AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Voces del pasado [Soren]
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Voces del pasado [Soren]
Espectros, fantasmas del pasado se materializaban en su habitación, nacido de las entrañas de la madre luna, concebidos entre ríos de plata y virutas luminosas que saturaban el aire a su alrededor. Voces sinuosas que le incitaban a acudir, a un encuentro que en esta vida no podía ocurrir. Acunado bajo el manto de obscuridad en un mundo tan apócrifo como real, intentaba asistir a sus llamados, a sus dulces voces que secaban sus labios. Ecos distantes, susurros cercanos, caricias potentes y besos galvanos.
Ellos hablaban y él respondía, regresando a aquellos días que ya no le pertenecían. Más su cuerpo se negaba a obedecer “Anda” y reposaba “Camina” y no reaccionaba, se limitaba a observar desde su encierro, su propio cuerpo. Aquella tarde los espectros no habían arribado como era ya usual y en su ausencia su cuerpo le volvía a obedecer con pesadez, regresaba después de un sueño eterno, de una efímera muerte que logro vencer. Se levantó de la cama cayendo junto con la mesa de noche y todo lo que sobre ella yacía. La vela consumida de no sabía cuántas noches atrás y el plato que la contenía se resquebrajaron y estallaron en mil pedazos a la vez. El vaso con agua no encontró mejor final minando el suelo bajo su cuerpo. El vaso que no logro recordar haber ubicado en aquel lugar.
Se incorporo con las manos teñidas de escarlata, pequeños cortes que matizaban aquí y allá en contraste con su marfilada piel.
Ellos hablaban y él respondía, regresando a aquellos días que ya no le pertenecían. Más su cuerpo se negaba a obedecer “Anda” y reposaba “Camina” y no reaccionaba, se limitaba a observar desde su encierro, su propio cuerpo. Aquella tarde los espectros no habían arribado como era ya usual y en su ausencia su cuerpo le volvía a obedecer con pesadez, regresaba después de un sueño eterno, de una efímera muerte que logro vencer. Se levantó de la cama cayendo junto con la mesa de noche y todo lo que sobre ella yacía. La vela consumida de no sabía cuántas noches atrás y el plato que la contenía se resquebrajaron y estallaron en mil pedazos a la vez. El vaso con agua no encontró mejor final minando el suelo bajo su cuerpo. El vaso que no logro recordar haber ubicado en aquel lugar.
Se incorporo con las manos teñidas de escarlata, pequeños cortes que matizaban aquí y allá en contraste con su marfilada piel.
Última edición por Anuar Dutuescu el Dom Ago 05, 2012 9:21 pm, editado 1 vez
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
EL correr del tiempo, era usualmente algo que pasaba desapercibido para una criatura inmortal, un año, 5 o 20 se volvían un instante a veces cuando se habla vivido casi 300, sin embargo, Soren había aprendido que dependiendo del contenido de esos años, estos parecían más largos y más pesados que otros. Era por eso que, ese año que había pasado, parecía pesar sobre sus hombros como un yunque de 200 kilos. Y todo se resumía a una sóla cosa: Un año sin Anuar.
¿Podía existir un tormento más grande que ese? Se cuestionó durante todo el tiempo en que estuvo cautivo, deseando morir en su delirio y dolor. Y era que, darle fin a su vida (Si es que se podía llamar vida a la existencia de un no-muerto) era razonable, cuando has sido capturado por un cazador que se empeñaba en entregarte como trofeo de guerra a un pueblo enfurecido que sólo deseaba destruir a la criatura que había estado causando terror por años en sus tierras.
Soren, por supuesto, no era esa criatura. Recién había llegado a Rumanía con Anuar y se disponían a visitar a la familia Dutuescu, cuando el destino le había jugado una muy mala broma. Una noche en la que había salido a cazar y había dejado al muchacho en el hostal donde se hospedada, un cazador muy experto le había sorprendido. El hombre había sabido muy bien como tomar ventaja conociendo las debilidades de los vampiros y Soren no había tenido tiempo de utilizar sus trucos en él, había terminado entonces en un calabozo subterráneo, amarrado con grilletes de acero de pies y manos, con los ojos vendados cual convicto y había permanecido meses allí, sin poder alimentarse. Como era de esperarse su cuerpo se había debilitado tanto que el deseo de que alguien acabara con su vida se había vuelto en algo recurrente, cada que despertaba en las noches para encontrarse en el mismo lugar.
Pero no moria. Nadie le propició el último golpe, porque para desgracia del cazador, luego de capturar a Soren, la criatura había seguido aterrorizando el pueblo y tiempo después se dio cuenta de que, quien se comía las reces del ganado y se robaba a las jovencitas, no era el vampiro que tenia confinado en el sótano de su vieja casa, si no que se trataba de un Hombre Lobo. Uno muy audaz y peligroso. Soren no supo en que terminó el asunto, pero luego de lo que pareció una eternidad, había logrado escapar gracias a un descuido del hombre, una noche en la que, dejó cerca la llave de los grilletes y candados que lo mantenían prisionero.
Débil y miserable, le había tomado otro buen tiempo volver a Francia, su cuerpo necesitó de mucha sangre para poder recuperarse y el viaje no fue fácil, mucho más cuando lo había perdido todo y no tenía ni una moneda en sus bolsillos. Anuar por supuesto no se encontraba en Rumania, buscarle había sido lo primero que había hecho tras escapar, así que el destino más obvio había sido París y en cuanto pudo encaminarse hacía la prometida capital, sus mejillas habían tomado un poco de color y se sentía con mucha más fuerza que antes.
Había llegado esa misma noche y antes de tan siquiera haber ido a su casa a corroborar que aún fuera suya (Un año abandonada y sin nadie que la cuidara, podría haber sido tomada por el gobierno o por algún ladrón) había corrido por los tejados como solía hacer siempre, hacía la residencia donde vivía Anuar. Buscarle allí había sido la primera opción (Y la más obvia además) y conforme se acercaba, algo en su interior le hacía sentir que efectivamente el chico estaba allí, el lazo de sangre que compartían, hacía que su presencia fuera mucho más notoria y su olor se impregnara en el aire como un perfume.
Bajo por el techo y se preguntó si sería mejor tocar la puerta que meterse por la ventana. Decidió que meterse por la ventana sería imprudente y podría causarle un tremendo susto, por lo que se metió por los pasillos y pronto llegó frente a la desvencijada puerta de madera. Levantó la mano para tocar y con cada golpe a la madera, sintió como si todo ese sacrificio hubiese valido la pena.
¿Podía existir un tormento más grande que ese? Se cuestionó durante todo el tiempo en que estuvo cautivo, deseando morir en su delirio y dolor. Y era que, darle fin a su vida (Si es que se podía llamar vida a la existencia de un no-muerto) era razonable, cuando has sido capturado por un cazador que se empeñaba en entregarte como trofeo de guerra a un pueblo enfurecido que sólo deseaba destruir a la criatura que había estado causando terror por años en sus tierras.
Soren, por supuesto, no era esa criatura. Recién había llegado a Rumanía con Anuar y se disponían a visitar a la familia Dutuescu, cuando el destino le había jugado una muy mala broma. Una noche en la que había salido a cazar y había dejado al muchacho en el hostal donde se hospedada, un cazador muy experto le había sorprendido. El hombre había sabido muy bien como tomar ventaja conociendo las debilidades de los vampiros y Soren no había tenido tiempo de utilizar sus trucos en él, había terminado entonces en un calabozo subterráneo, amarrado con grilletes de acero de pies y manos, con los ojos vendados cual convicto y había permanecido meses allí, sin poder alimentarse. Como era de esperarse su cuerpo se había debilitado tanto que el deseo de que alguien acabara con su vida se había vuelto en algo recurrente, cada que despertaba en las noches para encontrarse en el mismo lugar.
Pero no moria. Nadie le propició el último golpe, porque para desgracia del cazador, luego de capturar a Soren, la criatura había seguido aterrorizando el pueblo y tiempo después se dio cuenta de que, quien se comía las reces del ganado y se robaba a las jovencitas, no era el vampiro que tenia confinado en el sótano de su vieja casa, si no que se trataba de un Hombre Lobo. Uno muy audaz y peligroso. Soren no supo en que terminó el asunto, pero luego de lo que pareció una eternidad, había logrado escapar gracias a un descuido del hombre, una noche en la que, dejó cerca la llave de los grilletes y candados que lo mantenían prisionero.
Débil y miserable, le había tomado otro buen tiempo volver a Francia, su cuerpo necesitó de mucha sangre para poder recuperarse y el viaje no fue fácil, mucho más cuando lo había perdido todo y no tenía ni una moneda en sus bolsillos. Anuar por supuesto no se encontraba en Rumania, buscarle había sido lo primero que había hecho tras escapar, así que el destino más obvio había sido París y en cuanto pudo encaminarse hacía la prometida capital, sus mejillas habían tomado un poco de color y se sentía con mucha más fuerza que antes.
Había llegado esa misma noche y antes de tan siquiera haber ido a su casa a corroborar que aún fuera suya (Un año abandonada y sin nadie que la cuidara, podría haber sido tomada por el gobierno o por algún ladrón) había corrido por los tejados como solía hacer siempre, hacía la residencia donde vivía Anuar. Buscarle allí había sido la primera opción (Y la más obvia además) y conforme se acercaba, algo en su interior le hacía sentir que efectivamente el chico estaba allí, el lazo de sangre que compartían, hacía que su presencia fuera mucho más notoria y su olor se impregnara en el aire como un perfume.
