AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dorado Atardecer... [Emerick ]
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Dorado Atardecer... [Emerick ]
Se acercaba la hora de la cita, y aun no tenia un plan para salir de la casa..según la misteriosa carta que recibió en la mañana era al atardecer en el lago. Lo había pensado dos veces, teniendo en cuenta e poco tiempo que llevaba en la ciudad, además de sus primos y los miembros del concilio, conocía a muy pocas personas. Quien seria..? Para que le requerían? Y por que ella?... eran las preguntas que aun rodaban en su cabeza. Pero su curiosidad era más fuerte y decidió asistir. Seguro seria del concilio ese era su pensar…ahora... ¿como saldría?, se levanto del escritorio y se asomo por el gran ventanal del estudio, ella sabia que estaba vigilada. Aun después del encuentro con su primo, la noche anterior, donde discutieron por su seguridad, y terminaron en la cama, al final el había accedido a dejar menos seguridad y a una distancia prudente. Así que pensó que si salía, un centinela le vigilaría a una distancia discreta, y al final le contaría a santhiago, este vendría por ella en la noche y se formaría otro pleito.. asi que como saldría…Sus cavilaciones fueron interrumpidas por unos golpes en la puerta
–Adelante…- Dijo, y una de las empleadas de la casa entro para dejar una bandeja con el te de la tarde. Ella volvió su mirada a la joven, quien al hacer la reverencia y dar la espalda se le aprecio mucho a ella, pues la altura y el color de cabellos era similar al suyo, Con la adecuada ropa, mejor arreglada y una capa seria un señuelo perfecto para distraer al centinela, haciendo que la persiguiera varios metros y así ella tendrá tiempo suficiente para salir sin ser vista. Una sonrisa se dibjo en su rostro y se acerco a la joven para darle las instrucciones.Despues de cierto tiempo, la humana estaba presentable y tal como lo pensó, era el señuelo perfecto.
-Veras , tienes que hacer como si no supieras que te siguen, no mires hacia atrás! , allí se daría cuenta enseguida de que no soy yo. Caminaras hasta el mercadillo, y allí haz que te pierda de vista ,Entendido? – La humana asintió- Bien… Gracias, y ahora ve.. – La tímida humana salió del estudio y salió de la casa, ella le observaba desde una ventana, cuidando de no ser vista. Como era de esperarse, al tiempo salió el centinela del árbol, espero una distancia prudente y empezó a seguirla.
Ella espero otro poco, tomo su capa, se la puso y salió de la casa dirigiéndose en dirección contraria la que había tomado la empleada. Una manzana mas adelante tomo un coche y se dirigió la lugar del encuentro. Llego en un tiempo considerable y era casi la hora. Utilizo su sentido del peligro para saber si había algo peligroso en a su alrededor, pero no percibió nada. De igual forma estaba preparada, llevaba agua bendita, una estaca y una pistola con balas de plata en su bolso, pues no sabia con que o quien se encontraría. Avanzo. Y al llegar al punto pudo ver a una persona, era un hombre.
-¿Es usted quien me cito? – Pregunto sin vacilar- ¿Con que motivo? – necesitaba respuestas, pues a el nunca le había visto y la situacion le resultaba extraña.
Última edición por Antonella Morel el Mar Nov 27, 2012 9:49 pm, editado 1 vez
Antonella Morel- Licántropo Clase Alta
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
"En los negocios de la vida no es la fe lo que salva, sino la desconfianza."
Napoleón Bonaparte
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La tarde estaba realmente exquisita. El Sol aun reinaba en lo alto, a medio filo de iniciar la huida, con sus últimos rayos cayendo oblicuos sobre la superficie cristalina del lago, dejando en ella su brillante reflejo que, engañosamente, hacía a los peces saltar fuera del agua para intentar atrapar tan sólo un espejismo. La gente caminaba tranquila a una buena distancia, un par de niños jugaba con una especie de rueda vieja y más allá un hombre tocaba el acordeón con un pequeño monito bailarín que distraía a los transeúntes mientras otro personaje robaba sus billeteras.
Emerick, que observaba todo el panorama, simplemente rió de forma breve y meneó la cabeza con reproche. No deseaba seguir viendo, así que dio la media vuelta y se apoyó en el barandal, a orillas del lago. No podía evitar el sentirse culpable de no hacer nada, en otra ocasión al menos hubiese actuado a la distancia, obsequiándole a las víctimas un chiflido de advertencia. Lamentablemente, ahora era imprescindible el no llamar la atención, y por la misma razón, vestía un abrigo largo de color negro, con el cuello subido cubriéndole toda la parte trasera de mismo, hasta mezclarse con el inicio de sus cabellos.
Un carruaje de transporte publico, hizo su parada relativamente cerca, por lo que se giró a medias para ver como una mujer se bajaba él sin la ayuda de nadie. Sonrió de medio lado y regresó su vista al lago mientras esperaba a que el carruaje se marchara. Debía de ser ella la mujer que esperaba, pero no estuvo seguro hasta que la brisa de la tarde arrastró consigo su aroma. Aún así, no se volteó sino hasta que ella misma le habló con un par de preguntas poco certeras, de aquellas mismas que pueden inducir a un error de persona, a una equivocación absoluta en donde luego no se sabe como modificarles la memoria para hacerles olvidar aquello que no se debía decir. Tenía que asegurarse.
Emerick se giró por completo a ella, aun manteniendo la espalda y sus codos apoyados en el barandal, y con una pose totalmente relajada, miró su rostro de forma evaluadora — Depende de quien seáis — respondió clavando en sus ojos su mirada azul. — Estoy esperando a Misses Morel, cuyo nombre es... — dejó aquella frase en el aire para que ella le diera la respuesta, y sólo una vez que lo hizo, se permitió continuar.
— Me han dicho que vos sois un miembro importante de El Clan Morel. Lamentablemente no tengo más datos de vuestros integrantes y por tanto habéis sido vos la seleccionada. Fortuna o infortunio, vaya el destino a saber, simplemente ya no me cabe la duda de porque mi informante aun se recordaba de vuestro nombre — señaló haciendo un movimiento con su mano que le abarcaba a ella por completo, dando a entender que se refería en sí a su gran atractivo físico. — Ahora espero, Misses Morel, que el atractivo vuestro sea realmente equiparable a vuestra inteligencia porque no se me apetecería haber llegado hasta aquí sólo para perder mi tiempo — ¡Pasft! Hubiese sonado la bomba verbal si en verdad hubiese tenido sonido, y es que Emerick Beoussingaut jamás regalaba un cumplido sin un costo detrás que pudiese equiparar la balanza, a menos que la persona ya fuese de su agrado y Antonella Morel aún era una desconocida.
Emerick, que observaba todo el panorama, simplemente rió de forma breve y meneó la cabeza con reproche. No deseaba seguir viendo, así que dio la media vuelta y se apoyó en el barandal, a orillas del lago. No podía evitar el sentirse culpable de no hacer nada, en otra ocasión al menos hubiese actuado a la distancia, obsequiándole a las víctimas un chiflido de advertencia. Lamentablemente, ahora era imprescindible el no llamar la atención, y por la misma razón, vestía un abrigo largo de color negro, con el cuello subido cubriéndole toda la parte trasera de mismo, hasta mezclarse con el inicio de sus cabellos.
Un carruaje de transporte publico, hizo su parada relativamente cerca, por lo que se giró a medias para ver como una mujer se bajaba él sin la ayuda de nadie. Sonrió de medio lado y regresó su vista al lago mientras esperaba a que el carruaje se marchara. Debía de ser ella la mujer que esperaba, pero no estuvo seguro hasta que la brisa de la tarde arrastró consigo su aroma. Aún así, no se volteó sino hasta que ella misma le habló con un par de preguntas poco certeras, de aquellas mismas que pueden inducir a un error de persona, a una equivocación absoluta en donde luego no se sabe como modificarles la memoria para hacerles olvidar aquello que no se debía decir. Tenía que asegurarse.
