AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Aburridos días monótonos. | Libre
2 participantes
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Aburridos días monótonos. | Libre
Aquél que quiere permanentemente llegar más alto, tiene que contar con que algún día le invadirá el vértigo.
Anónimo.
Anónimo.
Probablemente es medio día, si, estoy seguro de eso, no necesito ser un adivino para descubrirlo, es cuando el sol está de tal manera que se escabulle entre los grandes ventanales de mi habitación, y no se queda tranquilo hasta despertarme, como ahora. Es un fastidio sentirlo encima de mi, pero sobre todo es un fastidio sentir como me obliga a abrir los ojos. He ordenado más de un millón de veces, sin exagerar, que les coloquen unas cortinas grandes, largas, gruesas y oscuras, a las ventanas, pero parece que los esclavos no quieren cooperar, mi hermano debe pagarles bien, o intimidarlos con esos malditos colmillos, si para dentro de una semana no están lo haré ver la sangre de alguno de ellos, es tan sentimental y aprensivo que seguramente se quedará en shock y con tal de no ver más sangre de sus "sirvientes" las mandará a poner, y hasta pagará por ellas. Eso sería conveniente, me ahorraría un poco de dinero. ¡Cómo sino me sobrara! La simple idea del ahorro me hizo sonreír entre las telas de la cama. No quise seguir ahí, aquel objeto sólo sirve para dos cosas, la primera para dormir, y la segunda… Puedo dejarlo a su imaginación, aunque pueden deducirlo si menciono el cuerpo de una mujer cerca del mío, y dado que no haré ninguna de las dos cosas, prefiero buscar una toalla de baño y hacerme de uno.
No tardé demasiado en el baño, repito, de querer disfrutar de una ducha traería compañía, o quizás la tomaría para relajarme después de una noche movida, pero la noche anterior no lo había sido. Recuerdo esos ojos suplicantes, maldita gente, no entiende su lugar en éste mundo, deberían entenderlo y dejar de suplicar libertad. No la merecen, su color de piel, oscura como la noche me asquea, ni siquiera deberían existir, aprendí a tolerarlos porque me hacen de mucho dinero, y porque tengo a una puta en la casa que me hace todo lo que yo no quiero, y ni estoy dispuesto a hacer, pero de cansarme la llevaría para vender como la mejor de las carnes. La negra tiene un culazo que no puede pasar desapercibido, y es delgada, cualquier enfermo podrá comprarla, tirársela y matarla. !Negocios, negocios! No puedo evitar pensar en ellos, y no deseo dejar de hacerlo, mis padres le dejaron todo al mediocre de mi hermano, debo hacerme del mío, y pronto se lo echaré en cara, por inútil.
No voy a tomar alimento alguno en la casa, si Damien no está -porque seguramente ya se fue a fingir que trabaja- para molestarlo, prefiero salirme. Esa es mi única diversión en la casa, molestarlo de tal manera que pueda ver sus pupilas cambiar de color. Mi hermano es tan gracioso, me fastidia que sea tan tolerante, de no serlo ya habríamos hecho un par de peleas en el patio trasero a muerte, per a su condición no le temo, sé que es débil, y su conciencia lo traicionaría al final, sin poder matarme, y yo podría dejar una bala de plata en su corazón. La idea no me parece descabellada, me quedaría con su dinero, el hombre que maneja su fortuna por unos francos me confesó que todo lo que poseía Damien sería mío, todos son unos vendidos, él no era nadie, nadie lo extrañaría, ni yo como es evidente, así que, quizás pueda considerar apresurar ese momento.
Me estiré en la puerta principal, sintiendo primero tensión en mi cuerpo, y cuando regresé a mi posición sólo tranquilidad y confort. El clima era delicioso, fresco, el sol ni picaba, pero prefiero mil veces la noche, de ella me he hecho poderoso. Caminé, caminé y caminé sin parar, paso las calles logrando que hombres y mujeres volteen a verme ¿Quién no lo haría? Sonrió cuando me encuentro a un grupo de señoritas, que por lo visto su instructora a traído a enseñar la vida "real". Todas son hipócritas, la vida real no consta de casarse, abrir las piernas y regalar su cuerpo para dar hijos a un hombre que seguramente sólo las utiliza, todas deberían ser tan descaradas como las de los burdeles, esas si que divierten, ellas si que conocen de la vida que se goza sin recato, de la sinceridad sin engaños.
Me detengo frente a un gran árbol, y me recargo, observando a quienes transitan frente a mi. De seguir con esa tranquilidad buscaría hacer algún tipo de destrozo para tener algo de acción. ¡Malditos días monótonos y aburridos!
No tardé demasiado en el baño, repito, de querer disfrutar de una ducha traería compañía, o quizás la tomaría para relajarme después de una noche movida, pero la noche anterior no lo había sido. Recuerdo esos ojos suplicantes, maldita gente, no entiende su lugar en éste mundo, deberían entenderlo y dejar de suplicar libertad. No la merecen, su color de piel, oscura como la noche me asquea, ni siquiera deberían existir, aprendí a tolerarlos porque me hacen de mucho dinero, y porque tengo a una puta en la casa que me hace todo lo que yo no quiero, y ni estoy dispuesto a hacer, pero de cansarme la llevaría para vender como la mejor de las carnes. La negra tiene un culazo que no puede pasar desapercibido, y es delgada, cualquier enfermo podrá comprarla, tirársela y matarla. !Negocios, negocios! No puedo evitar pensar en ellos, y no deseo dejar de hacerlo, mis padres le dejaron todo al mediocre de mi hermano, debo hacerme del mío, y pronto se lo echaré en cara, por inútil.
No voy a tomar alimento alguno en la casa, si Damien no está -porque seguramente ya se fue a fingir que trabaja- para molestarlo, prefiero salirme. Esa es mi única diversión en la casa, molestarlo de tal manera que pueda ver sus pupilas cambiar de color. Mi hermano es tan gracioso, me fastidia que sea tan tolerante, de no serlo ya habríamos hecho un par de peleas en el patio trasero a muerte, per a su condición no le temo, sé que es débil, y su conciencia lo traicionaría al final, sin poder matarme, y yo podría dejar una bala de plata en su corazón. La idea no me parece descabellada, me quedaría con su dinero, el hombre que maneja su fortuna por unos francos me confesó que todo lo que poseía Damien sería mío, todos son unos vendidos, él no era nadie, nadie lo extrañaría, ni yo como es evidente, así que, quizás pueda considerar apresurar ese momento.
Me estiré en la puerta principal, sintiendo primero tensión en mi cuerpo, y cuando regresé a mi posición sólo tranquilidad y confort. El clima era delicioso, fresco, el sol ni picaba, pero prefiero mil veces la noche, de ella me he hecho poderoso. Caminé, caminé y caminé sin parar, paso las calles logrando que hombres y mujeres volteen a verme ¿Quién no lo haría? Sonrió cuando me encuentro a un grupo de señoritas, que por lo visto su instructora a traído a enseñar la vida "real". Todas son hipócritas, la vida real no consta de casarse, abrir las piernas y regalar su cuerpo para dar hijos a un hombre que seguramente sólo las utiliza, todas deberían ser tan descaradas como las de los burdeles, esas si que divierten, ellas si que conocen de la vida que se goza sin recato, de la sinceridad sin engaños.
