Profanando el silencio (Yohann)

por **Shanon Owen** Mar Jul 20, 2010 7:56 am

El cementerio, aquel lugar en el que descansaban en paz todas las almas, pecadoras, puritanas, amables, maleantes... daba igual, el final era el mismo para todos salvo para mí. Yo me encontraba metida en esta eternidad que muchas veces consideraba como la peor de las condenas. Mi alma negra, solitaria, vagaba errante desde hace tiempo, buscando algo con lo que ¿redimirse?, no creía, pero si salir algo a la luz del fondo de tinieblas.
Redimirse no había sido lo correcto dado que aunque fuera una condena también era una bendición y es que no podía negar que la sensación de poder era una de las cosas que más me gustaban.

Paseaba por entre las tumbas, leyendo los nombres grabados en las placas buscando unas en concreto, las de mi familia muerta hacía ya demasiados años. Las visitaba de vez en cuando, quizás para recordar otra época en la que era simplemente una humana, feliz como cualquier joven de mi edad, ajena a demasiadas cosas de mi alrededor... hasta que el cambio llegó y nunca más fui la misma. Incluso tuve que alejarme de ellos para que no descubrieran el secreto. Ahora ya no estaban, los tenía justo enfrente mío, podía leer en sus tumbas todos sus datos y era algo que me hacía sentir extraña.
Deposité en las tumbas las flores que traía ya que me gustaba al menos dejar siempre algo con ellos, muestra de cariño sintiéndo que así notarían mi presencia o algo. Era absurdo lo sabía, pero no me importaba.

Me quedé hay quieta en el sitio, sintiendo la misteriosa quietud que parecía envolver siempre este tipo de lugares, algunas vece spodías oír a los cuervos que estaban cerca, pero esta vez... nada, absolutamente nada. A muchos humanos se les pondría los pelos de punta si estuvieran solos como yo, a altas horas de la noche, en mitad de un cementerio desierto, o no tan desierto...
Para mi sorpresa enseguida noté como alguien se acercaba, me extrañaba tal cosa ya que me había hecho a la idea de estar sola para poder pensar y recordar con tranquilidad, pero aún así no rechazaría la compañía si era agradable ya que quizás no fuera bueno que me encerrara en un estado melancólico en aquel momento y menos con el humor con el que me encontraba ya que todavía no me había alimentado esa noche y la sed comenzaba a hacerse notar por lo que si quien se acercaba era humano que estuviese preparado ya que podría acabar lamentando el haberse topado conmigo.
Simplemente me quedé con la vista clavada en la dirección por la que aquella persona haría presencia en mi campo visual, esperando pacientemente e interesada.

por **Yohann Moreau** Miér Jul 21, 2010 8:07 am

Nuevamente me encuentro rodeado de ese páramo de bañado en sombras en el que últimamente se convierten mis pesadillas. Frente a mí un cristal, al otro lado, un trono que ya quisiera para suyo el señor de las tinieblas; un mueble de color negro que representa la forma de un demonio con las alas desplegadas a punto de devorar a su víctima. Paso mi mano derecha por el cristal, hay una grieta, pero el hecho a destacar no es la existencia de esta ya que en mis visitas anteriores a esa que es la oscuridad de mi interior ya la había notado con mis manos, lo preocupante es que su tamaño ha aumentado hasta extenderse a lo largo de dos metros de la barrera. Retiro la mano al observar que ahora el trono está ocupado por ese que es mi yo interior, mi parte oscura, ataviado con un elegante traje de color negro y portando un cuchillo de grandes dimensiones en su mano derecha.

-Hola Yohann, ¿cómo estás?-El individuo dibuja una sonrisa en su rostro mientras no deja de lanzar el cuchillo una y otra vez hacía arriba, volviendo este a su mano cayendo siempre por el filo.

-¿Quién eres?-Necesito saber que es realmente y porque me encuentro con él de esta manera cada vez con mayor frecuencia.