Emerick se giró por completo a ella, aun manteniendo la espalda y sus codos apoyados en el barandal, y con una pose totalmente relajada, miró su rostro de forma evaluadora — Depende de quien seáis — respondió clavando en sus ojos su mirada azul. — Estoy esperando a Misses Morel, cuyo nombre es... — dejó aquella frase en el aire para que ella le diera la respuesta, y sólo una vez que lo hizo, se permitió continuar.
— Me han dicho que vos sois un miembro importante de El Clan Morel. Lamentablemente no tengo más datos de vuestros integrantes y por tanto habéis sido vos la seleccionada. Fortuna o infortunio, vaya el destino a saber, simplemente ya no me cabe la duda de porque mi informante aun se recordaba de vuestro nombre — señaló haciendo un movimiento con su mano que le abarcaba a ella por completo, dando a entender que se refería en sí a su gran atractivo físico. — Ahora espero, Misses Morel, que el atractivo vuestro sea realmente equiparable a vuestra inteligencia porque no se me apetecería haber llegado hasta aquí sólo para perder mi tiempo — ¡Pasft! Hubiese sonado la bomba verbal si en verdad hubiese tenido sonido, y es que Emerick Beoussingaut jamás regalaba un cumplido sin un costo detrás que pudiese equiparar la balanza, a menos que la persona ya fuese de su agrado y Antonella Morel aún era una desconocida.
Última edición por Emerick Boussingaut el Jue Ene 10, 2013 7:23 am, editado 7 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
La suave brisa de la laguna traía consigo voces y risas provenientes de otras personas que transitaban por el lugar, así como el olor de los arboles, la vegetación, la tierra y muchos otros, imperceptibles para un humano común, el sujeto permaneció en silencio y de espaldas a ella, pese a las preguntas que ya estaban formuladas, lentamente este se giro y la miro de arriba abajo reparándole de una forma poco recatada, gesto que le pareció de mal gusto, pues nunca le gusto ser el objeto de estudio de nadie , sin embargo era algo que no podía evitar. Ella no iba con rodeos, era una mujer de ir directo a los hechos, y si al sujeto le había gustado o no que ella formulara sus preguntas, le tenia sin cuidado. A menos que la situación ameritara cautela y misterio ella estaría de acuerdo pero aquí se estaba impacientando. En primera instancia por que no era nada de lo que esperaba, ni del clan, ni del concilio, ni siquiera tenía que ver con los negocios familiares. En realidad era un desconocido, un muchacho… y mas vale que si le había citado tuviera claro lo que quería o por lo menos una idea. Nunca sintió que fuera un defecto ser directo, al contrario le parecía mas una falta de educación disfrazar las palabras cuando se tiene un objetivo en concreto. Algo común en los incultos e inmaduros.
¨ Depende de quien seais ¨
Dijo el hombre, ella frunció el ceño –Si eso depende de quien pregunte. Pero si me citaste, me esperas y me estas viendo ¿por que finges demencia? -pensó- no quería parecer grosera lanzando una frase tan renuente. El por fin empezó a hablar, el misterio y el preámbulo eran evidentes, ni siquiera sabía quien era ella o por lo menos eso quería hacer creer preguntando de nuevo su nombre.
–Antonella?...– respondió ella a modo de cuestión frunciendo el ceño. El hombre asintió y continúo, ella solo le escuchaba observándole de forma perspicaz mientras este usaba un tono que le pareció algo hostil lo cual le recordaba alguien…¿a quien?.. ha si a ella…el continuaba hablando, esta vez prejuzgando si la belleza de la misma era equivalente a su inteligencia. Ella que estaba un poco a al defensiva esbozo una media sonrisa y relajo su postura, ya tenia idea con que trataba…valla para algo si era directo el niño… mientras este terminaba de hablar esta sin ninguna expresión en su rostro se acerco al barandal y se recargo sobre este mirando el horizonte, era su parte favorita del día. El ocaso empezaba a dibujarse en el lienzo azul los últimos rayos del sol se refractaban en el agua y reflejándose levemente sobre el hermoso cabello y los ojos dorados. Permaneció en silencio unos minutos.
-primero que todo…- Dijo por fin sin dejar de ver el espectáculo que tenia enfrente-…sin animos de ofender claro esta, si mi belleza y mi inteligencia no le parecen equivalentes, me importa poco o nada, ya que no le conozco ni le estimo.- Volvió el rostro para sonreírle con un gesto algo sarcastico y lo giro nuevamente para continuar observando el cielo. - Sin embargo...estaba intrigada y por eso vine, creí que se trataba de alguno de los asuntos importantes que estoy tratando. No soy mujer de preámbulos ni me gusta jugar señor…- le miro un poco sugerente ya que aun el no se presentaba.
-Ha si, aun usted no tiene la delicadeza de presentarse, disculpe ¿Cómo se llama usted?–pregunto. Mientras este respondía, y antes de que pensara en seguir hablando ella continuo-Pues estemos claros signore Beoussingaut, a mi tampoco me gusta perder el tiempo, pues estoy bajo mi riesgo aquí, así que ya somos dos… y no es que lo estemos aprovechando. Segundo. Me siento en desventaja, ya que al parecer por lo menos usted tiene información de mi familia, cosa que me parece muy extraña, ya que somos demasiado cautelosos. Y no creo que no sepa nada al respecto, si no, no se habría tomado la molestia de citarme, mas aun sabiendo que somos de la misma condición, pues su olor al igual que mío nos delata.– Le dijo refiriéndose a su condición licantropa. Le volvió a mira,r sus palabras denotaban mas serenidad haciéndolas irreprochables- y tercero…como dije soy una mujer de pocos rodeos, asi que, ¿seria tan mable de explicarme el motivo de la cita? Le estaría mas que agradecida... – Ella quizás no sabia con quien estaba tratando, pero era seguro que el tampoco tenia idea de con quien trataba, así que con una delicadeza improvisada, lo cual no era usual en ella ( pues lo que menos le gustaba era ser tomada por una inútil muñeca de porcelana) le sonrió invitándole a hablar de una vez por todas.
Última edición por Antonella Morel el Mar Nov 27, 2012 9:43 pm, editado 2 veces
Antonella Morel- Licántropo Clase Alta
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
“Debe enseñarse a los hombres como si no se les enseñara. Las cosas desconocidas deben proponérseles como cosas olvidadas.”
Alexander Pope.
Alexander Pope.
La mujer pareció algo molesta con las palabras del licántropo y no era para menos, Emerick siempre había sido bastante directo a para decir aquellas cosas cuya prudencia no tuviesen en su lomo el precio de una vida. Más de alguna vez su lengua franca le había traído problemas, así como también era una de las razones principales por la que prefería ser una especie de lobo solitario y es que no a mucha gente le gusta recibir las verdades con descaro. Es probable incluso, que si no hubiese sido por los arreglos maritales de sus padres, tampoco se hubiese casado, pero aquello era en verdad otra historia.
Le observó apoyarse en el barandal y mirar hacia el lago mientras hablaba, no sabía si quería parecer relajada, desinteresada o tal vez ambas, y tampoco le culpaba. “Cada quien obtiene lo que cosecha” dice el antiguo proverbio, así que también se volteó hacia el lago y le acompañó a contemplarlo mientras le escuchaba. No quería seguir siendo un pesado, pero no pudo evitar comparar en su mente a la mujer con una molestosa mosca, que zumbaba y zumbaba alrededor de sus oídos sin decir nada de verdadera utilidad, pero bueno... también se reconocía con un poco de culpa así que por eso le toleró.
— Emerick Boussingaut — mencionó su propio nombre cuando ella lo requirió, aún se le dijo más de modo informativo que como una presentación formal, puesto a que aún deseaba oír un poco más sus puntos numerales.
No volvió a mirarle sino hasta que la mujer detuvo su verborrea, entonces se dio cuenta que ella también le miraba y sonreía con un poco más de amabilidad; “Al parecer sólo necesitaba desquitarse” pensó en el interior de su cabeza y le regresó la sonrisa para luego apresurarse a hablar antes que a ella se le ocurriese que aún quedaban puntos por numerar.
