AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Arrancame el corazón (privado)
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Arrancame el corazón (privado)
Si París no era ya de por si un hervidero de por si de frentes abiertos, consejo dirigido por Hector, los cazadores Blackmore, los templarios que Asura dominaba con mano de hierro ahora un cuarto frente se había instaurado en estas tierras, los Acer, la manada mas peligrosa y antigua de licanos, los únicos capaces de plantar frente a los vampiros milenarios.
Salia del cabaret L Enfern cuando sentí que alguien me seguía, iba algo ebrio así que mis sentidos estaban algo embotados y aun si no me cupo la menor duda, apestaba a perro mojado, eran licanos pero ¿que cojones querían?
Caminé a paso rápido tratando de distinguir la cantidad de auras que seguían mi paso, pronto me di cuenta que eran demasiadas como para lograr zafarme de ellos, solo me quedaba el enfrentamiento directo, así que tras cruzar un par de boca calles bastante amplias y transitadas acabé metiéndome en un cruce de caminos que me llevó directo a un callejón poco iluminado.
Allí esperé dejando caer mi espalda contra la pared con una sonrisa engreída en mis labios.
Los lobos pronto fueron conscientes de que los esperaba y lejos de redimirse aparecieron en escena con los ojos amarillos. Los míos se iluminaron en un intenso rojo, la batalla ancestral no tardaría en producirse.
-¿Que queréis? -pregunté retándolos -sea lo que sea lo único que encontrareis aquí sera la muerte.
El cabecilla sonrió, al parecer no estaba de acuerdo con mi afirmación y así empezó aquel arranque violento.
Choque de cuerpos, hundí mi mano en la cabeza de uno de ellos arrancándole el cráneo mientras la carnaza se abría desgarrandosela.
Sentí como hundían por atrás sus zarpas dos de aquellos perros en mi costado, viré y con los colmillos fuera atrapé el cuello mordiendo su carne, arranque un cacho y lo mastiqué escupiendolo contra su cara, estaba asquerosa.
Al otro le arranqué la cabeza, al tiempo que dos virutas me atravesaban el estomago, aullé de dolor sin cesar en mi lucha y así uno a uno destrocé a aquellas bestias, yo era un Black, un demonio sin igual.
Tenia que llegar a casa, me arrastré hacia la calle principal, pero malherido y dejando un rastro de sangre acabé desplomando a la entrada del callejón, lo único que veía antes de que mis ojos se cerraran era aquella farola maltrecha que lucía intermitente.
Salia del cabaret L Enfern cuando sentí que alguien me seguía, iba algo ebrio así que mis sentidos estaban algo embotados y aun si no me cupo la menor duda, apestaba a perro mojado, eran licanos pero ¿que cojones querían?
Caminé a paso rápido tratando de distinguir la cantidad de auras que seguían mi paso, pronto me di cuenta que eran demasiadas como para lograr zafarme de ellos, solo me quedaba el enfrentamiento directo, así que tras cruzar un par de boca calles bastante amplias y transitadas acabé metiéndome en un cruce de caminos que me llevó directo a un callejón poco iluminado.
Allí esperé dejando caer mi espalda contra la pared con una sonrisa engreída en mis labios.
Los lobos pronto fueron conscientes de que los esperaba y lejos de redimirse aparecieron en escena con los ojos amarillos. Los míos se iluminaron en un intenso rojo, la batalla ancestral no tardaría en producirse.
-¿Que queréis? -pregunté retándolos -sea lo que sea lo único que encontrareis aquí sera la muerte.
El cabecilla sonrió, al parecer no estaba de acuerdo con mi afirmación y así empezó aquel arranque violento.
Choque de cuerpos, hundí mi mano en la cabeza de uno de ellos arrancándole el cráneo mientras la carnaza se abría desgarrandosela.
Sentí como hundían por atrás sus zarpas dos de aquellos perros en mi costado, viré y con los colmillos fuera atrapé el cuello mordiendo su carne, arranque un cacho y lo mastiqué escupiendolo contra su cara, estaba asquerosa.