Bajo por el techo y se preguntó si sería mejor tocar la puerta que meterse por la ventana. Decidió que meterse por la ventana sería imprudente y podría causarle un tremendo susto, por lo que se metió por los pasillos y pronto llegó frente a la desvencijada puerta de madera. Levantó la mano para tocar y con cada golpe a la madera, sintió como si todo ese sacrificio hubiese valido la pena.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
Restregó las ensangrentadas manos contra la blanca camisa que cual lienzo se impregno de los matices de su sangre, su nariz se arrugo grotescamente por el ardor al tiempo que, intentaba evitar que siguiese manando aquel liquido vital. Sus mejillas del color del arrebol eran el último vestigio de la enfermedad que le había mantenido en cama durante los últimos días, aquello y un extraño absceso de tos en compañía de un sudor frio que perlaba ya su frente con vigor. Las saladas gotas resbalaban por su rostro humedeciendo sus cabellos y vestimenta –El pago- pensó en voz alta avanzando a zancadas hasta el otro extremo de la habitación, revisando entre cajas y pinceles los francos que había ahorrado para el cobro del mes.
Las monedas tintinearon al golpear unas con otras, no lo suficiente, ni siquiera limosna digna para un mendigo. Bufo, ofuscado ahora por el constante golpeteo en la puerta que le habían obligado a usar ¿Y quién sino el dueño de aquel lugar? Que impaciente estaba por echarlo ya. Rodeo sus manos con trozos de tela que encontró cerca de las monedas, las ato torpemente para asistir a su encuentro y de alguna manera que aun desconocía convencerlo de darle poco más tiempo para reunir el pago. Quizás su antiguo trabajo en el cementerio pudiese servir de algo.
-Ya voy- exclamo desde el interior, atravesando la vacía galería que ahora le resultaba sofocante y se maldijo a si mismo por desistir en su labor de pintor. Apretó el pomo con más fuerza de la necesaria y giro de el para abrir la puerta que por un segundo gimió de dolor, desacostumbrada como debía estar a ser abierta con tal brusquedad –Lo lamento pero no- la ultima vocal se alargo hasta desvanecerse sobre sus labios. Sus melados orbes se volvieron de oro y lo que en un instante pareció conmoción no tardo en transformarse en enojo y en un ataque, de no sabía cuál de todos los sentimientos, cerró la puerta aun con mayor fuerza.
Retrocedió varios pasos girando sobre sus pies, mesándose los cabellos conforme el rubor en sus mejillas se intensificaba. Galopaban sobre su sien una centena de salvajes caballos que ansiaban la libertad, su corazón amenazo con estallar y ya no supo si la sangre en sus manos era realmente de las heridas por el cristal ¿Y si venía de más adentro aun? Se limpio el sudor de un manotazo poco certero, obligándose a recobrar la compostura que le había abandonado y se negaba a regresar. Y si los espectros habían cambiado su aspecto y ahora lo venían a atormentar era hora de acudir a su llamado.
Y pese a sus intentos de civilidad la segunda ocasión en que giro la manija fue un certero empujón el recibimiento que le entrego, aquel hombre carente de violencia se contenía ahora por no abalanzarse sobre el vampiro y no en alguna manera que conociese con anterioridad –¿Qué haces aquí?- el cuestionamiento emergió como ponzoña de sus labios. Porque se había resignado, y no hacía demasiado tiempo, a la repentina huida del vampiro y las posibilidades habían sido tantas que se había cansado de idear mejores escenarios para los dos. En el mejor de los casos Soren se cansaba de él, comprendía que el amor que se juraban no era sino un perfecto engaño y entonces se sentía feliz porque en alguna parte el vampiro seguía con bien. En otras noches, sin embargo, la imagen del vampiro convirtiéndose en cenas bajo el astro rey le producía arcadas y un sueño inestable, se arrepentía en esas ocasiones de haber regresado a París.
-No estuviste…- intento estabilizar su respiración –En mi cumpleaños- el único reproche que logro articular. Porque Soren le había prometido que harían algo especial.
Las monedas tintinearon al golpear unas con otras, no lo suficiente, ni siquiera limosna digna para un mendigo. Bufo, ofuscado ahora por el constante golpeteo en la puerta que le habían obligado a usar ¿Y quién sino el dueño de aquel lugar? Que impaciente estaba por echarlo ya. Rodeo sus manos con trozos de tela que encontró cerca de las monedas, las ato torpemente para asistir a su encuentro y de alguna manera que aun desconocía convencerlo de darle poco más tiempo para reunir el pago. Quizás su antiguo trabajo en el cementerio pudiese servir de algo.
-Ya voy- exclamo desde el interior, atravesando la vacía galería que ahora le resultaba sofocante y se maldijo a si mismo por desistir en su labor de pintor. Apretó el pomo con más fuerza de la necesaria y giro de el para abrir la puerta que por un segundo gimió de dolor, desacostumbrada como debía estar a ser abierta con tal brusquedad –Lo lamento pero no- la ultima vocal se alargo hasta desvanecerse sobre sus labios. Sus melados orbes se volvieron de oro y lo que en un instante pareció conmoción no tardo en transformarse en enojo y en un ataque, de no sabía cuál de todos los sentimientos, cerró la puerta aun con mayor fuerza.
Retrocedió varios pasos girando sobre sus pies, mesándose los cabellos conforme el rubor en sus mejillas se intensificaba. Galopaban sobre su sien una centena de salvajes caballos que ansiaban la libertad, su corazón amenazo con estallar y ya no supo si la sangre en sus manos era realmente de las heridas por el cristal ¿Y si venía de más adentro aun? Se limpio el sudor de un manotazo poco certero, obligándose a recobrar la compostura que le había abandonado y se negaba a regresar. Y si los espectros habían cambiado su aspecto y ahora lo venían a atormentar era hora de acudir a su llamado.
Y pese a sus intentos de civilidad la segunda ocasión en que giro la manija fue un certero empujón el recibimiento que le entrego, aquel hombre carente de violencia se contenía ahora por no abalanzarse sobre el vampiro y no en alguna manera que conociese con anterioridad –¿Qué haces aquí?- el cuestionamiento emergió como ponzoña de sus labios. Porque se había resignado, y no hacía demasiado tiempo, a la repentina huida del vampiro y las posibilidades habían sido tantas que se había cansado de idear mejores escenarios para los dos. En el mejor de los casos Soren se cansaba de él, comprendía que el amor que se juraban no era sino un perfecto engaño y entonces se sentía feliz porque en alguna parte el vampiro seguía con bien. En otras noches, sin embargo, la imagen del vampiro convirtiéndose en cenas bajo el astro rey le producía arcadas y un sueño inestable, se arrepentía en esas ocasiones de haber regresado a París.
-No estuviste…- intento estabilizar su respiración –En mi cumpleaños- el único reproche que logro articular. Porque Soren le había prometido que harían algo especial.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
Escuchó los pasos y la voz de Anuar desde adentro, para él era fácil seguir los sonidos y los movimientos aún desde afuera, un calorsito que creía haber olvidado lo embargó al escuchar esa voz que durante todo ese año había anhelado escuchar y que se repetía incansable en su cabeza, una sonrisa se dibujó en su rostro inmediatamente, los colmillos afuera, sin importarle, porque para Anuar el podía sonreír sin pudor alguno, para Anuar el podía abrirse por completo. Entonces la reacción fue bastánte desconcertánte, abrió la puerta, apareció como un espejismo frente a él y volvió a tirarle la puerta en la cara. Soren se quedó parpadeando con la sorpresa, no muy seguro de lo que aquello significaba.
La puerta volvió abrirse en esos momentos de confución y lo primero que notó, fue el intenso olor a sangre, la notó en su camiza, desperdiaga y uniforme, la notó en sus manos delgadas, el olor que siguió al fuerte olor a sangre, fue el olor a... muerte. Soren había olido eso infinitas veces por supuesto, cuando cazaba por ejemplo, así que reconoció de inmediato que Anuar estaba enfermo. No supo que enfermedad, tampoco era doctos como su maestro, pero el olor a muerte se mezcló pesado y nauseabundo en el aire, como una colcha de brea negra. Lo tercero que notó, fueron las palabras, una pregunta y un reclamo, abrió los labios sin saber que responder en el momento, porque le preocupaba más la sangre y la enfermedad.
- ¿Puedo pasar? - Preguntó con voz temerosa, un miedo que comenzaba a apoderarse de él, el miedo a perderlo una vez más - No sabes... todo lo que pasó - Agregó con esa misma voz débil y dio un paso adelante, para entrar en el lugar, por supuesto, no quería contarle todo ahi mismo en la puerta, comenzó a jugar con los dedos nerviosamente - Lo siento mucho... hice todo lo posible, todo lo inhumanamente posible para volver antes... pero aún así... con mis facultades... no pude estar para tu cumpleaños, lo siento mucho -
La mirada se desvió al suelo y lo notó más sucio que antes, levantó la vista y entonces se encontró con la galería vacía, ahora lucía vacía y casi muerta sin los cuadros, había pasado tanto tiempo que era de esperarse que las cosas estuvieran distintas, volvió la vista hacía Anuar.
- Estoy tan feliz de verte - Agregó volviéndo a sonreír, entrecerrando los ojos celestes con el gesto - Creí que moriría en Rumania sin volver a verte - Finalizó sintiéndo el fuerte impulso de abrazarlo.