Me detengo frente a un gran árbol, y me recargo, observando a quienes transitan frente a mi. De seguir con esa tranquilidad buscaría hacer algún tipo de destrozo para tener algo de acción. ¡Malditos días monótonos y aburridos!
Predbjørn Østergård- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/08/2012
Edad : 36
Localización : Paris, Francia
Re: Aburridos días monótonos. | Libre
El astro rey teñía las nubes de oro y fuego y los rayos luminosos que relegaban la obscuridad de la noche iban en compañía del olor del pan y las flores. Había asistido, como era usual, a la casona de algún señor adinerado que, habiendo mandado instalar una fuente como adorno en su jardín, había terminado por ende ofreciéndole un lugar para refrescarse. Su cuerpo de ruiseñor se zambullo en los escasos centímetros de agua, alejando el calor primaveral, eliminando la suciedad y todo agente externo que no debiese estar en su cuerpo. Algunas esporádicas plumas se desprendían de su cuerpo dada la ocasión. Como agradecimiento, aunque no consciente, a permitirle usar su fuente cantaba el himno de libertad en el idioma de las aves.
Y después de darle la bienvenida al astro rey y bañarse diariamente regresaba a su morada en el circo para vestirse con un vestido que la compañía o los gitanos le prestaban. A los vestidos de los últimos, debía hacerles modificaciones para no llamar la atención y terminar con el jubón de algún gendarme instalado sobre su cuello. El dolor de los recuerdos le hizo estremecer mientras se terminaba de abrochar el vestido de aquel día e iría seguramente al mercado por algo de tela para diseñar y zurcir la nueva vestimenta de los malabaristas. Telas brillantes, lentejuelas y shakiras, blusas traslucidas, pantalones ceñidos, no lo que estaba acostumbrada a realizar más, había tenido que adecuarse a su nueva vida.
Agradecía enormemente la caridad con que la habían tratado, dándole un hogar cuando había llegado sin poco más que la ropa que vestía. Sin embargo, había llegado a comprender que un trabajo donde cualquier persona pudiese ir a verla, y reconocerla, no era la mejor decisión. Por ello había decidido dejar de protagonizar el espectáculo con los gansos y las demás aves y se había limitado a crear el vestuario de los demás, acción con la cual el resto de los artistas no había estado de acuerdo. Tomo la pluma y un tintero y redacto “Por la tarde regreso” observo su letra, no reconocía ya su caligrafía, ahora de trazos largos y certeros cuando en su infancia parecía más bien regordeta y espaciada. Atribuyo la mejora a que era aquel medio el único por el cual se podía comunicar. Emprendió el camino con un morral al hombro, en su interior una libreta y carboncillo se golpeaban al andar.
“Te han dado unas pésimas instrucciones” bufo a sus adentros, andando con la nuca sobre la espalda para observara a lo alto e intentar vislumbrar la fachada del lugar. A tal punto había llegado su desesperación que, a más de media decena de personas había llegado a preguntar, labor no solo compleja sino exasperante teniendo en cuenta su condición. Avanzo algunos pasos más con la hoja donde residía la pregunta entre sus dedos, un nombre extraño de un local de telas. “Hola” saludo silenciosamente al hombre a quien ahora se dirigía, recargado sobre un árbol sin hacer nada más “¿Sabe usted dónde queda?” como si pudiese leer sus pensamientos, extendió el papel en su dirección esbozando una diminuta sonrisa en contraste con su silencio.
Y después de darle la bienvenida al astro rey y bañarse diariamente regresaba a su morada en el circo para vestirse con un vestido que la compañía o los gitanos le prestaban. A los vestidos de los últimos, debía hacerles modificaciones para no llamar la atención y terminar con el jubón de algún gendarme instalado sobre su cuello. El dolor de los recuerdos le hizo estremecer mientras se terminaba de abrochar el vestido de aquel día e iría seguramente al mercado por algo de tela para diseñar y zurcir la nueva vestimenta de los malabaristas. Telas brillantes, lentejuelas y shakiras, blusas traslucidas, pantalones ceñidos, no lo que estaba acostumbrada a realizar más, había tenido que adecuarse a su nueva vida.
Agradecía enormemente la caridad con que la habían tratado, dándole un hogar cuando había llegado sin poco más que la ropa que vestía. Sin embargo, había llegado a comprender que un trabajo donde cualquier persona pudiese ir a verla, y reconocerla, no era la mejor decisión. Por ello había decidido dejar de protagonizar el espectáculo con los gansos y las demás aves y se había limitado a crear el vestuario de los demás, acción con la cual el resto de los artistas no había estado de acuerdo. Tomo la pluma y un tintero y redacto “Por la tarde regreso” observo su letra, no reconocía ya su caligrafía, ahora de trazos largos y certeros cuando en su infancia parecía más bien regordeta y espaciada. Atribuyo la mejora a que era aquel medio el único por el cual se podía comunicar. Emprendió el camino con un morral al hombro, en su interior una libreta y carboncillo se golpeaban al andar.
“Te han dado unas pésimas instrucciones” bufo a sus adentros, andando con la nuca sobre la espalda para observara a lo alto e intentar vislumbrar la fachada del lugar. A tal punto había llegado su desesperación que, a más de media decena de personas había llegado a preguntar, labor no solo compleja sino exasperante teniendo en cuenta su condición. Avanzo algunos pasos más con la hoja donde residía la pregunta entre sus dedos, un nombre extraño de un local de telas. “Hola” saludo silenciosamente al hombre a quien ahora se dirigía, recargado sobre un árbol sin hacer nada más “¿Sabe usted dónde queda?” como si pudiese leer sus pensamientos, extendió el papel en su dirección esbozando una diminuta sonrisa en contraste con su silencio.
Viviane Balloch- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/04/2012
Re: Aburridos días monótonos. | Libre
Cerré los ojos, la luz comenzaba a molestarme. Sentí que los comenzaban a arderme, eso quería decir que seguramente se me pondrían rojos. ¡Maldito sol! Esa maldita bola redonda en el cielo que lo hacía por venganza, seguramente me tenía envidia por ser más veces visto que él, porque para su mala suerte mi brillo no era cegador al grado de querer dejar de verse, más bien era de esos brillos cautivantes que no querías que se extinguiera. Si, sé que tengo el ego más elevado que el mismo astro rey, pero no me importa, quien se cruce con mi camino debe aceptarme tal y como soy. En fin, aquí sigo, peleando por un inconveniente que puede arreglarse, y que por simple capricho no lo hago, la verdad es que de vez en cuando un poco de malestares no vienen mal para calmarlos en la noche.