Al otro le arranqué la cabeza, al tiempo que dos virutas me atravesaban el estomago, aullé de dolor sin cesar en mi lucha y así uno a uno destrocé a aquellas bestias, yo era un Black, un demonio sin igual.
Tenia que llegar a casa, me arrastré hacia la calle principal, pero malherido y dejando un rastro de sangre acabé desplomando a la entrada del callejón, lo único que veía antes de que mis ojos se cerraran era aquella farola maltrecha que lucía intermitente.
Belcebu Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 25/04/2018
Re: Arrancame el corazón (privado)
La boda de Tabitha, su hermana pequeña, ya se había celebrado y los recién casados partieron aquella misma mañana de viaje de novios. La hechicera se sentía sumamente feliz por ellos, sin embargo, sentía un gran vacío en su interior sin conocer el motivo de éste. Había pasado así varias semanas, quedándose perdida en pensamientos, intentando recordar algo, pero sin saber el qué. Los silencios los había llenado de suspiros y su mirada parecía estar siempre perdida. Había decidido que no podía seguir así, que fuera lo que fuera que la había afectado, no era nada tangible y no merecía la pena perder el tiempo. Debía mantenerse ocupada de cualquier modo posible y, por eso mismo, había partido a la capital en un carruaje para atender aquella noche a una gala benéfica. Charlar con gente, ver las sonrisas de los más desfavorecidos, ayudar… Esas cosas seguro la llenaban de nuevo.
Un gendarme les informó que el camino que debían tomar estaba cortado y le recomendó a la morena que en vez de dar toda la vuelta con el carromato, que mejor se apeara y se acercara caminando. Eran solamente cuatro calles a pie y no tardaría más de diez minutos. Aranwill agradeció la buena fe del hombre y le hizo caso. Pagó el precio del trayecto y se bajó del transporte.
Si algo le podía a aquella mujer era la curiosidad. Ya desde niña se había perdido en varias ocasiones, se había metido en líos, se había puesto incluso en peligro, dejándose llevar por esa necesidad más digna de un ratoncillo que de una dama. Pero así era ella. Así que cuando escuchó unos extraños ruidos provenientes del callejón de al lado, cuando estaba a sólo una cuadra de su destino, no pudo sino desviar su camino.
En cuanto estuvo ya bastante cerca, pudo ver una figura tendida en el suelo. Pero al observar a un lado, había varios cuerpos tirados y sin vida. Se llevó una mano a la boca, sorprendida y con ella acalló un grito que terminó siendo un jadeo ahogado. –Dios mío, ¿qué ha ocurrido aquí?– Preguntó en un susurro, hablando en realidad con ella misma, sin esperar que nadie contestara al interrogante.
Dio pasos lentos, intentando sortear los charcos y regueros de sangre. Se sujetaba ahora el bajo del vestido con las manos, arrugándolo, para que éste no se manchara. Iba directa al hombre que se quejaba, preocupada, esperando poder hacer algo por ayudarle. –¿Estás bien?– Ésta vez su tono de voz fue más alto, buscando que el moribundo le respondiera. Se situó justo a su lado y se acuclilló para poder verle mejor la cara. –Estás perdiendo mucha sangre… ¿Dónde te han herido?– Antes incluso de que éste dijera algo, aquella falda que había estado cuidando que no se estropeara, estaba siendo rasgada por las manos y los dientes de la morena. Estaba convirtiendo la tela en gasas y en vendaje para hacer un torniquete si fuera necesario. –Deja que te ayude.– Sus orbes azules destilaban bondad, sincera pesadumbre por la situación. Ansiaba poder hacer algo por ese pobre desconocido, de todo corazón.
Un gendarme les informó que el camino que debían tomar estaba cortado y le recomendó a la morena que en vez de dar toda la vuelta con el carromato, que mejor se apeara y se acercara caminando. Eran solamente cuatro calles a pie y no tardaría más de diez minutos. Aranwill agradeció la buena fe del hombre y le hizo caso. Pagó el precio del trayecto y se bajó del transporte.