La puerta volvió abrirse en esos momentos de confución y lo primero que notó, fue el intenso olor a sangre, la notó en su camiza, desperdiaga y uniforme, la notó en sus manos delgadas, el olor que siguió al fuerte olor a sangre, fue el olor a... muerte. Soren había olido eso infinitas veces por supuesto, cuando cazaba por ejemplo, así que reconoció de inmediato que Anuar estaba enfermo. No supo que enfermedad, tampoco era doctos como su maestro, pero el olor a muerte se mezcló pesado y nauseabundo en el aire, como una colcha de brea negra. Lo tercero que notó, fueron las palabras, una pregunta y un reclamo, abrió los labios sin saber que responder en el momento, porque le preocupaba más la sangre y la enfermedad.
- ¿Puedo pasar? - Preguntó con voz temerosa, un miedo que comenzaba a apoderarse de él, el miedo a perderlo una vez más - No sabes... todo lo que pasó - Agregó con esa misma voz débil y dio un paso adelante, para entrar en el lugar, por supuesto, no quería contarle todo ahi mismo en la puerta, comenzó a jugar con los dedos nerviosamente - Lo siento mucho... hice todo lo posible, todo lo inhumanamente posible para volver antes... pero aún así... con mis facultades... no pude estar para tu cumpleaños, lo siento mucho -
La mirada se desvió al suelo y lo notó más sucio que antes, levantó la vista y entonces se encontró con la galería vacía, ahora lucía vacía y casi muerta sin los cuadros, había pasado tanto tiempo que era de esperarse que las cosas estuvieran distintas, volvió la vista hacía Anuar.
- Estoy tan feliz de verte - Agregó volviéndo a sonreír, entrecerrando los ojos celestes con el gesto - Creí que moriría en Rumania sin volver a verte - Finalizó sintiéndo el fuerte impulso de abrazarlo.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
No le permitió responder al cuestionamiento y cuando quiso así hacerlo el vampiro se encontraba ya adentrándose en la vacía galería del lugar. Se quedo callado mientras le escuchaba hablar con escepticismo, cerrando la puerta tras de ellos con una suavidad que los viejos soportes le agradecieron –Estas feliz- repitió respirando pesadamente, como si de pronto su pecho fuese de alguien más. Se encontraba aun de frente a la puerta, sin querer observar aquel rostro que el tiempo no había arrancado de su memoria. En efecto, podía vislumbrar cada uno de los gestos de su rostro al hablar aun cuando sus ojos no lo observaban –No importa- susurro, intentando creer el mismo lo que decía.
Viro sobre sus talones para conseguir verlo de frente, aquella sonrisa enmarcando el rostro casi afable ¿Eran sus orbes siempre así de azules? ¿Y crispaba su barba siempre sus mejillas? –Me…me alegra que estés bien- avanzo algunos pasos más sin encontrar manera alguna de expresarle su cariño, sobo su hombro asintiendo, palmeándolo en repetidas ocasiones para comenzar a andar a su habitación. Porque tarde o temprano aquella visión del pasado se esfumaría como todas las demás. No lo vería al despertar y tendría que aguardar a la caída del astro rey para comprobar si no había sido solo otra absurda visión causada por los estragos de la necesidad. La necesidad humana de sufrir.
Avanzó a grandes zancadas hacia su habitación, pateando los restos de vidrios, porcelana y cera –Supongo que hay una fantástica anécdota detrás de tu ausencia- se detuvo en seco sorprendido de sus propias palabras, no comprendía hasta aquel momento el punto al cual su desesperación había llegado, una maraña de enojo, alegría y confusión se apoderaba de él dejando ver sus matices menos humanos o era quizás la enfermedad quien hablaba por él –Lo lamento- se limito a pronunciar limpiándose el sudor con el dorso de la mano –En verdad me alegra que estés bien- no podría comprender hasta qué punto se había culpado de su ausencia. Ni todos los escenarios estrafalarios que le atormentaron noche y día.
Se dejo caer sobre la cama escuchando como esta se quejaba ante su repentino y violento peso.
Viro sobre sus talones para conseguir verlo de frente, aquella sonrisa enmarcando el rostro casi afable ¿Eran sus orbes siempre así de azules? ¿Y crispaba su barba siempre sus mejillas? –Me…me alegra que estés bien- avanzo algunos pasos más sin encontrar manera alguna de expresarle su cariño, sobo su hombro asintiendo, palmeándolo en repetidas ocasiones para comenzar a andar a su habitación. Porque tarde o temprano aquella visión del pasado se esfumaría como todas las demás. No lo vería al despertar y tendría que aguardar a la caída del astro rey para comprobar si no había sido solo otra absurda visión causada por los estragos de la necesidad. La necesidad humana de sufrir.
Avanzó a grandes zancadas hacia su habitación, pateando los restos de vidrios, porcelana y cera –Supongo que hay una fantástica anécdota detrás de tu ausencia- se detuvo en seco sorprendido de sus propias palabras, no comprendía hasta aquel momento el punto al cual su desesperación había llegado, una maraña de enojo, alegría y confusión se apoderaba de él dejando ver sus matices menos humanos o era quizás la enfermedad quien hablaba por él –Lo lamento- se limito a pronunciar limpiándose el sudor con el dorso de la mano –En verdad me alegra que estés bien- no podría comprender hasta qué punto se había culpado de su ausencia. Ni todos los escenarios estrafalarios que le atormentaron noche y día.
Se dejo caer sobre la cama escuchando como esta se quejaba ante su repentino y violento peso.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
Anuar no había cambiado nada, o al menos eso parecía, aunque apresurarse y afirmar que un hombre no había cambiado en más de un año sería una tontería, era sólo que, Soren miraba esos ojos dorados como el sol que nunca más pudo volver a ver, su cabello revuelto y sedoso y ese cuerpo que tan bien conocía y le parecía que el tiempo se había detenido y que, esa ausencia no había transcurrido. Siguió a Anuar hacía la habitación y tropezó ligeramente con los fragmentos que yacían en el suelo, todo estaba tan desordenado y descuidado, que la preocupación comenzó a volverse cada vez más fuerte, el humano se hecho en la cama y Soren se acercó al borde.
-Pensé que me darías un golpe en la cara o algo – Comentó medio en broma, medio en serio y en realidad había esperado una reacción más violenta – Y tienes razón hay una gran historia detrás de mi ausencia, pero no una de esas que entretienen y divierten – Confesó para sentarse lentamente en el borde de la cama – Estuve a punto de morir, no quise irme a propósito, no escapé... ¿Porqué lo haría? - Entonces recordó que ya una vez había escapado de Anuar y se había enterrado en la tierra. Meneó la cabeza recordando aquello.
-Es verdad... huí una vez... tiempo atrás, porque fui un cobarde – Rememoró y volvió a mirar a Anuar – Pero esta vez no fue así – Aclaró y dejó escapar un largo suspiro – La última noche en que nos vimos, salí a alimentarme como era de costumbre y un hombre me sorprendió hábilmente, era un cazador, yo nunca había enfrentado a uno, sólo pensé que eran leyendas dentro de los de mis especias ¿Sabes? También tememos leyendas... - Se detuvo otro momento y observó la sangre en las manos de Anuar y salpicada sobre la camisa, la urgencia de preguntar sobre su estado de salud crecía en su interior, pero debía aclarar todo primero.
-Ese hombre me encerró en un sótano, era como un calabozo y me ató con grilletes de acero, ese hombre además, conocía de mis facultades mentales, porque me vendó los ojos y no pude atacar su mente para poder escapar... y allí estuve, todo este tiempo, debatiéndome entre la vida y la muerte... pues... como era de esperarse no fui alimentado ¿Te imaginas lo débil que llegué a estar? Yo realmente... creí que moriría y que no volvería a verte... -
Entonces sin que tan siquiera el lo deseara, sendas lágrimas sanguinolientas se acumularon en sus ojos volviéndolos rojos, se mordió el labio inferior, los recuerdos de aquellas aterradoras noches de dolor y agonía llegaron a él como una ráfaga de fuego, sus labios temblaron antes de que pudiera volver a hablar.
- La única fuerza que me mantenía vivo... eras tu – Murmuró – El deseo de volver a verte... - Finalizó, ahora tenía las mejillas parcialmente coloradas, porque la verdad era que no había ido a alimentarse pues recién había llegado a París y no tenía suficiente sangre en su cuerpo como para sonrojar sus mejillas con intensidad.
-Pensé que me darías un golpe en la cara o algo – Comentó medio en broma, medio en serio y en realidad había esperado una reacción más violenta – Y tienes razón hay una gran historia detrás de mi ausencia, pero no una de esas que entretienen y divierten – Confesó para sentarse lentamente en el borde de la cama – Estuve a punto de morir, no quise irme a propósito, no escapé... ¿Porqué lo haría? - Entonces recordó que ya una vez había escapado de Anuar y se había enterrado en la tierra. Meneó la cabeza recordando aquello.
-Es verdad... huí una vez... tiempo atrás, porque fui un cobarde – Rememoró y volvió a mirar a Anuar – Pero esta vez no fue así – Aclaró y dejó escapar un largo suspiro – La última noche en que nos vimos, salí a alimentarme como era de costumbre y un hombre me sorprendió hábilmente, era un cazador, yo nunca había enfrentado a uno, sólo pensé que eran leyendas dentro de los de mis especias ¿Sabes? También tememos leyendas... - Se detuvo otro momento y observó la sangre en las manos de Anuar y salpicada sobre la camisa, la urgencia de preguntar sobre su estado de salud crecía en su interior, pero debía aclarar todo primero.
