Little ball of fur [Libre]

Había vagado por las calles, más bien de tejado en tejado viendo como funcionaba el sistema animal de los gatos y de los humanos, su personalidad tímida le había obligado a estar la mayoría del tiempo transformado engañando a sus sirvientes de que ‘había salido a caminar y conocer gente’, pero lo único que conocía era el olor de otros gatos de aquel ‘barrio’ igual que los dueños, oliendo a sales y demás perfumes, había una gran diferencia entre los perros, porque no importaba las razas esos animales se la pasaban oliendo el ‘agujero del otro’ en forma de saludo, estaba agradecido de ser un animal respetado desde el tiempo de los faraones y demás. Un animal con clase, con carácter, es que a Jim le iba más que bien su raza, era igual, terco, huraño, testarudo y no se dejaba de nadie, arisco a su forma y siempre quería ser el centro de atención, pero su maldición recaía en la curiosidad.

Salto un tejado a otro, con destreza, con la agilidad gatuna hasta que sus pupilas se dilataran, había captado el rico aroma a albaricoque, una mezcla dulce y lechosa, algo le llamaba la atención aunque no era demasiado de dulces, la pequeña bola de pelo blanca con unas matitas color cafés corrió tras el olor bajando en los callejones, haciendo que las almohadillas de sus patas se mojaran y ensuciaran, cuidaba muy bien donde pisaba, su cola se movía de una manera hipnótica, como la danza de una serpiente ondulándose de un lado a otro, levanto su pequeña nariz blanca para no perder el aroma, guiándose de cada uno de sus instintos, no había perros que le corretearan esta vez, porque ¡Les tenía un verdadero pánico! Incluso a casi todos los animales, malas experiencias había tenido con ellos.

Sin embargo se olvido de aquello al ver por la ventana de algún local, casa lo que fuera, porque no visualizo bien debido a que había llegado a su objetivo, un dulce postre se levanto en dos patitas apoyando las delanteras sobre el marco de la ventana y en un impulso estuvo frente a su botín, no lo dudo y lentamente comenzó a disfrutar de aquella crema, de aquel dulce hasta mancharse lo bigotes, ahora su ‘pomposa elegancia’ se había esfumado convirtiéndose en un perro que devora con verdadera hambre lo que encuentre a su paso, hasta su propia mierda. Pero de repente una nube, una parcial oscuridad le hizo quedarse quieto, ¡Un humano!, o lo que fuera, quería correr pero se sentía acorralado, de todas formas no es que fuera del todo bueno huyendo de tales situaciones. ¡Seguro se veía patético de esa manera!, con el hocico todo manchado de aquel postre, con las pupilas dilatadas y con el temor a flor de piel. Se quedo ahí, esperando seguro un golpe, un balde de agua bien fría, con lo que la odiaba, o peor aun, que lo tomaran del pellejo mientras el luchaba al sacar las garras.

¿Pero qué cosa extraña había percibido en esos momentos la pequeña bola de pelos blanca?, no supo que había sido aquello, el olor de esa mujer era peculiar, era una especie de dulzura en medio de ese barrió horrendo con pestilencias por doquier, Jim por su lado simplemente se quedo maravillado apenas le dio tiempo de relajar los músculos antes de parecer una bola de pelos que habían metido a una especie de secado, sinvergüenza en gato se sentó sobre el marco de la ventana y comenzó a limpiarse los bigotes con las patitas mientras el observaba. ¿Pero qué clase de llamado era ese? ‘Bsbsbsbsbsbsbsbsbs’… ¡Ni que fuera perro!, de dijo para si mismo, ignorando a la dama con un grácil gesto arrogante a su manera, simplemente se detuvo para que sus bigotes blancos que darán perfectamente limpios y poco a poco le miro de reojo viéndole, le gustaba jugar y ver lo que ella le ofrecía en ese momento. ¿Hace cuanto que no se divertía como debía?, era cansado estar de estudios en estudios, de lugar en lugar sin tiempo alguno para conversar o socializar simplemente porque era tímido y esa clase de lujos no se compran con dinero, es algo vital como respirar.