Si algo le podía a aquella mujer era la curiosidad. Ya desde niña se había perdido en varias ocasiones, se había metido en líos, se había puesto incluso en peligro, dejándose llevar por esa necesidad más digna de un ratoncillo que de una dama. Pero así era ella. Así que cuando escuchó unos extraños ruidos provenientes del callejón de al lado, cuando estaba a sólo una cuadra de su destino, no pudo sino desviar su camino.
En cuanto estuvo ya bastante cerca, pudo ver una figura tendida en el suelo. Pero al observar a un lado, había varios cuerpos tirados y sin vida. Se llevó una mano a la boca, sorprendida y con ella acalló un grito que terminó siendo un jadeo ahogado. –Dios mío, ¿qué ha ocurrido aquí?– Preguntó en un susurro, hablando en realidad con ella misma, sin esperar que nadie contestara al interrogante.
Dio pasos lentos, intentando sortear los charcos y regueros de sangre. Se sujetaba ahora el bajo del vestido con las manos, arrugándolo, para que éste no se manchara. Iba directa al hombre que se quejaba, preocupada, esperando poder hacer algo por ayudarle. –¿Estás bien?– Ésta vez su tono de voz fue más alto, buscando que el moribundo le respondiera. Se situó justo a su lado y se acuclilló para poder verle mejor la cara. –Estás perdiendo mucha sangre… ¿Dónde te han herido?– Antes incluso de que éste dijera algo, aquella falda que había estado cuidando que no se estropeara, estaba siendo rasgada por las manos y los dientes de la morena. Estaba convirtiendo la tela en gasas y en vendaje para hacer un torniquete si fuera necesario. –Deja que te ayude.– Sus orbes azules destilaban bondad, sincera pesadumbre por la situación. Ansiaba poder hacer algo por ese pobre desconocido, de todo corazón.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 20/02/2018
Re: Arrancame el corazón (privado)
Abrí los ojos sobre un mullido lecho, sobresaltado busqué con la mirada entender algo de lo que pasa. Solo desconcierto y la imagen de una bella dama morena, de ojos claros que preocupada parecía buscar en mi un resquicio de algo que no había, heridas.
Llevé mi mano a la cabeza, me dolía muchísimo ,demasiado. Tense el gesto sin entender absolutamente nada, mil preguntas recorrían mi mente, aunque una cobra mayor fuerza
¿quienes eran esos licanos? ¿donde estaba? ¿quien era ella?
Mis dedos se deslizaron por las vendas que cubrían mi cuerpo, algo me decía que esa chica me había salvado o eso creía, peor que las muertes del callejón se me atribuirían, una nueva batalla llegaría a las calles de París.
Incorporé mi torso perdiéndome en su clara mirada, ladeé la cabeza tratando de recordarla, entre la neblina y tonos marrones llenos de manchas la había visto en el callejón, no era una humana corriente peor tampoco una loba, la magia fluía por sus venas ¿que otra persona cuidaría con esa devoción de un enfermo que una santa?
-¿quien eres? -pregunté buscando una respuesta en el desconcierto que ahora dibuja su mirada al enfrentar la mía -he de irme -aseguré
Todo mi cuerpo se tensó, no ha respondido, mas aun así parezco ser capaz de intuir que nada tiene que ver con este mundo, he de llegar con Assur y contarle que ha pasado, esos lobos son peligrosos y como a mi pueden intentar matar a otro neófito.
El incesante latido de su corazón delataba que estaba nerviosa y su aura blanca y pura que para mi sería un alimento delicioso, era un demonio y por mis venas no corría el bien precisamente en este momento
-¿quien eres? ¿que me ha pasado?-las palabras se suceden mientras trato de incorporarme posando los pies en el suelo con un claro gesto de dolor -he de irme.
Llevé mi mano a la cabeza, me dolía muchísimo ,demasiado. Tense el gesto sin entender absolutamente nada, mil preguntas recorrían mi mente, aunque una cobra mayor fuerza
¿quienes eran esos licanos? ¿donde estaba? ¿quien era ella?