— Disculpad si la he ofendido, Misses Morel — dijo ofreciendo sus disculpas con una ligera inclinación de su propia cabeza — Más os puedo asegurarle que mi visita si se trata de un asunto importante, y como veréis a través de mis propios objetivos, lo que más espero de vos es que os penséis mi propuesta con detenimiento y sensatez — lo que en palabras llanas y sencillas quería decir que seguía importándole más que fuese una mujer inteligente que una torpe afortunada de su belleza y apellido, aunque por supuesto dicho de manera más ligera y caballeresca.
— Permitidme presentarme nuevamente, ya que para ojos ajenos, vos habláis ahora con el Duque de Escocia, fiel creyente del catolicismo e ignorante de los poderes y luchas reales de la Inquisición; más para nuestros propios ojos, y ya que habéis descubierto que ambos padecemos de la misma condición, me permitiré presentarme además como Emerick Boussingaut, agnóstico y fundador de la nueva alianza de criaturas sobrenaturales para la lucha por la abolición de la Inquisición y debilitamiento de sus cazadores — se presentó con sincera presteza y le dedicó una sutil reverencia antes de añadir — Y bien, Misses Morel ¿Tenéis ahora un poco de tiempo e interés que podáis ofrecerme?
Le observó apoyarse en el barandal y mirar hacia el lago mientras hablaba, no sabía si quería parecer relajada, desinteresada o tal vez ambas, y tampoco le culpaba. “Cada quien obtiene lo que cosecha” dice el antiguo proverbio, así que también se volteó hacia el lago y le acompañó a contemplarlo mientras le escuchaba. No quería seguir siendo un pesado, pero no pudo evitar comparar en su mente a la mujer con una molestosa mosca, que zumbaba y zumbaba alrededor de sus oídos sin decir nada de verdadera utilidad, pero bueno... también se reconocía con un poco de culpa así que por eso le toleró.
— Emerick Boussingaut — mencionó su propio nombre cuando ella lo requirió, aún se le dijo más de modo informativo que como una presentación formal, puesto a que aún deseaba oír un poco más sus puntos numerales.
No volvió a mirarle sino hasta que la mujer detuvo su verborrea, entonces se dio cuenta que ella también le miraba y sonreía con un poco más de amabilidad; “Al parecer sólo necesitaba desquitarse” pensó en el interior de su cabeza y le regresó la sonrisa para luego apresurarse a hablar antes que a ella se le ocurriese que aún quedaban puntos por numerar.
— Disculpad si la he ofendido, Misses Morel — dijo ofreciendo sus disculpas con una ligera inclinación de su propia cabeza — Más os puedo asegurarle que mi visita si se trata de un asunto importante, y como veréis a través de mis propios objetivos, lo que más espero de vos es que os penséis mi propuesta con detenimiento y sensatez — lo que en palabras llanas y sencillas quería decir que seguía importándole más que fuese una mujer inteligente que una torpe afortunada de su belleza y apellido, aunque por supuesto dicho de manera más ligera y caballeresca.
— Permitidme presentarme nuevamente, ya que para ojos ajenos, vos habláis ahora con el Duque de Escocia, fiel creyente del catolicismo e ignorante de los poderes y luchas reales de la Inquisición; más para nuestros propios ojos, y ya que habéis descubierto que ambos padecemos de la misma condición, me permitiré presentarme además como Emerick Boussingaut, agnóstico y fundador de la nueva alianza de criaturas sobrenaturales para la lucha por la abolición de la Inquisición y debilitamiento de sus cazadores — se presentó con sincera presteza y le dedicó una sutil reverencia antes de añadir — Y bien, Misses Morel ¿Tenéis ahora un poco de tiempo e interés que podáis ofrecerme?
Última edición por Emerick Boussingaut el Jue Ene 10, 2013 7:24 am, editado 6 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
Antonella continuaba admirando el dorado atardecer. Tal espectáculo o tenia comparación. Ya que para ella todos eran extraordinarios y distintos por lo menos en este solo podía compara los matices rojos del cielo con el fuego de las alza del mítico ave fénix, mientras los últimos rayos del sol se reflejaban en la laguna, dando la impresión de ser cubierta por una delicada sabana de oro. Siempre eran preciosos a sus ojos. Por un momento sus pensamientos se desviaron hacia otro lugar… hacia un lucido recuerdo. Otro atardecer en su bella Venecia…aquel lugar don el sol al esconderse tras el Adriático da la impresión de estar dentro del agua, la nostalgia le invadió por un instante. Aun después de todo lo que había pasado, quería volver…Huir, escapar hacia el único lugar donde fue realmente feliz hasta el último momento. Hasta ese día en que piso el tren con destino a parís. Pero de nada serviría huir; ya que lo que sentía siempre le perseguiría pues el estaba presente en cada parte de ella. En su, mente, en su cuerpo, en todo su ser…
-Ojala el pudiera verlo…- pensó deseando compartir ese momento con el…en cambio tenia a un indeseable al lado.
-Pero… ¿que estas pensado!?- movió la cabeza y volvió su mirada al hombre que continuo con su discursillo. El quizás no lo sabia, pero debía agradecer a Dios por haber escogido ese momento del día, pues era en el que estaba mas relajada. De lo contrario su comportamiento habría sido mas amargo que la hiel. El se disculpo e hizo una cortés reverencia – Ho!, al parecer si tiene modales…- se dijo mientras le ofrecía una ¨amable¨ sonrisa como gesto de paz, haciéndole saber que ya no importaba. El proisiguio explicando los motivos de el encuentro , y …
- Valla, valla…¿ con que,Duque?...- puso los ojos en blanco - con razón el comportamiento tan pedante . Todos los aristócratas son iguales…- y valla que tenia experiencia en tratar con ellos. Los detestaba, pero los toleraba debido a que para la causa se necesitan benefactores. Eso lo aprendió en sus años como revolucionaria.
Suspiro y le continúo escuchando ya que le hombre expuso un punto que llamo su atención: La inquisición. Institución que detestaba incluso mas que a la realeza. Ellos eran en parte culpables de su desgracia… Cualquier atentado contra la vida es vil. Pero utilizar el nombre de Dios para cometer actos tan barbaros eso si es un sacrilegio! Dios le dio al ser humano el libre albedrio para que este en su interior buscara estar cerca de de el de las miles maneras posibles. No dándose con un látigo arrodillado frente a un crucifijo, Ni regalándole el sustento de tu familia al papa su sequito para que estos sigan teniendo hijos ilegítimos y derrochando con concubinas. Bien lo dijo un sabio filosofo ¨La religión es el opio del pueblo…¨ Dios debe estar planeado el pronto desenlace de la humanidad, para crear una nueva sociedad donde esos bastardos no distorsionen el mensaje de amor que dejo Jesucristo…
-Bien, desde que estoy aquí es por que ahora dispongo de tiempo. Mas le ruego caballero, que sea claro pues no me podre demorar mucho.- le dijo al momento que este le pregunto si disponía tiempo-Asi que digame,signore Boussingaut De que trata en concreto y que tendriamos que ver mi familia y yo con ello? – Miro disimuladamente todo el lugar buscando algún tipo de actividad, pero no pasaba nada. De por si era desconfiada pero con esto aun mas, pues todo asunto relacionado con la iglesia era delicado y ella aun no estaba segura de quien era el hombre. Ni si estaría diciendo la verdad, Bien podría ser Lycan , pero , ¿y si fuera un condenado? .Jamás pondría a su familia en riesgo. De tal manera, que le escucharía y después se aseguraría.
Última edición por Antonella Morel el Mar Nov 27, 2012 9:31 pm, editado 1 vez
Antonella Morel- Licántropo Clase Alta
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
“Este monstruo [la mujer] toma una triple forma: se presenta bajo la forma de un león radiante; se mancha con un vientre de cabra; y está armada de la venenosa cola de un escorpión. Lo que quiere decir: su aspecto es hermoso; su contacto fétido; su compañía mortal.”
