Corazón Roto [Privado Georgiana, + 18]

por **José Alfonso De Castilla** Vie Ago 17, 2012 4:54 pm

Le habían dicho que no hasta el cansancio. Que debía quedarse reposando porque sino su corazón podía tener algo más grave que una simple taquicardia y que tenía que quedarse en la residencia en caso de que surgiera cualquier noticia respecto a Marianne y a la misma Tamina que descansaba en una habitación separada a la suya por decisión irónicamente mutua a pesar del distanciamiento representado simbólicamente por la pared y los metros. Sin embargo, fue capaz de desafiar esa condenada formalidad y represión gracias a uno de sus criados de más confianza, de esos que terminaban siendo más un amigo que un sirviente. Le llevó a la habitación un traje y abrigo desgastados mas no sucios para ser confundido y no descubierto, y preparó su caballo y el camino a seguir para que no fuera descubierto. Se despidió de él con un abrazo apretado y luego la mano alzada, para dejar paso a una estela de polvo por el rápido galope del corcel en dirección al centro parisino.

Dejó al caballo amarrado y comiendo y se acomodó la boina y el cuello del abrigo para brindar más ocultismo a su intrusión; ya que obviamente no quería ser reconocido como el mismísimo Rey de España e irse a la ruina…más aún. ¿Qué iban a decir las malas y buenas lenguas? “El Rey de España se escapa a la vulgaridad parisina en medio de crisis familiar” Y obviamente no quería dar explicaciones a los aristócratas españoles ni mucho menos a su Pueblo. Prefería derrumbarse allí mismo y que le enterraran entre botellas de vino, como la que estaba usando el camarero para servirle una copa. Sus ojos cansados agradecieron en silencio la atención y su boca reseca el sabor del brebaje, dejando la copa sobre la barra al tiempo que un suspiro de resignación surgía y se hacía sentir desde su garganta. Apoyó los codos en la madera y las manos se fueron al rostro, quedando para los presentes que se fijaban en él como un hombre que pasaba por un mal momento. Incluso las gotas saladas aparecieron corriendo desde sus mejillas, pero no emitió sonido alguno. El León sollozaba en soledad.

por **Georgiana Cavendish** Miér Ago 22, 2012 12:22 am

La noche cálida acogía a los diferentes seres que vivían en París y les brindaba un motivo por el cual salir de casa. Y por ello fue que una delicada pelirroja londinense dejaba los lujos de su mansión, aun que algunas cosas mas también repercutían en su salida nocturna. Vestía un bello vestido negro media noche que resaltaba su busto y una ligera capa de seda rojo con una capucha que ocultaba su larga y brillante cabellera roja.

-Solo es otra noche mas...- se decía a si misma aburrida.

Georgiana recorría las calles hasta llegar a una taberna un tanto lejana a su hogar, pero eso no le importaba, necesitaba hacer algo ya que moriría de aburrimiento. Le mintieron al decirle que París era una ciudad excitante y llena de aventuras.

Ella no podía creer que su aburrimiento fuera tan grande a pesar de que hace pocos meses se encontraba en la India disfrutando de la sangre de apuestos y fuertes maharajás y de su formidable forma de complacer a las mujeres.

-Pero querías venir a París...- soltaba con fastidio.

Entraba a la taberna y se quitaba la capucha dejando al descubierto su encantador rostro y su fogosa cabellera pelirroja. Se sentaba frente a la barra y pedía solamente una copa de vino y se dedicaba a observarla con placer. En eso llegaba un hombre que se sentaba a su lado y se veía bastante afectado por algo.

-Salud por aquellos que creen que su vida esta arruinada.- decía con cierto sarcasmo y un ligero tono de tristeza mientras levantaba la copa y bebía un poco de su contenido.

por **José Alfonso De Castilla** Vie Ago 24, 2012 9:03 pm

Las palabras con tinte femenino hicieron que detuviese su obstrucción visual para dejar su semblante contemplativo a merced de la copa de vino que descansaba frente a él, la que iniciaría sus noches de desenfreno para borrarse de esa dolorosa rutina empapada de lágrimas que parecía no tener término, y que muchas veces imaginaba empeorándose de forma vertiginosa. Una noticia tras otra, un golpe tras otro a su orgullo y a sus ganas de seguir con vida, con esa vida que le castigaba implacablemente por sus errores del pasado, supuestamente.