Mis dedos se deslizaron por las vendas que cubrían mi cuerpo, algo me decía que esa chica me había salvado o eso creía, peor que las muertes del callejón se me atribuirían, una nueva batalla llegaría a las calles de París.
Incorporé mi torso perdiéndome en su clara mirada, ladeé la cabeza tratando de recordarla, entre la neblina y tonos marrones llenos de manchas la había visto en el callejón, no era una humana corriente peor tampoco una loba, la magia fluía por sus venas ¿que otra persona cuidaría con esa devoción de un enfermo que una santa?
-¿quien eres? -pregunté buscando una respuesta en el desconcierto que ahora dibuja su mirada al enfrentar la mía -he de irme -aseguré
Todo mi cuerpo se tensó, no ha respondido, mas aun así parezco ser capaz de intuir que nada tiene que ver con este mundo, he de llegar con Assur y contarle que ha pasado, esos lobos son peligrosos y como a mi pueden intentar matar a otro neófito.
El incesante latido de su corazón delataba que estaba nerviosa y su aura blanca y pura que para mi sería un alimento delicioso, era un demonio y por mis venas no corría el bien precisamente en este momento
-¿quien eres? ¿que me ha pasado?-las palabras se suceden mientras trato de incorporarme posando los pies en el suelo con un claro gesto de dolor -he de irme.
Belcebu Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 25/04/2018
Re: Arrancame el corazón (privado)
El hombre había perdido la consciencia antes de darle respuesta alguna y ella sola no podía cargarle, pero sabía que si pedía ayuda, suscitaría muchas preguntas con los cuerpos de los otros esparcidos por el suelo. Buscó primero la herida grande, aquella que le hacía perder tanta sangre, y se la vendó con fuerza para detener así la hemorragia. Después se levantó, se colocó pegada a la pared y sujetando al hombre de las axilas, tiró de él, arrastrándole. Era de noche y eso facilitaba un tanto las cosas, aunque las farolas alumbraban demasiado, así que se fue deteniendo e hizo uso de su magia para irlas apagando a medida que se acercaban a la próxima. Así logró llevar al moribundo hasta la calle colindante de la que servía de aparcamiento para su carruaje y le ordenó al cochero que la ayudara. Éste la miró con el ceño fruncido, como si la juzgara. –No pienso dejar morir a este hombre, ¿me has oído? Así que ayúdame.– El conductor resopló, rodando los ojos, pero aún así obedeció y primero de todo acercó el coche a una zona menos iluminada y alejada del gendarme, luego regresó junto a la hechicera y entre los dos cargaron el cuerpo en el interior del automóvil.
Aranwill sabía que no podía ir a casa, que su padre le reprocharía la locura cometida. Pero ella estaba segura de estar haciendo lo correcto, porque aún y con los cadáveres rodeando a ese desconocido, su instinto le había dicho que ayudarle era su destino. Así pues, se encaminaron a un pequeño hostal en las lindes de la ciudad y allí, de nuevo, el cochero la ayudó a descargar al herido y dejarlo en la cama de la estancia que había alquilado.
Se pasó un par de horas atendiendo las heridas, vendándolas con sábanas que tuvo que comprar y romper para poder usar cómodamente. Limpió las zonas tras desnudar al hombre, sin vergüenza, porque no lo hacía con ningún tipo de doble intención, sino que simplemente deseaba sanarle. Una vez le dejó desinfectado, se sentó en una silla y allí, sin darse cuenta, se quedó dormida.
