ser una baratija pero el no creía tal cosa, sabía que para él tenía otro significado, algo relacionado a su pasado. La miró a los ojos profundamente mientras le acercaba el brazo, la tomó de la mano con suavidad y siguió mirandola, una sonrisa se escapo de sus labios, no era una tímida sonrisa, era mas bien tierna, confiable. Luego bajó lentamente la mirada aunque le costaba despegarla de aquellos atrapantes ojos y llegó hasta su muñeca, allí estaba aquella pulsera ahora podía apreciarla mejor y podía distinguir claramente cada dije y cada vez sentía mas cerca su relación con aquel singular objeto. Volvió a acariciar el dorso de su mano y luego algo en su cabeza se activó, una sensación como de viajar tiempo atrás lo envolvió, el café se desvaneció y fue reemplazado por un oscuro sendero rodeado de altos árboles que tapaban los vagos haces de luz procedentes del fuerte sol...
Un grito inundó el lugar aunque se oía algo lejano, amortiguado. Miró a ambos extremos del sendero, no tenía ninguna referencia de cual tomar, debía acudir hacia aquel grito que no podía ser nada bueno, algo sucedía y tomaría el riesgo. Su visión estaba algo modificada, veía todo mas borroso y como una luz blanca fuerte en el horizonte, podía asegurar que aquello no podía ser real pero al mismo tiempo era totalmente consciente y podía manejar sus acciones a su placer. Era como un sueño lúcido. Finalmente decidió tomar el extremo que tenía delante, debía seguir adelante. Caminó apresuradamente, con prisa pero sin correr aunque sentía como si flotara sobre el suelo, sus movimientos eran mas fluidos y delicados. Siguió el senderó por un tiempo que no supo definir ya que por momentos sentia que habian pasado un par de segundos y por otro como si hubiera estado caminando hacia adelante por una eternidad.
Iba dejando los árboles atrás, vagas sombras negras que se elevaban hasta el cielo, en un momento no se percató de que a pesar de que el sol brillara el cielo era totalmente negro y eso era lo que mas lo convencía que nada de eso era real. Así siguió hasta que la velocidad disminuyó y un lago casi congelado apareció en un claro, se quedó un momento hipnotizado por aquella vista, un nuevo grito lo despertó y ahora ya veía de otra forma aquel lago, un cuerpo flotaba boca abajo sobre la superficie, parecía muerto y sin pensarlo corrió a salvar aquella persona, a unos metros de llegar se tropezó con algo en las piedras aunque logró volver a estabilizarse y se lanzó a las gélidas aguas, dio brazadas hasta el cuerpo y sin demorarse lo volteó, se encontró con el cuerpo inconsciente de una niña, era apenas una niña. Decidió no permanecer mas tiempo allí y salió como pudo de las aguas, la depositó en la orilla y se arrodilló a su lado. Buscó una señal de vida colocando el oído en su pecho, allí estaban unos casi imperceptibles latidos, sin pensar comenzó a bombrear sobre su pecho con las manos entrecruzadas y luego tapo su nariz y dió una bocanada, exhaló dentro de su boca, repitió aquello tres veces más y por fin la vio toser, se separó y la observó asustado pero tranquilo a la vez. Fue cuando divisó un objeto junto a su cabeza, era una especie de pulsera con dijes pero no tuvo tiempo de pensar más, el entorno volvía a desvanecerse, unas voces resonaban en su cabeza mientras sentía su cuerpo volar alejandose de aquel lugar: ¿Estas bien?..por dios, busquen ayuda, hay una niña aquí!! Que ha sucedi...[...]
"Ya podía recordar!!!..Si!!..aquel incidente 16 años atrás". Regresó al café, los olores fueron reapareciendo, ya no veía borroso, ya regresaba el calor a su cuerpo. Inmediatamente logró conectarse por completo, fue cuando se dio cuenta que observaba a la mujer con una expresión vacia. No sabía cuanto tiempo había trascurrido pero pestañeó varias veces y la volvió a mirar a los ojos, aún sostenía suavemente su muñeca. Volvió a mirar la pulsera.-Esta pulsera la construí con mis propias manos..hace mucho tiempo-.Susurró muy bajo aunque fue lo suficiente como para que ella alcanzara a oír. Recordó algo y levantó la mirada hacia ella.-Discúlpeme por favor..-.La acercó un poco mas a él y retiró una de sus manos para llevarsela al cuello y corrió con cuidado su cabello, se encontró con una pequeña cicatriz detrás de la oreja. Tenía la boca entre abierta, la selló con fuerza y volvió a buscar su mirada en silencio, de a poco la soltó, con suavidad, Se volvió a acomodar en su asiento, en silencio y como si nada hubiera pasado regresó la atención a su capuccino, bebió lentamente sin creer todas aquellas casualidades. Cerró nerviosamente uno de sus puños y a los segundos relajó la mano. Aquella mujer tenía mucho mas que ver con él de lo que creía.
