AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El peligro no viene solo.....[Privado]
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El peligro no viene solo.....[Privado]
“El peligro es una aventura, pero el peligro no viene solo”
[color=f0f0f0]Quiero ser un poco mas decidió, sé que no me interesa lo que le pase a otras personas, aprendí de la vida que no me debo de preocupar por mis semejantes ¿Ellos hacen lo mismo por mi? No, ellos no lo hacen ¿Por qué yo debería de preocuparme por ellos? Solo soy un bastado que su madre no quería que naciera, tampoco me lamentarme por eso porque estoy aquí “Vivo”, una risa tonta salió de mis labios cuando pensé en la palabra: Vivo, yo desde hace mucho tiempo deje de estar vivo. Pero porque pensar en eso, tengo la inmortalidad, algunos humanos desearía tener esto, no enfermarse, si tomas no te pones ebrio o fumas tampoco te pasa nada, eso es la ventaja de ser inmortal, que miras la vida de uno pasar, que llega a su fin y sin pensarlo viene la muerte por ti pero cuando pasa meses, tras meses que eso se convierte en años, tras años te das cuenta que lo que tienes es algo insuficiente que ya no te da placer de estar con esta vida. Para mí la inmortalidad es excelente, porque así me hago más sabio, más inteligente y sobre todo más temible, quiero que me respeten, me tenga miedo, aunque algunas personas se ponen altaneras….pero yo me las arreglo, pero a mi respetan como sea.Apreté un poco mis manos, mirando por la venta a las personas, riéndose, estando en paz, pero no por mucho, cuando se meta el sol yo saldré y verán de lo que es la felicidad eterna, quiero que me teman, que sienta miedo por mí, que cuando me miren bajen la cabeza y me traten como el Duque soy -Yo me creo, ser Duque me gusta, pero a la vez no…-Susurre, mirando unos papeles que Alexandre me había traído, quería que los viera y le diera mi punto de vista. El sabe como soy, el sabe lo que siento me conoce tan bien que creo que ni yo mismo me conozco, hace dos días que había llegado y no los he tocado para nada ni se dé que se tratan…pero esta noche tampoco tengo ánimos de estar viendo papeles…Tal vez de día pueda verlas mientras espero la noche pero hoy, hoy saldré nuevamente como cada noche.
Me levante, cruzando mis brazos mientras caminaba, pensando en donde ir esta vez, donde puedo ir…tantos lugares que conozco que ya me aburre ir al mismo, quiero una aventura, quiero acción, quiero pelear, entrenar con otro Vampiro pero con Alexandre es raro que el 1nkJpelee, es un vampiro calmado, que nunca busca pelea, decir la verdad nunca lo he visto pelear con otro, solo enojarse con pocas personas, hasta con su hija se enoja pero eso ya es problema entre padre e hijo, yo nunca he tenido hijos, aunque veces lo había pensado, había querido tener un hijo de mi sangre un heredero, con mi “Padre” siempre hablamos de eso, hablábamos de formar una familia que me encontrara a una buena mujer, y...me casara, tuviera hijos y fuera feliz, pero todo se fue volado, todo se fue como el humo sin avisar, poco a poco se evaporo todo mis sueños, todas mis ilusiones y ahora soy lo que ellos mismo quisieron -Y no me arrepiento por ningún momento…-Apreté tan fuerte mis manos que…podría traspasar mis propias uñas en mi piel. Tengo tanto odio en mi, que nada purifica este rencor que tengo por los humanos, ellos me hicieron daño, me hicieron esto y lo están pagando poco a poco, pero todavía sigo teniendo el corazón blando para algunas cosas y no quiero eso….aprieto mas fuerte mis manos encajándome mis propias manos para después extenderlas y viendo de reojo como mi sangre cae al suelo, una sonrisa que hacía que mi dentadura apareció en mi rostro -Quiero peligro, quiero una aventura y uno de ustedes me la dará….-[color]No había salido de mi casa, vea como la sangre salía. Era curioso, nosotros tenemos sangre pero por los humanos sin ellos estaríamos muertos desde hace mucho tiempo -Gracias estúpidos humanos, los detesto, los odio pero…pero ustedes hacen que viva….-Una carcajada salió de mis labios para recárgame en el escritorio, esperando…¿Esperando que?....
Ahmet Arlovskaya- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/11/2011
Localización : En la oscuradad
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Re: El peligro no viene solo.....[Privado]
Por fin, después de pasar una noche oculta en las calles de París sin probabilidad alguna de que las cosas mejoraran, un buen ciudadano que había notado mi deseo inmarcesible de no caer en el mundo de las flores nocturnas, me había comentado que buscaban personal en la residencia, claro que no sin prometer que no lo había oído de su parte. Era un buen hombre, a pesar de ello.