-Es una falta de respeto que ignores mi pregunta...pero como te queda poco tiempo te responderé, puedes llamarme Evan, y soy lo que realmente eres, lo que tus padres no querían que fueras por temor a los que pudieses hacer y, lo que pronto seras por tu propia irresponsabilidad-El tono rasgado de su voz conduce a la intimidación, el trasfondo de su sonrisa evoca a la locura.

-Mientes...es imposible lo que afirmas...

El individuo suelta una sonora carcajada y se levanta del trono con su mirada inyectada en un frenesí sanguinario. Como si estuviese poseído por un demonio el individuo se estampa contra el cristal y empuja el mismo con su frente para intentar romper la barrera que nos separa. Ha punto estoy de caerme hacía atrás por la extraña acción del ser que se hace llamar Evan, pero mantengo la compostura lo máximo posible.

-Lo que afirmo odiado hermano es que tu eres la ilusión, yo soy la muerte, ambos convivimos en el mismo cuerpo, y pronto, sólo quedará uno de los dos...y ese sin duda seré yo...-Evan saca su lengua y lame la sangre proveniente de su ceño que comienza a recorrer el cristal-. Has quemado tu existencia violinista idiota, ahora es mi turno...

Evan se aleja del vidrio mostrando la que es su característica sonrisa y se dirige a la posición donde tendría que estar situado el trono. Para mi sorpresa en lugar del asiento ahora hay un piano que el perturbador individuo no duda en tocar, haciendo gala de una maestría inusitada y tocando una composición cargada de graves que sin duda acompañan a la perfección los hechos a los que acabo de asistir.

Abro los ojos, siento un fuerte pinchazo en la cabeza que me hace llevar la mano derecha al foco del dolor el cual está situado en la parte posterior del cráneo. Poco a poco el dolor remite y me levanto, sorprendido porque lo que siento bajo mis pies es una superficie de tierra removida. Una vez mi vista se acomoda a la escasa luz que me rodea compruebo que me encuentro metido en lo que parece un agujero de forma rectangular. No tengo la menor idea de como he llegado aquí, y menos de porque estoy tanto con mi torso como con mis pies sin ninguna prenda de ropa, pero lo que si recuerdo es el sueño que acabo de enfrentar. Antes de ponerme a repasar lo que mi oscuridad me ha desvelado en sueños decido que salir de ese orificio es mi prioridad. Haciendo gala de una capacidad de salto considerable alcanzo el borde del agujero con mis manos y antes de que la tierra se desprenda, apoyo mis piernas en la pared y escalo con celeridad . Una vez fuera me tumbo sobre la tierra y recupero el aliento mientras observo la media luna que corona el cielo. Tras unos segundos me pongo de pie y oteo el lugar para comprobar que estoy rodeado de lápidas y que por lo tanto, debo de encontrarme en un cementerio.

Algo mareado comienzo a caminar mientras me limpio los restos de tierra que se han quedado tanto en mi torso como en los pantalones. Con la tranquilidad de que no voy a ser enterrado en vida. analizo el sueño que al que acabo de asistir . Es la primera vez que la oscuridad que reside en mi interior responde a alguna de mis preguntas, hecho que no se como traducir, ya que eso puede significar que no me queda demasiado tiempo de vida. Sin embargo, cada vez que esa parte de mi toma el control después me siento mucho más fuerte y recuperado por lo que el trasfondo de ese ser llamado Evan sigue siendo una incógnita para mi. Detengo mi andanza al observar que hay una mujer visitando alguna de las lápidas, me sorprende ya que lo hace a unas horas en las que dicha actividad no es habitual. No necesito demasiado tiempo para percatarme de que se trata de Shanon, la vampiresa que me cercioró en su castillos de la existencia de algo oscuro dentro de mi. Sinceramente, no tengo muy claro que acercarme a ella sea lo mejor que puedo hacer en este momento pero ya que esta vampiresa tuvo contacto directo con ese tal Evan quizás ella pueda decirme algo queme ayude a comprender mejor la naturaleza de esa oscuridad. Borrando las dudas de mi mente me acerco a la vampiresa y hago una reverencia de cortesía.