Cuando oyó lo de que las cargas mas pesadan hacen los viajes mas ligeros cambió de actitud y simplemente rió divertido por aquella respuesta tan acertada, se sentía ridiculizado pero no le importaba veía aquello como un comentario muy inteligente y aquello le encantaba. Tras la mención de su nana que le enseñaría mejores modales, la miró con una amplia sonrisa.-Puede ser...pero no me gustaría terminar como usted-.Le susurró y dio otro trago a su capuccino, colocó sus brazos cruzados sobre la mesa y cerró los ojos dejando que el humeante olor de su café lo embriagara, que entrara por su nariz y llegará a su cerebro, una agradable sonrisa apareció en su rostro, era como un fuerte afrodisíaco que lo drogaba y lo hacía alejarse de la realidad por momentos, pero luego recordaba a su acompañante y deseaba quedarse allí, y permitir que el aroma de ella lo llenara. Tapó la taza con su mano y disimuladamente buscó su olor. Luego de agudizar su olfato gracias a las cualidades que poseía allí lo encontró, si bien ahora llegaban a él miles de aromas distintos provenientes de todo el lugar pudo distinguir un peculiar aroma, lo siguió y lo llevó hasta ella; era una rara pero a la vez sorprendente mezcla de vainilla con un cierto aroma que distinguió como el de la naturaleza, quizas a pino. Aquella mezcla formaba un único aroma que lo maravillaba, intentó disimularlo rascandose la punta de su nariz y luego volvió a acomodarse en el asiento.
[...]Aquel desastre fue reparado inmediatamente y de a poco la gente volvió a sus asuntos como si nada hubiera pasado aunque otros se pusieron a cuchichear sobre el alboroto que habiamos ocacionado, seguramente era la gente que no tenía otro asunto del cual hablar y decidía meterse con aquello. De todas formas se arregló la ropa y se alegró de no haber tirado su capuccino, no estaba de humor para desperdiciarlo y menos de gastar en otro mas. Lo acomodó frente a él y una vez que sintió que todo habia vuelto a la normalidad regresó la vista a la hermosa joven, parecía luego de aquel malentendido que ambos habían bajado la guardia y ya no estaban tan a la ofensiva uno del otro, escuchó su comentario sobre la pulsera que podría llegar a ser una baratija pero el no creía tal cosa, sabía que para él tenía otro significado, algo relacionado a su pasado. La miró a los ojos profundamente mientras le acercaba el brazo, la tomó de la mano con suavidad y siguió mirandola, una sonrisa se escapo de sus labios, no era una tímida sonrisa, era mas bien tierna, confiable. Luego bajó lentamente la mirada aunque le costaba despegarla de aquellos atrapantes ojos y llegó hasta su muñeca, allí estaba aquella pulsera ahora podía apreciarla mejor y podía distinguir claramente cada dije y cada vez sentía mas cerca su relación con aquel singular objeto. Volvió a acariciar el dorso de su mano y luego algo en su cabeza se activó, una sensación como de viajar tiempo atrás lo envolvió, el café se desvaneció y fue reemplazado por un oscuro sendero rodeado de altos árboles que tapaban los vagos haces de luz procedentes del fuerte sol...