-"¿Acaso no te enseñaron a saludar antes de preguntar? Que mal educada estás "- Acababa de cerrar los ojos, aquella mujer había interrumpido mis escasos dos minutos de tranquilidad, sin pelear con el mundo que no me merecía. - "Se tose, se dice Señor buenos días, y luego se hace una reverencia, y claro, no veo que hagas ninguna de esas cosas" - Una sonrisa mezquina se dibujo en mi rostro, siempre dicen que las primeras impresiones definen todo, pues vamos, no voy a ser ningún hipócrita, que vea con quien se ha acercado a preguntar. Ni siquiera me detendré a verla bien, en primer instancia, quiero que cumpla lo que dije, sino lo hace puedo tomar una partida más dolorosa, pero maravillosa y excitante para mi, todo tiene que ser en mi beneficio, eso es evidente, no me permito perder, ya perdí a mis padres, por eso no puedo dejar que otra perdida me acompañe, con esa perdida ya cubrí todos los huecos que tenía permitido en esta vida.
- "Deja la hoja en el aire, yo no pienso sostenerla"- Le sugerí, sonreí y seguí burlándome de su cara de tristeza. - "Veamos, un poco más arriba para que tenga una mejor lectura" - Ya tenía más años en Paris que en mi natal Dinamarca, me sabía está ciudad como la palma de mi mano, podía dar instrucciones, localizaciones, incluso santo y seña de dónde se encontraban rocas, y senderos en el bosque. -"Si sé dónde es, no es muy lejos, pero quizás te puedas perder, además es un lugar peligroso, pero yo podría solucionar tú problema, claro si me das algo a cambio" - Me moví un poco, dejando de lado la comodidad del árbol, ahora mismo la monotonía se había ido a un lado, y podía divertirme, estaba frente a una mujer, y de ser tan frágil podría jugar con esa mente, y poder mover su cuerpo a mi antojo, pero sobre todo sobre mi.
-"¿Qué me dices? No creo que quieras negarte, no pienso cobrarte con dinero, eso ya lo tengo, pero podemos negociar" - La miré, pero esta vez con descaro, tenía ganas de poder observar el banquete que podría saborear más tarde. Observe desde sus cabellos negros y largos, hasta sus pies, que se veían descuidados. La joven no estaba nada mal, de hecho me gustaba ese bulto que resaltaba en su parte trasera, y tenía pocos pechos si, pero eran lo suficientemente buenos para poder saborearlos. Una buena chica, si, de esas que tienen cara de mojigatas y que deseas pervertir, más valía que no se hiciera la mosca muerta, o terminaría siendo obligada, mínimo un beso me tenía que dar si deseaba irse como si nada. ¡No me juzguen! Llevo dos semanas sin tocar un cuerpo femenino, es demasiado, el viaje que hice no me dio más que dolores de cabeza, y nada de mujeres a las cuales cortejar, puros machos presumiendo de su fuerza.
-"¿Acaso no te enseñaron a saludar antes de preguntar? Que mal educada estás "- Acababa de cerrar los ojos, aquella mujer había interrumpido mis escasos dos minutos de tranquilidad, sin pelear con el mundo que no me merecía. - "Se tose, se dice Señor buenos días, y luego se hace una reverencia, y claro, no veo que hagas ninguna de esas cosas" - Una sonrisa mezquina se dibujo en mi rostro, siempre dicen que las primeras impresiones definen todo, pues vamos, no voy a ser ningún hipócrita, que vea con quien se ha acercado a preguntar. Ni siquiera me detendré a verla bien, en primer instancia, quiero que cumpla lo que dije, sino lo hace puedo tomar una partida más dolorosa, pero maravillosa y excitante para mi, todo tiene que ser en mi beneficio, eso es evidente, no me permito perder, ya perdí a mis padres, por eso no puedo dejar que otra perdida me acompañe, con esa perdida ya cubrí todos los huecos que tenía permitido en esta vida.
- "Deja la hoja en el aire, yo no pienso sostenerla"- Le sugerí, sonreí y seguí burlándome de su cara de tristeza. - "Veamos, un poco más arriba para que tenga una mejor lectura" - Ya tenía más años en Paris que en mi natal Dinamarca, me sabía está ciudad como la palma de mi mano, podía dar instrucciones, localizaciones, incluso santo y seña de dónde se encontraban rocas, y senderos en el bosque. -"Si sé dónde es, no es muy lejos, pero quizás te puedas perder, además es un lugar peligroso, pero yo podría solucionar tú problema, claro si me das algo a cambio" - Me moví un poco, dejando de lado la comodidad del árbol, ahora mismo la monotonía se había ido a un lado, y podía divertirme, estaba frente a una mujer, y de ser tan frágil podría jugar con esa mente, y poder mover su cuerpo a mi antojo, pero sobre todo sobre mi.
-"¿Qué me dices? No creo que quieras negarte, no pienso cobrarte con dinero, eso ya lo tengo, pero podemos negociar" - La miré, pero esta vez con descaro, tenía ganas de poder observar el banquete que podría saborear más tarde. Observe desde sus cabellos negros y largos, hasta sus pies, que se veían descuidados. La joven no estaba nada mal, de hecho me gustaba ese bulto que resaltaba en su parte trasera, y tenía pocos pechos si, pero eran lo suficientemente buenos para poder saborearlos. Una buena chica, si, de esas que tienen cara de mojigatas y que deseas pervertir, más valía que no se hiciera la mosca muerta, o terminaría siendo obligada, mínimo un beso me tenía que dar si deseaba irse como si nada. ¡No me juzguen! Llevo dos semanas sin tocar un cuerpo femenino, es demasiado, el viaje que hice no me dio más que dolores de cabeza, y nada de mujeres a las cuales cortejar, puros machos presumiendo de su fuerza.
Predbjørn Østergård- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/08/2012
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Localización : Paris, Francia
Re: Aburridos días monótonos. | Libre
Sus ceño se frunció hasta que sus cejas fueron divididas solo por un surco en su piel “Alguien aquí está mal educado y no soy yo” no, su madre le había instruido en todas las materias que una dama debe comprender que en ocasiones decidiera hacerse de la vista gorda y no llevarlas a cabo se debía única y exclusivamente a su desencanto con la persona que debía tratar como ahora, con aquel osco hombre que se pavoneaba de no sabía exactamente qué “Y no las planeo hacer” si el hombre le hubiese contestado emitiendo una reverencia el mismo como buen caballero, adjetivo que al parecer se oponía a él, hubiese contestado el grato gesto con una igual. El hombre se había limitado, sin embargo, a exigir y si el no se comportaba como buen caballero ella no sería ninguna dama refinada.
Sostuvo la hoja con seriedad, observando a cualquier otro lado antes que a aquel, se cuestionaba ahora porque se había decidido a cuestionarle a el y no a cualquier otra persona, seguramente hubiese recibido una respuesta de mayor calidad. No alzo la hoja cuando lo indico, no era sirvienta de nadie y de serlo, no soportaría tales tratos “Un buen bofetón, eso es lo que te voy a dar” bufó sonoramente dejando escapar todo el aire contenido en sus pulmones. Retrocedió cuando el hombre se acerco, de manera casi imperceptible pero tangible y más que movida por el temor sus acciones se debieron a alguna clase de pestilencia que manaba de el como de la carne podrida, una mezcla que saturaba el aire a su alrededor y lo coloreaba como al azufre. Arrugo la nariz meneando la cabeza con tranquilidad, casi con lentitud y con aquella misma parsimonia se dispuso a sacar la hoja y el carboncillo de su morral, depositando en su interior la que contenía el cuestionamiento.