-Ese hombre me encerró en un sótano, era como un calabozo y me ató con grilletes de acero, ese hombre además, conocía de mis facultades mentales, porque me vendó los ojos y no pude atacar su mente para poder escapar... y allí estuve, todo este tiempo, debatiéndome entre la vida y la muerte... pues... como era de esperarse no fui alimentado ¿Te imaginas lo débil que llegué a estar? Yo realmente... creí que moriría y que no volvería a verte... -
Entonces sin que tan siquiera el lo deseara, sendas lágrimas sanguinolientas se acumularon en sus ojos volviéndolos rojos, se mordió el labio inferior, los recuerdos de aquellas aterradoras noches de dolor y agonía llegaron a él como una ráfaga de fuego, sus labios temblaron antes de que pudiera volver a hablar.
- La única fuerza que me mantenía vivo... eras tu – Murmuró – El deseo de volver a verte... - Finalizó, ahora tenía las mejillas parcialmente coloradas, porque la verdad era que no había ido a alimentarse pues recién había llegado a París y no tenía suficiente sangre en su cuerpo como para sonrojar sus mejillas con intensidad.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
Sonrió, porque el vampiro no sabía lo cerca que había estado su mejilla de conocer su puño por primera vez. Sin embargo, dudaba inmensamente que un golpe propiciado por un humano pudiese significar una notoria herida, lo más probable es que el golpe fuese a dar a sus entrañas y aquel órgano que no latía ya. Que doliese lo que tantos años había permanecido estático –Se como contenerme- se limito a responder. Observando por el rabillo las acciones del otro. Un poco menos de control y hubiesen terminado rodando por la escalinata en una mezcla de golpes y patadas que irían solo en una dirección.
Frunció el ceño hasta que sus cejas se unieron, un gesto de tangible molestia -¿Y qué debo hacer yo?- la voz le salió ahilada. Le volteo a ver intentando sentir alguna condescendencia para con él, ambos creían que no se volverían a ver, ambos habían debido atravesar el mismo infierno de ida y vuelta ¿Por qué entonces le resultaba tan difícil sentir empatía por aquellas sanguinolentas lagrimas que recorrían sus mejillas? –Yo también creí que no te volvería a ver, y no sabía si era tu decisión o si algún rayo de sol te había alcanzado- su tersa voz era ahora suplida por cañonazos que resonaban en su interior.
-No sabía si habías elegido dejarme atrás ¿Para qué ibas a querer a un humano con las manos inservibles?- lo había soñado en pos de alguna damisela posiblemente de humilde morada, costurera, poseedora de unas manos largas y delicadas, educadas para puntear con precisión y zurcir con maestría. Lo había visto olvidarse de él –No sabía si por mi culpa habías perecido a merced del sol- sus cenizas mezclándose con algún arbusto aledaño a la residencia a la que habían llegado. Siendo barrido por la lluvia y el aire, el mismo que respiraba, le intoxicaba.
-Te espere, no sé bien cuanto- su cuerpo ahora pesado le incitaba a volver a dormir –Te espere hasta que el tiempo dejo de importar- se restregó el rostro acomodando sus cabellos. Meciéndose sobre su cuerpo, se levanto cuando le pareció que de seguir sentado terminaría cayendo rendido ante Morfeo -¿La única fuerza que te mantenía vivo era yo?- sonrió torpemente asintiendo, haciendo un gesto que pareció más un puchero para contener aquellas lagrimas que se esmeraban en permanecer en su garganta. Un nudo tan tenso y tan ancho que le parecía más una pelota de golf.
-Ha pasado un año- soltó por fin, y ahora no le parecía tanto tiempo ¿Un año en comparación de 23? ¿Un año en comparación a 300? -¿Estuviste un año encerrado?...- de pronto no logro comprender cual mártir había sido peor. Se acerco trastabillante a el, apoyando su mano sobre su mejilla para acto seguido besar su frente.
Frunció el ceño hasta que sus cejas se unieron, un gesto de tangible molestia -¿Y qué debo hacer yo?- la voz le salió ahilada. Le volteo a ver intentando sentir alguna condescendencia para con él, ambos creían que no se volverían a ver, ambos habían debido atravesar el mismo infierno de ida y vuelta ¿Por qué entonces le resultaba tan difícil sentir empatía por aquellas sanguinolentas lagrimas que recorrían sus mejillas? –Yo también creí que no te volvería a ver, y no sabía si era tu decisión o si algún rayo de sol te había alcanzado- su tersa voz era ahora suplida por cañonazos que resonaban en su interior.
-No sabía si habías elegido dejarme atrás ¿Para qué ibas a querer a un humano con las manos inservibles?- lo había soñado en pos de alguna damisela posiblemente de humilde morada, costurera, poseedora de unas manos largas y delicadas, educadas para puntear con precisión y zurcir con maestría. Lo había visto olvidarse de él –No sabía si por mi culpa habías perecido a merced del sol- sus cenizas mezclándose con algún arbusto aledaño a la residencia a la que habían llegado. Siendo barrido por la lluvia y el aire, el mismo que respiraba, le intoxicaba.
-Te espere, no sé bien cuanto- su cuerpo ahora pesado le incitaba a volver a dormir –Te espere hasta que el tiempo dejo de importar- se restregó el rostro acomodando sus cabellos. Meciéndose sobre su cuerpo, se levanto cuando le pareció que de seguir sentado terminaría cayendo rendido ante Morfeo -¿La única fuerza que te mantenía vivo era yo?- sonrió torpemente asintiendo, haciendo un gesto que pareció más un puchero para contener aquellas lagrimas que se esmeraban en permanecer en su garganta. Un nudo tan tenso y tan ancho que le parecía más una pelota de golf.
-Ha pasado un año- soltó por fin, y ahora no le parecía tanto tiempo ¿Un año en comparación de 23? ¿Un año en comparación a 300? -¿Estuviste un año encerrado?...- de pronto no logro comprender cual mártir había sido peor. Se acerco trastabillante a el, apoyando su mano sobre su mejilla para acto seguido besar su frente.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
Si bien la reacción de Anuar le había parecido bastante calmada desde un principio, la tormenta se desató momentos después de que le contara la razón por la cual no había podido volver a su lado, la rabia en la voz de Anuar le hizo respingar y las lágrimas parecieron quedarse cristalizadas en sus ojos por miedo a caer y agrabar la situación, Soren no sabía si debía mostrar lo que realmente sentía o intentar controlar la situación de algún modo, pues de alguna manera había esperado que Anuar comprendiera, ¿Y porque no habría de comprender si nada había sido su culpa?
- Lo siento - Murmuró azorado ante las palabras del otro, le había esperado y había sufrido, había pensado que se había ido porque ya no le quería o porque había encontrado otra persona - Lo siento mucho - Agregó con la voz quebrada, entonces el beso en la frente lo sorprendió, el toque pareció devolverle todas esas viejas sensaciones de calidez y ternura que él creía haber olvidado en ese pútrido calabozo, cerró los ojos y entonces las lágrimas cayéron por reflejo y rodaron cuesta abajo por las mejillas pálidas, dejándo rastros rojizos.
Extendió sus brazos y atrajo el cuerpo del humano contra el suyo en un abrazo que había anhelado cada noche durante esa eternidad y ese calor que su cuerpo no poseía pero que Anuar podía otorgarle para salvar su alma, le estrechó contra su pecho, no muy fuerte como para partirle la espalda, pero si lo suficiente como para demostrárle el sentimiento que llevaba carcomíendole por dentro, escondió su rostro en el ángulo de su cuello, perdiéndose entre el cabello acaramelado del humano, aspirando el olor de su piel, una mezcla dulce de sangre, sudor y recuerdos.
- Siento mucho no haber sido más rápido... más inteligente... más fuerte - Murmuró aún entre el cuello - Siento no haber podido escapar antes... no haber podido matar a ese cazador... siento haber estado tanto tiempo lejos de ti... siento cometer tantos errores - Finalizó en un sollozo ronco e impropio de él. - Un año de 300... no... una eternidad de interminables noches de agonía... -
(( Por cierto, decidí abrir un apartado en los flashbacks para narrar ciertas cosas que ocurrieron en el pasado aquí: http://www.victorianvampires.com/t17935-aventuras-y-desventuras-de-un-vampiro-cegaton#235308 ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
El cuerpo del vampiro le pareció más frio de lo que podía llegar a recordar, como poner la mano sobre un cubo de hielo o caer de pronto a las gélidas aguas de alguna laguna, y esa sensación si podía recordarla a la perfección. Un abrazo efusivo que con rapidez consumía toda calidez en su interior, el aire le comenzaría entonces a faltar y cuando por fin lograrse salir de el su cuerpo temblaría involuntariamente, con los labios amoratados y la piel blanca como el marfil, le habría robado un beso a la muerte y esta no lo olvidaría jamás. Tembló bajo su cuerpo aferrándose a su camisa, perdiendo de pronto la estabilidad en sus pies.
-Deja de disculparte- un vuelco en su interior –Deja de disculparte- porque aquellas palabras solo le recordaban todas las disculpas que él le tendría que dar ¿Por haber sido infiel? Quizás, y por haber sido infiel en la manera que el comprendía y Soren llegaba a repudiar, porque se lo había dicho años atrás, se lo había dicho. Se apresuro a limpiar las lágrimas escarlatas y los caminos irregulares que dejaron en sus mejillas sin ningún problema, con ayuda de la tela que contenía su propia sangre “Y ahora que vas a hacer, todos tus temores vueltos realidad”.