Ahora estaba allí, siendo guiada a través la lujosa estancia por el personal de mayor autonomía dentro del lugar, en este caso, el ama de llaves. Tenía la voz rasposa, como si fuese buena para fumar en sus momentos libres, pero era amable. Por eso me sentía culpable cuando mi mente se distraía con la decoración ostentosa de cada pasillo bien cuidado. No paraba de preguntarme cuál sería mi tarea. Esperaba que fuera algo en lo que no me desempeñara tan torpemente, como con la vajilla, ya que una vez, mientras ayudaba a mamá con los platos, la vecina entró de improviso a la cocina y estornudó a mis espaldas para inmediatamente después sentir la losa crujir. Sí, se me había escapado de las manos.
—Oye, chiquilla, pon atención, que no lo repetiré dos veces —me despertó la señora que me guiaba.
Tal como aquella vez en que solté los platos, me sobresalté al oír su voz despertarme de mi sueño despierta. Mamá siempre había dicho que yo había heredado su espíritu lleno de ilusiones y ahora en París, lejos de ella, comprobaba que era verdad. Me avergonzó el no haberle puesto atención a la dama e incliné mi cabeza con respeto mientras caminábamos cada vez más hacia adentro. Era probable que no volviera a tener una oportunidad como esa. ¿Cómo desperdiciarla? Si lo hacía, vendría a mí todo aquello de lo que escapado.
—Lo lamento, madame —susurré, mordiendo mi labio inferior, temerosa de haberla molestado más de la cuenta— No se repetirá.
—Así lo espero. Estas pueblerinas… —puso los ojos en blanco— Te voy a presentar al dueño de este lugar. No importa lo que yo le diga de ti, que sabes cocinar o lavas la ropa con tus manos desde siempre. Aquí la última palabra la tiene él, ¿está claro?
Guardé silencio y miré hacia el suelo al mismo tiempo que nos aproximábamos a unas escaleras. Nunca había sido impertinente, de hecho algunos en casa me habían dicho que ser imprudente teía sus frutos si lograba dosificarlo, pero ni siquiera sabía medir mi timidez de siempre, por lo que era utópico dosificar aquello de lo que carecía.
Llegamos frente a unas puertas dobles que podía jurar que costaban más que lo que había salido criarme hasta ahora, que contaba con diecisiete años recién cumplidos. El ama de llaves entró, ordenándome que me quedara afuera hasta que ella lo ordenase. Eso me daba tiempo para quedarme a solas con mis pensamientos que luchaba por mantener positivos. Esta era una nueva etapa para mí, siendo una joven pobre, pero católica y de bien. El destino del que mi madre me había intentado apartar durante toda mi vida, podía darse por exiliado de mis temores si esto salía bien.
La señora salió después de unos minutos, con una mirada que mezclaba preocupación y agrado. Detestaba cuando se mezclaban las dos emociones, porque… ¿qué se podía esperar de ello?
—Le dije lo que sabes hacer y también que eres religiosa, pero jamás deja que alguien trabaje en su hogar sin conocerlo. —suspiró, delatando su desagrado por esa conducta— Entra y si el Señor está realmente de tu lado, como lo cree tu fe, reza porque le agrades, pero no demasiado.
Levanté una ceja, sin saber a qué se refería, pero no iba a hacer al patrón esperar para preguntárselo, conversar y tal vez compartir algo en la cocina. Lo mejor que podía hacer era ir de golpe y sin pensarlo. Reflexionar demasiado sobre algo casi siempre me paralizaba.
Junto a la ventana, escuché algunas palabras de una voz profunda, por lo que pensé que se trataba de alguien de edad por la sabiduría que salía desprendida del tono, pero no pude evitar abrir mis ojos más de la cuenta cuando comprobé que se trataba de un joven que no se notaba más de un par de años mayor que yo.
Estaba recargado en un escritorio aún más vistoso que las puertas. Sonreía, sonreía como si recién acabara de reír de algún chiste malvado. Me perseguí de inmediato, ¿habría venido con ropa inadecuada? El vestido que llevaba era el menos carcomido que tenía y me había peinado, aunque fuera con los dedos. ¿Qué le divertía? Mi conciencia me dijo que no lo averiguara.
Incliné mi figura ante quien esperaba que me contratara. Podía no hacer reverencias como las de las damas de alta sociedad, tan perfectas, pero la mía significaba más, un verdadero respeto a quien estaba frente a mí y no una mera formalidad.
—Es un honor, señor…
Cuando mis ojos hicieron contacto con los de él, me sonrojé de inmediato. Nunca… había estado a solas con un hombre.
Lo que más quería era apretar mi crucifijo en mi bolsillo, pero no lo hice. No podía.
Ahora estaba allí, siendo guiada a través la lujosa estancia por el personal de mayor autonomía dentro del lugar, en este caso, el ama de llaves. Tenía la voz rasposa, como si fuese buena para fumar en sus momentos libres, pero era amable. Por eso me sentía culpable cuando mi mente se distraía con la decoración ostentosa de cada pasillo bien cuidado. No paraba de preguntarme cuál sería mi tarea. Esperaba que fuera algo en lo que no me desempeñara tan torpemente, como con la vajilla, ya que una vez, mientras ayudaba a mamá con los platos, la vecina entró de improviso a la cocina y estornudó a mis espaldas para inmediatamente después sentir la losa crujir. Sí, se me había escapado de las manos.