Realizo algunos rápidos trazos y, arrancando la hoja, se la extendió al desconocido –Que tenga suerte en sus negocios- era lo que se podía leer con claridad aunque algunas irregularidades en las líneas debido a la calidad del material y el nulo soporte que logro encontrar en el aire y sobre la palma de su mano. No le daría ninguna explicación, no se disculparía por no poder ser más amable, no le haría comprender su enfermedad si era que así se le podía llamar a su falta de voz. No lo haría, porque la acababa de observar como el oficial lo había hecho meses atrás, cuando había tenido que huir en el cuerpo del ruiseñor, el mismo día que su hogar se convirtió en el sepulcro de su madre ¿Y qué habría sido de su cuerpo? Estremeció ante el recuerdo y la cuestión. No valía la pena seguir en el tormento, del pasado ya nada podría solucionar.
Se apresuro a escribir algo más en el papel –Que tenga un buen día- y, haciendo una vaina formal que le supo a dulce burla giro sobre sus talones para comenzar a andar. No importaba si perdía medio día más buscando aquel local, el ignoto ser que dejaba a sus espaldas no le podía obligar a hacer un trueque desfavorable para ella cuando la urgencia no clamaba por una rápida solución. Más aun ápice de orgullo se alzo en su interior al saberse capaz de dejarlo con la insinuación en pos.
Sostuvo la hoja con seriedad, observando a cualquier otro lado antes que a aquel, se cuestionaba ahora porque se había decidido a cuestionarle a el y no a cualquier otra persona, seguramente hubiese recibido una respuesta de mayor calidad. No alzo la hoja cuando lo indico, no era sirvienta de nadie y de serlo, no soportaría tales tratos “Un buen bofetón, eso es lo que te voy a dar” bufó sonoramente dejando escapar todo el aire contenido en sus pulmones. Retrocedió cuando el hombre se acerco, de manera casi imperceptible pero tangible y más que movida por el temor sus acciones se debieron a alguna clase de pestilencia que manaba de el como de la carne podrida, una mezcla que saturaba el aire a su alrededor y lo coloreaba como al azufre. Arrugo la nariz meneando la cabeza con tranquilidad, casi con lentitud y con aquella misma parsimonia se dispuso a sacar la hoja y el carboncillo de su morral, depositando en su interior la que contenía el cuestionamiento.
Realizo algunos rápidos trazos y, arrancando la hoja, se la extendió al desconocido –Que tenga suerte en sus negocios- era lo que se podía leer con claridad aunque algunas irregularidades en las líneas debido a la calidad del material y el nulo soporte que logro encontrar en el aire y sobre la palma de su mano. No le daría ninguna explicación, no se disculparía por no poder ser más amable, no le haría comprender su enfermedad si era que así se le podía llamar a su falta de voz. No lo haría, porque la acababa de observar como el oficial lo había hecho meses atrás, cuando había tenido que huir en el cuerpo del ruiseñor, el mismo día que su hogar se convirtió en el sepulcro de su madre ¿Y qué habría sido de su cuerpo? Estremeció ante el recuerdo y la cuestión. No valía la pena seguir en el tormento, del pasado ya nada podría solucionar.
Se apresuro a escribir algo más en el papel –Que tenga un buen día- y, haciendo una vaina formal que le supo a dulce burla giro sobre sus talones para comenzar a andar. No importaba si perdía medio día más buscando aquel local, el ignoto ser que dejaba a sus espaldas no le podía obligar a hacer un trueque desfavorable para ella cuando la urgencia no clamaba por una rápida solución. Más aun ápice de orgullo se alzo en su interior al saberse capaz de dejarlo con la insinuación en pos.
Viviane Balloch- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/04/2012
Re: Aburridos días monótonos. | Libre
Encima que tienen caras de mojigatas, y que les hace falta les ayuden un poco con esa insatisfacción, se ponen exigentes, y se hacen las que no quieren nada. ¿Quién las entiende? Se la pasan diciendo que quieren opinar, que quieren ser iguales, que quieren trabajar aparte de casarse y tener hijos, y un sin fin de bobearías, pero cuando alguien quiere echarles una manita en algo tan sencillo se ofenden. Son tan enfadosas, quizás por eso no les va tan bien, por eso mismo no las dejamos hacer lo que quieren, de dejarlas seguramente se pondrían a querer pisotearnos, y son el sexo débil, ni siquiera deberían ponerse exigentes a la hora de escoger hombres, si ellas no lo notan nosotros somos los que las compramos, en fin, podemos hacer que crean un poco más esas cosas con tal de que nos den eso que tienen, que nos satisface y nos gusta.
Me molesta de sobremanera la cara de fastidio que pone esa mujer. Si sonriera un poco más seguramente saldría de esa miseria en la que vive. La estudio por completo, al menos tiene orgullo, eso es un punto a su favor, uno fastidioso claro, peor me encantan las gatitas que quieren hacer la lucha un poco, no le voy a rogar, no es la primer mujer que intenta contradecirme, o que intenta negarse, pero al menos puedo fastidiarla un poco, que crea que puede menospreciarme sin problema alguno, peor mal, estaba muy mal en creer eso. Sonrío de forma cínica frente a ella, la sigo estudiando y me deleito con sus formas, vamos no está nada mal, y no me vendría mal ser un poco "caballeroso" para hacerla creer que soy un buen tipo y así cumpla mis caprichos, sólo eso quiero, sino, me aburriré fácil y la dejaré andar por ese camino aburrido y cansado por el que tiene que cruzar.
- ¡Hey! ¿Acaso no piensas hablar? Que mal educada, necesitas unas buenas nalgadas para que sepas hacer las cosas, y puedo ofrecerlo sin problema, es más por eso no te cobraría ¿Qué te parece? - La observo caminar, en realidad observo su trasero, que se menea como pavonear queriendo cortejar a su hembra, porque así pasa con esos animales, los que están llenos de colores son los machos, ella podría parecer un macho con esos movimientos tan eróticos, son salvajes, y sé que no pretender seducirme pero vamos, soñar no cuesta nada. Suspiro de manera profunda, es una verdadera alegría que al menos no pueda leer mis pensamientos, sino, seguramente ni los buenos días me abría dado. Espero a que avance un poco más, y entonces camino, siguiendo sus pasos, y al poco tiempo poniéndome a su par, es divertido ver sus pucheros, se ve más deliciosa de esa manera.