Un grito inundó el lugar aunque se oía algo lejano, amortiguado. Miró a ambos extremos del sendero, no tenía ninguna referencia de cual tomar, debía acudir hacia aquel grito que no podía ser nada bueno, algo sucedía y tomaría el riesgo. Su visión estaba algo modificada, veía todo mas borroso y como una luz blanca fuerte en el horizonte, podía asegurar que aquello no podía ser real pero al mismo tiempo era totalmente consciente y podía manejar sus acciones a su placer. Era como un sueño lúcido. Finalmente decidió tomar el extremo que tenía delante, debía seguir adelante. Caminó apresuradamente, con prisa pero sin correr aunque sentía como si flotara sobre el suelo, sus movimientos eran mas fluidos y delicados. Siguió el senderó por un tiempo que no supo definir ya que por momentos sentia que habian pasado un par de segundos y por otro como si hubiera estado caminando hacia adelante por una eternidad.
Iba dejando los árboles atrás, vagas sombras negras que se elevaban hasta el cielo, en un momento no se percató de que a pesar de que el sol brillara el cielo era totalmente negro y eso era lo que mas lo convencía que nada de eso era real. Así siguió hasta que la velocidad disminuyó y un lago casi congelado apareció en un claro, se quedó un momento hipnotizado por aquella vista, un nuevo grito lo despertó y ahora ya veía de otra forma aquel lago, un cuerpo flotaba boca abajo sobre la superficie, parecía muerto y sin pensarlo corrió a salvar aquella persona, a unos metros de llegar se tropezó con algo en las piedras aunque logró volver a estabilizarse y se lanzó a las gélidas aguas, dio brazadas hasta el cuerpo y sin demorarse lo volteó, se encontró con el cuerpo inconsciente de una niña, era apenas una niña. Decidió no permanecer mas tiempo allí y salió como pudo de las aguas, la depositó en la orilla y se arrodilló a su lado. Buscó una señal de vida colocando el oído en su pecho, allí estaban unos casi imperceptibles latidos, sin pensar comenzó a bombrear sobre su pecho con las manos entrecruzadas y luego tapo su nariz y dió una bocanada, exhaló dentro de su boca, repitió aquello tres veces más y por fin la vio toser, se separó y la observó asustado pero tranquilo a la vez. Fue cuando divisó un objeto junto a su cabeza, era una especie de pulsera con dijes pero no tuvo tiempo de pensar más, el entorno volvía a desvanecerse, unas voces resonaban en su cabeza mientras sentía su cuerpo volar alejandose de aquel lugar: ¿Estas bien?..por dios, busquen ayuda, hay una niña aquí!! Que ha sucedi...[...]
"Ya podía recordar!!!..Si!!..aquel incidente 16 años atrás". Regresó al café, los olores fueron reapareciendo, ya no veía borroso, ya regresaba el calor a su cuerpo. Inmediatamente logró conectarse por completo, fue cuando se dio cuenta que observaba a la mujer con una expresión vacia. No sabía cuanto tiempo había trascurrido pero pestañeó varias veces y la volvió a mirar a los ojos, aún sostenía suavemente su muñeca. Volvió a mirar la pulsera.-Esta pulsera la construí con mis propias manos..hace mucho tiempo-.Susurró muy bajo aunque fue lo suficiente como para que ella alcanzara a oír. Recordó algo y levantó la mirada hacia ella.-Discúlpeme por favor..-.La acercó un poco mas a él y retiró una de sus manos para llevarsela al cuello y corrió con cuidado su cabello, se encontró con una pequeña cicatriz detrás de la oreja. Tenía la boca entre abierta, la selló con fuerza y volvió a buscar su mirada en silencio, de a poco la soltó, con suavidad, Se volvió a acomodar en su asiento, en silencio y como si nada hubiera pasado regresó la atención a su capuccino, bebió lentamente sin creer todas aquellas casualidades. Cerró nerviosamente uno de sus puños y a los segundos relajó la mano. Aquella mujer tenía mucho mas que ver con él de lo que creía.
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Re: Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
por Simonet de Kontrebia Sáb Sep 08, 2012 1:11 pm
En todos estos años, la historia de aquella hermosa joya se había convertido en una leyenda para mí, puesto que era imposible que yo recordara el evento y sobre todo la razón por la que había llegado a mi vida.
Me sumí en mis pensamientos, intentando encontrar una explicación a eso que había dicho sobre su elaboración, es que sencillamente era inverosímil; en primera: que él la haya tallado, en segunda: que ese hombre haya sido quien me salvó y por lo tanto el dueño de ese brazalete, en tercera: todo eso, de haber ocurrido realmente, fue en mi natal Londres y hacía tantos años. Lo mire fijamente buscando muestras de madurez en su rostro ¡imposible! Debía rondar los 25 años y estar confundido, yo mientras estaba atorada en un laberinto sin salida cuando seguramente la explicación mas lógica es que él hubiera confundido mi brazalete con algún otro. Decidí que el asunto no tenía real importancia.