-Soren- y volver a pronunciar aquel nombre después de tanto tiempo, porque hacerlo se había vuelto casi un tabú, le lleno de regocijo. Lo soltó con esfuerzo descomunal acomodando sus cabellos de trigo maduro para volverse a erguir, alejándose algunos pasos, buscando entre las manchas del suelo la mejor manera de comentarlo ¿Lo tomaría como una traición? ¿Y cómo explicarle si él tampoco llegaba a comprender? Las palabras viajaban erráticas entre sus pensamientos, formulando oraciones y cuestiones que no conocieron refugio en el exterior. El nerviosismo lo invadió, las manos le comenzaron a sudar escociendo en las heridas.
Heridas tan profundas que no se llevaban a ver, y de ellas la sangre no brotaba porque era otra clase de perdida y dolor. Observo en derredor, perdiendo la mirada en cada esquina del lugar, se despego el flequillo de la frente sin atreverse a mirarlo. Temía que lo conociese tan bien que un solo vistazo en su alma fuese suficiente para comprender lo que no encontraba la manera de decirle ¿Y no sería aquello mejor? No haría falta seguir martirizándose por lo ocurrido, lo que no era pasado –Yo…- inspiro profundamente dirigiendo la mirada al ventanal, observando como los haces de plata se colaban a la habitación, en compañía de un terso susurro que comenzó a hablar.
-Por Dios ahora no- susurro, y tan enfocado estaba en la manera de confesar sus pecados que no se percato del sudor que comenzó a bañar su cuerpo, ni del rubor en sus mejillas o los temblores involuntarios de los que sufría, tampoco de la manera en que su mirada divergía aquí y allá, como si mantener los parpados abiertos fuese causa de profuso esfuerzo. No se dio cuenta que se mantenía aferrado a la pared para mantenerse en pie, se percato sin embargo, de los remolinos que se formaban cerca del ventanal y de las voces que venían de ninguna dirección en particular, emergía del suelo, de las paredes y de todos los objetos.
-Deja de disculparte- un vuelco en su interior –Deja de disculparte- porque aquellas palabras solo le recordaban todas las disculpas que él le tendría que dar ¿Por haber sido infiel? Quizás, y por haber sido infiel en la manera que el comprendía y Soren llegaba a repudiar, porque se lo había dicho años atrás, se lo había dicho. Se apresuro a limpiar las lágrimas escarlatas y los caminos irregulares que dejaron en sus mejillas sin ningún problema, con ayuda de la tela que contenía su propia sangre “Y ahora que vas a hacer, todos tus temores vueltos realidad”.
-Soren- y volver a pronunciar aquel nombre después de tanto tiempo, porque hacerlo se había vuelto casi un tabú, le lleno de regocijo. Lo soltó con esfuerzo descomunal acomodando sus cabellos de trigo maduro para volverse a erguir, alejándose algunos pasos, buscando entre las manchas del suelo la mejor manera de comentarlo ¿Lo tomaría como una traición? ¿Y cómo explicarle si él tampoco llegaba a comprender? Las palabras viajaban erráticas entre sus pensamientos, formulando oraciones y cuestiones que no conocieron refugio en el exterior. El nerviosismo lo invadió, las manos le comenzaron a sudar escociendo en las heridas.
Heridas tan profundas que no se llevaban a ver, y de ellas la sangre no brotaba porque era otra clase de perdida y dolor. Observo en derredor, perdiendo la mirada en cada esquina del lugar, se despego el flequillo de la frente sin atreverse a mirarlo. Temía que lo conociese tan bien que un solo vistazo en su alma fuese suficiente para comprender lo que no encontraba la manera de decirle ¿Y no sería aquello mejor? No haría falta seguir martirizándose por lo ocurrido, lo que no era pasado –Yo…- inspiro profundamente dirigiendo la mirada al ventanal, observando como los haces de plata se colaban a la habitación, en compañía de un terso susurro que comenzó a hablar.
-Por Dios ahora no- susurro, y tan enfocado estaba en la manera de confesar sus pecados que no se percato del sudor que comenzó a bañar su cuerpo, ni del rubor en sus mejillas o los temblores involuntarios de los que sufría, tampoco de la manera en que su mirada divergía aquí y allá, como si mantener los parpados abiertos fuese causa de profuso esfuerzo. No se dio cuenta que se mantenía aferrado a la pared para mantenerse en pie, se percato sin embargo, de los remolinos que se formaban cerca del ventanal y de las voces que venían de ninguna dirección en particular, emergía del suelo, de las paredes y de todos los objetos.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
Una vez más estaba siendo débil, pero no podía evitarlo, era como si, desde su nacimiento hubiese estado predestinado que él fuera a ser una persona débil, que las lágrimas fueran a correr siempre fácil y odiaba pensar que nunca podría cambiar nada de eso. Porque en esos caso 300 años, sentía que pocas cosas habían cambiado en su personalidad, justo como en ese momento, que no podía controlar mostrarse débil y tonto frente a Anuar.
Anuar le pedía que dejara de disculparse así que se quedó callado y observó el rostro consternado de Anuar que parecía querer decirle algo, conocía su mirada, sabía que algo ocurría y combinado con la situación y ese constante olor a sangre, no pudo más que preocuparse y ponerse más nervioso - ¿Si? -Musitó pasándose el dorso de la mano por las mejillas, limpiándose las lágrimas solitarias y luego estregándose los ojos con ellas, haciendo que los parpados quedaran colorados por rastros sanguinolentos.
- ¿Que... que te pasa? - Preguntó con el rostro desencajado en genuina preocupación, pues Anuar parecía no poder tan siquiera mantenerse en pie, temblaba y sudaba sobre manera, parecía estar pasando por una especie de ataque de algo, lo tomó por los hombros porque le dió la impresión de que caería si no lo sostenía y lo condujo de nuevo a la cama obligándolo a que se sentara a su lado y se apoyara en su cuerpo - Estás enfermo ¿Verdad? - Afirmó, porque aún cuando Anuar intentara ocultarlo, él lo sabía, estaban conectados aún, además podía oler la muerte a su alrededor. Un hormigueo malsano recorría su espalda y no era por los nervios de verlo.
Sin esperar una respuesta, porque no estaba dispuesto a esperar a la muerte que le seguía los talones... ¡Y valla si Soren sabía de muerte!, el vampiro se quitó los guantes negros que traía, empolvados y sucios del viaje, se mordió la muñeca con rapidez, haciendo un pequeño sonido de 'crunch' y la sangre comenzó a salir lenta y espesa por la herida - Bebe un poco, antes de que sea demasiado tarde - Le ordenó ofreciéndole el brazo - No te preocupes, no te convertirá... no vamos a hacer el ritual completo... pero te sentirás mucho mejor -
Anuar le pedía que dejara de disculparse así que se quedó callado y observó el rostro consternado de Anuar que parecía querer decirle algo, conocía su mirada, sabía que algo ocurría y combinado con la situación y ese constante olor a sangre, no pudo más que preocuparse y ponerse más nervioso - ¿Si? -Musitó pasándose el dorso de la mano por las mejillas, limpiándose las lágrimas solitarias y luego estregándose los ojos con ellas, haciendo que los parpados quedaran colorados por rastros sanguinolentos.
- ¿Que... que te pasa? - Preguntó con el rostro desencajado en genuina preocupación, pues Anuar parecía no poder tan siquiera mantenerse en pie, temblaba y sudaba sobre manera, parecía estar pasando por una especie de ataque de algo, lo tomó por los hombros porque le dió la impresión de que caería si no lo sostenía y lo condujo de nuevo a la cama obligándolo a que se sentara a su lado y se apoyara en su cuerpo - Estás enfermo ¿Verdad? - Afirmó, porque aún cuando Anuar intentara ocultarlo, él lo sabía, estaban conectados aún, además podía oler la muerte a su alrededor. Un hormigueo malsano recorría su espalda y no era por los nervios de verlo.
Sin esperar una respuesta, porque no estaba dispuesto a esperar a la muerte que le seguía los talones... ¡Y valla si Soren sabía de muerte!, el vampiro se quitó los guantes negros que traía, empolvados y sucios del viaje, se mordió la muñeca con rapidez, haciendo un pequeño sonido de 'crunch' y la sangre comenzó a salir lenta y espesa por la herida - Bebe un poco, antes de que sea demasiado tarde - Le ordenó ofreciéndole el brazo - No te preocupes, no te convertirá... no vamos a hacer el ritual completo... pero te sentirás mucho mejor -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
Le agradeció silenciosamente que le hubiese sujetado antes de caer pues una vez sobre el suelo no habría manera de volverse a levantar. Se dejó caer sobre la cama de manera pesada, como si llevase a cuesta dos costales de pesado material, rebosantes en su interior de rocas, metales y demás –Eso creo- susurró, permitiéndose cerrar los parpados para intentar descansar, quizás el calor se debía a la velocidad y preocupación con que su mente comenzó a maquilar, si tenía suerte todo aquel malestar desaparecería al recobrar su usual tranquilidad. Aquella forma de llevar la vida sin preocupación –Pero no recuerdo como me enferme- no había andado bajo la lluvia y la única clase de enfermedad que podía contraer era aquella que crecía en la mugre y la comida. O eso suponía él.
Apoyo su mano sobre su brazo, contrario a lo que el vampiro pudiese creer, para alejarlo de su rostro y de sus labios. No era ciego, y aunque quizás algunos tragos no harían gran estrago era el quien regresaba de un año de encierro –Ya lose, ya lose- canturreo soltando su brazo una vez lo creyó bien lejos de él –Se que ninguno de los dos está en optimas condiciones- una risilla burlona crispo sus labios mientras se retorcía, su rostro, contra el hombro del vampiro. Recordaba casi con exactitud de palabras la mayoría de sus conversaciones, un don que le había abrumado en su ausencia. La facilidad con que figuras imaginarias podían repetir sus palabras, casi como volverlo a vivir.