Escritos de la Inquisición.
Escritos de la Inquisición.
El duque ya había dado la primera muestra de lo que tenía que decir y la joven Morel le respondió con una sonrisa, tal vez más forzada de lo que era su agrado, y un gesto de ojos en blanco que no hizo más que empeorar su apreciación respecto a la mujer, ya que en verdad le hacía creer que estaba perdiendo su tiempo.
Realmente odiaba a las mujeres mal educadas; siempre le habían gustado las cabronas con carácter, sí, pero nunca mal educadas. En verdad, ni hombres ni mujeres que se comportasen de semejante manera cuando otro hablaba, y no es que lo él fuese un correcto caballero, pero al menos tenía siempre la intención de retribuir al otro el esfuerzo con un poco de educación o al menos darle la oportunidad de conocerle una mínima parte antes de comenzar a prejuzgar de manera tan descarada.
Frunció el ceño y siguió la mirada de la licántropo hacia el lago en donde parecía más interesada, más volvió a mirarle a ella cuando le hablo. Nuevamente no había logrado el interés deseado, a pesar de que incluso le había dicho en palabras breves de lo que trataba su visita, y ya, sin poder seguirlo evitando, resopló con fastidio y se alejó del barandal para avanzar un par de pasos dándole la espalda. La paciencia era una virtud, pero una virtud de la cual él carecía.
— No debisteis de haber venido si acaso no teníais tiempo para hablar — le dijo de inmediato, mirándole hacia atrás de manera breve. — Creo que he sido ya lo directamente claro, Doña. Es obvio que a vos no os interesa la abolición de aquello que los persigue, de seguro os creéis demasiado invencibles por vivir en grupitos de media docena... debéis saber que mi alianza es mucho más que eso — agregó girando sobre sus propios talones para volver a mirarle la cara y esta vez no sacarle sus agudos ojos azules de encima. — Os estoy ofreciendo la posibilidad real de por primera vez poder enfrentar de forma astuta y organizada a la Inquisición. Os estoy ofreciendo la posibilidad de ser directos participes y beneficiarios de nuestra propia cruzada; licántropos, vampiros, cambiaformas, brujos e incluso humanos ya están conmigo ¿De verdad os queréis quedaros afuera?
Quizás había sido demasiado directo, o no lo suficientemente amable que ella quisiera, pero quería hacerle entender de una vez por todas a esa vanidosa e irrespetuosa cabecita, que él no estaba jugando y que esta reunión iba realmente en serio. Y ahora, es cuando lamentaba más que nunca el no haberse podido encontrar con un hombre, y no es que se creyera ciegamente lo que la cultura de la época dictaba a cerca de la mujer, pero con ejemplares como Antonella Morel, definitivamente empezaría a creerlo. Citando entonces a la literatura de la época podríamos decir: "Una mujer que piensa sola, piensa mal".
Realmente odiaba a las mujeres mal educadas; siempre le habían gustado las cabronas con carácter, sí, pero nunca mal educadas. En verdad, ni hombres ni mujeres que se comportasen de semejante manera cuando otro hablaba, y no es que lo él fuese un correcto caballero, pero al menos tenía siempre la intención de retribuir al otro el esfuerzo con un poco de educación o al menos darle la oportunidad de conocerle una mínima parte antes de comenzar a prejuzgar de manera tan descarada.
Frunció el ceño y siguió la mirada de la licántropo hacia el lago en donde parecía más interesada, más volvió a mirarle a ella cuando le hablo. Nuevamente no había logrado el interés deseado, a pesar de que incluso le había dicho en palabras breves de lo que trataba su visita, y ya, sin poder seguirlo evitando, resopló con fastidio y se alejó del barandal para avanzar un par de pasos dándole la espalda. La paciencia era una virtud, pero una virtud de la cual él carecía.
— No debisteis de haber venido si acaso no teníais tiempo para hablar — le dijo de inmediato, mirándole hacia atrás de manera breve. — Creo que he sido ya lo directamente claro, Doña. Es obvio que a vos no os interesa la abolición de aquello que los persigue, de seguro os creéis demasiado invencibles por vivir en grupitos de media docena... debéis saber que mi alianza es mucho más que eso — agregó girando sobre sus propios talones para volver a mirarle la cara y esta vez no sacarle sus agudos ojos azules de encima. — Os estoy ofreciendo la posibilidad real de por primera vez poder enfrentar de forma astuta y organizada a la Inquisición. Os estoy ofreciendo la posibilidad de ser directos participes y beneficiarios de nuestra propia cruzada; licántropos, vampiros, cambiaformas, brujos e incluso humanos ya están conmigo ¿De verdad os queréis quedaros afuera?
Quizás había sido demasiado directo, o no lo suficientemente amable que ella quisiera, pero quería hacerle entender de una vez por todas a esa vanidosa e irrespetuosa cabecita, que él no estaba jugando y que esta reunión iba realmente en serio. Y ahora, es cuando lamentaba más que nunca el no haberse podido encontrar con un hombre, y no es que se creyera ciegamente lo que la cultura de la época dictaba a cerca de la mujer, pero con ejemplares como Antonella Morel, definitivamente empezaría a creerlo. Citando entonces a la literatura de la época podríamos decir: "Una mujer que piensa sola, piensa mal".
Última edición por Emerick Boussingaut el Jue Ene 10, 2013 7:24 am, editado 2 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
Antonella solo podía escuchar las palabras cargadas de desdén hacia su persona, y puede que lo haya merecido, ella de por si era una mujer de un carácter difícil. Le resulto hasta divertido ver las expresiones que el hombre lanzaba, siempre le divertía sacar de sus casillas a las personas, quizás porque al verles así sabría hasta que punto sería capaz de llegar o cuanto se controlaban. Mas aparte de eso, ella solo deseaba salir de la duda, y confirmar si de verdad aquel hombre hablaba en serio. El solo hablaba y hablaba y ella escucho hasta el final. El tenía un punto muy favorable que a ella le intereso desde un principio, así que se limito a respirar y dejarle continuar el discurso.
-Excuse si en algo os he ofendido caballero- dijo por fin – Créame que encuentro claro el punto desde que lo expuso, y es algo que me resulto muy interesante de hecho – la mujer apoyo de nuevo sobre el barandal mientras los últimos rayos del sol desparecían de manto boreal.
-Si no hubiera tenido tiempo para hablar, o si no me hubiera interesado en alguna de las palabras que usted ha dicho hasta ahora me habría marchado hace rato, ya que, como dije anteriormente no estoy en posición de perder tiempo ante nada- volvió la mirada hacia él hombre y le sonrió amablemente, un poco más confiada. Solo un poco.
-Solo quería estar segura de con quién hablo y que hablo, ya que si usted está hablando de un sistema organizado para abolir la inquisición, debe estar muy bien enterado de muchos otros de nuestra misma posición trabajan con ellos ya sea por gusto o por el simple hecho de preservar sus vidas. Eso no es ningún secreto para nadie. –volivo a mirar hacia el horizonte- tendré que ser completamente sincera, el hecho de que usted así como así, de buenas a primeras venga haciendo tal oferta me pareció sospechoso, y desconfié pues a pesar de ser por naturaleza desconfiada siempre esta ese margen de posibilidad de caer estar en lo cierto.¿ Como sabría con exactitud si me estaba mintiendo o no? ¿O si estoy pecando en creerle y aun me miente? Dígame usted, ¿no desconfiaría?... Debería entender que no solo mi familia estaría en riesgo, si no también todas las personas pertenecientes al clan y sus familias. No puedo arriesgar eso.- le volvió a mirar a los ojos.
-sin embargo usted capto mi atención desde el principio, y ahora al tiene por completo. –dijo ya queriendo dispersar el ambiente hostil, pues lo que vendría algunas horas después la necesitaba calmada y relajada- así que usted nos está invitando a participar en su causa, debo decir que me siento complacida y halagada por ello. Es algo de admirar, es usted muy valiente hay que admitirlo. –A ella le costaba reconocer aquello, pero debía hacerlo, era una mujer ante todo justa y muy honesta- la iglesia es la organización más poderosa incluso que cualquier imperio, pues la religión es el opio del pueblo como decía… Necesitara demasiada colaboración para su causa. La inquisición no es cualquier enemigo, lo digo por mi propia experiencia, son los seres más viles y detestables del mundo- dijo casi gruñendo por lo bajo-. Y debido a que usted nos está invitando. Tengo que preguntar… ¿De qué manera requiere colaboración? – estaría dispuesta a colaborar así fuera ella sola con todo lo que tuviera.
Última edición por Antonella Morel el Mar Nov 27, 2012 9:20 pm, editado 1 vez
Antonella Morel- Licántropo Clase Alta
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
"Yo nunca habría tenido éxito en la vida si no me hubiera dedicado a las cosas más pequeñas con la misma atención y cuidado que le dediqué a las más grandes."
Charles Dickens
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Y hasta que la mujer comenzó a reconocer sus errores y a pedir disculpas «¡Aleluya!» gritó una vocecita conocida dentro de su cabeza mientras se mantenía controladamente inexpresivo y le miraba de soslayo procurando no evidenciar aún sus pensamientos, aun a pesar de sus sonrisas tenues de conciliación, mas no pudo seguir conteniendo sus palabras cuando la loba habló de los condenados, aquellos de su misma raza que ahora trabajaban bajo el poderío de la Inquisición y el riesgo de la exposición de los clanes.
— Lo sé, lo sé tan bien como vos no os lo imagináis — le respondió de manera directa, aun sin develar las cartas que aún escondía bajo la manga.
Escuchó el resto de sus palabras en silencio y comprendió mejor toda aquella reticencia que en un principio había malinterpretado como parte de su mala educación, pues al parecer la mujer frente a él tenía mucho que proteger y entonces entendió el porque él nunca había querido pertenecer a uno de aquellos clanes, a los que se apegaban tanto licántropos como vampiros, en la búsqueda de sentirse parte de algo y querer entregar y recibir lazos afectivos como los que él alguna vez, como humano, había tenido.
Bajó la mirada y se perdió entre sus propios recuerdos hasta que las palabras de la mujer volvieron a sonar para cuestionar su utilidad en aquella nueva organización. Se alzó nuevamente hasta encontrarse con sus ojos y descubrir que en ellos no había más que ganas de colaboración y sinceridad. Finalmente la tormenta parecía cesar para así permitir que la marea regresara a su calma.
— Entiendo todos vuestros puntos, Madame. Ahora que en verdad los explicáis con mayor calma y de manera más civilizada — le explicó con una sonrisa que difícilmente podía interpretarse en su verdadero sentido, pues podía ser tanto como burlesca como amistosa.
— Sé muy bien en donde me estoy metiendo y con que aliados dispongo para ello, incluso os sorprenderíais de hasta donde ha llegado mi alcance — le explicó aun sin animarse a contarle todo, pues aún no sabía si contaría con ella y si acaso podría disponer de su confianza — También agradezco vuestra confianza y os aseguro que no os defraudaré — volvió a sonreír, esta vez de forma humilde e incluso acompañó su gesto con una pequeña reverencia.
— En cuanto a la ayuda que solicito, quiero que primero entendáis que esto vas más allá de una lucha física, que lo que deseo principalmente es unir fuerzas y crear una red de contactos que me permita llegar a más información de utilidad. Deseo ante todo, dar una batalla desde el punto de vista intelectual, lograr tantos lazos y pruebas irrevocables que seguir manteniendo la farsa de la Inquisición sea tarea imposible para la iglesia. Necesito cabezas pensantes y manos aliadas que estén dispuestas a luchar por los mismos ideales hasta la sangre la misma, la cual evidentemente se evitará derrochar, pero aún así es un riesgo que por nuestra sola naturaleza, siempre estará presente, y por tanto deseo que como clanes, como manada misma, os hagáis parte de esta cruzada... os prometo que no dejaré cabos sueltos — le dijo con absoluto convencimiento.
Estaba muy seguro de sus objetivos y de los pasos que iba dando, iba lento pero seguro, no quería pisar en terreno pantanoso, no quería caerse, y aunque sabía que errar muchas veces era un tema imposible de eludir, intentaría hacerlo de la forma menos perjudicial posible. Estaba dispuesto a llegar hasta las ultimas consecuencias, incluyendo entregar su vida misma y todas sus posesiones, no iba a rendirse, ni tampoco a dejar cosas al aire que luego pudieran pasarle la cuenta; un poco Antonella y un poco él, así cedería, poco a poco en su intercambio de información por colaboración y compromiso.
— Lo sé, lo sé tan bien como vos no os lo imagináis — le respondió de manera directa, aun sin develar las cartas que aún escondía bajo la manga.
Escuchó el resto de sus palabras en silencio y comprendió mejor toda aquella reticencia que en un principio había malinterpretado como parte de su mala educación, pues al parecer la mujer frente a él tenía mucho que proteger y entonces entendió el porque él nunca había querido pertenecer a uno de aquellos clanes, a los que se apegaban tanto licántropos como vampiros, en la búsqueda de sentirse parte de algo y querer entregar y recibir lazos afectivos como los que él alguna vez, como humano, había tenido.
Bajó la mirada y se perdió entre sus propios recuerdos hasta que las palabras de la mujer volvieron a sonar para cuestionar su utilidad en aquella nueva organización. Se alzó nuevamente hasta encontrarse con sus ojos y descubrir que en ellos no había más que ganas de colaboración y sinceridad. Finalmente la tormenta parecía cesar para así permitir que la marea regresara a su calma.
— Entiendo todos vuestros puntos, Madame. Ahora que en verdad los explicáis con mayor calma y de manera más civilizada — le explicó con una sonrisa que difícilmente podía interpretarse en su verdadero sentido, pues podía ser tanto como burlesca como amistosa.
— Sé muy bien en donde me estoy metiendo y con que aliados dispongo para ello, incluso os sorprenderíais de hasta donde ha llegado mi alcance — le explicó aun sin animarse a contarle todo, pues aún no sabía si contaría con ella y si acaso podría disponer de su confianza — También agradezco vuestra confianza y os aseguro que no os defraudaré — volvió a sonreír, esta vez de forma humilde e incluso acompañó su gesto con una pequeña reverencia.
— En cuanto a la ayuda que solicito, quiero que primero entendáis que esto vas más allá de una lucha física, que lo que deseo principalmente es unir fuerzas y crear una red de contactos que me permita llegar a más información de utilidad. Deseo ante todo, dar una batalla desde el punto de vista intelectual, lograr tantos lazos y pruebas irrevocables que seguir manteniendo la farsa de la Inquisición sea tarea imposible para la iglesia. Necesito cabezas pensantes y manos aliadas que estén dispuestas a luchar por los mismos ideales hasta la sangre la misma, la cual evidentemente se evitará derrochar, pero aún así es un riesgo que por nuestra sola naturaleza, siempre estará presente, y por tanto deseo que como clanes, como manada misma, os hagáis parte de esta cruzada... os prometo que no dejaré cabos sueltos — le dijo con absoluto convencimiento.
Estaba muy seguro de sus objetivos y de los pasos que iba dando, iba lento pero seguro, no quería pisar en terreno pantanoso, no quería caerse, y aunque sabía que errar muchas veces era un tema imposible de eludir, intentaría hacerlo de la forma menos perjudicial posible. Estaba dispuesto a llegar hasta las ultimas consecuencias, incluyendo entregar su vida misma y todas sus posesiones, no iba a rendirse, ni tampoco a dejar cosas al aire que luego pudieran pasarle la cuenta; un poco Antonella y un poco él, así cedería, poco a poco en su intercambio de información por colaboración y compromiso.