Fue entonces que el joven que tenia delante de mi, rodeo mi mano con firmeza y me acerco a él, yo seguía un tanto inmersa recordando lo que mi mamá me contaba de ese día, así que accedí sin pensarlo mucho a su gesto. Me acerque sin dejar de mirarlo, sus ojos eran fascinantes, segura estaba que cualquiera que los mirara podría pasarse horas observándolos y jamás cansarse de buscar nuevas formas de luz dentro de ellos. Él dirigió una furtiva mirada hacía mi y apenada desvié la mía hacía otro lugar. Sentí la tibieza de su mano acercarse a mi cuello y esperé curiosa por descubrir lo que tramaba, tomó un mechón de mi cabello y lo acomodo detrás de mi hombro. Rozó la cicatriz que tenia en el cuello, cerca de mi oreja, esa que me había hecho al pegar con una roca y suponían había sido la causa de mi desmayo en el lago. Nuestras miradas se encontraron y en la de él brillaba cierta fascinación, como si hubiera hecho algún importante descubrimiento, quise preguntar pero pareció controlar todas esas emociones y volvieron sus ojos a cubrirse de una expresión vacía, lo que me hizo desistir mi impulso.
Volvió toda su atención a su café, dejándome con mil preguntas rondando mi mente. Llegue a la conclusión de que todo debía ser una casualidad, pero ¿cómo es que sabía de esa cicatriz? El hombre frente a mi no volvió a mirarme, me sentí de pronto apenada, no encontraba la manera de llamar su atención y preguntarle quien era. ¿Sería posible que el destino estuviera jugando una extraña casualidad?
La camarera llegó con mi té, me dispuse a prepararlo con inusitada lentitud mientras buscaba las posibles relaciones de mi brazalete con el caballero que ahora me volvía a ignorar. Tome un pequeño sorbo porque de pronto me sentí sedienta y …ahí estaba, lo que me temía: ¡¡el sabor excesivo del limón!!. Mi mente dejo de lado aquello en lo que se había mantenida ocupada y dio lugar a la molestia que estaba surgiendo. Alejé con brusquedad la taza y el líquido se derramo sobre el platito de porcelana. Odiaba que no siguieran mis instrucciones, ¿acaso era demasiado para aquella mesera entender lo que eran solo “unas gotas de limón”? ¿Acaso no había sido clara? Miré fastidiada hacia el resto del establecimiento buscándola, ya me encargaría yo de hacerle saber a esa insensata lo que era seguir unas simples instrucciones. Pero no la encontré por ningún lado lo que aumentó mi molestia. Volví mi atención a la mesa donde me encontraba, pensando que hablaría con el dueño y lo obligaría a correr a quien fuera responsable de ese caos que imperaba y lograba un deplorable servicio. -¡Por dios! ¿Hacerme esperar tanto para servirme un té de sabor tan desagradable? Susurré. Mis dedos golpeaban sobre la madera de la pequeña mesa mientras decidía si simplemente dejar el local o perder más tiempo en meterme entre ese gentío que se arremolinaba en la barra y preguntar por el dueño. Al final decidí que debía ser un tipo de lo más estúpido al permitir que su negocio fuera llevado con tal descuido y no merecía mi tiempo.
Mis ojos captaron una mirada divertida y una sonrisa burlona en el rostro que estaba frente a mí, parecía que se estaba divirtiendo de lo lindo con mi rabieta. Ya vería él también lo que podía ser capaz. –Veo que usted si disfruta en demasía de su café- Dije con acritud mirando que su taza aun contenía un poco menos de la mitad del liquido. Estire mi mano cogí la taza y apure su contenido, tomándomelo casi en su totalidad. Debía aceptar que el sabor era delicioso aunque mi intempestiva acción me había provocado la sensación fugaz de quemadura en la garganta. Volví a colocar la taza en su sitio, le di una sonrisa abierta y fingida mientras me levantaba del asiento enojada, tomé mi bolsa y salí del lugar empujando a quien se me atravesaba.