- Espera - La tomo del brazo, y ejerzo cierta presión para que se detenga. Ahora tendré que cambiar de estrategia para poder divertirme y ahorrarme la monotonía de la tarde, no pienso llegar a casa tan temprano. - Te ayudaré, pero con la condición de que me aceptes una taza de café más tarde, así puedo cambiar la primera impresión que te di ¿qué dices? - Sonrío de forma galante, incluso de forma inocente, vamos, que puedo ser un verdadero actor, me saldría bien, puedo considerar un nuevo pasatiempo, aunque creo que lo hago bien en los negocios, esos hombres que siempre caen, que me creen ingenuo, que confían en mi y que terminan mal. Si lo he logrado con grandes hombres de negocios clandestinos, con ella también puedo. Estoy más que seguro. Y no dejo de sonreír para darle confianza, incluso busco su mano, la tomo con suavidad entre la mía y beso cada uno de sus nudillos en señal de "paz".
Me molesta de sobremanera la cara de fastidio que pone esa mujer. Si sonriera un poco más seguramente saldría de esa miseria en la que vive. La estudio por completo, al menos tiene orgullo, eso es un punto a su favor, uno fastidioso claro, peor me encantan las gatitas que quieren hacer la lucha un poco, no le voy a rogar, no es la primer mujer que intenta contradecirme, o que intenta negarse, pero al menos puedo fastidiarla un poco, que crea que puede menospreciarme sin problema alguno, peor mal, estaba muy mal en creer eso. Sonrío de forma cínica frente a ella, la sigo estudiando y me deleito con sus formas, vamos no está nada mal, y no me vendría mal ser un poco "caballeroso" para hacerla creer que soy un buen tipo y así cumpla mis caprichos, sólo eso quiero, sino, me aburriré fácil y la dejaré andar por ese camino aburrido y cansado por el que tiene que cruzar.
- ¡Hey! ¿Acaso no piensas hablar? Que mal educada, necesitas unas buenas nalgadas para que sepas hacer las cosas, y puedo ofrecerlo sin problema, es más por eso no te cobraría ¿Qué te parece? - La observo caminar, en realidad observo su trasero, que se menea como pavonear queriendo cortejar a su hembra, porque así pasa con esos animales, los que están llenos de colores son los machos, ella podría parecer un macho con esos movimientos tan eróticos, son salvajes, y sé que no pretender seducirme pero vamos, soñar no cuesta nada. Suspiro de manera profunda, es una verdadera alegría que al menos no pueda leer mis pensamientos, sino, seguramente ni los buenos días me abría dado. Espero a que avance un poco más, y entonces camino, siguiendo sus pasos, y al poco tiempo poniéndome a su par, es divertido ver sus pucheros, se ve más deliciosa de esa manera.
- Espera - La tomo del brazo, y ejerzo cierta presión para que se detenga. Ahora tendré que cambiar de estrategia para poder divertirme y ahorrarme la monotonía de la tarde, no pienso llegar a casa tan temprano. - Te ayudaré, pero con la condición de que me aceptes una taza de café más tarde, así puedo cambiar la primera impresión que te di ¿qué dices? - Sonrío de forma galante, incluso de forma inocente, vamos, que puedo ser un verdadero actor, me saldría bien, puedo considerar un nuevo pasatiempo, aunque creo que lo hago bien en los negocios, esos hombres que siempre caen, que me creen ingenuo, que confían en mi y que terminan mal. Si lo he logrado con grandes hombres de negocios clandestinos, con ella también puedo. Estoy más que seguro. Y no dejo de sonreír para darle confianza, incluso busco su mano, la tomo con suavidad entre la mía y beso cada uno de sus nudillos en señal de "paz".
Predbjørn Østergård- Humano Clase Alta
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Re: Aburridos días monótonos. | Libre
“No” intento no detener su andar, ni siquiera molestarse en observarle por encima de su hombro. Bufó sonoramente a varios pasos por delante de él, aguardando, a que su indecorosa mano intentase sujetar alguna parte de su cuerpo que no debía para atisbarle una sonora bofetada en la cara. Qué bien se sentiría después, con la mano palpitante por la acción “Yo tampoco te voy a cobrar por enseñarte algunos modales” pensó, suponiendo que su labor seria no solo difícil sino imposible por la actitud con que se mostraba su interlocutor. De aquellos hombres que prefería evitar y que, sin embargo, la mayoría de las mujeres anhelaban secretamente. Ella no, y lo comprobó en aquel instante.
Se detuvo de golpe dando un respingo al sentir su mano sujetando su brazo, con una fuerza que si bien no la impresiono le obligo voltear a verlo. Le observo escasos segundos a los ojos, aquellos orbes que centellaban en lujuria y necesidad, anhelos de las entrañas. Si la mirada era como decían, las puertas del alma la suya era turbia y profunda, como ninguna que hubiese llegado a observar con anterioridad. Abrió los labios, tirando de su brazo con suavidad para que cesase su osco agarre “No confió en usted” cerró los labios sin llegar a articular palabra alguna, observándolo sin mayor reparo. Solo necesitaba llegar al local, soportar su compañía algunos instantes más y después, el mismo se hartaría de su falta de habla y terminaría por partir. Un plan bien ideado.
Hizo muestra de cordialidad, con un casi imperceptible gesto que se asimilo a una vaina formal de medio lado quizás si lo que deseaba era que aquel hombre fuese tanto más educado ella misma debía comenzar con el refinamiento, la materia la comprendía con exactitud. Acomodo el morral sobre su hombro y, con un suave movimiento en el cuello le pidió silenciosamente le mostrase el camino a seguir, si tan cierto era que sabia llegar a aquel lugar. Porque también de sus palabras desconfiaba, podrían ser falacias disfrazadas de verdad, aguardando el momento oportuno de aprovecharse de su estatus de mujer. Si tan solo supiera que antes de él había habido alguien más, de pronto recordó. Y el nudo opresor en su pecho le corto la respiración ¿Y si ocurría lo mismo?
Le volteo a ver, disimulando la tristeza, llevándola muy lejos de su rostro, a algún remoto lugar en su interior. Más ahora no huiría aterrada de la situación, no le permitiría conocer al ruiseñor. Ya mucho había perdido por culpa de su falta de valor, por la lujuria de un hombre como aquel y en memoria de su madre juraba, que no volvería a suceder. Sacó la libreta y el carboncillo, que había ya comenzado a manchar sus pálidos dedos –Si promete comportarse, será un placer- educación, necesitaba llevarla ahora por delante. Observo en derredor, al gentío andando de aquí a allá, embalsamados, todos en su propia vida. Pensado, que no había problema peor que el que ellos mismos debían sobrellevar, olvidándose de vivir, más miedo le daba aquello que morir. Que su corazón siguiese latiendo y su alma yaciera marchita a sus pies. Morir en vida, vivir sin libertad.
Se detuvo de golpe dando un respingo al sentir su mano sujetando su brazo, con una fuerza que si bien no la impresiono le obligo voltear a verlo. Le observo escasos segundos a los ojos, aquellos orbes que centellaban en lujuria y necesidad, anhelos de las entrañas. Si la mirada era como decían, las puertas del alma la suya era turbia y profunda, como ninguna que hubiese llegado a observar con anterioridad. Abrió los labios, tirando de su brazo con suavidad para que cesase su osco agarre “No confió en usted” cerró los labios sin llegar a articular palabra alguna, observándolo sin mayor reparo. Solo necesitaba llegar al local, soportar su compañía algunos instantes más y después, el mismo se hartaría de su falta de habla y terminaría por partir. Un plan bien ideado.