Se despertó al escuchar que el herido se movía con energía y hacía sonar las sábanas al rozarse una parte con otra. Se frotó los ojos con ambos puños y sonrió al verle tan animado. Eso era una buena señal. –Con cuidado, ayer te recogí en un callejón y estás gravemente herido…– Con tanta venda ella no podía ver que los cortes habían sanado, incluso los más profundos de todos. –Te traje aquí para curarte y ofrecerte reposo...– Se levantó y con una sonrisa llenó un vaso con agua para ofrecérselo. –¿Quieres? Debes tener la boca seca.– Amplió aún más la mueca, achinando ligeramente los ojos. Estaba contenta de verle consciente y hablando. –Ay, es cierto, qué maleducada… Mi nombre es Aranwill, ¿y el tuyo?– Se sentó de nuevo, pero no hasta colocar el recipiente con agua entre las manos ajenas. Hizo un gesto un tanto infantil para animarle a que bebiera como si el hombre no supiera como se hacía tal cosa. La bruja era así, inocente hasta en las cosas más sencillas. –No puedes irte con tanta prisa, tienes el cuerpo lleno de heridas.– Aseguró, asintiendo, sin darse cuenta de que con sus palabras incitaba al demonio a mirarse y descubrirse desnudo.
Aranwill sabía que no podía ir a casa, que su padre le reprocharía la locura cometida. Pero ella estaba segura de estar haciendo lo correcto, porque aún y con los cadáveres rodeando a ese desconocido, su instinto le había dicho que ayudarle era su destino. Así pues, se encaminaron a un pequeño hostal en las lindes de la ciudad y allí, de nuevo, el cochero la ayudó a descargar al herido y dejarlo en la cama de la estancia que había alquilado.
Se pasó un par de horas atendiendo las heridas, vendándolas con sábanas que tuvo que comprar y romper para poder usar cómodamente. Limpió las zonas tras desnudar al hombre, sin vergüenza, porque no lo hacía con ningún tipo de doble intención, sino que simplemente deseaba sanarle. Una vez le dejó desinfectado, se sentó en una silla y allí, sin darse cuenta, se quedó dormida.
Se despertó al escuchar que el herido se movía con energía y hacía sonar las sábanas al rozarse una parte con otra. Se frotó los ojos con ambos puños y sonrió al verle tan animado. Eso era una buena señal. –Con cuidado, ayer te recogí en un callejón y estás gravemente herido…– Con tanta venda ella no podía ver que los cortes habían sanado, incluso los más profundos de todos. –Te traje aquí para curarte y ofrecerte reposo...– Se levantó y con una sonrisa llenó un vaso con agua para ofrecérselo. –¿Quieres? Debes tener la boca seca.– Amplió aún más la mueca, achinando ligeramente los ojos. Estaba contenta de verle consciente y hablando. –Ay, es cierto, qué maleducada… Mi nombre es Aranwill, ¿y el tuyo?– Se sentó de nuevo, pero no hasta colocar el recipiente con agua entre las manos ajenas. Hizo un gesto un tanto infantil para animarle a que bebiera como si el hombre no supiera como se hacía tal cosa. La bruja era así, inocente hasta en las cosas más sencillas. –No puedes irte con tanta prisa, tienes el cuerpo lleno de heridas.– Aseguró, asintiendo, sin darse cuenta de que con sus palabras incitaba al demonio a mirarse y descubrirse desnudo.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 20/02/2018
Re: Arrancame el corazón (privado)
No tardé en darme cuenta de que estábamos en un hotel, hostal mas bien, la joven me había llevado hasta allí y por las indigentes cantidades de sangre que manchaba las sabanas seguramente se había pasado la noche limpiando mis heridas y vendandolas.
Ladeé la sonrisa al ver las vendas improvisadas que cubrían mi piel, mas que un demonio parecía una momia y eso me produjo cierta diversión.
Hice ademan de incorporarme cuando la humana, hechicera mas bien, dio un salto para evitarlo, alegaba que necesitaba descanso, estaba herido y de moverme podría desangrarme, su bondad era apasionante ¿que loca socorre a un hombre en mis circunstancias y se queda para cuidarlo sin saber si es un demente, un asesino o algo peor un Black como era yo?
La morena me dio un vaso de agua, con un gesto me pidió que bebiera, uno infantil que me hizo bajar los ojos sin comprender como esa mujer que debía ver mi aura corrompida me trataba así de bien.