Cuando estaba por llegar a la puerta me di cuenta que había olvidado mi libro y mi sombrilla, me tomó solo un segundo para decidir que no importaba, no volvería, no le daría el gusto a aquel hombre de burlarse nuevamente de mi. Aventé la puerta golpeando a un extraño que pretendía entrar, no me importó, él al mirarme se disculpo con una reverencia pero lo ignoré y salí por completo al calor asfixiante de la calle.
Me sumí en mis pensamientos, intentando encontrar una explicación a eso que había dicho sobre su elaboración, es que sencillamente era inverosímil; en primera: que él la haya tallado, en segunda: que ese hombre haya sido quien me salvó y por lo tanto el dueño de ese brazalete, en tercera: todo eso, de haber ocurrido realmente, fue en mi natal Londres y hacía tantos años. Lo mire fijamente buscando muestras de madurez en su rostro ¡imposible! Debía rondar los 25 años y estar confundido, yo mientras estaba atorada en un laberinto sin salida cuando seguramente la explicación mas lógica es que él hubiera confundido mi brazalete con algún otro. Decidí que el asunto no tenía real importancia.
Fue entonces que el joven que tenia delante de mi, rodeo mi mano con firmeza y me acerco a él, yo seguía un tanto inmersa recordando lo que mi mamá me contaba de ese día, así que accedí sin pensarlo mucho a su gesto. Me acerque sin dejar de mirarlo, sus ojos eran fascinantes, segura estaba que cualquiera que los mirara podría pasarse horas observándolos y jamás cansarse de buscar nuevas formas de luz dentro de ellos. Él dirigió una furtiva mirada hacía mi y apenada desvié la mía hacía otro lugar. Sentí la tibieza de su mano acercarse a mi cuello y esperé curiosa por descubrir lo que tramaba, tomó un mechón de mi cabello y lo acomodo detrás de mi hombro. Rozó la cicatriz que tenia en el cuello, cerca de mi oreja, esa que me había hecho al pegar con una roca y suponían había sido la causa de mi desmayo en el lago. Nuestras miradas se encontraron y en la de él brillaba cierta fascinación, como si hubiera hecho algún importante descubrimiento, quise preguntar pero pareció controlar todas esas emociones y volvieron sus ojos a cubrirse de una expresión vacía, lo que me hizo desistir mi impulso.
Volvió toda su atención a su café, dejándome con mil preguntas rondando mi mente. Llegue a la conclusión de que todo debía ser una casualidad, pero ¿cómo es que sabía de esa cicatriz? El hombre frente a mi no volvió a mirarme, me sentí de pronto apenada, no encontraba la manera de llamar su atención y preguntarle quien era. ¿Sería posible que el destino estuviera jugando una extraña casualidad?
La camarera llegó con mi té, me dispuse a prepararlo con inusitada lentitud mientras buscaba las posibles relaciones de mi brazalete con el caballero que ahora me volvía a ignorar. Tome un pequeño sorbo porque de pronto me sentí sedienta y …ahí estaba, lo que me temía: ¡¡el sabor excesivo del limón!!. Mi mente dejo de lado aquello en lo que se había mantenida ocupada y dio lugar a la molestia que estaba surgiendo. Alejé con brusquedad la taza y el líquido se derramo sobre el platito de porcelana. Odiaba que no siguieran mis instrucciones, ¿acaso era demasiado para aquella mesera entender lo que eran solo “unas gotas de limón”? ¿Acaso no había sido clara? Miré fastidiada hacia el resto del establecimiento buscándola, ya me encargaría yo de hacerle saber a esa insensata lo que era seguir unas simples instrucciones. Pero no la encontré por ningún lado lo que aumentó mi molestia. Volví mi atención a la mesa donde me encontraba, pensando que hablaría con el dueño y lo obligaría a correr a quien fuera responsable de ese caos que imperaba y lograba un deplorable servicio. -¡Por dios! ¿Hacerme esperar tanto para servirme un té de sabor tan desagradable? Susurré. Mis dedos golpeaban sobre la madera de la pequeña mesa mientras decidía si simplemente dejar el local o perder más tiempo en meterme entre ese gentío que se arremolinaba en la barra y preguntar por el dueño. Al final decidí que debía ser un tipo de lo más estúpido al permitir que su negocio fuera llevado con tal descuido y no merecía mi tiempo.