Hizo muestra de cordialidad, con un casi imperceptible gesto que se asimilo a una vaina formal de medio lado quizás si lo que deseaba era que aquel hombre fuese tanto más educado ella misma debía comenzar con el refinamiento, la materia la comprendía con exactitud. Acomodo el morral sobre su hombro y, con un suave movimiento en el cuello le pidió silenciosamente le mostrase el camino a seguir, si tan cierto era que sabia llegar a aquel lugar. Porque también de sus palabras desconfiaba, podrían ser falacias disfrazadas de verdad, aguardando el momento oportuno de aprovecharse de su estatus de mujer. Si tan solo supiera que antes de él había habido alguien más, de pronto recordó. Y el nudo opresor en su pecho le corto la respiración ¿Y si ocurría lo mismo?
Le volteo a ver, disimulando la tristeza, llevándola muy lejos de su rostro, a algún remoto lugar en su interior. Más ahora no huiría aterrada de la situación, no le permitiría conocer al ruiseñor. Ya mucho había perdido por culpa de su falta de valor, por la lujuria de un hombre como aquel y en memoria de su madre juraba, que no volvería a suceder. Sacó la libreta y el carboncillo, que había ya comenzado a manchar sus pálidos dedos –Si promete comportarse, será un placer- educación, necesitaba llevarla ahora por delante. Observo en derredor, al gentío andando de aquí a allá, embalsamados, todos en su propia vida. Pensado, que no había problema peor que el que ellos mismos debían sobrellevar, olvidándose de vivir, más miedo le daba aquello que morir. Que su corazón siguiese latiendo y su alma yaciera marchita a sus pies. Morir en vida, vivir sin libertad.
Viviane Balloch- Cambiante Clase Media
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Re: Aburridos días monótonos. | Libre
Cosas que me molestan: ser rechazado. No estoy acostumbrado a recibir un no de una mujer, la mayor parte del tiempo ellas son las que se me lanzan como perras en celo, con sólo una mirada ya se creen con el derecho de poder llegar a sentarse en mis piernas y darme un beso. Están tan locas cuando encima, piden respeto, y "seriedad". ¿Quién puede tomar en cuenta a una mujer así? Nadie, encima chismosas, delicadas, y sumisas, no, son una bola de defectos que no puedo tolerar, y en la cama se mantienen calladas, o sólo cantando el gemido del placer, por eso ver el rechazo de está mujer me confunde, y no sólo eso, me hace ver que no todas pueden ser iguales, que quizás no todas estén cortadas con la misma tijera, y heme aquí errando ante ella, porque oportunidades, encuentros así no se pueden pasar desapercibidos, al contrario, tengo que disfrutarlo, y ver que puede pasar, algo nuevo sin duda, y que me llena de intriga.
Camino muy lento, detrás de ella claramente, pero mi mirada ya no está puesta simplemente en su trasero, de hecho aquel pensamiento sorpresivamente ha desaparecido, medito lo que debo de hacer, siempre lo hago, nunca disfruto el proceso sorpresivo, nunca dejo que algo sea exponen, pero así soy, quizás puedo hoy hacer una excepción a la regla, aunque eso no quita que siga pensando lo buena que está. Suspiro más para mi, y me detengo disfrutando de su pequeño juego de miradas y muecas, todo puede tornarse bueno o malo para mi, aunque siempre movería mis hilos para que saliera a mi favor. Observo con detenimiento su rostro pálido, cansado y perfecto. Esto creo que será más complicado de lo que creí, que el no ver el cuerpo de una mujer era pan comido, pero no. ¡Joder! ¡Que hago! Cierro los ojos por unos momentos, suelto un poco de aire contra su rostro, y camino hasta poder tenerla a cuatro pasos de distancia.
- A ver, a ver, a ver - Alzo las manos en modo de derrota, y también de dramatismo. - Yo le estoy invitando una taza de café, la voy a llevar a lugar que desea y voy a estar esperando, encima me escribe un papelito y no me dice nada ¿Acaso cree eso justo? He dicho que me voy a comportar y mi palabra vale, le fui sincero desde el inicio mostrando parte de lo que soy, y voy a ser un buen caballero, ¿Por qué no me habla? Yo quiero escuchar su voz madame - La mayor parte del tiempo soy un despreocupado, no me mido, no me importa como me miren, prefiero ahorrarme comentarios, y disfruto del cuerpo femenino, pero vamos, la chica tenía carácter y debía ser condescendiente, pensándolo bien ella era una especie de regalo entre estos "aburridos días monótonos".Bajo la mirada, y luego la miro de reojo con una sonrisa de medio lado, ligeramente coqueta.
- Vamos, ánimo, dime algo - Estiro mi mano y tomo la suya, le doy suaves apretones para darle confianza. - ¿Sabe algo? Yo creo que las coincidencias no existen, ni el destino, pero quizás hoy nos trajo aquí ¿No lo cree? - Le suelto la mano, pero no del todo, enredo mi brazo con el de ella y le doy un tirón para comenzar a caminar, no estábamos muy lejos en realidad. - ¿A qué va a ese lugar? Si mal no recuerdo, es una mansión bastante grande, pero es de unas personas muy poco tolerables, si necesita algún trabajo podría conseguirle algo, pero con una condición - Camino de lado para poder captar su atención visual, le di un pequeño golpecito en la nariz de forma juguetona - Con la condición que me diga algo - Vuelvo a insistir, pero ya más relajado, dejando de lado la mala impresión que le di momento atrás.
Camino muy lento, detrás de ella claramente, pero mi mirada ya no está puesta simplemente en su trasero, de hecho aquel pensamiento sorpresivamente ha desaparecido, medito lo que debo de hacer, siempre lo hago, nunca disfruto el proceso sorpresivo, nunca dejo que algo sea exponen, pero así soy, quizás puedo hoy hacer una excepción a la regla, aunque eso no quita que siga pensando lo buena que está. Suspiro más para mi, y me detengo disfrutando de su pequeño juego de miradas y muecas, todo puede tornarse bueno o malo para mi, aunque siempre movería mis hilos para que saliera a mi favor. Observo con detenimiento su rostro pálido, cansado y perfecto. Esto creo que será más complicado de lo que creí, que el no ver el cuerpo de una mujer era pan comido, pero no. ¡Joder! ¡Que hago! Cierro los ojos por unos momentos, suelto un poco de aire contra su rostro, y camino hasta poder tenerla a cuatro pasos de distancia.