-He sobrellevado la enfermedad no se cuanto tiempo, seguro que un día más…- no mata a nadie –no es gran cosa- se descalzo dejando caer los zapatos a un lado de la cama, con la amenaza de caer de bruces al suelo mientras intentaba deshacer el nudo. Consiguió, después de descomunal esfuerzo, echarse sobre la cama para descansar. Y de no haber sido por el malestar el olor a sudor le hubiese arrugado la nariz y producido mareos aunque no tenía nada en el estomago para devolver. Estremeció encogiéndose entre sus hombros, contrayendo el cuerpo entero en busca de calor, algo inusual si se tenía en cuenta la temperatura del lugar. No mayor a aquella noche en que había decidido llegar con una sandia entre las manos y una anécdota sobre uno de sus cuadros ¿Ha donde habían ido a dar?
-Deberías contarme más de tu aventura, después yo te contare la mía- había olvidado lo bien que se sentía hablar con él, como reencontrarse con un viejo amigo mucho tiempo después. Pero Soren no era solo un viejo amigo, en realidad, no sabía que eran.
Apoyo su mano sobre su brazo, contrario a lo que el vampiro pudiese creer, para alejarlo de su rostro y de sus labios. No era ciego, y aunque quizás algunos tragos no harían gran estrago era el quien regresaba de un año de encierro –Ya lose, ya lose- canturreo soltando su brazo una vez lo creyó bien lejos de él –Se que ninguno de los dos está en optimas condiciones- una risilla burlona crispo sus labios mientras se retorcía, su rostro, contra el hombro del vampiro. Recordaba casi con exactitud de palabras la mayoría de sus conversaciones, un don que le había abrumado en su ausencia. La facilidad con que figuras imaginarias podían repetir sus palabras, casi como volverlo a vivir.
-He sobrellevado la enfermedad no se cuanto tiempo, seguro que un día más…- no mata a nadie –no es gran cosa- se descalzo dejando caer los zapatos a un lado de la cama, con la amenaza de caer de bruces al suelo mientras intentaba deshacer el nudo. Consiguió, después de descomunal esfuerzo, echarse sobre la cama para descansar. Y de no haber sido por el malestar el olor a sudor le hubiese arrugado la nariz y producido mareos aunque no tenía nada en el estomago para devolver. Estremeció encogiéndose entre sus hombros, contrayendo el cuerpo entero en busca de calor, algo inusual si se tenía en cuenta la temperatura del lugar. No mayor a aquella noche en que había decidido llegar con una sandia entre las manos y una anécdota sobre uno de sus cuadros ¿Ha donde habían ido a dar?
-Deberías contarme más de tu aventura, después yo te contare la mía- había olvidado lo bien que se sentía hablar con él, como reencontrarse con un viejo amigo mucho tiempo después. Pero Soren no era solo un viejo amigo, en realidad, no sabía que eran.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
El rechazó lo sorprendió y más que eso lo hirió. Se quedó perplejo observándo como el menor se acomodaba con dificultad en la cama y una gotita solitaria de rojo carmesí cayó de su muñeca y salpicó su rodilla. ¿Porqué se negaba a beber de él si ya antes lo había hecho? No iba a convertirlo, no le haría daño ¿Porqué se negaba a recibir ayuda?.
Ayuda.
Quizás era eso. Entonces Soren recordó que Anuar no era precisamente una persona que le gustase sentirse sin el control de la situación, era orgulloso hasta la médula y sólo pediría ayuda cuando fuera su única opción, en realidad, Soren creía que tenía poca posibilidades, no sabía de que enfermedad se trataba, pero los humanos eran frágiles como las estatuas de cerámica que solía vender en la tienda. Muchas cosas les hacían enfermar y muy fácilmente perecían.
- Puedo sentir... la muerte merodeando este lugar - Dijo al fin, con los labios tensionados - Tu, hueles a muerte - Agregó y en cierta forma no podía ver a la parca con su oz asechando la cama del humano, pero lo 'presentía' con un singular sexto sentido - Se que no estoy en optimas condiciones, llevo una semana sin beber, pues el tren que venía de Rumania no se detuvo en ninguna estación en las últimas noches, también se que estoy débil y que no debería perder sangre - Continuó y entonces se giró hacía el otro, ignorando sus palabras en donde pedía que le hablara más sobre su aventura.
- Estoy consciente de todo eso y aún así - Volvió a mostrarle el brazo - Te estoy ofreciendo un poco de mi sangre, para que te sientas mejor - Agregó y esta vez frunció el ceño - Si vine aquí primero antes de tan siquiera alimentarme... es porque tu eres lo más importante - Tragó saliva y giró su rostro avergonzado, las mejillas no pudieron tornarse tan rojas como debían haberse puesto debido a la falta de sangre - Más importante que satisfacer mis necesidades... - Suspiró - Por favor Anuar, bebe un poco y te contaré todo lo que quieras saber -
(( Un poquito de determinación en Soren para variar su inseguridad habitual... ))
Ayuda.
Quizás era eso. Entonces Soren recordó que Anuar no era precisamente una persona que le gustase sentirse sin el control de la situación, era orgulloso hasta la médula y sólo pediría ayuda cuando fuera su única opción, en realidad, Soren creía que tenía poca posibilidades, no sabía de que enfermedad se trataba, pero los humanos eran frágiles como las estatuas de cerámica que solía vender en la tienda. Muchas cosas les hacían enfermar y muy fácilmente perecían.
- Puedo sentir... la muerte merodeando este lugar - Dijo al fin, con los labios tensionados - Tu, hueles a muerte - Agregó y en cierta forma no podía ver a la parca con su oz asechando la cama del humano, pero lo 'presentía' con un singular sexto sentido - Se que no estoy en optimas condiciones, llevo una semana sin beber, pues el tren que venía de Rumania no se detuvo en ninguna estación en las últimas noches, también se que estoy débil y que no debería perder sangre - Continuó y entonces se giró hacía el otro, ignorando sus palabras en donde pedía que le hablara más sobre su aventura.
- Estoy consciente de todo eso y aún así - Volvió a mostrarle el brazo - Te estoy ofreciendo un poco de mi sangre, para que te sientas mejor - Agregó y esta vez frunció el ceño - Si vine aquí primero antes de tan siquiera alimentarme... es porque tu eres lo más importante - Tragó saliva y giró su rostro avergonzado, las mejillas no pudieron tornarse tan rojas como debían haberse puesto debido a la falta de sangre - Más importante que satisfacer mis necesidades... - Suspiró - Por favor Anuar, bebe un poco y te contaré todo lo que quieras saber -
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Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
La muerte, si, se había intoxicado ya con sus besos ufanos -¿Y qué humano no lo hace?- pues, y a fin de cuentas, era la muerte lo único certero en la vida, los vampiros también apestaban a muerte, suponia. Más no le temía a morir y yacer bajo tierra como refugio para gusanos temía más que su alma falleciese y seguir andando todavía. Egoísmo, fue lo único que pudo sentir en su interior, trepando y enredándose en cada hueso, adentrándose hasta el tuétano, como enredadera de espinas atravesaba su cuerpo. Egoísta de preferir sufrir a verle sufrir, sin importar que aquello significase lo contrario para el vampiro.
Compungió el rostro como si sus palabras abofetearan su piel, más si no había llorado con anterioridad no se permitiría hacerlo ahora -No- repuso seca y cansadamente, no como el rugido de un cañón sino como el canto de un ruiseñor –Olvidaba como era el encuentro de dos egoístas- intento recordar las palabras exactas que Soren había utilizado en aquella ocasión. La fiebre, los temblores y la atención que debía prestar para seguir despierto, hicieron de aquello una labor que no logro completar ni por asomo. Se afianzo a la almohada que sujetaba su cabeza, la estrecho entre sus dedos inspirando con profundidad.
-Entonces no me cuentes nada- puntualizo, como si su terquedad no fuese matiz destacable de su carácter. Tanto o más que la misma curiosidad, curiosidad a la cual decidía renunciar por seguir con su palabra bien en alto, como una bandera que no tenia razón de ondear. Podría volver después, con las mejillas infladas y coloradas y entonces accedería a beber de el, no ahora, no cuando su rostro no lucia mejor que el propio. Ni una gota pasaría por sus labios mientras el vampiro no se hubiese alimentado. Cerro los parpados viendo en ellos las sinuosas figuras que clamaban su atención, con tersas voces escrudiñando entre sus sueños. Intento lucir mejor para no seguir preocupando al vampiro y no sabía quien estaba peor; él por no acceder o Soren por seguir ofreciéndose.
-Pero…- se atrevía aun así a pedir algo “Que descarado” –Te agradecería si pudieras traer de tu sopa- aquello que le había enseñado a hacer su moro, o la madre de el, los recuerdos se le abigarraban al intentarlos sujetar. Se pregunto, si le volvería a ver la noche siguiente a esa y la próxima a la venidera. Esperaba estar mejor para entonces, para poder hablar con tranquilidad.
Compungió el rostro como si sus palabras abofetearan su piel, más si no había llorado con anterioridad no se permitiría hacerlo ahora -No- repuso seca y cansadamente, no como el rugido de un cañón sino como el canto de un ruiseñor –Olvidaba como era el encuentro de dos egoístas- intento recordar las palabras exactas que Soren había utilizado en aquella ocasión. La fiebre, los temblores y la atención que debía prestar para seguir despierto, hicieron de aquello una labor que no logro completar ni por asomo. Se afianzo a la almohada que sujetaba su cabeza, la estrecho entre sus dedos inspirando con profundidad.