Mis ojos captaron una mirada divertida y una sonrisa burlona en el rostro que estaba frente a mí, parecía que se estaba divirtiendo de lo lindo con mi rabieta. Ya vería él también lo que podía ser capaz. –Veo que usted si disfruta en demasía de su café- Dije con acritud mirando que su taza aun contenía un poco menos de la mitad del liquido. Estire mi mano cogí la taza y apure su contenido, tomándomelo casi en su totalidad. Debía aceptar que el sabor era delicioso aunque mi intempestiva acción me había provocado la sensación fugaz de quemadura en la garganta. Volví a colocar la taza en su sitio, le di una sonrisa abierta y fingida mientras me levantaba del asiento enojada, tomé mi bolsa y salí del lugar empujando a quien se me atravesaba.
Cuando estaba por llegar a la puerta me di cuenta que había olvidado mi libro y mi sombrilla, me tomó solo un segundo para decidir que no importaba, no volvería, no le daría el gusto a aquel hombre de burlarse nuevamente de mi. Aventé la puerta golpeando a un extraño que pretendía entrar, no me importó, él al mirarme se disculpo con una reverencia pero lo ignoré y salí por completo al calor asfixiante de la calle.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Mesa para dos completos desconocidos por favor! [Simonet]
por Ryan Goodrich Dom Sep 09, 2012 3:11 pm
Allí estaba su capuccino, seguía frente a él aunque ya no se observaba el humo desprender de él podía asegurar que seguía igual de caliente que al principio. Siempre había sentido curiosidad por el secreto para conservr tan bien la temperatura, era algo que lo intrigaba y fasinaba, era uno de los mayores factores para seguir eligiendo aquella cafetería. Aún quedaba no menos de la mitad y es que con todo este tema de la inesperada visita, als múltiples coincidencias, el esfuerzo por burlarse lo había hecho casi olvidar que solo había ido a aquel lugar a beber una simple taza de cafeína.
Allí seguía, con la mirada en la mesa sin atreverse a volver a mirarla, no podía dejar entrever nada porque seguramente tendría que dar explicacion descabelladas que estaba seguro no le creería. Su mente seguía navegando en los recuerdos, en aquel episodio en el que había salvado de milagro a una niña de morir ahogada, sin dudas era una experiencia que lo había marcado mucho y podía recordar, ahora, muy vívidamente como si hubiera pasado aquella semana. Los minutos pasaron, su cabeza seguía trabajando en aquel tema y podía sentir como la incomodidad la atormentaba a la joven y es que ya llevaba vario tiempo sin emitir una sola palabra, como si se hubiera olvidado de su presencia y no era así, es más, solo podía pensar en ella en aquel momento y en lo relacionada que estaba con él. Por momentos intentó levantar la mirada pero cada vez que lo hacía las palabras no salían de su boca, y así se quedaba hasta que decidía volver a su capuccino. Todo aquello había caído en él como un simple estado del destino y no de las casualidades y era así porque él creyó que jamás volvería a ver aquella pulsera, aquella obra totalmente artesanal aunque con materiales que le había costado conseguir porque tenían un significado espacial, cada uno de ellos, por ejemplo el lino que había utilizado para entretejerla había sido recogido de una plantación en el medio oriente, este lino de textura semifina requería mucho esfuerzo para lograrlo ya que es imposible de desilacharlo facilmente y por eso muy duradero, los colores no eran mas que sus preferidos, un verde espemarla con un negro azabache que dejaban ver un diseño muy armonioso y agradable a la vista. Los dijes eras mucho mas especiales que la pulsera, estaba conformada por siete dijes, cada una con la forma de un animal distinto. Podía apreciarse el cuerpo de una pequeña lechuza, simbolo de la inteligencia; tambien se lucía la cabeza de un lobo gris, simbolo de la perseverancia ante un mundo hostil; por otro lado las cornamentas del ciervo, simbolo de la amabilidad y la compación; le sigue el conejo, un singular animal que significa el enfrentamiento a todos los miedos; por último el mas impostante aunque nunca supo porque, solo así lo siente: la mariposa, simbolo de cambio, de trasnsformación. Por otro lado lo curioso es el material de que estan hecho estos dijes, de diamante un metal practicamente idestructible. Aunque es algo distinto al usual que no deja darse cuenta que realmente se trta de pequeñas figuras talladas en un diamante.