Última edición por Emerick Boussingaut el Jue Ene 10, 2013 7:25 am, editado 1 vez
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
El sol terminaba de esconderse tras el ocaso, trayendo consigo la oscuridad, un nuevo día que terminaba dándole paso a la noche… otro ciclo, naturalmente. La vida estaba llena de ellos, y ella creía haber cumplido con aquel que la llevo a ese final fatal…-Negó con la cabeza- No era hora de que aquellos recuerdos hicieran presencia en el laberinto mental donde viva atrapada, se estaba hablando de un asunto muy serio que requería de su total atención . se dio la vuelta ,y se alejo del barandal, dejando de lado el recuerdo del bello atardecer que contemplo acompañada de las palabras de aquel hombre, y se enfoco en lo que realmente empezaba tener importancia.
-Pues bien… solo diga en que puedo serle útil…aquí donde me ve, fui parte de la revolución que tuvo lugar hace algunos años en Alemania para abolir el régimen opresivo de aquellos años…-sonrió a medias y se encogió de hombros - Legado de mis padres, cosa de la cual no pienso dar detalle - dijo casi sin importancia. Se acerco un poco mas a el clavando su dorada mirada en los azules orbes con una media sonrisa- En lo que necesite podría colaborarle…Me tienta demasiado la idea de acabar esa… plaga.- dijo con cierto desdén desviando la mirada hacia el suelo y subiéndola y observándole directamente llena de determinación.
-Planeación, tácticas, armas… por mi parte puede contar con eso…lo digo a titulo personal. Recordó que su primo era muy estricto en ese tema, ella ya había pertenecido a una revolución. No salió muy bien librada y eso era algo que preocupaba a sus familiares, pues aquellos instintos estaban en su sangre-suspiro.- Mi familia no tiene bien vistas las revoluciones, no las financian y no participan ello, piensan que no es la menara correcta. -Negó con la cabeza , alejándose de nuevo del hombre recargándose en la pared- pero yo…yo si se que es la una salida que tenemos cuando nuestras voces se niegan a ser escuchadas…-soltó u n leve suspiro mirando hacia la nada- Es una lastima que no quede mas alternativa que eso… pero tenemos que pelear o morir…- volvió la mirada nuevamente hacia el.
-Signore Boussingaut, le estoy siendo realmente honesta, con mi familia no podrá contar. Pero conmigo- se señalo- conmigo si. Siempre y cuando de esto no se enteren los miembros de mi familia, no por que me de vergüenza, pues esta causa tiene el noble fin de preservar nuestras vidas...es por el hecho de que no quiero intromisiones por parte de ellos en mis decisiones, no quiero que me fastidien y los quiero la margen de esto en caso de que llegue a fallar en algo.- le miro directo a los ojos, la determinación y la seriedad estaban presentes en cada uno de sus gestos y sus palabras.
-Así que…¿Que dice signore?…¿me acepta solo a mi, Si o no? .Créame que cuento con suficientes recursos para estar a la altura de esto. – Antonella no era una frágil mujer, los golpes de la vida le habían hecho mas fuerte, reacia y decidida, no vacilaba en decir ni hacer las cosas así la hicieran ver fuera de lugar, por sus venas corría sangre revolucionaria y eso era algo de lo cual jamás renegaría, así le costra volver a vivir aquello o morir.
Antonella Morel- Licántropo Clase Alta
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
"Es más sencillo obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada."
William Shakespeare
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Le vio negar con la cabeza, pero no quiso pensar en que aquello se refería a sus palabras, pues odiaba aquellos gestos de negatividad cuando alguien deseaba expresar sus ideas. Emerick Boussingaut podía ser una persona que, a ojos ajenos, podía irradiar mucha seguridad en sí mismo, y es que realmente a veces la tenía, pero la mayoría de las veces sólo bastaba un mínimo gesto para hacerle flaquear en sus convicciones, ya que mucha de aquella falsa seguridad no era otra cosa que una especie de espejismo liberado por su gran impulsividad y valentía; aquella mezcla de instintos innatos de ver alguien ahogándose en el río y que provocaría que se lanzara al agua sin pensar, para sólo una vez sumergido recordar que él tampoco sabía nadar.
— ¡Alemania! — repitió con sorpresa luego de que ella comenzara a explicarle parte de su historia, realmente le sorprendía la capacidad de viajar de alguna gente en una época en que carruajes y barcos eran una única alternativa.
Le observó mientras hablaba y se sorprendió nuevamente de la rapidez con la que podía cambiar la imagen propia de una persona a través de un par de minutos dedicados al arte de la comunicación, pues si hacía un par de minutos no había querido mas que empujarla de cabeza al lago, ahora más le parecía una mujer interesante y de agradable compañía, mas se negaba a aceptar cualquier tipo de sensaciones, pues en su cabeza aún tenía un ovillo de pensamientos y emociones cruzadas en cuanto a las mujeres se trataba, y es que ya una mujer le había hecho mandar a la mierda todas sus convicciones y ni él mismo sabía ahora que camino seguir... y odiaba sentirse de ese modo.
— Signore Boussingaut, le estoy siendo realmente honesta, con mi familia no podrá contar — dijo de pronto la mujer loba, haciéndole olvidarse de todas sus trancas personales para volver a enfocarse a golpe de realidades en aquel el tema por el cual se habían reunido.
Suspiró profundamente, aquella frase había sido un golpe bajo a todo su idealismo. Bajó la mirada para ocultar su desilusión, aunque en verdad a veces los gestos también hablan por miradas. Sentía que de pronto ese viaje rompía gran parte de sus ilusiones, pues conseguir el apoyo del clan entero era en verdad su verdadero objetivo, y aunque la mujer le parecía una persona de carácter, no se equipararía jamás al apoyo de un número mayor de licántropos, de sus hermanos licántropos.
— Ya veo — comentó prácticamente al aire, antes de quitar la vista de sus zapatos para volver a refugiarse en el lago ya a oscuras y esconderse momentáneamente de la mirada femenina e inquisidora que le apremiaba ahora por una pronta respuesta ¿Qué iba a decirle ahora? “Eres lo que hay y tengo que aceptarte” no era realmente una respuesta protocolariamente aceptable ni tampoco se acercaba mucho a sus verdaderos deseos, así que se obligó a sí mismo en pensar alguna alternativa que le fuese mayormente favorable, y aquello significaba insistir, pero insistir de una manera inteligente y de donde ambos pudiesen sacar un poco de partido, pero para ello necesitaba un poco más de tiempo.
— Mmmnnnn... — masculló pensativo y volvió a mirarla, por fin, a la cara — Misses Morel, por supuesto que aceptaré a vuestra merced entre mis aliados, pero no esconderé mis deseos de poder integrar a algunos miembros más de vuestra familia entre nuestras filas. No obstante, preferiría hablar de esta situación en un lugar mas... intimo, si acaso es para vos posible — extendió una de sus manos, señalando alrededor — No olvidemos que de noche rondan aún más criaturas cuyos oídos y mentes son aún más poderosas que las nuestras y sólo les bastaría mirarnos a la distancia para leer incluso nuestros pensamientos — le explicó de manera sincera y con una sonrisa alzando sus comisuras a modo de invitación — ¿Conocéis vos algún lugar en donde en podamos hablar con completa libertad?
— ¡Alemania! — repitió con sorpresa luego de que ella comenzara a explicarle parte de su historia, realmente le sorprendía la capacidad de viajar de alguna gente en una época en que carruajes y barcos eran una única alternativa.
Le observó mientras hablaba y se sorprendió nuevamente de la rapidez con la que podía cambiar la imagen propia de una persona a través de un par de minutos dedicados al arte de la comunicación, pues si hacía un par de minutos no había querido mas que empujarla de cabeza al lago, ahora más le parecía una mujer interesante y de agradable compañía, mas se negaba a aceptar cualquier tipo de sensaciones, pues en su cabeza aún tenía un ovillo de pensamientos y emociones cruzadas en cuanto a las mujeres se trataba, y es que ya una mujer le había hecho mandar a la mierda todas sus convicciones y ni él mismo sabía ahora que camino seguir... y odiaba sentirse de ese modo.