-Entonces no me cuentes nada- puntualizo, como si su terquedad no fuese matiz destacable de su carácter. Tanto o más que la misma curiosidad, curiosidad a la cual decidía renunciar por seguir con su palabra bien en alto, como una bandera que no tenia razón de ondear. Podría volver después, con las mejillas infladas y coloradas y entonces accedería a beber de el, no ahora, no cuando su rostro no lucia mejor que el propio. Ni una gota pasaría por sus labios mientras el vampiro no se hubiese alimentado. Cerro los parpados viendo en ellos las sinuosas figuras que clamaban su atención, con tersas voces escrudiñando entre sus sueños. Intento lucir mejor para no seguir preocupando al vampiro y no sabía quien estaba peor; él por no acceder o Soren por seguir ofreciéndose.
-Pero…- se atrevía aun así a pedir algo “Que descarado” –Te agradecería si pudieras traer de tu sopa- aquello que le había enseñado a hacer su moro, o la madre de el, los recuerdos se le abigarraban al intentarlos sujetar. Se pregunto, si le volvería a ver la noche siguiente a esa y la próxima a la venidera. Esperaba estar mejor para entonces, para poder hablar con tranquilidad.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
De nuevo el rechazo. Soren sonrió amargamente, porque ese testarudo era el Anuar que recordaba y se alegraba de que no hubiera cambiado nada. Se llevó la muñeca a los labios para lamer distraídamente la herida y evitar que más sangre siguiera vertiéndose, presionó la boca contra la herida por un rato hasta que esta comenzó a cerrarse gracias a esa facultad inherente a todas las criaturas de la noche. Se giró hacía Anuar en la cama y observó su cuerpo indispuesto y ese pedido inusual.
-¿Quieres que cocine para ti?- Murmuró y luego sonrió, esta vez más tranquilo - Esta bien, pero vas a tener que esperar un poco - Agregó entusiasmado con la idea, porque a él le gustaba mucho cocinar y hacía más de un año que no lo hacía, ¿Porque habría tenido que hacerlo si no estaba con el pintor?, se levantó de la cama y exclamó - Vuelvo enseguida - Y Salió rápidamente por una de las ventanas.
Trepó hasta el techo del edificio y se quedó mirando el horizonte, a esa hora, no habría nada abierto en el mercado, era demasiado tarde y los campesinos debían estar arropados por el manto de morfeo, pero Soren estaba decidido a conseguir los ingredientes, unas cebollas, Zanahorias, papas, tomates y algo de carne para la sustancia.
Vamos Soren piensa, usa toda esa inteligencia que usas para leer en algo práctico.
El vampiro pareció tomar una decisión, porque dio un tremendo salto para caer sobre otro tejado y así ganar más distancia corriendo a toda la velocidad que podía. Pronto a su alrededor todo se convirtió en manchas borrosas mientras corría y saltaba, la brisa de la noche golpeaba su cara pálida inclementemente. Finalmente arribó al mercado popular, que naturalmente estaba desprovisto de sus vendedores. Grandes bodegas cerradas con candados se alzaban frente a él y algunos caballos chocaron sus cascos nerviosamente ante su presencia no muy lejos de allí. - Shhh - Les dijo a los caballos, en el idioma de los caballos naturalmente - No les haré daño - Agregó.
Con otro largo salto, alcanzó una pequeña ventana a más de 3 metros que no tenía cerrojo alguno (seguramente nadie creyó que representaba un peligro al ser tan alta) y se metió por allí, cabiendo a duras penas por la estrecha envergadura. Cuando estuvo dentro, saltó a tierra y aterrizó sobre una pila de heno. Una vaca mugió , los cerdos hicieron Hoinc hoinc y una gallina aleteó nerviosamente. - Shhhh... - Volvió a repetir Soren en el lenguaje de las Vacas - Shhh... - Repitió en el lenguaje de los cerdos y finalmente, al ver la gallina que lo mirada incómoda, decidió que en vez de carne podría 'tomar prestados' unos huevos. Si porque eso no era robar, no se consideraba robar si le pides permiso a la dama.
- Señora distinguida Gallina ¿Me permite sus huevos? - Le preguntó a la Gallina con el más cortés lenguaje Gallinesco. La Gallina lo miró con sus ojos ausentes y se quedó quieta mientras Soren metía la mano debajo de ella y sacaba 2 enormes huevos. El vampiro se los metió en los bolsillos del saco y luego dirigió su mirada en busca de las verduras. Las verduras estaban naturalmente guardadas en cajas de madera que los campesinos dejaban allí cuando no lograban venderlas todas en el día y al día siguiente las sacaban de nuevo. Soren sacó una cebolla redonda y se la metió en el bolsillo derecho del pantalón, sacó dos zanahorias y se las metió en los bolsillos traseros del pantalón, encontró las papas y sacó también dos, pero no encontró donde más meterlas pues le quedaba sólo un bolsillo, el izquierdo y las papas eran bastante grandes, a lo lejos se escuchó el gruñido de un perro guardián.
El vampiro no tuvo más remedio que meterse una de las papas en el bolsillo libre hasta que este quedo hinchado y lo hizo sentir incómodo al caminar y volvió a saltar hasta la ventana, con la papa en la mano y todas esas verduras repartidas por el cuerpo, se hacía más difícil ser ágil y liviano, notó una vez trepó hasta el techo de la bodega. Una vez allí, suspiró y se retiró el flequillo con una mano untada de tierra, dejando una mancha café. Era hora de volver, determinó con expresión triunfante y comenzó a correr saltando de tejado en tejado para regresar al edificio.
(( Que larguisimo me salió D: ))
-¿Quieres que cocine para ti?- Murmuró y luego sonrió, esta vez más tranquilo - Esta bien, pero vas a tener que esperar un poco - Agregó entusiasmado con la idea, porque a él le gustaba mucho cocinar y hacía más de un año que no lo hacía, ¿Porque habría tenido que hacerlo si no estaba con el pintor?, se levantó de la cama y exclamó - Vuelvo enseguida - Y Salió rápidamente por una de las ventanas.
Trepó hasta el techo del edificio y se quedó mirando el horizonte, a esa hora, no habría nada abierto en el mercado, era demasiado tarde y los campesinos debían estar arropados por el manto de morfeo, pero Soren estaba decidido a conseguir los ingredientes, unas cebollas, Zanahorias, papas, tomates y algo de carne para la sustancia.
Vamos Soren piensa, usa toda esa inteligencia que usas para leer en algo práctico.
El vampiro pareció tomar una decisión, porque dio un tremendo salto para caer sobre otro tejado y así ganar más distancia corriendo a toda la velocidad que podía. Pronto a su alrededor todo se convirtió en manchas borrosas mientras corría y saltaba, la brisa de la noche golpeaba su cara pálida inclementemente. Finalmente arribó al mercado popular, que naturalmente estaba desprovisto de sus vendedores. Grandes bodegas cerradas con candados se alzaban frente a él y algunos caballos chocaron sus cascos nerviosamente ante su presencia no muy lejos de allí. - Shhh - Les dijo a los caballos, en el idioma de los caballos naturalmente - No les haré daño - Agregó.
Con otro largo salto, alcanzó una pequeña ventana a más de 3 metros que no tenía cerrojo alguno (seguramente nadie creyó que representaba un peligro al ser tan alta) y se metió por allí, cabiendo a duras penas por la estrecha envergadura. Cuando estuvo dentro, saltó a tierra y aterrizó sobre una pila de heno. Una vaca mugió , los cerdos hicieron Hoinc hoinc y una gallina aleteó nerviosamente. - Shhhh... - Volvió a repetir Soren en el lenguaje de las Vacas - Shhh... - Repitió en el lenguaje de los cerdos y finalmente, al ver la gallina que lo mirada incómoda, decidió que en vez de carne podría 'tomar prestados' unos huevos. Si porque eso no era robar, no se consideraba robar si le pides permiso a la dama.
- Señora distinguida Gallina ¿Me permite sus huevos? - Le preguntó a la Gallina con el más cortés lenguaje Gallinesco. La Gallina lo miró con sus ojos ausentes y se quedó quieta mientras Soren metía la mano debajo de ella y sacaba 2 enormes huevos. El vampiro se los metió en los bolsillos del saco y luego dirigió su mirada en busca de las verduras. Las verduras estaban naturalmente guardadas en cajas de madera que los campesinos dejaban allí cuando no lograban venderlas todas en el día y al día siguiente las sacaban de nuevo. Soren sacó una cebolla redonda y se la metió en el bolsillo derecho del pantalón, sacó dos zanahorias y se las metió en los bolsillos traseros del pantalón, encontró las papas y sacó también dos, pero no encontró donde más meterlas pues le quedaba sólo un bolsillo, el izquierdo y las papas eran bastante grandes, a lo lejos se escuchó el gruñido de un perro guardián.
El vampiro no tuvo más remedio que meterse una de las papas en el bolsillo libre hasta que este quedo hinchado y lo hizo sentir incómodo al caminar y volvió a saltar hasta la ventana, con la papa en la mano y todas esas verduras repartidas por el cuerpo, se hacía más difícil ser ágil y liviano, notó una vez trepó hasta el techo de la bodega. Una vez allí, suspiró y se retiró el flequillo con una mano untada de tierra, dejando una mancha café. Era hora de volver, determinó con expresión triunfante y comenzó a correr saltando de tejado en tejado para regresar al edificio.