Sólo el sabía todo eso, sólo el creador lo sabía y en algún momento se lo explicaría a ella, por un lado para que le creyera lo que le había dicho y por otro lado porque era algo que sentía que debía saber, debía saber cuan importante era para él en sí aquella pulsera de dijes. Por su mente no había pasado en ningún momento el desear recuperarla. No. El destino de aquella pulsera fué y será siempre ese, la muñeca de aquella hermosa mujer.
El té que habia encargado la joven recién había llegado, luego de casi media hora de haber esperado, incluso él se sintió enojado por el mal servicio. Sentía ira, no podía creer que fuera atendida de ese modo pero por un momento y por cosas que había percibido creyó suponer que era obra de la mesera que tal vez tendría alguna clase de resentimiento con su acompañante. La observó de reojo preprarse el té y revolverlo casi con lágrimas de furia en el rostro. Su propia mirada se ablandó, sentía que no merecía aquel trato esta joven e incluso se sintió apenado por haberse demostrado tan frío e irritable cuando se acercó por primera vez a su mesa. Pero aquel sentimiento se vio opacado por el enojo de la joven que incluso llegó a golpear el puño contra la mesa, como anteriormente había hecho él mismo. Una sonrisa se dibujó en su rostro, aquella actitud tan ida de ella y que no había llegado a conocer hasta ese moemnto le generó una mezcla de diversión y atracción. Una leve risa se escapó de su boca y luego se acurrucó en el lugar exagerando estar asustado por lo que hacía, parecia que iba a tirar todo por los aires pero sin embargo le quitó la taza del capuccino que quedaba y se la bebió, aquello si que lo sorprendió. Su expresion divertida se vio transfomada en una de desconcierto, pero no le dio tiempo de reaccionar que volvió a dejar la taza frente a él y se retiró de su lugar abriendoce paso entre las mesas y chocando a quien pasara por su lado, sin ninguna duda furiosa. Cuando salió fuera del local y desapareció de la vista su mirada giro en torno a los presentes y luego todos comenzaron a verlo a él como si hubiera sido el culpable de aquello, como si él le hubiera hecho alo a la chica, no sabía que hacer, als miradas seguían en él. Luego como si todo aquello lo viera como salido de una simpel obra de teatro sonrió y metió la mano en el bolsillo de su antalón para sacar el dinero, buscó apresurado unas monedas y las dejó sobre la mesa, la cantidad que había dejado alcanzaban para pagar el capuccino, el té de la joven e incluso la propina de unos cuantos empleados del local. Luego tomó el saco del respaldo de la silla y su mirada se dirigió a un par de objetos enfrente suyo. Su compañera se había olvidado su libro y una pequeña sombrilla, tomo ambas cosas en su otra mano y salió sin emitir una sola palabra hacia la puerta sintiendo como cientos de ojos lo seguían hasta que los rayos de un radiante sol lo cegó y emprendió su camino. Su destino? encontrar a la joven porque mas alla de devolver lo que se había olvidado en el café tenían muchas cosas que habían dejado inconclusas...