—Oye, chiquilla, pon atención, que no lo repetiré dos veces —me despertó la señora que me guiaba.
Tal como aquella vez en que solté los platos, me sobresalté al oír su voz despertarme de mi sueño despierta. Mamá siempre había dicho que yo había heredado su espíritu lleno de ilusiones y ahora en París, lejos de ella, comprobaba que era verdad. Me avergonzó el no haberle puesto atención a la dama e incliné mi cabeza con respeto mientras caminábamos cada vez más hacia adentro. Era probable que no volviera a tener una oportunidad como esa. ¿Cómo desperdiciarla? Si lo hacía, vendría a mí todo aquello de lo que escapado.
—Lo lamento, madame —susurré, mordiendo mi labio inferior, temerosa de haberla molestado más de la cuenta— No se repetirá.
—Así lo espero. Estas pueblerinas… —puso los ojos en blanco— Te voy a presentar al dueño de este lugar. No importa lo que yo le diga de ti, que sabes cocinar o lavas la ropa con tus manos desde siempre. Aquí la última palabra la tiene él, ¿está claro?
Guardé silencio y miré hacia el suelo al mismo tiempo que nos aproximábamos a unas escaleras. Nunca había sido impertinente, de hecho algunos en casa me habían dicho que ser imprudente teía sus frutos si lograba dosificarlo, pero ni siquiera sabía medir mi timidez de siempre, por lo que era utópico dosificar aquello de lo que carecía.
Llegamos frente a unas puertas dobles que podía jurar que costaban más que lo que había salido criarme hasta ahora, que contaba con diecisiete años recién cumplidos. El ama de llaves entró, ordenándome que me quedara afuera hasta que ella lo ordenase. Eso me daba tiempo para quedarme a solas con mis pensamientos que luchaba por mantener positivos. Esta era una nueva etapa para mí, siendo una joven pobre, pero católica y de bien. El destino del que mi madre me había intentado apartar durante toda mi vida, podía darse por exiliado de mis temores si esto salía bien.
La señora salió después de unos minutos, con una mirada que mezclaba preocupación y agrado. Detestaba cuando se mezclaban las dos emociones, porque… ¿qué se podía esperar de ello?
—Le dije lo que sabes hacer y también que eres religiosa, pero jamás deja que alguien trabaje en su hogar sin conocerlo. —suspiró, delatando su desagrado por esa conducta— Entra y si el Señor está realmente de tu lado, como lo cree tu fe, reza porque le agrades, pero no demasiado.
Levanté una ceja, sin saber a qué se refería, pero no iba a hacer al patrón esperar para preguntárselo, conversar y tal vez compartir algo en la cocina. Lo mejor que podía hacer era ir de golpe y sin pensarlo. Reflexionar demasiado sobre algo casi siempre me paralizaba.
Junto a la ventana, escuché algunas palabras de una voz profunda, por lo que pensé que se trataba de alguien de edad por la sabiduría que salía desprendida del tono, pero no pude evitar abrir mis ojos más de la cuenta cuando comprobé que se trataba de un joven que no se notaba más de un par de años mayor que yo.
Estaba recargado en un escritorio aún más vistoso que las puertas. Sonreía, sonreía como si recién acabara de reír de algún chiste malvado. Me perseguí de inmediato, ¿habría venido con ropa inadecuada? El vestido que llevaba era el menos carcomido que tenía y me había peinado, aunque fuera con los dedos. ¿Qué le divertía? Mi conciencia me dijo que no lo averiguara.
Incliné mi figura ante quien esperaba que me contratara. Podía no hacer reverencias como las de las damas de alta sociedad, tan perfectas, pero la mía significaba más, un verdadero respeto a quien estaba frente a mí y no una mera formalidad.
—Es un honor, señor…
Cuando mis ojos hicieron contacto con los de él, me sonrojé de inmediato. Nunca… había estado a solas con un hombre.
Lo que más quería era apretar mi crucifijo en mi bolsillo, pero no lo hice. No podía.