-Buenas noches Shanon, ha pasado un tiempo desde nuestro encuentro...

por **Shanon Owen** Vie Jul 23, 2010 1:38 pm

Seguía clavada en el sitio, sin poder apartar mi mirada de aquellas lápidas que parecían llamarme, querían atraer mi atención provocándome recuerdos del pasado, momentos en el Palacio de Roma cuando era apenas una niña, correteando por los amplios jardines tan bien cuidados, envuelta en miles de fragancias que desprendían las flores que estaban plantadas bordeando los mismos y el camino de tierra que llevaba hasta la puerta principal. Me proyecté hasta años más tarde, el día de mi partida cuando aún no me habían convertido, un día triste sin duda en el que tuve que decir adiós a toda una vida para abrazar otra de la que no tenía ni la más remota idea.
Ya en París tuve la fortuna o desdicha de toparme con aquel ser en el callejón acabando así mi vida mortal para empezar una nueva, una desde cero con la que podía hacer lo que quisiera y así había sido hasta el momento. ¿El precio?, muy sencillo, dejar atrás todo lo que conocía nuevamente, mi familia, amigos y demás personas con las que mantuviera algún tipo de relación.

Sin duda una dura experiencia, ese día hacía más de 300 años abandoné todo sin poder despedirme de nadie ya que ponía en riesgo sus vidas con mi sed descontrolada. Al menos rápidamente amasé mi propia fortuna, pudiendo permitirme el vivir bien, hasta que la herencia llegó y con ello mi definitivo traslado a mi actual residencia. Bien, pues en ese estado me encontraba yo, en una profunda melancolía que al menos no llegaba a ser nada más, demasiados años habían pasado como para entrar en una depresión. No, eso nunca, si no me pasó el mismo día de su muerte, mucho menos ahora. Siempre había tenido un carácter de hierro, fuerte ante las adversidades, no me gustaba demostrar mi debilidad ante los demás, prefería guardármelo para mí y es que podía llegar a ser verdaderamente orgullosa.
El crujido de una rama fue el aviso que estaba esperando para denotar la cercanía del sujeto. Lentamente me giré, viéndole despojarse de lo que parecía ser tierra… ¿tierra?, y lo más sorprendente ¿qué hacía sin camisa ni zapatos?. Esperé a que terminara de acercarse, pero mucho antes de tenerle frente a mí ya me había dado cuenta de quién era. ¿Cómo no reconocerle?, Yohann aquel particular brujo que hacía unas semanas había conocido en las calles de París, pero con un mejor aspecto evidentemente.

Le miré expectante ante sus primeras palabras hacia mí, parecía tranquilo como si nada inusual le hubiera ocurrido, y sinceramente no me parecía que ese fuera el caso, pero ya tendría oportunidad de averiguarlo un poco más adelante. Correspondí a su reverencia con una elegante inclinación de cabeza, esbozando una amistosa sonrisa. Estaba cauteloso eso sí y no era para menos, recordaba a la perfección nuestro último encuentro, cada detalle, cada palabra dicha y acto realizado y ambos habíamos descubierto algunas cosas muy interesantes aquel día. Aquel joven albergaba en su interior más secretos de los que él creía saber, yo había sido testigo directo de ellos y sabía que aquella noche conversaríamos sobre ello, él quería respuestas y yo le proporcionaría toda la información que fuera capaz de darle ya tampoco sabía muy bien qué es lo que le había ocurrido aquella noche, era la primera vez que lidiaba con algo parecido y tenía sumo interés por saber de su desenlace. – Buenas noches Monsieur Moreau, hace una noche espléndida ¿no le parece? - comencé hablando sobre un tema trivial, mientras abandonaba mi posición acercándome un poco más a él - ¿Puedo saber que le trae por aquí a tan altas horas de la noche? – inquirí con curiosidad, cruzando mis brazos de forma relajada ante mi pecho.

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