— Signore Boussingaut, le estoy siendo realmente honesta, con mi familia no podrá contar — dijo de pronto la mujer loba, haciéndole olvidarse de todas sus trancas personales para volver a enfocarse a golpe de realidades en aquel el tema por el cual se habían reunido.
Suspiró profundamente, aquella frase había sido un golpe bajo a todo su idealismo. Bajó la mirada para ocultar su desilusión, aunque en verdad a veces los gestos también hablan por miradas. Sentía que de pronto ese viaje rompía gran parte de sus ilusiones, pues conseguir el apoyo del clan entero era en verdad su verdadero objetivo, y aunque la mujer le parecía una persona de carácter, no se equipararía jamás al apoyo de un número mayor de licántropos, de sus hermanos licántropos.
— Ya veo — comentó prácticamente al aire, antes de quitar la vista de sus zapatos para volver a refugiarse en el lago ya a oscuras y esconderse momentáneamente de la mirada femenina e inquisidora que le apremiaba ahora por una pronta respuesta ¿Qué iba a decirle ahora? “Eres lo que hay y tengo que aceptarte” no era realmente una respuesta protocolariamente aceptable ni tampoco se acercaba mucho a sus verdaderos deseos, así que se obligó a sí mismo en pensar alguna alternativa que le fuese mayormente favorable, y aquello significaba insistir, pero insistir de una manera inteligente y de donde ambos pudiesen sacar un poco de partido, pero para ello necesitaba un poco más de tiempo.
— Mmmnnnn... — masculló pensativo y volvió a mirarla, por fin, a la cara — Misses Morel, por supuesto que aceptaré a vuestra merced entre mis aliados, pero no esconderé mis deseos de poder integrar a algunos miembros más de vuestra familia entre nuestras filas. No obstante, preferiría hablar de esta situación en un lugar mas... intimo, si acaso es para vos posible — extendió una de sus manos, señalando alrededor — No olvidemos que de noche rondan aún más criaturas cuyos oídos y mentes son aún más poderosas que las nuestras y sólo les bastaría mirarnos a la distancia para leer incluso nuestros pensamientos — le explicó de manera sincera y con una sonrisa alzando sus comisuras a modo de invitación — ¿Conocéis vos algún lugar en donde en podamos hablar con completa libertad?
Última edición por Emerick Boussingaut el Miér Ene 23, 2013 2:16 pm, editado 1 vez
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
No era necesario tener un sexto sentido o poder extrasensorial para percibir la desilusión en los azules orbes del lycano, era evidente. No solo bastaba con ella, nunca lo seria pues aunque fuese una luchadora, y una guerrera incansable, era una mujer. Y bueno, era de esperarse en la sociedad en que vivimos el menos precio por el ¨sexo débil¨. Ella sonrió con un dejo de tristeza, no pasaba nada, ya había lidiado con eso y continuaba haciéndolo, pues su primo quería controlar la vida de las mujeres ¨a su cargo¨. Ella no había pedido aquello, no lo quería, no lo necesitaba. Sin embargo, en esos momentos había otros factores hacían que permaneciera en aquella absurda parodia de vida familiar, e impedían que recogiera sus pertenencias y se devolviera a Venecia, o se fuera a una ciudad del mundo donde no se le pudiera encontrar -Pero no iba huir, ella no era una cobarde; quizás por eso a las mujeres se les consideraban débiles, no importa cuanta voluntad, fuerza o habilidades tengas, siempre en ellas prevalecen los sentimientos.
Ella escucho con atentamente cada palabra pronunciada por los labios ajenos, asintiendo ante las razones que este expresaba, y no lo culpaba, eran validas. Sin embargo no se daría por vencida ante la negativa; tenía un haz bajo la manga , una última por jugar, una nueva propuesta por presentar y si el hombre era tan inteligente como había demostrado hasta ahora no la rechazaría de nuevo.
-Entiendo todo eso signore Boussingaut- dijo calmadamente mientras un pasado suspiro abandono su cuerpo.- Sé que, sola no so suficiente y eso no hay que discutirlo, ha sido una imprudencia mía, quizás me deje llevar. Discúlpeme por ello -Hizo una leve inclinación como afirmación de que aquello era sincero – y si, podemos continuar esta conversación, créame. Pero hoy me resulta imposible, como le dije al legar mi tiempo aquí era algo limitado, pues hay una asunto muy importante que me impide continuar con esta interesante charla. Déjeme le explico –se sentó en una de las bancas- Sabe usted algo sobre el concilio de parís? – le miro esperado que asintiera si de verdad tenía conocimiento acerca de ello, si no ella de igual forma le haría una breve introducción.
-El concilio de parís fue la primera reunión que hicieron los jefes de las familias fundadoras para poner un poco de orden a ¨nuestra raza¨ por decirlo así. Se estableció una normativa. Reglas, tradiciones, costumbres y jerarquías. Sí , todo eso para organizar nuestra especie –Alzo su mirada para fijarla en la ajena con una sonrisa- y adivine usted cuando se llevara a cabo? – ladeo el rostro- Esta noche mi estimado caballero. Esta noche se llevara a cabo el segundo concilio. No es secreto para nadie que desde hace un tiempo nuestra raza esta algo…dispersa , y es necesario reorganizar, además, se discutirá la ascensión del nuevo alfa tras la muerte del anterior y.. También algunos temas de seguridad, como ha dicho usted, son tiempos difíciles y pues la iglesia está sobre nuestros talones. También está la inclusión de otros clanes a formar parte de las familias fundadoras, como el nuestro.-se levanta con las manos juntas
- Así que al finalizar podría pedir una reunión con ell alfa y hablarle acerca de usted y su nuevo movimiento en pro a nuestros intereses, incluso conseguirle una audiencia. Que le parece.? Así no contaría con el apoyo de un clan, si no con una jauría de clanes. Pero claro esta, no lo doy por hecho. Solo podría ser una posibilidad –Claro! Como no se le ocurrió aquello en primera instancia!, antes dar su discurso de autosuficiencia, debía pensar en grande y así atraería la atención del hombre- y bien, que me dice?. Podríamos concretar otra cita para continuar con esto y asi darle nuevas y espero buenas noticias? –sonrio amablemente esperando que tras ella el hombre pudiera aceptar su propuesta.
Ella escucho con atentamente cada palabra pronunciada por los labios ajenos, asintiendo ante las razones que este expresaba, y no lo culpaba, eran validas. Sin embargo no se daría por vencida ante la negativa; tenía un haz bajo la manga , una última por jugar, una nueva propuesta por presentar y si el hombre era tan inteligente como había demostrado hasta ahora no la rechazaría de nuevo.
-Entiendo todo eso signore Boussingaut- dijo calmadamente mientras un pasado suspiro abandono su cuerpo.- Sé que, sola no so suficiente y eso no hay que discutirlo, ha sido una imprudencia mía, quizás me deje llevar. Discúlpeme por ello -Hizo una leve inclinación como afirmación de que aquello era sincero – y si, podemos continuar esta conversación, créame. Pero hoy me resulta imposible, como le dije al legar mi tiempo aquí era algo limitado, pues hay una asunto muy importante que me impide continuar con esta interesante charla. Déjeme le explico –se sentó en una de las bancas- Sabe usted algo sobre el concilio de parís? – le miro esperado que asintiera si de verdad tenía conocimiento acerca de ello, si no ella de igual forma le haría una breve introducción.