Sus amistades jamás habían sido mayores o algo parecido de hecho eran demasiado limitadas ¿Contaban los sirvientes de la casa?, el suponía que sí, creía que en verdad lo eran, o que los animales a su alrededor también, estaba solo y era de carácter pesado, quizás ella terminaría huyendo como lo hacen todos, sí eso mismo, no se esperaba demasiado de las personas, eso era algo bueno que la vida le había enseñado con el paso del tiempo, ágilmente bajo de la ventana al escuchar ruidos extraños al interior de la casa y le miro fijamente, esa mujer permanecía ahí. Jim hizo un mohín como si le estuviera llamando, como si aquello de la compañía pudiera resistirlo, se acercó sigilosamente cuidando cada movimiento, y se ‘restregó en sus piernas’ como una señal, luego comenzó a caminar sobre las losetas sucias y mal olientes para esconderse en un callejón sin dejar de ver a la mujer, no era opcional que huyera porque seguro ella quedaría embarrada en la escena del crimen y no como testigo precisamente.

Necesitaba volver a su forma original pero su cuerpo desnudo estaba y eso le aterraba más cuando se encontraba frente a frente de una mujer, la ropa había quedado sobre un tejado más allá de la zona residencial, mucho más allá y la verdad estaba completamente perdido porque no sabía como llegar ahí, se quedo sentadito, quieto y educado esperando a que ella se presentara donde él, viendo las ropas que colgaban en esos callejones ¿Robar?, no se probaría la ropa de alguien más…¡Eso le enfermaba!, eran demasiados bichos y gérmenes para hacerlo, pero había otro inconveniente ¿Se asustaría la dama de conocer la verdadera forma del felino blanco?... Solo había una forma de saberlo. Se asomo buscándola, comenzando a llamarla con un ‘Miau…Miau…Miau’… pero nada, absolutamente nada. Era como si le dijera ‘Hey tu, Hey tu, Hey tu’… Y sus maullidos se hicieron más desesperados. ¿Le habrían agarrado por ese crimen?

Jim se encontraba intranquilo, por aquel encuentro, porque no le descubriesen a tiempo logro escapar porque había escuchado las maldiciones de aquella mujer que seguro paso todo el día horneando tan delicioso pastel, pues ni modos, era buena repostera, en eso daba su punto de aprobación por más que no le gustaran las cosas dulces él sabía cuando algo le agradaba a su paladar, aunque lo raro radicaba en que los gatos no deberían estar comiendo cosas dulces o agrias, deberían comer guisos o sobras, quizás carne cruda y leche, solo de pensarlo se le hizo un revoltijo en el estomago queriendo vomitar aquel pedazo de pastel que se había atiborrado.

Sin embargó ahora no esta solo, estaba con aquella señorita que dulcemente le acariciaba las orejas, haciéndolo ronronear, le gustaba ser mimado como a todo felino, pero ella muy gentil, acompañarlo en su gran aventura era algo extraño, sin embargo lo agradeció y puso las patitas sobre sus piernas, cuidado de no sacar las garrar como acto reflejo, no la quería ahuyentar, solo quería acurrucarse un rato entre sus brazos. ‘Prr, prr’ eso salía de la garganta del minino agudizando sus cuerdas vocales, solo quería seguir sintiendo esa calidez, -‘Miau’- maulló de forma tranquila como pidiéndole que le cargara, pero aun cuando escuchó sus palabras las ignoro, no estaba seguro de lo que decía.

Pero su subconsciente si que lo estaba, ¿Adoptarlo? ¡Pero que clase de trampa era esa!, él era un humano, aunque ella no la sabía, pero no podía dejarla así, solo hizo un amago de aceptar tal cosa, por ahora, estaba en un gran aprieto ¿Cómo se iba a revelar como un humano?, si claro de seguro al transformarse ella se quedaría ahí, ver a un gato y un segundo más tarde a un muchacho pálido, con aspecto enfermizo frente a ella –sin contar que desnudo- eso si que era un problema enorme. Él de momento parecía tranquilo así que eso lo ignoraba pero su lado humano era el inquieto. -¡Miau, miau! –volvió a maullar de manera lenta.

Lamento mucho mi tardanza D: