Aparición entre las sombras [Park Cloud]

por **Liev I. Makovsky** Dom Oct 14, 2012 6:04 am

París, París, sus callejones son oscuros de día o de noche, estrechos, traicioneros, escondite de todo tipo de seres y criaturas sorprendentes. En ellos también ocurrían esas cosas que nadie quiere nombrar. Robos, raptos, violaciones, asesinatos, intercambio de mercancías... aún me sigo preguntando que me llevó a salir del burdel por la puerta trasera que daba al callejón. Tal vez el instante romántico de ver a joven fulana que me había dado sus encantos asomarse por la ventana y despedirse lanzando un beso. No sólo no se asomó, si no que lo único que me lanzaron fue una bala al corazón.

Me detengo y miro al suelo, pasan personas caminando apresuradamente, insensatos que han tomado algún tipo de atajo por estas pequeñas calles que todos intentan evitar. antes habría alzado los brazos y gritado para que se detuvieran, no me habrían escuchado, me habrían atravesado como el que pasa entre la niebla. Ahora lo hacen igual pero me he acostumbrado a la sensación de ser como el aire, ellos aún siguen notando el frío pues se estremecen de pies a cabeza, pero antes de preguntarse qué es lo que ocurre se han perdido en algún otro punto de la red de callejones de la ciudad. En ocasiones me pregunto qué es lo que hacen por esta zona vestidos de forma tan elegante. Aunque la respuesta puede ser clara...

Me agacho donde me he detenido, hace cinco años al hacer exactamente lo mismo pude atravesar mi cuerpo muerto. aún no sabía que era, ni en que me había convertido, deseaba que fuera un sueño pero resulto ser real. Allí estaba mi cadáver mientras que mi alma no había flotado a un lugar mejor, ni había visto ningún camino por el que salir de este mundo, tampoco me había encontrado con nadie en el mismo estado... no duró mucho tiempo, un fantasma nuevo debe ser una especie de alerta para seres sobrenaturales... esa época también había pasado. En ese punto del callejón no hay nada, ni una marca ni mancha que indique que allí había muerto alguien, sólo un alma en pena que casi cada día pasa por allí, se agacha, toca el suelo y se marcha: yo.

Tras el ritual me levanté, siempre después del momento de melancolía venían bien unas risas y no hay mejor manera de reír que burlarse de los humanos, gastar una broma y ver como huían. Era una parte de mi carácter que había cambiado con la muerte. En ocasiones pensaba que la muerte había creado dos mitades del mismo ser, una que se dedicaba a suspirar por la vida perdida y otra a reírse y burlarse de los que continuaban con vida perdiéndose las posibilidad de lo que había más allá. Esa parte comenzaba a entrar en acción.

Para empezar me materialicé tomando la forma corpórea, dejando de ser un simple pedazo de humo con rostro, nadie lo vio o si lo vio no dijo nada, los que pudieran estar allí cerca estarían con tanto alcohol en sangre que no distinguirían ni a sus madres. empecé a caminar por los callejones, bastantes giros tuve que hacer, parecía que el haberme aparecido había hecho que el resto del mundo se esfumara. De nuevo equivocado.

Un último giro y una dama apareció al fondo, vestida de forma elegante, sola, caminando tranquila. Sonreí para mí, ¿qué truco usaría hoy para atormentar a esa desdichada? Me acerqué sin más. - Buenas noches tenga usted señorita. ¿Necesita compañía para salir de este lugar? Estos callejones no son muy agradables ni adecuados para ningún ser humano, se lo aseguro, los conozco desde hace años. - simplemente sonreí intentado fijarme en ella y esperando que me entendiera ya que conservaba mi acento extranjero a la perfección y por sus rasgos tampoco parecía ser de París.

por **Park Cloud** Mar Oct 30, 2012 8:13 pm

Lugares, escondites de borrachos y entidades en pena. Era una persona un poco extraña y siempre me lo decían, siempre siendo dependiente de muchas personas, nunca pudiendo estar lejos o ser independiente en una gran totalidad, en esos momentos aquellos callejones oscuros me hacían sentir de cierta forma liberada de aquel ser que siempre deseaba ser acompañada por alguien. Me sentía tranquila estando donde estaba, la soledad en ocasiones era buena, te hacía pensar en cosas y mucho más cuando eras una bruja. Me encantaba provocar leves ilusiones en aquellos lugares solitarios, de cierta forma odiaba que las personas me vieran hacer mis “trucos” y prácticas. Yo era como un artista con un pincel, plasmando todo lo que podía en un gran lienzo que en esta ocasión era un lugar cubierto por la humedad, la maldad y la negligencia que parís tenía como una capa de caspa en una cabeza mugrienta de cualquier gitano.

Ilusiones.
Eso eran lo que eran, las pequeñas hadas que revoloteaban a su lados, los grandes dragones que sobrevolaban un oscuro cielo y que se perdía entre la realidad, pequeños duendes riendo a los pies de los gigantes amigables, todo aquello eran ilusiones que había creado para que, irónicamente, pudiera sentirme acompañada, si así es, no me gustaba estar sola, de solo pensarlo podría ponerme a llorar y fíjense que llorar para mí era como una especialidad, lo hacía de forma perfecta y todo el tiempo.

Todo parecía normal, pero de pronto todo comenzó a disolverse, como si a aquella hermosa pintura le hubieran echado agua y todo se comenzaba a disolver haciendo que el lienzo quedara en blanco, ya podía ver la parte original del lugar, levemente fruncí el ceño, mi concentración había quedado disuelta. Ah eso me recordaba que debía comenzar a hacer más ejercicios de concentración, para que aquello no volviera a suceder. Un leve viento, un pequeño sonido, me llamo la atención que era una sensación rara, no era un humano el que se acercaba, no había latidos, no había respiración, pero si había conciencia. Deje salir un leve suspiro mientras comenzaba a caminar entre los callejones que se convertían en laberintos ante mis ojos, buscaba alzar la mirada para encontrar aun algún dragón realizado por mis ilusiones, pero todos y se habían marchado.

-Estoy bien- dije sin prestarle atención a lo que podría estar cerca. De cierta forma estaba enojado con “eso” ya que por su culpa las hadas se habían ido, pero también era mi culpa, había perdido la concentración muy rápido, metí mis pálidas manos entre unos bolsillos ocultos mientras dejaba salir un leve suspiro que parecía un humo que salía de los labios de un fumador activo, pero yo no fumaba, era el frio que comenzaba a hacer, por suerte tenía una bufanda que ocultaba mi rostro hasta mi boca, y me daba calor. Aunque los días eran cálidos las noches siempre se identificaban como frías y esta no era la excepción, pero había algo extraño en aquel frio. Desee girar y lo hice luego de dar unos cuantos pasos sin decir nada. Me encontré con un hombre pálido, ladee mi rostro un poco, sin mostrar una expresión, hasta que un leve estornudo hizo que bajara la cabeza –Achu…- me limpie mi nariz con uno de mis dedos para luego sonreírle levemente –Deberías tener más cuidado, alguien malo podría desear hacerte daño- dije con tanta dulzura que podría decirse que las palabras estaban hechas de miel -¿Así que los conoces desde hace años?... pues mira- le señale una puerta que había logrado hacer entre unos segundos mentalmente mientras me quede mirándolo-apuesto que no conoces ese lugar- le rete mientras sonreía con picardía, con un chasquido de dedo desaparecí la puerta haciendo que esta se convirtiera en muchas mariposas que volaban entre las estrellas hasta convertirse en ellas.

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