-El concilio de parís fue la primera reunión que hicieron los jefes de las familias fundadoras para poner un poco de orden a ¨nuestra raza¨ por decirlo así. Se estableció una normativa. Reglas, tradiciones, costumbres y jerarquías. Sí , todo eso para organizar nuestra especie –Alzo su mirada para fijarla en la ajena con una sonrisa- y adivine usted cuando se llevara a cabo? – ladeo el rostro- Esta noche mi estimado caballero. Esta noche se llevara a cabo el segundo concilio. No es secreto para nadie que desde hace un tiempo nuestra raza esta algo…dispersa , y es necesario reorganizar, además, se discutirá la ascensión del nuevo alfa tras la muerte del anterior y.. También algunos temas de seguridad, como ha dicho usted, son tiempos difíciles y pues la iglesia está sobre nuestros talones. También está la inclusión de otros clanes a formar parte de las familias fundadoras, como el nuestro.-se levanta con las manos juntas
- Así que al finalizar podría pedir una reunión con ell alfa y hablarle acerca de usted y su nuevo movimiento en pro a nuestros intereses, incluso conseguirle una audiencia. Que le parece.? Así no contaría con el apoyo de un clan, si no con una jauría de clanes. Pero claro esta, no lo doy por hecho. Solo podría ser una posibilidad –Claro! Como no se le ocurrió aquello en primera instancia!, antes dar su discurso de autosuficiencia, debía pensar en grande y así atraería la atención del hombre- y bien, que me dice?. Podríamos concretar otra cita para continuar con esto y asi darle nuevas y espero buenas noticias? –sonrio amablemente esperando que tras ella el hombre pudiera aceptar su propuesta.
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Re: Dorado Atardecer... [Emerick ]
"La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo."
Michel de Montaigne
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No sabía si no se había dado cuenta antes, o si acaso había sido la mujer la que bien lo había ocultado hasta ahora, pero en sus ojos pudo ver cierto atisbo de desilusión al escuchar sus comentarios, como si creyera que él le consideraba poca cosa o quizás hasta como una simple herramienta de llegada al resto de los clanes. Bueno, de cierto modo tenía razón, ella había sido su contacto y esos los motivos para su encuentro, pero para nada se acercaba el verla solamente como una herramienta, pues incluso él mismo le había ofreció la oportunidad de hablar aquello con más calma y así conocerse un poco mejor, pero era ella la que estaba realmente ocupada para esa misma tarde.
— No he dicho que no seáis suficiente, sólo he dicho que lo ideal sería contar con más y es que en una guerra no importa que tengáis al mejor de los guerreros si vuestro número no se compara en absoluto con el del enemigo — le explicó de la forma más clara posible, pues realmente no era su intención el hacerla sentir menos.
Ella preguntó por un tal concilio y él le miró extrañado antes de negar con la cabeza, la verdad es poco sabía de política y de la pasada revolución, él había llegado hace poco a un país donde al principio poco entendía si acaso le hablaban muy rápido y donde aún prefería conseguir los libros escritos en inglés, su lengua natal. Aún así, le siguió para sentarse a su lado y escuchar aquella parte de la historia francesa que desconocía. Pronto se dio cuenta que era una historia netamente de lobos y se sorprendió al relacionar el nombre del concilio con dicha reunión ¿De verdad había varios clanes solo en París... o se llamaba así sólo porque sería el lugar en donde se realizaría? Quiso preguntar, pero pronto lo considero innecesario.
No pudo evitar hacer una pequeña mueca de dolor al escuchar la palabra alfa, aquella había sido precisamente la razón por la que jamás había buscado la compañía de otros lobos y es que se consideraba incapaz de aceptar aquella idea de sumisión total ante otro que ni siquiera le conocía, no le gustaba y probablemente jamás le gustara, pues además no era difícil de reconocer en él su carácter fuerte y dominante, en donde le costaba quedarse callado con sus ideas y aceptar las ajenas sin que le demostraran antes las razón. Más de un sabio y erudito en el tema, le había dicho que si él viviese en manada, probablemente fuese un alfa, pero nuevamente caía ahí en la reticencia de saberse a sí mismo como la persona que privaría las libertades de otros, y no le gustaba en los absoluto. Quizás lo aceptaría algún día, quizás y sólo quizás si en verdad fuese necesario.
— Prefería que aquella reunión fuese sólo con vuestra merced, quizás en una segunda instancia podría ver al alfa, pero con vos ya he establecido la confianza y la primera reunión de mi Alianza será dentro de muy poco, no quisiera que llegase gente con menos conocimientos que otros, prefiero hacerlo con tiempo — le sonrió, esperando que en verdad le entendiera y también se puso de pie para despedirse tal y como ella parecía querer hacerlo.
— Bueno pues... Siendo así ya no os quito más tiempo. Espero que os vaya muy bien en aquella reunión y podáis contarme después que realmente ha rendido frutos, quien sabe si esa vos a quien eligen como alfa; tenéis carácter y buena decisión — le dijo con una pequeña reverencia e hizo una seña a alguien a la distancia, pues estaba llamando a uno de los coches para que escoltara a la dama a donde tuviese que ir luego de su encuentro.
— Adiós — se despidió en cuanto le hubo abierto la puerta del carruaje y así le dejo marchar, siendo él quien quisiera tomarse un paseo por la costanera antes de regresar al hotel y continuarse pensando aquello de los alfas y sus congregaciones.
— No he dicho que no seáis suficiente, sólo he dicho que lo ideal sería contar con más y es que en una guerra no importa que tengáis al mejor de los guerreros si vuestro número no se compara en absoluto con el del enemigo — le explicó de la forma más clara posible, pues realmente no era su intención el hacerla sentir menos.
Ella preguntó por un tal concilio y él le miró extrañado antes de negar con la cabeza, la verdad es poco sabía de política y de la pasada revolución, él había llegado hace poco a un país donde al principio poco entendía si acaso le hablaban muy rápido y donde aún prefería conseguir los libros escritos en inglés, su lengua natal. Aún así, le siguió para sentarse a su lado y escuchar aquella parte de la historia francesa que desconocía. Pronto se dio cuenta que era una historia netamente de lobos y se sorprendió al relacionar el nombre del concilio con dicha reunión ¿De verdad había varios clanes solo en París... o se llamaba así sólo porque sería el lugar en donde se realizaría? Quiso preguntar, pero pronto lo considero innecesario.
No pudo evitar hacer una pequeña mueca de dolor al escuchar la palabra alfa, aquella había sido precisamente la razón por la que jamás había buscado la compañía de otros lobos y es que se consideraba incapaz de aceptar aquella idea de sumisión total ante otro que ni siquiera le conocía, no le gustaba y probablemente jamás le gustara, pues además no era difícil de reconocer en él su carácter fuerte y dominante, en donde le costaba quedarse callado con sus ideas y aceptar las ajenas sin que le demostraran antes las razón. Más de un sabio y erudito en el tema, le había dicho que si él viviese en manada, probablemente fuese un alfa, pero nuevamente caía ahí en la reticencia de saberse a sí mismo como la persona que privaría las libertades de otros, y no le gustaba en los absoluto. Quizás lo aceptaría algún día, quizás y sólo quizás si en verdad fuese necesario.
— Prefería que aquella reunión fuese sólo con vuestra merced, quizás en una segunda instancia podría ver al alfa, pero con vos ya he establecido la confianza y la primera reunión de mi Alianza será dentro de muy poco, no quisiera que llegase gente con menos conocimientos que otros, prefiero hacerlo con tiempo — le sonrió, esperando que en verdad le entendiera y también se puso de pie para despedirse tal y como ella parecía querer hacerlo.
— Bueno pues... Siendo así ya no os quito más tiempo. Espero que os vaya muy bien en aquella reunión y podáis contarme después que realmente ha rendido frutos, quien sabe si esa vos a quien eligen como alfa; tenéis carácter y buena decisión — le dijo con una pequeña reverencia e hizo una seña a alguien a la distancia, pues estaba llamando a uno de los coches para que escoltara a la dama a donde tuviese que ir luego de su encuentro.
— Adiós — se despidió en cuanto le hubo abierto la puerta del carruaje y así le dejo marchar, siendo él quien quisiera tomarse un paseo por la costanera antes de regresar al hotel y continuarse pensando aquello de los alfas y sus congregaciones.
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