Hania era así, era pura y mi referente como madre, creo que eso consiguió que esa tal Aranwill acaparara mi atención.
Cogí con mi diestra al vaso y la llevé contra mis labios dando un trago sin dejar de mirarla por encima del vidrio.
-Estoy bien -aseguré devolviendole aquel recipiente -Soy Belcebu y me has desnudado -afirmé enarcando una ceja con cierta diversión.
Una parte de mi quería conocerla, algo que no haría si de buenas a primeras me alzaba de ese lecho y me despedía de ella, así que hice lo único que se me ocurrió, era rastrero pero yo era un maldito demonio ¿que esperar de alguien como yo?
-Quizás no del todo bien, estoy herido, creo que febril -toma interpretación magistral, de Oscar diría yo -quizás deberías quedarte conmigo.
Me relamí los labios mirándola con deseo, creo que los siete pecados capitales podía aplicárselos a este momento.
-Dejame invitarte a una cena ¿que me dices? Para pode pagarte lo que por mi estas haciendo.
Me sentía como la serpiente del árbol maldito tentando a Eva a morder de la manzana que la desterraría del paraíso.
Ladeé la sonrisa al ver las vendas improvisadas que cubrían mi piel, mas que un demonio parecía una momia y eso me produjo cierta diversión.
Hice ademan de incorporarme cuando la humana, hechicera mas bien, dio un salto para evitarlo, alegaba que necesitaba descanso, estaba herido y de moverme podría desangrarme, su bondad era apasionante ¿que loca socorre a un hombre en mis circunstancias y se queda para cuidarlo sin saber si es un demente, un asesino o algo peor un Black como era yo?
La morena me dio un vaso de agua, con un gesto me pidió que bebiera, uno infantil que me hizo bajar los ojos sin comprender como esa mujer que debía ver mi aura corrompida me trataba así de bien.
Hania era así, era pura y mi referente como madre, creo que eso consiguió que esa tal Aranwill acaparara mi atención.
Cogí con mi diestra al vaso y la llevé contra mis labios dando un trago sin dejar de mirarla por encima del vidrio.
-Estoy bien -aseguré devolviendole aquel recipiente -Soy Belcebu y me has desnudado -afirmé enarcando una ceja con cierta diversión.
Una parte de mi quería conocerla, algo que no haría si de buenas a primeras me alzaba de ese lecho y me despedía de ella, así que hice lo único que se me ocurrió, era rastrero pero yo era un maldito demonio ¿que esperar de alguien como yo?
-Quizás no del todo bien, estoy herido, creo que febril -toma interpretación magistral, de Oscar diría yo -quizás deberías quedarte conmigo.
Me relamí los labios mirándola con deseo, creo que los siete pecados capitales podía aplicárselos a este momento.
-Dejame invitarte a una cena ¿que me dices? Para pode pagarte lo que por mi estas haciendo.
Me sentía como la serpiente del árbol maldito tentando a Eva a morder de la manzana que la desterraría del paraíso.
Belcebu Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 25/04/2018
Re: Arrancame el corazón (privado)
Cuando el hombre respondió con su nombre e hizo referencia a algo que, aunque evidente, podía sonar vergonzante, la bruja sintió el calor acudir a sus mejillas y su piel, habitualmente clara, adquirió un rosado matiz similar al de los melocotones en primavera. Se vio obligada a desviar la mirada, porque aunque ella lo hizo con toda la buena intención del mundo y porque lo consideró estrictamente necesario, recordarlo ahora le traía cierto pudor a la memoria. –Necesitaba ver dónde estaban las heridas para poder curarte...– Aseguró ella con la voz un tercio por debajo de su tono habitual, justo antes de morderse el labio.