Tulipe Enivrant- Humano Clase Baja
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Re: El peligro no viene solo.....[Privado]
Pero creo que hoy no iba a tener una noche divierta, era tan monitoria esto, que me daba hasta pereza levantarme, necesitaba algo que me motivara para salir a la calle, pero creo que nadie me quiere motivar, así que me encuentro en mi casa, sentando en mi silla y mirando los miles de papeles que tengo regados sobre mi escritorio, aunque en mi cabeza se imaginaba muchas cosas. EL piso se mancho de mi propia sangre, esa sangre que me hacia que viviera en este mundo, porque sin ella no podría sobrevivir, gracias a ella soy un “humano” entre la multitud. Pero no quería que de repente alguien viniera a mi despacho y encontrar esa desagradable sangre ya que algunos no son tan tolerantes aquel liquido hasta hay personas que se desmañan tan solo olerlas, pero para los Vampiros, olerla es estar en el mismo paraíso, por mi partes es así y probarla es como volver a vivir, pero me tendré que olvidar de eso por este día porque tengo mucho negocio que hacer. Mis ojos se movieron por todo el lugar para mirar si tenia un trapo, una servilleta al alcance cuando visualice una estire mi mano ya que estaba en el centro del escritorio, tomándola con dos dedos y agachándome un poco y empezando a limpiar, esto no me molestaba al contrario me gustaba limpiar mi propia oficina, porque no me gusta que nadie se meta aquí, esto es prohibido que alguien que no sea mi nana entre, esa mujer tiene permiso porque conoce exactamente cada cosa que se encontraba en este lugar y sobre todo porque yo le di permiso mientras que no sea ella, nadie puede entrar. Cuando termine de limpiar tire la servilleta en el bote de la basura que estaba enfrente mío, casi pegado a mi escritorio, recargándome en el respaldo de la silla mientras mis pensamientos vagan.
Cruce mis piernas y mirando que la herida de mi mano estaba casi sanada, tome uno de mis papales y lo empecé a leer, la mueblería estaba dando frutos y eso me alegraba mucho, se vendía muy bien en esta temporada, mire la cifra la analice hasta yo mismo volví hacer las cuentas como no estaba el dueño todo el día podría pensar que me hacían trampa, que me robaban y eso no me gustaría, le estoy dando “mi confianza” mientras que yo no estoy al mando, pero un hombre de “Confianza” esta y es lo que me dan los reportes personalmente, nunca ha preguntando del porque no voy en la mañana, y tampoco se lo iba a responder si algún día llega a preguntarme. Escuche perfectamente que mi nana regañaba alguien mas ¿Quién seria? El olor que llega a mis fosas nasales es nuevo, nunca olido, de seguro es la nueva sirvienta que ella había contratado, la verdad no se porque contrata tanto personal si ella puede hacerlo todo pero…eso ella lo decide. Me estaba riendo de cómo ella trataba mal a la pobre muchacha, me gustaba eso era mi pasatiempo favorito, ver que humillan a las personas inferiores a mi. Rodé los ojos al escucha lo que le decía, pero si yo no quería mas personal, pero mi nana quería y bueno tenia que aceptarlo, aunque yo no quisiera era uno de sus caprichos y por una persona importante para mi, la única por ahora….aceptare los caprichos de ella.
Esperaría a que las dos mujeres llegaran a su destino, que era donde era mi despacho, mientras me acerque más al escritorio empezando a escribir unas cosas, quejas sobre todo por la irresponsabilidad de algunos trabajadores que me llegaba con mi mano derecha y unas notas llenos de dudas sobre la pequeña empresa que hace aproximadamente dos meses se había abierto. Escuche como la puerta se abría, mirando una cabellera blanca, mirando el rostro arrugado de mi nana, pero esos ojos color diferente que decía que no era un humano corriente-Que pasa Nana…-Susurre, frunciendo un poco el ceño una cuenta no me salía bien como estaba escrito en el papel-No te hagas el tonto Sebasthian sabes perfectamente a lo que vengo-Una risa tonta me salió de mis labios-Lo se, lo se, no se me enoje nana-Dije, sin voltear a verla-Ya nana, hazla pasar-Deje mi bolígrafo encima de la hoja y me volví a recarga en el respaldo de la silla, me conto unas cosas sobre ella, pero a mi en realidad no me interesaba eso. Solamente le daría “El buen visto” y tardaría unos minutos para terminar aceptándola.
Los pensamientos de la muchacha eran un poco fuera de si, me dejaba un poco confundido por la forma de pensar de ella, tenia muchas dudas si iba a quedarse con el trabaja, esta echo…ella seria la nueva ayudante de mi nana, veo que le agrada un poco pero siempre me hace quedar como un “ogro” delante de las personas que viene a conseguir trabajo. Pero bueno, tendré que comportarme como un “ogro” como me pinta mi nana. Me levante de mi silla y me encamine hasta estar enfrente de la ventana en la oscuridad, donde no podría alcanzar a verme por el momento, escuche como se volvía abrir la puerta y mire de reojo como entraba esa joven, era ¿Tímida? Por como entraba, claro, era algo nuevo este lugar, me acerque un poco, solo para que me pudiera ver la mitad de mi costado. Entrecerré mis ojos al mirar como se detenía, la examine de pies a cabeza, era una muchacha bonita, pero su ropa no ayudaba mucho, pero eso a mi no me importaba, no hable, deje que ella hablara que me digiera algo…mientras volví mis ojos a su rostro, era blanco, rasgos de niña todavía, no comprendía que hacia ella aquí en vez de estar con su familia, pero tampoco quiero saber la vida de las personas que trabajan conmigo. Observe como me daba una corta reverencia, arque mis ojos, para ser una muchacha pobretona tenia educación, metí mis manos en las bolsas de mi pantalón y alce mi otra ceja, simplemente para tener una cara dura, que tuviera un poco de temor hacia mi.
No pronuncie palabra, como dije, iba a esperar a que ella hablara, me dijera algo, no tardo mucho tiempo para que eso sucediera un “Es un honor, señor” escuche salir de aquellos labios.
Mis ojos toparon con los ajenos, acercándome un poco mas, para que me mirara por completo-Buenas noches Señorita Enivrant…-Hable, leyendo sus pensamientos, una sonrisa sínica aprecio en mi rostro-¿Por qué esta tan tensa?-Pregunte rodeándola, mirándola fijamente-¿Piensa que no conseguirá quedarse? –Susurre en su oído…
Cruce mis piernas y mirando que la herida de mi mano estaba casi sanada, tome uno de mis papales y lo empecé a leer, la mueblería estaba dando frutos y eso me alegraba mucho, se vendía muy bien en esta temporada, mire la cifra la analice hasta yo mismo volví hacer las cuentas como no estaba el dueño todo el día podría pensar que me hacían trampa, que me robaban y eso no me gustaría, le estoy dando “mi confianza” mientras que yo no estoy al mando, pero un hombre de “Confianza” esta y es lo que me dan los reportes personalmente, nunca ha preguntando del porque no voy en la mañana, y tampoco se lo iba a responder si algún día llega a preguntarme. Escuche perfectamente que mi nana regañaba alguien mas ¿Quién seria? El olor que llega a mis fosas nasales es nuevo, nunca olido, de seguro es la nueva sirvienta que ella había contratado, la verdad no se porque contrata tanto personal si ella puede hacerlo todo pero…eso ella lo decide. Me estaba riendo de cómo ella trataba mal a la pobre muchacha, me gustaba eso era mi pasatiempo favorito, ver que humillan a las personas inferiores a mi. Rodé los ojos al escucha lo que le decía, pero si yo no quería mas personal, pero mi nana quería y bueno tenia que aceptarlo, aunque yo no quisiera era uno de sus caprichos y por una persona importante para mi, la única por ahora….aceptare los caprichos de ella.
Esperaría a que las dos mujeres llegaran a su destino, que era donde era mi despacho, mientras me acerque más al escritorio empezando a escribir unas cosas, quejas sobre todo por la irresponsabilidad de algunos trabajadores que me llegaba con mi mano derecha y unas notas llenos de dudas sobre la pequeña empresa que hace aproximadamente dos meses se había abierto. Escuche como la puerta se abría, mirando una cabellera blanca, mirando el rostro arrugado de mi nana, pero esos ojos color diferente que decía que no era un humano corriente-Que pasa Nana…-Susurre, frunciendo un poco el ceño una cuenta no me salía bien como estaba escrito en el papel-No te hagas el tonto Sebasthian sabes perfectamente a lo que vengo-Una risa tonta me salió de mis labios-Lo se, lo se, no se me enoje nana-Dije, sin voltear a verla-Ya nana, hazla pasar-Deje mi bolígrafo encima de la hoja y me volví a recarga en el respaldo de la silla, me conto unas cosas sobre ella, pero a mi en realidad no me interesaba eso. Solamente le daría “El buen visto” y tardaría unos minutos para terminar aceptándola.
Los pensamientos de la muchacha eran un poco fuera de si, me dejaba un poco confundido por la forma de pensar de ella, tenia muchas dudas si iba a quedarse con el trabaja, esta echo…ella seria la nueva ayudante de mi nana, veo que le agrada un poco pero siempre me hace quedar como un “ogro” delante de las personas que viene a conseguir trabajo. Pero bueno, tendré que comportarme como un “ogro” como me pinta mi nana. Me levante de mi silla y me encamine hasta estar enfrente de la ventana en la oscuridad, donde no podría alcanzar a verme por el momento, escuche como se volvía abrir la puerta y mire de reojo como entraba esa joven, era ¿Tímida? Por como entraba, claro, era algo nuevo este lugar, me acerque un poco, solo para que me pudiera ver la mitad de mi costado. Entrecerré mis ojos al mirar como se detenía, la examine de pies a cabeza, era una muchacha bonita, pero su ropa no ayudaba mucho, pero eso a mi no me importaba, no hable, deje que ella hablara que me digiera algo…mientras volví mis ojos a su rostro, era blanco, rasgos de niña todavía, no comprendía que hacia ella aquí en vez de estar con su familia, pero tampoco quiero saber la vida de las personas que trabajan conmigo. Observe como me daba una corta reverencia, arque mis ojos, para ser una muchacha pobretona tenia educación, metí mis manos en las bolsas de mi pantalón y alce mi otra ceja, simplemente para tener una cara dura, que tuviera un poco de temor hacia mi.
