La función ha terminado

por **Atenea Tsartsarnioli** Mar Ago 14, 2012 12:05 pm

Bailarina, danzas y vuelas.

La cara tuya, luna llena,
luz de silencio y risa,
azulada, sonriente, bella.

Danzabas como las flores
danzan en primavera,
hoja de otoño en el viento,
gotas de lluvia,
en vapor de agua regresas.

Bailarina, Danzas y vuelas… y vuelves a danzar.

Dentro de aquella gran carpa donde los colores iluminaban cada espacio, donde los asientos estaban desocupados y donde diarios Shows se presentaban ahí me encontraba yo en el plato central del gran circo gitano. Extendí mis brazos y di vueltas sin sentido ni lógica la cosa era disfrutar de aquel lugar que a pesar que estuviera a media oscuridad se podía disfrutar. Un, dos y quizás tres faroles improvisados estaban prendidos, iluminando escasamente el lugar. La noche estaba en su plenitud y solo quedaban los rastros de la última función. Me detuve en seco y camine en silencio mientras intentaba recordar el primer baile que había aprendido, fui hasta mi pequeña bolsa y saque mi tobillera de cuero negro de la cual colgaban 3 cascabeles, uno morado, uno plateado y otro bronceado, era una reliquia familiar era de mi madre y muy pocas veces lo ocupaba esta noche seria exclusiva en su memoria. Tome asiento en el suelo subiendo un poco mi vestido para poner el cascabel en mi tobillo. Suspire notoriamente y me levante, mis pies descalzos hacían contacto con la lona que cubría el suelo.

Los cascabeles comenzaron a sonar a la par, chocando unos con otros. Me detuve en el centro de la carpa recogí una tela de color claro que había en el suelo, quizás a una bailarina se le había caído pero el destino había querido que yo lo encontrara. Sonreí a mi suerte bendita en tiempos que uno más la necesitaba. Pase la tela entre mis dedos afirmándolas y con una aplauso comencé a mover mi cuerpo, una danza de tiempos olvidados, donde solo había una fogata a la cual bailar y ahora la tomaba como mi propio espectáculo el silencio se interrumpió a medida que los cascabeles sonaban acorde mis suaves movimientos iban y venían, la tela ondeaba a la par que mi cuerpo, una vuelta a mi derecha, estirar mis brazos al cielo, dar un brinco y caer en mis pies para girar suavemente. Detenerme en seco para que el silencio volviera, otro aplauso y una carcajada acompañando los sonidos que propios iba haciendo, una pirueta en el aire y la tela cayo de mis manos como cual pluma cae lentamente, corrí en círculos moviendo mis brazos, mis cabellos ondeaban de un lado a otro, seguí con mi danza otra pirueta un salto invertido hacia atrás los cascabeles seguían sonando caí suave al suelo y mis rodillas tocaron el piso deje caer mi cuerpo sobre la tela… el final de un ritual…. El termino de mi baile una carcajada de felicidad salió de lo más hondo de mis pulmones y todo volvió a un silencio, sepulcral. Mi respiración estaba agitada hacía tiempo que no me movía así.

Cerré los ojos dejando que la oscuridad y el silencio me envolvieran como un suave manto de tela fría. Bailar para un circo era bueno si quería hacerme de conocidos, el único problema era que no podíamos bailar libremente, tenían parámetros y también estaba la estrella principal, la de mejores movimientos y que siempre lograba destacar. Mis bailes eran milenarios mi abuela y todas las ancianas de la caravana me las habían enseñado, había sido la gracia por ser la única mujer en nacer aquel año… mi pecho se volvió a inflar mientras volvía a suspirar….

por **Mara Kennie D'Argouges** Miér Ago 15, 2012 9:39 am

Cuando una persona busca distraerse, no le interesa exactamente donde llegue, en aquella noche mara había sido invitada al circo gitano, era una pequeña vampiresa que había sufrido por muchas cosas pero que a la final había llegado a tener una familia feliz. Quién diría que los mejores padres para ella serian hombres; aunque en realidad eso no le importaba mucho. Benlovio se encontraba fuera de la ciudad haciendo algo que no le quiso contar ni a Mara ni a Shinue. La pequeña se encontraba de mal humor, estar Shinue era lindo, el, la tenía muy consentida, pero con Benlovio era más divertido discutir y aunque un no lo admitia también lo quería de sobremanera.