Allí seguía, con la mirada en la mesa sin atreverse a volver a mirarla, no podía dejar entrever nada porque seguramente tendría que dar explicacion descabelladas que estaba seguro no le creería. Su mente seguía navegando en los recuerdos, en aquel episodio en el que había salvado de milagro a una niña de morir ahogada, sin dudas era una experiencia que lo había marcado mucho y podía recordar, ahora, muy vívidamente como si hubiera pasado aquella semana. Los minutos pasaron, su cabeza seguía trabajando en aquel tema y podía sentir como la incomodidad la atormentaba a la joven y es que ya llevaba vario tiempo sin emitir una sola palabra, como si se hubiera olvidado de su presencia y no era así, es más, solo podía pensar en ella en aquel momento y en lo relacionada que estaba con él. Por momentos intentó levantar la mirada pero cada vez que lo hacía las palabras no salían de su boca, y así se quedaba hasta que decidía volver a su capuccino. Todo aquello había caído en él como un simple estado del destino y no de las casualidades y era así porque él creyó que jamás volvería a ver aquella pulsera, aquella obra totalmente artesanal aunque con materiales que le había costado conseguir porque tenían un significado espacial, cada uno de ellos, por ejemplo el lino que había utilizado para entretejerla había sido recogido de una plantación en el medio oriente, este lino de textura semifina requería mucho esfuerzo para lograrlo ya que es imposible de desilacharlo facilmente y por eso muy duradero, los colores no eran mas que sus preferidos, un verde espemarla con un negro azabache que dejaban ver un diseño muy armonioso y agradable a la vista. Los dijes eras mucho mas especiales que la pulsera, estaba conformada por siete dijes, cada una con la forma de un animal distinto. Podía apreciarse el cuerpo de una pequeña lechuza, simbolo de la inteligencia; tambien se lucía la cabeza de un lobo gris, simbolo de la perseverancia ante un mundo hostil; por otro lado las cornamentas del ciervo, simbolo de la amabilidad y la compación; le sigue el conejo, un singular animal que significa el enfrentamiento a todos los miedos; por último el mas impostante aunque nunca supo porque, solo así lo siente: la mariposa, simbolo de cambio, de trasnsformación. Por otro lado lo curioso es el material de que estan hecho estos dijes, de diamante un metal practicamente idestructible. Aunque es algo distinto al usual que no deja darse cuenta que realmente se trta de pequeñas figuras talladas en un diamante.
Sólo el sabía todo eso, sólo el creador lo sabía y en algún momento se lo explicaría a ella, por un lado para que le creyera lo que le había dicho y por otro lado porque era algo que sentía que debía saber, debía saber cuan importante era para él en sí aquella pulsera de dijes. Por su mente no había pasado en ningún momento el desear recuperarla. No. El destino de aquella pulsera fué y será siempre ese, la muñeca de aquella hermosa mujer.
El té que habia encargado la joven recién había llegado, luego de casi media hora de haber esperado, incluso él se sintió enojado por el mal servicio. Sentía ira, no podía creer que fuera atendida de ese modo pero por un momento y por cosas que había percibido creyó suponer que era obra de la mesera que tal vez tendría alguna clase de resentimiento con su acompañante. La observó de reojo preprarse el té y revolverlo casi con lágrimas de furia en el rostro. Su propia mirada se ablandó, sentía que no merecía aquel trato esta joven e incluso se sintió apenado por haberse demostrado tan frío e irritable cuando se acercó por primera vez a su mesa. Pero aquel sentimiento se vio opacado por el enojo de la joven que incluso llegó a golpear el puño contra la mesa, como anteriormente había hecho él mismo. Una sonrisa se dibujó en su rostro, aquella actitud tan ida de ella y que no había llegado a conocer hasta ese moemnto le generó una mezcla de diversión y atracción. Una leve risa se escapó de su boca y luego se acurrucó en el lugar exagerando estar asustado por lo que hacía, parecia que iba a tirar todo por los aires pero sin embargo le quitó la taza del capuccino que quedaba y se la bebió, aquello si que lo sorprendió. Su expresion divertida se vio transfomada en una de desconcierto, pero no le dio tiempo de reaccionar que volvió a dejar la taza frente a él y se retiró de su lugar abriendoce paso entre las mesas y chocando a quien pasara por su lado, sin ninguna duda furiosa. Cuando salió fuera del local y desapareció de la vista su mirada giro en torno a los presentes y luego todos comenzaron a verlo a él como si hubiera sido el culpable de aquello, como si él le hubiera hecho alo a la chica, no sabía que hacer, als miradas seguían en él. Luego como si todo aquello lo viera como salido de una simpel obra de teatro sonrió y metió la mano en el bolsillo de su antalón para sacar el dinero, buscó apresurado unas monedas y las dejó sobre la mesa, la cantidad que había dejado alcanzaban para pagar el capuccino, el té de la joven e incluso la propina de unos cuantos empleados del local. Luego tomó el saco del respaldo de la silla y su mirada se dirigió a un par de objetos enfrente suyo. Su compañera se había olvidado su libro y una pequeña sombrilla, tomo ambas cosas en su otra mano y salió sin emitir una sola palabra hacia la puerta sintiendo como cientos de ojos lo seguían hasta que los rayos de un radiante sol lo cegó y emprendió su camino. Su destino? encontrar a la joven porque mas alla de devolver lo que se había olvidado en el café tenían muchas cosas que habían dejado inconclusas...
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