- A ver, a ver, a ver - Alzo las manos en modo de derrota, y también de dramatismo. - Yo le estoy invitando una taza de café, la voy a llevar a lugar que desea y voy a estar esperando, encima me escribe un papelito y no me dice nada ¿Acaso cree eso justo? He dicho que me voy a comportar y mi palabra vale, le fui sincero desde el inicio mostrando parte de lo que soy, y voy a ser un buen caballero, ¿Por qué no me habla? Yo quiero escuchar su voz madame - La mayor parte del tiempo soy un despreocupado, no me mido, no me importa como me miren, prefiero ahorrarme comentarios, y disfruto del cuerpo femenino, pero vamos, la chica tenía carácter y debía ser condescendiente, pensándolo bien ella era una especie de regalo entre estos "aburridos días monótonos".Bajo la mirada, y luego la miro de reojo con una sonrisa de medio lado, ligeramente coqueta.
- Vamos, ánimo, dime algo - Estiro mi mano y tomo la suya, le doy suaves apretones para darle confianza. - ¿Sabe algo? Yo creo que las coincidencias no existen, ni el destino, pero quizás hoy nos trajo aquí ¿No lo cree? - Le suelto la mano, pero no del todo, enredo mi brazo con el de ella y le doy un tirón para comenzar a caminar, no estábamos muy lejos en realidad. - ¿A qué va a ese lugar? Si mal no recuerdo, es una mansión bastante grande, pero es de unas personas muy poco tolerables, si necesita algún trabajo podría conseguirle algo, pero con una condición - Camino de lado para poder captar su atención visual, le di un pequeño golpecito en la nariz de forma juguetona - Con la condición que me diga algo - Vuelvo a insistir, pero ya más relajado, dejando de lado la mala impresión que le di momento atrás.
Predbjørn Østergård- Humano Clase Alta
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Re: Aburridos días monótonos. | Libre
Ceso su andar sorpresivamente cuando la voz del hombre taño el aire a su alrededor. Y sus palabras no fueron menos imprevistas, hablando de caballerosidad y algo referente al honor “Si tan solo pudiese” suspiro audiblemente negando con tranquilidad, como si toda molestia y ofuscamiento hubiesen abandonado su cuerpo en compañía del aire que exhalo, cargado de no sabía cuántos pesares. Se disponía a extraer el cuadernillo y el carboncillo de su bolso cuando la mano del otro sujeto la propia, apretándola con suavidad. Acto contrastante con sus palabras iniciales y anterior actuar.
Le permitió determinar el paso que llevaban, con su brazo enredado en el ajeno. Introdujo la mano libre en el bolso, extrayendo cuadernillo y carboncillo y casi con torpeza, por el incesante andar, escribió –Supongo que entonces jamás me dará un trabajo, no es mi decisión no hablarle- o quizás sí, quizás su mal radicaba en su subconsciente y no en un pesar físico ¿Cómo sino era capaz el ruiseñor de cantar? Pero lo había intentado, juraba que lo había hecho, se había esmerado en pronunciar palabras diminutas, frases completas y sonatas de libertad, lo había intentado hasta que la desesperación le obligaba a romper en un llanto amargo, insonoro. Resonando con estruendo en su interior.
-Me han dicho que venden telas- era por eso que llevaba horas buscando al proveedor, preguntando a trasuntes desubicados, porque terminaban dejándola más lejos de donde habían comenzado y con cada nueva indicación le parecía que buscaba un nuevo lugar ¿Entendían bien qué lugar buscaba? Ahora creía que no, pero la suerte había tocado a su puerta y por fin alguien la llevaría a la dirección desconocida que llevaba tanto tiempo buscando, no le resultaba tan desagradable ahora su encuentro. Sus parpados se abrieron un palmo más de lo usual cuando su dedo golpeteo sutilmente su nariz ¿Era aquello alguna clase de cortejo o simple camarería? Jamás lo lograría diferenciar, con dos pies izquierdos para coquetear.
Titubeo unos instantes por la acción, la necesidad sin embargo la orillo a proseguir con su cuestión -¿Qué clase de trabajo me podria ofrecer?- redacto sobre la hoja. Conocía perfectamente su capacidad como costurera, cocinaba y limpiaba además, sabía los cuidados básicos de las plantas y los animales, en especial las aves. Los únicos animales que no soportaba eran los gatos, creídos y soberbios animales que la creían su desayuno cada que la veían pasar más no, su plumífero cuerpo no había terminado, aun, bajo las zarpas de un felino. Y esperaba que nunca fuese aquel su final mas ansiaba morir en vuelo, morir en libertad.
Entrecerró los parpados ludiendo sus dedos, con el tacto del carboncillo impregnado a su piel con la textura de la noche, azabaches manchas aquí y allá. No se molestaba en ver por donde andaba, le permitía al hombre guiarla en su totalidad porque mas ensimismada estaba ahora en otras cosas, asuntos que no conseguía olvidar. Se cuestionaba, aun sin haber obtenido respuesta, si era bueno idea o no renunciar a la solidaridad que el circo le había otorgado. Le observo por el rabillo del ojo, recordando, lo que había leído en su mirar ¿Qué tanto era entonces ese hombre de fiar? Se cuestionaba ahora que casi le comenzaba a agradar.
Le permitió determinar el paso que llevaban, con su brazo enredado en el ajeno. Introdujo la mano libre en el bolso, extrayendo cuadernillo y carboncillo y casi con torpeza, por el incesante andar, escribió –Supongo que entonces jamás me dará un trabajo, no es mi decisión no hablarle- o quizás sí, quizás su mal radicaba en su subconsciente y no en un pesar físico ¿Cómo sino era capaz el ruiseñor de cantar? Pero lo había intentado, juraba que lo había hecho, se había esmerado en pronunciar palabras diminutas, frases completas y sonatas de libertad, lo había intentado hasta que la desesperación le obligaba a romper en un llanto amargo, insonoro. Resonando con estruendo en su interior.
-Me han dicho que venden telas- era por eso que llevaba horas buscando al proveedor, preguntando a trasuntes desubicados, porque terminaban dejándola más lejos de donde habían comenzado y con cada nueva indicación le parecía que buscaba un nuevo lugar ¿Entendían bien qué lugar buscaba? Ahora creía que no, pero la suerte había tocado a su puerta y por fin alguien la llevaría a la dirección desconocida que llevaba tanto tiempo buscando, no le resultaba tan desagradable ahora su encuentro. Sus parpados se abrieron un palmo más de lo usual cuando su dedo golpeteo sutilmente su nariz ¿Era aquello alguna clase de cortejo o simple camarería? Jamás lo lograría diferenciar, con dos pies izquierdos para coquetear.
Titubeo unos instantes por la acción, la necesidad sin embargo la orillo a proseguir con su cuestión -¿Qué clase de trabajo me podria ofrecer?- redacto sobre la hoja. Conocía perfectamente su capacidad como costurera, cocinaba y limpiaba además, sabía los cuidados básicos de las plantas y los animales, en especial las aves. Los únicos animales que no soportaba eran los gatos, creídos y soberbios animales que la creían su desayuno cada que la veían pasar más no, su plumífero cuerpo no había terminado, aun, bajo las zarpas de un felino. Y esperaba que nunca fuese aquel su final mas ansiaba morir en vuelo, morir en libertad.