Su papa Shinue como ella le decía la había dejado en un banco mientras la función del circo terminaba, el era también un gitano, pero parecía que él no participaba en aquellas cosas, bueno era mejor así, ella se moriría de miedo si viera a su padre montado en algo peligroso, solo de pensarlo se le detenía su corazoncito muerto. En general como niña que era le había encantado la función, los colores, lo aromas, el sudor que las personas desprendían con un toque de excitación. ¡qué embriagante era todo aquello!. La luz era pésima, pero gracias a sus sentidos aumentados podía ver cada expresión y forma sin dificultad.

Unos cascabeles inundaron sus oídos se quedo atenta a aquel sonido irregular pero al mismo tiempo hermoso, aquel ruido era provocado por un trio de aquellos aparatos que colgaba en el tobillo de una niña que estaba bailando cerca del centro. La actuación de la niña era divertida, pero lo que mas le atraía eran el sonido de aquellos cascabeles, se escuchaban tan hermosos que no se dio cuenta que frunció el ceño cuando los movimientos de la niña se detuvieron obligando a los cascabeles a parar su agradable sonido. Las acrobacias eran muy buenas, pero eso también para lo podría hacer, los cascabeles para ella eran los verdaderos protagonistas de la noche.

Pronto todo termino, se pudo ver el disgusto en el rostro de Mara que la chica se estuviera divirtiendo y que ella quedara con ganas de mas. Se levanto de su asiento, aunque Shinue le había dicho que no lo hiciera, bueno. ¿Cuándo era que ella hacía caso? Sabía que no debía hacer escándalos, no quería ver el rostro decepcionado de su papa por atreverse a dañar a uno de los suyos, pero también deseaba poder volver a oír aquellos cascabeles, tal vez sus padres le dirían que se podrían comprar unos nuevos, mas lindos y hechos de oro, pero ella deseaba aquellos oxidados, era una niña caprichosa, debían complacerla a todo momento, si no lo hacían ella misma se complacería.

Como si se tratara del mismo fantasma se aproximo detrás de las carpas, sus pasos dulces se volvieron rápidos hasta llegar a aquel lugar en donde los artistas esperaban su entrada. Gracias a su olfato encontró el lugar en donde la niña guardaba sus cosas, se encontró con aquella bolsa escondida entre algunas cosas, ella simplemente se sentó en ese lugar, mirando la bolsa sin tocarla, no había nada de interés en ella, lo que quería la niña lo tenía, frunció el ceño notablemente al notar algunos murmullos que se aproximaban, busco esconderse, era súper fácil, solamente tenía que dejarse abrazar por las sombras y nadie se daría cuenta de su presencia, bueno al menos si no se acercaba a ella…

¿La niña de los cascabeles se aproximaba o era papa Shinue?

espero no molestar)

por **Atenea Tsartsarnioli** Jue Oct 11, 2012 6:09 pm

Alegría, llega el circo,
trae payasos y elefantes,
malabaristas, leones,
caballitos elegantes,
trapecistas, saltimbanquis,
tigres y otros animales.
Venid niños, disfrutad
con las bromas y los saltos,
la magia os asombrará,
harán reír los payasos,
los trapecistas asombran
por los aires revolando.
Hay dulces y cacahuates,
globos y flores de plástico,
sombreros de fantasía
caretas pá disfrazaros.
Sed felices un momento
del circo saldréis soñando.