Sin embargo, al escucharle decir que no estaba del todo bien, los azules orbes de Aranwill se elevaron de nuevo, encontrándose con los ajenos, con los de aquel que había dicho llamarse Belcebú hacía únicamente unos instantes. –¿Te duele mucho?– Se inclinó, posando el dorso de la mano sobre la frente foránea en busca de su temperatura. Sí era algo alta, pero claro, ella no sabía que eso era normal tratándose de un demonio cuyo hábitat natural era el mismísimo infierno. Ella era una hechicera, pero no era capaz de ver las auras, era como si sufriera daltonismo, pero de cara a un poder que para cualquier sobrenatural era básico, mero instinto. Eso, sumado al buen corazón que tenía y a las ganas de ayudar a los demás por encima de sí misma, la volvían vulnerable frente al mundo que, en teoría, era el suyo, pero el cuál desconocía. –Volveré a traer agua y un paño para bajarte la fiebre.– Mencionó la morena con una afable sonrisa. Y, a punto estaba de levantarse, cuando le escuchó decir que la invitaría a una cena. –Pero yo no hago esto para recibir ningún tipo de compensación… Simplemente, no podía dejarte allí sin hacer nada. Jamás me lo hubiese perdonado.– Añadió, llevándose la mano al pecho, sintiendo como se le encogía el corazón sólo de imaginarlo.
Finalmente, se alzó y fue a por el balde que rellenó con agua. Cogió un par de trapos limpios y secos, antes de regresar a la cama y sentarse al borde del colchón, apoyando todas las cosas sobre la mesita. –¿Notas calor en alguna de las heridas?– No era ninguna experta en curas de batalla, pero sabía reconocer una infección. Viviendo en el campo era fácil cortarse con ramas, tropezar con piedras o hacerse daño mientras recogías leña o jugabas con tus hermanas. Aranwill tenía una vida acomodada, pero jamás se había comportado como una princesa y le gustaba hacer de aventurera en sus escapadas imaginarias cuando no era más que una niña. El tiempo había pasado y se había quedado en casa, cuidando de un padre viudo y dos hermanas pequeñas que ahora ya estaban crecidas, una de ellas incluso acababa de casarse. Sentía que le faltaba algo, había un vacío en su pecho, pero incapaz de descubrir lo que era.
Sin embargo, al escucharle decir que no estaba del todo bien, los azules orbes de Aranwill se elevaron de nuevo, encontrándose con los ajenos, con los de aquel que había dicho llamarse Belcebú hacía únicamente unos instantes. –¿Te duele mucho?– Se inclinó, posando el dorso de la mano sobre la frente foránea en busca de su temperatura. Sí era algo alta, pero claro, ella no sabía que eso era normal tratándose de un demonio cuyo hábitat natural era el mismísimo infierno. Ella era una hechicera, pero no era capaz de ver las auras, era como si sufriera daltonismo, pero de cara a un poder que para cualquier sobrenatural era básico, mero instinto. Eso, sumado al buen corazón que tenía y a las ganas de ayudar a los demás por encima de sí misma, la volvían vulnerable frente al mundo que, en teoría, era el suyo, pero el cuál desconocía. –Volveré a traer agua y un paño para bajarte la fiebre.– Mencionó la morena con una afable sonrisa. Y, a punto estaba de levantarse, cuando le escuchó decir que la invitaría a una cena. –Pero yo no hago esto para recibir ningún tipo de compensación… Simplemente, no podía dejarte allí sin hacer nada. Jamás me lo hubiese perdonado.– Añadió, llevándose la mano al pecho, sintiendo como se le encogía el corazón sólo de imaginarlo.
Finalmente, se alzó y fue a por el balde que rellenó con agua. Cogió un par de trapos limpios y secos, antes de regresar a la cama y sentarse al borde del colchón, apoyando todas las cosas sobre la mesita. –¿Notas calor en alguna de las heridas?– No era ninguna experta en curas de batalla, pero sabía reconocer una infección. Viviendo en el campo era fácil cortarse con ramas, tropezar con piedras o hacerse daño mientras recogías leña o jugabas con tus hermanas. Aranwill tenía una vida acomodada, pero jamás se había comportado como una princesa y le gustaba hacer de aventurera en sus escapadas imaginarias cuando no era más que una niña. El tiempo había pasado y se había quedado en casa, cuidando de un padre viudo y dos hermanas pequeñas que ahora ya estaban crecidas, una de ellas incluso acababa de casarse. Sentía que le faltaba algo, había un vacío en su pecho, pero incapaz de descubrir lo que era.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 20/02/2018
Re: Arrancame el corazón (privado)
La hechicera volvió con un balde de agua para bajar mi fiebre, por supuesto no tenía fiebre ni nada parecido, peor no pensaba decírselo, mi padre siempre decía que había que aprovechar las oportunidades y satan la había puesto en mi camino, una bonita lama pura que corromper, deliciosa aquella alma.
