El ayer y el hoy

por **Eneah Laevsky** Jue Sep 27, 2012 12:41 am

-Niña tonta-

Dijo la pequeña muerta en el reflejo de un charco en el suelo, su cabellera liza, estaba suelta, era lo único que cubría sus pechos, su cuerpo estaba desnudo, cada detalle de su piel estaba al descubierto. ¿Y?, De todas formas, ¿Quien podría disfrutar de aquella jugosa niña?, nadie, ella no era visible a los ojos de nadie, estaba, pero no al mismo tiempo. Era como dios, todos dicen que esta, pero no los vez, no lo sientes. Ella disfrutaba de la libertad de la ignoracía de todos, caminaba descalza por las calles sucias, hasta llegar a los callejones, callejones donde paso noches cuando huía de aquel malechor, de aquel maldito.-Por ti.. por ti estoy así.- Se dijo así misma, ¿Donde quedaron sus sueños?, Mas nunca podría saltar el rió como lo hacía de niña, le arrebataron las esperanzas. Ella nunca podría ver su cabello aclarecer de los años, no vería una familia reproducirse, -Soy solo un alma en pena.- Si, sabía que hasta que no matara ha ese maldito, ella nunca podría ver el camino a donde dios, o el diablo crean que debe ir.

Se sentó en un banca desnuda, a su lado estaba sus prendas de varón, las miraba, estaban sucias, sucias de las manchas de su aventura de escapada, con los mismos rotos eh hilos sueltos, la ropa, la ropa mantenía viva a la "Eneah" que divagaba por las calles solitaria.

por **Salazar Phantomhive** Miér Oct 03, 2012 12:52 pm

-¡Corre o no llegaremos!- me gritó Karl desde la puerta.

Miré al maldito muñeco enfadado pero al final fui hasta él. Hoy nos disponiamos a robar el carromato del panadero, que solía pasar por aquí. Solo tenía que correr detrás y lanzar a Karl para que él me lanzara los panes que podía coger. Lo cogí y me lo puse en el hombro. Salí corriendo y llegué a la calle en un momento. Seguí mi carrera hasta encontrar al camión. Cogí a Karl.

-Lo siento amigo.- le dije a la vez que lo lanzaba al carromato

Entonces seguí corriendo detrás de él. No tardó enasomarse por detrás. Karl empezó a tirarme pequeños bollos. Yo los cogía con dificultad. Cuando tenía el regazo lleno Karl saltó del camión. Cayendo en un chalco. Me paré delante de él y me reí.

-Sí, riete pero ahora me tendrás que lavar.

-Como tu digas, venga vamos.

El muñeco se puso en pie y me trepó por los pantalones hasta colocarse en mi hombro derecho. Caminé entre las calles para llegar a un sitio seguro. Parecía que estaba completamente vacio aunque había un banco con ropa de hombre. Estaban mal pero no peor que las mías.

-¿Qué te parecen Karl? ¿Crees que me quedarán bien?

-No las cojas.- noté la voz tensa de Karl.- Son de alguien.

Entonces comprendí. Karl podía ver a los fantasmas ya que era uno de ellos. Lo miré y vi que estaba señalando al lado de las ropas.

-Esto... ¿hola?- dije sin saber que hacer y mirando donde debía de haber alguien

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