Y con el silencio mismo que a esas horas envolvía el plato central de aquel circo donde un espectáculo había ocurrido me dispuse a caminar hasta la carpa de los artistas de seguro ya muchos se habían ido otros, se quedaban para armar la función del otro día o simplemente para buscar o coser sus nuevas vestimentas, yo por mi parte al otro día no me tocaba función así que lo más seguro seria irme a mi carreta y luego ir donde mi amado para cenar, había quedado en juntarme con él y no lo haría esperar más de lo acordado. Sacándome los cascabeles los colgué en una de mis manos a nadie le molestaba el ruido de estos cascabeles oxidados es mas a todos les gustaba por que se creía que cuando sonaban los cascabeles por la noche era porque algún ángel andaba cerca, creencias húngaras que pocos podrían conocer.

Me adentre entre los grandes vestidos de muchos colores, iba sonriendo porque me sentía feliz, tropecé varias veces con varias cosas, zapatos, vestidos, cajas, en aquellas carpas uno podía encontrar de todo. A lo lejos escuche como Zaine me decía “Para la próxima semana serás la bailarina principal” no le creí siempre me decía lo mismo y nunca me daba la oportunidad, comencé a caminar mas a prisa hasta llegar a mi lugar de descanso mire el espejo y tomando una tela suave y blanca con un poco de crema comencé a quitarme el maquillaje, no me gustaba, odiaba mi rostro así pintarrajeado más me gustaba sin nada más que mis mejillas sonrojadas.

Deje frente al espejo los cascabeles y me quede ahí tarareando una canción olvidada por años donde mis ancestros salían a bailar y yo los observaba. Un viento comenzó a mover la carpa y boto un jarro con agua – Ups – dije y me levante torpemente tropezando con mi bolso y caí al suelo de bruces. Me largue a reír por lo que había ocurrido – Cualquiera diría q entro el mismísimo demonio a la carpa – Creencias populares la cual decía cuando el viento botaba algo era porque el mal andaba cerca, simples leyendas que nadie las tomaba enserio, fue hasta entonces cuando me fui a levantar que note un bulto en la oscuridad - ¿Zaine eres tú? – dije arrugando la frente para ver bien de quien se trataba…

por **Mara Kennie D'Argouges** Mar Nov 06, 2012 1:54 pm

Lo deseaba. Como princesa caprichosa que era necesitaba tener lo que en sus ojos habían obtenido interés. Una sonrisa en sus labios pequeños y rosados gracias a la sangre consumida hace unas horas atrás dejo salir un deje de felicidad y tranquilidad en una mueca casi invisible entre la oscuridad que le rodeaba buscando ser sigilosa para que la pequeña damita danzante, llena de maquillaje –tanto que le molestaba en la nariz a Mara- no se diera cuenta de su presencia. Pero aquella niña no era cualquiera, frunció el ceño al sentir que había podido sentir su presencia.

Solamente una persona humana… ¡humana! Podría hacer eso y era su papa Shinue, quien no era un humano normal, tenía dones especiales que lo hacían perfecto para ser su padre. Pronto afirmo sus sospechas, tenía el mismo olor que su papa Shinue traía siempre que la abrazaba, era una autentica gitana, no como algunos estúpidos que buscaban llamarse Gitanos para justificar sus actos vandálicos, a ellos los odiaba con todo su ser, no eran más que bandidos que buscaban lavarse las manos rápidamente.

“No dañes a ningún humano Mara” le había dicho una vez Benlovio cuando ella había buscado atacar a alguna que otra persona en busca de alimento ”Te estarías comiendo a tu propio padre” había bufado en esos momentos, pero como su padre por amor se había convertido en vegetariano, ella también lo intentaba, lo podría jugar, pero no diría que lo cumplía del todo, solamente procuraba que no fueran personas como su padre y también de que las personas que se alimentara fueran personas verdaderamente malas…

Dejo salir una risilla –Yo diría que un demonio vestido de seda- susurro entre la oscuridad mientras aun esta la envolvía –que lindo cascabel tienes hay- apareció cerca de la chica, a su derecha para ser exacto, ladeo su rostro pálido, vivo por solamente unas horas gracias a la sangre robada, gracias a la vida absorbida de algún humano olvidado en un callejón oscuro sin que su padre Shinue se diera cuenta de ello.