(( Que larguisimo me salió D: ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
Comprendía el motivo de su felicidad sin tener que analizar la respuesta en su rostro, desde que se conocían había sufrido un pronunciado atosigamiento a la hora de comer, con incesantes acontecimientos que de una u otra manera apuntaban a los alimentos, a aquella hora sagrada que su estomago había aceptado a renunciar, le exigía solo aquello estrictamente necesario para sobrevivir, la costumbre y no el placer, le habían orillado a aquella maldición que se le antojaba más que otras. En aquel instante, sin embargo, el recuerdo de aquel cálido caldo recorriendo su garganta con rapidez y delicadeza, el humo acariciando tersamente su rostro mientras su cuerpo absorbía el calor proveniente de un simple tazón, en aquel instante aquello se le antojo como jamás había esperado anhelar un platillo.
El aire que entro por la ventana, a pesar de pertenecer a la primavera, le resulto gélido, como un soplo invernal, se coló bajo su ropa obligándolo a refugiarse bajo las sabanas que adornaban torpemente el colchón. Las voces de los espectros se mezclaron con el canto de los resortes al quejarse por su repentino actuar, un chirrido metálico más grave que agudo. Se pregunto entonces si la demencia no se había acunado ya en su interior alzándose cual prominente muralla en torno a la razón, enclaustrándola en un remoto lugar, alejada de toda posibilidad de volver a conocer la luz. Siendo devorada lentamente por la obscuridad hasta desvanecerse, fundirse con ella, abrazándose a sus entrañas para por lo menos así, emerger. Esporádicamente, encuentros que le harían pensar.
Se relamió los agrietados labios intentando mantener su mirada fija en aquel ventanal que ahora le parecía demasiado distante y bizarro, esperando pacientemente porque la figura del vampiro llegase heroicamente a remplazar aquellos cuerpos luminosos que danzaban de aquí a allá, y ya no sabía si eran burlas, amenazas o anhelos lo que le intentaban comunicar. Recordaba entonces, como si un relámpago iluminara sus parpados con imágenes nítidas que había decidido olvidar, un destello de luz que ilumino su obscuridad y todas las imágenes se comenzaron a alinear en una perfecta línea de tiempo no existente, como si jamás hubiesen ocurrido ¿Eran aquellos sus recuerdos o los de alguien más? ¿Había estado él en un tren camino a Rumania? ¿Había gozado de la vista de París desde la lejanía? ¿Se había visto inmerso en túneles subterráneos? ¿Con quién había asistido al teatro? ¿Y al parque de diversiones? No era él, el hombre de cabellera de fuego dormido de sus recuerdos no era él.
Dio una bocanada al aire que le sofocaba, estrujando entre sus manos las sabanas, cubriendo con ellas sus oídos, apretando los parpados para no ver, abriéndolos solo para encontrarse con un ventanal vacio.
El aire que entro por la ventana, a pesar de pertenecer a la primavera, le resulto gélido, como un soplo invernal, se coló bajo su ropa obligándolo a refugiarse bajo las sabanas que adornaban torpemente el colchón. Las voces de los espectros se mezclaron con el canto de los resortes al quejarse por su repentino actuar, un chirrido metálico más grave que agudo. Se pregunto entonces si la demencia no se había acunado ya en su interior alzándose cual prominente muralla en torno a la razón, enclaustrándola en un remoto lugar, alejada de toda posibilidad de volver a conocer la luz. Siendo devorada lentamente por la obscuridad hasta desvanecerse, fundirse con ella, abrazándose a sus entrañas para por lo menos así, emerger. Esporádicamente, encuentros que le harían pensar.
Se relamió los agrietados labios intentando mantener su mirada fija en aquel ventanal que ahora le parecía demasiado distante y bizarro, esperando pacientemente porque la figura del vampiro llegase heroicamente a remplazar aquellos cuerpos luminosos que danzaban de aquí a allá, y ya no sabía si eran burlas, amenazas o anhelos lo que le intentaban comunicar. Recordaba entonces, como si un relámpago iluminara sus parpados con imágenes nítidas que había decidido olvidar, un destello de luz que ilumino su obscuridad y todas las imágenes se comenzaron a alinear en una perfecta línea de tiempo no existente, como si jamás hubiesen ocurrido ¿Eran aquellos sus recuerdos o los de alguien más? ¿Había estado él en un tren camino a Rumania? ¿Había gozado de la vista de París desde la lejanía? ¿Se había visto inmerso en túneles subterráneos? ¿Con quién había asistido al teatro? ¿Y al parque de diversiones? No era él, el hombre de cabellera de fuego dormido de sus recuerdos no era él.
Dio una bocanada al aire que le sofocaba, estrujando entre sus manos las sabanas, cubriendo con ellas sus oídos, apretando los parpados para no ver, abriéndolos solo para encontrarse con un ventanal vacio.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Voces del pasado [Soren]
El regreso había sido más incómodo por supuesto, con todas esas verduras y huevos en los bolsillos, pero el vampiro había logrado saltar los edificios que le separaban tan rápido como pudo. Obviamente debía ser más cuidadoso, no quería romper los huevos con el impacto al saltar de techo en techo, así que aminoró el paso y demoró un poco más de una hora en volver. Estaba muy emocionado con la idea de cocinar para Anuar, hacía un año que no lo hacía y si bien había encontrado a Anuar bastante extraño, quería alejar esas ideas raras de su mente y concentrarse sólo en la comida.
Cuando arribó al edificio, bajó por la pared, agarrándose del borde de la puerta con cuidado y se introdujo por la ventana, calló más fuerte de lo que pensaba en el piso de madera que crugió bajo su peso, percibió un sonido de 'crack' muy pequeño e imperceptible en sus pantalones y una maldición se escapó de sus labios - Que no sean los huevos, ¡que no sean los huevos! - Exclamó, deseando que el crack hubiese sido una zanahoria. Pero entonces sintió un líquido mojado resbalar por su pierna y pronto el bolsillo se empapó de la yema del huevo.
- Lo siento - Murmuró como era su costumbre - Se quebró en el último momento - Explicó, con suerte el otro huevo estaba intacto, le sonrió Anuar divertido, porque a pesar de todo estaba feliz de verle y nada destruiría ese estado, ni siquiera un huevo quebrado. Se dirigió a la pequeña cocina, tomó la olla que parecía no haberse usado nunca en esa casa y comenzó a sacarse todas las cosas de los bolsillos. Pronto las zanahorias, papas, cebollas y demás quedaron en la mesa de madera y el único huevo que había sobrevivido a la catástrofe.
Tomó el cuchillo y le limpió el polvo con el dorso del guante, luego se quitó los guantes para poder cortar las verduras mejor. El líquido del huevo ya había alcanzado su rodilla y se sentía realmente incómodo, arrugó la nariz terminando de cortar todo y vertiéndolo en la olla donde previamente había puesto agua a calentar en el incipiente fuego de la pequeña chimenea. Cuando terminó con esto, comenzó a desabrocharse el pantalón, ya no se aguantaba la sensación, además el olor del huevo no sería muy agradable en la ropa, se bajó los pantalones sin mostrar mucha vergüenza, y es que Soren no estaba pensando en nada morboso, así que sintió natural el quitarse el pantalón allí delante de Anuar. Traía unos largos calzoncillos de abuelo, de cuadros cafés, verdes y rojos que le llegaban casi hasta la rodilla.
Afortunadamente los calzoncillos no se habían mojado con el huevo, de lo contrario, si habría sido vergonzoso.
Cuando arribó al edificio, bajó por la pared, agarrándose del borde de la puerta con cuidado y se introdujo por la ventana, calló más fuerte de lo que pensaba en el piso de madera que crugió bajo su peso, percibió un sonido de 'crack' muy pequeño e imperceptible en sus pantalones y una maldición se escapó de sus labios - Que no sean los huevos, ¡que no sean los huevos! - Exclamó, deseando que el crack hubiese sido una zanahoria. Pero entonces sintió un líquido mojado resbalar por su pierna y pronto el bolsillo se empapó de la yema del huevo.
- Lo siento - Murmuró como era su costumbre - Se quebró en el último momento - Explicó, con suerte el otro huevo estaba intacto, le sonrió Anuar divertido, porque a pesar de todo estaba feliz de verle y nada destruiría ese estado, ni siquiera un huevo quebrado. Se dirigió a la pequeña cocina, tomó la olla que parecía no haberse usado nunca en esa casa y comenzó a sacarse todas las cosas de los bolsillos. Pronto las zanahorias, papas, cebollas y demás quedaron en la mesa de madera y el único huevo que había sobrevivido a la catástrofe.
Tomó el cuchillo y le limpió el polvo con el dorso del guante, luego se quitó los guantes para poder cortar las verduras mejor. El líquido del huevo ya había alcanzado su rodilla y se sentía realmente incómodo, arrugó la nariz terminando de cortar todo y vertiéndolo en la olla donde previamente había puesto agua a calentar en el incipiente fuego de la pequeña chimenea. Cuando terminó con esto, comenzó a desabrocharse el pantalón, ya no se aguantaba la sensación, además el olor del huevo no sería muy agradable en la ropa, se bajó los pantalones sin mostrar mucha vergüenza, y es que Soren no estaba pensando en nada morboso, así que sintió natural el quitarse el pantalón allí delante de Anuar. Traía unos largos calzoncillos de abuelo, de cuadros cafés, verdes y rojos que le llegaban casi hasta la rodilla.
Afortunadamente los calzoncillos no se habían mojado con el huevo, de lo contrario, si habría sido vergonzoso.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
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