Entrecerró los parpados ludiendo sus dedos, con el tacto del carboncillo impregnado a su piel con la textura de la noche, azabaches manchas aquí y allá. No se molestaba en ver por donde andaba, le permitía al hombre guiarla en su totalidad porque mas ensimismada estaba ahora en otras cosas, asuntos que no conseguía olvidar. Se cuestionaba, aun sin haber obtenido respuesta, si era bueno idea o no renunciar a la solidaridad que el circo le había otorgado. Le observo por el rabillo del ojo, recordando, lo que había leído en su mirar ¿Qué tanto era entonces ese hombre de fiar? Se cuestionaba ahora que casi le comenzaba a agradar.
Viviane Balloch- Cambiante Clase Media
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Re: Aburridos días monótonos. | Libre
Supongo que después de está tarde puedo ir a pedir un trabajo en el teatro de la ciudad. No es que esté fingiendo del tomo mi caballerosidad, soy bien portado cuando se amerita, pero cambiar tan bruscamente de modos de actuar debe ser digno de aplaudir, además que me gustan las alabanzas, seguramente intentaría hacer una carrera de actor. La simple idea me saca una sonrisa en el rostro, una amplia, complaciente y diferente a la charlatana que la mayor parte del tiempo utilizo. No quiero sonar trillado, pero ella es diferente, sus ojos muestran una especie de bondad, incluso de sufrimiento. Lo primero no lo conozco, no tengo porque mentir, pero lo último… Si, lo conozco a la perfección, y no me justifico, pero gracias a eso soy lo que ahora soy: un cabrón.
El no entender porque razón no habla me tiene más prensado, me tiene envuelto en una especie de acertijo digno de descifrar. Me gustan los retos, tengo deseos ahora de descubrir su voz, quizás sea una especie de doncella perdida, con perdida de memoria, con un pasado atractivo. Siempre mi imaginación comienza a volar de manera inimaginable, no sólo me pasaré al teatro, también buscaré escribir un libro de aquellos pensamientos que revolotean en mi cabeza. Ella será una de mis protagonistas, si lo desea claro, todo necesitamos una musa, tengo a mi primer misa. Pensarlo es divertido. La gente debe creer que estoy loco por reír todo el tiempo sin razón, pero siempre hay razón: mis pensamientos.
- ¿Tienes suficiente papel y carbón para hablar todo el día? Sino es así entonces podemos buscar un poco, encima que no me hablas, no deseo quedarme sin escritos, es más, guardaré los que has hecho dirigiéndote a mi ¿Dónde los tienes? - Comienzo a acariciar sus ropajes, no en forma morbosa, al contrario, simplemente estoy buscando los papelillos que a utilizado para conmigo. Meto la mano por uno de sus bolsillos, luego por el otro y ¡Ahí están! Por fin encuentro los papeles, y le arranco el que tiene ahora. Los doblo con el cuidado perfecto y los coló en la bolsa derecha de mi pantalón. La miro ahora de reojo. Es misteriosa, y eso es atrayente, y entonces odio reconocer que una mujer no sólo me llame para llevarla a la cama, aunque claro, la idea nunca se podía borrar.
- ¿Estás cansada ya? - Detengo nuestro andar. Muevo mi cuerpo y ahora sostengo sus hombros con delicadeza para hacerla girar, que me mire de frente, mínimo que tenga ese respeto por las atenciones. Pocas mujeres me dan la contraria, de hecho pocas tiene carácter, quizás esa sea una de las razones por las cuales la tolero. - Yo te llevaré, al cabo estás muy flaca, no me pesaras nada - Aquello no lo dije con el afán de hacerla sentir incomoda, al contrario. Me doy la vuelta y le doy la espalda. Ahora me inclino lo más que puedo - Sube - Le indico serio. No estaba bromeando.
- No tengas miedo, prometo no hacer nada malo - Y era cierto, aunque por mi historial de hace unos minutos atrás incluso yo dudaría de una persona como yo. No se sorprendan si me ven hacer éste tipo de cosas. Me gusta hacer de todo tipo de locuras con gente conocida, y con no tan conocida. - Depende que tipo de cosas sabes hacer, todo depende de eso y puedo darte una especie de trabajo, o buscarte uno con gente de mi confianza - Quizás incluso podría correr a la criada de mi casa, que no merece pisar mi mismo terreno, que ella estuviera sería mejor, mucho más entretenido.
El no entender porque razón no habla me tiene más prensado, me tiene envuelto en una especie de acertijo digno de descifrar. Me gustan los retos, tengo deseos ahora de descubrir su voz, quizás sea una especie de doncella perdida, con perdida de memoria, con un pasado atractivo. Siempre mi imaginación comienza a volar de manera inimaginable, no sólo me pasaré al teatro, también buscaré escribir un libro de aquellos pensamientos que revolotean en mi cabeza. Ella será una de mis protagonistas, si lo desea claro, todo necesitamos una musa, tengo a mi primer misa. Pensarlo es divertido. La gente debe creer que estoy loco por reír todo el tiempo sin razón, pero siempre hay razón: mis pensamientos.
- ¿Tienes suficiente papel y carbón para hablar todo el día? Sino es así entonces podemos buscar un poco, encima que no me hablas, no deseo quedarme sin escritos, es más, guardaré los que has hecho dirigiéndote a mi ¿Dónde los tienes? - Comienzo a acariciar sus ropajes, no en forma morbosa, al contrario, simplemente estoy buscando los papelillos que a utilizado para conmigo. Meto la mano por uno de sus bolsillos, luego por el otro y ¡Ahí están! Por fin encuentro los papeles, y le arranco el que tiene ahora. Los doblo con el cuidado perfecto y los coló en la bolsa derecha de mi pantalón. La miro ahora de reojo. Es misteriosa, y eso es atrayente, y entonces odio reconocer que una mujer no sólo me llame para llevarla a la cama, aunque claro, la idea nunca se podía borrar.
- ¿Estás cansada ya? - Detengo nuestro andar. Muevo mi cuerpo y ahora sostengo sus hombros con delicadeza para hacerla girar, que me mire de frente, mínimo que tenga ese respeto por las atenciones. Pocas mujeres me dan la contraria, de hecho pocas tiene carácter, quizás esa sea una de las razones por las cuales la tolero. - Yo te llevaré, al cabo estás muy flaca, no me pesaras nada - Aquello no lo dije con el afán de hacerla sentir incomoda, al contrario. Me doy la vuelta y le doy la espalda. Ahora me inclino lo más que puedo - Sube - Le indico serio. No estaba bromeando.
- No tengas miedo, prometo no hacer nada malo - Y era cierto, aunque por mi historial de hace unos minutos atrás incluso yo dudaría de una persona como yo. No se sorprendan si me ven hacer éste tipo de cosas. Me gusta hacer de todo tipo de locuras con gente conocida, y con no tan conocida. - Depende que tipo de cosas sabes hacer, todo depende de eso y puedo darte una especie de trabajo, o buscarte uno con gente de mi confianza - Quizás incluso podría correr a la criada de mi casa, que no merece pisar mi mismo terreno, que ella estuviera sería mejor, mucho más entretenido.
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