No pronuncie palabra, como dije, iba a esperar a que ella hablara, me dijera algo, no tardo mucho tiempo para que eso sucediera un “Es un honor, señor” escuche salir de aquellos labios.
Mis ojos toparon con los ajenos, acercándome un poco mas, para que me mirara por completo-Buenas noches Señorita Enivrant…-Hable, leyendo sus pensamientos, una sonrisa sínica aprecio en mi rostro-¿Por qué esta tan tensa?-Pregunte rodeándola, mirándola fijamente-¿Piensa que no conseguirá quedarse? –Susurre en su oído…
Ahmet Arlovskaya- Vampiro Clase Alta
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Re: El peligro no viene solo.....[Privado]
El ratón siempre subestimará a su depredador hasta el momento que se vea arrinconado. Tulipe tendría que haberse preguntado antes de ingresar a su encuentro con el duque si es que no se volvería ese su caso; con toda posible salida bloqueada y apartada de su vista por un par de ojos casi animales que se acercaban paulatinamente a ella.
Uno de ellos aguantaba la respiración; el otro ya no respiraba, pero eso no lo hacía indefenso, sino todo lo contrario. El joven que hacía tiempo que no inspiraba una gota de aire, no hacía por el momento nada más que ponerla nerviosa, con ese afán de que la débil temiera al fuerte. “Estás en mi territorio, en donde mi voluntad es la ley” era el mensaje que quería que se transmitiera.
—¿Por qué está haciendo eso? —se preguntó Tulipe inútilmente, con el alma en un hilo y queriendo desesperadamente tomar su crucifijo— ¿Tan evidente es mi fragilidad para él? Esto… no es justo.
Ni de niña ni de mujer casi adulta había tenido a un hombre tan cerca, aunque para Antoline no fuera gran cosa; no después de haber llenado su cama una y otra vez con distintas ninfas a lo largo de los siglos. El por qué se encontraba tan tensa era más que obvio para ella, pero no podía dejar entrever esa debilidad a quien juzgaría si se quedaría trabajando o no; si lo hacía, tendría que resignarse al hecho de que jugaría con ese punto insistentemente y así hacer su estadía más difícil. Si quería tener un techo y comida, debería acostumbrarse al Conde de Italia; o en otras palabras, o quería a la espina o se olvidaría de comprar rosas.
Como pudo se tragó su irregular respiración e intentó bajar sus sonrojada mejillas a como diera lugar, aunque no tuvo mucho éxito en lo segundo. Sería parte de crecer el componerse por el futuro que quería.
—E-es sólo el camino hasta acá, Monsieur. Me compondré, le prometo que no será un problema para usted —habló la muchacha, aclarando su garganta para evitar tartamudear— Tengo en cuenta que su hogar es extenso, pero de todas manera quiero aportarle. Lo que no sepa hacer lo aprenderé, se lo aseguro y en ningún caso buscaré ser una molestia.
Tulipe se estaba concentrando en decir cosas correctas para que no se malinterpretaran sus intenciones. No quería ser altanera con quien podría convertirse en su patrón ni mucho menos quería parecer una oportunista. Quería que la viera tal cual era; como una joven responsable que quería hacer que su vida fuera un camino que valiera la pena el esfuerzo de su madre. Tenía que luchar por ese ideal y, en lo posible, ignorar de alguna forma que sentía la respiración del Conde en sus oídos; de quien desconocía su hambre de sangre.
—Qué extraño... —pensó la doncella, sintiendo su pie helarse— Su aliento está frío
Uno de ellos aguantaba la respiración; el otro ya no respiraba, pero eso no lo hacía indefenso, sino todo lo contrario. El joven que hacía tiempo que no inspiraba una gota de aire, no hacía por el momento nada más que ponerla nerviosa, con ese afán de que la débil temiera al fuerte. “Estás en mi territorio, en donde mi voluntad es la ley” era el mensaje que quería que se transmitiera.
—¿Por qué está haciendo eso? —se preguntó Tulipe inútilmente, con el alma en un hilo y queriendo desesperadamente tomar su crucifijo— ¿Tan evidente es mi fragilidad para él? Esto… no es justo.
Ni de niña ni de mujer casi adulta había tenido a un hombre tan cerca, aunque para Antoline no fuera gran cosa; no después de haber llenado su cama una y otra vez con distintas ninfas a lo largo de los siglos. El por qué se encontraba tan tensa era más que obvio para ella, pero no podía dejar entrever esa debilidad a quien juzgaría si se quedaría trabajando o no; si lo hacía, tendría que resignarse al hecho de que jugaría con ese punto insistentemente y así hacer su estadía más difícil. Si quería tener un techo y comida, debería acostumbrarse al Conde de Italia; o en otras palabras, o quería a la espina o se olvidaría de comprar rosas.
Como pudo se tragó su irregular respiración e intentó bajar sus sonrojada mejillas a como diera lugar, aunque no tuvo mucho éxito en lo segundo. Sería parte de crecer el componerse por el futuro que quería.