-No… No creo que ese sea mi nombre, aunque es muy lindo… ¿Quién es?- pregunto mientras retrocedía tranquilamente para sentarse en uno de las cajas que estaban en ese lugar. Su lindo y pomposo vestido hacían huego con su largo cabello recogido perfectamente como si fuera una de aquellas muñequitas de una prestigiosa juguetería que se encargaba de confeccionarlas de tamaño real –Mi nombre es Mara y deseo ese cascabel… así que mejor me lo das o morirás- susurro sonriendo ampliamente sin dejar aquella ternura que desprendía y que a la vez era contradictoria.

Vale, vale, sabía que no podría matarla, si Shinue se enteraba y se lo contaba a Benlovio la castigarían gravemente, no se preocupaba por Shinue, pero por Benlovio si, el si era estricto y a lo mejor la dejaban encerrada por cincuenta años en algún lugar alimentada solamente por ratas –bueno exageraba un poco-no quería arriesgarse, pero también deseaba ese cascabel así que su primer paso era intimidar a su dueño para que se lo cediera tranquilamente.

por **Atenea Tsartsarnioli** Lun Ene 07, 2013 8:39 pm

Tiempo de sueños posibles
de inocentes fantasías
cual un capullo de rosa
que muere día tras día.

Como huyendo de la vida
vuela tierna golondrina
hacia la luz infinita
de esa verdad sin espina.

Aquella inmensa alegría
ese reír sin sentido,
hace más bella la vida
al recordar lo vivido.

¿Qué hace la niñez? Solo nos trae a la mente recuerdos de un pasado hermoso donde podíamos ser verdaderamente libres, jugar, caer, esconderse, reír nada mas, nada de preocupaciones, nada de la cosa que ahora estaba viviendo, extrañaba aquellos tiempos donde solo me dedicaba a bailar, a danzar por los campos y sembradíos, donde podía correr y nadie me decía nada porque a fin de cuentas solo era una niña. Tome aire cuando las palabras salieron de aquella oscuridad, no hizo falta verle el rostro para saber que no era Zaine. Un escalofríos recorrió mi cuerpo haciendo que todo en mi vibrara de una forma en particular, no salte ni me asuste, simplemente me quede ahí observando en la oscuridad a la niña que hablaba cual princesita salida de alguna historia de niños. Me acomode en el suelo – Zaine es una bella gitana que le gusta jugar a las escondidas – mire por todos lados en la carpa, estábamos solas eso estaba claro. – ¿Y cuál es tu nombre? Yo me llamo Atenea – dije con una amplia sonrisa en mi rostro, me gustaban los niños eran los seres más puros que conocía.

El aura cambio de color, vibro en ese instante y mis ojos abiertos de par en par entendieron que no era cualquier niña, ¿Miedo? No, era sorpresa, hacia mucho que el miedo no habitaba en mi interior, levante la mano llegando hasta la mesa donde había dejado los cascabeles, alce un poco mas mi cuerpo y los tome estos sonaron de manera suave pero permanente – Así no se piden las cosas – le tendí los cascabeles a la niña – Toma son tuyos solo cuídalos – le dije, no era egoísta esos cascabeles marcaban una parte de mi magnifica vida cuando era una niña y podía vivir sin ellos, no era materialista a mi me importaban otras cosas. Aun con la sorpresa de mi lado y dejando que la niña se quedara con los cascabeles, por mi cabeza se paso la idea de que ella ¡Es una niña! Solo las criaturas de la noche podían hacer ese tipo de cosas, mas con seres tan puros. Suspire fuertemente – ¿Alguien cuida de ti? – no quería preguntar por padres, a final de cuentas no sabía qué edad tenia la pequeña y mucho menos si tenía familia o no.

