Seduciendo a los Antiguos [Privado]

Seduciendo a los Antiguos

Los lazos entre creador y progenie es una unión tan fuerte que no se ve algún eslabón débil. No hay fuerza externa que debilite el compromiso que se asume en tal unión. Un compromiso que se transmite con la maldición de la muerte y la bendición de la resurrección.

Mi humanidad la recuerdo en lo lejano. Esos sentimientos que me abordaban con pasión ahora no son más que polvos incoloros e inodoros, carentes de sustancia.

Medio siglo ha pasado ya desde que el último hijo de la familia Greed murió. La peste negra lo consumió, arrancándole sus últimos suspiros. Recuerdo que así lo hizo. En la penumbra del puente hacia el otro mundo pude sentir nuevamente el calor del abrazo de mi padre y del beso en la mejilla de mi madre. Sin embargo no era mi momento, mi búsqueda no había terminado, mi travesía en el camino de la vida aún estaba incompleta y estaba, no, estoy destinado a terminarlo. Así lo veo, así me lo enseño quien me regalo una segunda oportunidad: Gerard Krumm.

Aún a pesar del tiempo, desconozco las razones que llevaron a Gerard a convertirme esa noche. Mis cuestionamientos no marcaron diferencia en sus explicaciones. Pero algo me contenía de seguir. No estaba molesto, ni alterado, más bien me sentía agradecido. Me ayudo a arrebatarme las penas de mi humanidad mientras conservaba las glorias. Esta complacido con el regalo que se me había dado, y como tal las preguntas desaparecieron por si solas, simplemente lo acepte. Desde ese día existo para y por él… mi creador.

Sus encomiendas me llevaron a viajar por el mundo, enriqueciendo mi sed de conocimiento. Mis habilidades se maximizaron y logré superarme en muchas circunstancias. Nunca estuve satisfecho, no concebía el conformismo, y una vez que alcanzaba una meta siempre buscaba superarla. Aprendí mucho en mis viajes pero sobre todas las cosas me permitieron entender que aún en mí hay una pizca minúscula de humanidad y todo gracias a ella: Oksana. Nuestra historia es otra, de otro tiempo, de otro momento y lugar al cual ahora no me voy a desviar.

Con mi llegada a París descubrí que mi salida iba a ser más rápida de lo que esperaba. Aunque sea momentánea parece significar mucho para Gerard por lo que mis peros no tienen cabida aquí. Siempre le he sido fiel y el momento de que eso cambiara no tiene ni rastros de nacer. Sus ordenes fueron claras y así mi viaje por cruzar la tierra y el mar tomaron lugar a un terreno que me era más familiar que ajeno. Muy cercano de lo que alguna vez fui.

Escocia, sus tierras empezaban donde mi hogar terminaba: Inglaterra. Su geografía me hacía sentir cómodo en todo sentido y aumentaba mientras más me acercaba a mi objetivo.

Mi llegada no era esperada. Mantener la discreción sobre este encuentro era primordial por lo que correr el riesgo de que una carta sea interceptada en el camino o en los mismos muros de la realeza no convenía a ninguna de las dos partes. Era un riego que debía tomar, mucho menos sabiendo a quien me tocaría encarar. La información que se me había proporcionado era muy vacía y escasa, y no era de extrañar estando tan ligada, mi objetivo, a la realeza.

No era mi costumbre tomar los caminos principales, pero si deseaba ser bien recibido tenía que mantener el protocolo de costumbre para estas circunstancias.

La Camada, por otra parte la mantengo como mi as, ordenándole mantener una postura pasiva a los alrededores. Si algo por bien o para mal, se complicaba, no quería tenerlos en primera línea. Hircine, mi reina blanca y ‘matriarca’ de La Camada, parecía un poco recelosa por dejarme solo; era muy sobreprotectora conmigo pero sabía que su deber eran seguir las ordenes así como yo lo hacía con Gerard. La línea de mando era algo muy importante que les inculco y que inteligentemente han sabido llevar.

Las estrellas brillan con gala en el cielo escocés, mostrando de polo a polo un espectáculo de luces divinos. Alquile una carroza que me condujera hacia el castillo principal, ya que se me decía que Cassandra era una especie de tutora real. De no estar ella ahí tendría que recurrir a mis “habilidades” en la labia para saber cómo localizarla. Regresar a Paris sin cumplir no era algo que me podía permitir.

-Ya hemos llegado Sr. - me indico el conductor de la carroza cuando ya nos habíamos detenido. Era el momento de que empezara el juego y yo ya estaba listo.

Había escogido una vestimenta un poco más elaborada que de costumbre. Tal seda azabache, los hilos de mis ropajes se acoplaban con precisión a mi cuerpo. Manteniéndome siempre altivo, mi fisionomía se veía aun más imponente debido al alargado chaleco que me abrigaba.

Cómo era de esperar la guardia se mantenía atenta. Podía escuchar sus latidos como aumentaban tal cual preparados para cualquier cosa. No me preocupaba, no por mi condición, sino por el mismo hecho de saber que al no haber noticia de mi parte, podría resultar ser cualquiera… si hasta un asesino del rey. Pero eso solo son ideas que de seguro se le cruzan a la guarda real, pero nada más lejos de la realidad.

-Buenas noches Sr.. Si me disculpa no teníamos anunciada llegada alguna esta noche, así que por favor me indica nombre y asunto y así coordinare su anuncio- Me dijo así un mozo real, que parece haber salido de la nada, como si siempre estuviese atento por una situación como esta.

-Comprendo. Supongo la carta sobre mi llegada ha de haberse extraviado en el camino. Una pena- mentí, tan sutilmente que un actor no sabría diferenciar la realidad de la fantasía. Sabía que si anunciaba directamente que no había sido invitado sería rechazo directamente por lo que crear una culpa imaginaria hacia alguien ficticio crearía una confusión que obligaría a recibirme nada más para evitar la descortesía. Y es que si se colaba en la aristocracia, la falta de cordialidad de alguna casa real, sería una mancha que no tardaría en hacerse más grande.

-Eh… mmm…- titubeó un momento el siervo dirigiéndome una mirada algo preocupada que le respondí con seriedad con toques de intolerancia, únicamente para presionarlo un poco más –lamento lo sucedido, por favor dígame su nombre y asunto para anunciarlo inmediatamente y poder reponer esta falta- balbuceo esperando que este suceso no recayera sobre su cuello.

-Sr Greed. Vengo desde París en pro de encontrarme con la madame Cassandra Allston-Wilde en nombre de mi señor, Gerad Krumm. Tengo un mensaje de carácter de urgencia que hacer del conocimiento de la señorita-

No era la primera vez que hacía estas infiltraciones. La experiencia se ha engordado con los siglos y ciertamente no negare que disfruto hacer temblar tan grande con mentiras tan pequeñas. Un bien necesario. No había duda, era digno hijo de mi maestro.

Por Ramona de Rachelia.org & SourceCode