Verdaderas Identidades [Libre]

por **Soun** Mar Ago 14, 2012 8:37 pm

Algo que había aprendido era que el dolor era pasajero, pero el placer de ver a aquellos rostros contraídos por tantos sentimientos era algo que siempre reviviría sin importar cuantas veces lo viera. Había pensado que terminado de llegar a parís se terminaría todo, su sed de sangre acabaría opacada por la curiosidad de un nuevo país… que equivocado estaba, no había cambiado nada, ante sus ojos las mujeres eran seres despreciables que no podían mantener su orgullo.

Había perfeccionado su forma de trabajar, disfrutaba juzgando a sus presas, duraba días, semanas acosando sigilosamente a su objetivo, para a fin de cuentas terminara en sus brazos llorando por una compasión que nunca tendría. Ante los ojos de la sociedad él se veía como una persona totalmente tranquila, elegante y sensual; no se podía evitar sentir cierta atracción hacia él. Su francés era delicado, perfecto y cautivador, debía darle gracias a las horas de estudio de aquel idioma y de otros más.

La noche parecía perfecta, de cierta forma lo era, pero si no fuera por aquella mancha de su ultima victima dejo en su camisa, creía que todo sería mejor, estaba notablemente irritado, la mujer había sido una terca, bueno el forcejeo también era una parte gratificante de su “trabajo” el ver aquel rostro lleno de ira, buscando algún modo de poder luchar, mientras sus manos se aferraban o atacaban, buscando alejar a lo que para ellas sería un enemigo para su integridad… ¿enemigo él? ¡Ellas eran las perras que iban coqueteando sin pudor! Mujeres sucias y traicioneras… no había duda de que ellas tenían la culpa. Cubrió aquella mancha de sangre que se situaba en la parte derecha de su camisa con un abrigo negro, grueso y de alta calidad. Sus zapatos negros de cuero dejaban salir un suave sonido sordo cuando tocaban la superficie de la calle.

Ya era suficiente de estar fuera de casa, era mejor apresurarse, no quería tener ningún problema, ningún encuentro no deseado o peor aún, algún curioso que descubriera aquella mancha de sangre, deseaba apresurarse, llegar a casa, y quemar aquella camisa, no era de aquellos que se ponía a lavar, si había algún error el fuego era un único que podría corregirlo –Debería intentar alguna vez jugar con algo de fuego con mis victima- susurro para el mismo mientras una sonrisa malévola aparecía en sus labios. ¿Qué expresiones saldrían de sus rostros.?

por **Govinda** Miér Ago 15, 2012 4:29 pm

Deambular por los callejones se había vuelto uno de sus pasatiempos favoritos, cada que daba vuelta en una esquina se encontraba con cosas interesantes y era que estar en un lugar tan distinto al hogar propio era una maravilla, cientos de cosas extrañas y distintas descubría cada día con el choque de culturas. A Govinda le apasionaba todo eso, le encantaba el hecho de no saber que pasaría cada noche que despertaba, su Maestro había tenido razón (como siempre) sobre salir a descubrir el mundo y que mejor lugar que París.

De repente le entró algo de hambre. No había bebido sangre en semanas y todo gracias a esa fuerte determinación suya de no beber de inocentes y mantenerse con el mínimo de alimento, era como los monjes mortales ¿No? comiendo apenas vegetales, meditando y reflexionando para no sentir hambre. Govinda era una alma en busca del conocimiento y de la pureza del alma y estaba segura de que sólo lo lograría si algún día dejaba de beber de humanos, si sus manos nunca volvieran a asesinar a nadie.

Con este pensamiento en mente, se encontró de frente en el estrecho callejón con un hombre que olía a muerte. Govinda conocía muy bien ese olor. Le miró a los ojos y vio en ellos el reflejo de una persona llena de oscuridad, Govinda conocía muy bien ese tipo de mirada, todos los asesinos de su especie y algunos humanos la tenían, era la mirada de un ser implacable. ¿Podría ser este hombre ese tipo de persona? Se cuestionó y ese olor a sangre que rápidamente se filtró en su nariz abriéndole el apetito.

- Buenas noches monsieur - Exclamó, su voz no muy suave como el de otra mujer y su apariencia un tanto masculina le hacían parecer más bien un jovenzuelo que una doncella, además iba vestido con una capa vieja y el cabello corto apenas si cubriéndole las orejas - ¿Son peligrosas las calles de esta ciudad? - Agregó con gesto inocente - Me parece que me he perdido - Mintió, aunque en realidad no sabía muy bien de donde se encontraba, perdida no era precisamente la palabra. Quería saber algo más de él, quería comprobar si ese presentimiento era cierto y valla si deseaba que no lo fuera.

De lo contrario correría sangre.

por **Soun** Sáb Sep 15, 2012 12:11 am

Aquella figura asexual le había quedado mirando de forma extraña, el coreano ya de mediana edad se quedo mirándole por unos segundos… dos para ser exacto para luego sonreír de forma amable y darle una reverencia a aquel ser que parecía que sus rasgos no tenían intensiones de decirle si era una mujer o un hombre. ¿Qué pasaría si se trataba de una fémina? Su sed de sangre había sido satisfecha con su víctima anterior y no estaba interesado en otra, la dejaría pasar, no importaba que fuera lo que sucediera, en esos momentos lo más importante era destruir las ropas manchadas por sangre corrompida por el incontrolable libido de la mujer.

-Buenas noches- susurro igual mirándole de reojo mientras sus manos se reguardaban del frio en su chaqueta. -Depende de lo que desee encontrar- dijo tranquilamente con un aire calmado y hasta simpático –eso es mala suerte…- dijo con cierto pesar mientras mantenía cierta distancia entre ellos.

Los animales sienten el peligro, los humanos de cierta forma era animales, Soun sabía que debía actuar de forma tranquila y normal, montar una obra de teatro de forma apresurada, en donde este dramaturgo seria una persona de bien, amable y un buen samaritano, aunque todo aquello lo que más le daba era nauseas -¿a dónde deseaba ir?- se atrevió a preguntar ladeando su rostro. Noto los rasgos asiáticos del rostro de aquel ser, tenía tiempo que no veía a nadie de su mismos rasgos, sonrió complacido, mientras seguía esperando la respuesta de aquella creatura que en la noche había aparecido, buscando tal vez en Soun un signo de maldad que nunca encontraría.

El hombre era experto en ocultar su verdadero ser, nunca mostraría a una persona (aun cuando estaba solos) lo que era o deseaba hacerle, el no trabajaba así, su forma de operar era un poco más compleja, el investigaba a sus víctimas, sus antecedentes y sobretodo buscaba que no estuvieran familiarizadas con él. Tenía también sus reglas, nunca lastimaría a una madre con sus hijos, pero si esta engaña, la mataría sin pensarlo, nunca lastimaría a niños inocentes… ni a niñas… tal vez luego de los 13 años hacia adelante tuvieran cierto peligro, pero solamente si él las evaluara como “Zorras ya maduras”.

En el momento del acto no tenia piedad, no importaba raza, color de piel o nacionalidad, el encontraba lo que quería y luego desaparecía dejando el cuerpo de su víctima moribunda sin rastros alguno de que él lo hubiera hecho, era bueno y las personas lo sabían, ya que si no lo fuera hace rato lo hubieran apresado

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