Tenía fe que se podía valer por sí misma, ya había visto muchos vampiros en la ciudad uno más uno menos, poco me importaba. Me levante del lugar donde estaba mañana tendría que ir por nuevos cascabeles, para poder pedir dinero en la plaza el sonido de aquellos siempre llamaba la atención de los niños y ellos eran quienes más disfrutaban del espectáculo, de esa forma sus padres me daban dinero por mi espectáculo callejero. – Deberías bailar con los cascabeles puestos, siempre salen bellas armonías cuando uno los ocupa – dije mientras guardaba en mi gran morral mis telas, y un traje que ocupaba para las danzas…

Cuando fracaso te llamo
y es mi ser el que se esfuerza
para seguir siendo grande
cuando ya no tenga fuerzas.

Recuerdo las fantasías
añoro el tiempo pasado,
¡Oh! momentos tan sublimes
que ya se han esfumado.

por **Mara Kennie D'Argouges** Dom Ene 20, 2013 3:04 pm

La miro. Puso sus ojos en su fino aun más colorido rostro que el de ella y ladeo su rostro sin comprender algunas cosas de la vida diaria y de su propia vida. Algunas la catalogarían como una bestia sedienta de sangre humana y saldrían gritando cuando notaran que su piel era diferente a las de ellos, que sus labios estaban pálidos como los de su madre materna y verdadera la última vez que la vio. Pero aquella niñita que parecía un poco mayor que ella no salió maldiciendo o llamando a dioses paganos y cristianos. Simplemente alzo sus manos hacia ella y le entregaba los cascabeles que en ese momento ella como una princesa caprichosa del gran país rumano, que alguna vez no muy lejano fue, los deseaba y quería en su poder. Si era egoísta de su parte obtener algo los cuales tal vez se entretenerla por unos tres o cuatros días para luego aburrirse del mecanismo y de las vibraciones que aquellas bolitas pequeñas de algún barato metal provocaban cuando la pelotica adentro chocaba con las paredes.

Tal vez era bueno ocultando aquellos ojos que siempre las personas ponían cuando veían una atrocidad como ella. ¿Dónde estaba dios cuando crearon a aquella muñeca de rostro hermoso, tierno e inocente? Era como una flor que ha llegado a caer en los brazos del invierno y queda para siempre congelada, sin poder volver a sentir pasar el tiempo en su cuerpo. Sujeto los cascabeles y sonrió ampliamente mientras con el más mínimo movimiento la pelotica adentro caía y sonaba deliciosamente-Oh… gracias, me gusto mucho como sonaban en tus pies- aclaro mientras los cubría con su mano para llevarlos a su pecho en un acto de ternura y amabilidad. Alzo la vista, pues sin querer había entrecerrado sus ojitos, ladeo su cabeza para luego asentir suavemente –Mis nuevos padres…- susurro con cierta nostalgia en sus labios –Veras… no tengo buen sentido del tiempo, pero hace unos cuantos meses… creo… mis padres fueron atacados por unos inquisidores- tuvo que aguantarse las ganas de llorar.

Su mirada lastimera bajo mientras la chica parecía seguir hablando, se dio cuenta que su voz había sido muy baja para que la pudiera entender, en ese tono solamente Benlovio la hubiera escuchado, dejo salir un leve gimoteo al recordar a Naela y Brad, quienes le habían salvado y convertido en lo que era hoy, hace muchos años atrás. Alzo sus ojos posándose en los de ella para luego sonreír ampliamente y asentir luego de unos segundos –oh... ya veo, pero no sé bailar- confeso riendo suavemente. Recordó escasamente la última vez que sus pies se movieron al compa de alguna música que nacía de instrumentos de aquel orfanato en donde su mama trabajaba en ocasiones. Los niños más grandes la adoraban y jugaban con ella todo el tiempo que iba. -Bueno…. Mejor dicho, tengo mucho tiempo que no bailo- no podía decir exactamente cuando era ese “mucho tiempo” pues su sentido del tiempo no era muy bueno y ahora menos que su cuerpo no avanzaba.

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