Cuando tomó asiento con el paño en la mano y me preguntó si notaba algo caliente mi sonrisa se ladeo ligeramente, me costó no explotar en carcajadas porque por supuesto que notaba algo caliente, mi verga palpitaba bajo la manta completamente alzada y rezumando semen.
-No se, es complicado estoy caliente entero -aseguré fingiendo como si fuera el mejor actor de teatro, claro que no era mentira del todo porque...en parte así era, ella me estaba poniendo muy cachondo.
-Pero yo me sentiría mejor si pudiera corresponder tu favor y dado que me cuesta un poco moverme -dije fingiendo un dolor insoportable -dado que tengo las heridas aun tiernas que te parece si preparáramos algo aquí, en la cama, no se si es pedir demasiado -dije ladeando la sonrisa -me gustaría mucho poder tomar contigo una buena copa de vino, deja que al menos te invite a eso, a bebernos un par de copas frente a la lumbre y así podría conocerte un poco mas y tu a mi ¿te parece?
La joven morena no tardó en preguntarme si podía avisar a alguien que pudiera ayudarme, recogerme, seguramente con toda la intención de volver a su casa y dejarme solo.
-Pues is, claro, pero mi padre anda fuera por negocios y no quisiera incomodarle si tu...te quedaras esta noche conmigo, seguro que mañana me encontraría bien para volver a casa solo.
Me humedecí los labios mirándola fijamente.
-Vamos, solo es una noche y estoy herido ¿acaso alguien te esta esperando? -ladeé la sonrisa -concedeme esta noche para conocer a mi preciosa salvadora, no todos los días un pobre hombre tiene la suerte de despertar frente a alguien como tu.
Cuando tomó asiento con el paño en la mano y me preguntó si notaba algo caliente mi sonrisa se ladeo ligeramente, me costó no explotar en carcajadas porque por supuesto que notaba algo caliente, mi verga palpitaba bajo la manta completamente alzada y rezumando semen.
-No se, es complicado estoy caliente entero -aseguré fingiendo como si fuera el mejor actor de teatro, claro que no era mentira del todo porque...en parte así era, ella me estaba poniendo muy cachondo.
-Pero yo me sentiría mejor si pudiera corresponder tu favor y dado que me cuesta un poco moverme -dije fingiendo un dolor insoportable -dado que tengo las heridas aun tiernas que te parece si preparáramos algo aquí, en la cama, no se si es pedir demasiado -dije ladeando la sonrisa -me gustaría mucho poder tomar contigo una buena copa de vino, deja que al menos te invite a eso, a bebernos un par de copas frente a la lumbre y así podría conocerte un poco mas y tu a mi ¿te parece?
La joven morena no tardó en preguntarme si podía avisar a alguien que pudiera ayudarme, recogerme, seguramente con toda la intención de volver a su casa y dejarme solo.
-Pues is, claro, pero mi padre anda fuera por negocios y no quisiera incomodarle si tu...te quedaras esta noche conmigo, seguro que mañana me encontraría bien para volver a casa solo.
Me humedecí los labios mirándola fijamente.
-Vamos, solo es una noche y estoy herido ¿acaso alguien te esta esperando? -ladeé la sonrisa -concedeme esta noche para conocer a mi preciosa salvadora, no todos los días un pobre hombre tiene la suerte de despertar frente a alguien como tu.
Belcebu Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/04/2018
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