Miró a la dama unos segundos con las lágrimas marcando un camino seco por sus mejillas hasta juntarse en el mentón el cual despejó con un par de dedos. – Todo empeora, no hay vuelta atrás…no hay luz en mi camino. – Susurró melancólico, antes de volver la vista a la copa la cual se vio vaciada hasta la mitad por su breve sorbo - Mi castigo es merecido, soy un fiasco… - Lo bueno era que las cosas de las tabernas se quedaban allí, por lo general. Nadie le informaría a Tamina lo que estaba haciendo, ya que nadie sabía dónde estaba. Suspiró y se terminó el resto de vino de un trago corto, pidiendo otro y dejando las monedas correspondientes, unos francos relucientes y brillosos. Quería olvidarlo todo. Olvidarse de todo y todos, y para ello el alcohol era la mejor solución; o más bien, la única que tenía en mente considerando las circunstancias.

La mitad del contenido del nuevo vaso desapareció mucho más rápido que antes, y el enésimo suspiro dio paso al cuerpo del oculto Monarca recostado a medias sobre la barra, apoyando ambos brazos para descansar la cabeza entre sus manos. Se sentía desorientado y vencido. Como un León sin melena.

por **Georgiana Cavendish** Vie Ago 24, 2012 10:35 pm

La joven inglesa sentía lastima por el pobre hombre a lado de ella, tan hundido en su depresión y bastante vulnerable.No es que fuera su problema, pero algo dentro de ella le decía que no debía dejarlo solo.

-Mi querido señor...- le alejaba la copa de vino y se la terminaba de un solo trago -Deje de lamentarse por lo que le a pasado en la vida, no vale la pena.-

Se mordía ligeramente su labio inferior de manera inconsciente mientras pensaba que hacer por aquel hombre que estaba ahogando sus penas en vino. No podía dejarlo así, de seguro alguien intentaría aprovecharse de el. De inmediato una idea cruzo por su mente.

-Cantinero.- levantaba ligeramente la mano para llamarla atención del hombre que servia las bebidas -Mande a uno de sus mozos a la calle y que pida un carruaje para llevarnos a casa al señor aquí presente y a mi.- le entregaba una buena cantidad de monedas al hombre y este de inmediato hacia lo que ella le había ordenado.

El hombre embriagado poco o nada se había enterado de lo que ocurría a su alrededor hasta que despertó en una cómoda cama de una desconocida habitación que parecía salia de algún palacio de medio oriente.

La pelirroja entraba a la habitación con una bandeja que contenía todo un servicio de te ingles para dos y algunos bocadillos. Ella dejaba la bandeja en una mesa y servia un poco en una taza y se acercaba a la cama y se la ofrecía.

-Me alegra que ya este despierto...- le entregaba la taza y regresaba a la mesa por algunos bocadillos para el hombre -Pensé que nunca despertaría...- le regalaba una sonrisa -De seguro debe tener hambre, ande, coma, le van a encantar estos pastelillos.-

por **José Alfonso De Castilla** Jue Ago 30, 2012 3:49 pm

Su costumbre y aguante al consumo reiterado de vino por noche se había esfumado. El haberse reencontrado con Tamina hace ya largos y pasados meses había clausurado sus farras de copas, y el extremo agotamiento por el que estaba pasando se podían considerar las principales causas de la rapidez con que había perdido el sentido del tiempo y el espacio, sometiéndose con extraordinaria y peligrosa facilidad al yugo de la embriaguez y el posterior adormecimiento que, para su fortuna, no duró demasiado. La suavidad y calor que percibió de un momento a otro ocasionaron su despertar, porque no recordaba haberse dormido en un lugar así, o haber regresado a su residencia. El no saberlo le hizo cubrirse medio rostro con una mano y sentarse con lentitud apoyándose con la otra, dándose cuenta recién allí que su abrigo y su boina no estaban. ¡Su identidad! Pero antes de empezar a sobresaltarse vio venir a una jovencita pelirroja con una bandeja con alimentos. Entrecerró los ojos al verla servir el te queriendo reconocerla, pero su sopor y resaca anticipada no le dejaron hacerlo. Recibió la taza sin mayores problemas y tras mirar su contenido y reconocerlo como te inglés, volvió a mirarle, enfocándose en su amabilidad representada perfectamente en la sonrisa que le dedicó.

- Os agradezco su gentileza, pero… ¿Qué me sucedió? – preguntó con ese francés españolizado tan propio suyo, esperando su respuesta con un sorbo insonoro del brebaje, intentando relajarse un tanto para poder confrontar esta inesperada situación con la mejor disposición posible.

por Contenido patrocinado

Corazón Roto [Privado Georgiana, + 18]

Corazón Roto [Privado Georgiana, + 18]

Re: Corazón Roto [Privado Georgiana, + 18]

Re: Corazón Roto [Privado Georgiana, + 18]

Re: Corazón Roto [Privado Georgiana, + 18]

Re: Corazón Roto [Privado Georgiana, + 18]

Re: Corazón Roto [Privado Georgiana, + 18]