—E-es sólo el camino hasta acá, Monsieur. Me compondré, le prometo que no será un problema para usted —habló la muchacha, aclarando su garganta para evitar tartamudear— Tengo en cuenta que su hogar es extenso, pero de todas manera quiero aportarle. Lo que no sepa hacer lo aprenderé, se lo aseguro y en ningún caso buscaré ser una molestia.
Tulipe se estaba concentrando en decir cosas correctas para que no se malinterpretaran sus intenciones. No quería ser altanera con quien podría convertirse en su patrón ni mucho menos quería parecer una oportunista. Quería que la viera tal cual era; como una joven responsable que quería hacer que su vida fuera un camino que valiera la pena el esfuerzo de su madre. Tenía que luchar por ese ideal y, en lo posible, ignorar de alguna forma que sentía la respiración del Conde en sus oídos; de quien desconocía su hambre de sangre.
—Qué extraño... —pensó la doncella, sintiendo su pie helarse— Su aliento está frío
Tulipe Enivrant- Humano Clase Baja
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Re: El peligro no viene solo.....[Privado]
No necesitaba más personal, con las personas que tengo es suficiente, aparte tengo a una criada que me sirve mucho y tendría que correrla para que esta mujer trabajara para mí. Pero claro que no; haré algo para decirle “amablemente” que ella ya no puede trabajar aquí. Tampoco comprendo la razón que mi nana la dejo pasar a mi mansión. Pero ya está hecho, ahora está aquí enfrente mío, mientras que la examino, detalladamente, como si quiera ver su interior. Cruce mis piernas y recargándome en el respaldo de mi silla, tome la plumilla y comencé a jugar con ella. No quería hablar nuevamente, quería que ella digiera más cosas, estaba estresado. Cerré un poco los ojos al escuchar aquellos pensamientos, una sonrisa más hipócrita aprecio en mi rostro, iba a jugar un poco con ella, de ese modo ella misma sin pensarlo me va a entretener-Así será-Pensé, bajaron mi piernas y abriéndolas un poco, mis codos quedaron sobre mis muslos y apoyándome en ella, mi mirada seguía en un punto diferente, no la estaba mirando, ya no.
Arque mi ceja derecha, estaba diciendo, esperaría a que ella hablara, darme su “discurso” sin fin de personas había venido por lo mismo. Para conseguir trabajo, pero entre menos personas está en mi casa mucho mejor, tengo a mi nana, que todavía está enojada conmigo por quitarle la virginidad a su “niña” pero en días le di trabajo como otra criada más. Después esta el chofer del carruaje, aunque casi no lo usaba pero estaba a mis servicio y cada semana le pagaba. El jardinero, mi criada, y ahora está mi sobrina, que tengo que estar al pendiente de ella, una gran responsabilidad que tengo sobre ella, pensándolo mejor, si necesito alguien, alguna persona más para que cuide a mi Beethovencita, para que la cuide, pero a ella no esta calificada para eso, tendré que conocer a la personas al fondo. Al pensar eso solo me reí en carcajadas alzando mi mirada y ahora yo iba hablar.
-Así que solamente camino y llego hasta mi casa ¿Cierto? No, no comprendo, porque no la quiero comprender ¿Esta claro?-Ladeé el rostro y sonríe-Claro que no tendrá problemas conmigo Señorita Enivrant…ningún problema conmigo-Me levante lentamente, tampoco iba apresurarme, la iba a correr de mi casa como dé lugar, pero antes…Aspire con ganas, llevándome el olor de ella hacia mi interior, olía exquisito aparte era una humana, clase baja y sobre todo joven, como dicen “La sangre joven es lo mejor, te da más energía y más fuerza” Y esta no la iba a desaprovechar por nada del mundo, si el destino quiso que estuviera en mi camino no la dejaré ir nada más porque si.
-Te lo diré con palabras un poco educadas-Pase mis manos por mi cabellera y después, mi diestra la pase por mi barba-No quiero de tus servicio es más, quiero que te largues de mi casa…-La tome del cuello y comencé a caminar con ella-Tú no eres digna de estar en esta casa-Salimos de mi despacho y la avente hacia el suelo, los pocos sirvientes que estaban se quedaron mirando, ellos no tenían intenciones de enfrentarme porque sabían que aparte de correrlos los iba a matar-¡Lárgate!-Gruñí, dándome la vuelta y entrando a mi despacho.
Arque mi ceja derecha, estaba diciendo, esperaría a que ella hablara, darme su “discurso” sin fin de personas había venido por lo mismo. Para conseguir trabajo, pero entre menos personas está en mi casa mucho mejor, tengo a mi nana, que todavía está enojada conmigo por quitarle la virginidad a su “niña” pero en días le di trabajo como otra criada más. Después esta el chofer del carruaje, aunque casi no lo usaba pero estaba a mis servicio y cada semana le pagaba. El jardinero, mi criada, y ahora está mi sobrina, que tengo que estar al pendiente de ella, una gran responsabilidad que tengo sobre ella, pensándolo mejor, si necesito alguien, alguna persona más para que cuide a mi Beethovencita, para que la cuide, pero a ella no esta calificada para eso, tendré que conocer a la personas al fondo. Al pensar eso solo me reí en carcajadas alzando mi mirada y ahora yo iba hablar.
-Así que solamente camino y llego hasta mi casa ¿Cierto? No, no comprendo, porque no la quiero comprender ¿Esta claro?-Ladeé el rostro y sonríe-Claro que no tendrá problemas conmigo Señorita Enivrant…ningún problema conmigo-Me levante lentamente, tampoco iba apresurarme, la iba a correr de mi casa como dé lugar, pero antes…Aspire con ganas, llevándome el olor de ella hacia mi interior, olía exquisito aparte era una humana, clase baja y sobre todo joven, como dicen “La sangre joven es lo mejor, te da más energía y más fuerza” Y esta no la iba a desaprovechar por nada del mundo, si el destino quiso que estuviera en mi camino no la dejaré ir nada más porque si.
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Ahmet Arlovskaya- Vampiro Clase Alta
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Re: El peligro no viene solo.....[Privado]
La mirada del Duque inquietaba a Tulipe más de lo que desasosegaba las miradas de un grupo de hombres poderosos. Era como mezclar la sensación de estar bajo las garras de un león a punto de volverte su cena con la de estar cayendo por un precipicio sin fondo, pero ella no podía explicar la razón de sentirse así, sólo se quedaba con aliento frío de quien la sometería a su decisión, pero eso no era lo que quería Antoline. No… el vivir tantos años lo hacían querer más de lo que se esperaría en la normalidad, aunque la experiencia le dijera que era casi imposible que el mundo se adaptara a sus necesidades sobrenaturales.
Tulipe dejó de mirar hacia el piso cuando notó la insistente mirada del Duque sobre su fragilidad, tragando saliva en el acto. Antoline estaba esperando que la joven de clase baja actuara como un mono limosnero, que mostrara su lado más indefenso y necesitado para entretenerlo, sacarlo de esa insufrible burbuja, pero la muchacha cuyo nombre evocaba a los tulipanes no abría la boca si no era por orden de algún superior; el campo de donde venía se regía por esa ley. Esas condiciones fueron suficientes para hacer el aquel escenario un drama colmado de suspensos e intrigas.
Cuando el vampiro volvió a hablar, se le erizaron los vellos a la joven, porque era como estar escuchando a la muerte; absoluta e impredecible. Tembló al comprobar que el método del sometimiento que ocupaba para sobrevivir en Amiens no le serviría en París ni con los abusados ni con los abusadores.
—T-tiene razón, Monsieur. Fue… una impertinencia mía suponer algo así. Os ruego su perdón —tartamudeó torpemente cuando vio que el Duque se le acercaba nuevamente, encerrándola en su miedo aparentemente inexplicable— ¿M-Monsieur?
Se llevó una mano instintivamente a su pecho cuando se percató de que el aire que la envolvía era succionado por el joven y poderoso hombre. Sus mejillas se llenaron de sangre al instante, pero eso no tranquilizó a sus jóvenes pulmones. Jamás había sentido tanto sobrecogimiento y lo peor era que no podía explicar por qué; había estado frente a reyes antes y no la habían hecho sentir tan pequeña como se estaba sintiendo en ese instante.
Y de pronto, la joven sólo pudo aferrarse a Jesús cuando el vampiro de la realeza la tomó por su cuello, haciéndola retroceder dolorosamente. El gato presionaba al ratón fuertemente contra el piso y el roedor no tenía nada más para valerse que su agilidad y suerte. Apenas sí podía respirar con esa manera tan brusca e intensa de manejar su débil anatomía.
—P-Piedad… os r-ruego —suplicaba la joven mientras llevaba las manos a las de Antoline, intentando inútilmente librarse. Incluso las manos de aquel varón eran tan heladas como sus determinaciones— Dios, recibe mi espíritu —se encomendó con una lágrima deslizándose por sus ojos hasta llegar a su mejilla.
Justo cuando pensaba que no había esperanza para ella ni para su madre, el adicto a la sangre la dejó caer abruptamente sobre el piso de manera duro y áspero acompañado de la orden exclamada de que se largara. El Duque le dio la espalda humillando a la joven que yacía adolorida en el piso ante la mirada curiosa, mas no asombrada, de los demás sirvientes.
—Gracias, Señor, gracias —dijo mentalmente, casi llorando al mismo tiempo que se levantaba, cosa que fue interrumpida por un fuerte dolor en una de las manos en las que se había apoyado.
La aspereza de la madera rústica había logrado maltratar más de la cuenta a dos de sus dedos —el índice y el anular— y los había hecho gotear esa sustancia espesamente roja. Sería la primera, pero no la última de sus heridas.
Tulipe Enivrant- Humano Clase Baja
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